Bajo la luna

Capítulo 01. Hacia Cesión

By Annabelesca


Raelle suspiró. Se sentía agotada y, estando ahí sentada, acurrucada con Scylla en un viejo asiento y con la mirada fija en el suelo del autobús, hacía que se sintiese más somnolienta de lo que cabría esperar. El traqueteo del bus al pasar por un bache hizo que Raelle levantase la vista. Justo enfrente de ella, estaba sentada Abigail, que parecía dormida, apoyada en el hombro de Adil. En cuanto éste se sintió observado, le devolvió la mirada a Raelle y le sonrió débilmente. Posiblemente él también se encontrase cansado, pensó Raelle. Su mirada vagabundeó un poco más por el interior del autobús.

Vio a Tally, en unos asientos más allá de Abigail. Tenía la cabeza apoyada en la ventana, pero al estar de espaldas a ella, no podía saberlo con certeza. Al otro lado del pasillo, a la derecha de Tally, se encontraba Nicte, la fundadora de la Espiral, de cuyo grupo formaba parte su madre, Willa. Raelle quería hacerle un par de preguntas al respecto, pero sentía que aquel no era el lugar ni el momento. Después de hacer una mueca con la boca, Raelle desvió la vista de ella y la fijó en la conductora. Quinn. Aquella que era la mejor amiga de su madre, y la que había sido su niñera gran parte de su infancia. Igual que a Nicte, quería hacerle algún par de preguntas relacionadas con su progenitora, pero aquello habría de esperar.

Recorrió con la vista, buscando a Khalida, pero no la encontró. Se asustó. Por un segundo, un escalofrío la recorrió y se tensó. Después pudo ver, en el pasillo, un par de pies saliendo de una filera de asientos. Probablemente Khalida, al ser más bajita, se había tumbado en los asientos para estar más cómoda.

El momento de tensión llamó la atención de Scylla, que se incorporó para mirarla. Raelle notó como sus ojos, de color de mar, se posaban en ella y, sin poder evitarlo, esbozó una sonrisa.

"¿Estás bien? ¿Tienes frío?" Pregunto Scylla con voz suave mientras le acariciaba la cicatriz del rostro.

"Ah, no. Estoy bien" Respondió Raelle cogiendo la mano libre de Scylla y entrelazando sus dedos. "Solo…" La rubia suspiró mientras cerraba los ojos y descansaba su cabeza en el hombro de la morena. "Sólo pensaba"

"Sí, han pasado muchas cosas" Respondió Scylla afirmando con la cabeza. "¿Algo que quieras compartir para que pensemos las dos?" Dijo mientras sonreía.

"No, no es nada importante" Negó Raelle, suspirando de nuevo. "Ahora que estás aquí siento que ya tendremos tiempo para hablar todo lo que haya que hablar". Al oír esas palabras y sentir como Raelle sonreía, apoyada contra ella, apretó la mano que sostenía.


Un pequeño bache hizo que los ocupantes del autobús dieran un brinco y eso despertó a Tally, quien se preguntó cuánto rato llevaba durmiendo. Tras desperezarse, miró por encima de su asiento para asegurarse que los otros estaban bien. Si no eran todos, la mayoría también parecía estar recién levantada.

Había dormido profundamente porque incluso Quinn había puesto música, bajita. Pero ahí estaba. Y ella ni la había oído. Miró por la ventana, ya era bien entrada la noche y se preguntó si Quinn no estaría cansada. Despacio, se levantó. Sus piernas acalambradas se quejaron por el súbito movimiento después de haber estado varias horas sin apenas moverse. El pequeño quejido que emitió hizo que Quinn mirase por el retrovisor interno para ver qué pasaba. Tally y Quinn cruzaron miradas y la más mayor se apresuró a preguntarle si se encontraba bien.

"Tally, cariño. ¿Qué pasa?" Dijo con voz preocupada. Tally, estando de espaldas y sin necesidad de usar su Visión, pudo notar como todos los pasajeros la miraban.

"Oh, ¡nada! Solo me preguntaba si no estabas cansada. Eres la única de nosotros que aún no ha dormido nada"

"Es verdad" Ratificó Abigail. "No hemos parado desde este mediodía. Debes estar cansada"

"La verdad es que no me vendría mal un descanso… Y deberíamos repostar pronto. Este cacharro está a punto de quedarse sin combustible" Afirmó Quinn.

Todos en el autobús se sintieron incómodos. Sabían que todo el país exigía justicia a la unidad Bellweather y compañía. Probablemente la estuvieran buscando… Y pararse en una estación de servicio no parecía la mejor de las ideas.

"Y… ¿Cómo lo hacemos?" Preguntó Raelle desde el fondo del autobús.

"Paremos en la siguiente estación de servicio, seguro que hay alguna cerca" Sugirió Scylla.

"Acabamos de pasar una señal. Aparentemente la siguiente está a un par de kilómetros" Apreció Quinn, sin desviar la mirada del volante.

"Nicte y yo podemos… pasar desapercibidas. Entrar y hacer el pago. Incluso si tenemos suerte, será autoservicio. No habrá que ver a nadie y nadie nos verá" Hubo un silencio que duró segundos, para después dejar paso a sonidos de apreciación de toda la tripulación. Excepto Abigail, que gruñó mientras se cruzaba de brazos.

"Eso es una genial idea" Dijo con exagerado sarcasmo. "Dejemos que las dos de la Espiral se vayan juntas y solas… ¡Seguro que no pasa absolutamente nada!" Como si de un resorte se tratase, Raelle se levantó de golpe de su asiento y encaró directamente a Abigail.

