Capítulo 1.

Era de noche. Shirou se había mantenido atrás en el templo Ryudou para mantener a Gilgamesh ocupado mientras Rin intentaba destruir el santo grial con la ayuda de Saber. Por el momento había conseguido hacer dañar de sobremanera a Gilgamesh, haciendo que este perdiera un brazo por el corte de Bakuya en su mundo interno llamado Unlimited Blade Works y ahora estaban de vuelta en el mundo normal, con el sirviente dorado blasfemando y soltando maldiciones dirigidas al niño que tenía delante.

- Maldito mestizo arrogante. - Dijo el dorado mientras miraba con odio a Shirou.

Este siguió maldiciendo hasta que apareció un gran portal negro que pareció absorber al sirviente. Cuando se lo tragó Shirou se permitió soltar un pequeño suspiro de alivio y relajar su postura y cuando estuvo por darse la vuelta para reunirse con Rin sintió como algo se ataba a su muñeca impidiendo irse más lejos que la posición en la que estaban.

- ¿Qué es esto? - Dijo Shirou mirando lo que parecía ser una cadena. Abrió mucho los ojos al recordar que había visto la misma cadena atando a Berserker para matar poco después a esa niña pequeña llamada Illya.

- No toques a mi aliado. - Dijo Gilgamesh mientras su mano restante agarraba la cadena e intentaba salir.

- ¿Qué quieres ahora? - Preguntó el chico. - ¿Intentas llevarme contigo?

- Claro que no mestizo. - Dijo este con algo parecido al odio en su voz. - No sea presuntuoso, ahora quédate quieto en el sitio y ayuda a tu rey a salir de aquí.

Shirou miró al portal y a la cadena que lo conectaba con el sirviente dorado. En ese momento pensó que podría hacer algo para evitar que el asesino de Illya. Pensó en Rin y en lo que había pasado con ella, pero sabía que ella estaría mejor sin un inútil en la magia como él.

Shirou se armó de valor y corrió hacia el sirviente haciendo que una nueva tanda de blasfemias y maldiciones del sirviente fuesen dirigidas hacia él. Cuando los dos entraron por el portal le pareció escuchar lo que sería la voz de Archer gritar algo, pero fue demasiado tarde para el pelirrojo.

En el momento que entró en el portar con Gilgamesh atado a su muñeca, el muchacho vio como la oscuridad consumía a Gilgamesh mientras este gritaba en agonía mientras la oscuridad también se iba apoderando poco a poco del cuerpo del joven. Este se resignó, después de todo estaba condenado a morir en un punto de su historia tras haber sobrevivido a una tragedia en la que murió toda con la que vivía, a todos menos a él. Él sabía que iba a morir, después de todo se lo merecía.

Estaba esperando su muerte cuando escuchó una voz proveniente de ningún lado.

- ¿Conque es así como esperas morir? - Dijo la voz de lo que parecía ser un hombre en la vejez. - ¿No querías ser un héroe de la justicia?

- No se puede ser un héroe por siempre. - Dijo Shioru. - Yo intenté serlo, pero no pude lograrlo, ni si quiera pude salvar a esa niña.

- ¿Niña? - Preguntó la voz para luego quedarse en silencio durante unos segundos. - Oh, te refieres a la hija de Kiritsugu, sí, fue una lástima de verdad, pero tampoco es que pudiese vivir mucho tiempo más al ser un homúnculo destinado a ser el grial de la guerra.

- Espera. - Dijo shirou en estado de shock. - ¿Cómo que hija de Kiritsugu? ¿Me estás diciendo que esa niña era mi hermanastra?

- Sí. - Fue lo único que dijo la voz haciendo que Shioru se sintiera más lamentable por no evitar la muerte de la niña. - Normalmente me sentaría a ver como transcurre este mundo bajo lo que has hecho, después de todo, tendrá repercusiones. Pero me has llamado la atención, puede que sea por como eres, por tu valentía al luchar o por tu estupidez al final de la batalla, pero me gustaría verte más interactuando con el mundo, ¿Qué me dirías si te digo que puedo mandarte a otro mundo?

- ¿Otro mundo? - Repitió como un loro. - ¿Qué quieres decir con eso? No se puede viajar a otros mundos.

- Con la magia verdadera sí. - Dijo la voz. - Puedo mandarte a un mundo en el que puedas iniciar de cero en donde si pudieras ser un héroe o ayudar a los demás, ¿Qué me dices?

