P.O.V. Lief
Acabábamos de combatir contra el Ol más obstinado que hubiéramos imaginado y en verdad que ese monstruo nos dio pelea, tanto así que se necesitó de la fuerza de todo el equipo junto para poder derrotarlo. Me sentí aliviado de que Dain nos advirtiera de la presencia de dicho monstruo, no se qué hubiéramos hecho sin él. En definitiva, los Ols más temibles son los que se disfrazan de seres humanos para despistar a sus presas e inmiscuirse en la sociedad.
Estábamos exhaustos y faltaba muy poco para que el sol se ocultara por completo. La oscuridad nos hizo una mala jugada para poder divisar la posición exacta del Ol. Pronto Jasmine, Barda y Dain lo sujetaron con fuerza para que yo pudiera darle la estocada final con mi espada aunque no fue cosa sencilla.
Aquel monstruo parecido a una masa amorfa zafó una de sus extremidades por un momento y tomó a Jasmine por el tórax, ella pudo movilizarse un poco y le ensartó un cuchillo. La criatura se movió posiblemente por el dolor y de un zarpazo aventó a nuestra amiga, unos cuantos metros lejos.
Aproveché ese instante la pequeña distracción. No tuve piedad y casi partí en dos a aquella criatura maligna. Si antes mi empatía me perjudicaba, de alguna manera esta comenzaba a dejarme en paz cuando de luchar con un enemigo peligroso se tratase y más cuando se metían con mis amigos.
El Ol se quedó inmovil al fin y dimos por ganada la batalla. Todos quedamos tendidos en el suelo, con la respiración entrecortada por la cantidad de energía que tuvimos que emplear peleando y justo después de una larga caminata, tratando de llegar al Valle de los perdidos, ya que aún no había indicios de haber llegado a nuestro destino.
Al fin logré recuperar el aliento y tras varios minutos escuché la exhausta voz de Barda, pero lo que más me inquietó fue lo temblorosa que sonaba al repetir mi nombre con insistencia, aunque, sin duda la frase que le precedió me erizó la piel de aflicción e inquietud.
—¡Jasmine está inconsciente y mal herida!
El corazón quería salirse de mi pecho y sentí el cuerpo muy pesado, como si toda mi anatomía fuese una enorme roca imposible de mover con facilidad.
A tiempo sentí las manos de Dain, que tiraron de mi brazo para ayudarme a levantar. Él también se veía muy preocupado, pero de alguna manera también le preocupó el estado de crisis en el que me encontraba.
Tanto era mi conflicto interno, que hasta se me olvidó agradecerle a mi amigo, he de confesar que se me olvidó la presencia de todos en ese solitario lugar; solo podía verla a ella, cómo su rostro palidecía a cada segundo y al mismo tiempo preocuparme como nunca por su vida.
Jasmine era una joven muy hábil, que raramente se dejaba vencer por los enemigos. Esta sin duda era la excepción, porque yacía allí tirada en el duro suelo de tierra y no parecía querer volver en sí.
Intenté reanimarla zarandeándola un poco, pero no fue posible, a lo lejos escuchaba la voz de Barda y quizá la de Dain, pero mi angustia me enceguecía el juicio. Sin más le apliqué compresiones en el pecho con mis manos, aunque de una manera errante, ya que poco o nada sabía de primeros auxilios. Así estuve por un tiempo indefinido, hasta que sentí cómo una fuerza mayor me apartaba del cuerpo inmóvil de Jasmine.
Cuando mi conciencia volvió a lo que era en primer lugar, al fin pude despabilar para ver el ceño fruncido de Barda y el semblante preocupado de Dain. Me sentí un tanto avergonzado por haber actuado de aquella manera irracional y al fin pude escuchar a mis amigos.
—Lief, es inútil que sigas haciendo lo mismo una y otra vez —Barda negó con la cabeza—. Ella necesitará algo más para salir de esta.
—Yo propongo que vayamos a buscar aquellos lirios que son efectivos para curar cualquier herida interna, mientras haya tiempo y ella siga respirando creo que lograremos salvarla —puntualizó Dain, mucho más elocuente de lo que yo pude haber sido.
Sin decir una palabra, bajé la cabeza y miré hacia el suelo. Me sentía arrepentido, pero las palabras se agolpaban en mi garganta, a lo mejor se debía al nudo que se había formado y que en cualquier momento estallaría en un llanto irreparable.
—Lief, escucha —Barda me hizo señas para que lo viera—. No descarto la idea de que más Ols anden por este perímetro, así que yo iré a buscar los lirios por los alrededores. Dain y tú se encargarán de encontrar refugio en aquella colina ¿Estamos claros?
—Claros como el agua, Barda —dije en un hilo de voz y mi gran amigo salió corriendo como alma que lleva el viento.
Dain y yo levantamos a Jasmine, y él de alguna manera la colocó cuidadosamente en mis brazos para que fuera yo quien la llevara. Lo volteé a ver y él sonrió hacia alguna otra parte. Yo sonreí al saber que podía al menos protegerla en el trayecto hacia el refugio que encontraríamos más adelante.
—¡Mira, Lief! —señaló Dain—. Allí hay un lugar adecuado... o eso espero.
