"La escalofriante (y ridículamente larga) introducción de Hiccup"

Resúmen: ¡Hola! Me llamo Hiccup Haddock, y... Soy un brujo... O algo así. Vivo en una casa mágica, con cientos de cosas mágicas y con Toothless, mi gato que se transforma en dragón. Mi familia y yo hemos mantenido el secreto por años, viviendo alejados de Berk, viviendo a raya a los ojos de los demás.

Dónde Hiccup nos plática su vida, de quién está enamorado, nos repite que mañana es su cumpleaños... Ah, y nos presenta a su dragón.


Esto... Es Berk.

Una pequeña isla a lado de Noruega, a la cual nadie le hace caso porque... Bueno, no es la gran cosa. Lo único que se hace aquí es pesca. Nada más, es un pequeño pueblito aburrido pesquero.

Claro, si no cuentas a las brujas.

Me llamo Hiccup, hola. He vivido en Berk toda la vida, cumpliré dieciocho, voy en último año de preparatoria y soy un brujo. Vaya presentación, ¿No? Pero no se angustien, no es lo que están pensando, no uso túnicas largas con estrellas y lunas o con lentejuelas, ni esos raros sombreros en punta, ni tengo verrugas o como niños en el desayuno .

Gobber dice que eso es repugnante. Yo también lo creo. Aunque hay algunos que sí lo hacen... Puaj.

Siempre he sabido que soy un brujo, ¡Y como no saberlo! Mi casa es la única que está en la colina mas alejada de la aldea , es una granja grande llamada "Casa". Sí, tiene nombre.

Y es porque, bueno, tiene vida propia. No estoy jugando, ¿Han escuchado esa expresión que dice que "ojalá las casas se hicieran solas"? Pues mi casa de "hace" sola. Se decora sola y siempre está cambiando. Todavía no sé cuál es el tema de hoy, pero usualmente Gobber le muestra revistas decorativas para darle ideas. A Casa también le gustan mucho las películas, así que si hay un diseño que le guste, ella lo copia con lujo de detalle.

Cómo la vez que copio toda la Madriguera de Harry Potter, ¡Hasta había un reloj con nuestros nombres! ¿Que locura, no?

Casa se encarga de, vaya, el orden de la casa, pero quién se encarga de la cocina, es... Bueno Cocina, pero nosotros le decimos Cookie, ella es asombrosa, pídele cualquier platillo, el que sea, de la región que sea y ella lo preparará con gusto, ¡Y queda delicioso! Mejor que cualquier cosa que mi mamá o mi papá puedan preparar, ambos son pésimos cocineros.

Hablando de mis padres, es una historia particular. Verán, todo empieza con mi padre y su amigo Gobber, el cual conoció de juerga en un bar y ahora son inseparables , después de que Gobber lo salvara de un asalto saliendo del bar . No supo hasta después que Gobber era un brujo, claro. Gobber le presentó a Valka Spellman, mi mamá, la cual también es una bruja, se enamoraron perdidamente en el momento en el que se vieron, se casaron dos meses después y de ahí vengo yo. Mi padre es un mortal, así que, cómo pueden ver soy mitad mortal.

Esto ocasionó problemas desde... Bueno, desde que nací.

Primero que nada, nadie sabía el protocolo que se debía seguir en caso de que naciera un bebé mitad brujo mitad mortal, no por lo menos en nuestro aquelarre. Mi padre quería bautizarme en la falsa iglesia y mamá quería lo mismo, decía que quería que yo tuviera el panorama completo de la vida, no solo el que nos hacía ver el Señor Oscuro; pero el Sumo Sacerdote Viggo Grimborn no creía lo mismo. Fue una pelea larga, pero al final, lograron bautizarme con el falso dios y con el Señor Oscuro; se resolvió que yo podría tomar la vida de un mortal siempre y cuando cumpliera mis obligaciones como brujo también. Por lo que, sí, tengo que ir a las reuniones con el aquelarre... Y las detesto, te obligan a ir todo de negro, todos los brujos actua n con superioridad, he visto como se expresan con los mortales, son sumamente despectivos... Incluso conmigo lo son.

Lo único bueno, es que ya no voy a misa con mi padre. Los sermones a veces son aburridos.

Hace seis años que mi mamá se fue de expedición a la Dimensión Dragón y no ha vuelto desde entonces, pero a veces puedo hablar con ella cuando se aparece en los espejos (sí, también en los del baño, y sí, es incómodo). Espero con ansias que vuelva, me gustaría que ella estuviera aquí en mi cumpleaños...

Que es mañana. El 31 de octubre. Sí, ya sé, el día de brujas, que conveniente.

En Casa vivimos mi padre, Gobber y yo. Mi padre es un hombre importante aquí, es el sheriff de Berk, conoce a todos los habitantes de Berk (que en realidad no son muchos) y se entiende eso, al igual que yo, ha vivido toda su vida aquí. Gobber es como mi tío, él me ha cuidado bastante y he pasado gran parte de mi vida en su taller mecánico, el cual está debajo de la colina, en las faldas. Por lo que, sé cómo arreglar casi cualquier auto y casi cualquier motor. Gobber dice que si fuera tan bueno en la magia como lo soy con los autos, sería el mejor brujo de todo el aquelarre.

Sí, digamos que todavía no domino mis poderes tan bien. Cómo soy mitad mortal y mi mamá está lejos, decidí no ir a la escuela de magia y dejar que Gobber me enseñará todo lo que sabe sobre la magia, al principio funcionó, Gobber me enseñó a reparar autos con solo tocarlos, abrir portales, magia básica, e invocar criaturas...

Fue gracias a eso, que invoque a Toothless.

Toothless es un dragón... Un dragón demonio. Algo así. La historia de Toothless es bastante interesante. Era un poderoso demonio que planeaba "dominar al mundo", pero las brujas se dieron cuenta, así que lo condenaron por cien años a vivir como un gato. Antes de declarar su sentencia, yo lo invoqué y terminó en mi patio.

Y lo invoqué porque me gustan los dragones. Y porque cuando tenía catorce años, realmente quería ver a un dragón.

Intenté esconderlo, pero cuando llegó mi padre e intenté presentárselo, Toothless se asustó y... Lo mató.


—¡Papá!— gritó Hiccup aterrorizado después de ver qué el inmenso dragón le había lanzado un ataque de plasma al pecho de su padre.— ¿¡Que fue lo que le hiciste!? ¡Era mi padre!

—¡Creí que era un brujo!— contestó el dragón, no movía su hocico para hacerlo, cuando este era un dragón, la única forma en la que se podía comunicar era en dragonés, y solamente Hiccup, quien lo había aprendido, le entendía.— No pienso volver a la prisión.

—Solo... ayúdame a cargarlo.


¡Pero no se asusten! En nuestro patio, hay una parcela pequeña llamada "Tierra de Caín" en ella, puedes enterrar lo que sea, siempre y cuando esté muerto y ¡Pum! Ese algo revivirá, aunque, claro, no debes demorarte en enterrarlo después de muerto, o puede que no funcione. Hemos enterrado a mi padre por lo menos unas cuatro veces, a mí me enterraron una vez, y a Gobber como diez veces. Sales con el cuerpo adolorido y cubierto de tierra, pero es mejor a estar muerto.

Mamá dice que esa parcela había sido un regalo por parte del Señor Oscuro. Y vaya que fue un buen regalo, es muy útil.


—Hola, Gobber.— dice Hiccup mientras va llegando a su casa, mientras tanto, ve a un hombre rubio, salir de la tierra.

—¡Hola muchacho!— saluda el hombre mientras sale de la tierra.— Ese dragón Rompehuesos me mató de nuevo, ¡Diablos!


Volviendo a la historia de Toothless, lo oculte por un buen rato, sin ayudarle en su búsqueda de dominar el mundo; incluso nos deshicimos de un dragón molesto de una isla contigua, era gigante y amenazaba con destruir Berk, aunque no salió tan bien, perdí mi pierna izquierda.

Fuera de eso todo bien hasta que Viggo Grimborn lo encontró. Cómo ya había dicho, lo sentenciaron a ser un gato por cien años, y a mi, me castigaron a no recuperar mi pierna con magia por ser su cómplice. A ambos nos "vincularon", lo que quiere decir que somos como compañeros de vida, para explicarlo, es mejor con un ejemplo: digamos que yo estoy a punto de caer en un risco, con piedras puntiagudas y grandes en en fondo, estoy siendo acorralado por un montón de mortales que se enteraron que soy un brujo y que llevan antorchas, es ahí cuando llega Toothless el Dragón y me salva. Entonces unicamente en momentos donde yo pueda morir, Toothless puede recuperar su forma y salvarme, a cambio, yo lo protejo todos los días en mi casa.

¿Se entiende? Yo lo protejo y él a mí.


— Toothless, ¿crees que el consejo de brujas me permita retroceder el tiempo?— preguntó Hiccup, apartando su mirada del dibujo, pensando en el pésimo primer día que había tenido. Convirtió a Eret Eretdóttir, capitán del equipo de fútbol en una piña (por accidente) y Gobber tuvo que borrarle la memoria.

— No creo ser el demonio adecuado para responder, no fueron muy indulgentes conmigo, me sentenciaron a cien años como gato.— respondió Toothless, con tono ácido.— ¿Y por qué?— preguntó como si no lo entendiera.

— ¿No fue por qué querías dominar el...?

— Ah, como todo demonio dragón joven soñaba con dominar al mundo...— Toothless le interrumpió, contando su historia otra vez, Hiccup rodó los ojos.— Por su puesto que se ponen muy tensos cuando lo intentas...

— Eso solo explica porque eres tan posesivo del sofá.— se burló Hiccup.

— Hubiera sido glorioso...— se relamió el gato, con los ojos brillantes, ignorando las burlas del castaño.— ¡Yo... como el justo emperador de la Tierra!— luego bajó el tono de su voz a uno un poco mas triste.—Ah, Hiccup...— dice el gato negro con ojos verdes, sentado en un mullido cojín de la cama de Hiccup. El muchacho, sin embargo, está escuchándolo atentamente desde su escritorio.— Créeme, ser mascota casera no era ni siquiera el plan B...

— Vamos, Toothless, no es tan malo.— Hiccup se giró a verlo, dándole a entender que estaba siendo demasiado exagerado.— Tomas como quinientas siestas al día.

Pero Toothless continuo.

— No puedo ir a bailar, no puedo jugar squash...— suspiró afligido el pobre gato con voz de adulto joven. Hiccup no entendía como era que un dragón podía bailar o jugar squash— Ahora el sonido del abrelatas y el olor a atún es lo único que me hace sentir vivo...— admitió deprimido.

