Estar enamorado era increíble.

Procuraba salir a tiempo del propedéutico para poder mirarla pasar juntamente con el grupo de los secundarios.

Aproveché la amistad de Karen con John para poder acercarme a ella. Sin embargo, estar cerca suyo me hacía sentir torpe. Los pies se me enredaban uno con el otro, las cintas de las deportivas, justamente en ese momento decidían soltarse y varias ocasiones las pisé casi terminando en el suelo. El carro del zipper de la bolsa escolar; de pronto se zafó haciendo un desastre de artículos escolares a sus pies… y las palabras, estas me dejaban en mal; si mi profesora de gramática me hubiera escuchado hablar, me pondría una enorme "D" remarcada en rojo. Conjugaba mal verbalmente en las oraciones; así que eché mano de los monosílabos para comunicarme con ella; lo que al parecer era frustrante para ambos – Entonces, ¿También quieres ser profesor?

-Emm, sí

-¿Por qué? ¿Te gusta la enseñanza?

-Este, sí

-¿Tienes familiares que son profesores?

-Amm, no

Aún recuerdo su risa y el pequeño abrazo que me dio al poner su brazo en mi hombro y jalarme hacia ella – Has de pensar que soy un cuestionario andante – Rió un poco más fuerte – Pero, tú no me ayudas casi en nada; hasta parece que no quieres hablar conmigo

Cómo podía decirle que sí, que quería responder bien, pero, que las palabras se atoraban en la punta de mi lengua y que no se trataba de que no quisiera conversar con ella, quería contarle muchas cosas de mí; que mi deseo por ser profesor era porque mis hermanos habían externado querer serlo y que sonaba como algo muy bueno. Pero, en realidad no conocía mucho acerca de las vocaciones existentes y que no sabía lo que deseaba ejercer cuando fuere mayor.

No había pasado mucho tiempo que me divertía corriendo detrás de mis amigos, que jugaba con coches a escala y que mi madre me retaba porque no completaba los deberes escolares a tiempo y ahora me enfrentaba a la pregunta ¿Qué quieres ejercer cuando seas mayor?

No entendía lo que me estaba pasando. De pronto los temarios de Biología no los comprendía al cien por ciento, en papel eran una cosa, pero experimentar en mi propio cuerpo todos esos cambios físicos y emocionales no era para nada fácil el asimilarlos.

-¿Te puedo hacer una última pregunta? – Mencionó al llegar a la verja blanca de su casa y sonrió un poco apenada

-Dime – Respondí esperando poder completar una frase

-Ammm, Me ha tocado darle un obsequio a tu hermano Archie en San Valentín; ya sabes, se han sorteado los nombres y me ha tocado él; entonces…

-¿Te atrae mi hermano? – Le interrumpí

Su mirada se posó en mis ojos que se resistieron a no llorar cuando soltó su respuesta – Sí; por eso quiero pedirte que me ayudes

-Le gustan las cosas relacionadas al deporte – Solté y tomé la mano de Karen para echarnos a correr.

Le dejé ahí sola y no quise voltear para mirarla.

Al llegar a casa mis hermanos ya se encontraban aseados para el tiempo de los alimentos y me excusé para ausentarme.

Me dolía en el pecho su respuesta; ella prefería a mi hermano por encima de mí; pero, era lógico. Ambos tenían casi todo en común: la misma edad, los mismos amigos, el mismo grado escolar, irían al mismo colegio… ellos estaban juntos demasiado tiempo.

Tomé mis cuadernos y comencé a resolver los deberes; no quería que mi madre se preocupara por la posibilidad de no acreditar todas las materias.

Al paso de los minutos y ante mi falta de concentración me puse a dibujar un enorme corazón que llenaba el espacio de una hoja cuadriculada; una gran flecha atravesándolo y nuestras iniciales al centro unidas por la conjunción "Y"

Los días pasaron y en un momento pensé en no estar más con ella al salir del colegio. Dejaría pasar el tiempo para no encontrarme en su camino; sin embargo, mi fuerza de voluntad me bastó para hacerme el digno por dos días.

Sentía una desesperación por verla, por escucharle hablar, por verla reír, por ese momento tan nuestro al emparejar nuestro camino; casi nunca podía decir nada, pero eso le hacía reír. En cambio, ella no dejaba de hablar; tenía tema para todo: El sol, sus rayos, el día, las efemérides, lo que ambos habíamos aprendido en el colegio… esa distancia que recorríamos juntos, lo hacíamos lentamente como si los dos disfrutáramos la compañía del otro.

