Al igual que en muchas otras ocasiones lo cotidiano en San Pablo tomó su lugar.

Los visitantes volvieron a casa.

Archie le prometió a Marianne que le llamaría una vez a la semana ya que en nuestro pueblo dependíamos de un conmutador con tres líneas para todo el poblado y que los minutos por larga distancia no eran económicos.

Stear, juntamente con un grupo de amigos y compañeras se ausentaron por tres días para ir a la entrevista de admisión a la universidad. Si lograba ser admitido, en el verano se ausentaría de casa por cuatro años.

Archie, también estaba en el mismo proceso. Los secundarios irían tanto al norte como al sur para presentar sus diferentes pruebas para ser admitidos. El colegio secundario se organizó de tal manera que rentaron buses para que fueran acompañados por dos padres de familia y un profesor.

Candy se había preparado tanto para tales pruebas; no le faltaba conocimiento como seguridad en sí misma y dominar el nerviosismo que sentía al estar frente a los reactivos escritos. –Lo harás muy bien – Le dije para infundirle ánimos – Te compré algo – Dije con pena. Nunca le había obsequiado nada y el presente, en ese momento, me pareció de lo más insignificante que me arrepentí de haberle dicho.

-¿En verdad? ¡Qué tierno! Gracias – Dijo sin siquiera saber de lo que se trataba

-Es algo muy pequeño y casi no vale nada

-Para mí es muy valioso porque viene de tu parte

-Aun no sabes lo que es

-Sin importar lo que sea, lo valoraré mucho

-A ver si te gusta – Era un lápiz rústico de madera del número 02; exclusivos para la resolución de los reactivos de la admisión; le había escrito en un papelito "estoy contigo. Terry G." y colocado con mucho cuidado en todo el largo con un buen pedazo de cinta adhesiva.

-¡Es hermoso! – Lo miró y sonrió –Lo conservaré siempre

-Es para que no te sientas solita durante la prueba – Sonreí

El bus se marchó muy de mañana y yo me arrepentí de no haber despertado más temprano para ir a desearle mucha suerte, pero sabía que lo lograría… y así fue. Candy estuvo entre los mejores cinco promedios de admisión del colegio de bachillerato; mi hermano y algunos conocidos de San Pablo quedaron más allá de los lugares después del promedio número 100

Cada día que pasaba nos acercábamos más al final de cursos y ella se alejaba más de Archie. Supimos que al menos él hizo el intento de reconquistarle de unas diez veces, pero, sin siquiera un atisbo de esperanza por parte de Candy.

Stear, también logró pasar la entrevista para el ingreso a la universidad; pero contrario a Archie, él cada día estaba más cerca de Candy.

El verano se acercaba juntamente con nuestras graduaciones: Stear iría a la universidad, Archie al Bachiller y yo al secundario. Pero, había otro evento que llenaba algunos hogares más de alegría y era los bailes de presentación de las señoritas que cumplían sus quince años. – No estoy muy segura de que me celebren mi presentación aquí, en San Pablo – Nos mencionó Candy a Stear y a mí.

Respondimos casi lo mismo y al mismo tiempo: ¿Por qué? ¿No quieres? ¿No te gustaría? Y cosas semejantes

Ella sonrió y acarició mi cabello – Tanto la familia de papá como la de mamá está en San Sebastián, lo correcto sería hacerlo allá

-Pero, aquí estamos nosotros

-Podrían venir a San Sebastián; sería menos difícil que intentar traer a todos mis familiares

-Pero, ¿Y tus demás amigos?

-Todos están invitados, pero será en San Sebastián

-Sabes que nos será muy difícil y dudo que mi madre quiera que vayamos –Argumentó Stear

-O, que nos conceda el permiso – Miré a mi hermano – A nosotros… estará un poco difícil

-Me hubiera encantado bailar contigo en tu primer vals – Dijo Stear con un poco de melancolía

-Está bien, suponiendo que no puedan venir a mi baile de presentación; te prometo que bailaré contigo mi vals de graduación. Quiero pedirte que apadrines mi graduación acompañándome el día de la salida de cursos - Existía una tradición en San Pablo, que al término de ciclo escolar debíamos presentarnos con alguien más que no fueran nuestros progenitores. Se denominaban padrinos de graduación. A ellos se les entregaba la representación del título que se nos otorgaba y se abría la pista con el vals; ya después se alternaba con el padre o la madre del graduado según fuera el caso.