—Oye, Toothless— le llamó Hiccup, sintiéndose mal por el pobre dragón en cuerpo de gato. Este le regresó la mirada.— ¿Quieres tu ratón de hule?

El dragón suspiró antes de contestar.— Por favor.


Toothless y yo somos unidos, aunque él a veces puede ser muy molesto y sarcástico. Pero siempre está ahí para mí. Y eso lo hace un gran amigo.


—¡HICCUP, QUITAME ESTE SOMBRERO!— grita el gato, mientras tiene un sombrero puntiagudo de Merlín en su cabeza. Hiccup lo había comprado para él después de que Toothless se comiera todo el pay que Hiccup había horneado para su clase de cocina. Iba a vengarse.

—No, no, no — canturreo el adolescente, riéndose, el gato bufó.— ¡Te ves adorable! ¿Que tal una foto?

—¡No te atrevas!— le amenazó el gato, antes de que Hiccup lo cargara y se tomara una fotografía con él. Divertido, Hiccup se reía mientras la posteaba en Instagram.— ¡No la postees! ¡No lo hagas! ¡Quedaré en ridículo!

—Toothless, eres un gato, ni siquiera usas esto.— repuso Hiccup señalando su teléfono.

—¡Que sea un gato no me absuelve de la humillación pública!

—¡Si lo hace! ¡Eres un gato!

—Las gatitas creerán que soy ridículo, ¡Bórrala ahora!


Mi sentencia también tenía una segunda parte. A partir de ese momento, Gobber ya no iba a enseñarme magia, las únicas dos opciones que tenía era tomar clase con otro tutor o ir a la Academia de Magia. Elegí el tutor, y vaya que me arrepiento.

Mi tutor es Viggo Grimborn. Y en serio lo detesto. Es un sujeto arrogante, siempre queriendo ponerme a prueba, retándome a Mazas y Garras, haciéndome aprender hechizos difíciles, usando ese tono de voz tan irritante, burlándose de mí, arruinando mi vida...

Sé que hay algo mal en Viggo Grimborn. Algo malo, pero hasta que no lo descubra, no puedo hacer nada. Toothless también lo cree, incluso papá y Gobber lo creen.

Voy a la escuela mortal todos los días que se deben ir, los martes y jueves tengo que ver a (agh) Viggo. Esa es mi vida. No soy muy popular, la gente cree que soy un bicho raro o algo así, no me molesta tanto porque, en realidad es verdad; pero no estoy solo, tengo a mis amigos: Fishlegs yTuffnut.

Mis notas son buenas, pero apesto en los deportes. En especial por mi pierna prost é tica... ¡Pero hey! La parte buena es que ahora puedo saltarme educación física cuando quiera, pero casi no lo hago, porque siempre que tenemos esa clase, podemos ver a las animadoras desde el campo, practicando... Ya sé lo que van a decir, pero yo solamente tengo ojos para una chica.


—Astrid...— suspiró Hiccup al ver a la capitana de animadoras subir a la pirámide y extender sus brazos una vez se colocó en la punta. De un salto con voltereta ella volvió al suelo, dando por terminada la práctica.


¡Es la chica más linda de la escuela!

Y jamás de va a fijar en mi. Bueno, no creo que jamás, jamás es mucho tiempo, pero dudo que quiera salir en una cita con Hiccup "el raro cojo" Haddock; los chicos dicen que no me rinda, que puedo lograrlo. Incluso Tuffnut, que es parte de el equipo de animadoras dice que Astrid no me odia.

Y eso es bueno.


—... El equipo número siete, serán... Hiccup Haddock y Astrid Hofferson.— anunció Mala, la profesora de física. Hiccup brincó de su asiento, a punto de caer; un vaso de precipitado estalló.


A veces pasa eso.


Astrid, sin embargo, suspiró y miró a Hiccup, hecho un manojo de nervios. Alzó las cejas.


Sí, así es, somos equipo para el proyecto de física . Que conveniente, ¿No?

Hoy iré a su casa, y no podría estar más emocionado.


—Buenos días, Toothless.— saludó Hiccup, saliendo del baño, al gato que se encontraba en su cojín. El gato se estiró y bostezó.—¿Que tal dormiste?

—Bastante mal, he estado teniendo insomnio estos días y es insoportable.— respondió el gato, Hiccup hizo una mueca mientras buscaba que ponerse.— Incluso intenté leer lo más aburrido que existe en todo el mundo: tu diario, y no funcionó.

Hiccup se giró inmediatamente hacia el gato, con una cara de desconcierto.

—¡No es un diario, es una bitácora!— repuso, ligeramente sonrojado. Caminó hasta donde se suponía estaba su bitácora, el cual era un grueso libro con pasta de vínil que fingía ser de cuero.— ¡Y ya te dije que dejes de leerlo! Es privado.

—¿Qué puede ser tan privado? Lo único medianamente interesante es esa chica, Astrid, la cual te trae vuelto loco.

—¡Cállate, Toothless!

—¡Uhhh! Irás a su casa hoy, ¿No? ¿Puedo ir? Prometo ser un buen gato.— Toothless bajo de su cojín para acercarse a Hiccup, quien ahora ya estaba vestido. Llevaba una camiseta roja y unos pantalones café oscuro, odiaba vestirse tan lúgubre como los demás en el aquelarre, quienes parecía que no conocían otro color que no fuera el negro.— Te apuesto tres galletas gigantes de Cookie que le agrado. A las chicas les encantan los gatos.

—No puedes ir conmigo.— Hiccup tomó su mochila, olvidando nuevamente peinarse el cabello.— Ya lo haces y todo el mundo cree que soy raro por siempre traer a mi gato conmigo.

—Hiccup, tu aburrida vida de adolescente es lo único con lo que puedo entretenerme.— el gato trepó a una mesita de noche, colocándose frente al castaño.— Por favor, déjame ir.

—No.— sentenció para luego abrir la puerta. El gato maulló y salió antes que el brujo.

Hiccup echó un vistazo al pasillo, el cual parecía el icónico pasillo del Hotel Overlook de "El Resplandor". Suspiró antes de bajar por las escaleras, también siendo una calca de las que estaban en la película. Por dentro las dimensiones de la casa eran idénticas a las del hotel original, pero por fuera, se veía igual de siempre.

Bajó y empezó a explorar la casa, tratando de encontrar la cocina. Toothless bufó, también buscando, diciendo que se moría de hambre. Una vez la encontraron, Hiccup tomó asiento en la aterradora cocina del Overlook.

—Buenos días.— saludó, Gobber estaba devorando un enorme plato de huevos con tocino y salchichas mientras su padre estaba comiendo un pan tostado con algo de mantequilla. A su lado había un café, y estaba leyendo el New York Times, según su padre, el Daily Berk era aburrido y sus crucigramas parecían salidos de una caja de cereales.

Toothless se sentó en su silla. Un banquito que llegaba hasta la mesa y dónde el gato podía comer cómodamente como si fuera uno más de la familia.

—¡Buenos días, Hiccup!— saludó Gobber, masticando su comida.— ¿Cómo está el casi cumpleañero?

— Podría estar mejor.— repuso Hiccup, acomodándose en su silla. Mágicamente, frente a él apareció un plato de cereal con leche, un jugo de naranja y un plato similar al de Gobber. Hiccup hizo una mueca.— Cookie, ya te he dicho que no necesito comer tanto.

— Cookie cree que comes muy poco.— respondió Gobber. Hiccup rodó los ojos y tomo algo del plato de huevos.

—¿Cómo va la escuela, hijo?— preguntó Stoick, sin apartar la mirada del periódico.

— Va bien, tengo que hacer un proyecto de física en equipo, y ya tengo una buena idea para...

—¡Y es con Astrid! ¡La chica que le gusta!— le interrumpió Toothless, burlón. Hiccup frunció el ceño.

—¿Astrid Hofferson?— Stoick apartó los ojos de su crucigrama, alzando las cejas. Gobber también dejo de comer. —¿La sobrina de Finn?

Finn Hofferson era el tío de Astrid y uno de los oficiales de Berk. Stoick había tomado unas cervezas con él varias veces.

—Ah, sí.— Hiccup se encogió, se metió un bocado bastante grande a la boca, buscando evadir las preguntas de su tío y de su padre.— Pero no es tan importante...— repuso con la boca llena.

—¡Claro que es importante!— exclamó Toothless, después de beber de su leche.— Es la chica que trae loco a Hiccup, ¡Hiccup y Astrid, Hiccup y Astrid...!— canturreo el gato.

— Vaya, vaya...— rio Gobber, Stoick sonrió. Hiccup quería que se lo tragara la tierra.— ¿Usaste tus poderes para eso?

—¿¡Qué!? ¡No! Fue una coincidencia...

—¡Hiccup y Astrid! ¡Hiccup y Astrid!

—¿Entonces, van a hacer su trabajo en la escuela?— preguntó Stoick, en medio de los canturreos de Toothless, el gato.

—Eh, no, yo... Ella me invitó a su casa...— admitió Hiccup, recordando lo sumamente idiota que se había visto cuando ella le había avisado. Toothless aumentó el sonido de su canturreos al escuchar eso. —No es la gran cosa, papá, en serio...

—¡HICCUP Y ASTRID!

—¡Muy bien, basta!— Hiccup se levantó de su asiento y tomo al gato, que todavía cantaba y lo arrojó por la puerta trasera. El gato siguió cantando a todo pulmón, pero dejo de escucharse cuando Hiccup cerró la puerta.— Sí, bueno, ella me invitó, así que quizá hoy llegué tarde a casa...

—Pero no llegues muy tarde, no queremos que tengas bebés a tan temprana edad.— bromeó Gobber. — ¿Cómo serían? Hijo de una mortal y un brujo medio mortal, ¿Tendrían magia aún?

—¡Yo no voy a...!

—Hiccup, yo sé que la charla no la di muy bien, pero si tienes alguna duda yo...— Stoick se veía algo avergonzado, recordando el bochornoso momento que habían tenido los dos cuando decidió que era hora de hablarle de sexo. Hiccup tuvo un recuerdo similar.

—¡No es necesario! ¡Es solo un trabajo!— Hiccup sentía que su cara estaba a punto de estallar, al igual que su vaso de jugo de naranja.— Sus padres estarán ahí, ella apenas y me conoce.— admitió Hiccup, sentándose de nuevo, está vez con un poco menos de apetito.— De verdad, no es la gran cosa.

Gobber y Stoick se miraron entre ellos. Luego lo miraron de nuevo, viéndolo un poco afligido por lo que acababa de decir.

