Stephanie recuperó la conciencia mucho antes de abrir los ojos. Se dijo a sí misma, a la vocecita interior que siempre sabía cuando fastidiarla, que estaba demasiado cansada para hacer un chequeo completo de su entorno y de su cuerpo, como sería lo más responsable. Sin embargo, esa misma vocecita se reía en su cara, sin necesidad de emitir sonido o solidificar pensamientos.

Sabía que de manera inconsciente, revivía el momento en el que despertó en la clínica de la doctora Leslie Thomkins, luego de haber sido brutalmente torturada por Black Mask.

Si abría los ojos, vería a Batman sentado a su lado, impotente y culpable, terriblemente arrepentido de haberla dejado trabajar a su lado.

A menudo tenía pesadillas con esa mirada, esa mueca de dolor que ni la máscara de murciélago podía disimular.

Porque claro, siempre era triste que tu mentor se preocupara por ti… Pero que se arrepintiera de tomarla bajo su manto, eso ella apenas podía soportarlo.

Luego de unos minutos en que su mente se organizó y pudo estar plenamente despierta, decidió que era una tontería retrasar lo inevitable y abrió los ojos.

Lo primero que vio le hizo retroceder a esas pesadillas que tanto odiaba. Una máquina qué capturaba sus signos vitales y una bolsa de suero que colgaba en la parte más alta de un gancho metálico, conectado a un catéter en su brazo derecho.

Sin embargo, cuando su mirada siguió recorriendo el espacio que la rodeaba, llegó a la conclusión de que no estaba en ninguna clínica u hospital.

La habitación estaba abarrotada de equipo médico, más que una tienda mayorista o una maldita farmacia, pero el olor a antisépticos y desinfectantes no estaba tan arraigado a las paredes como en cualquier hospital. Era cálida y acogedora, aunque algo desordenada.

Justo al lado de la cama, a sus pies, yacía una caja abierta con un montón de gasas estériles; al lado, en un bote de basura forrado con una bolsa amarilla (una bolsa para desechos médicos), otro montón de gasas bañadas en sangre. Su sangre, dedujo Stephanie mientras palidecía.

— Hey. —Una voz la detuvo a mitad de su inspección, cuando ella empezaba a entrar en pánico. Stephanie levantó la mirada, precisamente después de notar que no llevaba puesta la máscara ni la parte superior de su traje.— No te levantes. Terminé de suturar la herida hace apenas unas horas y no quisiera que se soltaran los puntos.

Stephanie no era cercana a Jason Todd, pero había trabajado suficientes veces con él para conocer su identidad y reconocerlo apenas entró a la recámara.

Llevaba una sudadera roja y unos pantalones de chandal grises. E iba descalzo. Eso tendría que haberle parecido más extraño que su cabello negro desordenado, pero la cosa es que lucía realmente revuelto, como si se hubiera pasado las manos por la cabeza un millón de veces.

Tenía algunas sombras bajo los ojos y parecía preocupado. Realmente preocupado. Pero no como Bruce; sorprendentemente, Stephanie no hizo esa correlación. Jason parecía tenso, incluso molesto, pero no decepcionado.

Aún así, no pudo evitar preguntarse si estaba en problemas.

— Tuviste suerte, el cuchillo no atravesó ningún órgano vital. Aunque sí hizo un pequeño corte en tu hígado, así que tendrás que tomártelo con calma las próximas semanas. —Él añadió después de un incómodo silencio, acercándose para verificar la pantalla del monitor de signos vitales. Luego le extendió un vaso con un contenido color miel.— Bebe, es té.

Stephanie inclinó la cabeza y, para su sorpresa, Jason le dio de beber en los labios. Su delicadeza era sorprendente, tomando en cuenta lo grande que se veía desde ese ángulo.

— Comida de hospital. —Ella hizo una mueca cuando él alejó el vaso. El té estaba tibio y no tenía apenas sabor.

A pesar del profundo ceño fruncido del moreno, las comisuras de sus labios se elevaron en una sonrisa burlona.

— Es lo que obtienes luego de ser apuñalada por una escoria mafiosa.

Steph resistió el impulso de incorporarse, pero su rostro reflejaba su inquietud sobre el tema.

— ¿Herons huyó?

Jason le lanzó una mirada rápida y, casi de manera demasiado casual, se encogió de hombros.

Ella gimió, furiosa.

— La he cagado. —Graznó.— No puedo creer que lo haya jodido tan rápido.

