Disclaimer: Los personajes de «Ranma 1/2» pertenecen exclusivamente a Rumiko Takahashi.
Aclaración: Este One-Shot participa en el #Gran_Concurso_MundoFanficsIyR #WeLoveFicsMundoFanficsIyR #Por_amor_al_fandom_MundoFanficsIyR
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Tu cuerpo me llama
—Estoy pasando mi lengua por tu cuello, mientras mis manos aprietan tus pechos. ¡Eres tan deliciosa! Comienzo a bajar con mi boca, hasta llegar a tus senos para devorarlos con mis dientes.
—¡Oh, Ranma! —jadeó cuando sus manos pellizcaron sus sensibles pezones—. Sí, así…
—Sigo mi camino por tu cuerpo, rozando con mi lengua cada espacio de tu brillante piel. Mis manos abren tus piernas y mis ojos se deleitan con tu exquisitez. Me humecto los labios, pues voy a hundirme en tu calidez.
—Ra-Ranma —balbuceó al tocar la humedad que provenía de su sexo—, acaríciame, por favor.
—Mi lengua lame tus hinchados labios, mientras te veo retorcerte de placer sobre las sábanas. Mis dedos comienzan a entrar en ese apretado espacio que solo le pertenece a mi cuerpo. Un santuario sagrado que solamente se abre para mí cuando deseo rezarle —un ronco gemido se escapó de su boca—. Akane, tu piel, tu aroma y tus fluidos me vuelven loco.
—¡Oh, sí! ¡Sigue así! —intensificó las súplicas a medida que las caricias iban aumentando. Sentía que faltaba poco para desfallecer entre sus brazos—. Ranma, yo voy… ¡Ah!
—Vamos, Akane, vente para mí —susurró—. Quiero beberme todos tus jugos.
—¡Sí! ¡Ay, así! —Las embestidas con sus dedos se hicieron más fuertes. Akane estaba a punto de explotar—. ¡Ranma!
—Eres un manjar del que siempre quiero deleitarme —confesó, soltando una pequeña risa de satisfacción—. Te necesito con desesperación.
—Y yo a ti —musitó con la voz entrecortada.
Esa llamada con su prometido la había dejado agotada. Satisfecha por su encuentro telefónico, pero deseosa por sucumbir verdaderamente entre sus brazos.
Deseaba con todas sus fuerzas que, ese maldito viaje al que tuvo que asistir, ¡acabara ya! Era una eternidad pasar tres semanas lejos de las cálidas caricias de su amado.
Sin embargo, estaba próxima a graduarse; así que, el sacrificio era inevitable. Ya volvería a la ciudad para raptar a su pareja y llevarlo a los confines del infierno. Lejos de su entrometida familia que no respetaba su espacio personal.
—Te extraño —le dijo al otro lado del auricular—. Extraño el tenerte aquí, a mi lado.
—También yo —esbozó con un deje de nostalgia. Realmente quería salir corriendo, tomar el primer vuelo que la llevara directo a casa; no obstante, eso era imposible. Ella siempre había sido responsable—. Solamente faltan dos semanas para estar contigo.
—Las dos semanas más largas de mi vida —manifestó con sinceridad—. Estos días han sido un asco. —La escuchó suspirar y se regañó internamente por lo que acababa de confesarle. Se suponía que él era su apoyo, no quien tenía que hacerla sentir mal por estar tan lejos. Además, Saotome era el que más la impulsaba a seguir sus sueños. Debía decirle algo para remediar su imprudencia—. Sabes cómo son nuestros padres, de todas maneras, no debes preocuparte, Akane. Pronto estarás en casa.
—Lo siento, no quería dejarte solo.
—No, no lo estoy. Recuerda que te comenté que Ryōga vendría a visitarme —expresó con alegría, intentando contagiarla a la distancia con su algarabía—. Mañana que esté aquí, podremos distraernos un momento. Él me va a alejar unas cuantas horas de nuestra familia.
Akane sonrió. Sabía que la visita de Hibiki al dōjō Tendō, haría que su ausencia no se sintiera tan extensa, ya que los jóvenes al encontrarse se perdían en un mundo donde solo ellos lograban entenderse.
Su amistad era un regalo invaluable.
—Deseo que se la pasen muy bien —dijo con sinceridad—. Lo único es que… ya no podremos hacer nuestras llamadas.
—¿Quién dice eso? —inquirió con su voz sensual.