Pero no todo dura para siempre.

La celebración por el día de San Valentín llegó y me hermano le confesó que se sentía atraído por ella… -¡Está padrísima! – Dijo Stear mientras tomaba en sus manos la playera con el número 10 de la selección de futbol a la que mi hermano seguía. –Ya tenemos playera para ir a jugar – Remató

-No, para nada. Esta playera es especial porque me la obsequió mi novia – Respondió Archie, igualmente en broma que Stear.

Los cuatro, incluyendo a Candy, sabíamos que no era una playera oficial, pero, era lo único que había en el comercio de este lugar. Candy me había pedido acompañarle para escoger el obsequio de mi hermano. Ella me invitó pensando que le sería de gran ayuda porque le conocía y yo accedí solamente por pasar esa tarde a su lado.

-Cuando ya no la quieras, ¿Puedo quedármela? –La sonrisa de Archie se esfumó y me miró con el ceño fruncido

-Siempre la voy a querer y es mejor que te alejes de ella, enano. Candy es mi novia

-Archie, Terry hace referencia a la playera – Stear se levantó y palmeó mi espalda para que hiciera lo mismo. Así abandonamos la habitación de Archie.

Aunque le había inventado a Stear que me sentía atraído por una niña de quinto grado, dudo mucho que me haya creído. Al igual que muchos de mis amigos y parte de mi familia, observaban que siempre deseaba estar cerca de Candy. Podía pasar el tiempo con ella sin decir nada, escuchándola leer en voz alta o imaginando su vida cuando me platicaba de sus planes a futuro.

El noviazgo de Archie y Candy prontamente fue tema de confrontación en la casa. El argumento de mamá era que mi hermano solamente hacía las cosas para llevarla a sus límites pero que prontamente nos visitaría nuestro padre y pondría las cosas en su lugar.

La discusión en casa no fue la única muestra de desaprobación; también la familia de Candy no estaba muy a gusto de la relación con mi hermano. Le retaron y castigaron sin poder salir por un buen tiempo. Archie no podía acompañarla hasta su casa al salir del colegio y por las tardes no podían verse en el tiempo de deberes en la biblioteca y menos podían estar en alguna de las bancas del parque porque los padres de Candy eran más estrictos que los míos. Pero, no tenían problemas en que Karen o yo estuviéramos cerca de su casa, o que Stear visitara a Albert ya que la novia de Albert era compañera de colegio de mi hermano. El problema estaba en que Candy, según sus padres, no tenía la edad, ni el permiso, para tener novio.

-¿Me lo puedes explicar? – Le planteé el ejercicio de matemáticas que nos habían dejado para resolver en casa

-Es muy fácil… - Dejé de ir a la biblioteca y pasaba las tardes en el patio de su casa disfrutando de su compañía.

Poco a poco fui tomando confianza ante su presencia. Sus padres eran muy cultos y nos ayudaban a resolver los deberes. El tiempo en esa casa era genial.

Solamente podía estar con ella en el patio, en la sala de estar y en el comedor. Nunca solos, pero eso no importaba, ella se desenvolvía con mucha confianza con sus padres y hermanos. Me sentía tan cómodo a su lado al grado que en poco tiempo comencé a hacerle bromas.

Cuando le levantaron el castigo a Candy pasé por ella para ir a la biblioteca.

Esa tarde fue triste para ella.

Mis ojos pasaban entre ella y la imagen que estaba frente a nosotros. Archie estaba cortejando a otra chica; Flaming; la hija del profesor de ciencias.

Candy apretó la mandíbula y respiró profundo – Ven – me dijo sin mirarme – Vayamos a otra parte

Le obedecí sin decir nada

Nos sentamos frente a frente e hicimos nuestros deberes, a veces el silencio se prolongaba y en otras ella actuaba como si nada.

No podía comprender el dolor que ella estaba sintiendo, ni cuánto estaba sufriendo; pero lo que sí supe es que demostraba ser muy fuerte - ¿En qué estás pensando?

-¿Ah?

-Sí – Le sonreí – De pronto has dejado de hablar y te quedaste mirando a la nada

-Estoy tratando de resolver una fórmula de física – Me miró y sonrió – No soy muy buena en las conversiones – Encogió los hombros

Estaba seguro que sus ojos buscaban a mi hermano entre los chicos que hacían bullicio en la zona de estudios que estaba apartada de la zona de meditación que permanecía en silencio.