—Oye, ¿Y si la invitas mejor aquí?— sugirió Gobber. Hiccup levantó la vista, confundido.— Será divertido, Casa puede tener un diseño genial y Cookie puede hacer algo rico para la cena...

—No creo que sea buena idea, ¿Recuerdan la primera vez que vino Fishlegs aquí y Casa se confundió?

—Fue un buen diseño, ella sabía que le gustaba Star Wars...

—La casa parecía el Halcón Milenario.— repuso Hiccup, frunciendo la frente. Stoick ladeó la cabeza.— Y la primera vez que vino Tuffnut vio como papá resucitó.

—No creía que esa serpiente fuera venenosa.— mascullo Stoick.

Fishlegs sabía que Hiccup era un brujo, lo mismo con Tuffnut. Ambos habían hecho un buen trabajo ocultándolo, aunque a veces a Tuffnut le costaba algo de trabajo.


—¡Genial, ahora mátame a mi, Hiccup!— dijo Tuffnut mientras Hiccup ayudaba a su padre a salir de la tierra.— Quiero saber que se siente...

—¡No pienso matarte, Tuffnut!

—¡Vamos Hiccup, prometo no decirle a nadie que eres un brujo!

Hiccup rodó los ojos.


Pero Tuffnut jamás le había dicho nadie, ni siquiera a Ruffnut, su hermana gemela, los dos eran muy unidos. Hiccup era probablemente el único secreto que Tuffnut le guardaba a Ruffnut.

Y no, para su información, no maté a Tuffnut.

— No quiero que Astrid sepa que soy un brujo, suficiente es con que todos crean que soy raro.— la verdad es que a veces, cuando Astrid le miraba de reojo, después de que algo muy raro había pasado por su culpa, eso le dolía un poco. Bastante, a decir verdad.

—¡Tonterías! Casa está dispuesta a parecer un lugar normal, ¿No es verdad, Casa?— preguntó al aire Gobber, la mesa tembló en respuesta.

—Yo tampoco creo que sea buena idea, Gobber.— coincidió Stoick, apiadándose de su hijo.— Además, Astrid ya lo invitó a su casa. Sería grosero pedirle que venga a esta casa, sin ofender, Casa.

La mesa volvió a temblar. Hiccup terminó con la mitad del plato enorme antes de levantarse, dispuesto a ir a clase, su padre también se levantó, llevaba puesto el traje de policía.

—Espera, Hiccup.—lo frenó antes de que pudiera salir de la cocina del Overlook.— Te llevaré a la escuela hoy.

—No, papá, no es necesario, de verdad.— Hiccup intentó hacer que su padre desistiera, pero no lo logró. Después de eso, Hiccup se dirigió a la entrada de la casa, junto a la recepción y abrió la puerta, lo primero que escuchó fue a Toothless todavía canturreando su nombre junto con el de Astrid.

—¡Hiccup y Astrid! ¡Hiccup y... Auch!


Hiccup abrió su casillero, todavía algo abrumado por la charla que había tenido con su padre. Este había insistido en tener una "charla 2.0", la cual, al igual que la anterior, había salido terriblemente mal. Su padre a veces era tan cerrado, que no sabía cómo expresarse, usaba frases cortas, masticaba palabras, y abusaba de las frases como "tu sabes" o "¿Sabes a lo que me refiero, no?"

Eso y sus extrañas frases de policía.

Sacudió su cabeza, tratando de alejar el bochorno de esta. Su casillero estaba desordenado, pero no estaba tan mal, podía recordar donde estaba cada cosa en él. Tomó algunos libros, metiéndolos en la mochila hasta que escuchó a Fishlegs acercarse.

—¡Hola, casi cumpleañero!— a lado de Fishlegs estaba Tuffnut, quien mordía una manzana, manchando de jugo su barbilla.

—¡Hola, H!— saludó Tuffnut. Hiccup sonrió, bueno, hablar con sus amigos sería una buena forma de despejar su mente.— Adivina qué.

—¿Que sucede? — preguntó Hiccup, recargándose en el casillero contiguo.

—¡Mi madre nos dio permiso para hacer la fiesta!— brincó Fishlegs, emocionado.— Ya sé, iba a ser una fiesta sorpresa, pero no pude aguantarme, además, a veces sabes cosas del futuro, con eso de tus... Ya sabes...

Oh, ¿Por qué todos usan eso de "ya sabes"? No tiene sentido.

Hiccup rodó los ojos.— No siempre lo sé.

—¿Puedes adivinar en lo que estoy pensando?— intervino Tuffnut, emocionado. Siempre se emocionaba con los poderes de Hiccup, este, en cambio, a veces lo consideraba algo molesto... aunque siempre era divertido ver a Tuffnut emocionarse porque Hiccup sacara un conejo de un sombrero.

—¿Manzanas?— preguntó Hiccup, claro que no podía leer su mente, pero realmente no era como que la mente de Tuffnut fuera muy complicada. El gemelo abrió los ojos como platos y lo tomo del hombro.

—Eres increíble.—le dijo con admiración, Hiccup negó con la cabeza.—Pero sí, finalmente la madre de Fishlegs le dejó hacerte una fiesta sorpresa, ¿no es genial? ¡Será de disfraces!—celebró, elevando los brazos.— Tu cumpleaños cae en una excelente fecha, donde hay fantasmas, disfraces, vampiros, ponche con colorante rojo y ese sabor ácido repleto de azúcar... Y esos bocadillos feos que la gente hace con forma de ojos.— luego miró a Fishlegs.— ¿Va a haber de esos?

Fishlegs se encogió de hombros, pero el gemelo tomo eso como un sí.

—Mamá también te hará un pastel.— aseguró Fishlegs, ignorando la euforia de Tuffnut. Hiccup sonrió, le gustaban los pasteles de la madre de Fishlegs, eran los mejores, después de los de Cookie.— Y como dijo Tuff, vamos a ir todos disfrazados. Tengo unas cuantas ideas para los tres.

—¿Todos? ¿Invitaste a más gente a venir?—preguntó Hiccup, confundido. Fishlegs asintió.

—Invite al equipo de ajedrez.— admitió Fishlegs.

—¡Y yo al equipo de animadoras!— saltó Tuffnut, Hiccup casi se ahoga con su propia saliva.— Pensé que sería una buena idea, ya saben, invitar a Ruff, entonces ella fue y le dijo a Gretchen y ella le dijo a Heather, y bueno, Heather le dijo a todas las del equipo... Y creo que también le dijeron a Eret, y Eret le dijo a sus amigos...

¡Oh, no! Eret era el capitán de el equipo de fútbol, lo que quería decir que...

—¡Tuffnut, acabas de invitar a la escuela entera a mi casa!— exclamó Fishlegs, medio molesto y medio sorprendido. Hiccup casi suelta una carcajada. Tuffnut unicamente se encogió de hombros.— ¡Tendré que comprar mas bocadillos! Y esconder los jarrones de mamá...

—Tranquilo, les dije a las chicas que no le dijeran nada a Astrid.—se justificó el chico, como si no fuera la gran cosa. Hiccup alzó las cejas.— Hiccup la invitará, ¿verdad, Hiccup?

Hiccup saltó en su lugar, no de nuevo.

—¡No! Chicos, ya les dije que no pienso invitar a Astrid a...

—¿Invitarme a donde?— preguntó una voz femenina a las espaldas de Hiccup, este sintió que el estomago se le caía a los pies, cerró los ojos con fuerza antes de girarse, para encontrarse con los azules ojos de la chica que le gustaba. Ella estaba parada ahí, con su pulcro uniforme de animadora, los brazos cruzados y viendo a Hiccup muy seria, como siempre.

— ¡Hola, Astrid, hola Astrid, hola Astrid!— balbuceó Hiccup, rascando su cuello, nervioso. La chica alzó una ceja, esperando a que Hiccup dejara de saludarla, Fishlegs también parecía congelado, y Tuffnut la saludó con alegría.

— ¡Hola de nuevo, Astrid!— Tuffnut agitó su mano, Astrid le regaló una media sonrisa y un saludo.

— ... Ah, ¿que haces... aquí?— balbuceó Hiccup a la animadora. Se fijó en sus pompones esponjados, que colgaban de su mochila, tragó saliva, ¿por qué había ido con él en primer lugar? No esperaba verla hasta después de clases o de reojo en la clase de física, ¿por qué estaba ella ahí?

¿Y por qué estaba actuando como un idiota?

— Vine a avisarte que no podremos juntarnos hoy en mi casa.— respondió Astrid después de analizarlo después de un rato. A pesar de ser un sujeto extraño, Astrid no creía que Hiccup era desagradable, solo era algo torpe, despistado... y con esa cara de siempre estar ocultando algo, ese rostro de vergüenza cuando algo extraño a su alrededor pasaba, como si fuera su culpa. — Hoy descubrimos que hay cientos de cucarachas viviendo en la cocina. Asqueroso.— explicó antes de que Hiccup pudiera preguntar el motivo. Astrid tenia la nariz arrugada, denotando asco, Tuffnut y Fishlegs habían hecho una mueca, pero Hiccup solamente pensaba en lo triste que era que no iba poder verla después de clases.— Así que están fumigando mi casa. Estaré viviendo con mi tío esta semana.— informó, ella le hablaba con algo de familiaridad, Hiccup estaba agradecido por eso y Astrid no estaba mal con eso, Hiccup no parecía ser el tipo de sujeto que esparcía chismes. Hiccup todavía no respondía, Así que ella se adelantó.— Y estaba pensando, en que podíamos hacer el proyecto en tu casa, ¿no tienes problema, verdad?

Ahí fue cuando Hiccup se dio mentalmente de bruces contra el suelo. Oh no.

— Oh, yo... yo...— Hiccup estaba tartamudeando demasiado y a Astrid eso empezaba a incomodarla un poco. Cuando ella frunció el ceño, él se aclaró la garganta.— No lo sé, no sé si sea buena idea, mi casa está lejos y...

— Heather puede llevarme.— atajó Astrid. La verdad es que, no iba a admitirlo, pero quería ir a su casa. Era la solitaria granja en medio de la colina de Berk, sin animales, que parecía abandonada desde fuera. Todos decían que era una casa embrujada, y aunque Astrid siempre pensó que eso era ridículo, no aminoraba que la casa de Hiccup sí parecía una casa del terror.— ¿Hay algún problema?— preguntó, medio curiosa.

— Oh, no, es solo que...— Hiccup buscó una buena excusa para hacer que ella desista el ir a su casa.— Mi tío Gobber estará en la casa, y seguramente estará molestando por ahí y yo...

Astrid no le creyó del todo. Él lo sabía, y no podía voltear a buscar ayuda con sus amigos, pero espero a que alguno de ellos saltara con una excusa.

