Día 10.

Prompts: Pegging.

Trigger Warning: Sexo explícito, sexo oral (felación/cunnilinguus), sexo anal, Pegging, Dom/Sub play, Sex Toy, Impact Play, Aftercare.

Pegging: Práctica sexual en la que alguien (normalmente con vagina) penetra el ano de otra persona con un strap-on (dildo con arnés).
Dom/Sub Play: Juego de dominación en el que una de las personas es agresiva durante la relación sexual de manera consensuada y la otra sumisa.
Impact Play: Golpear a la otra persona para obtener placer.
Aftercare: Cuidados después de una relación sexual, especialmente si ha habido prácticas de dominación, que implican dolor o sumisión o agresiones.


LA INTERRUPCIÓN

—Creo que eso sería todo —dice Harry, aliviado. Con un movimiento de la varita, recoge los pergaminos que ha desplegado sobre la mesa de la cocina de Hermione, haciéndolos diminutos antes de levitarlos dentro de una gastada bolsa de cuero—. Gracias por ayudarme. Creo que yo solo no habría sabido por dónde comenzar.

—No te preocupes, ya sabes que me encanta —sonríe Hermione, levantando la tetera para servir más té en la taza de Harry.

—No, no, gracias. He de marcharme ya. Draco está esperándome en casa, hoy cenamos con su madre —dice Harry, apartando educadamente la taza del alcance de Hermione—. No quisiera llegar tarde, ya sabes que a Draco no le gusta la impuntualidad.

—Una de sus mejores cualidades, sin duda —dice Hermione, que lamentablemente está acostumbrada a que Viktor llegue tarde de sus concentraciones de quidditch y a que Ron pierda la noción del tiempo en el laboratorio de Sortilegios Weasley. Harry ríe con una carcajada, captando la broma.

—La verdad es que había esperado ver al menos a Ron. —Harry realiza un Tempus no verbal para ver la hora—. Creía que los sábados por la tarde cerraban la tienda.

—Han salido los dos a volar con la escoba. Ya sabes cómo es Ron, no pierde la esperanza de ganar a Viktor en una carrera. Supongo que es su forma de encontrar un espacio propio y suyo.

—Me da un poco de envidia —admite Harry, levantándose de la mesa. Hermione lo imita, cerciorándose de que la bata que utiliza para estar en casa está bien ajustada, y aprieta con más fuerza el cinturón—. Tendré que decirles que me avisen cuando vayan a hacerlo. A Draco y a mí también nos encanta volar, pero salvo cuando vamos a La Madriguera no encontramos muchas razones.

—Oh, no creo que quieras que te avisen. —Harry parpadea, desconcertado, y Hermione se tapa la boca para disimular una risita—. Ya sabes cómo va esto: tiempo para ellos solos, ejercicio, lugares aislados fuera de la vista de cualquier persona, sudor…

—Joder, no necesitaba esa imagen en la cabeza —protesta Harry, fingiendo un gemido de dolor—. Ahora tendré que pedirle a Draco que me haga un obliviate, olvidaré esta conversación y les acabaré pidiendo que me dejen volar con ellos y cortándoles el rollo.

Riendo, los dos amigos se despiden con un abrazo y un beso en la mejilla. Hermione se queda de pie, parada en el vestíbulo, hasta que Harry se ha desaparecido. Después, con la varita, cierra las protecciones de la casa y la chimenea para evitar más interrupciones. Aunque esta, en particular, ha sido como una bendición del cielo.

Sube los escalones de la casa hasta el piso superior y se dirige a su dormitorio. Todo, incluso la puerta, que entornó al salir del cuarto cuando Harry le solicitó permiso con un patronus para aparecerse en su casa, está exactamente como lo ha dejado.

Incluidos Ron y Viktor, completamente desnudos.

Viktor está sentado en el borde de la cama. Ron está arrodillado entre sus piernas abiertas y tiene la polla de su novio en la boca, sin moverse. A pesar de que Harry ha estado más de una hora en la cocina, Hermione puede ver por la forma en la que las rodillas de Viktor tiemblan, el cuidado que pone en no rozar la piel de Ron con ellas, lo dura que todavía tiene la polla, los ojos llorosos de Ron, que se sujeta una mano con otra en el regazo con fuerza para tratar de olvidarse de la incomodidad de la postura y el dolor de la mandíbula y el rostro enrojecido que hace que sus pecas destaquen, que ninguno de los dos se ha movido, ni siquiera para ponerse más cómodo.