— No vas a ahogarte en tu propia compasión, ¿o sí?

Jason levantó una ceja y ella le lanzó una mirada asesina.

— Bueno, ese era el plan, pero ahora me lo has arruinado, muchas gracias. —Stephanie resopló, desconcertada por la manera en que su estómago se llenó de mariposas cuando Jason volvió a sonreír.

No había estado en sus planes involucrar al más conflictivo de los murciélagos, pero por otro lado, tampoco había anticipado ser apuñalada mientras el villano huía impunemente. El deseo de revolcarse en la auto compasión seguía siendo demasiado tentador, pero no tenía caso.

Además, había algo que no acababa de entender sobre la manera en que Jason la miraba, como si no estuviera calculando la mejor manera de criticar su fracaso e ineptitud.

— Gracias por salvarme, y… ya sabes, remendarme. —Ella señaló su vientre, juntando muy levemente las cejas después.— Pero… ¿No vas a decirme algo? No es que me muera por escucharlo, pero-

— Oh, diablos, no. —Jason la interrumpió con afán, casi ofendido por la implicación.— No voy a darte ese sermón. Y odio los sermones en general, pero ese en particular es grotesco.

Stephanie abrió la boca, pero no salió ningún sonido de ella. Estaba absolutamente anonadada. Y él entendía la razón.

Nunca hubiera pensado compartir un entendimiento casi telepático con Jason Todd, el tipo a quien había llegado a temer por culpa de las advertencias de Tim.

Jason suspiró y tomó asiento a su lado en la cama, doblándose hacia adelante para apoyar los codos sobre las rodillas.

— Cuando tenía quince años y aún era Robin, cometí un montón de errores. —Le dijo entonces, no lo bastante bajo para ser un murmullo pero sí una confidencia.— No solía medir mis golpes y los criminales que capturaba con Bruce solían acabar en terapia intensiva. Y… joder, odio reconocerlo, pero eso era bastante estúpido. Sobre todo cuando en serio necesitas extraer información.

Jason parecía a punto de reírse de sí mismo, pero Stephanie reconoció la amarga auto condena que oscureció sus ojos y borró cualquier rastro de humor.

— Bruce nunca lo dejó pasar, y sé que tenía sus razones para reprenderme. Él intentaba enseñarme la diferencia entre la justicia y la venganza, pero… —Jason hizo una pausa demasiado larga. La rubia llegó a pensar que él se había dado por vencido, pero luego levantó la mirada hacia ella con reconocimiento.— Sé lo que esos sermones pueden hacerte a la larga. Sé que los esperas cuando hiciste algo mal, incluso si no tienes al viejo respirando a tus espaldas. Casi… Casi deseas que te reprendan, porque…

— Porque crees que lo mereces. —Concluyó Stephanie a duras penas, pues se le había formado un nudo en la garganta.

Él asintió.

— Objetivamente hablando, no tiene nada de malo reconocer nuestros errores y aprender de ellos, supongo. —Dijo, sacudiéndose las manos en los pantalones de chándal como si pudiera, de la misma manera, sacudirse la melancolía de encima.— Pero mierda, sé que echar el sermón justo después de meter la pata no le sirve a nadie. No importa un carajo lo que piense Bruce.

— Estoy preocupadisima por el asunto de Herons. —Stephanie se quitó el pelo de la frente, sabiendo que tenía un aspecto lamentable.— Pero una parte de mí quiere darte la razón. Apenas abrí los ojos se me ocurrió pensar cómo reaccionaría Bruce… y también Tim. Es una putada.

Jason sonrió, tal vez porque jamás la había escuchado decir una palabrota, y ella se vio contagiada sin razón aparente. Él en verdad tenía una sonrisa muy bonita.

— Gracias por no echarme el sermón, Jay. —Stephanie hubiese querido abrazarlo en señal de gratitud, pero tuvo que confirmarse con pasar la mano sobre su pelo oscuro.— Si alguien pregunta, le diré que pasaste las primeras horas diciéndome cuán tonta fui y cuánto me beneficiaría dejar este estilo de vida.

— No exageres, Blondie. —Jason dejó escapar un sonido cortado que ella no supo decodificar, pero el dolor en su costado y el cansancio no le dejaban poner más de su parte.— Nadie te iba a creer de todos modos.

Stephanie sonrió ligeramente.

— No, supongo que no.

Jason debió darse cuenta de cuán cansada estaba, así que le revolvió el pelo y se puso de pie, para decepción de la rubia.