- ¿Ayudar cómo? - Preguntó nuevamente Shirou.

- Esta es más una opción para que vivas una vez más esta vez con la posibilidad de hacer lo que en vedad quieras hacer. - Dijo la voz.

Después de esas palabras hubo un pequeño silencio por parte de los dos. Estuvieron tanto tiempo en silencio que la voz pensó que ya había muerto, pero la respuesta de Shirou no se hizo esperar más.

- De acuerdo. - Dijo Shirou. - Puede que en esta vida no haya podido hacer mucho más que ser una carga para Tohsaka, por lo que sí, acepto tu oferta de ir a otro mundo.

La voz soltó una pequeña risa, en ese momento la oscuridad se rompió mostrando algo parecido a una ventana con un diseño de caleidoscopio delante de él solo para terminar tragándoselo. En el momento que entró en esa ventana un gran brillo inundó el lugar obligando al pelirrojo a cerrar los ojos, cuando lo abrió estaba en una especie de carroza con un montón de gente que vestía con harapos.

En ese momento se miró a sí mismo y vio que vestía una camiseta andrajosa de color crema con unos pantalones a juego, además de que ahora tenía el cuerpo que tenía cuando él tuvo cinco años. Él pensó que empezaría de cero como había dicho la voz, por lo que le dio por comenzar a intentar recordar, solo recordaba cosas vagas, como si fuesen sueños, por lo que le dio por usar el análisis estructural en sí mismo.

Resultó que había nacido en ese mundo en un país situado al este del continente en el que estaban, nadie sabía cómo llamarlo dado a que tenía para ellos un nombre impronunciable, solían hacer referencia a que era el país de origen del set de armas asesinas y de los maestros de la espada ya que se parecían mucho a los samuráis japoneses de su mundo y actualmente estaban yendo a al continente de Fódlan para conseguir trabajo como criado o trabajador menor del hogar.

Ese análisis no justificaba que apareciera en ese punto de la historia y no desde su nacimiento. Intentando llegar a una solución se acomodó en el carruaje y esto hizo que sintiera algo debajo de la camiseta que llevaba. Este se metió la mano en la camiseta y sacó un trozo de papel escrito en perfecto japonés.

"Shirou, soy Kischur Zelrech Schweinorg el hombre con el que hablaste en la oscuridad del grial. Te escribo esto para explicarte que fui yo quien mantuvo tu consciencia dormida hasta ahora ya que sería demasiado tedioso para ti tener que aprender el idioma de este mundo teniendo como baso el tuyo propio, por lo que no te preocupes, no has suplantado a nadie. Este cuerpo es tuyo, incluso tiene tú mismo nombre, pero ahora careces de apellido debido a que sigues siendo huérfano, no sé porque, pero debe ser una condición que conlleva tu existencia.

Actualmente estas en la Alianza Leicester, es un buen lugar en el que empezar una nueva vida. Te aconsejo que mantengas en secreto que puedes proyectar armas que puedes ver, eso atraerá atención indebida, si te ven haciendo magia o si te preguntan solo di que tu magia es inútil.

Este mundo se divide entre nobles y plebeyos, tú serás de la escala más baja de los plebeyos, un extranjero, por suerte es un país que no tiene enemistad con ninguno de los tres países de Fódlan.

Buena suerte en tu nueva vida."

Shirou se quedó sentado en el carruaje hasta que una voz dijo lo siguiente.

- Pararemos en Derdriu, capital nacional y territorio del ducado de Riegan, estaremos unas horas hasta ir al territorio de Edmund. - Dijo el conductor. - Más os vale venderos bien.

Ese fue el momento en el que todos salieron de carruaje. En el momento en el que salió vio algo parecido a la edad media donde la tecnología no estaba y la gente iba caminando en la calle junto a carruajes.

Debía ser hoy un día especial ya que podía ver a gente que tenía ropa más llamativa y, sospechosamente, alta calidad. Había personas que observaba a las personas que venían en el carruaje. A ojos de Shirou esto parecía un mercado de esclavos, pero cada uno no tenía un precio y eran los encargados de los nobles que hablaban con las personas que habían bajado. Estos gritaban en voz alta un servicio y los que podían hacerlo hablaban con ellos directamente para formalizar una especie de contrato.

El caso de los infantes, dado que Shirou no era el único niño que había en el convoy, los quería contratar para dos casos en específico, para ser criados domésticos para ser enseñados por los más veteranos, o para ser los criados personales de las futuras cabezas de las familias las cuales suelen ser de la misma edad o puede que un poco más jóvenes que los niños criados que contratarían.