Pasaron al menos dos semanas para que Archie se desencantara de Flaming y buscara a Candy. No sé cómo resolverían el asunto en el colegio; pero cuando lo hizo le echó cobardemente la culpa a ella por estar todo el tiempo conmigo –Estás mal, Archie. Es un niño y es tu hermano – Dijo refiriéndose a mí – Tus celos son sin fundamentos. En cambio, yo, yo sí tengo qué reclamarte.

-No, porque yo te amo a ti – Dijo ignorando mi presencia al intentar darle un beso, que ella rechazó

-Este… voy a casa – Dije apenado

-No, quien se va es tu hermano.

En casa, Archie me gritó cosas sin sentido y sin fundamento. Mis fuerzas no me alcanzaban para hacerle frente a los golpes que Archie me asestaba. Después de un rato Stear intervino brindándome su defensa, Archie se enojó y mi madre se enteró del asunto. – No los quiero ver cerca de esa niña- Dijo con desprecio al referirse a Candy

Salí tras mi madre para hacerle cambiar de opinión y defender mi amistad con Candy, pero ella se negó a todo razonamiento y la impotencia se aferró a mí.

Stear me buscó para decirme que no me preocupara, que el enojo de mamá prontamente pasaría y que no me alejara de Candy; que ella no tenía la culpa de ser bonita y de que Archie no supiera valorarla, así como yo no tenía por qué sacrificar mi amistad para que ellos estuvieran bien. Que ese asunto era algo que ellos dos debían arreglar.

La relación de mi hermano con Candy no duró más de dos meses entre altas y bajas. Todos los problemas eran causa de la misma razón, Archie no sabía corresponder los sentimientos de Candy, le encantaba flirtear con todas las chicas, pero, no dejaba que nadie se acercara a Candy lo que había logrado que el círculo de amistad de ella se redujera al máximo.

El día que Candy decidió concluir la relación con mi hermano fue en el período vacacional de la Semana Santa. Para muchos era sinónimo de diversión y viajes, pero para ella y para su familia, la semana mayor era un tiempo de devoción.

Previamente a este tiempo, en casa, nos preparamos para recibir a los familiares por parte de papá. Nos visitarían unos primos de cuarta generación y nos encontrábamos bastante emocionados haciendo arreglos en casa. Durante dos semanas mis hermanos y yo compartiríamos habitación para hacer espacio a las visitas, Karen y Dorothie, también compartirían una habitación.

Mis padres planearon muchos eventos y salidas a los lugares más significativos y cercanos a San Pablo; por casi toda una semana no supe nada de Candy y no tuve la oportunidad de siquiera decirle que pasaría este tiempo en familia. -¿Cuál es tu edad? – Me preguntó la tía Margaret a la hora de los alimentos.

-En el mes de noviembre cumplirá los doce años – Respondió por mí mamá

-¿Acaso no sabes hablar por ti mismo?

Pasé el bocado y al intentar responder; Marianne; una amiga que venía con mis primos se apresuró a responder -Señora, Margaret. Es un pequeño; lo intimidará más de lo que ha estado en todo este tiempo – Me guiñó un ojo y sonrió para mí

-Esa timidez te mantendrá cerradas todas las puertas de la oportunidad; no tendrás todo el tiempo a tu madre cerca para resolverte la vida

-Estás siendo muy severa con el pequeño – Mencionó papá en mi defensa

-Estoy esperando una respuesta – Insistió la Tía Margareth

-Tengo once años – Respondí lo más cordial que pude

-Tenemos un negocio familiar, espero que tus padres ya te hayan hablado de él, y es conveniente que sepas que o tú o alguno de tus hermanos formen parte de él.

-Aún estoy en la primaria, para que ingrese a la Universidad, falta mucho tiempo

-No esperaremos hasta la universidad; en tres años regresaré por ti para llevarte conmigo y allá podrás continuar con tus estudios y por las tardes irás a la fábrica para que te familiarices con la producción

-No, yo no quiero ir a ningún lado. Aquí está mi familia y todo lo que quiero –Incluyendo a Candy.

Stear y Archie pasaban mucho tiempo con nuestros primos y estos se quedaban a dormir en nuestra habitación; compartíamos hasta el piso con tal de estar juntos. Marianne no se despegaba mucho de Archie y en todo este tiempo se sentaba junto a él en el momento de los alimentos o cuando nos sentábamos para platicar por las tardes.

