Judgement of Pasion
By: HybridVirus

Disclaimer: Hetalia y sus personajes son pertenencia de sus respectivos dueños, solamente soy dueña de Rafaela y no hay ninguna ganancia con esto, más que darles amor a las relaciones de mi país con otros países; solo soy una fan que escribe para fans.

Pd: Se aceptan donaciones en PP :La descalabran:

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El eco de los granos de maíz explotando en el microondas, se une a la tensa banda sonora de la película que está plasmada en la televisión. Los orbes verdes se levantan de su trabajo, para posarse sobre la silueta que deja una cobija sobre el sofá. Finalmente es fin de semana, y eso implica que es momento de llevar acabo, su tradicional viernes de películas de terror.

La extremidad de Seamus toma el tazón de palomitas, para arquear una ceja ante el repentino murmullo de las notificaciones de un teléfono. Sus ojos se posan, sobre el ceño fruncido de Rafaela. Quien obviamente, se encuentra más molesta de lo que aparenta. Al menos eso es lo que supone, al ver la manera en que sus dedos se aferran al chasis de su celular.

–¿Qué pasa?, no te ves muy contenta que digamos…

Un sonoro resoplido escapa de los labios de la joven, al mismo tiempo que el irlandés toma asiento en el sofá. El cuerpo de Rafaela se encuentra tenso, y no puede negar que le intriga saber que clase de razón, pueda tener para encontrarse tan molesta de la nada. Por supuesto que tiene una idea, pero necesita una confirmación antes de abrir la boca y decir algo que no debe.

'¿Estabas, hablando con él?' El gesto sobre la faz de la mexicana se afila aún más, brindándole de ese modo la respuesta que necesita. No sabe de quién sea que se trate, pero sin duda ya se encuentra en su lista negra. Pocas cosas pueden molestarle, pero hay un punto exclusivo para aquellos que interfieren, en el tiempo que comparte con su amiga y compañera de departamento.

–Explícame esta tarugada, porque no entiendo su estúpida idea…

La extremidad de Rafaela se extiende hacia su mano, para entregarle el celular que demuestra la conversación que han estado llevando acabo ella y su novio. Una de las cejas del joven se arquea, al mismo tiempo que un 'Woah' escapa de sus labios, porque como persona sabe perfectamente que ese 'Necesitamos darnos un tiempo' que ve en la pantalla.

No es más que un código para llevar acabo ciertas cosas, sin la necesidad de tener que dar explicaciones más adelante. E incluso aunque la otra parte quiera buscar pleito, por algo de lo que se lleguen a enterar… no es posible bajo esa excusa. Sin duda alguna el novio de Rafaela, busca un seguro para sus acciones del fin de semana.

–Espera, ¿esto es enserio?

No conoce al sujeto, ella nunca lo ha traído al departamento y tampoco le ha enseñado alguna fotografía. Esta es la razón, por la que se asegura de presionar el circulo en la conversación. El tipo no es nada del otro mundo, y ahora cree reconocerlo como uno de los miembros, del equipo de futbol americano de la universidad.

¿Cómo diablos, es que su chica esta con… esta cosa? Es cierto que Rafaela no es ninguna miss universo, pero estaba completamente seguro de que podía tener algo mucho mejor que… eso. Sus ojos se entrecierran, en una mezcla entre la molestia con ese sujeto y la incredulidad de que su amiga, este dispuesta a estar tolerando esta estupidez.

–Tienes que estar bromeando…

No hay modo en que ese tipo, sea la razón por la que ha perdido su oportunidad. Decir que tienen mucho tiempo de conocerse, sería una mentira que sabe no podría sostener. Apenas han sido unos cuantos años, cuando por azares del destino buscaba un compañero de departamento, y su hermano traería a la chica de una de sus clases.

Pero no podía negar la instantánea química, las cosas que tenían en común y el hecho de que ambos, podían durar horas con el otro como su única compañía. Así que debía aceptar, que se había encariñado de más y suponiendo que tenía tiempo. Había dejado pasar oportunidad, tras oportunidad permitiéndole a otro aprovechar su indecisión.

