Unas flores marchitas y una lluvia suave cayendo sobre la lapida recién colocada era el escenario perfecto para el inicio de su desgracia. Escuchaba cuchicheos detrás a sus espaldas, rumores y comentarios que lo incomodaban demasiado. Pero nada podía hacer para detenerlos. De todas maneras ya nada importaba.
- Es hora de irnos. - la voz de Jasper. - Necesitas descansar y comer algo.
Asintió sin ganas.
Las personas a su alrededor, muchas a las nunca antes había visto, empezaron a brindar sus condolencias así que los evito. Mas gente interesada en su vida era lo último que necesitaba. Sin embargo, no puedo evitar al mensajero o así le gustaba decirle al imbecil de James Taylor.
- Señor Cullen. Lamento que... - empezó pero Edward lo detuvo sin paciencia.
- Ahórrate tus palabras falsas y dime que demonios haces aquí.
James se enderezo y regreso a su pose altanera.
- El señor Carlisle quiere saber si necesita su apoyo o...
- ¿Sus servicios como padre? - se burlo sin humor. - Dile que no necesito nada de él.
- Me pidió que le entregue este sobre. Contiene una propuesta económica y...
- James, estoy en el puto funeral de mi madre. No necesito pensar en dinero ni en el hijo de puta de mi padre ahora. Lo mejor es que te largues.
No espero una respuesta para seguir su camino hasta su auto. Dentro inhaló fuertemente buscando recomponerse porque en ese momento necesitaba con urgencia un buen trago. Jasper subió al auto y palmeó su hombro.
- Tú puedes con esto. No dejes que te derrumbe ahora.
- ¿Por qué no? Estoy agotado, Jas. Mi madre era todo lo que tenía. Ahora estoy solo.
- Nunca lo vas a estar. Soy tu amigo. Y estaré aquí para ayudarte a encontrar un camino para tu vida.
- ¿Somos amigos?
- Claro que sí, Edward. Tal vez no nos conocimos en un lugar ideal pero ambos conocemos nuestras historias y queremos lo mejor para el otro.
El cobrizo asintió, definitivamente deseaba que Jasper tuviera una gran vida y éxito.
- Vamos hombre. Salgamos de aquí.
Manejo al principio sin rumbo. Se podría decir que estaba bastante distraído y por ese motivo no atinaba a ir por las calles adecuadas, Jasper no se quejo y lo acompaño en silencio.
Su departamento era de las pocas cosas que pudo conservar cuando se divorció. Tuvo suerte se dijo en ese momento pero ahora creía que lo dejaron con un recuerdo doloroso ya que cada rincón contenía memorias y momentos que le traían a la mente lo estúpido que fue alguna vez.
- ¿Quieres que compre mas cigarros? - la pregunta de Jasper lo regreso a la realidad y fue un alivio porque lo que menos necesitaba eran recuerdos.
- Eso sería genial. - le agradeció ya que había acabado con dos cajas en solo ese día.
- No te preocupes, traeré comida también. - Jasper empezaba a salir cuando su timbre sonó.
Edward sintió la ira invadir su cuerpo. Si su padre había enviado a alguno de sus malditos cuervos para buscar sacarle los ojos...
Abrió la puerta dispuesto a romperle la cara a quien estuviera ahí. Sin embargo, cuando vio quien estaba afuera se detuvo en seco.
- Ho... la. - la mujer carraspeó aclarándose la voz. - Hola Edward.
- ¿Qué haces aquí?
- Yo... lamento mucho lo de Esme. - su voz se quebró. - Quería saber como estas.
Edward sacudió la cabeza aturdido.
- ¿Qué haces aquí? - repitió y al ver que ella iba a repetir sus palabras la interrumpió. - No, no quiero el discurso de condolencias. Dime la verdad, ¿Qué mierda haces aquí?
Ella se crispó ante su tono y apretó su bolso con fuerza.
- Yo solo quiero saber si estas bien. No quiero que tengas una recaída y...
- ¿Recaída? ¿Cómo mierda sabes que estoy sobrio?
- Edward... - Jasper apareció como un fantasma atrás de él. - Creo que lo mejor es que te calmes, estas fuera de ti y no es adecuado que le hables así. - el cobrizo iba a reclamar así que Jasper agregó. - Es una mujer, se que eres mas caballeroso que esto.
