Título: (no) es una cita a ciegas.

Personajes: Han Sooyoung, Kim Dokja, Jung Heewon.

Pairings: Sooyoung/Dokja.

Línea de tiempo: AU; Sin escenarios.

Advertencias: Disclaimer Omniscient Reader's Viewpoint/Punto de vista del lector omnisciente; los personajes no me pertenecen, créditos a Sing-Song. Posible y demasiado OoC [Fuera de personaje]. AU [Universo Alterno]. Situaciones exageradas. Nada de lo ocurrido aquí tiene que ver con la serie original; todo es creado sin fines de lucro.

Clasificación: K

Categoría: Comedia, Amistad, Romance

Nota de autora: se suponía que sería para el flufftober, pero me tardé demasiado escribiéndolo, así que...

bueno, desde hace tiempo que quería escribir este au, eso desde que en la novela mencionan que Sooyoung ha tenido citas basura con hombres desagradables y su mayor entretenimiento era– *censurado por spoiler*

Y también, hubo un momento en el que Heewon se burló de Dokja por haber ido a citas a ciegas, así que... /se encoge de hombros

De todas maneras, espero que no me haya salido tan feo JAJAKSDFG


Summary: Sooyoung se sentiría nerviosa, si tan sólo este hombre estuviera dos puntos más arriba en cuanto a belleza. Pero como no, pues el temblor de su corazón es obviamente de enojo por el hecho de que su espacio personal está siendo atravesado por el de un completo extraño.


—No iré a una cita a ciegas otra vez.

A través del teléfono, puede escuchar el resoplido de su amiga. Sonríe de lado y acomoda el aparato contra su oreja, mientras sus dedos se mueven con rapidez contra las teclas de la computadora, haciendo eco por la silenciosa habitación.

Es por tu bien. Necesitas salir de tu cueva de vez en cuando, Han Sooyoung —masculla Heewon con un tono de reproche parecido al de una madre. O una hermana mayor, lo cual claramente era, pero no de Sooyoung.

La escritora es quien resopla esta vez, quitando un mechón de pelo de su rostro. Detiene sus dedos y agarra el celular en su hombro, frunciendo el ceño al tiempo en que se levanta de su asiento.

—No estoy en una cueva —gruñe, caminando con pereza por el corredor hasta llegar a su abandonada cocina. Se detiene frente a la nevera—. ¡Y sí salgo!

Las conferencias y las firmas por tus libros no cuentan como buenas salidas.

—Qué sabrás tú. —Agarra una lata de cerveza del frigorífico, abriéndola rápidamente—. Además, también voy a tu bar. De vez en cuando. Lo sabes.

Tienes que dejar de embriagarte en mi bar sólo porque piensas que así tendrás inspiración para escribir tus novelas.

—Le funcionaba a los viejos de antes, ¿por qué a mí no? —Da un sorbo largo al mismo tiempo que escucha otro largo suspiro de parte de Jung Heewon.

Mira, te lo estoy diciendo. Él no se ve como un mal chico —asegura con seriedad la barista al otro lado de la línea.

Han Sooyoung deja de beber, tomándose dos segundos para intentar evocar una imagen mental de una persona así.

—Sí, porque claramente no escuché una frase así las últimas tres veces que me emparejaron con alguien en una cita. —Rueda los ojos y se lanza sobre una de las butacas cercanas. Mueve los pies en el aire mientras vuelve a beber su cerveza—. Pero tengo curiosidad. El que tú me digas algo así sobre un hombre es un poco sorprendente. ¿Qué es? ¿Es gay y tiene que fingir estar en una relación para que sus padres no le quiten la herencia? Si es así, lo siento. Ya viví eso.

Lo escribiste, no lo viviste.

—Meh, es casi lo mismo cuando eres escritor. No lo entenderías.

Sooyoung... —Heewon suspira audiblemente, como por octava vez desde que habían comenzado esa llamada—. Sólo... Bien. Te diré que me ayudó hace unos días, con un par de borrachos imbéciles que se pasaron.

—¿Y qué? ¿Un hombre decente no puede hacer eso?

No hay muchos hombres decentes últimamente.

—Lo sabemos. ¿El punto por el que este espécimen casi en peligro de extinción es tan especial es porque...?

No es gay.

—Es bi.

Probablemente, pero ese no es el punto. Es que...

Se forma un silencio por un momento.

Han Sooyoung bebe pausadamente su cerveza mientras espera.

Estuvo dos horas hablándome de ti.

Han Sooyoung se atraganta con su cerveza.