Todavía les deja así un poco más, el tiempo necesario para quitarse las zapatillas de estar en casa, desatarse lentamente el cinturón de la bata y colgarla en una percha. Debajo de la prenda, sólo viste un sostén negro, sencillo y semitransparente, y un arnés sujeto a la cintura y los muslos con un par de tiras de cuero de dragón que tiene un hueco circular encima del pubis.

Sujetando una varilla rígida en la mano, que hace zumbar al azotar el aire suavemente con ella, se acerca a sus dos novios. No puede ver el rostro de Ron, pero Viktor la sigue con la mirada y se lame los labios. Con una caricia consoladora pasa la varilla, que tiene una tira flexible de cuero en la punta, por la espalda de Ron, que se estremece al contacto.

—Vik, ¿te has corrido? —pregunta amablemente. Este abre la boca para contestar, pero la voz le falla, así que niega con la cabeza—. Así me gusta.

Llega con la varilla rígida hasta el culo de Ron. La desliza entre sus dos nalgas suavemente, y empuja hacia arriba cuando estima que ha llegado hasta su ano.

—Puedes levantarte.

Con un ruido de succión, Ron se separa de Viktor y se incorpora. Un espeso hilo de líquido preseminal se rompe entre los labios de Ron y la polla de Viktor, donde otra gota semitransparente asoma al instante y se derrama por el glande. Hermione sigue el movimiento con la varilla y, antes de que el chico pelirrojo se vuelve hacia ella, golpea levemente, haciendo que Ron dé un pequeño bote. Hermione tantea con los dedos los labios hinchados y enrojecidos del chico, húmedos por la saliva, e introduce el pulgar dentro de su boca, notando en su saliva todavía restos del espeso líquido preseminal de Viktor en su lengua. Excitada, sujeta a Ron de la nuca y lo atrae hacia ella para besarlo, introduciéndole la lengua para acariciar la suya y saborear el gusto de Viktor.

—De rodillas. Los dos —ordena cuando se separa.

Viktor se desliza inmediatamente hasta el suelo. Se sienta sobre sus talones, con las rodillas separadas y las manos detrás de la espalda. Ron lo imita al momento, colocándose a su lado. Las erecciones de ambos destacan por su color enrojecido, algo más oscuro que el resto de su piel, contra su pubis. La de Viktor sigue goteando abundantemente, la de Ron, más clara que la de su novio, tiene una enorme gota temblorosa en la punta que amenaza con derramarse en cualquier momento. Ambos agachan la cabeza, obedientes y expectantes.

—Lo habéis hecho muy bien —los felicita. Y, aunque tienen el rostro medio escondido tras sus cabellos, puede ver que ambos sonríen, satisfechos consigo mismos.

Está satisfecha. Harry los ha interrumpido a mitad de la sesión. Hermione podría haberle pedido llegar más tarde, pero la cara de éxtasis de Viktor y el ímpetu con el que Ron se la estaba chupando, esperando a que ella decidiese arrodillarse tras él para follárselo por el culo también. Dejarlos inmóviles, prohibiéndoles continuar por su cuenta y, sobre todo, correrse, con la polla de Viktor dentro de la boca de Ron, ha sido una de esas oportunidades que no podían rechazar. Y, a juzgar por la excitación de sus cuerpos, los chicos piensan lo mismo.

Pasea frente a ellos con calma, retomando el hilo de lo que estaban haciendo. Después, se dirige al cajón de la cómoda donde guardan los materiales que utilizan durante las sesiones y saca un dildo. Es de color azul claro, con vetas de violeta y rosa. No tiene forma realista, como otros que hay justo al lado: tiene una base gruesa y ancha que se estrecha en una punta fina y flexible. Viktor suele llamarlo la lengua del dragón, porque afirma que se parece a dicho músculo de un hocicorto sueco, sólo que mucho mas claro. Es ideal para cuando quiere utilizar un dildo grueso, que ensanche el culo de Ron, pero sin tener que prepararlo demasiado, porque el aumento gradual del dildo es adecuado para dilatarlo mediante la penetración.