"¡Abs! Scylla no es así. Ella…" Tally vio como la rubia estaba demasiado cansada como para explotar en defensa de Scylla, y secretamente lo agradeció. No tenían tiempo para ponerse a discutir en ese momento.

"Abigail" Le dijo muy seria, cortando a Raelle "Scylla ha hecho todo lo posible en su mano para protegernos, para proteger a Rae. No pasará nada."

Abigail miró a Tally. En sus ojos podía notarse un velo de cansancio, pese a que probablemente habría dormido un poco, como los demás. "Sí. Tienes razón…" Suspiró "Estoy cansada y eso me pone de mal humor". Miró directamente a Scylla "Perdón, no soy del todo consciente de lo que digo".

Scylla torció la sonrisa y levantando las manos de forma pacificadora, disculpándola. "Tranquila, los nervios y el cansancio nos pueden jugar malas pasadas" Abigail le sonrió cansadamente y se volvió a apoyar en su asiento.

"Señoritas, espero que hayáis acabado de discutir. Hemos llegado" Anunció Quinn reduciendo la velocidad del vehículo y entrando en la zona de servicios. "A mí me gustaría salir a estirar un poco las piernas." Dijo mientras de desperezaba. Tally lo comprendía, Quinn debía llevar muchísimas horas atenta a la carretera. Sin moverse de su asiento y sin posibilidad de echar una siesta. Debía estar agotada.

"Puedes tomar mi lugar, yo prefiero quedarme con Raelle" Dijo Scylla entrelazando sus dedos con los de la rubia. Tally sonrió al ver como Raelle se ruborizaba ligeramente.

"Muy bien, ¡adelante entonces!" Animó Nicte con una sonrisa. Después de haber estado encerrada en los calabozos de Fort Salem, le apetecía que le diera un poquito el aire. Abigail rodó los ojos, pero los demás asintieron. Quinn, después de estacionar el autobús y poder levantarse a desperezarse al fin, abrió las puertas delanteras del vehículo. El frío aire de mediados de diciembre se coló dentro e hizo que todos se estremecieran y se espabilasen un poco. Nicte, sin importarle demasiado, se dirigió rauda a la salida.

"¿Y podríamos comprar algo para cenar? Estoy muertísima de hambre" Preguntó Tally mientras se acariciaba el estómago vacío. Aquella afirmación hizo que el autobús estallase en carcajadas y restó tensión a la situación.

"Claro, cogeré algo para calmar esa hambre de muerte" Afirmó Quinn con una cálida risa. "Esperadnos aquí y no hagáis mucho ruido" Y dicho esto, bajaron del autobús y se dirigieron al edificio. Tally siguió con la vista Nicte. Parecía estar de buen humor, Incluso bromeando con Quinn. No obstante, una vez entraron a la gasolinera, Tally devolvió su mirada al interior del autobús. Khalida estaba tumbada, utilizando dos asientos, de una forma que no parecía del todo cómoda. Su hermano, Adil, estaba hablando con voz bajita con Abigail.

Raelle y Scylla estaban sentadas de lado, mirándose mientras hablaban, con voz bajita también. De vez en cuando compartían una caricia, un apretón de manos o una sonrisa. Los pensamientos de Tally volvieron a Fort Salem. ¿Cuántas brujas habrían salido heridas la noche del ataque de la camarilla? O peor aún… ¿Cuántas habrían muerto? No quería saberlo, pero tampoco podía dejar de pensar en ello. En Penélope. ¿Como había llegado aquello a ella? Notó como la inquietud la carcomía por dentro. Sacudió la cabeza, lo que necesitaba ahora era descansar. Si entraba en la vorágine de sentirse mal, después le costaría salir de ella. Así que sacudió la cabeza e intentó pensar en cualquier otra cosa. Se acercó a la puerta del autobús, que había quedado abierta y el frio aire la acarició la cara, acompañado de un olor a humedad. Había empezado siendo una noche clara, despejada. Pero a medida que se habían acercado a la estación de servicio había comenzado a aparecer niebla densa, gris, asfixiante.

Miró dentro de la estación de servicio, pero no pudo ver nada más que el mostrador y el cajero. Supuso que Quinn y Nicte estarían buscando que cenar aún. Un agudo graznido la sacó de sus pensamientos. Podía ser el cuervo que Scylla había utilizado, que les había seguido. Miró al cielo, pero la oscuridad de la noche juntamente con la cegadora niebla no le daba mucha opción de distinguir al ave en movimiento. Un nuevo graznido la tensó. No se sentía cómoda en esa situación y quería irse lo más pronto posible. Volvió hacia dentro, en dirección a Scylla. Ella podría acallarlo.

"Oye… Scylla. ¿Has traído al cuervo ese que usaste para sacarnos de aprietos?" Scylla apartó sus ojos de Raelle y los clavó en Tally, un tanto confusa. Aunque las facciones de su cara transmitían seguridad, sus ojos azules denotaban cierto desconcierto.

"Hmm…" Rumió "No. Pero los cuervos son muy inteligentes, quizá nos ha seguido por voluntad propia. ¿Qué ocurre?" Preguntó a Tally y ésta no supo que responder. ¿Era producto de su imaginación? ¿Estaba tan intranquila como para sacar todo de contexto?

"Tal, ¿qué pasa?" Raelle la miró seria al hacerle la pregunta.

