Saludos queridos lectores.
Ya les he mencionado que formo parte del grupo SasuKarin Month en facebook, allí, dedicamos el mes de Junio a nuestra querida pareja SasuKarin. Como parte de las actividades, se realiza un calendario con palabras elegidas por los miembros, para inspirar temas, ya sean de fanfics, fanarts o cualquier otro tipo de trabajo.
Este fic corresponde al primer día "Sol y Luna", el cual debí subir ayer, pero debido a que no había podido terminarlo, así como mi falta de portada, lo subo el día de hoy. Aprovecho la mención de la portada, para agradecerle a LilithLm por hacerme la portada que pueden ver en esta historia. De igual forma, agradezco a ManaKarin quien me ha ayudado a los nombres de los dioses y que fue de ayuda para la construcción de la religión creada para este fanfic.
Como verán, esta historia constará de más de un capítulo y aun así ésta primera entregar es muy larga, pero daré una mejor aclaración al respecto al final de este capítulo para no dar spoilers.
Antes de dejarlos con la historia, los invito a buscar el grupo SasuKarin Month en facebook o la fanpage, donde se estarán subiendo los trabajos que se realicen, o bien, pueden participar conociendo el calendario establecido. Este año se han asignado premios a los miembros que participen, así pueden competir por ellos. Aún si no lo hacen, los invito a agregar mis historias del mes en favoritos o comentar, así me ayudarían a acercarme a los premios.
Sin más, los dejo con esta historia.
El país del Fuego estaba conformado por varias aldeas independientes que profesaban la misma religión politeísta, la cual, tenía como dios principal a Taiyo, el sol. Dentro de los aldeas, existían clanes de gran peso político y religioso, pues las leyendas los señalaban como los descendientes directos de los dioses. Sin embargo, estos clanes tenían reglas muy estrictas que eran fomentadas no sólo por los propios clanes para mantener su hegemonía, sino también por el resto de los habitantes del país, pues se creía, que al respetarlas, era otra forma de rendir tributo a sus dioses.
Una de las chicas perteneciente a uno de estos clanes era Karin Uzumaki. Su clan resultaba ser de los más importantes y pese a ello, también era uno de los más flexibles. Sin embargo, esa flexibilidad, generó complicaciones en su generación, lo que llevó al clan Uzumaki a endurecer sus reglas para evitar el desastre.
Todos los clanes derivados de los dioses tenían reglas diversas, pero todas compartían una muy importante: cada generación, el clan debía elegir un representante para convertirse en Sumo Sacerdote en el templo dedicado al dios correspondiente y la regla para seleccionar al candidato, era el elegir al miembro que tuviera la sangre más pura que fuera del género del dios que representaban.}
Dicho lo anterior, no era de sorprender que los matrimonios en los clanes fueran arreglados para que los hijos resultantes de esos matrimonios tuvieran más posibilidades de tener un puesto tan importante como lo era ser el Sumo Sacerdote, pues este rango equivalía a ser la representación del dios en la Tierra. Empero, el clan Uzumaki era el clan que menos arreglos matrimoniales tenía.
La filosofía del clan Uzumaki, era que para que haya amor de cualquier tipo —filial, amistad o pareja—, había que haber cierta compatibilidad para poder vivir en armonía y respeto, así que los matrimonios arreglados iban en contra de esa visión. No era que no llegaran a hacer arreglos maritales, pero solían planearlos desde antes del nacimiento de los hijos.
El clan Uzumaki procuraba que aquél con quien pretendían emparentarse por matrimonio, fuera una persona presente en la vida de sus hijos, esperando que de esa convivencia surgiera la amistad y el amor. Esta técnica solía dar resultados, pero no era a prueba de fallos por lo que llegó el momento en que la selección del candidato al próximo Sumo Sacerdote, se volvió complicada.
Siendo que el dios que su clan representaba era varón, Karin no había tenido que preocuparse por las dificultades de la elección, pero la situación de su generación, puso entre la espada y la pared al clan: no había un varón con la sangre lo suficientemente pura para el puesto.
Tratándose de cualquier otro dios, quizá el clan y el pueblo del Remolino no habrían entrado en pánico, pero el clan Uzumaki representaba a Taiyo, el dios principal de su religión, así que no podían darse el lujo de enfurecer a la deidad que gobernaba sobre las demás.
La situación resultaba tan grave que el resto de las aldeas se involucraron para encontrar una solución, en la cual, sin deberla ni temerla, la pequeña Karin se vio involucrada. Ella, en un principio aceptó el destino que le habían dictado tras la resolución a pesar de tener miedo, pero mientras llegaba el momento de cumplir con su tarea, ella fue cambiando su modo de pensar y principalmente, su decisión sobre resignarse a su destino.
Para cuando Karin cumplió 12 años, ella decidió huir sin saber a dónde ir. Empero, el destino la llevó a una de las aldeas del mismo país y lejos de llevarla de vuelta como cualquier otra aldea habría hecho, la ocultaron y acogieron.
—¿Me estás oyendo? —Kabuto interrumpió el pensamiento de la pelirroja que se había ensimismado cuando vio la fecha en el calendario. Cada año, esa fecha le recordaba el por qué había escapado de su aldea y el por qué ahora no tenía familia desde hacía cuatro años.
—Si, lo tendré en una semana —aseguró haciendo anotaciones en su agenda— ¿Algo más?
—Al parecer hay noticias de que vendrán a buscarte de nuevo por esta región. Sería buena idea que te mantuvieras disfrazada aún en las zonas seguras.
—¿De nuevo? Aún no se cumplen cinco años desde que huí y esta es como la centésima vez que vienen.
—No todas esas veces han venido a buscarte y lo sabes, pero no se puede bajar la guardia aunque estén buscando a alguien más.
—¿A quién más buscan? Son tan insistentes como los de la Hierba y la Hoja conmigo.
—A veces buscan desaparecidos sin importancia y otras gente de dinero, ya sea de un clan divino o no —Kabuto se encogió de hombros— Como sea, cada que desaparece alguien, el Sonido es el primer sospechoso frente a las demás aldeas.
—¿Por qué será? —preguntó la pelirroja con sarcasmo.
—No todos están aquí a la fuerza, por ejemplo, tú estás aquí por voluntad —sonrió el joven— Pero lo que nos hace ser blanco de sospechas, no es porque tengan pistas que los conduzcan aquí.
—¿No?
—Nuestro dios patrono es Atamagai, dios de la inteligencia y ello nos ha impulso al desarrollo de la ciencia —explicaba Kabuto— Con nuestras investigaciones, hemos logrado cosas que van en contra de lo que la religión del país dicta y nos llaman herejes —señaló algunos de los experimentos— Pero nosotros seguimos creyendo en los dioses, sólo hemos descubierto que quién escribió el libro Divino, ha puesto mentiras.
—Si, ya me han dicho eso, pero ¿sólo por eso persiguen al Sonido?
—Es difícil desprenderse de algo que se creía que era correcto —se arregló los anteojos— Parece ser más fácil atacar a quien lo contradiga que aceptarlo.
—Qué molesto —bufó la chica.
—Como sea, deberías irte y empezar con tu trabajo. Aunque digas que lo tendrás en una semana, si algo falla, no quiero que uses esta charla como excusa.
—¡Yo jamás harías eso! —exclamó enojada.
—Sólo ve y haz tu trabajo.
Karin soltó un bufido y el resto del día no dejó de pensar en su pasado mientras trabajaba. En unos pocos años, su vida había dado un vuelco tan grande, que había pasado de ser una chica tímida y asustadiza a la mujer fuerte y decidida de ahora, pero eso ya no importaba y los siguientes días se dedicó al trabajo.
Por seis días, Karin se mantuvo encerrada en un laboratorio haciendo aquí y allá para cumplir con el plazo en el que había quedado, de tal modo que ni siquiera se vio con los exploradores que llegaron al Sonido.
Aquella no era la primera vez que ella corría el riesgo de ser descubierta, ya había aprendido a mantener la calma y se mantuvo así los días en que los exploradores estuvieron investigando, pero ese día en particular, ella se había despertado con mucha inquietud.
Como una premonición, esa inquietud no cesó y aumentó cuando un par de hombres irrumpieron en el laboratorio donde ella trabajaba.
—Suelta a los presos —ordenó uno de los chicos al otro, quien obedeció de mala gana.
—¿Cómo que soltarlos? ¿Qué hacen aquí? ¡Arruinan mi trabajo!
—Karin, ven conmigo.
—¿Contigo? ¿A dónde? —preguntó la chica confundida— ¿Qué hay de Orochimaru?
—Se suicidó.
—¿Qué? ¿Cómo que se suicidó?
