Shibari: arte japonés que consiste en hacer ataduras en el cuerpo que en ocasiones presionan puntos erogenos.


Era una tarde fresca en Station Square, los flicky revoloteaban y algunos se posaban en las ventanas para deleitar con su canto al residente. Uno de esos animalitos pasó cantando por la ventana de un apartamento cerca de la playa de la ciudad, donde una chacal lo miró mientras alzaba el vuelo. La hembra se inclinó en la ventana contemplando el basto mar y no pudo evitar suspirar relajada, esbozando una sonrisa. En eso una briza sopló en su cara, ondulando su pelaje y ensanchando su sonrisa.

—Había olvidado estas sensaciones —dijo al horizonte.

Pronto, sus orejas se animan ante unos paso ligeros, pero ella solo siguió admirando el panorama. En eso unas manos enguantadas le rodean la cintura y la atraen un poco, hasta chocar con algo mullido. Ella cerró los ojos y ladeó un poco la cabeza, esperando sentir el toque de esos labios. Su acompañante no demoró en complacerla y luego apoyar la cabeza levemente en su hombro.

—Es una vista interesante, Kelly —dijo su pareja siguiendo la mirada de la hembra—. Aunque nunca me acostumbraré a toda esta calma, es rara —añadió soltando a Kelly.

—Sí, pero no me quejo —dijo ella girándose, quedando frente a su pareja—. Nos hacía falta un tiempo a solas —susurró, perdiéndose en esos ojos heterocromáticos antes de rodearle el cuello al chacal con cicatriz y disfrutar su cercanía.

—Mucho hacía falta —aseveró sujetándola de la cintura—. Aunque creo que fue mala idea dejar a Lance solo en la base… porque los otros quien sabe donde andarán durante sus vacaciones.

—Relájate, Zero. Sabemos como es Lance…

La hembra se calló tras reflexionar eso. Entretanto, a cientos de kilómetros en la base del escuadrón, un chacal con boina roja caminaba de un lado a otro en la sala. El canino hablaba muy animado por teléfono, hasta que una repuesta lo alteró.

—¿Cómo que no tienen esa cantidad de hembras? ¿Qué clase de servicio son ustedes? —exasperó, hasta que obtuvo respuesta—. Las otras disponibles son humanas, ¡pues mándelas también!… Entonces serían 7 hembras y 3 mujeres. ¿Hecho?… Si por una noche…

Y así siguió con sus planes el lujurioso chacal, mientras cierta pareja tenía el presentimiento que ocurriría un desastre en la base. Aunque siempre y cuando todo estuviera como lo dejaron, no habría problemas. Caso contrario, Zero tendría una charla muy amistosa con él.

Pasado un rato, Zero y Kelly caminaron por la ciudad hasta llegar a un campo de tiro. Allí se toparon con un puñado de humanos compitiendo por demostrar, quién tenía mejor puntería. Los chacales se miraron antes de colarse entre la gente y conseguir un arma. Los humanos se callaron al oír los disparos de Zero traspasando los blancos.

Varios se negaron a aceptar que era bueno, y en lugar de intentar ganarle prefirieron desquitarse injuriando contra él y Kelly. Zero se rio por dentro entregando el arma a su novia. Ella cargó el arma y vació el cartucho sin vacilar, para desgracia de sus burladores, superó la precisión de Zero. Kelly los retó a superarla y así comenzó un rato de entretenimiento para esos dos.

Al cabo de un rato, ambos salieron con un manojo de billete y emprendieron su camino de regreso. Sin embargo, Zero se adelantó para poder preparar algo. Para cuando ella llegó, él seguía encerrado en la habitación, así que decidió mirar por la ventana. Pronto el chacal regresó y ella solo lo miró con una ceja arqueada.

—Solo preparaba todo. No olvides cuáles son nuestros planes —dijo invitándola a la habitación.

La hembra se colocó delante de él y acentuó el movimiento de sus caderas. Zero cerró la puerta, mientras ella fingía recordar.

—Sobre lo que dijiste, puede que lo haya olvidado —sonrió.

—Hace un par de semanas, cierta chica me ayudó a superar algo —dijo tomándole las manos.

Luego paseó sus manos por los brazos y la fue empujando contra una pared.

—Esa noche disfrutamos mucho y prometiste algo —añadió tomándola de las muñecas y alzándole los brazos, hasta fijarlo a la pared.

—Y lo cumpliré —dijo acercándose a la oreja de Zero—. Seré tu sumisa… tu perrita —susurró, erizando la piel de su amante.

—Buena chica —felicitó antes de morderla suavemente en el cuello—. Así que hoy me «vengaré» por lo de esa noche.

Zero la soltó y reveló varios metros de cuerda, debajo de la almohada. Kelly ladeó la cabeza, era demasiada cuerda para una atadura como la de esa vez. Zero solo sonrío al notar su confusión.

—Descuida, Kelly. Solo iré un poco más allá.

—Veamos que tienes preparado chacal —dijo Kelly lamiendo la punta de uno de sus dedos, para luego quitarse el guante con los dientes.