Cuando deja de toser en mitad de su desolada cocina y departamento, mira a la nada con una expresión de horror.

Luego dirige una expresión de furia hacia el teléfono en su mano.

—¡¿Y estás tratando de que tenga una cita con alguien que está obsesionado conmigo, Jung Heewon?!

... No realmente. Él en realidad...


—Tiene que ser una broma.

—Anímate.

Con el fuerte manotazo que le siguen a las palabras de Jun Heewon, Han Sooyoung se encuentra en la necesidad de decirle que con esa muestra tan violenta de afecto sus ánimos han ido incluso más bajos que antes. Como si fuera posible. Pero no dice eso. Se lo guarda. Ya lo usará más tarde.

Hay algo más importante con lo que lidiar.

—Entonces me vienes diciendo que... ese tipo...

—Kim Dokja.

—Santo dios, sus padres debieron odiarlo mucho.

—Sooyoung.

—Sí, sí. No soy quién para decir eso, ya sé. —Se encoge de hombros ante la mirada de reproche de su amiga—. Pero bueno, este... Dokja, dios qué feo nombre. Va con él si ya tiene veintiocho y no ha conseguido novia incluso después de que me hayas aclarado que no está tan feo.

—Tú tienes veintiséis, eres bonita, millonaria y en tu vida has conseguido pareja.

—Soy bi.

—En tu vida has conseguido pareja —repite con énfasis—, a pesar de todas esas increíbles cualidades.

—Qué agresiva, pero te diré que es porque tengo estándares muy altos. —Sonríe de manera petulante, al mismo tiempo que estira la puerta de vidrio frente a ella.

La puerta no se abre, así que la pequeña mujer frunce el ceño y mira hacia el frente. Hace un sonido de dolor mientras lee la palabra "empuje", y sus mejillas se tiñen de rosa en tanto escucha la risita de burla de Jung Heewon.

Empuja la puerta y se abre paso con rapidez entre la bulliciosa gente dentro del bar-restaurante.

—Me pregunto si tienes derecho a tus estándares cuando aún no aprendes que mi local se abre empujando la puerta —se burla la mujer de largo pelo oscuro a su lado.

Han Sooyoung gruñe y evita mirarla. Levanta la barbilla con elegancia.

—Mis estándares no incluyen a un bastardo que se la pasaría dos horas hablando de sus ingresos mientras hace un plan donde seré una esposa modelo.

—Oh, sí. Cómo olvidar ese fiasco. ¿Cómo se llamaba ese hombre?

—Ni idea. No quiero recordarlo... Pero su cara de horror cuando escuchó que yo ganaba más que él es algo que no tengo intención de dejar pasar de mi memoria. —Suelta una sonora risa, que Heewon acompaña mientras le da otro par de palmaditas demasiado rudas como para ser tomadas a la ligera.

—Ya, está bien. Te aseguro que este chico no es así. —Asiente un par de veces con seguridad, y se encamina hacia la barra, entrando allí mientras se quita la chaqueta y deja ver debajo su uniforme.

La escritora toma asiento en una de las cómodas butacas frente a la barra. En su mente, archiva la idea de preguntarle a su amiga de dónde ha conseguido el mueble, para más tarde comprarse uno también y cambiar las cosas incómodas de su desolado departamento.

Mueve las piernas un par veces en el aire. Recuesta un codo sobre la madera de la barra y apoya la mejilla en su mano. Juega con el cordón de su suéter morado mientras piensa.

—Por cierto, ¿cómo es que te encariñaste tan rápido con ese sujeto? —inquiere, con una sonrisa divertida y ojos curiosos.

Jung Heewon termina de preparar una bebida para uno de los clientes y luego se dirige hacia ella. Pone una expresión pensativa.

—Bueno... Diría que tiene ojos amables...

—¿No me habías dicho que se agarró a los puños con un grupo de borrachos?

—Cierto... —Suspira por lo bajo, alcanzando otra botella de alcohol del estante a sus espaldas antes de regresar a mirar pensativa hacia Han Sooyoung—. Por supuesto, a primera vista es desagradable. Se ve como un hombre común, pero tiene algo...

—Si tan interesante es, ¿por qué la necesidad de que sea yo con quien lo emparejes? —Bufa con molestia, golpeando sus dedos contra la barra—. ¿Por qué no sales tú con él?

Jung Heewon se ríe por lo bajo.

—Mala broma. No me gustan los debiluchos.

—¿Debiluchos? ¿Qué no era él...?

