La mayoría de los personajes pertenecen a E L James


Ana y Christian se conocieron hace diez años. Fue lo que comúnmente se conoce como un amor de verano. Ella tenía 18 y el 21. Vivían en ciudades diferente. Fue solo suerte, o el destino -si se cree en ese tipo de cosas- que los unió en aquel entonces en el mismo resort en Miami. El estaba de vacaciones con su hermano Elliot y Ana estaba trabajando en un hotel tratando de ahorrar algo de dinero para la universidad.

No estaban en búsqueda de una relación, pero la química entre ellos era palpable. Tan solo pasó. Y cuando las cosas casi comenzaban a tornarse serias su tiempo había acabado. Ana se fue a California donde comenzaría su educación superior y Christian regresó a Seattle, donde manejaba un muy exitoso negocio.


Christian camina por el centro comercial, lleva en brazos a su hija de seis meses. Su esposa de casi dos años lo sigue mirando las vitrinas. Están en búsqueda de un regalo para Grace, la madre de Christian. Jessica habla sobre la siguiente cita al doctor de la bebé cuando él la ve.

Ella está en una tienda de muebles mirando un escritorio, pasa sus dedos con delicadeza por la madera de un bonito escritorio estilo vintage. Ana, su primer amor. En realidad nunca se dijeron la palabra con A, pero él no iba a mentirse a sí mismo, no después de diez años pensando en ella.

"No estoy segura si un mueble es la opción correcta para Grace." Las palabras de Jessica lo devolvieron al aquí y ahora.

"No… no" respondió distraído mientras veía el anillo brillante en el dedo de Ana. "Creí ver… no importa." Despejó su cabeza y siguió caminando, cargando a su hija, recordando por qué seguía casado con su esposa.

Celebraban un año de relación cuando él le propuso matrimonio. Seguía soltero con casi 30 años. Tomó lo que pensó era un buen consejo. Tan solo unos meses más tarde en el matrimonio se dio cuenta que cometió un grave error. Jessica no era mala persona, para nada. Pero él no estaba enamorado de ella.

De todas maneras intentó todo lo que podía para hacer su matrimonio funcionar, él no era de los que renunciaban, por lo menos no sin tratar. Tenían días buenos y malos, pero sin importar qué, simplemente no sentía amor por ella. Así que decidió por terminarlo finalmente y pedirle el divorcio.

Pero entonces, un día su esposa se embarazó y todo cambió. Ya no se trataba de cómo él se sintiera.


Ana mira alrededor, no prestando mucha atención. Su mente divaga en el hecho de estar en Seattle, tan cerca de quien pudo haber sido el amor de su vida, ese pensamiento la hacía sentirse inquieta.

Negando con su cabeza en desaprobación, trató de enfocarse en su tarea. Eligió un escritorio, podía verse escribiendo con comodidad en él. Necesitaban prácticamente de todo. John y ella estaban recién mudándose a su nuevo departamento en el centro de la ciudad.

Los recién casados estaban emocionados por comenzar su vida de casados en una nueva ciudad. Ana estaba distraída cuando John se le acercó pasando un brazo alrededor de su cintura.

"¿Este es el elegido?" Preguntó John sonriéndole en señal de aprobación, él sabía cuán seria era Ana cuando se trataba del lugar correcto para escribir.

"Sí" respondió ella con menos entusiasmo, no se sentía tan emocionada como él.

"¿Estás bien, cariño?" Preguntó el marido preocupado.

"Sí…, solo estoy un poco cansada" dijo y le sonrió levemente.

"Lo sé, pero esperemos tener la entrega de nuestra nueva cama hoy. Deberíamos haber dormido en un hotel." Le dijo y le dio un tierno beso en los labios. "Almorcemos algo para tener energía, vamos." Pagaron por los muebles y abandonaron la tienda.

Estaban a punto de ordenar cuando sucedió. Ana miraba una tienda de zapatos en la distancia, pensando en echar un vistazo después del almuerzo cuando lo vio.

Christian llevaba en brazos a su bebé, mirando los zapatos, besando tiernamente la cabecita de la niña…

"Ya no tengo hambre." Dijo Ana abruptamente. John la miró preocupado y avergonzado.

"Oh…" respondió John mirando a la mesera con una sonrisa de disculpa.

"Podemos ordenar para llevar?" Respondió Ana, tratando de reparar su falta de tacto."

"Por supuesto, no hay problema" respondió la mesera.

Ana se levantó de sus asiento. "Puedes ordenar por mí, estaré esperando en el auto."

No le dio tiempo a él de responder, lo dejó ahí sentado mirándola a ella alejarse.

Ana pasaba, tienda tras tienda, solo viendo imágenes borrosas, sus ojos estaban humedecidos, sentía las lágrimas venir, no podía permitirse llorar.