—Bu-bueno, es que… —tartamudeó. La pesada respiración que escuchaba de su prometido la estaba volviendo a excitar—. Ryōga se quedará contigo.
—Descuida, lo mandaré a dormir al pasillo o al baño si fuera necesario —espetó con seguridad—. Nada impedirá nuestros encuentros. No importa la distancia, Akane.
Para ese momento, la joven ya había empezado a acariciar su sensible cuerpo. El roce de sus delicadas manos llegó hasta sus senos. Haciendo que de sus labios se escapara un pequeño gemido.
—Creo que alguien está nuevamente excitada. —Ranma estaba orgulloso de provocar ese fuego en su prometida—. ¿Quieres que vuelva a llevarte a la luna?
—Sí, por favor —jadeó, Akane estaba al borde de la locura—. Vuelve a tocarme…
—Será un placer.
La madrugada apenas estaba comenzando.
Ellos disfrutarían las horas que le quedaba a la oscuridad de la noche para amarse, sin pensar en los absurdos kilómetros que los separaban.
Ranma se encargaría de llevar a su prometida al cielo, mientras él también se liberaba.
El día había transcurrido en un abrir y cerrar de ojos. Entre convenciones, exposiciones y talleres, las horas se le fueron volando. Akane estaba muy emocionada por el conocimiento que estaba adquiriendo durante su viaje universitario.
Al salir de las conferencias sus amigas la invitaron a cenar, pues la joven Tendō —una vez más— les había rechazado la invitación para ir a un bar. No era que ella no bebiera, sino que prefería encerrarse en su habitación a esperar la llamada de su prometido. Las chicas debían pensar que Ranma era un controlador que no le daba vida; sin embargo, lejos estaban de imaginar lo que hacía la azabache con él, al otro lado del auricular.
De igual manera, ese era un tema que solo le concernía a ella y a su prometido.
Akane se cambió de ropa y salió de la habitación en busca de sus compañeras. Prefirió aceptarles la invitación, sino seguirían pensando cosas que no eran. Ranma le había pedido que se divirtiera, ya que se encontraba en otra ciudad. Le había dicho que aprovechara al máximo el conocer todo lo que pudiera, pero a ella le bastaba con los recorridos a los que la llevaban los guías de la universidad. Además, un bar no era un sitio turístico, era un ambiente para ligar, ya que ese era el fin de sus amigas. No obstante, ella ya tenía a quien amar; así que, no tenía nada qué hacer en ese lugar.
Las jóvenes hicieron reservaciones en uno de los restaurantes del hotel. Llegaron y fueron recibidas por un amable mesero que las atendió toda la noche.
Las chicas comieron, conversaron, rieron y bebieron a lo largo de toda la cena. Era muy agradable estar de viaje con amigas, pues con los años, esos momentos se convertirían en bellos recuerdos que las acompañarían toda la vida.
Akane se había tomado su segunda copa de vino, mientras sus colegas se terminaba el resto de la botella que un joven apuesto —sentado en otra mesa—, les había obsequiado.
Al principio, Tendō no quería aceptarle el vino, ya que el mesero le comentó que el caballero lo había enviado para que ella lo compartiera con sus amigas. Akane se negó, pero la insistencia de las chicas la hicieron recibirlo; dejándole al tipo muy en claro, que ella estaba comprometida, pues cuando el hombre levantó la copa para brindar con las damas, la azabache le mostró el anillo de diamantes que ostentaba en su mano.
La cara de asombro del joven lo dijo todo, y ella brindó orgullosa por hacerle entender que su estadía en ese restaurante no era el de estar ligando.
El grupo de señoritas terminaron de cenar y después de pagar los consumido, se despidieron.
Las chicas irían a un club nocturno de cacería. Y ella volvería a su habitación donde los orgasmos de pasión la estaban esperando, pues su novio pronto llamaría para su sesión de sexo a larga distancia.
Corrió al elevador y antes de ingresar revisó sus mensajes. Leyó el de su prometido y sonrió con picardía, al saber que él la estaba precisando.
No sabía si era el calor del vino que le había afectado, pero necesitaba llegar a su alcoba para apaciguar ese fuego que la estaba quemando.
Ranma tenía un poder cegador que la hacía sucumbir solo con una palabra, en un simple mensaje de texto.
Habían salido a dar un paseo.
Ryōga le había pedido que lo acompañara a realizar unas cuantas diligencias por la ciudad; Saotome había aceptado, pues necesitaba salir de toda la locura que se vivía en su hogar.