De repente, algo se estrella justo a un lado de Sooyoung, causando que la escritora se tire hacia el lado contrario mientras suelta un grito de espanto y luego gruñe de manera amenazante a quien se hubiera atrevido a interrumpirla cuando estaba a punto de hacer la pregunta más importante acerca del extraño tipo con el que su amiga buscaba que tuviera una cita.

No era justo, Han Sooyoung lo sabía. Esta persona que acababa de pasar a su lado y la información detallada que estaba recaudando sobre la otra persona, nada era justo. Aquel hombre desconocido probablemente no supiera nada sobre ella antes de este encuentro, y tal vez tampoco descubriría mucho después, lo que era sería muy cruel. Pero realmente a Han Sooyoung no le importaba algo como eso. No cuando estaba a punto de tratar con alguien al que le gustó cierta novela que había escrito por...

Ah, pero no era momento de pensar en algo así.

—Oye, tú —llama al ser despreciable que se había estrellado a su costado—. Discúlpate. Casi echas mi–

—¿Eh? Ah, lo siento, lo siento.

La escritora bufa por lo bajo ante el descaro de este tipo al interrumpirla, pero asiente, aceptando la disculpa, que parece ser lo suficientemente sincera si es que algo le dice la sonrisa nerviosa y los repetidos asentimientos y casi reverencias que le da el desconocido que ha chocado contra ella. Han Sooyoung puede ser benevolente.

—Bien, bien. No importa. —Rueda los ojos mientras se acomoda de nuevo en su lugar y luego mueve una mano en el aire, como si espantara a un insecto que no está allí. Deja de mirar al pobre hombre que no todavía se muestra arrepentido de casi arremeter contra ella—. Sólo esfúmate, antes de que de verdad me enoje.

De reojo, puede ver a Heewon soltar un suspiro cansado y luego negar con la cabeza. Mientras tanto, el desconocido frunce ligeramente el ceño, pero no dice nada. Sooyoung se alegra de que el idiota sea lo suficientemente inteligente como para no tomar personal su actitud engreída (e infantil).

Luego de un silencio de tres segundos, el hombre finalmente deja de mirar a la escritora y toma asiento una butaca más lejos. Se deshace del nudo de la corbata azul, y Han Sooyoung no evita la tentación de echar una mirada de soslayo hacia las acciones del mismo.

—Bueno, no llegué tarde, ¿verdad? —aventura el chico, sonriendo suavemente mientras desabotona el primer botón de su camisa.

—Ah, no, por supuesto —le responde Jung Heewon, tomando por sorpresa a Sooyoung, quien queda estática en el momento en que los astutos ojos de la mujer se posan sobre ella. La barista le dedica a su amiga una sonrisa con colmillos—. De hecho, es justo a tiempo. ¿O no, Sooyoung-ah?

Han Sooyoung se atraganta con su saliva y tose detrás de su mano en el momento en el que siente la mirada curiosa de la otra persona sobre ella.

Ah, él era Kim Dokja.

Maldice por lo bajo.

Acababa de tratar como un extra reciclable y poco importante a su cita. A la persona a la que le había aceptado la reunión solo para conocer al probablemente único ser humano que leería uno de los primeros libros que había escrito en su adolescencia.

Nada estaba bien.

—¿Tú eres Han Sooyoung?

Han Sooyoung inhala profundamente por la nariz y se dice que sea lo que dios quiera. Si ya lo arruinó, no importa. Sea obra del destino o lo que fuera, en realidad no es interesante y no piensa dejar que algo como esto le arruine el día.

Se gira hacia el hombre, poniendo la expresión más estoica que puede hacer.

—No pienso disculparme.

Heewon lleva una mano a su rostro.

Por cinco segundos enteros, hay silencio entre ambos.

Luego, Kim Dokja suelta una risa que rápidamente disimula con una tos. Han Sooyoung chasquea los dientes y vuelve su vista hacia el frente, mientras siente sus orejas comenzando a arder.

—No, está... está bien... —murmura el hombre, ocultando su sonrisa tras sus dedos y desviando la mirada, mientras sus pálidas mejillas se vuelven ligeramente rosadas—. Después de todo, fui yo quien chocó. Fue mi culpa.

—Me alegra que lo entiendas. —Se maldice mil y un veces por su lengua traidora.

—Bien. —Es casi como si él estuviera haciendo un esfuerzo inhumano para no reírse más fuerte, casi como la escritora, que está dando todo de sí para no rogarle a los entes sagrados, en los que no cree, que su vergüenza disminuya y no la eche a perder más.