En su mente, se imaginó llegando con Astrid a su casa, mientras se encontraban con su padre saliendo de la tierra, a Gobber luchando con su eterno enemigo, el dragón "Rompehuesos", Toothless pidiéndole a gritos atún a Cookie, todo con la escenografía de la mansión de Dr. Strange.

— Está algo desordenada.— dijo al fin, dándose cuenta de que estaba perdido. Astrid frunció el ceño.— Pero creo que puedo... ordenarla... antes de que llegues.— vaciló, moviendo los ojos de un lado a otro. Astrid sonrió, satisfecha, Hiccup se sintió mejor.

— Bien, llegaré ahí a las cuatro.— aseguró, antes de girarse e irse. Hiccup suspiró, viendo el bamboleo de sus caderas y su forma tan elegante de caminar. Sintió como alguien le empujaba el hombro, era Tuffnut, quien luego señaló a Astrid y después a Fishlegs.

— ¡Te dije que la invitaras!— le dijo, antes de arrojarlo hacia adelante, en dirección a Astrid. Como vio que no funcionaba, usando ambas manos, le empujó por la espalda, arrastrándolo por todo el pasillo, mientras Hiccup protestaba.— ¡No seas un cobarde, mi amigo!

— ¡No soy un cobarde... yo no...!— Hiccup se dio de bruces contra el casillero de la animadora, Tuffnut, viendo su misión cumplida de llamar la atención de Astrid, salió corriendo. Astrid se asomó, solo para ver a Hiccup en el suelo, tomándose la nariz, cerciorándose que no sangrara; Hiccup la miró, avergonzado, viéndose también acorralado.— Eh, hola de nuevo...

— Hola de nuevo.— lo saludó Astrid, le extendió una mano para ayudarlo a levantarse. Una vez de nuevo en sus dos pies, respiró hondo.— ¿Te pasa algo?

Hiccup "el cojo raro" Haddock ataca de nuevo.

— No, estoy bien, solo que... quería...— vaciló de nuevo, viéndose atrapado por su cautivadora mirada... de nuevo.— Bueno, mañana es noche de brujas, y... también mi cumpleaños.— empezó, sintiendo que a ella le vendría bien algo del contexto de la fiesta. Astrid asintió, sabía que día era el cumpleaños de Hiccup, toda la escuela lo sabía.— Y... Fishlegs va a hacer una fiesta de disfraces en su casa para... brrr, ya sabes, celebrarlo.— Hiccup trató de reír, incomodo, tratando de parecer relajado.— Iba a ser una reunión algo privada, pero, bueno, Tuffnut le dijo a todos, pero... — se estaba desviando, y ella estaba empezando a desesperarse un poco.— Quería que fueras...— admitió sin pensarlo, pero cuando lo pensó, abrió los ojos preocupado.— ¡No es que yo quiera...! Bueno, sí quiero, pero si estas ocupada, pues estaría bien que no fueras, porque, es solo una fiesta...— intentó enmendarlo, tratando de que las palabras salieran lo mas claro posible de su boca.— Es mas, si quieres no vayas, no es que no quiera que vayas, pero seguro creerás que es raro. Puedes traer a quien tu quieras, a todo el escuadrón de animadoras... Eh...

Lo interrumpió la risa de Astrid, quien no se reía de forma cruel, sino por la manera tan nerviosa con la que Hiccup estaba hablando. Parecía que le estaba dando un colapso solo por invitarla a su fiesta de cumpleaños, le parecía un acto algo tierno, especialmente porque el muchacho era mucho más alto que ella, larguirucho, ruborizado, casi temblando, con todas esas pecas...

— Esta bien, iré.— aceptó ella, cerrando su casillero. Hiccup sintió que el corazón iba a salirse de su pecho en cualquier momento.— ¿A que hora será?— preguntó ella.

Hiccup tragó saliva, no tenía ni idea.

— Yo... aún no lo sé.— soltó, Fishlegs había olvidado decirle ese pequeño detalle.— Supongo que a la hora en la que empiezan todas las fiestas, ¿no?— bromeó. Astrid sonrió, animada.

— De acuerdo.— era mejor no seguir poniéndolo nervioso, aunque se viera adorable.— Te veré en la tarde.— dijo al tiempo en el que la campana sonaba, dando inicio a las clases. Ella se alejó sacudiendo la mano.

Hiccup suspiró aliviado.

Astrid, por su parte, llego a clases, Heather la esperaba en su mesa, mirándola como si tuviese algo en la cara. Con una mueca, ella se sentó en su sitio.

— ¿Por qué estas cubierta de flores?— preguntó Heather, Astrid se miró la ropa, sin encontrar nada fuera de lo normal. Heather sacó un espejo de su mochila, para mostrarle a Astrid su estado.

Astrid se vio impresionada, su trenza de siempre estaba repleta de flores pequeñas, todas blancas. No solo eso, su mochila estaba forrada de ellas, la rubia la abrió, topándose con un montón de flores frescas y perfumadas entre sus cosas, jadeó, confundida, ¿que había sido eso?

Hiccup, por su parte, abrió su mochila, topándose con las mismas flores.

¡Ay, no de nuevo!


Hiccup corrió lo mas que pudo, abrió el descuidado portón de su casa, y caminó por el camino de concreto que llegaba hasta la entrada de su casa. Sacó sus llaves y abrió la puerta lo mas rápido que pudo, observando el interior de la casa, esperando encontrarse con un escenario fuera de lugar, como por ejemplo, la casa de Malcom in The Middle. Pero no, la casa se veía perfectamente normal, como cualquier aburrida casa en Berk, con una sala normal y aburrida, ni muy antigua ni muy moderna, tenía un orden lógico: primero la sala, después la cocina, luego y mas allá el comedor, por ahí estaban las escaleras...

Esto no era normal.

— ¿Hola?— preguntó al aire.— Gobber, estoy en casa.

— ¡Hola, muchacho! ¡Estoy aquí, en la cocina!— avisó el hombre, Hiccup se dirigió a la cocina, donde había un bonito desayunador , sobre él, Gobber mezclaba algo en un bowl.— Creí que no vendrías hasta mas tarde.

Hiccup miró la cocina, no había nada raro en ella tampoco, Toothless dormía en el suelo, como un gato normal. Todo parecía sumamente normal.

— Sí, bueno, se canceló, y ahora Astrid viene para acá.— Hiccup habló lentamente, buscando el truco, alguna señal que le gritara que estaba en una casa de brujas.— Dijo que su casa se llenó de cucarachas de repente y que habían tenido que fumigar.— se cruzó de brazos, sospechoso. Gobber alzó las cejas, como si pretendiera estar sorprendido.

— Oh, eso es una pena.— respondió, escondiendo debajo de la mesa del desayunador un frasco repleto de cucarachas, las cuales invadían un modelo exacto de la casa de los Hofferson.— Entonces, ¿ella vendrá?

— ¿Tú tienes algo que ver en eso?— preguntó Hiccup, medio adivinándolo. Gobber soltó una risa nerviosa.— Gobber...

— ¡Oh, claro que no!— el hombre hizo un gesto con la mano, negándolo todo.— Hiccup, ¿acaso crees que yo llene de cucarachas la casa de la chica Hofferson y después hice que ella quisiera venir solo para conocerla?— Gobber relató su plan, para darle mas credibilidad a su mentira. Hiccup entrecerró los ojos.— Esas serían muchas molestias, ¿no crees?

Hiccup medio le creyó, pero aun Así, el estado de la casa lo delataba un poco. Decidió dejarlo pasar, Toothless se despertó y se estiró.

— Hola Hiccup, ¿Astrid va a venir, verdad? Con eso de que su casa esta llena de cucarachas, Gobber eso fue asqueroso.— habló medio dormido. Gobber le dirigió una mirada de advertencia y Hiccup esta vez volteó a ver a Gobber enojado. Este se encogió de hombros, estuvo a punto de gritarle algo, cuando se escucharon unas pesadas pisadas por toda la casa.

Pisadas de dragón. Gobber las reconocería en cualquier parte.

— ¡Esa lagartija gigante me encontró!— dijo, elevando lo que antes era su puño derecho, el cual era una prótesis con un globo de cocina. Esta cambió, ahora tenía forma de una maza, corrió fuera de la cocina, con Hiccup y Toothless detrás, el primero sin poder creerlo, ¡Astrid llegaría en cualquier momento!

Un dragón gigante, con la piel cubierta de huesos de otros dragones se encontraba en la sala, la cual había cambiado a una amplia arena de combate. Hiccup se llevó ambas manos a la cabeza, creyendo que el Señor Oscuro de verdad lo odiaba.

— ¡Nos volvemos a ver, enorme largartija huesuda!— bramó Gobber, el dragón le regresó el saludo mirándolo amenazante.— ¡Preparate para morir de una vez por todas, temible Rompehuesos!

— ¡No, no, Gobber! ¿No pueden hacer esto otro día?— intervino Hiccup, colocándose entre el dragón y el brujo. Gobber miró al Rompehuesos.— Astrid llegará pronto y ella definitivamente no puede ver a ese dragón.

Toothless se rió.

— Oh, esto se pondrá interesante.— dijo entre risas.

— ¡No, no se pondrá interesante!— exclamó Hiccup.— ¡Ahora, peleen en otro lado o...!

— ¡Cuidado!— Gobber le empujó justo a tiempo. Una enorme columna de fuego salió de la boca del dragón, quemando todo a su paso. Hiccup y Gobber cayeron unos metros a la derecha, jadeando. Gobber se levantó enojado.— ¡Oye, estaba hablando con él! ¡Eso fue muy grosero!— le dijo al dragón, luego se giró a Hiccup.— Lo siento, Hiccup, pero él no se irá hasta que acabe conmigo...

— ¡Pues deja que te mate!— gritó Hiccup, pensando en la Tierra de Caín.

— No, ¿eso cómo dejaría mi honor?— se negó el brujo. Hiccup hizo una mueca, incrédulo de que a Gobber no le importase que una mortal estaba a punto de llegar.— ¡De acuerdo! Pero no dejaré que me mate, así que ayúdame a sacarlo de aquí.

Hiccup se levantó, negando con la cabeza, extendió una de sus manos, y volando hacía él, aterrizó un prototipo de espada en el que había estado trabajando últimamente. Presionó un botón y esta se encendió en el acto. Moviéndola de un lado a otro, buscó llamar la atención del dragón.

Lo logró, el dragón miraba como hipnotizado el curioso objeto. Gobber le miró incrédulo.

— ¿De dónde sacaste eso?— preguntó Gobber, Hiccup se encogió de hombros.