—Has estado encerrada aquí durante la exploración —afirmó más que preguntar— No te has enterado de nada.
—¿Enterarme de qué?
—Los exploradores de la Hoja encontraron uno de los laboratorios furtivos llenos de presos. Se disponían a arrestar a Orochimaru cuando lo hallaron muerto en el templo.
—¿Y Kabuto? ¿Qué hay de los demás?
—Kabuto huyó y mientras trataban de atraparlos, han matado a Kimimaru y los demás —respondía el chico con mucha calma— Tienen a toda la aldea bajo vigilancia y están buscando más laboratorios, aún hay tiempo para que te vayas.
—¿Irme? ¿A dónde iré? Ni tú ni yo tenemos a dónde volver.
—Tengo un asunto que quiero resolver y quiero que vengas conmigo para ayudarme —contestó estoico— Puedes venir conmigo o irte por tu cuenta, pero si te quedas, van a encontrarte tarde o temprano.
Karin intentaba digerir la información. Ella siempre creyó que viviría el resto de su vida en el Sonido, que podría huir para siempre de su destino estando allí, pero con todo lo dicho por ese hombre parecía imposible. Ahora había tres opciones, quedarse y regresar a cumplir el destino que le asignaron, aceptar la petición de ese chico o huir por su cuenta hasta encontrar dónde esconderse.
Pensó un momento sus opciones y fue rápido para ella decidirse, pues sólo una de ellas, tenía más peso a causa de sus deseos.
—Bien, te seguiré ya que me lo pides, Sasuke. Pero… —tomó al chico del brazo— ¿Por qué tiene que venir Suigetsu? Tu y yo solos hacemos un gran equipo.
—Estás muy cerca —musitó pero no hizo nada para alejarla.
—Te ayudaré en lo que necesites, tu y yo…
La puerta del lugar se abrió repentinamente y Karin se alejó del chico como si la hubieran descubierto en algo prohibido.
—Ya liberé a todos, los exploradores no tardarán en venir a revisar el laboratorio —habló el recién llegado con una sonrisa burlona, pues había alcanzado a ver lo que ocurría y le complacía haber interrumpido.
—Vámonos —ordenó el azabache saliendo de la habitación y siendo seguido por la Uzumaki.
—¿Vendrás? —preguntó el chico de cabellos blancos que había llegado.
—Sólo voy por la misma dirección hasta que salgamos de la aldea sin ser atrapados —contestó Karin no queriendo admitir que en realidad, desde hacía tiempo estaba enamorada de Sasuke. De entre las cosas buenas que había conseguido al huir de su destino, había sido el reencontrarse con ese joven.
Karin había conocido a Sasuke cuando tenía doce años en un evento que se realizaba cada año entre todas las aldeas del país. En ese evento, todos los discípulos de los templos, participaban en una representación teatral de varios mitos de su religión, las cuales se llevaban a cabo en los lugares donde se suponía habían ocurrido. Los Sumos Sacerdotes tomaban el papel de los dioses y a los discípulos se les asignaba un papel de humanos o semidioses al azar.
Algo muy particular de esas representaciones, era que aquellas que se realizaban lejos de las aldeas, como en el bosque, rara vez tenían público, pues la mayoría de la gente prefería ver las escenas dentro de las aldeas. Empero, aunque no hubiese público, todos tenían que actuar su papel.
En aquél evento, Karin había participado, no porque realmente fuera una discípula del templo, sino porque en su asignación, debía permanecer en el templo de Ai, la diosa del amor, hasta el día de su boda y se decidió que participara en la ceremonia.
Le había tocado a la pelirroja el papel de una joven que era perseguida por un jabalí y era rescatada por uno de los dioses en su forma humana y la llevaba de regreso a su aldea. Aquella puesta era sólo eso, una puesta donde habría alguien disfrazado de jabalí persiguiéndola hasta que llegara el otro actor a fingir que peleaba con la falsa bestia, sin embargo, mientras ella fingía recolectar hierbas como decía la historia, apareció un oso real del que tuvo que huir para salvarse.
Corrió tan rápido como sus piernas le dieron, pero en algún punto tropezó y aunque gritaba por ayuda, no parecía que nadie llegaría.
Sasuke, mientras esperaba su turno de entrar en escena en otra historia, había oído los gritos de la niña y no dudó en ir a ver lo que ocurría. Cuando vio a Karin corriendo, él tomó el pedazo de carne que cargaba para su papel y llamó la atención del oso. Cuando el animal notó la comida, Sasuke la aventó tan lejos como pudo y el oso se fue tras el pedazo de carne.
El joven fue hasta Karin y la ayudó a levantarse para irse en caso de que el animal regresara y avisaron al resto de los participantes de la presencia del oso.
Después de ese día, Karin estaba muy agradecida con Sasuke, pero no pudo hablar con él ni lo volvió a ver, porque tras el incidente, las representaciones en el bosque se suspendieron, a ella la regresaron a la Hierba y no supo nada de él. De lo único que ella pudo enterarse fue que la aparición de ese oso era inusual.
Para la Uzumaki, aquél encuentro se había vuelto muy importante, porque desde que había sido enviada al templo en la Hierba, no había mucha gente que fuera amable con ella, así que después de tanto tiempo, el hecho de que Sasuke hubiese tomado la decisión de ayudarla, aún dejando de lado su papel en la representación, era una muestra de amabilidad y aunque fuera absurdo, puesto que apenas había cruzado palabras con él, ella ya se sentía atraída por ese chico.
Al poco de haber huido y llegado al Sonido, Sasuke había llegado a la misma aldea y en varias ocasiones llegaron a trabajar juntos, de modo que se conocieron más, alimentando el cariño que ella ya sentía por él a pesar de que el azabache no hablaba mucho sobre él ni su pasado. Karin ni nadie en la aldea conocía su apellido, tampoco conocían el de ella por temor a que la devolvieran a su destino, pero a ella poco le importaba el apellido del chico porque sentía en él, esa compatibilidad de la que su clan hablaba.
El tiempo pasó en el Sonido y no siempre estaban juntos, pero era evidente para muchos los sentimientos de ella a pesar de que quería disimularlos, pues no quería que la gente creyera que esos sentimientos la distraían de su trabajo y por ende, despreciaran sus investigaciones. Ahora, ella estaba dispuesta a seguirlo, cambiando así su trabajo, pero decidió ser firme en disimular sus afectos frente a los demás para que no cuestionaran sus decisiones.
—Saldremos por el pasaje cinco e iremos en busca de Juugo —habló Sasuke dirigiéndose a uno de los tantos pasajes secretos que había en los laboratorios.
—¿Juugo? Pero él…
—¿No es el tipo bipolar? —interrumpió el albino— ¡Estás loco!
—Karin, conoces el estudio que se le hizo ¿no es así? —preguntó el azabache abriendo el pasadizo con urgencia, pues a lo lejos ya se oía a los exploradores llegar.
—Si pero…
—Vamos por él antes de que lo encuentren.
Fue complicado ir por el cuarto miembro del grupo sin ser vistos y las cosas se pudieron poner peor, de no ser que Karin había encontrado las píldoras que Orochimaru había creado para controlar la condición médica de Juugo, la cual consistía en lapsos de agresividad violenta espontáneas.
La última dificultad, que era salir del Sonido sin ser encontrados por los exploradores fue fácilmente superada con los pasadizos en los laboratorios, por lo que en poco tiempo, se vieron lejos de la aldea que estaba siendo inspeccionada y por la noche, el grupo acampó en el bosque.
—Ahora que estamos juntos, quiero hablarles de mi objetivo. Si no están de acuerdo, aún están a tiempo de irse.
—Yo me quedaré con ustedes mientras puedan controlar mi estado —aseguró Juugo sabiendo que tanto Sasuke como Karin conocían la fórmula y preparación de aquellas pastillas que calmaban su estado.
—Te seguiré hasta que me entregues la reliquia de mi familia que dices saber donde está, a menos que tenga una pista de alguna de ellas y esté en dirección opuesta a la tuya —contestó Suigetsu y miró a la pelirroja— Ahora que salimos del Sonido sin ser atrapados, intuyo que te separarás del grupo ¿no? Sasuke sólo te necesitaba para recuperar las pastillas de Juugo.
—No tengo nada mejor que hacer —contestó Karin como el único pretexto para decir que quería quedarse— Me iré cuando decida qué hacer.
Las palabras del Hozuki no inmutaron a Karin, pues aunque estaba consciente de que Sasuke sólo había ido por ellos porque tenía un plan para cada uno, ella estaba segura que no había sido sólo por las pastillas. Sasuke también conocía al respecto, así que la ayuda que él quería de ella tenía que ser algo más.
—El motivo de crear este grupo es porque quiero encontrar a Akatsuki y eliminarlos.