En más de una ocasión unos cuantos encargados hablaron con Shirou, pero estos querían que o estuviera de acuerdo con aguantar a un niño mimado que no paraba de hablar de sí mismo o que limpiara una mansión enorme por una cantidad de dinero que, por la cara que ponía el encargado, no parecía ser muy buena. Al final terminó declinando cualquier cosa que se le proponía y terminó observando todo lo que había a su alrededor.

Hacía un clima cálido, pero también era un poco frío, por lo que tenía que si tuviera que adivinar debería ser principio de primavera, por lo que tenía que ser abril. Caminando por el lugar se dio cuenta que en los comercios llamaban a la gente para que comprara artículos para el nuevo año que acababa de entrar.

Shirou, completamente confundido por lo que estaba escuchando pidió prestado un calendario que tenían para comprobar una cosa. Normalmente el año empezaría por enero, pero este empezaba por el mes de la luna del gran árbol. Ningún mes tenía ninguna similitud con su calendario normal, lo único que podía comprobar era que la gran mayoría de los meses tenían la misma duración de entre 30 y 31 días, excepto la luna de Pegaso que tenía 28 días. En ese momento se dio cuenta de una cosa. Contando desde ese mes como si fuese febrero entonces los meses encajaban en el calendario gregoriano, por lo que su año terminaba en marzo y empezaba en abril.

Tal vez no parezca gran cosa, pero para él era un gran hallazgo. También descubrió que el uso de la magia estaba mucho más normalizado que en su mundo, incluso ofreciendo servicios de sanación y tutor para futuros magos.

Estaba pensando en volver al carruaje para prepararse para el próximo territorio que según dijo el conductor sería el territorio de Edmund, pensaba ser un cocinero en alguna posada o algo por el estilo, pero un olor muy desagradable llamó su atención.

Era el aroma de la magia, pero este no tenía ese olor dulce que lo caracterizaba, este tenía un olor muy parecido al olor que desprendía Kiritsugu en sus últimos días, algo parecido a una maldición.

Shirou se dejó llevar por el olor hasta que terminó encontrando a una pareja noble que vestía con ropa de lujo con caras muy alarmadas, él tenía el pelo castaño corto peinado hacia atrás y ojos rosados y ella tenía el pelo rojizo largo con ojos azules, esta última tenía un pequeño bulto entre sus manos que era cubierto por unas mantas.

Los observó durante un tiempo, estos iban exclusivamente a pestos de magos experimentados, pero al ver el paquete actuaban como si no pasara nada y los descartaban. Poco a poco pudo ver como la mujer de la pareja comenzó a llorar desconsoladamente mientras mantenía más cerca el bulto que tenía mientras el hombre hablaba con un mago que lo despachó para luego volver a la tienda.

Ver esa escena no le gustó para nada al ahora joven niño y el olor que estaba oliendo provenía del bulto. Se armó de valor y se dirigió a ellos.

- Buenos días. - Dijo el joven pelirrojo llamando la atención de la mujer que o miraba entre lágrimas. - ¿Qué sucede?

La mujer lo miró durante unos segundos. Sus ojos azules estaban tan vidriosos que parecía doloroso mirarlos. Lo que pasó a continuación no sabía por qué se había dado, puede que haya sido por la desesperación o por el estado de ánimo de la mujer.

- Mi hija está mal. - Dijo ella entre lágrimas captando la atención de su marido. - Unos magos del imperio han experimentado con ella, han matado a todos nuestros hijos y han dejado a mi niña así, pero ningún mago sanador nos dice nada, dicen que está bien.

Shirou miró el bulto, había una pequeña abertura entre la manta donde dejaba ver a una pequeña niña de no más de dos años de edad con una pinta muy tranquila. Mirar a la niña no pudo evitar pensar en Illya.

- ¿Puedo verla? - Dijo Shirou haciendo que la mujer lo mirase. Era un niño después de todo, no podría hacer daño alguno.

La mujer le dejó ver a la niña, parecía estar dormida. Con la excusa de querer saber si tenía fiebre posó su mano en la frente de la niña y comenzó a usar análisis estructural en ella. Shirou vio como unos magos había experimentado con ella y unos niños más para conseguir dos crestas, ninguno más sobrevivió, solo ella haciendo que tenga dos crestas, pero con una esperanza de vida mucho más reducida. Cada vez se parecía más a Illya.