— Lo inventé hace poco...— dijo como si no tuviera importancia.— Creo que ya funciona mejor que antes, usualmente se apaga si me distraigo mucho o si...— el fuego se extinguió antes de que pudiese terminar con la frase, enojando al Rompehuesos.— O si estoy nervioso.— terminó, viendo que se aproximaba un disparo de fuego. — Sí, debo mejorar eso.


Heather iba conduciendo por la solitaria carretera que daba a la casa de los Haddock, cantando distraídamente las canciones en la radio, las cuales poco a poco iban desapareciendo conforme se acercaban a la colina. La pelinegra se molestó por ello, esa era su canción favorita.

— ¿Qué es lo que pasa en este lugar?— preguntó al aire, Astrid le regresó la mirada, viendo como Heather cambiaba la estación, escuchando unicamente estética.— Siempre sucede lo mismo.— refunfuño, Astrid sonrió de lado. — Astrid, ¿estas segura de que quieres ir? Puedo regresar todavía...

— No entiendo porque a todos ustedes les da miedo la casa del Sheriff Haddock.— se burló Astrid, viendo que el bosque a lado de la carretera se volvía mas verde y frondoso.— Es solo una casa a las afueras del pueblo, no tiene nada de malo.

— No, no lo tiene, si ignoras que es tenebrosa.— respondió Heather, suspiró después.— Pareciera que podan casi cada año, jamas pintan la casa y no sé, ¿no sientes una energía extraña?

— Heather, es una casa.— Astrid lo dijo como si fuera lo mas obvio, Heather hizo un mohín, a la rubia siempre le había parecido estúpido la forma en la que todos le tenían miedo a la casa de Stoick Haddock.— Seguramente no pintan todos los años, el pasto crece rápido y las casas no tienen energía.

— ¡Claro que la tienen!— saltó Heather, Astrid rodó los ojos, escéptica como siempre. Heather entrecerró lo ojos.— Además, no me vas a negar que Hiccup es algo raro, quiero decir, siempre pasan cosas raras cuando él esta cerca.

— Estamos en la Isla de Berk, aquí siempre pasan cosas raras.— respondió rápidamente.

— Pero cuando él está es mucho mas frecuente...

— Heather, Hiccup es...— se mordió la lengua, estuvo a punto de decir "lindo"— Un buen sujeto, con algo de inseguridad, sí, y puede que sea un nerd, y un poco extraño, pero...— oh, se dio cuenta de la mirada de Heather, quien sospechaba algo. Astrid resopló, acalorada, nunca había hablado acerca de Hiccup en voz alta con alguien más.— Pero no veo porque todos lo evitan solo por eso.

— No solo es eso. Es por lo que paso en ese incendio en la isla de a lado.— masculló Heather, bajando la velocidad, mientras pasaba frente al taller de Gobber. — Ya sabes los rumores...

— Heather, eso es grosero.— saltó Astrid, frunciendo el ceño, Heather volvió a encogerse de hombros.— Fue un accidente, Hiccup solo estaba en el lugar equivocado y ya. Él no inicio el incendio... ¡Y no había ningún dragón! ¡Los dragones ni siquiera existen!

¡Por los dioses! ¡Había perdido la pierna! A Astrid le parecía cruel que la gente hiciera rumores acerca de eso, ya de por sí era demasiado que el pobre chico perdiese su pierna, ahora con toda esa gente especulando...

Heather hizo una mueca, sabía que estaba mal, pero no era fácil de ignorar. Siguió manejando, esta vez pensando en que decir y en no mencionar las cosas que solían decir de Valka Haddock y el hecho de que repentinamente había desaparecido.

— Sí, quizá tengas razón, es estúpido.— aceptó Heather después de un rato, Astrid se sintió mejor.— Pero igual, esta muy alejado del pueblo, podría secuestrarte o algo.— bromeó, su amiga sonrió.

— Ah, claro, ¿y que va a hacerme? ¿Hablarme de cosas de nerds por toda la eternidad?

— Seguro te pondrá a ver Star Trek hasta morir.— coincidió Heather, riendo, Astrid le siguió. Hiccup parecía tan inofensivo como un conejo bebé.

Hiccup cayó de bruces al suelo, la enorme cola repleta de huesos le había arrojado lejos, no parecía querer irse, al contrario, estaba decidido a obtener algo, pero no podía saber qué.

— ¡Lo haces bien, Hiccup!— le animó Toothless desde una esquina de la arena, llevaba puesto una gorra con un par de cartones de leche a sus costados, conectados a esta con popotes, usando sus dos patas delanteras ondeaba dos banderas pequeñas, una con una H y otra la cara de Hiccup. Este le regresó la mirada, molesto.

— ¡Estoy haciéndolo todo!— bramó Hiccup.— Transformate en dragón y ayúdame.— le ordenó, Toothless rodó sus gatunos ojos.— ¡Me puedo morir!

— Yo te veo bien.— dicho esto, Toothless observó como el Rompehuesos se dirigía hacía Hiccup con el hocico humeante, Hiccup no se movió, sus piernas ya no le respondían. Se lo iba a comer...— ¡Ay, de acuerdo! ¡Oye, tú, enorme saco de huesos!— llamó su atención, su voz elevándose a unas octavas y con algo de eco.— ¡Alejate del chico o...!— el gato se sacudió, aumentaba de tamaño y sus patas se deformaban, con ruidos de fractura, mientras le salían unas monstruosas alas y el pelo de gato se transformaba en escamas de dragón.— ¡SUFRE LAS CONSECUENCIAS!— bramó, esta vez en dragonés, Hiccup rodó los ojos.

— Que dramático.— susurró.

Heather se estacionó frente a la la casa. Era una casa antigua, de como tres pisos, alargada; como se había dicho antes, le vendría bien una mano de pintura, el color amarillo se caía un poco, estaba cuarteado de algunos lugares. Las ventanas eran anticuadas y viejas, todas cerradas y con gruesas persianas blancas amarillentas, el jardín estaba descuidado, salvo por la parte mas cercana a la casa, donde había una parcela llena de flores. El pasto ahí era distinto, mucho mas verde que el descuidado césped que le rodeaba, el cual se veía débilmente verde y lleno de hierba. El césped crecía sin cuidado, rebasando los cincuenta centímetros de largo, invadiendo un poco el camino que llegaba al descuidado porche de la casa, el cual no tenía pintura y solo había macetas, Así como una mecedora y un sofá-columpio, ambos antiguos.

Un estruendo se escuchó, haciendo temblar las ventanas. Heather y Astrid dieron un salto.

— ¿Qué fue eso?— exclamó Heather, Astrid arrugó la frente.

— Suena como...— Astrid trató de buscarle una explicación lógica.— Eh, quizá sea una película...

— ¡Gobber!— gritó Hiccup, una vez descifró que era lo que el enorme dragón quería. Viendo la relación entre la hebilla del pantalón del mago y un espacio faltante en el cuello del dragón.— ¡Creo que ya sé por que siempre te esta siguiendo!— Corrió hasta Gobber, quien trataba de llevarlo hasta un portal.— ¡Quitate tus pantalones!

Toothless se volvió, horrorizado.— ¡NO!

Gobber le miró confundido, pero Hiccup siguió.— ¡Es tu hebilla!— señaló, Gobber también la miró.— ¡Es la parte faltante de su armadura! Se supone que tiene rugido, pero él no ruge porque le falta una parte.

¡Dile a Gobber que se lo devuelva!— bramó Toothless, lanzando disparos de advertencia al enorme dragón.

Gobber frunció el ceño.— ¡Tonterías, no le daré nada!— se negó el hombre, antes de que el dragón lo tomara de una pierna...— Oh, oh.— ...y lo sacudiera en el aire como si se tratase de un muñeco de trapo.

— ¡DEVUELVELE SU HUESO!— gritó Hiccup, Toothless se sentó a mirar atentamente como Gobber era el nuevo juguete del dragón.

— ¡NOOOO!— gritó Gobber.

— ¡QUE LE DEVUELVAS SU HUESO!— repitió Hiccup, harto.

— ¡NOOOOOOO!— gritó Gobber mientras el dragón lo arrojaba lejos, mientras estaba en el aire, pareció pensarlo mejor.— Esta bien.— aceptó y arrancó la hebilla de su cinturón, la arrojó con fuerza hacía el dragón y con magia, la dirigió hacia la parte faltante de la armadura del dragón.

Una vez en su sitio, el dragón se sacudió. Gobber cayó al suelo, y en el momento en el que alzo la cabeza, el dragón rugió fuertemente.

El rugido también se escuchó afuera, haciendo temblar a Heather y a Astrid le hizo alzar las cejas. Debía ser un buen equipo de sonido.

Hiccup se cubrió, Toothless le ayudó con sus alas. Gobber hizo una mueca. El dragón se acercó al brujo, amenazante al principio, hubo un momento de silencio, donde reinaba el suspenso, Toothless bajó su ala, permitiéndole ver al joven.

— ¡Gobber!— exclamó Hiccup, preocupado.

Gobber, sin embargo, se levantó y elevó el mentón, orgulloso.

— Bien, aquí me tienes.— le dijo al dragón.— Hazlo rápido, y luego escupe mi cadáver para que el chico pueda enterrarme.

El dragón, sin embargo, pareció ronronear, amistoso y restregó su hocico contra el brujo. Y le bajó los pantalones.

Hiccup y Toothless hicieron una expresión de asco.

Gobber soltó una carcajada mientras acariciaba al dragón, este se regocijaba con mimo.

— ¡Si que eres lindo, sí, muy lindo!— exclamaba Gobber. Hiccup suspiró antes de escuchar como alguien tocaba el timbre. El estomago se le fue a los pies, Gobber sintió lo mismo.— Oh, oh...

—¡Sácalo de aquí!— ordenó Hiccup en un susurro. Gobber asintió, arrastrando al dragón al portal, se volvió hacía Toothless.— ¡Tú, vuelve a ser un gato!— señaló al dragón negro, y en ese momento volvió a ser un gato inofensivo.— ¡Casa, vuelve a ser una... casa normal!— titubeo, la casa inmediatamente empezó a cambiar. Hiccup se dirigió a la puerta, dejando la espada de fuego en una de las nuevas mesitas de la casa.

Astrid esperaba paciente, ante la atenta mirada de Heather, quien esperaba fuera de su auto. Astrid a veces miraba a Heather, ya no se escuchaba nada dentro de la casa, ni siquiera pisadas que fuesen a abrir la puerta.

Una vez todo estuvo listo en la casa, Hiccup resopló, antes de intentar abrir la puerta. Gobber le detuvo.