Jung Heewon, por otro lado, sólo se está riendo por lo bajo y viéndole con lástima.

Han Sooyoung ya no piensa seguir siendo amiga de esta perra.

—Oh, sí. Soy Kim Dokja.

Sooyoung se traga el orgullo y las ganas de decirle "ya lo sé, tu nombre es horrible y sería difícil de olvidar hasta para un amnésico" en su vano intento de calmar sus nervios y arruinar a este ente masculino que tan desagradable se le hace desde ya. No hace algo tan vil. Exhala suavemente y se gira hacia él, dándose cuenta de que la distancia entre ellos no ha cambiado pero que, aun así, este idiota está extendiendo su mano hacia ella.

Con ver esa mano, tiene la tentación de extender la suya y hacerlo besar sus nudillos. De la manera elegante, no la violenta. Sabe que no puede empezar una pelea justo frente a Jung Heewon.

No hace ademán de obligar al chico a besarle la mano, sino que la estrecha. Tarde se da cuenta de lo absurdamente rígido que es este saludo, tanto como lo sería entre un empleador y su nuevo empleado.

Eso le deja en claro que Kim Dokja no está aquí por un interés en romance.

O sólo era muy idiota.

—Han Sooyoung —se presenta también.

Por un segundo, puede ver una cierta sorpresa en el rostro de Kim Dokja, que se esfuma en el momento en el que vuelve a sonreír.

Sooyoung anota que esta nueva sonrisa es un poco diferente a las cordiales que le había mostrado en los menos de cinco minutos que llevan en esta reunión. Eso teniendo en cuenta que el chico no había dejado de sonreír desde que había llegado.

Cosa rara.

—La casa invita.

Han Sooyoung parpadea varias veces antes de despertar del extraño trance en el que había entrado, y rápidamente aparta la mano que seguía sujeta a la de este tipo. Se la limpia disimuladamente con el borde su suéter antes de girarse hacia la barra y aceptar la copa con alcohol que le extiende Heewon.

No necesita hacer preguntas para darse cuenta de que la barista sólo le está dando este trago gratis por lástima.

Gruñe por lo bajo mientras escucha a Dokja agradecerle a Heewon.

Luego, Jung Heewon finalmente se aleja para continuar atendiendo a los otros clientes, no sin antes darle ánimos silenciosos a Sooyoung. Como si ella los necesitara.

Viendo de reojo de nuevo a este chico, la escritora apunta que, de hecho, no es tan feo como parece luego del primer vistazo. Su figura no estaba mal, si algo le decía esa cintura estrecha y el hecho de que Jung Heewon había mencionado que podía pelear, lo que tal vez significaba que al menos estaba un poquito en forma. También tenía una piel bonita, cosa extraña si se lo preguntan a Sooyoung, pero ella no juzga. Hasta donde ella misma podría ver entre la escasa luz del establecimiento, no podría decir que Kim Dokja tuviera realmente una imagen desagradable.

No, más bien, no entraría para nada en la categoría de feo.

No un modelo, pero pasable.

Han Sooyoung ha visto hombres más hermosos, por supuesto.

—Entonces... Kim Dokja —lo nombra, haciendo énfasis en las letras. De reojo, lo nota tensarse ligeramente, lo que de alguna forman le causa gracia y le hace sonreír. Sus colmillos casi brillan entre las bajas luces alrededor de la barra y los estantes con todo tipo de botellas. Le gustaría embriagarse de verdad—. ¿Siempre eres de los que hacen una gran entrada como esa?

—¿Eh?

El chico parpadea un par de veces. Sooyoung chasquea la lengua, sintiendo envidia de las malditas pestañas largas del hombre este. Hace que odiarlo sea más fácil.

—Quiero decir, ¿le vas a los clichés de chocar con chicas bonitas para llamar su atención? —inquiere directamente, con los ojos centelleando en maldad.

Kim Dokja guarda silencio un par de segundos. Han Sooyoung sonríe y alcanza de nuevo su copa, volviendo a beber.

Sin embargo, cuando este sujeto vuelve a enseñar otra sonrisa, siente escalofríos.

—¿Chicas bonitas?

Sooyoung casi se atraganta. Casi.

El veneno en esas palabras... por poco y puede sentirlo en su lengua, en vez del alcohol.

Sus dedos se aferran a la copa cuando la aparta. Trata de controlar su expresión, para no mirar tan mal al bastardo que obviamente acababa de insultarla y de sacarla de la categoría de bonita.