"No es na…" antes de que Tally pudiese acabar la frase, se oyó un golpetazo en las ventanas de los asientos dónde estaban Raelle y Scylla. Al girarse vieron un cuervo apoyado en la ventana dándole picotazos, que al verse observado empezó a graznar a la vez que abría las alas.

"Esto es muy raro" Dijo Abigail uniéndose a su escuadrón. "¿Qué le pasa?" Formuló la pregunta mirando directamente a Scylla, que estaba igual de confundida que las otras muchachas. Todos los ocupantes del autobús, excepto Khalida que seguía durmiendo, estaban de espaldas a la gasolinera, ahora mirando hacia la noche por aquella ventana.

"No sé" Respondió con simpleza Scylla, soltando a Raelle y poniéndose en pie para acercándose a la ventana. Tally la emuló, acercándose al vidrio empañado por la diferencia de temperatura. Cerró el puño y limpió el vaho para poder ver algo. Apoyó la frente en el cristal y miró a la negra noche que les rodeaba. Un vistazo rápido no le permitió ver nada, solo negrura. Un segundo vistazo más lento le permitió distinguir un sutil brillo en la lejanía. Dos puntos brillantes, para ser más exactos. Por la silueta poco definida que podía intuir, probablemente se trataba de algún animal, que estaría cerca de la estación de servicio para carroñar algunas sobras y deshechos.

El cuervo, que aún seguía en la ventana, comenzó a graznar de nuevo y salió volando. Tally siguió con la mirada el rumbo del cuervo y lo que vio hizo que se le encogiese el corazón. Un montón de ojos brillantes acechaban en la oscuridad y, al sentirse observados, echaron a andar. Lentamente, hacia el autobús. Estaban lejos, pero Tally empezó a ver más definida su silueta. Se trataba de un animal cuadrúpedo, con cabeza cuadrada, hocico alargado y fino y orejas puntiagudas. Por su altura, Tally llegó a la conclusión de que eran demasiado grandes como para ser coyotes o perros, así que lo más probable era que se tratase de lobos. Una gran manada, podía ver al menos dos docenas de ellos. Y algunos tenían un tamaño demasiado grande como para ser simples cánidos.

Ante la falta de reacción de los ocupantes del autobús, los lobos siguieron acercándose hasta que los bañó la luz de una farola cercana, después se sentaron sobre los cuartos traseros y observaron a las brujas. Éstas podían notar la mirada estudiosa de los animales, que no parecían tener mucho interés en seguir acercándose.

"¿Qué narices está pasando?" Preguntó Abigail sin apartar la mirada de los animales. Ninguno de ellos se atrevía a moverse ni un centímetro, incluso parecía que habían olvidado como respirar.

"¿Puede ser cosa de brujas?" Preguntó Raelle al aire. Había apoyado la mano en el cristal, justo encima de donde se encontraba el lobo que habían visto inicialmente.

"Seguro, ese tamaño no es normal" Dijo Adil refiriéndose al más grande de ellos. Se trataba de un lobo enorme, fácilmente medía un metro y medio hasta la cruz, doblando el tamaño medio de los lobos. Su pelaje, blanco, estaba salpicado por la luz que emitía la farola y había adquirido un tono amarillento, como del color del papiro viejo. Sus patas delanteras, tenían manchas grises rodeándole las zarpas… Unas zarpas enormes… Fácilmente del tamaño de la cara de Khalida…Un escalofrío recorrió la espina de Adil, haciendo que temblase involuntariamente. Se giró para mirar a su hermana. Seguía dormida, pero que estuviera tumbada casi al lado de la puerta del autobús el causó una sensación de nervios muy grande. ¿Y si se colaba una de esas bestias en el autobús mientras ellos estaban distraídos mirando la jauría? Con su magia podrían hacer frente a algunos de ellos, pero si todos decidían cargar a la vez contra ellos… Volvió a estremecerse sólo de pensar en ello. Decidió acercarse a la puerta del autobús a vigilar que ninguno de los lobos decidiese explorar allí dentro y justo cuando se movió, advirtió una sombra en la puerta. Se trataba de Quinn y de Nicte, que estaban subiendo al autobús con algunas bolsas. Las bolsas chocaron entre sí, haciendo un ruido de plástico que captó la atención de las brujas, que estaban mirando por la ventana. Se giraron rápidamente, un tanto asustadas por el ruido que había surgido de la nada.

"¿Qué pasa chicas? ¿Estáis bien?" Preguntó Quinn al ver la cara de los muchachos del autobús.

"Ni que hubierais visto un fantasma…" Añadió Nicte mientras soltaba las bolsas de plástico en el asiento más cercano a ella.

"Los fantasmas que vimos en Samhain parecen menos peligrosos que eso" Dijo Abigail señalando a la ventana.

Quinn apresuró el paso para ver qué era lo que Abigail le estaba señalando y, al ver a los lobos, frunció el ceño.

"¿Cuánto llevan ahí?" Preguntó escuetamente mientras se dirigía al sillón del conductor. "Sentaos que nos vamos" Se apresuró a decir mientras se sentaba y encendía el motor. Rápidamente cerró las puertas del autobús, se puso el cinturón e inició la marcha.

"¿Qué pasa? ¿Es cosa de brujas? ¿Ya nos han encontrado?" La boca de Abigail disparó esas preguntas como si de una ametralladora gatling se tratase. Tally vio que la muchacha empezaba a angustiarse y notó como todos los integrantes del bus, excepto Nicte y Quinn, se sumaban a esa espiral de nervios.