- Yo... Puedo ayudaros. - Dijo Shirou llamando mucho la atención de la mujer y una ceja alzada del hombre.

- No te lo tomes a mal niño, pero ¿Qué puedes hacer tú? - Dijo el hombre por primera vez.

- Mi hermana pequeña fue maldecida. - Dijo Shirou haciendo que los dos abrieran mucho los ojos. - Mi magia puede crear objetos con diferentes habilidades según yo quiera. - Explicó. - Puede que sea inútil, pero por lo menos puede hacer algo.

- ¿Tu hermana se salvó? - Dijo la mujer esperanzada.

- Conseguí alargar un poco su vida, pero murió en un ataque de un malvado. - Dijo Shirou, mintiendo a medias.

La pareja pareció pensar y tener una conversación silenciosa entre ellos hasta que al final el hombre se dio la vuelta y le dijo.

- Adelante. - Dijo el hombre.

- Necesito que sea en un lugar un poco más privado. - Dijo Shirou. - Por razones de seguridad.

Los dos asintieron y terminaron yendo a una pequeña posada donde alquilaron todas las habitaciones por unas pocas horas. Una vez que estuvieron en una habitación la mujer dejó al bebé en la cama bocarriba.

En ese momento Shirou comenzó a canalizar prana, tenía que recordar un objeto que pudiese ayudar a la sanación, pero en sus menorías no había nada. Eso le obligaba a ir a las memorias de Archer, en las últimas noches que había pasado en la tierra había soñado sueños que mostraban la vida de Archer, aparte, cuando lorgór entrar en Unlimited Balde Works durante su pelea con Gilgamesh había obtenido unas memorias más del héroe Emiya.

Unos segundos después recordó el ideal de una utopía, una funda hecha para la espada de la victoria prometida la vaina Avalon. Esta vaina proporcionaba al usuario una sanación pasiva que podía curar a su usuario de venenos, heridas y maldiciones, por lo que es posible que pueda añadir más años de vida al bebé que tenía delante.

Inmediatamente con ese pensamiento acudieron los planos de la vaina a su cabeza. Shirou se preparó para el consumo de prana que iba a gastar, pero se sorprendió mucho al ver que no hubo coste alguno, poco después de eso apareció en sus manos una vaina de color dorado con adornos azules. La vaina pesaba, tanto que cuando tomó su forma sólida notó como sus manos se caían.

- ¿Qué vas a hacer con eso? - Dijo la mujer un poco preocupada por lo que estaba viendo.

- Tengo que implantarlo a la niña. - Dijo haciendo que los ojos de los padres se abrieran mucho.

El padre intentó detener al chico, pero paró al ver como la vaina comenzó a brillar hasta que al final se convirtiera en una bola de luz que Shirou poco a poco fue introduciendo en el pecho de la niña. Cuando terminó el brillo cesó y unos pocos segundos después sonó algo que los padres llevaban un tiempo sin oír. El bebé lloró como si fuese un recién nacido, desde que había dejado la sala de experimentación no había llorado ni una sola vez.

- ¿Ella está bien ahora? - Dijo la mujer mientras abrazaba a su hija.

- Ya no huele a magia maligna. - Dijo Shirou haciendo que los padres le volviesen a mirar. - Tengo sensibilidad mágica, puedo olerla, y ella ya no huele a la magia que tenía antes, noto un olor fuerte a magia, pero no es nada que le haga mal.

- ¿Podrá vivir una vida normal? - Dijo de nuevo la madre.

- La vaina la cuidará, por lo que creo que sí. - Dijo Shirou.

- Muchas gracias. - Dijo el padre. - Tengo que hablar con mi esposa, tú descansa por favor, luego te recompensaremos como es debido.

El chico pelirrojo asintió y se tumbó en la cama en la que había estado antes mientras la pareja lo dejaba de lado un momento para hablar con su esposa.

- Cariño, ¿Cómo sientes a la pequeña? - Dijo el hombre mientras se acercaba a su esposa en el pasillo.

- Mucho mejor, en todos mis años de experta en magia nunca había visto algo así, puede que sea magia extranjera. - Dijo la mujer con una gran sonrisa. - Puede que haya venido con su familia para buscar una nueva oportunidad en Leicester.

- Creo que podemos darles un terreno en nuestro dominio. - Dijo el padre con una sonrisa. - Por el momento dejémosle descansar un poco, en unos minutos hablaremos con él.