—¿Akatsuki? ¿Te refieres a esa bola que llaman herejes y que atacan durante las festividades a sus dioses? —preguntó Suigetsu.
—Ellos fueron los responsables de la desaparición de mi clan.
—No había oído hablar de eso —siguió el albino.
—¿Qué hicieron? —preguntó Karin confundida, no sólo porque era la primera vez que Sasuke hablaba de su pasado, sino porque, así como Suigetsu, ella no había oído hablar del tema.
—Soy del clan Uchiha y Akatsuki eliminó a mi clan en su afán de desaparecer la descendencia de los dioses —explicó el azabache— No me interesan los dioses, pero quiero tomar venganza por haberme arrebatado a mi familia.
—¿Estás diciéndome que tú perteneces al clan de la diosa Mangetsu? —preguntó Suigetsu incrédulo para luego soltar una carcajada— ¿Ese dónde los hombres son esclavos de las mujeres?
—No seas idiota, los Uchiha son descendientes de la diosa Shingetsu, los Hyuuga son los descendientes de la diosa Mangetsu —corrigió Karin sorprendida por la noticia— Tampoco hay clanes dónde los hombres sean esclavos de las mujeres, es sólo que los clanes de la Luna...
—Quiero que me ayuden a encontrar a Akatsuki y exterminarlos dentro de su propia guarida —interrumpió Sasuke sin darle importancia al asunto de los clanes— La única pista que tengo por ahora, es que habrá una fiesta en la Cascada dentro de una semana.
—Akatsuki no ataca en todas las festividades religiosas ¿Por qué sospechas que estarán ahí? —preguntó Juugo que había oído al respecto pese a su encierro.
—Sospecho que atacan más frecuentemente de lo que parece —explicaba Sasuke— Si mi teoría es correcta, ellos atacan en orden geográfico.
—Tengo entendido que Akatsuki se hace ver cuando atacan y el último ataque que realizaron fue en la Hoja durante el festival de la Luna —explicaba Karin confundida por la afirmación del azabache— Si tu teoría fuera correcta, la siguiente aldea a atacar tendría que ser la Lluvia, quizá en su festival acuático.
—Si estoy en lo correcto, Akatsuki anuncia sólo algunos de sus ataques y la mayoría de ellos los hacen de incógnito para que se pierdan entre los ataques que hacen los países vecinos.
—¿Por qué estás tan seguro de eso? —preguntó Juugo.
—Porque mi clan fue eliminado de incógnito por Akatsuki pero fui testigo de que fueron ellos —aseguró Sasuke— Las fechas en que desaparecieron el Remolino, el ataque devastador a la Hierba, entre muchos otros como el ataque a el Sonido hace unos meses coinciden con mi teoría.
—¿Estás seguro? —preguntó Karin agitada.
—No puedo asegurarlo, pero aquellos ataques tienen algo en común que me hace reforzar mi teoría: nadie sabe quien o quienes realizaron los ataques, los testigos afirman que eran personas cubiertas de pies a cabeza para no ser reconocidas y cada ataque que sospecho como parte de Akatsuki, han tenido como fin de eliminar a algún clan divino, los templos o bibliotecas.
—Suponiendo que tienes razón ¿cómo piensas seguirlos? —preguntó Suigetsu— Iremos a la Cascada al festival, ellos aparecerán ¿y luego?
—Por eso los necesito a ustedes. Nos infiltraremos en el festival y nos mantendremos cubriendo diferentes puntos. Cuando el ataque llegue, tendremos la oportunidad de seguir a alguno de los atacantes para encontrar su guarida.
Suigetsu y Juugo continuaron haciendo preguntas sobre el plan de Sasuke y Karin quedó más bien ensimismada. En poco tiempo, ella se había enterado de cosas que la habían inquietado. La primera de ellas era sobre el clan de Sasuke. Es decir, él pertenecía a la descendencia de la Luna y ella a la del Sol. Según las leyendas, el Sol y la Luna eran hermanos e iban a casarse, pero no eran compatibles y se llevaban mal. Taiyo, el Sol, hizo una broma a su hermana Selene, la Luna, quien tenía dos identidades (Mangetsu y Shingetsu), haciendo que ambos pelearan al punto de no querer volverse a ver. De esa forma se explicaba que el Sol y la Luna nunca se encontraban más que en los eclipses, donde decidían hablar e intentar reconciliarse, sin embargo, las enseñanzas religiosas decían que cuando el Sol y la Luna se reconciliaran, sería el fin del mundo.
Para Karin, esto resultaba horrible, porque ella estaba enamorada de Sasuke y era sabido que esa rivalidad entre Taiyo y Selene había sido heredada a sus respectivos clanes, al punto de que, a pesar de intentar llevar una buena relación a través de la historia, siempre estos clanes se enemistaron. Hacía apenas menos de cien años que llegaron al único acuerdo pacífico: mantener distancia entre sus miembros y evitar ataques contra el otro.
Si su destino era mantenerse alejados, por más enamorada que ella estuviera, él probablemente jamás le correspondería. O bien, tal vez estaban destinados a odiarse en el futuro.
La noticia ya había desanimado a Karin y se preguntaba si debía confesarle al Uchiha que ella era una Uzumaki, pero un nuevo tema se volvió prioridad en su mente, cuando Sasuke habló de los ataques.
Ella había aceptado el destino que su clan le asignó cuando era niña y fue llevada a la Hierba como parte de ese destino. Allí, ella cambió su modo de ser y decidió huir para vivir su propia vida pero al poco de haberse establecido en el Sonido, oyó las noticias de que el Remolino había sido exterminado por completo.
Karin lloró mucho, porque aunque había rechazado su destino, ella no sentía rencor por su familia, pues entendía que lo habían hecho como un último recurso y a pesar de haberse ido, ella siempre los extrañaba y sentía afecto por su clan y su aldea, así que fue un gran sufrimiento el saber lo que había pasado con su gente. Toda su familia, su gente y su hogar, se había esfumado de la Tierra.
Alrededor de un año después de la tragedia del Remolino, las noticias de que la Hierba había sido atacada llegaron al Sonido, sumando dolor al pesar de la pelirroja. Era verdad que en la Hierba no solían tratarla muy bien, pero no les deseaba una tragedia como ese incendio. Además su dolor yacía en que en ese lugar había tenido una única amiga con la que apenas había podido convivir a causa de sus tareas como candidata a Suma Sacerdotisa, de hecho, ella había sido gran influencia en su decisión de escapar de su destino, por lo que sufrió al pensar que ella hubiese perecido ahí.
Si lo que Sasuke decía era verdad, entonces Akatsuki había sido el culpable de aquellas dos tragedias y le era difícil organizar sus emociones.
—Quizá deberías irte, hasta donde recuerdo, tu no quieres que alguien te encuentre —Suigetsu llamó la atención de la pelirroja— No sé de quién te estés escondiendo, pero meterte a un festival, aumentan tus posibilidades de ser descubierta.
—Iré. El mejor escondite es el lugar menos probable —aseguró Karin, se levantó del tronco donde había estado sentada y dio media vuelta— Estoy cansada, me iré a dormir.
El comportamiento de la pelirroja resultó extraño incluso para Juugo que poco la conocía, incluso Suigetsu creyó que todo era un teatro para distraerlos y acostarse con Sasuke cuando todos estuvieran dormidos, pero no, ella tenía mucho qué pensar con respecto a Akatsuki.
No pudo dormir en toda la noche pensando en el asunto de Akatsuki, pues tras saber de las tragedias, el no saber quiénes eran los verdaderos culpables, le dejaba cierto vacío en el pecho y ahora que tenía al alcance la verdad, le resultaba inquietante. Es decir, si Akatsuki realmente había cometido aquellas tragedias, lo habían hecho con el objetivo de derrocar la religión del país, por tanto, lo habían hecho solamente por no tener el mismo credo.
¿Qué se suponía que debía sentir? Sasuke, que obviamente había pasado por algo similar a ella, se veía seguro de su deseo de venganza, pero ella se sentía confundida. Es decir, si, los odiaba, aunque ella se había escapado a sabiendas que jamás podría regresar a casa, no era lo mismo saberlos muertos, pero no lograba discernir si quería venganza.
A ella se le había enseñado que los dioses eran los que castigaban y jamás lo cuestionó, pero ahora se preguntaba si sería real. De serlo ¿Por qué Akatsuki había seguido teniendo la oportunidad de atacar otros lados? Ella, que tenía sangre del Rey de los dioses ¿Tendría derecho a ejercer un castigo? Y aunque la respuesta fuera sí ¿Cómo podría ella saber qué castigo dar?