Sin embargo, algo parecía estarle molestando, ya que su semblante era más serio de lo normal. Hibiki lo conocía a la perfección y estaba seguro que a su amigo le había sucedido algo para que se encontrara con ese aspecto. O, quizá, la ausencia de Akane ya le estaba afectando.
Caminaron algunas cuadras, hasta que, hallaron la fuente de sodas que estaban buscando. Ingresaron al lugar y fueron atendidos por un sonriente joven que, luego de tomarles la orden, se retiró dejándolos solos.
—¿Qué te pasa? —inquirió sin más, esperando que su mejor amigo saliera de ese trance en el que estaba metido—. Hoy has estado muy distraído.
—No me había percatado —mintió, desviando la mirada al gran ventanal que tenía la cafetería—. No es nada.
—Ranma, tú y yo somos amigos, ¿cierto? —Vio al ojiazul levemente asentir. Él deseaba ayudarlo con lo que fuese que estuviera pasando, pero si su compañero no le contaba, ¿qué podía hacer? ¿Sacarle las palabras a golpes? No era una mala idea. Ese sería un método efectivo para obtener la información que parecía mortificar al azabache—. Entonces, ¡¿por qué demonios no me cuentas lo que te pasa?! ¡Somos amigos! Si tienes una aflicción, solamente, ¡dilo! Quizá yo te pueda ayudar.
—Estoy celoso —musitó con un tono de voz apenas audible.
—¿Eh? ¿Qué dijiste? —preguntó el moreno, pues no le había entendido absolutamente nada—. ¿Podrías hablar claro? Por favor.
—Que estoy celoso —masculló, mientras apretaba un poco los puños.
—¿Qué tú, qué?
—¡Estoy celoso! ¡Maldita sea! —exclamó, dejando caer los puños sobre la mesa.
Ryōga suspiró. No estaba tan lejos de su conclusión, ya que sus celos, obviamente, se debían a su prometida; sin embargo, la pregunta del millón sería, ¿por qué? Akane nunca había tenido ojos para nadie más que no fuera él.
Además, ella estaba de viaje con sus compañeros de la universidad; por lo tanto, ¿por qué diablos tenía esos celos enfermizos? Ranma, definitivamente, parecía un desquiciado.
—Tuvo que pasar algo para que tú —lo señaló con su dedo índice—, tengas esa reacción, ¿estoy en lo correcto, Ranma?
—Un maldito intentó seducir a Akane. Y yo estoy aquí; sentido contigo, a miles de kilómetros de distancia, sin poder protegerla de esos estúpidos pervertidos. —Sus nudillos se pusieron blancos de tanto apretarlos—. ¡Estúpido congreso de la universidad!
—Pareciera como si tuviéramos dieciséis años otra vez —expresó cuando se rascó la barbilla—. Ranma, sabes que Akane te es fiel. No existe mujer sobre la faz de la tierra, más enamorada de un cretino y arrogante, que ella.
—¡Oye! Se supone que eres mi amigo, no mi enemigo —sentenció con el ceño fruncido—. Si me vas a molestar, mejor no preguntes nada.
Ryōga sonrió. Honestamente, le encantaba bromear con su amigo, pero en ese momento, su prioridad era calmar sus celos, él procuraría estar ahí para escucharlo y apoyarlo. Ranma no se encontraba solo.
—Solo bromeaba. Cuéntame, ¿qué sucedió?
—Pues…
Saotome le relató todo lo que su prometida le había comentado —la noche anterior—, con respecto al tipo que le invitó la botella de licor. El simple hecho de imaginar el rostro del hombre, le molestó, al extremo de dejar caer nuevamente los puños sobre la mesa.
Le dijo todo lo que pasó, sin cruzar la línea del exceso de información, ya que sus llamadas íntimas no eran un asunto de carácter público o social.
—Entiendo, si yo estuviera en tu lugar, actuaría igual —le dijo Hibiki con sinceridad—. Por eso, tengo una propuesta que puede ayudarte.
—¿Eh? ¿Cuál? —inquirió con curiosidad. Sería una falacia decir que esa última frase no le despertó inquietud—. ¿Cómo me vas a ayudar?
—Escucha, lo que haremos se-
—Disculpen, aquí tienen lo que solicitaron —manifestó el mesero mientras servía la refacción.
«¡Por un demonio!» pensó Saotome cuando se pasó las manos por el rostro.