Con él en la mano, se dirige hacia los chicos. En sus planes estaba haber hecho a Viktor lubricar el dildo con su boca, torturándolo un poco, quizá, para evitar que la mamada de Ron le hiciese llegar al punto de no retorno demasiado pronto, y luego hacer que el chico pelirrojo se corriese follándolo al mismo tiempo que Viktor eyaculase en su boca. Sin embargo, observando el pequeño charco que se está formando entre las piernas de Viktor, duda que este sea capaz de resistir lo suficiente ahora, así que cambia de planes.

Se planta enfrente de Ron y le convida el dildo. Ron abre la boca inmediatamente para aceptarlo, pero una chispa de dolor le cruza los ojos, confirmando las sospechas de Hermione: tiene la mandíbula cansada de estar en la misma posición durante más de una hora, con la gruesa polla de Viktor dentro de ella, sin moverse. Además, no ha hablado, pero sí ha podido oírle tratar de carraspear en voz baja cuando se ha arrodillado, por lo que probablemente tenga la garganta irritada también, por la presión de la polla de Viktor contra su paladar.

Premia la voluntad de Ron, que está lubricando el dildo con gran voluntad, con una caricia cariñosa en la mejilla. Después, lo saca. Con la otra mano, donde todavía sostiene la varilla rígida, le acaricia los pezones, que sobresalen como botones de inmediato, y luego recorre la línea de vello pelirrojo que parte de su ombligo hasta su pubis. Recoge la gota de líquido de su glande y la extiende por el tronco de su pene y los huevos.

Ron se estremece, excitado.

—Lo has hecho muy bien, cariño —lo felicita. Ron sonríe—. Tienes derecho a pedir un deseo.

Ron piensa unos segundos. Expectante, Hermione presiona la varilla contra sus huevos, apresurándolo.

—Tu sabor —murmura Ron finalmente, con la voz ronca, levantando la mirada hacia ella durante un segundo, sonrojado y desafiante.

Hermione levanta las cejas con sorpresa. Pensaba que, dadas las circunstancias, iba a pedir hacer una paja a Viktor o, quizá, ser penetrado por él, para así descansar su boca. Sin embargo, su petición le agrada. Le agrada mucho.

—Buena decisión —lo felicita.

Ella suele encargarse de su propio placer. A veces, si los chicos han sido excepcionalmente dóciles, algo que la excita mucho, les permite que sean ellos quienes la aúpen hasta el orgasmo, como premio, porque adoran hacerlo y es su principal motivación para obedecer todas sus órdenes y sufrir todos sus castigos. Pero a Hermione lo que le excita, lo que realmente la hace alcanzar su éxtasis, es verlos a ellos, adoloridos y cansados, pero satisfechos tras el orgasmo.

Por eso, la petición de Ron no es frecuente. Es posible que no se hubiese atrevido de haber sido tan directo en otras circunstancias, pero ahora es obvio que sabía lo satisfecha que se encuentra.

—¿Y tú, amor? —pregunta en dirección a Viktor, poniendo la varilla debajo de su barbilla para levantarle el rostro y poder mirarle a los ojos.

—¿Qué puedo pedir que no sea a ti, ama? —pregunta este. En sus ojos hay deseo, pero Hermione decide castigar la insolencia de sus palabras.

—Quizá el hecho de que él ha velado no sólo por mi placer, sino por el tuyo. Tú te has limitado a no correrte. Es tu mejor aliado, y sin embargo eres quien vas a salir beneficiado, ¿no crees? —No da lugar a Viktor a responder. Con la varilla, golpea sus pezones y luego su polla en una sucesión rápida de golpes. Viktor agacha la cabeza, sumiso, y Hermione sonríe, satisfecha—. Si te doy lo que quieres, saldrías ganando más que él, porque tendrías el mismo premio, pero con la mitad de esfuerzo. Y no sería justo que beneficiase a uno de los dos por encima del otro. Porque ambos sois iguales. Siéntate en el suelo, Ron.