Pensó mucho en ello y continuó cavilando en el viaje hacia la Cascada, actuando más bien mecánicamente al no tener un objetivo claro al respecto.
—Pasaremos los siguientes días en la aldea fingiendo ser turistas —anunció Sasuke cuando estaban a poco de llegar a la aldea y se detuvieron para que él y Karin pudieran disfrazarse— Así conoceremos la aldea y elegiremos los puntos más probables de ataque de Akatsuki.
—¿Qué historia contaremos? —preguntó Suigetsu que miraba al par cambiándose, pues él pertenecía a otro país y Juugo había pasado demasiado tiempo encerrado como para que alguien tuviera una sospecha de alguno de los dos.
—¿Qué historia? —preguntó Juugo.
—No sé aquí pero en mi país es común que en las posadas pregunten lo que haces fuera de tu lugar de nacimiento —señaló el albino— No es común que hayan turistas y cuando los hay, la gente suele estar muy al pendiente de sus movimientos.
—Si preguntan, somos un grupo de penitentes que vienen a cumplir su deuda con Mara —contestó Sasuke sin darle importancia pues no era común en el Fuego lo que Suigetsu sugería, pero no estaba de más tener algo en mente, especialmente porque el albino resaltaba como extranjero— Si preguntan por qué vienes con nosotros, eres pariente lejano.
—¿Qué dios es Mara?
—El dios de la muerte —Juugo contestó la pregunta de Suigetsu que se estremeció al oírlo.
—Es hora de irnos —anunció Sasuke que le bastó con ropas típicas de la Lluvia, lugar donde era más común que en la Hoja tener el cabello negro, para pasar desapercibido como Uchiha.
—Sasuke —Karin lo detuvo cuando el resto comenzó a andar. A diferencia de él, ella llevaba una peluca castaña, pues el cabello rojo no era común en el país más allá del Remolino, la Hoja y las Aguas termales— ¿Por qué quieres venganza?
—Porque no puedo vivir sabiendo que los culpables de arrebatarme mi vida sigan impunes —contestó con frivolidad y siguió andando.
Karin pensó en sus palabras y se dió cuenta que, no quería venganza, tampoco justicia y menos ser la que ejerciera el castigo divino. No, ella no quería nada de eso porque aunque odiaba a los culpables, nada de lo que hiciera traería de vuelta a sus seres queridos, pero entonces ¿Qué quería ella?
Al llegar llegar a la entrada de la aldea, fueron detenidos para preguntar quienes eran, de dónde venían y a qué iban a la aldea, tal como lo había sugerido el albino, pero cuando este iba a responder lo que su líder sugirió, la Uzumaki habló más rápido que él para responder.
—Somos de la Lluvia y venimos al festival. —dio una sonrisa triste y se acercó al guardia para no dejar que el resto del equipo los oyera— Por favor no pregunte frente a mi esposo sobre qué hacemos aquí.
—Oye…
Suigetsu iba a protestar las acciones de la pelirroja al no entender su forma de actuar, pero Sasuke lo detuvo y permitió que ella hablara con el guardia. Él sabía que la pelirroja guardaba mucha información de las aldeas.
—Sea clara por favor —ordenó el guardia.
—Mi suegra estuvo muy enferma. Desahuciada. Pedimos al dios Mara que le evitara tanto sufrimiento a cambio de traerle una ofrenda en su templo aquí en la Cascada durante su festival —decía como si le costara ocultar su tristeza— Fue muy benevolente y venimos a cumplir nuestra manda, pero mi esposo aún está afectado. Fue apenas hace dos semanas.
—¿Quién de ellos es su esposo? —preguntó el guardia en voz alta y Karin se acercó a Sasuke para abrazarse a él a lo que el albino iba a protestar una vez más.
—Estamos esperando a nuestro primer hijo —Karin interrumpió y encontró la forma de darle un golpe en los genitales al Hozuki para que no hablara.
—¿Y esos dos?
—El alto es mi hermano —contestó para luego susurrar— Es adoptado.
En ese punto, Sasuke ya le había advertido con la mirada al albino que no refutara lo que Karin estaba diciendo.
—¿Y el otro? —preguntó el guardia y Karin se acercó a él para susurrarle algo al oído, acto seguido, el vigía miró a Juugo y Suigetsu con sorpresa— Está bien —dijo convencido y sacó dos pares de pulseras de diferente color— Ponganse esto y no se las quiten —entregó las pulseras rojas a Sasuke y Karin y las azules a Juugo y Suigetsu— Si los ven sin las pulseras en su estadía en la aldea, serán arrestados o expulsados.
—Gracias señor, así lo haremos —contestó Karin sonriendo y poniéndole la pulsera al Uchiha y entregándole la suya a él— ¿Me ayudas?
Sasuke no dijo nada y le puso la pulsera a Karin junto a otra que ella ya llevaba y para cuando Juugo y Suigetsu se pusieron las suyas por su cuenta, los guardias los dejaron entrar. Apenas dieron unos pasos adentro, Karin se tomó del brazo del Uchiha y aunque el albino iba a reclamar una vez más, en esta ocasión fue Juugo quien lo detuvo, señalándole que no dijera nada cerca de los guardias.
—¿Por qué no le dijiste nada sobre sus mentiras? —replicó Suigetsu al azabache cuando se vieron lejos de los guardias y haló a la pelirroja para hacer que se soltara del Uchiha— ¿Y tú qué tanto le murmuraste a ese guardia?
—La Cascada es una aldea que tiene como dios patrono al dios de la muerte, por tanto tanto la vida como la muerte son sagradas en este lugar —decía Karin soltándose del albino— Parte de esa importancia tiene que ver con la legitimidad de los nacimientos. Son muy celosos de su paternidad.
—¿Y eso qué tiene que ver con la pendejada de mentiras que has dicho? —insistió el albino.
—Las mujeres no pueden andar solas por la aldea, deben estar acompañadas de otra mujer, el padre, hermanos o el esposo. Ni siquiera está bien visto que esten con primos, tíos o abuelos a menos que sean sus guardianes —explicaba Karin— Por supuesto, esas reglas no se aplican con los extranjeros, pero si hubiesen pensado que todos estamos solteros, nos habríamos vuelto blancos a vigilar durante toda nuestra estadía aquí —señaló las pulseras— Siendo extranjeros seguiremos siendo puntos de vigilancia, pero cuando vean estas pulseras, iremos pasando desapercibidos.
—Más bien pienso que lo hiciste para aprovecharte de Sasuke —señaló el Hozuki.
—No creo que sea una mentira —señaló Juugo y en efecto, todos aquellos que tenían pinta extranjera llevaban pulseras de diferentes colores.
—Aunque sea verdad ¿para qué mierda dijiste que estabas embarazada?
—Nadie percibe como peligrosa a una mujer embarazada —señaló ella para agarrarse de nuevo de Sasuke que ni siquiera se inmutó.
—Tenemos que buscar una posada para no levantar sospechas —habló Sasuke— Después saldremos a explorar la aldea.
—¡Oye! ¿A ti no te importa lo que hizo? ¿Por qué no lo dijo antes de que entráramos a la aldea? —Suigetsu siguió reclamando— A mi me huele a que ella sólo se está aprovechando de esto para…
—Sólo apégate a las reglas o llamarás la atención de todos —interrumpió Karin queriendo cambiar el tema— De todas formas ya estamos dentro.
—Si sigues gritando nos delatarás —siguió Juugo y el albino no tuvo más que tragarse todos los reclamos y preguntas que aún tenía.
Por su parte, Karin se tranquilizó cuando el chico dejó de presionar por respuestas porque aunque sí se había aprovechado de seleccionar a Sasuke como su falso esposo, el único motivo por el que no había avisado de la situación de la aldea era porque había estado sumergida en sus pensamientos.
Si ella no se hubiese dado cuenta de la situación a tiempo, quizá les habrían rehusado la entrada al ser el grupo de tres varones que en su visión, representaban una amenaza al ser solteros y el hecho de que ella los acompañara sin tener una relación familiar o formal con ninguno de ellos. Tendrían una imagen poco decorosa de ellos.
Llegaron pronto a una posada al centro de la aldea, algo que Sasuke ya había planeado para poderse mover en todas las direcciones durante el festival, ahora el único problema sería saber si aún habían habitaciones disponibles, pues en fiestas de ese tipo, era común que se agotaran los lugares.
—Tienen suerte —contestó el posadero cuando Sasuke preguntó por habitaciones y el hombre entregó dos llaves— Son las últimas.
—¿Y cómo vamos a repartirnos? —preguntó Suigetsu y el tendero lo miró confundido— ¿Qué tamaños de cama tienen esos cuartos?