El maldito.

—No, generalmente no suelo chocar con la gente —prosigue entonces el desgraciado, como si no hubiera soltado nada tan pasivo-agresivo hace sólo tres segundos. Incluso su expresión cambia, pasando de una extraña maldad a la incomodidad—. Sólo que esta vez vine un poco apurado.

—¿Por qué? ¿Tantas ganas tenías de reunirte conmigo?

—Heewon me hubiera lanzado una botella a la cabeza si llegaba tarde.

—Oh, bueno, tienes un poco de razón en eso. —Asiente de acuerdo, entendiendo el horror de ganarse el odio de esa mujer. Cosa peor si eras un hombre. Sooyoung casi siente lástima por Dokja.

La escritora apenas se da cuenta de que Kim Dokja no ha negado ni dado afirmación a su última pregunta, pero decide dejarlo pasar. Si el chico era lo suficientemente astuto como para no caer en una provocación ni empezar a coquetear de manera descarada como alguien desesperado, entonces valdría un poco la pena.

—Heewon-ssi me dijo... Um... ¿Es cierto que eres escritora, Han Sooyoung-ssi?

Oh, allí estaba. La maldita pregunta del millón de dólares.

Han Sooyoung se habría esperado esta pregunta hasta el final de la cita. O, en todo caso, no la habría esperado en lo absoluto. Los hombres no eran muy afines a preguntar sobre el trabajo de las mujeres en una cita a ciegas, pero parecía ser que Kim Dokja era lo suficientemente entrometido como para indagar también en este ámbito.

O sólo era muy estúpido.

(O sólo tenía curiosidad y, recuerda Han Sooyoung, hay un seudónimo de por medio.)

Han Sooyoung decide beberse toda su copa antes de contestar. Enseña su sonrisa más falsa en dirección a Kim Dokja.

—Lo soy. ¿No es sorprendente?

Si el sarcasmo tuviera un momento clave en la vida de Han Sooyoung, probablemente sería este.

A pesar de ello, la expresión del hombre frente a ella no es lo que se espera; no es desagrado ni extrañeza, como si la juzgara o la viera de menos por tal cosa.

De hecho, es como si fuera lo contrario.

Los ojos de Kim Dokja brillan.

Son cuatro segundos exactos (no es que Sooyoung los haya contado) en los que las pupilas del hombre se dilatan antes de volver a ser normales. Su sonrisa dura más, de la incomodidad pasa a una ligera satisfacción, algo demasiado alegre para el gusto de la escritora.

—¿Es así? —indaga más el chico, inclinándose ligeramente hacia ella esta vez.

Han Sooyoung observa por un instante la butaca vacía entre ambos.

No, no va a ser ella quien ceda.

—¿De qué escribes exactamente, Han Sooyoung-ssi?

—Primero, no agregues el "-ssi". —Señala con un dedo hacia él, mientras hace una mueca de desagrado. Kim Dokja asiente, riendo por lo bajo. Sooyoung siente algo molesto en su garganta mientras más mira a este bastardo y a sus reacciones—. Si quieres usar honoríficos, utiliza el "-nim". Es más apropiado.

—Entonces, Han Sooyoung, ¿escribes romance?

La mujer chasquea la lengua. De nuevo no ha caído en su trampa. Hubiera esperado que la llamara con el honorifico, de manera sarcástica al menos, pero Kim Dokja había pasado por completo de ello para simplemente llamarla por su nombre. El descarado.

—No asumas que porque soy mujer escribo romance —masculla de mal humor.

No es que no haya escrito romance, pero bueno.

Kim Dokja tararea, asintiendo.

—Oh, bien, mi culpa —afirma el chico, poniendo una mano en su pecho—. Sólo estoy adivinando. Entonces, ¿acción y fantasía post-apocalíptica?

—Eres bueno adivinando. ¿No tendrás sangre de brujo?

—No, no —niega entre risas leves, y se inclina un poco más hacia ella. Sooyoung se sentiría nerviosa, si tan sólo este hombre estuviera dos puntos más arriba en cuanto a belleza. Pero como no, pues el temblor de su corazón es obviamente de enojo por el hecho de que su espacio personal está siendo atravesado por el de un completo extraño. Un extraño con una sonrisa escalofriante—. Es sólo que deduje que alguien capaz de escribir "Regresor Infinito de Grado SSSSSS" tendría cierto afín a esos géneros.

Han Sooyoung siente que la sangre se le congela.