— Vuelve a dormir. —Jason no sacó la cajetilla de cigarros en ese momento, pero Stephanie supo reconocer la agitación de su mano ante la ansiedad por fumar.— Como te dije, vas a estar jodida varios días, así que no vas a salir de esta habitación hasta nuevo aviso.

— Vaya, sonaste como Alfred. —Ella hizo un mohín, pero debía reconocer que sentía sus párpados cada vez más pesados.

— Ey, eso es un halago para mí. —Jason volvió a sonreír y ella no intentó descifrar por qué ese simple gesto seguía calentando su pecho. En serio quería dormir.

Sin embargo, sobreponiéndose al cansancio mientras podía, alcanzó dos de sus dedos, logrando que él se detuviera.

─ Jason… ─Ella empezó, abriendo y cerrando la boca cuando no encontró de inmediato las palabras. Se le había hecho un nudo en el estómago luego de que se le cruzara un desagradable presentimiento.─ Estás… ¿Tienes intención de…? ─Sus miradas se encontraron, tensas.─ ¿Vas a matar a Herons?

Jason no se soltó de su agarre, pero fue como si de pronto se hubiera cerrado en sí mismo, como una ostra. Una parte de Stephanie deseaba no haber hecho esa pregunta, pero tampoco pensaba echarse para atrás. No cuando era tan importante.

─ Él merece morir. ─Su voz era seca, cargada de resentimiento, y Steph podría haber tenido miedo de su ira si no fuera por la suavidad con la que todavía la sostenía.─ Merece que le abran el vientre y lo cuelguen con sus propios intestinos.

Jason hizo una pausa cuando ella hizo una mueca. Estaba segura de que también se había puesto verde, sólo de imaginarlo.

Luego él suspiró y dejó caer sus dedos.

─ No es lo que querías oír, ¿verdad? ─Murmuró con amargura.─ Pero sabes que no sigo las reglas de Bruce, así que no me voy a disculpar por eso.

Igual que Jason había podido entender el miedo de recibir un sermón sobre sus errores, Stephanie comprendió de inmediato que él creía que ella estaba decepcionada de él. Que tal vez intentaría hacerlo cambiar de opinión. Que le soltaría ese otro sermón.

Y una parte de ella deseaba pedirle que lo pensara mejor, que no gastara su tiempo con tanto odio y rencor. Que perdonara.

Pero se dio cuenta casi al instante lo hipócrita que hubiera sonado eso. Pura basura. Porque ella tampoco quería perdonar a Herons, ni dejarlo en paz. Y aunque no tenía muchas ganas de conocer el interior de sus intestinos, entendía la desesperación de Jason de saberlo muerto.

Le hacía pensar en el Joker… en Black Mask. Le hacía pensar en lo mejor que estaba el mundo sin ese par de bastardos.

Así que en vez de reclamarle o repetir como un loro el discurso moralista de Bruce, Steph sólo lo miró con desnuda preocupación.

─ Si tienes que matarlo… ─Le dijo en voz baja, demasiado cansada para nada más.─, por favor, cuídate.

No supo interpretar la mirada de Jason cuando se apartó de ella. De hecho, ni siquiera fue capaz de verlo a los ojos. Él se dio la vuelta y volvió a pasarse la mano por el pelo.

─ Descansa, Batgirl. ─Fue lo que le dijo antes de abandonar el cuarto.

Y aunque ella estaba lo bastante preocupada y ansiosa para pensar que podía quedarse despierta, lo cierto es que ya no podía soportar el sueño. Antes de darse cuenta, todo quedó oscuro, pero para variar no hubo pesadillas sobre el largo camino de errores que había cometido hasta ese momento.

Sólo una oscuridad profunda.

.

.

.

Jason, por otro lado, no sería capaz de dormir incluso si tomara un bote entero de Prozac.

Él en serio necesitaba ese cigarrillo, así que tan pronto como Stephanie se quedó frita en la habitación que usaba como sala de urgencias en su casa de seguridad, subió por las viejas escaleras contra incendios hasta la terraza del edificio.

La noche estaba fría, pero aún faltaban algunas semanas para la parte más cruda del otoño. Era esa época agradable en la que podías disfrutar el fresco sin pescar una pulmonía.

Mientras encendía el que sería el primero de muchos cigarrillos, Jason se preguntó qué debía pensar acerca de las últimas palabras de Stephanie.