—No se preocupen, hay cama matrimonial para cada habitación —sonrió el tendero pensando que la repartición era referente a la disponibilidad de las camas— Cada pareja tendrá su intimidad.
—¿De qué…?
—Gracias —Karin tomó las llaves y golpeó a Suigetsu disimulándolo al entregarle la llave.
—Sigue la historia —Juugo le recordó al albino y los cuatro subieron a las habitaciones.
Ninguno de los varones tenía ningún tipo de equipaje y Karin llevaba una pequeña bolsa donde había guardado un par de cosas como la peluca que ahora llevaba puesta, pero nadie sospechó de ello porque los peregrinos tendían a viajar ligero como parte de su manda.
Al llegar al pasillo de las habitaciones, Karin iba dispuesta a ir en la misma habitación donde Sasuke, pero el Hozuki la detuvo.
—Tu no puedes ir con Sasuke, le harás alguna cosa rara.
—¿En serio vas a discutir esto en medio del pasillo? —preguntó Karin tratando de no levantar la voz.
—Tú irás con Juugo y yo me quedo con Sasuke —indicó Suigetsu dispuesto a alejar a la pelirroja del Uchiha. Sin embargo, el aludido tomó a la chica por la muñeca y la dirigió a la habitación— ¡Espera! ¡No me digas que…!
—Nos vemos en cinco minutos abajo —Sasuke cerró la puerta de la habitación una vez que él y Karin estuvieron dentro y cuando el albino quiso llamar a la puerta gritando, Juugo lo detuvo.
—Karin dijo que estaremos en la mira si ellos no actúan como pareja y nosotros como sus parientes —indicó Juugo en voz baja y discretamente le hizo ver a su compañero que había gente en el pasillo— Las pulseras son para indicar quién está acompañando a quién, si no lo hacemos así, llamaremos la atención.
De mala gana, Suigetsu aceptó lo que ocurría y entró a la habitación que le correspondía junto a Juugo y al ver la cama matrimonial, decidió que tenía que hablar con Sasuke sobre la repartición. Él no quería ni compartir el cuarto con un tipo que se podía poner loco de la nada aún sin importar que estaba tomando medicamento.
Mientras tanto, Sasuke soltó a Karin una vez que la puerta se cerró y él no perdió el tiempo en echar un vistazo a la ventana para hacer sus primeras observaciones desde un punto alto, aunque sólo fuera un primer piso y la Uzumaki, aunque emocionada de estar a solas con el chico que le gustaba, no pudo hacer nada al respecto, pues la frívola mirada de este, le hizo recordar que ella se había sumergido en la incertidumbre de no saber qué haría con su vida.
Karin ya no tenía un lugar a donde regresar, tampoco quería hacerse notar como Uzumaki y la duda sobre la compatibilidad entre su clan y el de Sasuke, la hacían mantenerse al margen sobre querer acercarse a él. Incluso llegó a pensar que quizá había sido mala idea decir que él era su esposo pues ahora que tendrían que compartir habitación, quizá ese odio del sol y la luna que representaban sus clanes, podría manifestarse entre ellos.
—¿Qué más sabes sobre la aldea? —Sasuke la sacó de sus pensamientos sin dejar de mirar por la ventana.
—No demasiado, sólo que deberás evitar el contacto con cualquier mujer de la aldea al mínimo si yo no estoy presente. Los hombres aquí son muy celosos y podrían echarte —señaló Karin con sinceridad— También sé que cerrarán la aldea a la media noche del día del festival. Nadie podrá salir ni entrar de la aldea hasta que la ceremonia termine.
—¿Sabes el motivo para cerrar toda la aldea?
—Mi madre decía que durante el festival se abre la puerta al inframundo para entregar las ofrendas a Mara y al abrirse, el inframundo se extiende por la Tierra. Si eso ocurre, todos morirán pero en la Cascada no ocurre eso porque tienen la protección de Mara al ser su dios patrono, así que cierran la aldea para que el inframundo no se extienda lejos de la aldea.
—Quizá haya otro motivo —dijo pensativo— Tendremos que investigarlo.
—Tal vez sólo lo hagan porque es más difícil tener control de las entradas y salidas de los extranjeros que vienen de todas partes mientras se celebra la ceremonia —sugirió Karin— Como te he dicho, los hombres aquí son muy celosos y es de lo más humillante que les pongan el cuerno y un festival lleno de extranjeros es un riesgo que necesitan controlar.
—Revisaremos el perímetro, si no hay posibilidades de ataques externos, quizá Akatsuki llegue antes de que se cierre la aldea. Si podemos reconocer a alguno, será más sencillo seguirlos.
—No sé nada sobre cómo lucen más allá de sus uniformes, pero obviamente no los usarán hasta el momento del ataque.
—Yo conozco a uno —contestó Sasuke sombrío y se alejó de la ventana— Vámonos.
El grupo salió de la posada y comenzaron a andar por las calles siguiendo a su líder, quien no decía nada, sin embargo, el albino no dudó en usar la oportunidad para alegar la repartición de habitaciones.
—En serio, no quiero dormir con Juugo ¿y si se levanta y me apuñala dormido?
—Jamás he hecho eso —contestó Juugo— Sólo estrangulamiento.
—¿Ves a lo que me refiero? —Suigetsu tembló con la idea hablándole al Uchiha.
—Mientras no olvide tomar la medicina antes de dormir y después de comer no debería haber problemas —comentó Karin— A menos… No, es muy poco probable.
—¿A menos que qué?
—A menos que Juugo desarrolle inmunidad a los efectos de las pastillas, pero sería un caso muy raro porque para que eso ocurra, tendría que tomarlas por un largo periodo —contestó la pelirroja.
—Llevo seis años tomando pastillas —habló Juugo a lo que Suigetsu miró amenazadoramente a la chica, quien sólo se encogió de hombros.
—Estoy hablando enserio, yo no…
—A partir de aquí vamos a separarnos —interrumpió Sasuke.
—¿Acaso oíste alguna de mis quejas? —replicó Suigetsu enfadado.
—Karin —llamó el Uchiha y ella enseguida supo lo que él quería sin que dijera más.
—Como les he dicho, la Cascada es una aldea que cuida de sus mujeres para estar seguros de su paternidad, así que mantener la farsa es necesario, de lo contrario podrían echarnos antes del festival por haber mentido —explicaba con seriedad— Por otro lado, la aldea será cerrada el día de la ceremonia y nadie podrá salir ni entrar. Hoy estaremos vigilando los límites de la aldea para encontrar puntos que pudieran dar fácil acceso a Akatsuki. Debido a las dimensiones del lugar y que no podemos ser evidentes en lo que hacemos, quizá nos lleve dos días completar la exploración aunque nos separemos —se pararon en una calle antes de llegar a la zona de puestos de comida— Si pueden conseguir información sobre el por qué se cierra la aldea durante la ceremonia, quizá podamos encontrar una pista sobre puntos de acceso, pero deben ser cuidadosos en el cómo preguntan las cosas.
—Hoy nos dedicaremos a explorar el norte y el este de la aldea —comentó Sasuke— Nos encontraremos aquí mismo al final del día.
—Por cierto, recuerden que los hombres aquí son muy celosos, así que no coqueteen con ninguna chica, ni para conseguir información —comentó Karin aguantándose una risilla— Si causan problemas, en el mejor de los casos, pueden vetarlos de la aldea.
—¿Y en el peor? —preguntó Suigetsu curioso.
—Bueno, sólo te diré que no tendrás herederos —echó a reír— Aunque con esa cara, no creo que lo hagas de todas formas.
—¡Eso es lo que crees! ¡Tu serás la que no…!
—Déjala —Sasuke lo interrumpió— Vámonos.
El albino obedeció de mala gana y Juugo le siguió un par de pasos antes de separarse. Sasuke, por otro lado, ni siquiera esperó a ver que los demás se alejaran y Karin permaneció en la calle unos instantes mirando al Uchiha alejarse antes de tomar ella su propio camino.
Caminó y revisó los límites de la aldea y a pesar de estar vigilando, su mente no dejaba de rememorar todos los sucesos que la llevaron hasta donde estaba. Ella había alcanzado su deseo estando en el Sonido, o al menos había estado a punto de conseguir todo, aun sin contar el hecho de que había tenido que alejarse de su familia. Sin embargo, las cosas se complicaron desde que el Remolino había sido destruido.
Antes, a ella la buscaban por ser la más apta para el enlace matrimonial en la que la comprometieron, pero aún ausentándose, tenía varias primas que podían tomar su lugar al ella no aparecer. Ahora que probablemente era la única sobreviviente del clan, o por lo menos con suficiente sangre Uzumaki en la sangre, permanecer en cualquier aldea del país de Fuego representaba el riesgo de que la descubrieran y la sometieran a otro matrimonio con quién sabe quién para restaurar el clan del dios del Sol.