Zero la ayudó a despojarse de sus prendas, mientras acariciaba cada parte que quedaba al desnudo, hasta contemplar a su chica sin nada. En eso el chacal tomó la cuerda doble y la pasó por el cuello de Kelly, dejándolo holgado en la espalda; y descendiendo hasta su pecho donde anudó las cuerdas varias veces. Ella sonrió un poco al verlo inmerso, disfrutando cómo sus dedos le recorrían los senos, para después trazarlos con la cuerda. Pronto él siguió recorriendo su abdomen, formando algunos rombos con la cuerda.

—Así que esto querías hacer. ¿Necesitas tanto para contenerme...?

La hembra jadeó al sentir unos dedos pasando por entre sus piernas, humedeciéndose un poco cuando la penetran suavemente. Zero sonrío mostrándole sus guantes húmedos.

—No necesito mucho para contenerte. Solo mira como estás —dijo chupándose los dedos mojados.

—Eso es nada —refutó ella.

—Es verdad, puedo mojarte más. —Le susurró en la oreja y se colocó detrás.

Sin más, la cuerda se deslizó por entre las piernas de Kelly, hasta pasar por su trasero y subir por la espalda para unirlo con la cuerda en su espalda. Un hormigueo recorre a la hembra, cuando él ajusta la cuerda para que pase por sus labios vaginales, dejando la entrada a merced de su pareja. Zero se coloca delante otra vez y une el arnés en el pecho con la cuerda restante. Luego apretó el contorno de los senos de Kelly, ganándose un gemido suave.

El roce ligero con cada respiración era estimulante para ella, aunado a las manos de su novio recorriendo más bajo, mientras unía todos los nudos. Decorándole el cuerpo con formas de diamantes.

—¿Qué opinas? —preguntó fijando el último nudo.

Ella no dijo nada, a pesar de tener un rubor ligero, solo sonrió ansiosa. Pero el chacal tomó una cuerda más corta y unió las manos de Kelly. Ella mantuvo las muñecas juntas mientras las amarra, lo suficiente holgado para resultar cómodo.

—¡Listo! —anunció fijando una cuerda más larga entre las muñecas.

Antes de decir nada, la besó entretanto la empujaba contra la pared. En eso le alza un poco los brazos, hasta colgar la cuerda en una clase de perchero que Zero preparó de antemano. Ajustó una altura cómoda para ella y así fijó la cuerda, admirando a su amante con un vestido de diamante y los brazos casi extendido hacías arriba, incapaz de zafarse.

—Ahora sé buena chica —Se le acercó a la oreja— y entrégate —musitó.

Ella le gruño juguetona, antes que él la tomara de la mejilla y la callara con sus labios. Sus bocas se encontraban con ansias, mientras Kelly tiraba de sus brazos algunas veces sin poder hacer nada. Cada vez que lo intentaba, Zero le mordía un poco los labios. Ella apretó los puños para controlarse, pero deseaba tocarlo. Luego cerró los ojos disfrutando el momento.

Pronto la lengua de Zero le recorre los labios, erizándole la piel. Pero apenas ella abrió la boca para recibirla, él movió los labios a su cuello y le dio una larga lamida, seguida de una mordida. Kelly gimió apretando las piernas, mientras los besos se tornan ansiosos y las garras de su amante arañan sus senos. Sin más, la hembra comenzó frotarse las piernas, pero el roce con la cuerda solo la desesperaba más.

Sin darse cuenta ya había empezado a agitarse y se puso peor cuando unos colmillos rozaron sus pezones. De pronto la cuerda en su cuerpo se tensa un poco más, apretando más sus senos. Ella abrió los ojos para encontrarse con la lascivia reflejada en los ojos de Zero, además de mirar de reojo la erección del chacal.

Estaba por burlase de eso, pero solo alcanzó a jadear cuando dos dedos se deslizan por entre sus piernas y la penetran, entretanto Zero le proporciona chupetones en el cuello. Ella tiró con fuerza de nudo en sus muñecas, pero era inútil.

—Deja de resistirte —escuchó en su oído.

Sin más siente el miembro de Zero entre sus piernas y el chacal la agarra del trasero, moviendo su cuerpo para frotarse contra ella. En ese ella momento solo quería una cosa, sin importar nada.

—Fóllame —dijo—. Soy tuya —susurró.

—¿Dijiste algo? —pregunto Zero levantándole las piernas.

Ella lo abrazó con las piernas, sin poder seguir resistiendo el roce contra su entrada mojada. Las cuerdas entre sus piernas estaban empapadas, igual que la parte posterior de sus muslos. Sabía lo que quería y cómo obtenerlo.

—Hazme lo que quieras —pidió dejando de forcejear la atadura—. Por favor —añadió agitada.

Zero sonrió notando a su chica agitada y solo podía pensar en satisfacer ese deseo. Sus miradas se encuentran un momento, solo para dar paso al deseo desenfrenada.


N/A: Y así comienza este KinkTober usando los prompts de «Es de fanfic» del año pasado. Aviso que no haré todos los días, pero si la mayoría.