-¿lo dices en serio? – Cuestionó Stear bastante sorprendido

-¡Claro! Bueno, a menos que vayas a ser el padrino de alguien más

-Nadie me lo ha solicitado, solamente tú

-Entonces, yo quiero que tú seas mi madrina – Le pedí a Candy

-¿Tus padres estarán de acuerdo?

-Es mi graduación –Respondí.

Como era de imaginarse el tema de fin de cursos no fue algo fácil en casa; mi madre no estaba de acuerdo que Stear fuera el padrino de Candy y menos que ella fuera mi madrina – Hasta parece que lo hacen con la intensión de hacerme sufrir

-Eleonor, es un evento escolar; no tienes por qué ponerte así – Respondió papá

-Richard, es que tú no conoces a esa muchachita. Es… es… una casquivana

-¡Eleonor! –Papá alzó la voz

-¡Mamá!- Dijimos al mismo tiempo mi hermano y yo

-Lo siento, no cambiaré de opinión – Dijo sin dirigirnos más la palabra dando por terminado el tema.

-Eleonor, por esta vez no apoyaré tu punto de vista. Me siento con la obligación de apoyar a mis hijos

-No hablaré más del tema – Por la luz que se filtraba debajo de la puerta supimos que mis padres estuvieron charlando por mucho rato, quizá haya sido el mismo tema o parte de algunos más; pero mamá estuvo seria con nosotros por lo largo de dos semanas.

En la siguiente visita de papá, mi madre continuó con su estado de ánimo en relación al tema haciendo que papá tomara la decisión de llevarnos a confeccionar nuestros trajes sin el visto bueno de mamá.

Ahí estábamos los tres midiéndonos trajes similares en el mismo color, pero en diferentes tallas. Fue un momento muy grato en el que papá nos enseñó a fajarnos la camisa para el smoking, a anudarnos la corbata y ponernos las mancuernillas, que, sin la ayuda de alguien experto, costaban un poco de paciencia lograr que se quedaran sujetas en su lugar –Espera un poco, Terry, ya mero terminamos

-Es que los brazos se me han cansado de tenerlos en esta postura

-Solo es para hacer los ajustes y que no te limite el movimiento

Después del sastre fuimos a comer a un pequeño restaurante en la Loma de Santa Mónica; era una tarde cálida de finales de primavera -¿Cómo van las cosas en el colegio? – Lanzó la pregunta papá, una pregunta que no era dirigida para alguien en particular, pero, que cualquiera de los tres bien podíamos responder

-Bien – Respondió Archie mientras miraba la carta de alimentos – pero, los deberes finales corresponden a muchas investigaciones y entregas de reportes; eso me está matando.

-Igual yo – Stear fue el segundo en responder – Llevo algunas noches casi sin dormir y al día siguiente me cuesta un poco mantenerme despierto

-Y ¿A ti, hijo? – Papá me miró

-Creo que me va bien, llevo buenas notas y me siento emocionado por pasar al secundario; pronto iré, también, al bachillerato y cuando menos lo piense, ya estaré en la universidad

-Un paso a la vez, Terry, no tengas prisa por crecer

Aunque papá permanecía ausente por muchos días a causa de su trabajo, cada que estaba en casa procuraba pasar tiempo con nosotros y muchas veces nos reprendía por cosas pasadas que mamá le contaba para ponerlo al día; sin embargo, muchas de esas veces recaían más como consejos que como regaños; y muy pocas en castigos.

-Pasaré a San Antonio por un encargo de su madre y luego viajaremos a casa
-Estoy algo cansado, tomaré este tiempo para dormir un momento –
Mencionó Stear

-Bien, cambia el lugar con alguno de tus hermanos

-Que se vaya el enano de copiloto – dijo Archie –Muero de sueño

-Bien, creo que eres el elegido para ir de copiloto – Papá sonrió –Recuerda que no debes dormir ya que necesito que te mantengas alerta en todo el camino

-Sí, papá. Procuraré mantenerme despierto –Ocupé mi asiento y ajusté el cinto de seguridad -¿Puedo sintonizar la estación de radio?