"No os preocupéis. Pronto nos dejarán en paz" Quinn parecía bastante segura de lo que decía, pero, a medida que el autobús se internaba en la parda noche y los focos del vehículo cortaban la niebla, sus dudas iban incrementándose. Podía ver los lobos correr alrededor del vehículo, incluso manteniendo la velocidad a la que este iba (que tampoco era muy elevada). Y no era la única, la inquietud de todos los ocupantes era palpable.

"No son brujas" Dijo al fin Nicte, después de un tenso silencio que podría haber durado un par de minutos "Son Garou" La mujer se llevó la mirada interrogante de todos los ocupantes del autobús. "Son una tribu que habita en la frontera de Cesión. Debemos estar cerca de su pueblo… Y son muy territoriales. Querrán espantarnos para que nos vayamos cuanto antes"

"Una tribu… ¿de lobos?" Preguntó Tally al fin. Todos tenían aquella duda, pero no se habían atrevido a formularla en voz alta. "¿Cómo es eso posible?"

"No son únicamente lobos" Aclaró la líder de La Espiral "Se trata de una tribu cambiaformas. Son personas, que pueden cambiar su complexión y volverse lobos"

"¿Algo como los hombres lobos de las películas?" Preguntó Raelle con una mezcla de inocencia y perplejidad. Aquella cuestión hizo que Nicte sonriera de lado.

"Sí, más o menos. Son una raza que se ha mantenido oculta, pero su origen se remonta a las mismas fechas que el origen de las brujas. Puede incluso que fueran anteriores a nosotras" Explicó Quinn ante la mirada atenta de todas las brujas. "Antaño, cuando las brujas conocían la existencia de esta raza, las cazaban fortuitamente. Estuvo a punto de explotar una guerra entre las brujas y los Garou. Y hubiera sido muy fiera, quizá mermándonos más de lo que lo hizo la Camarilla" Los ojos del escuadrón Bellweather se abrieron a más no poder. No sólo los perseguía la Camarilla, sino que ahora… ¿Tendrían que enfrentarse a esa tribu desconocida? "No os preocupéis" Dijo Nicte, sacándolas de su ensimismamiento, "Sarah Alder firmó un tratado de paz hace muchísimo, muchísimo tiempo. Las dos partes acordaron no atacarse, y los Garou exigieron quedarse en el olvido. Que nunca más brujas supieran de su existencia, para que así no se los persiguiese y cazase indiscriminadamente" Tally volvió su mirada a la carretera. Podía ver a lobos corriendo en paralelo al autobús, manteniendo una velocidad de casi 70 km/h y preguntándose cuanto tardarían en cansarse. Pudo ver como los lobos movían las orejas, como si escuchasen algo que ella no. De repente, todos dejaron de correr a la vez. Se plantaron en seco en el asfalto mientras que el autobús se alejaba de ellos, para luego aullar. Muchos aullidos se juntaron, haciendo un solo bramido que parecía haber acallado incluso el ruido del motor. Todos palidecieron al escuchar aquello, pero estaban un poco más tranquilos de no tener a los animales, o cambiaformas, corriendo cerca suyo. Tally seguía muy inquieta ya algo no le parecía que fuera bien, no obstante, su Visión no percibía nada extraño alrededor.

"Entonces… ¿una vez salgamos de su territorio nos dejarán en paz?" Se aventuró a preguntar.

"Probablemente hayamos salido ya, no los veo ni los oigo" Respondió Quinn, soltando un poco el pie del acelerador y mirando hacia las muchachas con una sonrisa. Sin embargo, cuando se giró a las muchachas vio que tenían cara de terror.

"¡Cuidado!" Exclamó Abigail, haciendo que Quinn girase su vista hacia el frente, la carretera. Se encontró a lo lejos el mismo enorme lobo blanco que las muchachas habían visto en la gasolinera, justo en el trayecto del autobús. Movió el pie del acelerador al freno y pisó con fuerza, con más fuerza de la que podría haber imaginado que tenía.

El autobús empezó a frenar y la propia inercia hizo que todos los ocupantes del bus salieran despedidos hacia delante, agarrándose a los asientos que estaban enfrente de ellos. Nicte, que estaba de pie en el momento del frenazo, no tuvo tanta suerte y no le dio tiempo a agarrarse a nada. Perdió el equilibrio y cayó de espaldas. Por suerte, no se golpeó la cabeza al caer y, en cuanto el autobús paró del todo, pudo ponerse de pie de un salto. Después de revisar el autobús, ojeando rápidamente como se encontraban todos los estudiantes, se giró a ver que había ocasionado el frenazo.

Delante del autobús, a escasos metros del parachoques, se encontraba sentado sobre sus cuartos traseros, un enorme lobo blanco. Con manchas grises en las zarpas y en la cola, que estaba a un lado de su cuerpo. De repente, más lobos salieron de la oscuridad, como si apareciesen de la nada y rodearon el autobús, imitando al más grande de ellos, también se sentaron.

Tally, acompañada de sus hermanas de escuadrón, se acercó al asiento del conductor para tener mejor visión de lo que había pasado y fue entonces cuando cruzó miradas con ese lobo blanco. De repente su Visión le permitió ver algo. Algo dentro del cuerpo del lobo. Parecían dos llamas, de diferente color. El fuego en ellas chisporroteaba con fuerza y a Tally le transmitió seguridad e hizo que sus facciones y su cuerpo se relajasen. De alguna manera supo que aquellos lobos allí no estaban para hacerles daño. Lo podía intuir.