No estaba bien, ella era una mujer casada, no podía tener sentimientos por otro hombre. No después de diez años. Pero muy dentro de ella, sabía que solo se había casado con John porque tenía miedo de terminar sola. Y se sintió peor, se apresuró en tomar una decisión por las razones equivocadas.

Se casó con John dos meses atrás, él obtuvo un ascenso y tuvieron que mudarse a Seattle. El primer pensamiento de Ana cuando recibió la noticia fue Christian. Ahora de pie apoyando su espalda en el auto se sintió mal, incluso, incluso sucia, John no se merecía estar con alguien como ella.

John camina hacia Ana llevando las bolsas con la comida. La ve apoyada en el auto, el cambio no ha sido fácil, él podía entenderlo. Y el hecho de que no estaban durmiendo con mucha comodidad en sacos de dormir por los pasados dos días no lo hacía más fácil.

"Estás bien?" Le preguntó cuando llegó hasta donde ella estaba. "Te ves preocupada."

Ana, que había estado tratando de calmarse dio la única respuesta en que pudo pensar.

"Sí, solo me duele la cabeza. Creo que necesito descansar un poco. No dormí muy bien anoche." Esa era solo una media mentira.

"Quieres que vaya a comprar algo para el dolor?"

Jesús, pensó ella, por qué tiene que ser tan comprensivo? En cambio dijo "no, solo necesito una siesta John, pero gracias."

Se subieron al auto y se fueron a casa. Ana no estaba acostumbrada al lugar tan lujoso en que estaban viviendo ahora. Un edificio llamado Escala. Tan pronto llegaron al lugar vacío Ana se recostó en el saco de dormir y con una mente muy perturbada se durmió.

Ana soñó con arena y sol, estaba en su lugar feliz, estaba con él, su amor. Se sentía tan bien, tan feliz. Todo se sentía tan perfecto…

"Ana, despierta" dijo John con suavidad. "La cama está aquí por fin!" Dijo con una gran sonrisa.

Ana desorientada por algunos segundos volvió a la realidad.

"Levántate, nena. Vamos abajo a firmar" John estaba tan extasiado que Ana no pudo decir no.


Christian y Jessica llegaban a Escala. Finalmente encontraron un regalo para Grace, después de una larga búsqueda y de compras innecesarias por parte de su esposa.

Taylor, su chofer y seguridad abría la puerta para ella cuando Christian recibió una llamada de Ros.

"Hola Ros, sí. Bueno, seguro. Oh ahora mismo? Está bien, voy para allá."

"Debo ir al lobby, te veo arriba." Dijo Christian a Jessica bajándose del auto y caminando fuera del estacionamiento hacia el lobby del edificio.

Algunos documentos urgentes necesitaban su firma. Fue al mesón de recepción donde un joven esperaba por él con un sobre.

"Señor Grey" dijo el chico del correo.

"Cómo estás?" Dijo Christian sin prestarle mucha atención sacando los papeles del sobre y buscando por su pluma dentro del bolsillo de su chaqueta. Mientras firmaba, un camión desembarcaba una cama tamaño king. Grey le dio al joven los documentos y con un apretón de manos como despedida caminó hacia los ascensores.

Apretó la flecha que indicaba hacia arriba, no esperó ni dos segundos cuando la puerta se abrió para dar acceso a dos personas dentro. Era Ana, sujetando la mano de un hombre rubio.

Ambos quedaron perplejos por un segundo que solo ellos parecieron notar.

"Buenas tardes" dijo John con cordialidad, ajeno al pequeño momento de tensión. "John Colt" dijo presentándose y ofreciéndole su mano.

"Christian…" dijo este un poco descolocado. "Christian Grey" agregó recuperando su confianza.

"El famoso hombre de negocios de Seattle" dijo John sonriendo. "Se veía familiar señor Grey, mi esposa y yo recién nos mudamos al edificio, por cierto, ella es mi esposa, Anastasia Colt."

Christian miró a Ana completamente a los ojos, esos ojos que él conocía. "Un placer conocerla señora Colt" respondió con más resentimiento del que pretendía.

"Señor Grey, el gusto es mío" respondió ella con un nudo en la garganta y sintiendo su cara enrojecer.

"Ha sido un agrado señor Grey, si nos disculpa debemos recibir un paquete, espero verlo por aquí" dijo Colt.

"No paso mucho tiempo en el edificio" respondo fríamente. Dándose cuenta de su falta de cordialidad por el cambio en la sonrisa de Colt a una incómoda mueca agregó. "Pero sí, espero verlos pronto también" y sin mirarlos a la cara entró en el elevador, escribió el código de su penthouse y las puertas comenzaron a cerrarse, pudo ver a Ana girando su cabeza para mirarle, sus ojos se conectaron una vez más, tenía una expresión de angustia que imitaba la de él. Las puertas se cerraron.