El viernes de luto por Jesucristo acudimos a la Iglesia; hasta entonces le volví a ver, corrí para saludarle y le pedí venir conmigo para presentarle a la familia que estaba con nosotros- Creo que te he visto – mencionó mi prima Sandra; creo que fue en el mercado; llevabas puesto un vestido azul

-Es posible, mencionó Candy

-No te había visto antes; venimos cada año a visitar a la familia de mi tío Richard

-Ah! Qué bien!; no, mi familia y yo radicamos en San Sebastián

-Eso está demasiado al norte; y ¿Por qué están en este lugar? San Sebastián es mucho mejor y de mayores oportunidades que San Pablo.

-Decisiones familiares –Respondió risueña

Observé como los ojos de mi hermano Archie y los de ella se fijaron al mismo tiempo. Marianne también lo observó y por ese motivo engarzó su brazo al de Archie.

Me faltaba madurez para no exponer de tal manera a Candy; pero, mi emoción por estar junto a ella era tal que lo único que deseaba es que ella se integrara lo que restaba de esa semana y toda la demás para no estar tanto tiempo sin ella.

-Han sido suficientes presentaciones – Mencionó Stear al notar la incomodidad de Candy. En ese momento toda la familia se agregó haciendo mayor el círculo alrededor de nosotros, lo que provocó que Marianne se acercara más a Archie. -¿Qué te ha parecido Candy? – cuestionó a Sandra quien fingió una sonrisa mirando fijamente a Candy

-Es muy bonita –Respondió

-Espero que te agrade, porque es muy probable que sea tu prima –Mencionó gracioso. Archie clavó su mirada en el mayor de mis hermanos y luego en mí aderezando el momento con una indiscreta mueca de desaprobación

–Ah! Sí?

-Sí, estoy en espera que me diga que sí – Stear tomó a Candy de la cintura y atrajo hacia sí. Vi el enfado en mamá, en Archie, sin saber por qué, también en Sandra y en Marianne. –Ven, te acompaño hasta donde están tus padres – Le libró de un mal momento para ella.

El servicio religioso duró casi dos horas y al finalizar compartiríamos los alimentos como congregantes; Stear había dicho una mentira sobre pretender a Candy lo cual hizo que la Tía Margareth solicitara la presencia de Candy en un lugar entre la familia –Quiero conocerla

Stear caminó hacia la familia Andrew y yo corrí para ir con él; solicitó permiso a sus padres y estos accedieron con mucho gusto. De una forma inexplicable los Andrew confiaban en Stear y en mí. Ambos Grandchester custodiamos a Candy posicionándonos en cada uno de sus flancos.

Al dar la vuelta para acudir al salón social de la iglesia, Archie estaba besando a Marianne. Candy mantuvo la mirada en alto y no dijo nada – Perdona, no sabía que veríamos tal escena –Dijo Stear

-Ya no duele, lo he dejado ir – Candy surfeó cada interrogante de mi tía sin comprometerse, sin mentir y sin caer en provocaciones.

Al terminar, Stear se ofreció llevarla a su casa. Todos los demás integrantes de la mía nos dirigimos a la nuestra. Las horas pasaron y la ausencia de mi hermano mayor se convirtió en tema familiar.

-Seguramente es algo que se permite en San Sebastián –Comentó Sandra dirigiendo sus palabras a mi madre para provocar una reacción en contra de Candy

-En especial no tengo nada en contra de esa chiquilla, solamente tiene algo que no termina de agradarme

-Demasiado inteligente y para haber estado en el mejor colegio de señoritas, es algo liberal – Mencionó la tía Margareth

-Creo que están llevando las cosas demasiado lejos - Mencionó papá – Quien más tiempo pasa con ella y quien podemos decir que la conoce mejor es mi hijo que estudia con ella -Aunque las miradas se posicionaron de inmediato en Archie, papá remató su comentario hacia mí – Terry pasa mucho tiempo en la casa de la Familia Andrew, sé que ha dejado de ir a la Biblioteca y por alguna muy buena razón ha subido sus notas en este bimestre que ha concluido – Dijo con un poco de orgullo

-Es verdad, las notas de Candy son en su mayoría A+ - Mencionó Archie – Los profesores le han pedido representar al colegio en las competiciones intercolegiales juntamente con los mejores de nuestra generación

-Pues ¡Qué interesante combinación! – Dijo con sarcasmo la tía Margareth – Una chica bonita, demasiado inteligente y que puede poner a toda una familia de cabeza

-Regresando al tema; - Jaló la atención Marianne – Creo que es algo tarde para que Stear no esté en casa; ¿Le habrá pasado algo?