-Sí, claro; es un privilegio del copiloto

Avanzamos un buen tramo entre preguntas monótonas y respuestas monosilábicas. Papá bajó el volumen del estéreo para que mis hermanos pudieran descansar un poco en los asientos traseros de la camioneta de mamá que ocupamos en ese día. Salimos de Santa Mónica un poco más tarde de lo programado ya que el encargo de mamá no estaba listo.

Mis hermanos estaban entre el sueño y el estado de coma durante todo el camino –Creo que se han desvelado mucho en estos días – Rompió el silencio papá después de un rato que me quedé mirando el pasar de los árboles y de la cinta asfáltica.

-Sí, creo que los deberes finales no han sido fáciles.

-Me da mucho gusto que estén en esta etapa; camino a cumplir sus sueños

Papá se enfocaba mucho en el tema escolar y de la familia, pero yo quería abordar otro tema y no sabía cómo colarlo sin que se preocupara por mí o peor, al igual que mamá, creyera que Candy no era buena para mí. –Me hubiera gustado mucho que viniera mamá

-Aprovechó el tiempo para hacer cosas en la casa y para llevar a Karen con el pediatra.

-¿En realidad es por eso?

-Sí, no tendría por qué mentir

-Papá, los escuché discutir anoche; el tema de que Candy será mi madrina de graduación es algo que no termina por gustarle a mamá

-No todas las cosas que, los hijos, hacen nos "gustan" a los padres.

-¿Eso está mal?

-Amm; no lo creo, hijo. Es parte de su temperamento. A final de todo, ustedes tienen que vivir sus propias vidas

-Quiero mucho a Candy, pero siento que esta decisión ha lastimado a mamá

-No hijo; tu madre no puede imponer su voluntad sobre ustedes; nosotros los padres estamos para guiarlos, corregirlos, apoyarlos; pero sobre todas las cosas para amarlos. Ella estará bien con la decisión de ustedes; tanto Stear de acompañar a Candy, como el de ella de estar contigo en la graduación.

Lo siguiente que iba a decir me costaría mayor valor, así que respiré profundo y pasé el nudo en mi garganta –Papá, ¿Cuántos años tenías cuando te enamoraste de mamá?

Él sonrió y después de observar los espejos para tomar la intersección dijo – Me enamoré por primera vez de una niña que era nuestra vecina – Me miró de rápido para poner de nuevo su vista al frente – Esto no se lo vayas a decir a tu madre; será nuestro secreto – Sonrió y yo asentí – Era la niña más hermosa que haya visto jamás. Me encantaba pasar tiempo con ella en el campo; correteábamos los enjambres de mariposas en la primavera y nos metíamos entre la hierba crecida para intentar atrapar a las liebres; ella estudiaba en un colegio diferente al mío; así que le esperaba en un punto para ir a casa juntos. Luego crecimos y yo ingresé en la universidad; ella, por motivos de la devaluación; no pudo continuar sus estudios.

-Fueron novios

-No; siempre fuimos amigos

-¿Por qué?

-Porque tuve temor de que ella no sintiera lo mismo que yo, así que preferí no decirle nada a perderla en su totalidad

-Estoy pasando por eso mismo. Tal como lo mencionas, papá, tengo miedo de perderla…Pero, ¿Cómo puedo saber que ella siente o no lo mismo que yo?

-No lo sabrás si no corres el riesgo

-No la quiero perder

-Terminarás perdiéndola de cualquier forma

-Es verdad, ella irá a otro colegio y conocerá a más personas

-Bueno, si es de tu edad, tendrás el secundario para consolidar tus sentimientos. ¿Sabes, Terry? Creo que aún eres muy pequeño para estar enamorado

-Cuando te enamoraste de esa niña, tu vecina ¿Qué edad tenías?

Papá rió un poco fuerte – Tu edad, hijo.

-Entonces, ¿Qué debo hacer? ¿Debo decirle?

-¿Puedo saber de quién se trata?