El tiempo pasó y Shirou se pasó esa gran parte del tiempo mirando al techo y preocupándose por el tiempo que le quedaba antes de abandonar este territorio. No fue hasta cerca de diez minutos después de haber implantado la vaina a la niña que la pareja volvió a entrar en la habitación.

- Hola, ¿Cómo te encuentras? - Dijo el hombre con una sonrisa. - Nos gustaría recompensarte a ti y a tu familia, ¿Nos podrías guiar hasta dónde están?

- Siento decir esto, pero no tengo familia. - Dijo Shirou inspirando cierta lástima en la mujer. - Lo único que tengo es mi ropa y mi inútil magia conmigo.

- ¿No tienes a nadie? - Dijo la mujer con lastima ganando un asentimiento de Shirou. En ese momento, la mujer tomó otra decisión por sí misma. - ¿Quisieras quedarte con nosotros? No como criado, sino como familia.

- ¿Qué? - No pudo evitar decir el pelirrojo confundido.

- Como te dije antes, hemos perdido a todos nuestros hijos, y tú no solo nos has ayudado, sino que han hecho que nuestra hija pueda vivir más tiempo. - Dijo la mujer siendo ahora la voz cantante de la pareja. - Tú tampoco tienes familia por lo que has dicho y no me parece justo que estés solo en este mundo cuando nos has ayudado con algo que para nosotros es tan importante.

Hubo un pequeño silencio hasta que Shirou habló de nuevo.

- ¿De verdad puedo? - Dijo mientras miraba la cara sonriente de la madre, una cara que le recordó a la cara de su salvador. En ese momento recordó una frase que le dijo Rin después de la muerte de Illya. - ¿Tengo derecho a ser feliz?

- Por supuesto. - Dijo el hombre con una sonrisa. - Nos iremos en unos minutos, ¿Tienes algo contigo? - Shirou negó con la cabeza. - De acuerdo, iremos a hablar con nuestro cochero, ¿Podrías cuidar a tu nueva hermana en lo que estamos fuera? Ella se llama Lysithea, cuídala bien hasta que lleguemos.

En ese momento la mujer le dio el bebé a Shirou volviendo a estar solo en la habitación, pero ahora junto al bebé. Los padres dejaron la posada para luego caminar por las calles hasta que dieron con una persona que estaba reuniendo a los extranjeros que buscaban trabajo. Estos le dijeron que habían acordado un trabajo con un niño, pero no pareció importarle mucho a ese hombre, solo le pagaban para llevar personas, llevar más o menos no le hacía ganar más oro.

- Oye, ¿Qué crees que significa cuando dijo que su magia era inútil? - Dijo el padre. - Por lo que he podido ver es bastante útil, incluso conveniente en algunos casos que vienen a mi mente.

- Puede que haya sido una forma de protegerlo por parte de sus padres, si las personas describen que puede crear armas y puede darles una habilidad aleatoria podrían aprovecharse de él. - Dijo la mujer mientras pensaba. - Lo que me ha llamado la atención fue que pensaba que no merecía ser feliz.

- Puede que sea por un trauma del pasado. - Dijo el hombre. - Puede que por culpa de ese malvado que mencionó antes haya muerto toda su familia menos él, causándole un trauma o una especie de síndrome que le haga pensar que o no puede ser feliz o no merezca vivir, la mente humana es muy compleja y no se sabe muy bien cómo es que funciona.

La pareja llegó a su cochero, el cual estaba dando unos cuidados a los caballos que habían traído. Estos le dijeron que se irían pronto, pero que primero irían a por su hija y su nuevo miembro de la familia.

En el camino de regreso los dos cayeron en algo muy importante no se habían presentado, por lo que cuando llegaron a la posada indicaron a Shirou que les siguieran hasta el carruaje de lujo que tenía la familia.

- Siento que no nos hemos podido presentar. - Dijo el hombre con una sonrisa. - Yo me llamo Albert Von Ordelia y ella es mi mujer Teresa, y actualmente ostento el título de Conde de la región de Ordelia, una de las cinco grandes familias de la Alianza Leicester, ¿Cuál es tu nombre?

- Me llamo Shirou. - Dijo este mientras hacía una pequeña reverencia. - Vengo del país de los maestros espadachines.

- Pues bienvenido a la familia, ahora serás Shirou Von Ordelia. - Dijo Teresa con una gran sonrisa.