—¡Perfecto, vamos allí ahora! —exclamé con euforia y comenzamos a caminar con paso rápido y al mismo tiempo con precaución. Las inclemencias de la noche podrían tendernos una mala jugada.
En aquel lugar escondido tendimos a Jasmine suavemente en un lugar un poco alto y seco. Revisamos el área en la que nos resguardaríamos. Cuando nos hallamos tranquilos al no haber peligros mayores, Dain me pidió que me quedara con Jasmine mientas él iría por algo de leña para no padecer de frío.
Yo tragué grueso y el corazón me latió a mil por hora en cuanto Dain abandonó el perímetro y me encontré solo con Jasmine. El miedo me invadía de pies a cabeza, por lo cual mis manos comenzaron a temblar y unos momentos después una lágrima rodó por mi mejilla, por el hecho de que, no fui capaz de poder ayudar a mi amiga. De pronto una idea vino a mi mente: quizá alguna de las gemas podría ayudarla a sentirse mejor.
No lo dudé más y saqué del cinturón las pocas gemas que habíamos podido recolectar, aún nos faltaba mucho por lograr. Con cuidado las coloqué alrededor de ella e imploraba al universo que alguna de ellas hiciera un efecto en Jasmine.
Sin dudarlo yo deseaba que ella estuviera a mi lado en cuanto tuvieramos éxito con la misión. Necesitaba que sus ojos abrieran de nuevo y ansiaba escuchar sus palabras, sin importar que estas fueran reclamos o elogios, solo quería que ella regresara y estuviera bien.
Otra de mis lágrimas cayó sobre el suelo y una más se deslizó sobre alguna de las gemas, no pude saber cual, ya que mi vista se encontraba borrosa a causa del llanto y de la desesperación. Acuné el rostro de Jasmine con una de mis manos. Ella para esos momentos no presentaba mejoría alguna.
—Jasmine, por favor... no puedes irte ahora —supliqué entre sollozos—. Tu compañía ha sido como un bálsamo para mis achaques en esta misión. Quiero que sigamos juntos hasta el final, como lo habíamos prometido, ¿recuerdas? —Otro sollozo se apoderó de mí—. No me dejes. Mi vida no será lo mismo sin ti. Te necesito...
Me aparté un poco y me agaché hasta que mi frente tocó el suelo y de repente una luz iluminó el área donde Jasmine se encontraba. Por un instante sentí como si de mi pecho también saliera luz, aunque de eso no pude dar fe, quizá solo era una mera impresión mía nada más.
Cuando aquel resplandor se apagó, elevé mi cuerpo y miré en dirección a Jasmine, quien aún estaba con los ojos cerrados, pero que milagrosamente se veía viva en su semblante. El color le había regresado al rostro y su respiración se había normalizado; al parecer a mí también me volvió el alma al cuerpo en ese instante.
Aquellos orbes color esmeralda se abrieron lentamente y en mi rostro no pude evitar formar una sonrisa de oreja a oreja. Jasmine me volteó a ver consternada y débil aún.
—¿L-lief? —musitó con dificultad y con una débil sonrisa que quizá esbozó en respuesta a la mía.
—Jasmine... —Su nombre entre mis labios, me supo como a néctar de flores primaverales.
Ella intentó levantarse y en cuanto se sentó no pude evitar inclinarme hacia ella para estrecharla en mis brazos. Jasmine, quizá aún un poco inconsciente, correspondió enseguida –en otras situaciones jamás nos hubiéramos atrevido–, y mi corazón se aceleró con un sentimiento que no pude explicar del todo. Suspiré de alivio, de felicidad y de...
—¡Muchachos! —exclamó Dain y yo me solté de aquel cálido abrazo y Jasmine se tambaleó un poco; casi se cae.
—¿Sí? —Me volteé para hablarle y fingir que no estaba eufórico y que definitivamente no la estaba abrazando.
—Acabo de divisar a Barda —dijo emocionado, pero más emoción se evidenció en su rostro en cuanto vio a Jasmine despierta—. Pero qué grata sorpresa, Jasmine estás a salvo... ¿pero, cómo?
Dain se dirigió hacia mí y yo no supe cómo responder a aquello. Lo unico que sabía era que había sido producto de la magia de alguna de las gemas del cinturón.
Barda llegó y se alegró de la misma manera que Dain. No dudó en hacer el brebaje con los lirios, para asegurarse de erradicar todo indicio de lesiones o heridas que aún no sanaran.
Cenamos en ese recóndito lugar y charlamos hasta tarde. A la mañana siguiente, tanto Dain como Barda comenzaron con la lluvia de cuestiones y también con los comentarios fuera de lugar, como: "si no me explicas la manera exacta, yo creeré, que fue el poder del amor" o "a lo mejor le diste un beso y la despertaste, como en los cuentos de hadas".
—¡Callense de una vez! —gritamos Jasmine y yo al unísino y nuestros amigos soltaron una carcajada.
Jasmine se cubría el rostro, a lo mejor avergonzada, ya que, estoy seguro que ella no me ve de otra manera. Y yo no pude evitar cómo mis mejillas se acaloraban con cada comentario, pero admití que todo lo demás pasó a segundo plano solo por el hecho de saber que ella está con vida; eso era lo que más me importaba.
Fin.
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¡Gracias por leer! :3