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El labio de Seamus se curva levemente, en una sonrisa que intenta disimular los pensamientos en su cabeza. Porque esta es su oportunidad, ¿No es así? Es el momento de recuperar aquello, que un malnacido le ha robado. Uno de los brazos del joven se coloca sobre el respaldo, para girar y permitir que una de sus rodillas se presione contra el muslo de su amiga.

Usualmente si esta fuera una de sus hermanas, u cualquier otra persona. Se aseguraría de suavizar sus palabras, pero como se trata de Rafaela. No puede evitar la finalidad con la que un 'Sabes tan bien como yo, que es lo que eso significa…' escapa de sus labios. En este momento no es un amigo, es el jurado que sentencia a un criminal.

–Esto es una verdadera mierda, que imbécil.

La frustración en los orbes miel, le dicen que más que estar dolida. Rafaela sabe a la perfección que sus palabras son ciertas, y esto es un verdadero alivio para Seamus. Porque a pesar de que está intentando deshacerse, de ese usurpador que se ha interpuesto en su camino. No tiene el menor deseo de lastimar a la chica, aunque sabe que eso es realmente imposible.

En algún momento esto le va a doler, pero eso también está bien. Porque lo tendrá a él, para mitigar cualquier pena en su interior. Y si juega sus cartas del modo correcto, no habrá ninguna oportunidad de que nadie más, se vuelva a interponer en aquello que quiere.

–Explícame, ¿Por qué diablos, estas saliendo con este idiota?

Los dedos del joven se deslizan contra las hebras castañas, para acomodar algunos mechones rebeldes sobre el arco de su oreja. No, no hay forma en la que el tipo en la fotografía, se quede con su chica. No cuando esta se ve adorable, mientras hace ese gesto pensativo y se muerde levemente el labio inferior. Ha cometido un error, pero eso tiene una solución bastante sencilla.

Porque a pesar de que ese idiota es su novio, es él quien tiene una verdadera posición de poder. Porque Seamus es un amigo, que la ha visto en los puntos más bajos y también ha estado con ella, cuando Rafaela consigue lo que desea. No hay comparación alguna, a un simple noviecillo de meses. No, cuando su contrincante es él, que conoce a Rafaela al derecho y al revés.

–Ni siquiera es guapo, como para que intentes justificar esto.

La lengua del irlandés se desliza contra su labio inferior, para recorrerse un poco más sobre el sofá. Sus cuerpos están tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, que no puede evitar lamentar que la noche de películas, prácticamente ha sido arruinada por ese idiota. Si todo hubiera seguido como estaba planeado, ya se encontrarían acurrucados en el sofá.

Pero ese es un sacrificio que tendrá que aceptar, si es que consigue deshacerse de ese tipo. Los dedos del pelinaranja se colocan debajo de la barbilla de Rafaela, para hacer que sus miradas se encuentren en una silenciosa muestra de afecto. Puede que él sea el juez de esta situación, pero se necesitan dos para llevar a cabo este baile.

–A mi parecer, no veo que tenga nada. Que le ayude a justificar esta actitud. ¿No lo crees?

Es por eso que necesita al único verdugo, que puede llevar a cabo la sentencia adecuada, para darle lo que quiere. Los dígitos de Seamus suben lentamente de la barbilla, hacia la mejilla de Rafaela. Presionándose gentilmente contra la bronceada piel, en un gesto que sabe le da confort a la mexicana. Porque ya lo ha hecho en otras ocasiones…

¿Cómo puede ese idiota creer, que tiene siquiera una oportunidad de competir contra él? Cuando es Seamus quien conoce su color favorito, que pan es el que le gusta con su café, también como le gusta su orden de tacos y que clase de caricias, son aquellas que acepta sin cuestionar y la hacen derretirse en sus brazos.

–¿Cuándo piensas terminar con él?

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Un suspiro tembloroso escapa de los labios de Rafaela, al continuar aceptando las caricias de los pulgares, que se deslizan tranquilamente contra su rostro. Solamente para verse repentinamente jalada, hacia la dirección de su compañero de departamento. Las manos de la joven se presionan apresuradamente, sobre el respaldo del sofá en un intento por no estrellarse contra el torso de Seamus.