Este obedece. Libera sus tobillos, extendiendo sus largas piernas por el suelo, abriéndolas. Vuelve a colocar las manos a su espalda, algo que satisface a Hermione. Levanta la barbilla de Ron con el dildo. Este se lame los labios, anticipando lo que viene. Enterrando los dedos en su cabello, Hermione se coloca entre sus piernas, y le obliga a hundir el rostro en su pubis. Nota inmediatamente su lengua tratando de sortear las tiras de cuero para llegar a su clítoris, introducirse en su vagina y saborear los fluidos que ya emanan de ella.

Al lado, Viktor los observa de reojo, tan excitado que su pene sigue chorreando líquido preseminal sobre el suelo, estremeciéndose de vez en cuando.

—Amor, si quieres mi placer, vas a devolverle el favor ahora —ordena. En su pubis, percibe cómo Ron ha contenido la respiración al oír sus palabras. Hermione le presiona la cabeza, incitándolo a seguir lamiéndolo.

Viktor se incorpora inmediatamente. Hermione sabe por qué Ron se ha tensado: normalmente, es él quien se ve supeditado a adorar el cuerpo de Viktor bajo la atenta mirada de Hermione. Eso le permite controlar mejor su orgasmo, no dispararse antes de tiempo. También, porque siente absoluta locura por ambos, por supuesto, y no hay nada que le guste más que complacerlos, pero precisamente eso hace que esté poco acostumbrado a ser el centro de atención.

—Abre las piernas —dice en dirección a Ron.

Este obedece, abriendo las piernas lo más posible para que Hermione pueda hacer lo mismo, creando un espacio entre ellas que Viktor pueda aprovechar. El chico gatea hasta los pies de Ron y, pegando la cabeza al suelo, comienza a lamerle las plantas y las yemas de los dedos. El gemido de Ron vibra en sus labios y se transmite hasta el sexo de Hermione, que jadea.

—No puedes correrte —le recuerda Hermione, porque es exactamente la misma condición que impone a Viktor—. Abre las piernas.

Este sigue exactamente los mismos pasos de su novio antes de que Harry los interrumpiese. Tras lamer concienzudamente los pies de Ron, gatea entre las piernas de Hermione para acceder al torso de su novio. Le lame los labios, trata de hundir la lengua en sus axilas, muerde con fuerza los pezones, haciendo que Ron chille de forma inarticulada, haciendo vibrar la lengua que tiene dentro de Hermione, le besa el ombligo y acaba llegando a su polla, que chupa con ímpetu.

Con fuerza de voluntad, domina el orgasmo incipiente que le está provocando Ron gracias a su lengua, Hermione intenta el control. No quiere que Ron se corra antes de tiempo, así que permanece atenta a sus reacciones, tirándole del pelo con fuerza para que no deje de lamerla, para poder detener a Viktor antes de que suceda.

Para su sorpresa, Ron aguanta admirablemente durante casi diez minutos. Hermione puede, incluso, dejarse llevar durante más de medio minuto, alcanzando un orgasmo placentero que su novio se ha bebido sin dejar de lamer y de gemir contra su vulva. Cuando Ron se tensa debajo de ella, Hermione está satisfecha con su desempeño y su autocontrol, así que ordena a Viktor parar.

—Puedes ayudar a Ron —le recompensa, no obstante.

A pesar de que ya ha alcanzado un orgasmo, permite que Ron siga lamiéndole la vulva para permitirle relajarse y que pueda retrasar la inminencia del orgasmo. Viktor le da las gracias, entre beso y beso, que comienzan en el dorso de los pies de Hermione, suben por sus muslos y llegan hasta sus nalgas, que este cubre con sus labios por toda la piel que no está cubierta por el arnés, lamiendo entre ellas para acceder a su culo.

Tira del pelo para que Ron deje de chupar y lamer. Este obedece, alzando la mirada con gratitud antes de dirigirla, sumiso, al suelo. Hermione le tiende el dildo, que Ron acepta con reverencia. Después, toca con la varilla el hombro de Viktor, que también se detiene.

—¿Qué estás dispuesto a hacer por un poco de mi placer, amor?