-Papá, me siento algo apenado porque ella es mayor que yo

-Ay, hijo. Creo saber de quién se trata

Agaché la cabeza, apenado – Sí papá, creo que te has dado cuenta que se trata de Candy – De pronto, al terminar esa frase comprendí que mamá temía exactamente lo que yo estaba sintiendo. Se había opuesto a aceptar la relación de Candy con Archie, siendo ellos de la misma edad; conmigo sería peor –Mamá lo sabe también ¿Cierto?

-No me ha comentado nada al respecto

-Entonces, ¿Por qué no la quiere?

-Porque Candy es una personita muy especial; es una niña muy bonita; bastante inteligente y muy segura de sí misma; esas cualidades juntas, a las demás mujeres no les gusta; les intimida

-Papá, ¿Crees que Candy aún siga enamorada de Archie? –Yo no sentía celos de la relación fallida de mi hermano con Candy; hasta ese punto de mi vida, mi enamoramiento era sincero; era resaltando las cualidades de la mujercita que me hacía suspirar; no de lo que acontecía en su alrededor o en el interior de su ser.

-No puedo decirte algo acerca de ella; le conozco muy poco; pero lo que sí puedo mencionarte es que hay muchos chicos, y no tan chicos, que están enamorados de ella

-Papá, tengo temor que, en el bachiller, Candy, se enamore de algún chico

-Es mayor que tú, Terry. Ahora estás encantado con ella; pero ya pasará; cuando cada quien siga su camino; en el secundario verás cómo las niñas que ahora están en tu mismo grado, aunque en otro grupo, comienzan a ser bonitas ante tus ojos

-Ninguna como Candy, papá.

-Hijo, no quiero que te rompa el corazón.

-Voy a tomar el riesgo, le pediré que sea mi novia; así, aunque ella esté en el bachiller y yo en el secundario, seremos novios y …

-Y cuando estés en el bachiller, ella pasará a la universidad y así sucesivamente… nunca le podrás dar alcance, la ventaja que te lleva en años, será la misma ventaja que te lleve en las actividades; vivirás fuera de tu edad, o harás que ella viva dos veces la misma etapa

-¿A qué te refieres, papá?

-No disfrutarás las cosas de tu edad por querer aparentar ser mayor y tener mayor madurez; así que perderás amigos y oportunidades. Y, en caso de que Candy sea tu novia; lo que tu vivirás en el secundario como una nueva etapa, ella recién la está dejando

-Tú eres mayor que mamá ¿También te sientes así?

-En el caso de los hombres es diferente, hijo

-No entiendo por qué

-Porque, mira, te pondré el ejemplo que has tocado, el de tu madre y el mío. Sí, soy mayor que Eleonor por casi cuatro años; le conocí cuando ella ingresaba a la universidad y yo casi iba terminando mis estudios profesionales; hubo momentos en los que ella deseaba salir y yo tenía que trabajar; momentos en los que ella había quedado con sus amigos para ir a cualquier parte y ese día era mi descanso laboral y yo quería pasar tiempo con mi novia; o, de las veces que coincidimos, yo no tenía tema con sus amistades y ella se lo pasaba mal porque se dividía para agradarme y estar bien conmigo y no quedar en mal con sus amigos. Sin embargo, cuando ella salió de la universidad y formalizamos nuestra relación; yo tenía algo qué poder ofrecerle para formar un hogar; aunque tu madre ejerció por algunos años su preparación profesional, ella tomó la decisión de dedicarse al hogar en cuanto supo que esperábamos la llegada de nuestro primer hijo

-Pero, ahora las cosas son diferentes. Mis profesoras continúan trabajando, aunque tienen hijos más pequeños que Karen.

-Tienes razón, hijo. Los tiempos cambian. Solamente quiero que me prometas algo, que siempre cuidarás tu corazón y que no permitirás que nadie te haga cambiar; eres una gran personita.

-Por eso me urge crecer.

-Un día desearás tener de nuevo once años y tener esta conversación.

Disfruté tanto la charla con papá, pero fracasé como copiloto. En cuanto recargué mi frente en la ventana para meditar un poco lo charlado me perdí en mis sueños quedándome dormido. No supe el momento en el que llegamos a casa y tampoco quien me depositó en mi cama; debió ser papá; porque, Dorothie me despertó a la mañana siguiente para ir al colegio.