De detrás del lobo apareció una mujer, que se quedó mirando al autobús mientras lo acariciaba con la mano derecha. Tally, con su Visión no la había visto anteriormente y aquello la descuadró. ¿De dónde había salido? Dicha mujer era de estatura baja, a duras penas llegaría a un metro sesenta. Su cabello, de color ceniza y suelto, se zarandeó por el movimiento, al igual que su ropaje. Éste consistía en una falda de corte diagonal y un pequeño sujetador, cuya textura se asimilaba a piel de animal de color claro. Además, por los hombros le caía una toquilla, que parecía también del mismo material. Tenía la cara adornada con pintura e iba descalza. Unas afiladas curvas de pintura negra adornaban sus pómulos, así como también su vientre, envolviendo el ombligo en un patrón que Tally no había visto jamás. Sus facciones eran jóvenes, probablemente dicha muchacha era de una edad similar a las suyas. Tally cruzó mirada con ella, no podía verle el color de los ojos debido a la oscuridad, pero la mirada que le devolvió estaba llena de entereza. Parecía esperar algo y también parecía tener mucha paciencia, así que probablemente esperaría allí hasta obtener lo deseado o decidir obtenerlo por la fuerza.

"Voy a bajar" Dijo Nicte generando murmullos en el autobús.

"Nadie va a bajar" Respondió Adil, pasándole la mano por los hombros a Khalida, como queriendo ponerla a salvo. "¡No sabemos que quiere!"

"No quiere hacernos daño" Dijo Tally de golpe, ganándose la mirada de todos. Esto hizo que se sintiera un poco temerosa de lo que decir a continuación "Si quisiera hacernos daño, ya lo hubiera visto. Además, lo sé. Lo puedo intuir" Nicte asintió.

"Estoy con la pelirroja, los Garou no son una raza que rompa tratados sin ninguna razón. Debe haber alguna explicación a esto" Miró a Quinn, quien aún estaba sentada la volante. "Abre las puertas, por favor" Fue una petición, pero con voz autoritaria y Quinn la escuchó. Con cierta reticencia, abrió las puertas para permitir la salida de Nicte. De nuevo, el frio viento de la oscura madrugada se coló en el autobús recordándoles que se encontraban a medio diciembre. Tally se preguntó si aquella muchacha que había aparecido con el lobo no tenía frio. La miró, pero no había ni un resquicio de que ella estuviese pasando frío. Nicte, sin embargo, sí que se encogió en cuanto salió del autobús. Su ropa no la protegía demasiado contra el frío. Intentó mantener el porte para mantener la conversación con aquella desconocida.

"Buenas noches, cambiaformas" Empezó Nicte en lengua madre "¿Qué se os ofrece?" La desconocida sonrió de lado, asintiendo ligeramente.

"Buenas noches, Nicte Batan." Respondió ella. Nicte se sintió amenazada de que aquella desconocida conociese su nombre. Como si aquello pudiese ser una desventaja para la charla, la rubia desconocida prosiguió a presentarse. "Mi nombre es Shannon, ejerzo de chamán en la tribu de Fenrir" Después de presentarse hizo una pequeña reverencia que Nicte emuló. "Lamento que la parada hiciera que no tuviera muy buen aterrizaje" Rio de forma nerviosa la autoproclamada chamana "Espero que esto no haya supuesto ningún problema para lo que queremos proponer" Aquello hizo que Nicte arqueara una ceja. No se esperaba una propuesta de ningún tipo por parte de los cambiaformas, pero tampoco le sorprendía. Algo querían de ellos si se habían revelado ante brujas. Asintió a la rubia en señal de que continuase. "Sabemos que en el vehículo va la bruja Raelle Collar, una poderosa sanadora" La chamana desvió su mirada hasta cruzar los ojos con la nombrada. "Nuestra tribu está interesada en esos poderes".

"¿Y en qué podría estar interesada la tribu de Fenrir para necesitarlos?" Preguntó Nicte con total sorpresa.

"Me temo que eso, hasta que decidan aceptar, se trata de información reservada que no puedo compartir con desconocidos de la tribu" Anunció la rubia sin haber apartado la mirada de Raelle, cosa que hizo que susodicha se sintiera un tanto intimidada.

"¿Y que se nos ofrecería a nosotros a cambio?" Quiso saber Nicte. Los poderes de Raelle podían hacer muchas cosas, así que quería asegurarse de que no era un trato vacío donde solo ganaba una parte.

"Sabemos que ahora mismo los cadetes, y no cadetes, que viajan en el vehículo están siendo buscados. Por humanos y por brujas. Nuestra tribu es invisible a sus ojos. Si estáis con nosotros, no os encontrarán pues no sabrán donde buscar" Aquello sorprendió a Nicte. Si bien aquello era cierto, los Garou no eran muy conocidos por ser hospitalarios. De hecho, su territorialidad había ocasionado muertes inexplicables para otras brujas que no conocían de su existencia.

"¿Y estaríamos con vosotros en virtud de prisioneros o de invitados?" Quiso asegurarse Nicte.

"Nuestro pueblo ofrecería total hospitalidad a vuestro grupo. No seréis prisioneros, seréis los invitados de nuestra líder" Nicte estaba segura de que aquello podría ser un buen negocio para ellos, ya que eran considerados fugitivos. Si los pillaban, no tendrían piedad. Puede que la hija de los Bellweather y su escuadrón fueran emancipados, pero los demás serían ejecutados de forma horrible. En especial Scylla y ella, siendo de La Espiral.

