[Drabble]
Cazadores y maestros
—Sanemi S. & K. Kanae—
—Llámame por mi nombre —pidió Kanae abriendo la puerta del aula y saliendo de ella—. Como en los viejos tiempos —se rio al verlo sonrojarse.
Disclaimer:
Kimetsu no Yaiba © Koyoharu Gotōge
Cazadores y maestros © Adilay Fanficker
Advertencias: Inspirado en Kimetsu Gakuen.| Un poco de OOC.
Aclaración: Este fic participa en el FLUFFTOBER 2022 realizado por la página en Facebook: "Es de fanfics".
Día 10: Reencuentro.
Notas:
Siempre ha sido un placer escribir sobre esta pareja. Espero que a ustedes les guste leer este fic.
NO PLAGIEN, NO RESUBAN Y TAMPOCO TRADUZCAN SI YO NO LO HE AUTORIZADO. —Gracias.
•
Ese día era diferente a cualquier otro. Kanae Kochō, la maestra de biología en la Academia Kimetsu, había por fin descubierto qué significaban aquellos extraños sueños donde se veía cortando cabezas de criaturas monstruosas que, ahora sabía, eran demonios.
No eran sueños, eran recuerdos.
Lo desquiciante fue saber que su hermanita, Shinobu, también tenía esos sueños. Lo único que ambas desconocían era… cómo habían… muerto.
No lo sabían, y a ambas les daba algo de miedo descubrirlo.
Por otro lado, cuando recién llegó a la Academia, ella notó extrañas actitudes en todos.
Alumnos y maestros por igual.
Por ejemplo, el profesor Giyū Tomioka, al verla ingresando a la escuela seguida de Shinobu, tembló un poco; se acercó a su hermanita menor y sorpresivamente la abrazó con mucha fuerza, siendo correspondido por ella. A su lado notó a los pequeños Makomo y Sabito, que lloraban. Un poco lejos, estaba el conserje, Sakonji Urokodaki, viéndolos fijamente, aun si todavía usaba esa máscara roja.
Los más jóvenes estaban aturdidos, como si hubiesen despertado sólo para darse cuenta de que todo aquello con lo que habían estado soñando era una realidad.
Una vida pasada.
Una vida sangrienta y violenta.
Kanae miró con extrañeza cómo el famoso matrimonio de la Academia, compuesta por Hakuji y Koyuki Soyama, estaban alejados del resto, y de vez en cuando, el chico alzaba su mirada para verlos a todos con un semblante decaído, y casi hasta avergonzado.
Todavía más extraño fue ver a su compañero de ambos trabajos, Kyōjurō Rengoku, acercándose a ellos con cautela y seriedad.
Kanae no supo qué habría pasado entre ellos, pero por el modo en el que ambos varones se vieron al estar el uno frente al otro, le hizo pensar que debió ser algo fuerte.
Por su lado, ella entró al instituto, caminó por algunos pasillos y cuando vio a su compañero, Sanemi Shinazugawa, en el aula de profesores, en silencio y sentado, recargado hacia atrás, ella suspiró.
—Creí que estarías abajo —dijo ella a sus espaldas; él pareció tensarse, pero no se movió para verla.
—¿Con ese mar de llorones? Por favor —bisbiseó con un deje de molestia—. Algunos fuimos humanos… otros demonios… ¿y eso qué?
Kanae dejó sus cosas en la mesa, prestando atención a sus movimientos. Sanemi movía su pierna derecha de arriba abajo rápidamente; mantenía sus ojos cerrados; al igual que sus pensamientos, al parecer.
—Shinazugawa —musitó enternecida. Él estaba conteniéndose—. ¿No te da gusto saber que estamos todos reunidos otra vez?
—Me da igual.
Ella sonrió.
Permitiéndose un acto de osadía y hasta de irrespeto entre dos colegas del trabajo, Kanae se acercó a Sanemi por su espalda, se inclinó sobre él y aprovechándose de que ahora su frente estaba descubierta, besó su piel con suavidad, alejándose lento ante su sorprendida mirada.
—A mí me mucho da gusto verte, Sanemi —le dijo con una sonrisa, caminando hacia la puerta.
—O-oye… Kochō…
Casi había olvidado lo tímido que era en realidad.
—Llámame por mi nombre —pidió Kanae abriendo la puerta del aula y saliendo de ella—. Como en los viejos tiempos —se rio al verlo sonrojarse.
Cerró la puerta y empezó a caminar con las intenciones de volver a ese "mar de llorones", pero no pudo siquiera alejarse ya que unas manos la apresaron de los brazos; la hicieron darse la vuelta y unos labios ansiosos tomaron los suyos.
Ella, reconociendo con agrado ese gesto desesperado, se sujetó del chaleco gris de Sanemi mientras correspondía el acto con la misma ansiedad. Él le soltó los brazos sólo con el fin de sujetarla de la cintura, Kanae subió sus manos hacia su cuello y alborotó más aquella caballera blanca. Sus lenguas se encontraron, moviéndose enloquecidas.
Al sentir la falta de aire, ambos separaron sus labios, pero juntaron sus frentes. Agitados, abrieron sus ojos, viéndose otra vez.
Ella no vio al maestro de matemáticas.
Él no vio a la maestra de biología.
No vieron a ningún compañero en la mirada del otro.
Kanae vio a su amado cazador; y Sanemi vio a su amada cazadora.
—Me da gusto volver a verte… Kanae.
—FIN—
¡Espero que les haya gustado y gracias por leer!
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