— ¡No, espera!— Gobber le apuntó con su dedo, cambiándolo de ropa y eliminando cualquier rastro de hollín y sudor .— ¿Mejor?

— Mucho mejor.— admitió Hiccup, para después abrir la puerta, topándose con Astrid.— ¡Hola!— saludó en un tono de voz algo agudo para él. Pero a ella no parecía importarle, puesto que sonreía con los brazos cruzados, llevaba otra ropa, unos pantalones de mezclilla cómodos, botines y una bonita blusa color azul. Su cabello estaba en una trenza con algunos mechones sueltos, así como el flequillo; balanceándose en uno de sus costados, se encontraba una mochila diferente a la que tenía antes. Ella alzó las cejas de nuevo y ladeo su cabeza, cruzándose de brazos, fue ahí cuando Hiccup despertó.— Oh, sí, claro, pasa...— no pudo evitar observar el interior de la casa antes de dejarla pasar, con miedo a que siguiera siendo una arena de combate. No lo era, era una casa acogedora de Berk.

Astrid la vio también, nada raro. Antes de que Hiccup cerrara la puerta, se giró para despedir a Heather con la mano, quien tragó saliva, pero se metió a su auto y manejó lejos. Nadie nunca había visto a alguien entrando a la casa...

Una vez en el vestíbulo, junto a la sala, Astrid echó un vistazo, tomando nota de los objetos decorativos y las plantas en la casa. Eso no se veía para nada extraño...

— Bueno, podemos hacer el trabajo en el comedor de ahí...— Hiccup vaciló señalando el comedor, tratando de cubrir con su cuerpo el mueble con la espada de fuego.— Aunque si te sientes mas cómoda puede ser en...

— ¡Hola, hola!— Gobber salió de la puerta de la cocina, Hiccup hizo una mueca.— Tu debes ser Astrid, ¿No?— dijo acercándose, Astrid sonrió al verlo, Gobber le tendió la mano, para estrecharla.— Es un placer conocerte al fin, Hiccup ha hablado maravillas sobre ti...— la aduló, mientras estrechaba su mano. Hiccup negaba con la cabeza, detrás de Astrid, reclamando el porque Gobber había dicho eso.

— ¿Ah sí?— Astrid miró a Hiccup, quien volvió a su estado normal.—Eso es... lindo.— admitió Astrid, la verdad lo era.

— Vaya que sí.— coincidió Gobber.— Espero no te hayamos hecho esperar tanto tiempo afuera.

Astrid rió un poco.— No tanto, ¿estaban viendo una película o algo así?— preguntó, Hiccup y Gobber abrieron los ojos, no sabían que todo se había escuchado. Y no se esperaban que Astrid los hubiese escuchado.

— Eh... sí.— balbuceó Gobber, mirando a Hiccup, quien tampoco tenía idea de que decir.— Soy un gran fanático... del cine de... Japón...— inventó, Hiccup hizo una mueca, llevando la palma de una de sus manos a su frente. Astrid le miró confundida.— Tu sabes, con esas criaturas gigantes... que escupen fuego...

— Oh, ya veo, a mi padre le encantan las películas extranjeras también.— asintió Astrid, Gobber se vio entonces acorralado.— ¿Cómo se llamaba la película?

Hiccup y Gobber se miraron fijamente, pensando en un buen nombre.

— "El ultimo ataque del Dragón Rompehuesos...— dijo el hombre rápidamente, Hiccup se cubrió la cara con ambas manos, queriendo desaparecer.— ... esta vez es personal."— terminó, viendo que Astrid cada vez se confundía mas.

— Nunca la he escuchado.— respondió la rubia.

— Es porque...— Gobber empezaba a sudar.— Porque... es una película vieja...— dijo al final.— Es una película muy vieja, e independiente, casi nadie la conoce... es muy difícil de encontrar, nosotros tenemos suerte de... tener una copia.— dijo cada vez mas confiado, pero Astrid le daba el beneficio de la duda.— ¿No es así, Hiccup?

Hiccup apartó las manos de su cara, rendido.

— Seh, Gobber se tardó años en encontrarla.— coincidió, esperando que Astrid dijera algo.

— Oh, bueno.— Astrid dio por terminado el interrogatorio, no muy satisfecha, pero sin querer seguir incomodando a Gobber.— Ojalá un día pueda prestársela a papá, a él le gustaría mucho.

— Oh, sí, sí, claro.— dijo Gobber, dándose cuenta de que ahora necesitaba filmar una película japonesa antigua con el Rompehuesos.

— Gobber, ¿no dijiste que tenías que ir a ver un auto al taller?— dijo Hiccup, corriendo al brujo. Gobber le miró confundido.

— ¿De qué hablas?— preguntó, Hiccup le hizo una mueca y con los labios dijo "vete".— Oh... ya recordé.— asintió al final.— Ese auto, sí, lo recuerdo. Bueno, chicos, la casa es suya.— dicho esto, Gobber se dirigió a la puerta.— No hagan cosas que yo haría.— antes de irse, asomo la cabeza. Hiccup se sonrojó, no podía creer que él siguiera con eso. Astrid volvió a mirarlo confundida, mientras Gobber reía.— ¡Los veré después!— exclamó antes de irse.

Sonó un portazo. Hiccup suspiró, antes de dirigirse a Astrid.

— Bueno, creo que... deberíamos empezar.— masculló Hiccup, Astrid asintió, estaba abochornado, lo sentía y le agradaba un poco.— Te decía que podía ser aquí dentro...

— Creo que aquí dentro esta bien.— aceptó Astrid, Hiccup la dirigió hacia el nuevo comedor. Aliviado de que Astrid no haya preguntado mas cosas, Hiccup se dejó caer en una de las sillas,ambos notaron el enorme plato de galletas en medio del comedor, las cuales seguían humeantes y con el chocolate a medio derretir.— ¿Y eso?

Hiccup rascó su nuca, Cookie estaba preparando de sus clásicas y gigantes galletas de chocolate. El problema es que no las había dejado en la cocina, sino justo ahí.

— Eh, Cookie debió dejarlas aquí.— resolvió, de una forma fácil.— Ella es la mujer que cocina aquí...

— Oh, bien.— Astrid empezó a tratar de dirigirse a la cocina.— Debería agradecerle que...

— ¡No es necesario!— la interrumpió Hiccup. Astrid le miró fijamente.— Ella es algo tímida, ademas... debe estar en el huerto de atrás.— La convenció, porque ella se sentó junto a él.— Yo le diré...— Hiccup miró a su alrededor, dándose cuenta de que no había traído los materiales para el proyecto.— Eh, espera aquí.— le dijo antes de levantarse e ir a su cuarto por ellos. Aunque, bueno, al principio se perdió dentro de la casa, pero logró encontrar su cuarto.

Una vez volvió, se topó con Astrid, hablándole a una peluda mancha negra en sus brazos. Hiccup abrió la boca, al ver a Toothless tan tranquilo, Astrid le miró, sonriente.

— ¿Qué estas...?— balbuceo Hiccup, Toothless le regresó la mirada, ronroneando con suficiencia.— ¿De dónde...?

— Estaba esperándote y él me encontró.— explicó Astrid, acariciando al gato.— Es muy tierno, y amigable.— ni bien dijo eso, el gato le lamió la mano, con mimo, haciéndola reír.

— Seguro que sí.— respondió Hiccup entredientes, entornando los ojos. Sabía que Toothless se estaba burlando de él.— Eh...— sacó su teléfono, para hacer como que veía la hora.— ¡Oh, mira la hora! ¡Son las cuatro treinta!— exclamó animado, llamando la atención de la chica y del gato.— Es hora de que Toothless vaya a su paseo vespertino.— dijo antes de tomar al gato de los brazos de Astrid, logrando que el gato maullara enojado y chillara.— Él ama salir a pasear.— aseguró, mientras el gato se retorcía.— Ya vuelvo.— aseguró mientras se llevaba al gato a la cocina.

— ¡Suéltame!— exclamó el gato una vez la puerta se cerró.— Ella tiene uñas fantásticas...

— ¡Sé lo que haces, deja de coquetearle!— le dijo en un susurro, el gato bufó.— Quedate afuera y vigila que no pase nada extraño, como papá saliendo de la tierra o Gobber trayendo, yo que sé, al Rompehuesos.— le pidió Hiccup a Toothless, antes de lanzarlo fuera de la casa.

Cerró la puerta con fuerza antes de volver al comedor, Astrid estaba ahí, esperándolo. Finalmente a solas.

— Bien, ¿en qué estábamos?


Astrid observó como el proyecto estaba ahí, Hiccup era sumamente bueno construyendo cosas. Tenía los brazos cruzados, ya no había mas galletas y empezaba a anochecer; Hiccup verificaba el proyector, dando los toques finales para que el holograma pudiese verse perfectamente. Era un dibujo que él mismo había hecho, el cual era Toothless en su forma dragón.

— Funciona bastante bien.— admitió Astrid, colocando su dedo sobre la proyección, atravesándola. Si no lo hubiera hecho, jurarías que una versión diminuta de Toothless se encontraba sobre la mesa.— Eres bueno en esto.

Hiccup se encogió de hombros.

— Nah, es solo...— no sabía que responder, ella le había atacado con la guardia baja. Se sonrojó, rascando su cuello.— Gracias.— murmuró, sentándose a su lado.

Las ultimas tres horas que habían pasado juntos habían sido de gran ayuda para él, ya no actuaba como un tonto cuando le hablaba y controlaba mejor la voz, ella, sin embargo, en estas tres horas le había parecido mas cómodo hablarle a alguien que no hablaba de una forma atropellada. Hiccup era un chico educado, que hablaba cosas que ella no entendía (aunque él se esforzó mucho para explicarle todo de lo que hablaba), y que sí era raro a veces, muy expresivo, tenía un tic en sus hombros que aparecía de vez en cuando, distrayéndola y provocándole reír.

Incluso su sarcasmo y sus bromas extrañas le agradaban, definitivamente todos estaban equivocados, Hiccup Haddock no es tan raro como la gente creía, solo era...

Diferente.

Pero estaba algo mas, que la molestaba un poco, la casa era extraña. En una ocasión a ella se le había caído un lápiz, cuando fue a recogerlo, no lo encontró por ningún lado hasta que volvió la vista a su cuaderno... Ahí estaba, pero ella claramente recordaba haberlo visto en el suelo.

Lo mismo con las galletas, hasta ahora que el proyecto estaba listo, se habían acabado. Astrid había contado por lo menos cinco galletas cuando vio el plato por primera vez, el problema es que no importaba cuantas veces viera el plato o cuantas galletas tomara de este, el plato seguía igual que antes. Por mas que intentaba ignorarlo, no podía sacarse de la cabeza que eso no tenía sentido, nadie mas que ellos estaba en la casa (lo cual volvería loco a su padre o a su tío Finn), nadie se había acercado, ni dejado otro plato de galletas. Y en todo ese tiempo, Cookie, la cocinera de Hiccup no se había presentado...