"¿Puedo preguntar qué poderes son los que le interesan a tu tribu?" La chamana suspiró y miró en dirección a Nicte. Ésta sabía que no era lo mismo ofrecer un arma para matar que una herramienta de curación y necesitaba asegurarse que aquel trato no les traería más problemas que soluciones.

"Se trata de los poderes de curación de la bruja Collar. No tenemos interés en ninguno otro" Aquello alivió a Nicte. Parecía un buen trato, al menos hasta que el grupo saliera de los focos principales de la nación.

"Debo consultarlo con mis compañeros. ¿Puedo volver al autobús?" Nicte no quería dar indicios de que estaba muy interesada en el trato por lo que se mostró imperturbable. No obstante, por dentro estaba eufórica.

"Por supuesto" Asintió Shannon. "Tienes cinco minutos"

Nicte se dio la vuelta y raudamente subió al autobús, donde el resto la esperaban, ansiosas, atentas, expectantes.

"Me ha ofrecido un trato" Dijo con simpleza. "Quieren que Collar les ayude con magia curativa a cambio de escondernos de nuestros perseguidores"

"Suena demasiado bien" Reprendió Abigail. "¿Cómo sabemos que son de fiar y que mantendrán su palabra?"

"No lo sabemos con seguridad" Reconoció Nicte "Pero los Garou son gente honorable. Se han mantenido al margen, tal y como indica el pacto de paz. No lo han quebrantado y gracias a eso son invisibles para todo el mundo. Puede servirnos de escondite y hacerlo de forma magistral, además."

"¿Pero porqué yo?" Quiso saber Raelle. A los ojos de Tally y, para que engañarnos, a los ojos de todos en el autobús, Raelle era una bruja muy poderosa, pero ella no era consciente de ello. "Podrían ofrecer algún trato a cualquier otro sanador"

"Es conveniencia, querida" Respondió Quinn frotándose las heladas manos "Ellos tienen un problema y nosotros podemos solucionarlo. Lo mismo para nosotras. Tenemos un problema y ellos son una solución" Raelle comprendía.

"A mí me parece un buen trato" Dijo de repente Tally "No quieren hacernos daño. Y haciéndonoslo hubiera sido una muy buena forma de negociación. Podrían haber tomado rehenes, haber amenazado con matarnos si Rae no los ayuda. Pero no ha pasado. No son mala gente" Nicte le dio la razón. Ella también creía que se trataba de una propuesta que les convenía enormemente. "Pero Raelle, estamos hablando de ti. Si tu no quieres que aceptemos el trato, no deberíamos aceptarlo" Raelle se congeló al oír eso. No le gustaba tomar decisiones importantes y aquella era una decisión pesada. Si aceptaba y luego no era capaz de cumplir sus expectativas, ¿Qué podría pasarle al grupo? Nada bueno, eso seguro. Pero ¿cuál era la alternativa? Volver a Cesión, donde las brujas tenían ojos por todas partes. Se mordió el labio y miró a Scylla. Los azules ojos de ambas se entrecruzaron. Scylla estaba preocupada, se le notaba en la mirada, que además era cansada. Raelle estiró su mano, buscando la mano de la morena. Al apretarla, sus miedos remitieron y aquello le permitió pensar con la cabeza un poco más despejada.

Los inconvenientes de aceptar el trato eran mucho menores que los de no aceptarlo. Y las ventajas muy superiores. Incluso podría ser que pudieran descansar como era debido en la villa de los Garou. Sin tener que dormir con un ojo abierto por los posibles imprevistos que pudiesen surgir. Habiendo plantado la semillita de la intención de aceptar el trato, el tiempo que pasaba no hacía más que fortalecer aquella idea.

"De acuerdo, aceptémoslo" Dijo decidida dándole un apretón de manos a Scylla.


Tally se preguntó si quedaba mucho. Hacía ya un buen rato que el autobús había empezado a seguir a al gran lobo a través de la niebla; justo después de cerrar el trato y que la chamana desapareciese como había aparecido, andando detrás del gran cánido. Pensó en la respuesta que le dio ésta cuando Nicte le preguntó qué hubiera pasado si hubieran declinado la oferta.

"Hubiera habido un desenlace no tan pacífico" Dijo a media sonrisa mientras retiraba a los lobos con un gesto de la cabeza. Bueno, Tally estaba segura de que nada bueno hubiera salido de esa reyerta. Puede que hubiesen conseguido acabar con algunos de los lobos, pero al ser superadas en número probablemente hubiera resultado desastroso para ellos.

"Mirad" Dijo Nicte "Estamos a punto de llegar a la villa" Señaló los oscuros tejados de las casitas que sobresalían por encima de los árboles circundantes a la villa. Llegaron a la villa bien entrada la madrugada por lo que no había nadie en las calles, las cuales tenían braseros para iluminarlas. El lobo se detuvo y Quinn detuvo el autobús detrás de él.

Fueron bajando uno detrás de otro, empezando por Nicte. Para cuando todos estuvieron fuera, Shannon había aparecido por uno de los callejones y se estaba acercando a ellos.

"Bienvenidos" Pronunció suavemente en la lengua común "Espero que el viaje no se os haya hecho muy pesado. Os hemos preparado unas habitaciones para que descanséis" Sonrió de lado al ver la cara esperanzadora del grupo invitado. "Por favor, seguidme. Intentad no hacer mucho ruido, los vecinos están durmiendo. Y tienen bastante buen oído" Tally no sabía si aquello había sido un hecho o un chiste, porque Shannon se había reído. "Puedes retirarte a descansar, Fang" Le dijo al lobo, que asintió y se alejó por un carrerón diferente al que ellos estaban siguiendo.