Si lo pensaba bien, ella debía irse del país si quería seguir teniendo su libertad, pero su corazón aún estaba ligado a Sasuke. No importaba que tanto su cerebro le daba razones para irse, el Uchiha parecía ser más fuerte. Sin embargo, siempre volvía al mismo punto, él era de uno de los clanes de la Luna.
Para el final del día, Karin se había distraído en sus pensamientos y sólo recordó que debía volver cuando notó que la aldea comenzó a encender algunas linternas en la calle.
—Debería decidirme antes de que Akatsuki ataque —se dijo a sí misma caminando en dirección al punto de reunión. Sin darse cuenta, Karin chocó con una persona a la que ni siquiera volteó a ver y sólo se disculpó— Perdón.
—¿Karin? —oyó en dirección de la persona con la que había chocado y por inercia volteó.
La pelirroja no tardó en reconocer a la chica con la que había chocado. Ella era Sakura Haruno, la única amiga que había hecho en el templo de Ai, en la Hierba. Sakura estaba bien y por las ropas religiosas que vestía, ella no huyó del templo y estaba cerca de tomar su puesto sacerdotal.
—No la conozco —contestó Karin cuando recordó que debía ocultarse y dio media vuelta para seguir caminando. Estaba contenta de saber que su amiga había sobrevivido a aquél ataque y aunque se moría de ganas de hablar con ella después de todo ese tiempo, no pondría en peligro su libertad.
—Si, tu eres Karin —oyó la voz insistente de la chica de cabellos rosas que enseguida fue tras ella y la tomó de la muñeca— Karin, soy yo, Sakura.
—Disculpe Excelencia, pero creo que me está confundiendo con alguien más —contestó Karin no entendiendo la insistencia de la chica, se suponía que el disfraz que había elegido ocultaría bien sus características Uzumaki, salvo por los ojos— Si me disculpa, tengo algo de prisa.
—Sé que eres Karin —insistió Sakura y levantó la mano que le había sujetado a la chica y descubrió su muñeca para dejar ver no sólo la pulsera que le habían puesto a la entrada de la aldea, sino también una que llevaba cargando desde hacía algunos años— Yo te di este amuleto —quedó muda al no saber qué decir para defenderse, pero no pudo reaccionar antes de que Sakura se lanzara a abrazarla— Estaba tan preocupada por ti.
—Compré este amuleto en la Hierba el año pasado —contestó Karin no queriendo delatarse— No debo ser la única que quiere un amuleto para encontrar el amor.
—¡Karin! ¡Deja de mentir! —decía Sakura emocionada al tiempo que enojada— ¿Recuerdas? Yo hice este amuleto, fue el primero que hice como aprendiz en el templo. Te lo di porque tenías miedo que tu matrimonio arreglado fuera mal y esto era para que te enamoraras de él y él de ti —insistía tomándola de la mano donde se veían las pulseras— No he vuelto a hacer un amuleto igual, este es único —prestó más atención a la pulsera concedida por la aldea— ¡Te casaste!
—Excelencia…
—Deja de negarlo, sé que huiste porque no querías casarte con tu prometido, pero ¿te acuerdas? Yo quería huir con mi amado para estar con él, no voy a criticarte porque huiste, menos si estas casada —decía emocionada la chica y volvió a abrazarla— Estoy tan feliz por ti. Al menos una de las dos pudo casarse con su ser amado, como ves, yo me quedé en el templo y pronto me nombrarán Suma Sacerdotisa, pero dime ¿dónde está tu esposo?
—¿Mi esposo? —preguntó confundida, la impresión de ver a su amiga le había hecho olvidar el asunto de las pulseras y las mentiras que contó en la entrada de la aldea.
—¡Y estás embarazada! —exclamó Sakura contenta al mirar mejor la pulsera que tenía tres corazones— ¿Cuánto tiempo tienes?
—¡Karin! —una voz masculina llamó la atención de las chicas y volvieron la vista en dirección de él.
—Sa… su… ke —Sakura titubeó al ver al azabache a quien reconoció enseguida y quiso correr a abrazarlo, pero éste, que había empezado a caminar en lo que parecía su dirección, la esquivó y llegó hasta la Uzumaki a quien tomó de la mano.
—Debemos irnos, ya es tarde —Sasuke no dudó en halarla para llevársela, aunque Karin no tardó en seguir sus pasos. A pesar de que el Uchiha conocía a Sakura, no estaba interesado en hablar con ella y pensó que quizá, como de costumbre, estaba entreteniendo a Karin, motivo por el que ella no se presentó a la hora acordada.
—¡Karin! —exclamó Sakura y corrió tras la pareja para tomar a su amiga de la otra mano y detenerla— ¿Él es…? —miró la muñeca de Sasuke que sostenía la mano de su amiga y notó la misma pulsera— ¡¿Cómo pudiste?!
La Uzumaki vio como la cara de su amiga se descomponía y miró a Sasuke antes de unir en su mente las piezas.
—¿Él es Sasuke? ¿Tu Sasuke? —le preguntó Karin confundida.
—¡Si! ¡¿Cómo pudiste casarte con él?! —gritó Sakura enojada y dolida— ¡Tú sabías cuánto significaba él para mi!
—Vámonos —ordenó Sasuke llevando a Karin por delante tras hacer que Sakura la soltara.
—¡Sasuke!
—Tenemos que irnos —contestó el Uchiha impidiéndole el paso a Sakura que quería una explicación por parte de ambos— Vuelva sus deberes.
Sakura, llorando, no iba a permitir que ellos se fueran así, sin embargo, cuando quiso correr tras ellos, su mentora llegó y la detuvo, tenían cosas que atender en la aldea y aunque la joven pudo escaparse poco después para buscar respuestas, no supo qué dirección habían tomado cuando se perdieron entre la gente.
Karin caminaba por su parte bastante aturdida, no podía creer que Sasuke, ese que ella conocía y del que se había enamorado era el mismo del que su amiga había estado enamorada desde niña. Jamás le pasó por la mente que ellos dos se conocieran y es que aunque Sakura llegó a hablarle del niño que le gustaba, Sasuke no encajaba en lo descrito.
—¿Conoces a Sakura? —preguntó Karin caminando con Sasuke, ella esperaba que la respuesta fuera no y que todo fuera un malentendido pero el Uchiha también estaba sorprendido de que la pelirroja conociera a la Haruno.
—¡Tu! —se oyó la exclamación de Suigetsu que apuntaba a Karin amenazadoramente y corrió hasta ella con furia, evitando que ella obtuviera una respuesta— ¡¿Cómo se te ocurre decirle al guardia que soy gay?! —gritaba histérico tratando de arrancarse la pulsera— ¡Y encima dijiste que Juugo era mi pareja!
Sasuke miró a Karin de reojo y aunque no le cupo duda sobre que lo había hecho aposta para molestar al albino, también supo de inmediato que lo hizo para que pudieran moverse con libertad en la aldea.
—Si te lo quitas, te echarán de la aldea —habló Juugo poco contento con el descubrimiento de las pulseras pero también había visto lo mismo que Sasuke.
—¡No me interesa! —gritaba tratando de sacarse la pulsera, pero estaba tan enfadado que incluso abrir una puerta le habría costado.
—Si te expulsan de la aldea no podrás regresar y dar con Akatsuki —habló Sasuke— Y si no me ayudas, no te entregaré la reliquia que te prometí.
—¡Esa mujer es una bruja arpía aprovechada! —gritó el Hozuki nada contento con tener que quedarse con esa pulsera.
—¿Yo? Lo hice para que pudieran moverse libremente por la aldea —contestó fingiendo que no hubo una broma bajo esa acción— Si se paseaban con pulseras de solteros, habrían sospechado de ustedes si los veían merodeando en los límites de la aldea —apenas se aguantaba la risa de recordar la expresión del Hozuki y como forma encubrir por lo que había pasado recién— También habríamos perdido mucho tiempo buscándoles esposas falsas.
—¡Esta me la vas a pagar! —exclamó Suigetsu.
—Vamos a la posada a cenar y discutiremos lo que encontraron —indicó Sasuke y el grupo se movió de inmediato.
En todo el camino, Suigetsu no dejó de murmurar maldiciones hacia la pelirroja quien, sin mirarlo, sonreía satisfecha a su reacción.
Al llegar a la posada, el grupo se sentó en la mesa más alejada del lugar y ordenaron la cena, pero no hablaron hasta después de que les sirvieran para evitar que la mesera oyera algo al acercarse.
—¿Qué encontraron?
—Al norte hay un barranco que da a un río, así que es difícil pensar que lleguen por ahí —reportó Juugo.