Ni el lindo gato negro había hecho presencia.

Era extraño, la casa era extraña. Recordaba que le había pedido a Hiccup usar su baño, a lo que él había titubeado, como si tratara de recordar donde estaba.

— ¿No sabes dónde esta tu propio baño?— preguntó Astrid, medio riéndose, medio en serio. Nadie podía ser tan despistado, Hiccup rió incomodo, tratando de, en su mente, preguntarle a Casa donde estaba el baño, para descubrir que la casa en esa forma, no tenía uno, porque Casa no había pensado en eso y que lo crearía en seguida.

— Eh, esta al fondo, a un lado de las escaleras.— le indicó Hiccup, nervioso.

Nadie demora tanto en recordar donde estaba el baño, no era normal. Y por muy dulce que fuera Hiccup, debía reconocer que a veces, pasaba que sí era demasiado raro. Por lo menos todo lo que estaba a su alrededor era raro.

Pero estar en silencio junto a él era tan confortable. Escuchó como le llegaba un mensaje, era su tío Finn, preguntándole si ya debía pasar por ella; suspiró echando un vistazo a la ventana tipo francesa, que le daba una bonita vista del atardecer (¿este era el lado en el que el sol se ponía?), tiñiendo todo de naranja. Hiccup la miraba, analizando sus movimientos, como si tratara de adivinar que era lo que iba a decir.

Sus ojos son bonitos. Muy verdes.

— Mi tío pasará por mi.— anunció, Hiccup asintió.— Creo que debería recoger mis cosas...

Se escuchó un portazo, ambos se giraron para ver el origen de este. Era Gobber, quien regresaba del taller, junto a Toothless, quien con paso animado camino hasta el comedor y de un salto se trepó a la mesa del comedor, frente a Astrid. Le maulló, feliz de verla, ella le acarició la cabeza.

— ¡Volví!— exclamó Gobber, Hiccup frunció el ceño.— Oye, Hiccup, estaba pensando, se esta haciendo tarde y mi auto esta disponible...— empezó el brujo, el joven adivinó hacia donde se dirigía la conversación.—... no sé, pensé en que quizás podrías llevar a Astrid a su casa, el pueblo esta algo lejos...

— Oh, no es necesario señor Gobber.— Astrid se levantó de un salto y empezó a recoger sus cosas. Hiccup le ayudó, torpemente.— Mi tío viene por mi... Gracias.— le dijo al joven a su lado, quien le pasó uno de su cuadernos. Gobber sonrió con picardía.

— Ya veo, es una pena... Hiccup obtuvo su licencia hace poco y no hay nadie mas responsable que él.— lo aduló Gobber, Hiccup ladeo la cabeza. La verdad es que no siempre era tan precavido, a veces le ganaba las ganas de ir demasiado rápido, pero no solía hacerlo mucho.

— No, de verdad que está bien.— aseguró Astrid, para luego echarse la mochila al hombro, Hiccup se fijó en que no era la misma que ella llevaba en la mañana.

— ¿Cambiaste tu mochila?— le preguntó, mas con curiosidad que por convivir. ¿Cómo no se había dado cuenta antes?

Astrid volvió su mirada a la mochila, recordando el incidente de las flores.

— Ah, sí.— exclamó ella, Gobber hizo como que iba a la cocina, muy lentamente, escuchando la conversación.— La tuve que cambiar porque pasó algo rarisímo esta mañana.— casi inmediatamente se toco la trenza que llevaba sobre el hombro, Hiccup sintió como su corazón latía mas rápido, adivinando lo que había pasado.— Llegué a mi primera clase y cuando la abrí, estaba llena de flores.— dijo, caminando hacia la sala, Hiccup la siguió, poniéndose pálido.— Las flores son bonitas, pero, sí que eran demasiadas.— sonrió pasando por la sala, Hiccup se adelantó para abrir la puerta.— Gracias, oh, ¡hasta luego señor Gobber!— se giró, para despedirse de Gobber, este la despidió con un gesto con su extraña mano protésica. Ambos salieron, con Toothless escabulléndose para salir con ellos.—... Sí, y, en mi cabello también había flores.— continuó, animada, Hiccup la invito a sentarse en la mecedora con forma de sofá, Astrid se sentó junto a él.— Creo que fue Ruffnut con sus tontas bromas.— concluyó, Hiccup asintió tratando de no parecer culpable, oh no, pobre Ruffnut.— Aunque todavía no sé como lo hizo... Ni de donde sacaron las flores, no están de temporada y no se marchitaron en todo el día.— Astrid se encogió de hombros, se dio cuenta de que Hiccup no había dicho palabra en todo ese rato.— ¿Tu qué crees?

Hiccup suspiró, nervioso.— Eh, tal vez sean... falsas.— masculló, vio como Toothless se trepaba al cerco del porche, observándolos con detenimiento.— ¿No?

Astrid negó con la cabeza.— No, son reales.— abrazó su mochila, también mirando al gato.— Aunque, estamos en Berk, todo aquí es raro.— dijo como si fuese algo obvio. Su abuelo había sido pescador, y ella creció con todas esas anécdotas del Berk de las Brujas, las cuales había dejado de creer con el tiempo, volviéndose un poco mas escéptica. Pero no negaba que de vez en vez, sí pasaban cosas extrañas en Berk.

— Si, Berk es un sitio raro.— coincidió Hiccup, quería disculparse, pero no encontraba como hacerlo. No quería llenarla de flores, es solo que todavía no encontraba el como desvincular sus sentimientos de la magia. — Lamento lo de tu mochila.— se disculpó al fin, luego añadió.— Pero es más bien una disculpa mas empática y solidaria, sin ningún rastro de culpabilidad...— aseguró.

Astrid sonrió, balanceando sus piernas.

— Sí que eres raro.— admitió, pero no lo hizo con repulsión, ni de una forma despectiva, sino sonriendo con sinceridad, amistosa, con calidez. Hiccup le devolvió la sonrisa, sintiendo como un montón de dragones volaban en su estomago, golpeando las paredes de su abdomen, buscando salir.

Toothless observó como ambos se estaban mirando con intensidad, emocionado, finalmente Hiccup se atrevería a dar el primer paso. Se iban a besar, lo sentía en sus huesos, ambos se estaban acercando lentamente...

¡Cielos, se van a besar! Exclamó Toothless en su mente, Gobber, quien los espiaba con un caldero desde la cocina, dijo lo mismo.

Sus rostros estaban a escasos centímetros de tocarse, ambos empezaban a cerrar los ojos, adentro, los vasos temblaban, flores crecían en el jardín, esperando florecer, el cielo se despejó, apartando todas las nubes que amenazaban Berk, al mismo tiempo creando otras, oscuras, repletas de agua, las cuales luchaban con el cálido viento, este se frenó por un momento en el lugar donde estaban, pero fuera, en el bosque y en Berk, el viento soplaba con fuerza, reflejando como se sentía el joven brujo, el torbellino de emociones que lo abordaban...

Ella por su parte, sentía que él la atraía como si fuera un imán, sentía tanta curiosidad de él, tenía la extraña necesidad de conocerlo por completo, no entendía porque Hiccup Haddock se le hacía tan atractivo, con esa aura de misterio y nerviosismo que se cargaba siempre, pero era algo que se le hacia inevitable...

Cuando sus labios estaban a milímetros, Toothless sintió que se estaban tardando demasiado, si seguían así, Hiccup rompería todos los vasos en la casa, todos los jarrones y todas las ventanas, el clima cambiaría otra vez y probablemente crearía una nueva primavera, una anormal que llegaría en Octubre. Y él no quería vivir en un primaveraggedon.

Hasta que el sonido del claxón los interrumpió. Ambos se separaron y en ese momento todo volvió a la normalidad, la temperatura bajó unos grados, volviendo al otoño, las nubes que amenazaban con granizar se dispersaron, el viento sopló lentamente, todo el vidrio de la casa dejó de temblar y las flores del jardín volvieron al suelo, como si nada hubiera pasado. Astrid giró la cabeza, viendo como el auto de su tío Finn se estacionaba frente al portón de la casa de Hiccup Haddock, detrás de él, estaba la patrulla del Sheriff, Stoick Haddock.

— ¡Ah, sesos de troll!— exclamó Gobber desde la cocina, Cookie hizo ruido con los sartenes, estando de acuerdo.— ¡Tan cerca!

El gato bajó de la cerca, bufando molesto. Astrid, sonrojada, colocó un mechón detrás de su oreja, escondiendo su ahora enrojecida cara.

— Eh, creo que llegaron por mi.— dijo en voz baja, sin querer mirarlo. Hiccup carraspeo.

— Sí, ya veo.— coincidió acalorado. Finn Hofferson salió del auto sonriendo, Stoick también, ambos charlaron animadamente por un momento.— Yo...

— Te veré mañana.— se adelantó Astrid, levantándose de un salto, su corazón latía como loco, sentía que le iba a estallar, ¿qué había sido eso?, sí, Hiccup se le hacía lindo, pero... — Eh, gracias por... dejarme venir.— le agradeció, ahora ella hablando de manera atropellada. No le dio tiempo de responder, cuando se inclinó para darle un casto beso en la mejilla, dejando todavía mas helado a Hiccup...

Y de la nada, rompió a llover, con ganas, con mucha fuerza. Astrid se giró, asustada por la lluvia, pero si las nubes que había visto antes no se veían como de lluvia...

Hiccup chasqueó los dedos y en su mano apareció un paraguas, aún embobado, se lo ofreció, haciéndola volver su vista a él.

— Oh, gracias...— exclamó ella, mirando al rededor del pórtico, ¿de donde lo había sacado?— Te... lo devolveré mañana.

El brujo sentía que se había vuelto un muñeco de trapo, apenas y pudo asentir con torpeza. La vio correr hacia el auto de su tío, meterse en el auto, vio a su padre dejar el auto en el cobertizo a un lado de la Tierra de Caín... pero no reaccionó en ningún momento. No podía dejar de sonreír.

— Eres sumamente lento.— Toothless se sentó en el sofá, lamiendo una de sus patas delanteras.— debiste ser mas rápido, tomarla de la cintura, acercarla mas a ti, no sé.— le regañó el gato, Hiccup solo suspiró, con la mirada perdida.

