La noche era fresca, con un cielo nocturno iluminado por la blanquecina luz de la luna que se elevaba lentamente en aquel despejado anochecer.

Una casa de estilo inglés, iluminada y con ciertos tipismos de la época, yacía bajo el fantástico panorama que se presentaba.

Cerca de una ventana en el segundo piso, sentado en su escritorio, un chico admiraba aquel paisaje con tranquilidad mientras comía unos maníes. Su mirada estaba quieta, pensando en algo con cierta seriedad, aunque esto fue interrumpido por una silueta en el cielo que se movió con velocidad.

Parecía ser una ave normal, sobrevolando las casas de aquella villa en silencio, aprovechando la noche. El muchacho contempló por un rato más hasta que se dispuso a irse a la cama, se cambió su ropa a un pijama y, cuando iba a apagar la lámpara encima de su escritorio, una sombra se posó en el borde de la ventana de manera abrupta.

Aaron Matthews, del susto, se tropezó hacia atrás y en un intento por sujetarse de alguna superficie la silla cayó junto a él.

La sombra, que terminó siendo un búho, giró la cabeza mientras sostenía una carta en la punta de su pico, observando. El joven Aaron, desde el suelo, miró con confusión al ave para luego ver escrito su propio nombre en el reverso de la carta, como destinatario de la curiosa entrega que el alado animal tenía que hacer.

Levantó su vista hacia el ave y ambos se quedaron con los ojos bien abiertos mientras se miraban el uno al otro, sin moverse.

Esto no es una situación normal, pensó el muchacho mientras su intriga por leer la carta aumentaba, aunque decidió no hacer nada debido a la amenazada mirada que el búho reflejaba.

"Bueno… ¿Qué tal tu noche?", dijo intentando romper la tensión, aunque lo único que logró fue verse como un idiota.

El animal no hizo ningún gesto, simplemente se mantuvo igual que antes.

"¿Un maní?", recordó la bolsa de maníes que tenía en la mano y la levantó para mostrarsela al ave, el cual rápidamente fijó su mirada en la comida.

El chico se levantó con cautela mientras mantenía la bolsa en alto, ciertamente el emplumado amigo estaba hipnotizado por la comida, tal vez esa era la razón por la que aún no soltaba esa extraña carta que sostenía en la punta de su pico.

"¿Si te doy un poco de maní me darás esa carta?". La contraparte negó con la cabeza y abrió sus alas con amplitud, como si pidiera más. "No te lo daré todo, si es lo que intentas conseguir"

El ave cerró los ojos insatisfecho y se dio la vuelta caminando hacía la ventana, listo para emplear nuevamente su vuelo.

"¡Bien, toma el maní!"

Aaron dejó la bolsa encima del escritorio y vió como el búho soltó la carta de su pico.

"Acabo de ser extorsionado por un pájaro", miró por un momento al ave que se tragaba sus maníes, la cual ni se molestó en hacer lo mismo, estaba comiendo.

Al alzar la carta y ver el frente pudo ver un curioso sello de cera con la letra H incrustada, en ese mismo momento los ojos del chico se entrecerraron con recelo y observaron al ave, la cual, seguía comiendo.

Con las manos sujetando con fuerza abrió el sello para leer su interior, el cual decía, escrito con una tinta verde esmeralda, lo siguiente:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Estimado Sr. Matthews
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Subdirectora

Seguido de una serie de libros y el uniforme requerido para la escuela.

Aaron quedó paralizado tras leer el informativo, esto podría ser una broma de mal gusto, y fue la primera idea que le vino a la mente, pero dado que tenía exactamente 11 años y acababa de negociar con un búho, con negociar me refiero a ser estafado, todo tenía sentido.

"Colegio Hogwarts de magia y hechicería…"

Se sentó en su cama mientras mantenía la mirada fija en la carta, leyendo una y otra vez su contenido, tal vez tratando de asegurarse de que aquello era real, mientras cada vez que volvía a leer, su emoción incrementaba.

En ese momento una idea le llegó a la cabeza, si este mundo era el que una vez había leído en libros, significaba que sus personajes también han de existir, como se puede ver en el nombre del director, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore. Dado que actualmente era el año 1991 eso solo podía indicar que iba a ir el mismo año que el trío de oro.

La idea hizo que su emoción alcanzara un tope, tan así que inconscientemente ya se había levantado de la cama y empezado a caminar en círculos en su habitación.

Si esto es cierto y resulta que tanto este mundo como sus personajes son reales… Tengo el conocimiento necesario para cambiar el futuro.

Aaron continuó caminando en círculos durante un excepcionalmente fugaz periodo de tiempo, al menos para él, puesto que el búho estaba aburrido de ver cómo lo seguía haciendo, ya había terminado de comer, pero aún así aguardaba algo.

"¡Hooo!" El búho se expresó casi como llamando la atención del chico.

"Oh, casi me olvidé de ti"

El ave entrecerró los ojos con cierto disgusto y simplemente abrió sus alas para elevarse en la habitación, dar una vuelta en el reducido espacio del cuarto y salir por la ventana con una salida bastante limpia y espectacular.

"Además de corrupto también es vanidoso…" Dijo Aaron mientras miraba como aquel emplumado animal se marchaba. "Pero fue una buena salida, se lo reconozco"

Levantando nuevamente el sobre de su mano, y observando el escudo de Hogwarts, el chico tomó una decisión. Asistirá al colegio de magia y va a usar todos sus conocimientos para ayudar al mundo mágico contra el resurgir del señor tenebroso, llegar a la cúspide de la magia y cambiar la historia.

Se acercó a su ventana y la cerró, acto siguiente la lámpara de su escritorio fue apagada y, guardando su carta bajo su almohada, se acostó en sus sábanas. Miraba el techo con una sonrisa, aún no se pasaba la emoción, pero sabiendo que debía irse a dormir respiró una gran cantidad de aire y dio un suspiro, se pudo sentir la satisfacción y lentamente le entró el sueño, cerrando poco a poco sus párpados y permitiendo a su mente perderse.