—Hay apenas unos metros en el noreste que no forma parte del barranco, parece que es un buen lugar para entrar porque no hay muchos obstáculos alrededor —siguió Suigetsu aún mirando con furia a la pelirroja.
—Dile lo que te dijo el tipo al que le preguntaste por el cierre —señaló Juugo y Suigetsu se vio todavía más molesto, pues esta persona había sido la clave para que el albino descubriera el significado de su pulsera.
—Dijo que cerraba la aldea durante la ceremonia porque la leyenda dice que así evitan que el Inframundo se lleve almas que aún no están preparadas para partir —informó rechinando los dientes sólo de acordarse— Es sólo un significado simbólico.
—¡Oh! Pero eso, Sasuke y yo ya lo sabemos, tal vez si le dabas tu dirección al chico te habría dicho más —se burló Karin adivinando la reacción del chico, quien se levantó agresivo de la mesa.
—¡Deja de estar jugando conmigo!
—Siéntate —le ordenó Sasuke pues estaba llamando la atención de todos.
—¡Ella es la que me está chingando!
—Lamento que los síntomas de mi embarazo te irriten, pero no puedo controlarlos —contestó Karin fingiendo estar a punto de llorar, pues las miradas de la gente aún estaban sobre ellos.
—¡Tu no…!
—Sasuke, mejor me voy arriba —dijo Karin derramando algunas lágrimas y los que escuchaban, miraron mal al albino.
—Molestas a todos, cálmate o vete a tu habitación —señaló Sasuke muy serio, si el Hozuki seguía así, tendrían las miradas de todos encima y no podrían seguir con su trabajo.
Suigetsu estaba dispuesto a irse antes que seguir viendo cómo Karin se hacía la víctima y los demás la defendían, pero decidió quedarse cuando recordó que quería un cambio de habitación, así que se dejó caer en la silla de mala gana.
—¡Tu siempre tan protector conmigo! — exclamó Karin sonriendo tras abrazar a Sasuke haciendo que las miradas de los comensales fueran menos evidentes, pero de vez en cuando, estos echaban un vistazo para ver si el albino dejaba de gritonearle a la embarazada.
—No podremos seguir hablando, Suigetsu ya llamó la atención de todos —señaló Juugo por lo bajo.
—El área del norte que revisé tiene algunas aperturas al bosque, pero la muralla de ese lado de la aldea son más altas —informó Karin murmurandole a Sasuke estando abrazada a él y sonriéndole con ternura— También supe por un guardia que al sur es donde se concentra más vigilancia durante la ceremonia aunque no pude sacarle el por qué.
—Mañana te llevaré al norte de la aldea, hay algo que te gustará —fue lo único que Sasuke respondió para señalarle a su equipo que el área que él había explorado era un posible punto de acceso.
Poco a poco las miradas dejaron de ser persistentes hacia el grupo cuando dejó de haber escándalo por parte del Hozuki y fingieron tener una charla de las cosas que disfrutaron en la aldea.
Cuando acabaron de cenar, el grupo se dirigió a las habitaciones y una vez más, Suigetsu protestó por las habitaciones. Sin embargo, Sasuke volvió a recordarle que debía seguir fingiendo si quería recuperar aquella reliquia y de mala gana entró en la misma habitación que Juugo.
Sasuke y Karin, por su lado, entraron a la habitación en silencio, pues ella aún no olvidaba el dilema que se había agravado al haberse encontrado con Sakura y se mantuvo en esos pensamientos largo rato.
—¿De dónde conoces a Sakura? —preguntó Karin de repente cuando el Uchiha salió de bañarse, ella estaba sentada en la cama.
—Ella vivía en la Hoja y fuimos compañeros en la escuela —contestó sin darle mucha importancia.
—Debieron ser cercanos, ella no dejaba de hablar de ti en el templo de Ai —comentó esperando que ello incitara al Uchiha a responder la duda que le había nacido al saber que se conocían.
—No.
Karin quedó muda, no creía que Sasuke le estuviera mintiendo, no había razón para hacerlo, pero tampoco podía pensar que Sakura no fuera cercana a él por la forma en que ella hablaba del Uchiha.
—Lamento si mi mentira hizo un malentendido con ella —lo miraba tratando de discernir si estaba enojado al respecto.
—No importa lo que ella piense —respondió caminando hacia el sillón que había dentro de la habitación pero Karin alcanzó a tomarlo de la manga.
—¿Dormirías conmigo? —pidió suplicante— Me cuesta dormir en lugares extraños —lo soltó cuando Sasuke no se inmutó— Sería como cuando niños.
El Uchiha soltó un suspiro, apagó la luz y se acostó del otro lado de la cama al de dónde Karin estaba. Ella, por su parte, dejó que él se acomodara antes de pegarse a él y abrazarlo.
—Hace frío —soltó como pretexto pero él no dijo nada y la habitación se sumió en el silencio.
A pesar de ello, Karin no pudo dormirse, una parte de ella se sentía culpable por la mentira a su amiga, por haberse enamorado del mismo chico que ella y por haberle pedido a éste que durmiera con ella a pesar de saber con quién estaba. Sin embargo, la culpa la llevó a recordar todos esos momentos en que Sakura le habló de Sasuke y se dió cuenta de que no había forma de que ella supiera que el Sasuke del que ella hablaba era el mismo con el que vivió en el Sonido.
Karin recordaba haber conocido a Sakura Haruno en su primer día en la Hierba. La pelirosa la recibió junto a la actual Suma Sacerdotisa del templo de Ai y desde el primer momento ella le demostró su amistad. Sin embargo, siendo Sakura la aprendiz de la Suma Sacerdotisa, apenas tenían tiempo para convivir y en esos dos años en los que Karin estuvo en la Hierba, no oyó demasiado de Sakura más que de Sasuke, el niño que le gustaba.
Sakura le contó que a los ocho años, ella fue reunida en equipo con Sasuke y otro niño del que nunca mencionó el nombre y que por todo un año, formaron un vínculo especial. Sin embargo, cuando ella cumplió nueve, fue puesta en la selección de discípula como a todas las niñas de sangre Haruno.
El método de elección del clan Haruno, consistía en esconder pequeñas cajas con forma de flor en un jardín el día de la primavera. Las cajas tenían dulces diferentes y en dos de ellas, habían dos artículos especiales. Uno de ellos contenía un diamante rosa y el otro un amuleto para atraer el amor hecho por la Suma Sacerdotisa. De esa forma, las niñas se motivaban a buscar las cajas, ya fuera por el puesto sacerdotal o por el amuleto y no abrían las cajas sino hasta que todas tuvieran una y lo hacían frente a toda la aldea.
Haruno expresó en múltiples ocaciones que ella buscó muy decidida la caja que tuviera el amuleto para poder confesarle su amor a Sasuke, pero en su lugar, ella obtuvo el diamante rosa. Después de ese día, ella comenzó a vivir en la Hierba, la aldea natal de su padre y desde entonces ella esperaba reencontrarse con Sasuke para escapar juntos.
Cuando Sakura hablaba de ese Sasuke, ella repetía una y otra vez que alguna vez casi se besaron, pero que él, tímido, huyó. También decía que era un chico apuesto, muy inteligente y amable que ayudaba a su otro compañero a mejorar. Oyó de ella cientos de veces del día en que lo conoció en la escuela y de lo popular que era, motivo por el que ella era muy tímida para hablarle. Aparentemente, ese trabajo en equipo había sido su oportunidad de crear lazos, que, según ella, eran irrompibles y que él debía pensar en ella bastante.
Incluso llegó a decir que Sasuke podría ir a buscarla alguna vez.
Por supuesto, ella también se lo describió físicamente. En sus palabras, Sasuke era un niño "guapo, carismático, de cabello y ojos color negro que te derretían y un porte muy imponente y varonil".
Cuando Karin conoció a Sasuke, jamás pudo relacionarlo con el niño que Sakura le describía por dos razones. Una era que en aquellas representaciones, participaban todas las aldeas, así que era poco probable que el niño que la salvó fuera el mismo. Por otro lado, el cabello y ojos negros eran un rasgo muy común en el país, especialmente en la Lluvia.
El clan Uchiha y el Hyuuga eran los clanes divinos que tenían más parecido a la gente común y lo que los distinguía, era que el clan Hyuuga tenía los ojos blancos como lunas llenas y se decía que en las noches de Luna azul, podían notárseles destellos azules. Los Uchiha, por otro lado, tenían los ojos tan negros como la Luna Nueva y se decía que en noches de Luna de sangre, sus ojos se pintaban de rojo.
Sakura jamás le dijo que el niño del que estaba enamorada era un Uchiha, aunque tampoco habría servido de mucho puesto que recientemente se habían enterado del apellido de su compañero.