Stoick, mojado, llegó al porche, dispuesto a entrar a la casa, viendo a su hijo con los ojos brillantes, un ligero sonrojo y asociándolo con la lluvia intensa que azotaba a la isla., lo supo. Asintió, para después darle un par de palmadas en el hombro.

— Tenías razón, gato, lo tiene vuelto loco.— suspiró Stoick antes de entrar.


No podía dejar de sonreír, parecía un tonto con esa sonrisa pintada en el rostro. Sentía que la sangre le burbujeaba de una manera agradable en sus venas...

No ayudaba que Casa había cubierto su habitación con rosas. Afuera llovía, y cada que Hiccup recordaba el beso en su mejilla, tronaba fuerte un relámpago; oh, pobre de Berk, estaba recibiendo la peor lluvia de todo el año gracias al joven brujo.

Toothless por su parte, estaba algo molesto por el aroma de las flores, pero podía soportarlo, Hiccup hizo que su cojín fuera más grande, y también le había dado una doble ración de atún en la cena, ¿Cómo no se le había ocurrido antes? ¡Claro! ¡Enamorar a Hiccup sería la solución a sus problemas! Si con un beso en la mejilla él se ponía así, ¡Imagínense con un beso real!

Por milésima vez en la noche, Hiccup suspiró, seguía dibujando y cantando por lo bajo canciones de los ochentas (muy pronto la playlist pasaría a canciones de los noventa, cosa que Toothless esperaba, le encantaba NSYNC), moviendo la prótesis al ritmo de la música. Toothless se rió.

— Parece que alguien está feliz.— intentó meterse en su ensoñación, Hiccup solo sonrió el respuesta, las mejillas le empezaban a doler acalambradas.

— Cállate, Toothless.— respondió casi riendo, sin mirarlo. Estaba inspirado, podría hacer las mejoras de la Inferno para que está pudiera conducir mejor su magia, tal vez si cambiaba un poco el metal, o si movía el depósito de magia...

O tal vez si añadía un poco más de su sangre.

— ¿Irá mañana a tu fiesta?

—¿Cómo sabes que mañana habrá una fiesta para mí?— preguntó Hiccup. No recordaba haber mencionado eso antes, ni siquiera en la cena (bueno, tampoco era como si hubiese hablado mucho en la cena, la verdad es que tampoco había comido mucho), suspiró de nuevo. Era cierto, estaba demasiado de buen humor.

— Gobber lo mencionó después de llenar la casa de Astrid de cucharachas.— el gato se estiró en su mullido cojín. Hiccup esta vez si se volvió, con una ceja enarcada.— ¿Puedo ir?— preguntó, abusando de su suerte, Hiccup negó con la cabeza sonriendo.— ¡Vamos, seré un gatito bueno!— exclamó.

— Toothless, no puedes ir, ya te he dicho que no me gusta que me acompañes a todos lados.— Agh, pensó Toothless. Hiccup necesitaba mas que un beso en la mejilla para que lo dejara ir a la fiesta. Refunfuño molesto.

— Pero, ¿Qué tal si hay una emergencia?

— No lo creo, gato.

Entonces, se le ocurrió.— ¿Y si me llevas para que Astrid me vea?— sugirió el gato, saltando hasta la cama del brujo. El castaño ya se había levantado y se estaba cambiando para colocarse su pijama, negando con la cabeza.— ¡Será perfecto! Ella me adora, cree que soy lindo y esponjoso... Hasta podría dejar que me pongas un tonto disfraz... ¡Uh! Podemos ir a juego, a Astrid le encantará.

Hiccup frunció los labios, en un intento de no seguir sonriendo, uno bastante inútil.

—¿En serio dejarás que te ponga un ridículo disfraz?— preguntó, divertido. Se preguntó si podría encontrar un buen disfraz para gato, uno que molestará tanto a Toothless que desistiría con solo verlo.

— Las uñas de Astrid son las mejores, creelo. Lo valen.

Hiccup se acostó en la cama, estando entre las cobijas, suspiró de nuevo. Toothless se acostó sobre su pecho, insistente aún.

— No puedes ir conmigo, Toothless.

—¡Pero es una fiesta! ¿Tienes idea de a cuántas fiestas voy desde que soy un gato?

—¿Qué me dices de las veces en las que te escapas con esa banda de gatos?

— ¡Esas no cuentan, ya te lo dije! ¡Déjame ir a...! ¿Hueles eso?— preguntó de pronto, Hiccup frunció el ceño, olisqueando también, sin detectar nada mas que el aroma de las rosas, las cuales no olían precisamente a eso, ohhh, olían cómo a Astrid...

Alto, eso era sumamente raro.

— No huelo nada.

— No con todo este olor a Astrid (por cierto, Casa, eso es perverso), pero de verdad huele a algo diferente...— Toothless movió sus orejas, sus bigotes vibraron, cómo si con su rostro gatuno tratara de fruncir el ceño.— Algo oloroso...

—¿Oloroso como tú?

— ¡Bah, olvídalo! ¡Déjame ir a la fiesta!

— Toothless...— bostezó antes de continuar. Afuera, la lluvia aminoraba conforme Hiccup se sentía más soñoliento, como si la tormenta durmiera con el.—... hablemos de esto mañana...— dicho esto, se giró botando a Toothless de su pecho. El gato cayó de la cama, aterrizando en sus cuatro patas, se sacudió molesto antes de volver a su mullido cojín.

—Voy a convencerte, Hiccup.— murmuró antes de acomodarse en su cojín.— Voy a...— bostezó también, contagiado por el sueño del brujo.—... convencerte...

Era pasada la noche, o por lo menos eso parecía para Hiccup cuando lo olió, era ese olor que Toothless había captado antes. Ahora lo entendía un poco, era como azufre, apestando toda la habitación, se removió entre sueños, molesto, gimió. Odiaba que Toothless lo molestará mientras dormía, en especial ahora que estaba tratando de...

Escuchó un gruñido, no se parecía al de un gato... O al de un dragón. Abrió los ojos de golpe.

Un ser peludo, con dientes enormes y afilados estaba frente a su cara, sus ojos eran oscuros, inyectados en sangre, parecía estar muy concentrado en su cuello, más específicamente, en su yugular. Ambos se miraron por unos largos diez segundos, hasta que la criatura rugió y se agazapó.

Hiccup gritó, tratando de llamar a su espada, pero la cosa le estaba aplastando los brazos, inmovilizandolo.

— Hiccup Haddock...— decía con una voz rasposa y atemorizante. Hiccup jadeó.— Hiccup Haddock...

Le pareció que era su fin hasta que un enorme dragón negro se abalanzó sobre su captor, liberandolo, ambos cayeron en el suelo, revolcándose, peleando, Toothless había sacado sus dientes retractiles y mordía la piel de su víctima. Hiccup, quien, se estaba recuperando del susto, decidió ayudarlo con su espada de fuego.

—¿Qué quieres?— preguntó, una vez el dragón pudo inmovilizarlo. La criatura emitía sonidos desesperados, pero lo único que Hiccup podía entender entre tantos jadeos era su nombre, dicho una y otra vez.— ¿Quién eres? ¿Alguien te envío?

— Hiccup Haddock...— gruñó, se le veía furioso.— Viene por tí... Está buscándote...— reveló, el joven enarco una ceja, volviendo la vista a Toothless, quien tampoco estaba entendiendo nada.

¡Habla claro, apestoso! ¿Quién lo está buscando?— exigió Toothless, pero la criatura no parecía hablar dragonés.

— ¿Quién está buscadome?— preguntó esta vez Hiccup, la cosa sí le entendió a él.

Con ayuda el fuego de su espada, el brujo lo vio mejor, era una especie de ¿Perro? Sí, tenía partes de perro, pero con brazos peludos que parecían de hombre, las cuales terminaban en garras. Lo primero que pensó fue en los hombres lobo de las películas viejas.

El sujeto (si se le podía llamar así), se rió. La risa sonó ahogada, pero le hizo temblar un poco.

— El jinete...— respondió, enseñó los dientes como si sonriera.— El jinete y las brujas...— reveló antes de reventar a carcajadas y empezar a derretirse, por muy extraño que pareciera, el sonido de su atronadora risa no se detuvo incluso aunque su carne se estuviera fundiendo. Hiccup dió dos pasos atrás, asqueado, lo mismo hizo Toothless, quien se sacudió con asco.— ¡Van a restaurar el orden! ¡La rueda de la fortuna...! ¡NOS APLASTA A TODOS!

Sin previo aviso, Casa tembló violentamente, los libros del castaño cayeron de sus repisas, algunos dibujos pegados en las paredes resbalaron por ellas terminando en el suelo, Hiccup se tuvo que sostener de Toothless para no caer también.

—¡Hiccup! ¡Hiccup!— lo llamaba su padre, escuchaba sus pesados pasos. Era increíble que pudiese correr con todo ese movimiento.

—¡Papá!— exclamó.

Tal cómo inició, acabó, de improviso. Hiccup miró el lugar en donde se suponía estaban los restos de lo que sea que lo había visitado, pero no había nada ahí, solo la alfombra, respiraba con fuerza, tratando de reponerse para procesar lo que había pasado.

— ¿Que fue eso?— le preguntó al dragón, Toothless pareció encogerse en sus alas.

Era un mensajero.— respondió, olisqueo la alfombra.— Uno directo del infierno, sí.

— ¿Del infierno?— cuestionó sin poder creerlo. ¿El infierno? ¿Por qué lo querían en el infierno? Aparte, ¿Qué era todo eso que había dicho?

Su padre casi derrumba la puerta cuando entró, Gobber iba detrás de él. Stoick llevaba un hacha vikinga en sus manos y Gobber una maza... También vikinga en la mano que todavía tenía, en la prótesis, había lo que parecía ser un martillo con picos.

—¿Qué pasó? ¡Escuchamos ruidos!— exclamó Stoick con voz fuerte. Se preocupó todavía más al ver a Toothless en su forma natural. Ambos hombres repararon en la palidez del rostro del muchacho, así como en la confusión de su rostro.

— Yo... No tengo idea.— miró a su dragón y parpadeó, antes de que el despertador parpadeara, marcando la hora: medianoche en punto...

Feliz cumpleaños, Hiccup.


Este iba a ser un one shot, sin embargo, lo creí muy largo para que lo fuera, entonces dije: ah, mejor que sea un two shot.

Pero luego... ¡Llegó a mi! Bienvenidos a este long fic donde como que todo está al revés, ahora Hiccup es el brujo xd

Este fic será algo corto, espero. Y sí, ya sé, ya he hecho mucho con este universo con brujas y Sabrina, pero este es el ultimo que hago con esta temática, lo prometo.

El siguiente capitulo se publicará el 31 de octubre, siiiii