Aprieta la copa entre sus dedos, lista para romperla contra la barra y usarla como arma en el momento en que un movimiento sospechoso—

—Ah, pero no te preocupes. Me gustan esos géneros.

Han Sooyoung traga pesado. Hay un par de dedos fríos alrededor de la mano que sostiene la copa.

No necesita preguntarse cómo este maniático se dio cuenta.

No sería la primera vez que esté lidiando con una persona como esta, y por dentro se reprocha el no haber sospechado más. Maldita fuera ella por confiar en otra persona y creer en palabras suaves y de convencimiento.

Malditos también fueran sus fans extraños y sus originales maneras de acercarse a ella. Cada día la sorprendían más.

—¿Qué es lo que...?

Si realmente sólo era otro idiota acercándose a ella porque sabía qué novela famosa había escrito, Han Sooyoung ya sabe que no tiene de otra más que seguirle el juego. Por el momento.

Luego lo haría pagar tanto.

—Qué demonios quieres–

—¿Conoces a tls123?

—¿Eh?

Inesperadamente, los dedos ajenos se apartan.

Cuando vuelve apenas la vista, ve a Kim Dokja apoyar el codo contra la barra y mostrar una expresión seria y pensativa, como si hace más de un segundo no hubiera roto el código de espacio personal.

Tan raro. Han Sooyoung espera nunca más encontrarse con este tipo una vez acabe esta reunión.

—¿No lo conoces? —pregunta de nuevo el hombre, con tono suave y tranquilo. La escritora tiene que parpadear varias veces para poder entender el porqué de esta duda tan repentina—. Es extraño. Estoy seguro de que Heewon-ssi me había dicho que conocías–

—Espera, espera, espera —lo detiene rápidamente, poniendo una mano en el aire. Le da una mirada incrédula al hombre—. Me estás diciendo que tú... Que... ¿La única razón por la que asististe a esta cita a ciegas fue porque yo... conozco a tls123? ¿De verdad fue sólo por eso?

Claramente, eso fue lo que había esperado en el primer momento. La misma Jung Heewon lo había dicho. Pero luego había mencionado su novela más famosa y, por supuesto, Sooyoung ya ha lidiado con fanáticos locos capaces de actuar de manera macabra sólo para sacarle información acerca de la historia a futuro.

Eso podría dejar en claro que Kim Dokja en realidad podría ser sólo otro psicópata—

—¿Hm? Espera, ¿esto era una cita a ciegas?

Han Sooyoung abre la boca, completamente estupefacta.

No puede creerlo.

Jung Heewon... con qué clase de idiota pensabas emparejarme, tú...

La mujer aprieta los dientes.

—Bueno, no habría asistido a una cita a ciegas con una niña, para empezar.

Sooyoung finalmente quiebra un poco la copa de cristal. Su puño se aprieta con fuerza por sobre la barra, mientras da una mirada asesina en dirección a Kim Dokja.

—¿Niña...? Tú... —masculla por lo bajo. El chico apenas hace caso a su aura ominosa, como si le importara muy poco molestarla hasta este punto. Han Sooyoung no sabe si es un imbécil o sólo es estúpido, pero está segura de que no le gusta—. Eres...

—¿Hm?

Lo ve tildar ligeramente la cabeza a un lado.

Ah, este maldito. Está jugando con ella.

Bien, que fuera así.

—Oh, bueno. Naturalmente me veo joven, ya lo sé. —Sonríe con petulancia, tirando su corto cabello hacia atrás. Su enojo se esfuma mientras las ideas para contraatacar los comentarios desagradables de este tipo surcan por su mente—. Al contrario de ciertas personas. Por cierto, ¿qué edad tienes, ahjussi?

Puede ver claramente la manera en la que se crispa la ceja de Kim Dokja.

—La edad suficiente como para entender que no debería estar cerca de niñas peligrosas.

—Oh, pero eso no te detuvo de venir a–

—Esta no es una cita. Que tú lo hayas considerado así...

—¡Yo no lo consideré! Tú... Ugh... Mira, si quieres que hable de mi novela, no puedo–

—¿Quién dijo que quiero eso? No me interesa saber sobre tu novela.

Han Sooyoung se siente aliviada, hasta que se da cuenta de lo que implica. ¿Cómo que no quiere saber sobre su novela? Todo el mundo quiere saber qué pasará en el siguiente capítulo de la magnífica novela que ella ha escrito tan hermosamente.

Sí, este tipo claramente es un idiota.

—¿Conoces o no a tls123?

Ah, en serio…

Sooyoung ya no sabe qué expresión poner.