El viento de invierno que corría por los callejones les había despejado momentáneamente la mente así que el grupo aprovechó la excursión a sus habitaciones para observar el pueblo. O al menos lo que podían entrever de él porque la iluminación de los braseros no aportaba suficiente luminosidad como para distinguir detalles más sutiles. Tally se fijó en las casitas, eran… normales. Adosados de piedra, casitas con porche, jardines con flores… Ella se imaginaba una villa anticuada, casi con yurtas, después de ver cómo iba vestida Shannon.

Un súbito movimiento le llamó la atención. Había, En una de las ventanas de un segundo piso de una casa a su derecha, una silueta. Tally ejerció su Visión y pudo ver a un niño pequeño, de unos siete u ocho años, asomándose para curiosear quien estaba en las calles a esa hora. Al cruzar miradas, Tally levantó la mano para saludarle y le sonrió, pero el niño no le devolvió el saludo; en su defecto volvió rápidamente a la cama.

"Debes entender" Empezó Shannon "que somos una villa alejada del resto de poblaciones. Nuestra gente es un poco recelosa. Pero no os preocupéis, sois bienvenidos. Por aquí" Dijo mientras giraba una esquina. A la lejanía, el grupo pudo observar cómo se alzaba majestuosa una hermosa mansión de tres pisos, rodeada de setos. A Tally no le cupo la más mínima duda de que allí es donde se hospedarían ya que la muchacha había enfilado dirección a ella. "Esta es la mansión Sköll, es donde os hospedaréis"

Al igual que la villa, el jardín de la mansión estaba iluminado por braseros ubicados encima del empedrado, cuyas llamas chisporroteaban en la oscuridad. Dicho jardín se veía realmente bien cuidado. Olía a hierba recién cortada y tenía varios topiarios bien recortados, en forma de lobos, y el empedrado que conducía a la casa estaba limpio, libre de tierra. Además del camino principal, había varios caminos empedrados más, igual de cuidados. Tally no miró muy allá, pero le pareció ver que uno de esos caminos llevaba a un pequeño estanque. También se preguntó si ir descalza por allí como estaba Shannon no le hacía daño a los pies, pero le pareció una pregunta estúpida que no venía a cuento, así que se la calló. Subieron por unos pequeños escalones que permitían acceder a la casa, que se encontraba elevada del suelo por unos cimientos marmolados y al fin… Al fin se encontraban en un refugio, aparentemente seguro.


Tally dio su septuagésima décima vuelta en la cama. La habitación que le habían asignado, en la segunda planta de la casa, no era lujosa pero tampoco muy sencilla. Había una cama, un escritorio con su silla, un armario y una pequeña mesita de noche. De hecho, a todos le habían ofrecido una habitación igual, aunque sabía que sus compañeras de escuadrón tendrían compañía esa noche.

Pensó en Scylla. Le resultaba una persona muy interesante, pero a su vez, representaba todo aquello por lo que se había unido a la milicia, La Espiral. Tally tenía muy claro que aquella muchacha estaba de su lado, aunque parte de su mente le susurraba lo contrario. Sabía que amaba a Raelle. Lo podía ver fácilmente, no hacía falta su Visión. Sus gestos, sus miradas, sus sonrisas, sus palabras… Nada le hacía dudar de que el amor que le profesaba era real. Y recíproco. Su compañera, que inicialmente había sido un tanto arisca había cambiado muchísimo. Se había abierto. Había aprendido a confiar y, gracias a eso, a buscar apoyo emocional en gente de su confianza. Estaba realmente orgullosa de Raelle y sabía que Abigail pensaba exactamente igual que ella. Scylla había resultado ser un aliado poderoso, no solo por sus conocimientos con la magia de la Espiral, sino como un compañero más en el que podía confiar.

Sin embargo, no estaba tan segura con Nicte, la líder de La Espiral. En sus hombros descansaba el peso de haber matado a miles de humanos en actos terroristas. Difícilmente podía confiar en ella. Aunque si bien era cierto, ahora había un enemigo común emergiendo. Uno muy poderoso. Como si el dicho "El enemigo de mi enemigo es mi amigo" fuera cierto, Nicte se unió a ellos, con la promesa a Petra Bellweather de que les protegería. Las palabras de Nicte resonaron en su cabeza, haciendo eco y permaneciendo demasiado tiempo en ella: "Esto es lo que tú querías… La revolución"

¿Qué revolución quería ella? Aquello solo le había causado dolor y pesar. Alder estaba muerta, Penélope estaba muerta. Probablemente Anacostia y Petra fueran sometidas a juicio militar. Y claro, luego estaban ellos. A la fuga que se encontraban. Sí, desde luego Tally no había pedido por esa revolución. Suspiró. Estaba cansadísima, pero no era capaz de pegar ojo porque su mente no paraba quieta. Además, necesitaba ir al baño porque aún no lo había pisado después de salir de Fort Salem.

Con todo su cuerpo quejándose por ello, consiguió levantarse de la cama y dirigirse a la puerta. Un pensamiento asaltó su mente. ¿Y si le habían encerrado? Con cierta reticencia, asió el pomo y lo giró. Suspiró aliviada de no estar atrapada en aquella pequeña habitación, aislada de sus compañeras. Salió al pasillo. Las luces de éste estaban apagadas pero sus ojos estaban ya acostumbrados a la oscuridad, no en vano había estado despierta todo ese rato.