La posición en la que se encuentran no le resulta desconocida, porque ya ha pasado por una situación en que la ha abrazado de este modo. Pero eso no evita que un leve sonrojo, empiece a hacer acto de presencia sobre sus mejillas. La sensación de esas manos aferrándose a su cintura, para después presionarla contra el torso del joven, dispara el ritmo del órgano en su pecho.

–Rafaela, ¿Si entiendes, que puedes tener algo mucho mejor… verdad?

El sonoro 'Tienes que estar bromeando…' que escapa del joven, ante su silencio le arranca una risa. Pero no es como, si en verdad no quisiera responderle, simplemente se encuentra distraída, ante la manera en que sus pechos se presionan el uno contra el otro gracias a sus respiraciones.

Mentiría si dijera que no disfruta esto, Seamus es realmente cariñoso y sabe que no debería aprovecharse de esta situación. Pero, ¿Quién es ella, para rechazar los gestos del chico? Si esto es lo único que puede obtener, con gusto se aferrara a la más pequeña muestra de afecto que le dé.

–Ok, ok, deja de reírte de mí. ¿Te has mirado, alguna vez al espejo?

La joven no atina a hacer otra cosa que no sea tragar en seco, al percibir como esos dedos se deslizan contra la piel, que queda ligeramente descubierta de sus costados. Hay algo realmente sensual, en la manera en que los pulgares de Seamus se presionan contra los huesos, que crean esa pequeña cresta en su pelvis.

La repentina cercanía del chico, le permite apreciar sus firmes palabras 'Es decir, ¿enserio te has mirado a ti misma?' Un escalofrío recorre la columna de Rafaela, al sentir como el aliento de Seamus se desliza contra su oído. ¿Por qué le gusta tanto, avergonzarla de este modo?

–¿Siquiera entiendes, lo atractiva que eres?

El rostro de Rafaela arde, mientras que su corazón late desbocado en su pecho. Esto… es un poquito diferente de lo usual, normalmente los gestos de Seamus son mucho más discretos que esto. Sin embargo, no puede negar lo agradable que se siente, como esos dedos se deslizan sobre la piel de su estómago.

Seamus puede suponer, que este silencio es la forma que tiene Rafaela de intentar no sonar como una egocéntrica o narcisista. ¿Pero, como ponerlo en palabras, sin llegar al punto de sonar de una forma vulgar? La nariz del pelirrojo se presiona, contra el descubierto cuello de su amiga. En un intento por perderse en el aroma, que se desprende de su piel.

–Eres muy atractiva, no hay razón por la que alguien no quisiera mirarte; eres divertida, amable, inteligente y tienes la lengua más afilada en este lado de la ciudad.

Una sonrisa se apodera de las facciones del joven, porque es sencillo escuchar el acelerado palpitar del corazón de su acompañante. Quien únicamente cierra los ojos, como si intentara decir que mientras no pudiera ver sus acciones. Las mismas no podrían afectar su amistad, en el mas mínimo detalle. Pero no es eso lo que busca, y mucho menos es eso… lo que Seamus quiere.

Disfruta ser amigo de Rafaela, aprecia las risas, las historias, los días en que se desvelan porque el otro no puede dormir. Pero ha llegado al punto, en que eso ya no es suficiente. Y si es necesario robar lo que quiere, sin duda alguna sabe que puede lograr su cometido. Después de todo, no es como si ese tonto le estuviera haciendo las cosas complicadas.

–Es por eso que no entiendo, ¿Por qué diablos, estás con esta clase de sujeto?

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Los dedos de la mexicana se hunden en la tela del respaldo, mientras ese cosquilleo se hace presente en su estómago. Esto está mal… es cierto que ese tonto, se ha comportado como un verdadero imbécil. Pero hacer lo mismo que él, sería contribuir a crear un ciclo vicioso de venganza, del que probablemente no podría escapar fácilmente.