Tampoco sabe si sería sensato decirle a este imbécil que ella es tls123.

Probablemente no, teniendo en cuenta cómo había logrado llegar hasta aquí, hasta la propia escritora que tanto está buscando pero que, al final, obviamente no encontrará.

—Esta reunión se acabó.

Se levanta del asiento de inmediato.

—¡E-espera...!

—No. Piérdete, maniático.

—... ¿Maniático? Un momento, no me digas que te enojaste porque no me gusta tu novel–

Han Sooyoung se gira a toda velocidad y lo agarra del cuello de la camisa.

—Ni siquiera te atrevas a terminar esa frase, Kim Dokja.

—Uh... ¿No estás siendo la maniática ahora...?

—No hay ser en este mundo al que no le guste... —Se detiene lentamente, apenas captando su propio actuar. Con una cara de sorpresa, suelta la tela de la ropa ajena y se aparta un paso. Frunce el ceño de manera amenazante hacia el hombre—. Sabes qué, no me importa. No vuelvas a acercarte a mí.

—Pero–

—Y el autor ese que buscas no querría ver a un idiota como tú.

Kim Dokja guarda silencio un momento. Sooyoung da otro paso hacia atrás, y luego le da la espalda, dispuesta a salir de allí.

—Hablas como si lo conocieras.

Ella se detiene y le mira por sobre el hombro, con una expresión vacía.

—Y si lo hago, ¿qué harás?

Por un instante, puede ver los ojos de Kim Dokja brillando otra vez.

Este tipo... se ve tan absurdo.

Han Sooyoung no puede creer que esa pequeña parte no se le haga asquerosa.

—No... haré nada —habla Dokja, con la misma suavidad del inicio. Terriblemente encantador, tal vez, en el peor sentido posible. Casi lo compara con el segundo interés amoroso de las historias románticas.

Si es así, sólo le espera un final trágico.

La escritora no cree que le quede mal.

—Sólo... ha pasado un tiempo desde que esa persona escribió, ¿no es así?

Han Sooyoung tiene suficiente corazón como para no decirle que no dejó de escribir, que en realidad sólo abandonó ese nombre y las historias que venían con él.

Con ese recuerdo, la escritora no puede evitar sentir algo desagradable subiendo por su pecho. Le molesta, y evita que sus pies la saquen de este maldito lugar, que la alejen más de este desastre de hombre con el que espera no toparse nunca más.

No se va.

Vuelve a mirarlo.

—¿Tú leías lo que escribía esa persona?

Kim Dokja vuelve a mirarla. A la expresión sorprendida le sigue una cara casi luminosa.

Pero también se ve un poco triste.

Han Sooyoung lo odia (un poco menos).

Maldiciendo en voz baja, se da la vuelta y se sienta en la butaca a un lado de Kim Dokja.


Ha pasado un tiempo.

Ha pasado un tiempo, se repite.

Y se lo repite una vez más mientras observa el seudónimo, «tls123», el innombrable, en la barra a través de la pantalla de su ordenador.

Suspira sonoramente. Le había tomado un montón de intentos antes de que finalmente pudiera acceder de nuevo a esta cuenta, puesto que había olvidado la contraseña.

La cual era, por supuesto, Kim Dokja.

Un poco más obvia, Han Sooyoung del pasado.

Siente algo de picor tras sus ojos cuando observa la única novela publicada bajo este nombre. Algo tan viejo y polvoriento y abandonado que sería ridículo que alguien se interesara realmente en los tiempos actuales. No había sentido en ello, no había valor ni esperanza en que funcionara de nuevo. Sólo una novela construida a base de las piezas fantasiosas de una niña ingenua que la misma Sooyoung había dejado atrás a la fuerza.

Y, aun así, la abre. Baja y baja en las letras, hasta encontrar las oraciones que no le pertenecen.

Las de Kim Dokja. Los inmortales comentarios de ese chico idiota que apenas recuerda, que no había reconocido y que, por supuesto, le buscaría sólo para decir cosas ridículas.

Porque ese hombre que había asistido a una cita a ciegas, sin saber que era una cita a ciegas, por supuesto que sería tan estúpido como para haber leído una historia tan aburrida como esta en años anteriores.

«—Sólo... me gustaría decirle al autor que la novela que escribió me salvó más veces de las que puedo contar. Eso es todo».

Tan absurdo.

Obsesionarse con una novela basura en vez de una tan buena como Regresor Infinito.

Vuelve a suspirar, esta vez más suavemente.