No creía que ella fuera la clase de personas que siguen la corriente o se muestra de acuerdo con otros sólo para quedar bien, pero… ¿Tal vez eran los efectos de haberle salvado la vida esa noche? ¿Puede que ella estuviera tan agradecida que decidiera hacerse de la vista gorda con sus intenciones de matar a Anthony Herons?

Por alguna razón, le daba una picazón insoportable.

Él no quería la gratitud de nadie, ni una falsa comprensión. No quería que nadie fingiera estar de acuerdo con él, después de años de vivir en la sombra de su familia, siempre siendo el idiota violento que no podía controlar sus impulsos. Ese demente que estaba muy cerca de acabar en Arkham.

Pero Stephanie era diferente.

Ella sabía lo que era no tener la aprobación de nadie y de hartarse de buscarla. Ella había sido otra decepción de Bruce. Y había pasado por su propio infierno, aunque en realidad Jason no conocía los detalles.

Sólo sabía que, durante un tiempo, Bruce también la creyó muerta.

A veces parecía gracioso que habiendo hecho sufrir tanto al murciélago con sus ausencias, él continuara decepcionado de ellos ahora que los tenía de vuelta.

─ Bien, le negué una ronda de autocompasión pero aquí estoy yo haciendo lo mismo.

No tenía a nadie a quién decírselo. Sólo a la noche y a su cigarro, cada vez más corto entre sus dedos.

Pero ya no tenía mucha importancia reflexionar sobre lo que había pasado y lo que pasaría una vez que encontrara a Herons. Primero tenía que dar un paso adelante y comenzar su búsqueda.

Y no podía irse y dejar sola a Stephanie con las heridas tan delicadas que tenía.

Así que aunque lo último que quería era tener esa conversación con esa persona, no le quedó más remedio que sacar su móvil y marcar el número que había registrado apenas unos meses atrás.

─ ¿Jason? ─La voz de Bárbara sonó alterada al otro lado de la línea. Jason supuso que era natural, tomando en cuenta que no había recibido más notificaciones de Stephanie, quien ahora era su protegida, después de haberse metido en un lío con armas de fuego.─ ¿Qué pasó? ¿Dónde está Stephanie? ¿Por qué no contesta su comunicador? ¿Y por qué no registro sus signos vitales?

Hablaba muy rápido, pero él intentó mantenerse tranquilo.

─ Tranquila, Babs. ─Le dijo.─ Little Blondie está bien. Bueno, está viva. ─Jason se pasó una mano por la nuca, sabiendo que eso no sonaba demasiado reconfortante.─ Recibió una herida de arma blanca en el torso. Fue… apuñalada. Tuve que quitarle la parte superior del traje para inspeccionar la herida y darle unas puntadas. Pero está bien. No ha presentado fiebre y sus signos vitales son buenos.

Bárbara no respondió. Jason casi podía imaginarla en su pequeño refugio lleno de computadoras, registrando el hecho de que Stephanie Brown había sido apuñalada y que Jason Todd, nada más ni nada menos, le había salvado la vida. Y que le había visto semi desnuda en el proceso, además.

─ Lamento no haberte llamado antes. ─Él añadió después de un largo e incómodo silencio.

Si había alguien con quien no se sentía muy incómodo al disculparse, esa era Bárbara. Ella siempre había sido como una hermana mayor para él; estricta, mandona pero mucho más comprensiva que el viejo.

─ No, es que… ─Bárbara suspiró.─ Gracias. Jason… gracias.

Jason intentó disimular lo mucho que le afectó escuchar esas palabras, incluso cuando nadie lo miraba en esos momentos.

Era difícil, incluso después de años, dejar de buscar el afecto y el reconocimiento de aquellas personas que tanto apreciaba.

─ No hay de qué. ─Respondió después de unos instantes, sonando casi indiferente, aunque dudaba que pudiera engañar a Babs.

─ Debería ir por ella a primera hora mañana. ─Murmuró ella al otro lado de la línea, pero Jason pudo reconocer el matiz de culpabilidad en su voz.─ Pero si Herons escapó…

─ Será un verdadero problema. ─Asintió él, frunciendo el ceño, recordando al grupo de chicos que había visto escapar en las dársenas.─ Dudo que se haya quedado en los alrededores de Gotham sabiendo que Batgirl y Red Hood estaban tras sus pasos, pero tampoco abandonará tan fácilmente el Paso de Harley. El maldito pedazo de mierda estaba reclutando niños de los Narrows.