Hibiki comprendió la expresión a la perfección; así que, sonrió. Sabía que su amigo era un desesperado, pero no le pasaría nada si esperaba unos minutos más para conocer su fascinante idea. Además, él tenía mucha hambre.
Lo mejor sería continuar la conversación después de merendar, ya que la paciencia tendría su recompensa.
Era la primera noche que salía con sus amigas a una discoteca desde que había viajado.
Ese día, pasó hablando con Ranma desde temprano, ya que los talleres a los que había asistido, habían sido algo flexibles con los horarios.
Saotome le comentó que acompañaría a Ryōga a una fiesta de cumpleaños, pues un amigo de los dos se encontraba de manteles largos. Akane se entristeció un poco, no iba a negarlo, ella ya se había acostumbrado a sus nocturnas llamadas. Sin embargo, tampoco iba a ser una egoísta, diciéndole que no acompañara a su mejor amigo, simplemente, porque deseaba tener sexo telefónico.
Así que, fingió alegría y le deseo que se la pasara de maravilla. Ya encontraría ella qué hacer esa noche; quizá, podría ver una película o, tal vez, dormirse temprano. Alguna cosa se le ocurría. Estaba formulando su plan nocturno cuando otro mensaje llegó a su móvil, era de su prometido. Sonrió y lo leyó ilusionada.
Ranma le había pedido en su texto que aceptara la salida de sus amigas, ya que él sabía que ella se quedaría en su habitación sin hacer nada. Tendō no se sorprendió por sus palabras, pues nadie la conocía mejor que novio; no obstante, la idea no era de su completo agrado. Eso significaba tener que estar en un lugar con mucho ruido, rodeada por tipos que solo iban en busca de una aventura. Algo que a ella para nada le interesaba.
Estaba por decirle que no cuando otro mensaje le llegó. El texto le brindó tanta motivación, que no pudo evitar agradecerle por ser un novio tan comprensivo. Él, confiaba en ella, y eso era todo lo que necesitaba leer para convencerse que debía aceptar la salida con sus amigas.
Ahora se encontraba en la mejor discoteca de la ciudad, tomando un trago mientras bailaba con sus compañeras. La música, las luces y la algarabía, hacían del centro nocturno un sitio impresionante.
Sería la noche perfecta, si a su lado se encontrara su ardiente amante. Porque Ranma tenía muy bien ganado ese título, ya que sus caricias las tenía penetradas en el alma.
Se fue a sentar un momento a la mesa para recuperar el aliento. Hace mucho tiempo que no bailaba, pero se sintió satisfecha al comprobar que no estaba para nada oxidada, pues sus movimientos seguían siendo muy sensuales.
Tomó un sorbo de su bebida y, luego buscó en su pequeña cartera el móvil; sacó el aparato y se apresuró a revisar los mensajes. Como lo sospechaba, su prometido le había mandado un texto.
Rápidamente lo leyó para poder responderle.
"También te extraño, Ranma. Espero la estés pasando muy bien en la fiesta"
Se fijó que su novio al instante la leyó; así que, se quedó conectada a WhatsApp para poder contestarle.
"La estamos pasando muy bien, pero… algo me hace falta"
"¿Y qué es eso que te falta?"
Akane conocía muy bien a Saotome y podía meter las manos al fuego asegurando que era lo mismo que ella necesitaba.
"Tú. Tú eres lo que me hace falta"
Sus palabras le enternecieron el corazón. De vez en cuando Ranma podía ser todo un romántico. Iba a responder cuando otro mensaje llegó a su bandeja de entrada.
"Akane, ¿harías algo por mí?"
"Por supuesto"
"¿Lo que sea? Sin importar que sea muy loco o perverso, aun así, ¿lo harías?"
Lo sabía, estaba segura que el ojiazul quería lo mismo que ella. Sonrió pícaramente y le contestó.
"Sin pensarlo. Dime, querido, ¿qué tienes planeado?"
"Quiero hacer el amor contigo por mensajes de WhatsApp mientras estamos en la fiesta. ¿Quieres?"
Un fuerte calor le recorrió por el cuerpo al leer ese último mensaje. La idea le encantó, pero tendría que disimular mucho sus expresiones para no revelar qué era lo que estaba haciendo.
"Contigo quiero todo, Ranma"
Afirmó sin titubear.