Edward observó a la mujer detenidamente. Su ropa cara y apariencia perfecta era un latigazo en la espalda que le recordaba lo frívola que era. No se dejaba engañar por las lágrimas que arruinaban su maquillaje perfecto. Nunca mas lo engañaría.
- Es mejor que te vayas. - concluyó. - Eres la última persona que quiero tener cerca ahora.
Ella se quedó sin aire por sus palabras y retrocedió como si la hubiera golpeado.
- Yo... esta bien. - asintió rápido quitando las lágrimas que se agrupaban en su rostro. - Solo quería... ver que estabas bien. Eso es todo.
Edward no le creyó pero lo dejó pasar. No tenía caso alargar ese mal momento.
- Él estará bien. - la voz de Jasper intervino, él y su maldita empatía sobre desarrollada. - Soy Jasper, soy su padrino en alcohólicos anónimos y me quedaré con él. Puedes estar tranquila.
- No tienes que darle tanta información. No sabes como la usara en mi contra. - lo reprendió.
- Gracias. - la mujer agradeció luciendo aliviada e interrumpiendo a Edward. - Te dejaré mi tarjeta, si necesita algo por favor dímelo. Lo ayudare en lo que sea.
Saco apurada una de sus tarjetas empresariales.
- ¿Es una jodida broma? - el cobrizo observó el intercambio sin poder creerlo y con un sentimiento de traición anidando en su pecho. - Se supone que eres mi puto amigo, no deberías aceptar nada de mi peor enemiga.
Jasper observó la tarjeta con detenimiento.
- No soy su enemiga. - le aseguró nerviosa seguramente al ver su expresión de reconocimiento. - Yo estoy angustiada por él y te aseguro que no quiero que vuelva a caer. No me importa nada mas que verlo bien.
- ¿Verme bien? - gruñó girándose con rabia. - ¿Quieres verme bien? Empieza devolviéndome todo lo que me robaste o no espera, ya ni siquiera es tuyo. - se burló de su expresión. - Lo regalaste, ¿no? Como la justiciera que eres.
- Edward sabes que estaba equivocada, pensaba que era lo correcto y si pudiera haría las cosas de otra manera. - empezó a explicarse luciendo ansiosa y desesperada por ser escuchada. - Por favor, déjame darte...
- ¡No empieces con tus falsos lamentos!¡No volverás a engañarme!
Jasper tomó su hombro impidiendo que se acercara a ella con esa pose agresiva.
- Hey... tranquilo. No es momento para esto. - lo empujó adentro del departamento mientras le hablaba a ella. - Lo mejor es que te vayas, si ocurre alguna emergencia te avisare. Pero solo lo haré si es realmente algo de vida o muerte. Se lo que hiciste.
La mujer bajó la cabeza avergonzada como si le hubieran vuelto a poner el peso del mundo en los hombros.
- Bien. - asintió con pena pero luego pareció tomar valor para ver a Edward. - Solo necesito que sepas que... supongo que nos veremos en unos días y...
- ¿Por qué quieres alargar esta mierda? Quiero que te vayas.
- Estaré de tu lado en la junta. - se apuro en decir con ansiedad. - Lo que quieras hacer con las acciones de tu madre, yo te apoyare. Y la propuesta de darte mis acciones sigue en pie.
- Ya te lo dije cuando firmamos ese maldito divorcio. ¡No quiero ni una migaja que provenga de ti!
- Estoy intentando regresarte lo que te quite. - susurró derrotada.
- Lo que me robaste no puedes devolvérmelo. ¿Qué no recuerdas que hiciste con mis acciones? Pero a quien le pido que recuerde, si seguramente tú estas gozando también de ese dinero.
- Edward yo no... - se negó inmediatamente.
- No necesito escuchar tus mentiras, llevo una vida escuchándolas.
- Esta bien, lamento haberte incomodado, debí suponer que sería así. No pude evitar venir... sigo siendo bastante ciega cuando se trata de ti.
- ¿Ciega? Yo diría que fuiste cruel, me hiciste sentir tan poca cosa. - admitió lleno de ira sin importarle la mirada herida de ella. - No quiero verte, solo me haces recordar lo estúpido que fui.
La castaña asintió y se veía como si fuera a caerse en cualquier momento.
- Adiós Edward, cuídate.
Edward no le contestó, solo cerró la puerta en su cara.
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Nueva historia que me ha estado robando el sueño por casi un mes. He avanzado todo lo posible para no tenerlos esperando como siempre. Espero puedan darle una oportunidad.
Gracias por leerme.