─ Hasta donde sé, Herons podría estar involucrado en mucho más que sólo tráfico de armas y drogas. ─Dijo Bárbara con tristeza, y Jason pensó en todos esos casos en los que encontró camiones cargados de niños y mujeres que habían sido trasladados desde lugares tan lejanos como Nicaragua o Nigeria.─ Pero no puedo dejar sola a Steph. ¿Te importa si mando a Dick a recogerla?

─ Blondie no está en condiciones de moverse, Babs. ─Jason no sabía decir la razón exacta, pero le molestó pensar que su amiga creyera que él no podía ocuparse de su querida aprendiz. O peor, que pudiera correr peligro a su lado.─ Aquí tengo todo lo necesario para cuidar de sus heridas.

─ Seguro que sí, pero no creo que te quedes tranquilo mientras Herons anda por ahí. ─Replicó ella con escepticismo.

Y Jason no podía negar que la necesidad de salir corriendo para atrapar a ese pedazo de basura era insoportable. Sólo quería cargar una maleta con sus mejores armas y municiones y salir de cacería. Quería enfrentar a Herons por la manera en que utilizó a Stephanie para salvarse el culo, usándola como si no fuera nada más que carne de cañón.

Con la frustración filtrándose por todos sus poros, gruñó y tiró la colilla de cigarro al suelo, aplastándola con resentimiento.

─ De acuerdo. ─Graznó.─ Pero no quiero a Dick solo en mi casa de seguridad.

─ Dudo que Dick intente robarte los calcetines o algo así. ─Bárbara suspiró, como si estuviera lidiando con un par de mocosos. Lo cual no era del todo incorrecto.─ Bien, puedo enviarlo con Cass. De todos modos, ella querrá cuidar personalmente de Steph.

─ Vale.

.

.

.

Aunque lo último que Jason quería era una reunión familiar, esperó hasta que Richard Grayson y Cassandra Cain arribaron a su casa de seguridad a primera hora de la mañana, cuando los vecinos aún estaban durmiendo.

Mientras que Cass no tuvo la paciencia para intercambiar saludos, pasando de Jason y buscando inmediatamente a Stephanie para corroborar su estado, Dick se quedó en el marco de la puerta, observando a Jason con una pasividad que le desesperó un poco.

─ Hey, little bird. ─Usó ese estúpido apodo de una manera rara, casi cariñosa, pero con un recelo que no desaparecía del todo de sus ojos azules.─ ¿Estás bien? Escuché que tuviste una noche dura.

─ No tanto como Blondie. ─Jason intentó quitarle importancia, encogiéndose de hombros como si las sombras bajo sus ojos no se notaran a kilómetros de distancia.─ ¿No estabas en Blüdhaven?

Dick hizo una mueca, entrando al departamento cuando Jason se hizo a un lado. Mientras que Jason llevaba las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros, Dick sostenía la correa de una maleta de viaje en una mano y una bolsa de compras en la otra.

─ Vine a ver a Babs hace unos días. De ninguna manera pensé que uno de los nuestros resultaría gravemente herido.

─ ¿Eso es para Blondie? ─Jason preguntó, señalando la maleta y la bolsa de compras.

Dick asintió.

─ Pensé que tal vez tu refrigerador estaría vacío, así que traje suficiente comida de hospital para hacer que cualquiera desee recuperarse para darse el alta.

A pesar de todo, Jason no pudo evitar sonreír. De no ser por la manera tan horrible en la que se desarrolló todo, luego de su muerte a manos del Joker y luego su resurrección, Dick habría sido la persona con la que más disfrutaba pasar el tiempo. Ese estúpido optimismo y sus bromas malas eran muy reconfortantes.

─ Aunque no lo creas, mi refrigerador no está vacío. ─Le dijo, mirando a su hermano mayor dejar la bolsa de compras en la encimera de la cocina.

─ Las cervezas no cuentan, Jay. ─Dick decidió ignorar cuando el aludido le mostró el dedo medio, sacando poco a poco el contenido de la bolsa. Sin embargo, después de unos momentos, se quedó quieto y observó a Jason con una preocupación latente en la mirada. Una expresión que el otro conocía demasiado bien.─ Jason, sobre Herons…

─ Babs me ayudará a localizarlo. ─Lo cortó de inmediato, con sequedad, sosteniéndole la mirada para dejarle en claro que no tocaría ese tema con él.─ Tú sólo cuida que la herida de Blondie no se infecte. No me gustaría asistir a otro funeral.