"Esa es mi prometida. A la que con deseo tomo por el cuello para besarla con desesperación, al mismo tiempo que mis manos recorren todas las curvas de tu delicado cuerpo"
"¡Oh, Ranma! Acaríciame más, por favor…"
Los mensajes iban subiendo cada vez más de tono. Akane estaba demasiado excitada, necesitaba buscar un lugar privado para liberarse o iba a explotar en ese mismo instante.
"Ranma, yo…"
"Ve al baño, yo haré lo mismo"
Ni siquiera tuvo que terminar de leer el mensaje para salir corriendo al tocador de damas. Llegó al servicio y entró al primer cubículo. Por suerte, parecía que estaba sola, aunque eso era lo menos importante, ya que en ese pequeño espacio, por fin, podría acariciarse.
Sacó su celular y le envió un texto a su prometido. Sus manos temblaban por la excitación; así que, como pudo, le escribió.
"Ya estoy aquí, podemos seguir"
Mientras esperaba su respuesta recorrería su cuerpo. Comenzó por masajear sus senos que deseaban ser tocados.
"Imagina que lamo tus pechos cuando mi mano acaricia tu sexo"
"¡Sí, sí! ¡Así!"
Suplicó cuando sus manos hacían lo que él le decía.
"Mis dientes muerden tus endurecidos pezones y mis dedos entran en tu cuerpo"
"¡Ah! Me encanta"
Apenas pudo responder lo que deseaba gritar, pues debía callar, ya que aparentemente alguien más acaba de ingresar a los sanitarios.
"Te tomo por los muslos, y tú enrollas tus piernas a mi cintura. Tu falda negra se sube por tus caderas, dejándome ver esa diminuta prenda que llevas puesta"
Tendō siguió en su burbuja, metida por completo en su mundo. Leyendo con dificultad lo que su prometido le estaba enviando.
"Te arrincono a la pared para terminar de desprender esa blusa roja que acompaña tu atuendo. Akane, eres tan exquisita…"
La joven iba a contestar, ya que le encantaba ese tipo de juegos con el amor de su vida, hasta que, algo la hizo volver a la realidad. ¿Cómo era posible que él conociera lo que llevaba puesto, si ella nunca le había comentado sobre su vestimenta?
"Síguete tocando para mí, Akane"
"Ra-Ranma, ¿cómo sabes tú lo que-"
Ese último mensaje nunca se envió, pues de un fuerte golpe, la puerta del sanitario en el que estaba metida se abrió. Dejándola atónita con lo que se encontró.
—Vamos, Akane. Síguete tocando o, ¿prefieres que lo haga yo?
—¡Ranma! —exclamó asombrada, jamás se imaginó que su prometido estaría ahí. Eso era un sueño hecho realidad.
—¡Te ves tan hermosa! Y mis ganas no pueden esperar —dijo cuando la tomó por la cintura para pegarla a su cuerpo—. Me encantó verte tocándote para mí —musitó al pasar su lengua por la blanca piel de su amada—. Tu aroma sabe mejor cuando estás excitada.
Ranma la agarró por el cuello y estampo sus labios contra los de ella. Su boca era como un manjar que mezclado con el licor, sabía a gloria. Era tan deliciosa que podría besarla durante toda la noche; sin embargo, otras partes de su cuerpo también necesitaban su atención.
La levantó por la cintura, haciendo que lo aprisionara con sus piernas, mientras la sacaba de ese pequeño espacio para sentarla sobre el lavado. Saotome se había apoderado del baño y, hasta que, no terminara de poseerla, no dejaría que nadie más entrara.
Se separó de sus labios para bajar a sus pechos. Con sus manos deshizo el nudo de la blusa roja que llevaba puesta, dejando al descubierto sus pronunciados senos. Se relamió los labios al verlos expuestos, comprobando que ella no necesita un sostén para mantenerlos erectos. Esos dos rosados pezones pedían a gritos por sus besos.
Hundió la cabeza en ellos. Lamiendo a plenitud la tersa y brillante piel expuesta. Ranma mordisqueó uno con sus dientes, mientras pellizcaba al otro con sus dedos. Devorarla era lo que necesitaba para calmar el fuego que llevaba por dentro.
—¡Ah! —gimió Akane cuando la lengua de su prometido lamió el punto exacto donde anteriormente la había mordido. Sus caricias la estaban llevando a la cima, parecía un volcán que pronto explotaría—. ¡Oh, Ra-Ranma!
—¿Te gusta? —inquirió al separarse un poco de su pecho. Verla asentir con la agitación palpable en su respiración, era un deleite que solamente le pertenecía a él—. ¿Quieres más, Akane?