Dio tres pasos en dirección al pasillo que recordaba que había tomado para ir a la habitación, pero se detuvo. En realidad, no tenía ni idea de donde estaba el baño. Se sentía tentada a llamar a la puerta de Raelle o de Abigail (o porque no de ambas) para que le ayudasen a buscarlo, pero quien sabía lo que estarían haciendo. Probablemente estuvieran acompañadas y, aunque no fuera así, tampoco quería molestarlas. Total, que decidió recorrer los pasillos y probar suerte con las puertas.

No le costó mucho, justo unas puertas más allá de las habitaciones estaba el baño. Al encender las luces, vio que se trataba de un pequeño cuarto de baño, con baldosas oscuras y mobiliario de color claro. Sin perder mucho tiempo, echó el cerrojo y se sentó en el váter. Al terminar de miccionar, se limpió, tiró de la cadena y se fue hacia el lavamanos. Mientras se estaba lavando las manos aprovechó para mirarse al espejo. Se vio demacrada. Ojeras que le llegaban casi a la mitad de las mejillas, se encontraba super pálida y su pelo, que se encontraba enmarañado, era un desastre.

Suspiró, de nuevo. La luz había hecho que sus ojos se desacostumbrasen a la oscuridad y, cuando salió del baño, se quedó inmóvil. No reconocía dónde estaba. Sin esperarse, echó a andar por donde le parecía haber venido, pero se encontró a sí misma bajando al primer piso y, acto seguido, saliendo al jardín por una puerta diferente a la que habían entrado. Se encontró justo delante del estanque, al que se acercó. Se sentó en la hierba, a escasos metros de la pequeña pero elegante masa de agua y la observó. La luna se encontraba casi en su máximo esplendor y la niebla había desaparecido completamente y eso le permitió poder distinguir siluetas de peces, nadando despacio pero constantemente. Además, si aguzaba el oído, además de escuchar algún que otro grillo cantar, podía escuchar el chapoteo de los peces cuando cambiaban de rumbo y golpeaban la superficie del agua con la cola. Tan absorta estaba mirando el pequeño lago que no notó que alguien se acercaba a ella por la espalda hasta que esta persona le habló.

"¿Qué haces aquí fuera a estas horas?" Tally se sobresaltó mientras se levantaba rápidamente y giraba hacia el origen de la voz. No era una voz que reconociese, pero esta no usaba un tono autoritario, simplemente de curiosidad. La dueña de la voz era una mujer joven de cabello largo y suelto de color cobrizo, que la miraba con unos curiosos ojos azules. Su atuendo consistía en unas botas militares, unos tejanos ajustados negros, una camiseta estampada de color gris y una chaqueta oscura, como de cuero, por encima. Sus ojos curiosos se clavaron en los suyos y ladeó ligeramente la cabeza, esperando una respuesta rápidamente.

"Bueno… Yo… No podía dormir, fui al baño y luego me perdí. ¡No sabía cómo volver a la habitación!" Tally estaba nerviosa, le habían avisado de que la gente de los Garou era recelosa de los extraños. Y aquella mujer la acababa de encontrar bien entrada la noche y en el jardín del líder de la villa. Sin duda podía ser muy sospechoso.

"Ah" Asintió ligeramente mientras se cruzaba de brazos y le sonreía "Así que tú eres una de las invitadas de la mansión"

"¡Sí!" Se apresuró a afirmar Tally. Respiró con alivio al saber que estaba al tanto de la situación "Pero, ¿cómo lo sabías? Si apenas hemos llegado hace nada" Preguntó curiosa. La muchacha con la que estaba hablando desvió la mirada al estanque.

"Las noticias en la villa vuelan rápido. Da igual si es de noche, de día, si está nevando o granizando. Aquí todo el mundo se entera de casi todo y si uno está de guardia, pues aún más" Dijo casi con desprecio para después volver la mirada a Tally y cambiar su expresión a una más jocosa. "Y bien, señorita desconocida, ¿sabes cómo volver a la habitación ya?"

"Mi nombre es Tally Craven" Dijo mientras hacia una ligera reverencia con la cabeza. "Me encantaría volver, la verdad. Estoy muy cansada y presiento que mañana será un día muy largo" Dijo con una sonrisa que denotaba el cansancio de la muchacha.

"Yo soy Astrid" Se presentó la desconocida, ya no tan desconocida, también acompañándolo con una pequeña reverencia. "Si me permites, puedo acompañarte a tu habitación, señorita Craven"

"Oh, me encantaría, señorita…" Tally quiso emular la educación de la guardia, pero no le había mencionado su apellido.

"Tranquila, llámame Astrid a secas. Vamos" Dijo con una sonrisa mientras enfilaba a andar hacia la mansión.

"Puedes llamarme Tally también" Hacia tiempo que Tally no había mantenido una conversación tan formal y a la vez tan amigable que no fuera con sus conocidas. Allí en Fort Salem había mucho formalismo, pero el trato allí era más estricto. Satisfecha, se dirigieron hacia su habitación. Pasaron por la puerta principal de la casa, por lo que Tally reconoció, parcialmente, el camino. Pero no dijo nada, disfrutaba la compañía de Astrid.

Una vez llegaron a las habitaciones y Astrid se cercioró que Tally sabía cuál era su habitación, se despidieron.

"Hasta mañana, Tally" Dijo Astrid mientras se giraba en dirección a las escaleras, probablemente para seguir con su ronda.

"Hasta mañana, Astrid" Contestó ella mientras cerraba la puerta de su habitación. El paseo y la charla le habían despejado la mente y su cansancio no tardó en aparecer. Se tumbó en la cama e inmediatamente se quedó dormida.