Entonces… ¿Por qué no estaba rehusándose, a escuchar las palabras de Seamus? No es tonta, sabe perfectamente diferenciar una caricia amigable, y una que le promete llevarla hasta las profundidades del placer. Lo curioso es, como no intenta encontrar una excusa, para poder detener los avances de su amigo.

–Estas muy por encima de su nivel, y obviamente necesitas salir con alguien, que este a tu nivel.

Una carcajada escapa de sus labios, al mismo tiempo que sus manos se hunden entre las hebras naranja. 'Si tan solo conociera, a alguien que este a mi nivel.' menciona con un tono burlón, intentando ponerle un fin al extraño juego que está llevando a cabo el susodicho. Es obvio que para Seamus, nadie va a tener una oportunidad de estar a su nivel, en especial si los criterios vienen de él.

No puede hacer esto, es el momento de detenerse y probablemente retirarse a la habitación, para intentar recuperar un poco de control sobre sí misma. Hay una línea muy delicada entre la amistad y el deseo que se crea, a partir de la convivencia entre dos personas. Por más que adore a Seamus, no quiere un simple amigo con derechos.

–Admitiré que es difícil, mas no imposible. Porque, puedo conseguirte una cita con alguien que ambos conocemos…

Una de las cejas de Rafaela se arquea, a la par que le dedica una mirada incrédula al joven. ¿Qué clase de persona, pueden los dos conocer y que entre en la gracia de Seamus? La sonrisa en esos labios, toma un aire socarrón mientras que la cabeza del chico, se ladea para permitirle ver esos orbes, que le recuerdan a un felino que ha conseguido capturar algo entre sus garras

'Alguien que tú piensas, es realmente atractivo…' Un gesto incrédulo se hace presente en el rostro de Rafaela, intentando entender qué clase de juego está llevando a cabo su acompañante. No recuerda que tengan algún conocido en común, y mucho menos que ella le confesara a Seamus, que encontraba a esa persona atractiva.

–Oh, ¿Estoy equivocado? Hmm… ¿Entonces porque lo miras tanto, cuando piensas que no se da cuenta?

El estómago de Rafaela da un repentino vuelco, al mismo tiempo que intenta ponerse de pie. Solamente para verse detenida, por las manos que aún se aferran a su cintura. Las mismas que le dicen que no hay forma de huir, de aquello que ha mantenido en silencio desde que llego al departamento, ese día en que Allister la llevo a conocer a Seamus.

No puede verse a sí misma, pero si puede apreciar de reojo como esa sonrisa en el rostro del irlandés, se agranda sobre su rostro. No tiene la menor duda, de que debe verse de un intenso tono escarlata. Pero… a pesar de la gracia en su sonrisa, no puede negar el ardor en esos orbes que la miran fijamente.

–No puedes culparme, por ser alguien observador. En especial, cuando se trata de alguien que me interesa… mucho.

Porque tendría que ser ciego, para no percatarse de que la atracción es algo mutuo. Ha sido paciente y esperado por el momento, de actuar para deshacerse de la indigna competencia. Ha sido su indecisión la que lo ha llevado, a tener que esperar una oportunidad y no hay modo, en que esta vez se permita dejarla pasar.

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'¿Sabes que deberías hacer?' Susurra la voz del joven, con un tono cómplice y malicioso en su oído. Reconoce esa forma de hablar, de todas esas veces en que ha salido con Seamus y han conseguido meterse en alguna clase de problema. Lla piel de Rafaela se eriza, al sentir como los labios del chico se deslizan contra el arco de su oreja, mientras su voz no deja de susurrar en sus oídos.

–Deberías de mandarle un mensaje a tu novio y decirle, que puede tomarse todo el tiempo que necesite…

La voz de Seamus dispara por completo su corazón, porque no puede negar la oscura promesa de algo en sus palabras. Algo que le dice, que ganara mucho más de lo que estaría perdiendo. Y lo peor de todo es, que esto es una salida a su dilema moral. No estaría haciendo otra cosa, más que seguir el ejemplo de ese tonto.