Saotome metió la mano debajo de su falda y acarició por encima de sus bragas la humedad con la que lo estaba esperando. De un solo tirón le arrancó la pequeña prenda y se la guardó en el bolsillo de su pantalón. Lamiéndose los restos de fluidos que habían quedado en sus dedos. Akane estaba extasiada por la expresión de su amado; así que, abrió las piernas frente a él, exponiendo su intimidad para que hiciera con ella lo que se le antojara.
Ranma se desabrochó el pantalón y sacó su miembro. Tendō se saboreó los labios al ver esa virilidad erecta que tanto le fascinaba. El ojiazul se posicionó en medio de sus muslos, agarrándola por la pantorrilla para que la pusiera en su hombro, mientras le pedía que la otra la pusiera sobre su cadera.
Guío su hombría a la cavidad de su prometida, y de una sola estocada se enterró hasta el fondo. Arrancándole un grito de placer que se perdió con el ritmo de la música que tenían de fondo.
Akane lo acercó más a su cuerpo, aferrándose firmemente con su pierna a sus caderas. Lo atrajo lo más que pudo para que la penetrara sin ímpetu como solo él podía hacerlo.
Ranma la embistió sin piedad mientras aumentaba el ritmo. Tendō se retorció en el lavado, al mismo tiempo que se agarró de sus hombros para sincronizar aún más sus movimientos. Sus cuerpos estaban tan acoplados que pronto explotarían.
Saotome pasó su mano por la espina dorsal de su amada cuando la vio arquearla para intensificar sus estocadas.
Akane clavó las uñas en su camisa, apretándolas mientras se liberaba. Echó la cabeza hacia atrás al expulsar un fuerte gemido que salió de sus labios.
El ojiazul ya no pudo esperar más, pues los espasmos de su prometida lo estaban obligado a derramar su libido dentro de su caliente y deliciosa cavidad. Ranma la embistió una vez más, dejándose llevar por el orgasmo que soltó en un potente jadeo que lo llevó a tocar el cielo con las manos.
Ambos habían vuelto a hacer el amor como tanto lo habían deseado.
—Te amo —le dijo Akane con la voz acelerada—. Te amo, Ranma.
—Y yo a ti —musitó antes de besar esa boca que le encantaba—. Cuánto te extrañaba.
—Por cierto, ¿qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no sabía nada? —inquirió, aunque la verdad, lo que más le importaba era que lo tenía a su lado.
—Todo fue gracias a Ryōga, a él se le ocurrió planear este viaje —confesó, mientras la abrazaba—. De vez en cuando utiliza bien el cerebro.
—Ranma, no seas así —lo regaño—. Me alegra mucho tenerte a mi lado.
Saotome besó con ternura sus labios.
Se separó un poco de ella y la contempló con su profunda mirada. ¡Por Dios, era tan hermosa! Sobre todo, cuando se encontraba así, semidesnuda entre sus brazos.
Estaba a punto de volver a besarla con pasión cuando un fuerte ruido que provenía de afuera del baño, los interrumpió. Al parecer, habían personas desesperadas que necesitaban usar el sanitario.
»—Ahora, ¿cómo saldremos de aquí? —preguntó Tendō al acomodarse sus prendas.
—Eso es sencillo. —El chico metió la cabeza bajo el chorro de agua fría, activando consigo esa detestable maldición, que en algunas ocasiones, resultaba ser una bendición—. Ves, todo tiene solución —le guiño un ojo—. Nadie podrá imaginarse qué fue lo que pasó.
—Ranma, eres increíble.
La pareja de prometidos sonrió mientras terminaban de arreglarse.
Esa noche, definitivamente, sería recordada como la mejor de sus vidas. Porque las almas gemelas siempre se amaban sin media.
FIN.
¡Hola!
¿Cómo están?
En esta oportunidad quiero agradecer a todos los que integran la página Mundo Fanfic InuYasha y Ranma por la invitación a participar en su concurso. Es un verdadero placer acompañarles en cada una de sus actividades. Mil gracias por todo su apoyo y por fomentar el mantenernos siempre activos. Son un amor.
También les agradezco a todos los que se toman un poco de su tiempo para leer cada una de mis historias. Su cariño, sus palabras y su apoyo son fundamentales. Los quiero.
Espero que hayan disfrutado mucho de esta obra llena de pasión, pues en mi HC ellos son así, fuego intenso.
Nos leemos pronto.
Con amor.
GabyJA