Tampoco sospechó de él cuando se reencontraron en el Sonido, porque muy pocos de los que se quedaban voluntariamente decían su nombre o apellidos reales y "Sasuke" no era un nombre exclusivo. Además, el chico que conoció en el Sonido no era tímido, tampoco amable ni carismático. Sasuke más bien era frío, directo y jamás habló con nostalgia de nadie que recordara de su lugar de origen más allá de su familia.
Simplemente no había forma de que ella pudiera darse cuenta que el niño del que su amiga estaba enamorada era el mismo chico del que ella se enamoró del otro lado del país.
En ese momento, Karin se dió cuenta que no podía culparse, ella no había traicionado a su amiga y aunque desde el principio hubiese sabido que Sasuke era el mismo, tampoco podía culparse si se enamoraba porque nadie manda en el corazón. También, el actuar de Sakura le dolió, porque aunque era mentira que ellos estaban casados y esperando un bebé, si la situación fuese al revés, ella habría estado contenta por su amiga aunque se le rompiera el corazón de perderlo a él… bien, tampoco podía culparla de actuar así, había sido algo impactante el reencontrarse de esa manera, pero quizá, para ese momento Haruno ya estaba más tranquila y quizá razonaba como ella.
¿Y si no? Se preguntó Karin de repente. Si no, quizá Sakura la delataría con las aldeas y todo mundo sabría que ella estaba allí y podrían llevársela para restaurar el clan Uzumaki con algún desconocido.
—¡Sasuke! —llamó exaltada al azabache quien en la oscuridad la volteó a ver sin decir nada, la había percibido inquieta desde el encuentro con la Haruno— ¿Y si Sakura me delata?
—¿Qué pasa si lo hace? —preguntó el Uchiha y Karin recordó que él no sabía su procedencia y quedó muda. No sabía si decirle o no por temor a las leyendas de sus clanes— Si tú identidad es tan importante para alarmarte, podemos asumir que ella no ha dicho nada —señaló el joven con calma— De lo contrario, ya habría gente buscándote.
—Si.
El azabache volvió a acomodarse en la cama para dormir y Karin no dijo más, pues él tenía razón. Toda la aldea se habría movilizado para encontrarla con tal de recuperar a una Uzumaki… se alegraba de poder pensar que su amiga no la delataría pese al dolor que debió sentir con aquella noticia, pero la razón, esa a la que había estado siguiendo para mantenerse alejada de su destino, le decía que si no quería arriesgarse, debía irse. Después de todo, aunque ella aún no tomaba una decisión sobre lo que haría con su vida, de lo único que estaba segura era que no quería dejar que otros eligieran su destino.
—Si mañana hay movimiento, te sacaré de aquí —oyó la voz de Sasuke que al parecer se había dado cuenta de que seguía intranquila— Si sales ahora y Sakura no ha dicho nada, te atraparan por sospechosa y te delatarás.
—De acuerdo —contestó ella sintiéndose más segura con las palabras del Uchiha y a pesar de aún tener que descifrar lo que haría con su vida, bastó ese confort que él le brindó y el estar abrazada de él para quedarse dormida.
Al otro día, los nervios volvieron a Karin y antes de salir de la habitación para encontrarse con el resto del equipo, ella haló al chico de la manga para llamar su atención.
—Por favor, si alguien allá afuera sabe quién soy, no dejes que me lleven —pidió nerviosa— Sigue con la farsa del matrimonio. Además, si te descubren como Uchiha, a ti también te conviene ¿no? —él se extrañó por la preocupación de la chica— Te prometo que no me excederé con el teatro.
—Te lo dije, te sacaré si es necesario —contestó Sasuke queriendo irse, pero Karin volvió a detenerlo, quizá era mejor decirle la verdad. Si él se alejaba de ella sólo por las leyendas o por el simple hecho de lo que significaba que la encontraran, aunque le doliera, era mejor que él lo supiera.
—Sasuke, hablo enserio. Soy la Uzumaki que fue llevada al templo de Ai para el ritual de fertilidad —ella terminó confesando, sabiendo que la historia sobre ella, y sus dos primos que fueron involucrados en el problema del clan, era muy conocida y el azabache no ocultó su asombro en su expresión— Si saben que estoy aquí, van a querer que me case con… no sé, sólo querrán que regrese el clan Uzumaki —decía asustada— Contigo querrán hacer lo mismo ¿no? Eres el último de los Uchiha, tú puedes entenderme.
—¿Estás hablando enserio? —preguntó incrédulo.
—Por favor no dejes que me lleven, si les decimos que estamos casados no creo que puedan hacer mucho, si quieres olvida lo del bebé —se aferró a él al querer oírlo decir que él la ayudaría y al mismo tiempo temía que la leyenda sobre sus clanes de repelerse se hiciera realidad en ese instante— Escapé para poder elegir mi propio camino, no esperaba que mi familia muriera, pero si regreso, estaré a merced de lo que las aldeas resuelvan.
—Tenemos que seguir con el plan, será más sospechoso si te quedas y nosotros vamos a explorar —contestó Sasuke después de pensarlo brevemente, él entendí a lo que ella se refería— Nos mantendremos juntos para sacarte en caso de que te descubran.
—Sasuke…
—Vamos abajo —sugirió el aludido y Karin sintió calidez en el pecho porque él no parecía interesado en el asunto de los clanes y aunque a su forma estoica, estaba dispuesto a cubrirla.
Ella decidió confiar en él y se soltó para seguirlo hasta donde estaban los demás.
Desayunaron en el restaurante de la posada antes de ir a explorar nuevamente y en esta ocasión, Karin ya ni siquiera molestaba a Suigetsu para no llamar la atención y aunque seguía disfrazada, trataba de permanecer lejos de las miradas de los demás.
—Exploraremos el sur y el oeste de la misma forma que ayer y nos veremos en el mismo punto de encuentro para la comida —indicó Sasuke— Hoy tendremos más tiempo, así que aprovechémoslo para tener un plan antes de mañana.
Sin decir más, Juugo se fue y Suigetsu se quedó parado mirando al otro par que no se movía, pero Sasuke comenzó a caminar sin mirarlo.
—¡Espera! —exclamó Karin queriendo ir tras el azabache, pero el Hozuki se interpuso en su camino.
—Tenemos que separarnos —advirtió el albino y notó a la chica fruncir el ceño— ¿Crees que voy a dejarte salir con la tuya después de tu bromita?
—No sé a qué te refieres y te recuerdo que fue por el bien de la misión —contestó Karin dando la media vuelta y comenzó a caminar.
Tratando de disimular sus nervios, ella avanzó mirando discretamente hacia el albino para correr en dirección de Sasuke cuando se distrajera, pero ella tuvo que dar la vuelta en una calle cuando notó que él no se iría hasta no perderla de vista.
Cuando Karin dio la vuelta y por ende, perdió de vista al albino, comenzó a sentirse nerviosa y paranoica, de modo que sin darse cuenta, chocó con alguien de frente cuando miraba a los lados.
—¡Ay! Yo…
—Nos mantendremos alejados del templo para evitar un encuentro como el de ayer —sugirió la voz de aquél con quien había chocado y Karin reconoció la voz de Sasuke de inmediato, quien había dado un par de vueltas por las calles para encontrarse con ella.
Karin y Sasuke hicieron su exploración en conjunto, fingiendo de vez en cuando alguna escena de pareja muy discreta, para no levantar sospechas cada que paraban cerca de algún punto que llamaba su atención por la facilidad de acceso.
Conforme el tiempo pasaba, Karin comenzaba a sentirse cada vez más tranquila, pues todo indicaba que Sakura no había dicho nada y pudo ayudar a la exploración con mejor concentración. Sin embargo, cuando llegaron al punto de reunión, la Haruno volvió a aparecer.
—¡Karin! —exclamó parándose frente a ellos para no dejarlos pasar— Tenemos que hablar.
¿Cuándo subiré la siguiente parte? Como mencioné, esta historia pertenece al tema "Sol y Luna" del calendario SK Month, sin embargo, al mismo tiempo abarca el tema de "Qué pasaría si...?", pues como podrán darse cuenta, esta versión (aunque resumida y adaptada), es una visión de qué pasaría si en lugar de niñas, estuvieramos hablando de un país religioso, por tanto, la continuación, correspondiente a este tema, la subiré el día 21 de Junio. Mientras esperan, los invito a leer las demás obras, no sólo las mías sino las del resto de los miembros, quienes estarán actualizando con los hashtags SK Month, SasuKarin y derivados tanto en fanfiction, como en wattpad.
De antemano agradezco sus lecturas y futuros comentarios, esperando que les haya gustado.