—Todo —susurra Viktor tras ella, con adoración.

—Muy bien.

Pasea de nuevo hasta la cómoda y los dos chicos, sin necesidad de decirles nada, ansiosos por hacerlo todo bien y no perder sus respectivas recompensas, se colocan en la posición arrodillada, sentados sobre los talones, que suele ordenarles. Hermione saca un pequeño vibrador triangular y un mando y vuelve junto a Ron que, en lugar de tener las manos a la espalda, sostiene el dildo de fantasía. No necesita darle la orden. Mientras ella sostiene el vibrador justo encima de su vulva, el chico inserta el dildo en el arnés, encima del vibrador, con la pericia de quien ha tenido que hacerlo en numerosas ocasiones. Satisfecha, Hermione repasa las tiras del arnés, cerciorándose de que están ajustadas sobre su piel y no se van a desatar. Después, se inclina hacia Viktor, tendiéndole el diminuto mando a distancia.

—Es tuyo. Ahora, túmbate en la cama, amor. —Viktor se levanta, apretando el mando en su bolsillo, y se sienta en el centro de la cama, pero Hermione mueve el dedo en círculos, indicándole que se dé media vuelta. Los ojos del chico se abren de par en par al comprender. Ron también lo ha captado, porque mira a Hermione, sorprendido—. Prepáralo para mí, cariño.

—Sí, ama.

Viktor se gira, quedando bocabajo. Ron se tumba entre sus piernas y comienza a chuparle el culo al momento para complacer a su ama. Hermione los observa, notando entre sus piernas el vibrador encenderse en su primer ritmo, el más suave de los diferentes que tiene. Es obvio que Viktor va a aprovechar su privilegio lo más posible. Recupera la varilla rígida y se sienta en el borde de la cama, evaluando el trabajo de Ron, que ha separado las nalgas de Viktor para acceder con más facilidad a su culo, y está punteándolo con la lengua para distenderlo. Acaricia la espalda de este con la pequeña punta de cuero blando de la varilla, y luego la enreda en el cabello rojo de Ron, siguiendo la línea de su columna vertebral, hasta llegar a su culo.

Lo azota una vez, un golpe seco y corto.

Las caderas de Ron botan hacia atrás, pero el chico sigue lamiendo el culo de su novio. Satisfecha con su dedicación, Hermione le acaricia las nalgas y va repartiendo pequeños golpes suaves en ellas. Luego introduce la varilla entre los glúteos de Ron, frotando con la punta de cuero su ano. Ron levanta el culo, rogando silenciosamente por más, y Hermione se inclina hacia adelante para recompensarle con otro golpe seco que le hace gemir. Cuando presiona la tira de cuero contra su culo, deja de chupar el culo de Viktor y esconde la cara en su nalga izquierda, pero utiliza dos dedos de la mano derecha para dilatarlo a la vez que apoya las rodillas en la cama para poder levantar el culo y exponerlo mejor a las caricias y los golpes de Hermione.

Cuando considera que Ron ha preparado lo suficiente a Viktor, mueve la varilla hasta el culo de este. Ron se separa, esperando nuevas órdenes. Hermione presiona la tira de cuero en el culo de Viktor, que cede con más facilidad que el de Ron.

—Escupe —ordena, retirando la varilla. Ron obedece, escupiendo un salivazo justo encima del ano de su novio. Hermione lo extiende con la varilla, empujándolo dentro del culo de Viktor antes de repetir la orden a Ron. En su vulva, el vibrador incrementa la potencia, demandando su atención.

Ron vuelve a escupir una vez más, tratando de concentrar la máxima saliva, antes de meter tres dedos en el culo de Viktor. Este gime, mezcla de placer y dolor, y el vibrador sube un punto más en la potencia, canalizando las sensaciones de Viktor a través de él. Hermione sonríe, satisfecha con la cara de preocupación de Ron, que sigue preparando a Viktor lo más cuidadosa y placenteramente que puede. Hace meses, sino años, que Viktor ocupó por última vez esa posición, que normalmente corresponde a Ron, y se nota que está mucho menos habituado que él.

Pero el placer de Hermione tiene un precio. Uno que Ron paga a menudo. Si Viktor lo quiere, tiene que ganárselo.