—Uh... No es como que tenga algo mejor que hacer... —se alienta a sí misma, en mitad de su frío y aburrido departamento.

Debería estar escribiendo el nuevo capítulo de su novela más popular, Han Sooyoung se recuerda eso y, a pesar de ello, nada evita que sus dedos vayan rápidamente contra las teclas y respondan el último comentario de hace diez años que ese niño extraño que se había convertido en un adulto extraño le había escrito por última vez.

Puede hacer esto por él, al menos. Han Sooyoung es una persona bastante benevolente, por supuesto. Y dará algo de crédito al imbécil de Kim Dokja por haberla buscado tantos años sólo para agradecerle de escribir algo tan poco interesante y fastidioso. Respondería a esa camaradería inquebrantable de años anteriores y se disculparía disimuladamente por haberlo botado sin avisos, aunque no es que fuera su responsabilidad. El chico le había causado algo de lástima.

Claro que ese mismo sujeto también era terrorífico como el demonio, pero después de esto la deuda imaginaria estaría pagada y Sooyoung finalmente podría librarse de esta persona y de este nombre raro de una vez por todas.

Sin darse cuenta, una sonrisa surca por su rostro.

—Maldito Kim Dokja.


—¿En serio te asusté esa vez?

La pequeña mujer da una patada por debajo de la mesa a su compañero, quien se queja por el golpe pero no deja de reírse. Ella sorbe con fuerza de su bebida y decide ignorarlo.

—Lo siento, lo siento. —No hay verdaderas disculpas en la voz del chico—. Es sólo que... Uh, bien. Lamento eso. Supongo que actué raro.

—Actuaste como un maniático de verdad. Estuve a punto de llamar a la policía.

—¡Es que estaba nervioso! —se excusa rápidamente, y se tira hacia adelante en la mesa, extendiendo las manos hacia ella y poniendo una cara de desesperación—. Era la primera vez que tenía una pista de tls123, y no sabía cómo abordar el tema sin sonar demasiado sospechoso.

—No te salió bien. Nunca había conocido a un tipo más sospechoso que tú.

Kim Dokja hace un sonido ahogado y esconde su rostro sonrojado entre sus brazos.

Han Sooyoung sonríe de manera engreída y termina de beber, para después poner su vaso vacío sobre la cabeza del muchacho.

—Pero aun así me ayudaste... —declara de pronto Dokja, con la voz amortiguada pero llena de calidez.

Sooyoung se queda estática por un segundo. Cuando él levanta la cabeza, ella ve el vaso caer y rodar por la mesa, pero lo único que realmente puede observar es la bonita sonrisa del hombre.

Siente algo cálido en el pecho. No puede evitar hacer una fea mueca que no disimula su nerviosismo. Una expresión desagradable que, por supuesto, él ignora olímpicamente.

—Gracias por hacer llegar mis palabras al autor, Sooyoung.

—Uh... Sí... —Se aclara la garganta y desvía la mirada. Siente sus mejillas arder—. Es que me diste lástima y todo, así que... Bueno, también quería que me debieras ese favor.

—Oh, sí, porque eres tan buena persona.

—Al menos soy mucho mejor escritora que ese autor que tanto adoras. —No era una mentira, porque era ella misma, y ella misma bien puede decirse que es mejor que su yo del pasado.

Pero Kim Dokja no parecía creer lo mismo.

—¿Es así? —Él recuesta una mejilla contra su palma, y le mira con aburrimiento. A Sooyoung no le gusta esa mirada—. Estoy en desacuerdo, para empezar...

Un discurso le sigue a eso, saliendo de esa boca tan bonita que no sabe callarse, siendo permanentemente acompañado de unos ojos tan ridículamente brillantes.

Si fuera otra persona, Han Sooyoung ya habría sacado su teléfono o llamado al camarero para pedir la cuenta y desaparecer o, si estuviera de humor, simplemente le habría derramado el resto de su bebida en la cara a su acompañante.

Pero no es otra persona, sólo es Kim Dokja el que la está acompañando, de nuevo.

Y Kim Dokja está alabando a tls123 como si fuera una especie de dios.

Han Sooyoung fingirá que le molesta (aunque a veces de verdad le molesta) escucharlo un rato más, sólo porque quiere ver a este idiota siendo un idiota.

Cuando la diatriba termina, puede ver de nuevo la sonrisa malévola de Dokja adornando su maldita cara promedio.

Han Sooyoung finge que no se siente descubierta, y pide una comida para llevar, porque ninguno de los dos va a hacer la cena esta noche.