Y aunque sabe que esta decisión, bien podría morderla en el trasero después… También sabe que enserio, lo está tomando a consideración. La sensación de unas manos que se aferran a sus muslos, para hacerla girar y que un firme pecho se presione contra su espalda. Le arranca un tembloroso jadeo, porque se atreve a decir, que encaja perfecto en el regazo de Seamus.

–Después de eso, podemos ver una película en la cama… ¿Qué te parece?

Los dientes que se presionan contra su cuello, y las manos que juguetean traviesamente sobre sus muslos y su estómago, le hacen perderse en las sensaciones, mientras que algo es dejado sobre su regazo. 'Aquí tienes…' susurra de nuevo esa voz haciéndola que coloque la mirada, sobre el inocente celular que espera por ser utilizado.

Sus dedos se aferran temblorosamente al artefacto, intentando no perderse en el modo en que esos dedos invaden el espacio donde la ingle y su pierna se conectan 'Solo es un mensaje de texto.' Insiste esa voz que le envuelve la cabeza, la misma que aún le promete llevarla hacia una inalcanzable utopía. En caso de que decida, aceptar sus deseos al pie de la letra.

–Anda… hazlo.

El murmullo que hacen las teclas, al ser presionadas en la aplicación de mensajes, le revuelve el estómago. Porque ni siquiera está dudando, en seguir las indicaciones que la voz del pelinaranja, no deja de susurrar en sus oídos. Pero, aun así, Rafaela se sabe consciente de que esto es su decisión, es ella quien lo está haciendo… y nadie la está obligando a llevarlo a cabo.

'Eso es, buena chica…' Cierta parte de su anatomía se aprieta con desesperación, al escuchar esas palabras. Mientras que sus temblorosas manos alzan un poco el móvil, para que su acompañante pueda leer el mensaje. El susurro de un 'Hmm' que le recuerda a un ronroneo, la hace jadear para después ser seguido por las palabras, que ambos saben son su prueba de fuego. 'Ahora, solo presiona enviar.'

–Mírame…

Un tembloroso jadeo escapa de los labios de la joven, porque esos ojos se encuentran completamente dilatados. Prometiéndole llevarla hacia la cúspide del desenfreno y la pasión. Un escalofrió le recorre el cuerpo, porque hay algo simplemente abrumador en el modo, en que esa palabra se mezcla con un claro gruñido, ante el inerte dedo que aún no presiona el recuadro para enviar su mensaje.

'Hazlo…' Los labios que se presionan contra su cuello, para mordisquear la columna de piel son su perdición y lo sabe de sobra, cuando puede escuchar el tono que informe que su mensaje ha sido finalmente enviado. 'Listo, no fue tan difícil ¿Verdad?'

La mano que se desliza por debajo de su blusa, para tomar uno de sus pechos, mientras que la contraria se adentra finalmente debajo de sus shorts, afirman que al final. Tanto el verdugo como la víctima, son las presas del juez a cargo de dar forma a este juicio donde la pasión, siempre suele ser la vencedora.

~Owari~

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Hybrid-Virus

Yo! Buen día lectores, espero que estén teniendo un excelente inicio de semana. Es el mes de Seamus, así que creo que probablemente tendrá varias apariciones. Solamente quería un poquito de práctica, para ver qué tan oxidada anda la maquinaria.

Creo que el resultado ha sido aceptable, y ¿suficientemente satisfactorio? Quizás haya alguno, que otro errorcito por ahí. Pero eso es un tanto común a estas alturas.

Deje que el novio de México quedara abierto a la interpretación, para que la emparejen con quien quieran, no tengo mucho más que agregar. Ya que esto, fue más bien como un 'Fic de momento'.

Pd: Aquí amamos a Seamus, es el # 1 en nuestro corazón :D

Otra Pd: Con el paso del tiempo, mis títulos se han vuelto bien curiosos. xD

Sin más por el momento, dejen un review y nos vemos en la próxima actualización.

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"Formemos parte de la línea de reviews, cuando leamos un fanfic con un personaje que nos gusta y no es muy común ver, de un fandom olvidado o de una historia que nos guste; dejemos un review, porque esa persona escribe para nosotros y que mejor forma de inspirarla y darle combustible para seguir"