—Y hoy has tenido la boca de Ron para ti solito demasiado tiempo, amor —susurra, completando la oración de su mente en el oído de Viktor, que se estremece y pulsa el botón del vibrador una vez más.

Ahora vibra a plena potencia, pero en lugar de ser un ritmo constante, pulsa a intervalos periódicos. Sólo quedan tres o cuatro ritmos por delante de ese, y Hermione sabe que todos y cada uno de ellos dispararán su orgasmo de nuevo con facilidad, así que no puede perder más tiempo.

Comprendiendo sin necesidad de instrucciones, Ron se aparta, dejando el espacio entre las piernas de Viktor libre para Hermione. Antes de que la chica se prepare para penetrar a Viktor, se inclina y chupa el dildo de fantasía con fruición, empapándolo con su saliva todo lo que puede, pero Hermione lo aparta tirándole del pelo.

—Estará bien, cariño.

Asustado por si se ha extralimitado por no esperar la orden de Hermione, Ron se arrodilla en la cama en la posición de sumiso, con la mirada baja. Su polla exuda ahora tanto líquido preseminal como antes la polla de Viktor, excitado y conteniendo apenas su orgasmo. A Hermione le encanta esa habilidad de Ron, la de poder correrse sin tocarse, sólo con proporcionar placer a Viktor y a su ama. Aunque esos no son sus planes para él ese día.

Pero, primero, tal y como la recuerda el salto del vibrador al siguiente ritmo, tiene que ocuparse de Viktor.

Suelta la varilla y se olvida de Ron, inclinándose hacia adelante. Deja que su melena caiga sobre su rostro, acariciando la espalda de Viktor, mientras guía la punta del dildo hacia el ano de este, que se estremece cuando nota los primeros centímetros, delgados y flexibles, entrar. Hermione lo penetra, inflexible, despacio pero sin detenerse. A su lado, con las manos tras la espalda y la polla dura y goteante, Ron no aparta la mirada de ellos dos, tragando saliva con dificultad. Viktor cambia el ritmo del vibrador. El penúltimo. Movimientos rápidos y potentes. Tiene una velocidad pulsante y regular, pero lo suficientemente espaciada como para parecer caótico. Hermione termina de penetrar a Viktor y se incorpora sobre las rodillas, admirando la forma en la que su culo se ajusta alrededor del dildo. Ron hace lo mismo, jadeante por la visión.

—Puedes ocupar su posición, cariño —susurra, acariciándole la barbilla para levantarle el rostro y mirarle a los ojos.

—Sí, ama —contesta Ron con voz estrangulada y ronca.

Duran poco tiempo a partir de este momento, porque el placer dilatado durante casi dos horas se cierne sobre ellos igual que los nubarrones negros de una tormenta tras concentrarse en el cielo. Hermione mueve las caderas para entrar y salir del culo de Viktor, que pulsa el botón del vibrador que la lleva al último ritmo, el más veloz, potente y regular de todos, que incide directamente en su clítoris y dispara las primeras olas de su orgasmo. Delante de ellos, Ron se está sentando frente a la cara de Viktor, dirigiendo su polla hacia su boca y enterrando las manos en su ensortijado cabello moreno, para obligarle a follarse la boca con su polla.

Hermione gime audiblemente cuando el vibrador la empuja hacia el placer, sin dejar de moverse. Bajo ella. El cuerpo entero de Viktor se tensa, levantando el culo hacia atrás. Ron lloriquea, moviendo las caderas para introducirse profundamente en la boca de Viktor, corriéndose con fuerza. Viktor gruñe, más discretamente, y ese es todo el indicador que Hermione tiene de su clímax. Ella sigue, no obstante, follándose su culo al ritmo de las vibraciones del juguete que Viktor comanda, y no para hasta que su orgasmo, mucho más largo e intenso que el de los dos chicos, no termina.