-Es un pueblo muy tranquilo – Intervino papá

-Creo que es una buena idea que vayamos por él – Sandra nos organizó para ir por el mayor de mis hermanos.

En lo personal me emocionaba ir a la casa de Candy; aún sin mencionar que sus padres me aceptaban muy bien y que me hacían sentir bienvenido; en esa casa se respiraba paz; la mayoría de los temas se trataban de superación y de obedecer a Dios.

Mientras caminábamos rumbo a la casa de la Familia Andrew; Archie enlazó sus dedos con los de Marianne y ella recargó su cabeza en el hombro de él. Tal parecía como si ambos quisieran que Candy notara que entre ellos había algo más que una amistad.

Me eché a correr para que, al verme llegar, Stear pudiera estar en aviso de que no iba solo.

En el jardín de la casa de los Andrew había un columpio; a mi hermana le encantaba jugar ahí con John; pero en esta ocasión era Candy quien estaba ahí sentada. Recargaba su frente sobre la mano que apretaba la cadena; Stear estaba de cuclillas frente a ella. Instintivamente sabía que esas lágrimas que ella derramaba era por el dolor que Archie aún le provocaba y que Stear al igual que yo, en algún momento, intentamos evitar y consolar.

-Stear – Le grité por encima de la verja

-Ya voy, Terry – Se despidió de ella y salió de inmediato para que los demás no les vieran juntos. Cerca de la casa de Candy había una miscelánea abarrotera que cerraba un poco más tarde que los demás comercios; ahí estaban algunos amigos y conocidos de mis hermanos; apuramos nuestros pasos para encontrarnos con ellos para que al llegar los demás ahí nos encontraran y no en el domicilio de Candy.

-Mamá está preocupada por ti – Dijo con enfado Archie

-Ahí vamos; si gustan adelantarse a casa; yo llegaré con Terry

-Nos han pedido no volver sin ti – Sandra tomó del brazo al mayor de mis hermanos.

-Bien chicos, no me voy, han enviado por mí – Dijo a sus amistades con mucha gracia despidiéndose de esa manera.

-¿Cuál es la casa de Candy? – Escuché a Marianne preguntarle a Archie

-La de la verja blanca, con el jardín y los rosales

-Es muy bonita

-Lo es más por dentro – Dije entrometiéndome en la conversación –Ese jardín lo cultiva el señor William y me ha enseñado algunas cosas en relación a los rosales

-Entonces, es verdad que pasas mucho tiempo en esa casa – Afirmó Marianne y sin esperar comentario alguno concluyó - Le pediré a mi padre que me envíe a vivir aquí, así podremos ir juntos al colegio el siguiente año…

Aunque Stear mencionó que dejó a Candy en su casa y que se entretuvo con sus amigos, apelando que ahí le habíamos encontrado y los demás no pudieron negar tal versión y que yo opté por no mencionar nada, no se libró de una buena reprimenda de mi madre y que la tía Margaret externara que Candy no le había agradado en nada; que se buscara un mejor partido para pensar en sentar cabeza.

-Stear, ¿Estás dormido? – Dije en voz baja

-No – Respondió de la misma manera - ¿Tampoco puedes dormir?

-No

-¿Te sucede algo?

-Amm; tengo una duda

-¿Puede esperar para mañana?

-No, es que eso no me deja dormir

-A ver, dime Ladeó su cuerpo, quedando sobre su hombro para estar frente a mí

-Candy, ¿Es tu novia?

-¿Eso es lo que no te deja dormir? – Rió bajito para no despertar a Archie y los demás primos que estaban con nosotros.

-Anda, responde… por favor – Rogué

-Aún no; Es muy pronto por su rompimiento con Archie y ella le quería mucho

-Pero han pasado varias semanas que ellos cortaron y a él se le ve muy feliz con Marianne

-A él se le mira feliz con cualquier chica; el problema, enano, es que él cree que podrá regresar con ella

-¿Crees que Candy lo acepte de nueva cuenta?

-Ella jura por sí misma que no.

-Le vi llorar cuando me acerqué a la verja de su casa, cuando estaba en el columpio

-Terry, es mejor que duermas ya; mañana hay que levantarse temprano para ir con la familia a las cavernas

-¿Allá podremos continuar con esta conversación?

-Seguro que no, por la dinámica de la familia; pero te prometo que encontraremos un momento para continuar

-Candy es muy linda

-Lo es, y; tienes suerte de estar demasiado cerca de ella; más que cualquiera. No lo arruines, enano.