Dick puso mala cara, pero Jason lo ignoró, pasando de él para entrar al cuarto donde la chica descansaba.

Para su sorpresa, Steph estaba despierta, sonriéndole a Cass mientras le contaba quién sabe qué sobre la universidad.

Cass no era exactamente una chica parlanchina, pero parecía cómoda al lado de Steph, quien sin duda podría charlar sobre cosas intrascendentes aún en su lecho de muerte.

En realidad, a Jason le sorprendía que tuviera las fuerzas para hacerlo, pero le quitó un enorme peso de los hombros.

─ No puedo dejar de lado la ironía de todo esto. ─Estaba diciendo ella, con una mueca frustrada y divertida a partes iguales.─ Probablemente repruebe Inmunología, pero estaré aprendiendo un montón del tema mientras examino mis signos vitales en esta dichosa pantalla.

Cass se rió por lo bajo, tomando la mano de Steph mientras ésta continuaba diciendo lo mucho que se había preocupado por rendir la materia, siendo que podría haber muerto la noche anterior. Hablaba con un humor negro que Jason sólo había reconocido en él mismo hasta ahora, tocando el tema de la muerte con demasiada ligereza.

"Supongo que una vez que has pasado por eso, puedes darte el lujo de burlarte de tu propia muerte", pensó, antes de acercarse a las chicas a paso lento.

Cass lo miró primero, pero Steph se tomó su tiempo para levantar la mirada y encontrarse con él. Parecía un poco más repuesta que horas atrás, pero también tenía sombras bajo los ojos y su piel estaba mucho más pálida que de costumbre.

─ Te ves terrible. ─Fue lo primero que se le ocurrió decirle, y supo cuán estúpido era cuando ella sólo levantó una ceja.─ Dick trajo comida de hospital, eh…

─ Eso me hace sentir mucho mejor. ─Replicó ella, rodando los ojos.

De pronto, la habitación se cargó de una tensión extraña.

Cass los miró intermitentemente y, sin dar una sola explicación, se encogió de hombros y salió de la habitación, dejándolos solos.

Jason la miró irse con la boca abierta, desconcertado, pero se giró cuando escuchó de nuevo a Steph.

─ Vas a irte. ─Ella le dijo, no como una pregunta sino como una afirmación.─ Por eso Cass y Dick están aquí.

─ Vinieron a cuidarte. ─Jason asintió, un poco incómodo y… ¿avergonzado? En cierto modo, se sentía como si lo hubiesen pillado en una mala travesura. En un extraño impulso, volvió a sentarse a un lado de la rubia, cuidando no mover demasiado el colchón para no hacerle daño.─ No estás en condiciones de moverte aún, así que… Bueno, aquí estarás a salvo con ellos. Yo diría que en unos días podrás ponerte de pie, pero como te dije anoche, tienes que tomártelo con calma.

Stephanie lo observaba fijamente, cada parte de su rostro, como si intentara encontrar algo en él más allá de sus palabras. Jason comenzó a sentirse desnudo y afectado, pero por primera vez no deseaba salir corriendo en dirección opuesta, sino acercarse un poco más. Le tentaba permitir que ella encontrara algo en él que valiera la pena, aunque fuera imposible.

─ Vas a por Herons. ─Ella murmuró al cabo de un rato, en un tono íntimo y discreto. Antes de que Jason pudiera cerrarse de nuevo, como la noche anterior, Steph lo tomó de la muñeca.─ Está bien, Jason… En serio. Haz lo que tengas que hacer, pero por favor, no arriesgues tu vida más de la cuenta.

─ ¿Ahora estás preocupada por mí? ─Preguntó él, también en voz baja, con una sonrisa irónica.

Para su sorpresa, Stephanie lo miró con seriedad.

─ Sí.

Jason no supo cómo despedirse de ella después de eso.

En realidad, no tenía idea de cómo comportarse como un ser humano sociable o decente a partir de ese momento. Al tomar sus cosas y pasar junto a sus hermanos, no pudo más que gruñir y desear que el zumbido en su cabeza se desvaneciera.

Pero sabía que era mucho más que un shock.

Era la presión en su pecho, la sensación de que, por primera vez en su puta vida, alguien estaba deseando que él volviera sano y salvo de su misión de homicidio premeditado.

Y aunque él no había hecho ninguna promesa, estaba decidido a volver en una sola pieza.