Ron se mueve para sacar la polla de la boca de Viktor, que apoya la cabeza en su muslo, besándolo y luego girando el cuello para mirarle con arrobación. Exhaustos, los tres jadean para recuperar el aliento durante casi un minuto. Hermione se retira, deslizando el dildo fuera del culo de Viktor con cuidado, admirando la forma en la que su culo se ajusta a su forma. Cuando está completamente fuera, el pequeño agujero, enrojecido ahora tras los embates de Hermione, se cierra y abre varios segundos, como si Viktor quisiera comprobar su indemnidad.

—Estás bien —le asegura, acariciándole la espalda—. ¿Estás bien? —le pregunta, refiriéndose a algo más allá que el hecho de que su ano no haya resultado dañado.

—Estoy bien —dice el chico. Hermione levanta la mirada hacia Ron, que asiente también a la pregunta.

—No os mováis todavía.

Los chicos obedecen, agotados por el esfuerzo exigido y por el placer obtenido. Hermione se quita el arnés y luego obliga a Ron, que protesta asegurando que se encuentra perfectamente, a tumbarse al lado de Viktor. Con delicadeza, extiende un ungüento fabricado a partir de una poción por los golpes que le ha proporcionado en el culo y el ano. Repasa con él también el de Viktor, aliviándoles a ambos el escozor y el ardor de los golpes. Ron no cede a su insistencia a revisarle la mandíbula con la varita, repitiendo que sólo está cansado. También desinfecta el dildo y los demás utensilios, mueve la varita para limpiar las sábanas con magia y convoca el bote donde guarda los dulces desde la cocina.

Deja de moverse como una abeja laboriosa en ese momento, tumbándose entre ellos para comer una chocolatina. Ron mastica con fuerza, machacando el barquillo con sus dientes. Viktor lo hace a mordiscos pequeños, saboreando el chocolate en su lengua.

—Siento haberos dejado así tanto tiempo. No pensé que Harry me entretendría tanto. —Hermione se ruboriza, recordando lo mucho que ha disfrutado dilatar la espera—. Pero me gustaría poder repetirlo.

—A mí también —dice Ron, abriendo una segunda chocolatina, con la boca llena—. Ha sido genial.

—Y veo que tu boca está en perfectas condiciones de uso —bromea Viktor, riéndose en voz baja, casi para sí mismo.

—Me la ha cuidado muy bien mi novio, manteniéndola bien ocupada —responde Ron, sin amilanarse.

—Eres maravilloso. Gracias por preocuparte por mí —susurra Viktor.

—Y por tu culo —bromea Ron. Hermione le acaricia otra vez la mejilla, porque sabe que es la forma que tiene su novio de disimular su vulnerabilidad.

—Tu lengua y tus manos son las mejores —dice Viktor, inmune a las bromas de su novio, inclinándose sobre Hermione para besarlo, lamiendo el chocolate que mancha la comisura de su boca. Luego, besa a Hermione—. Tú también eres maravillosa.

—¿Te ha gustado? —pregunta, azorada. Sabe que el sexo anal no es una de las principales preferencias de Viktor, pero este asiente y sonríe.

—Me he corrido, ¿no? Eso es que ha estado genial —asegura Viktor—. Lo has hecho muy bien, 'Mione. Siempre lo estás.

—Vik tiene razón —asiente Ron, besando a Hermione en la mejilla—. Si no nos gustase, te lo diríamos. Pero nos encanta.

—¿Puedo darte más fuerte la próxima vez, entonces? —pregunta Hermione, a medio camino entre la broma y la seriedad. Ron se ríe, asintiendo, entusiasmado.

—Por favor.

Más relajados, los tres se acomodan en la cama. Hermione da la espalda a Viktor, que la abraza por la cintura, depositando besos en su nuca y hombro. Ron, en cambio, prefiere quedarse bocabajo para que la poción, que Hermione ha untado generosamente, termine de absorberse. Hermione desliza las yemas de los dedos por su espalda, las nalgas y el culo, en una caricia consoladora y de disculpas. Ron se deja hacer, con una sonrisa radiante que sube hasta sus ojos azules mientras la mira.

—Por cierto, Harry cree que estáis por algún lugar de las montañas galesas volando en escoba y follando a lo bestia. Por si os pregunta —dice Hermione, recordándolo repentinamente. La cara atónita de Ron y la forma en la que Viktor se incorpora, preguntando por más información, hace que estalle en una carcajada divertida.