Granger y Weasley aparecieron por el pasillo hablando:

—No te parece extraño que Harry no aparezca por ninguna parte, ni siquiera nos avisó ni nada.

—Sí, es inusual. Sabes que él ha estado raro desde que rompió con mi hermana.

—Deberíamos hablar con él cuando le veamos, y hacerle saber que estamos para él —dijo con preocupación.

Ella miró a Potter un poco abatido.

—Sí, ¿vamos a desayunar?

—Vamos. —Granger tomó la mano de Weasley y se fueron.

«Potter estaba raro. Y por alguna razón quería animarlo. Se moría por preguntarle sobre ese pergamino, pero lo haría en otra oportunidad».

—Ya se fueron, ¿vamos? Los demás nos están esperando —le dijo moviéndolo suavemente del hombro.

—Si.

Salieron detrás de la columna y al estar en frente de la estatua, decidió tomar la iniciativa al golpearla en la joroba.

—¿ Dissendium, cierto?

—Sí —respondió sorprendido.

—Presto atención —respondió encogiéndose de hombros.

Una vez más el tobogán apareció y ella se sentó lista a deslizarse, se volteó a mirarlo para decirle:

—Te veo en un rato.

—Sí —respondió con una sonrisa.

Travesura realizada lo escuchó decir antes de perderse en el oscuro pasadizo.


Estaban preocupados ahí abajo. Potter ni Pansy aparecían, había pasado mucho tiempo. «¿Debían continuar sin ellos? Potter le había mencionado que alguien venía. ¿Los habrán atrapado?»

Lovegood estaba muy tranquila arrodillada jugando con unas piedras y Theo y Blaise la miraban con angustia.

—Ya les dije que Potter dijo que alguien venía y que me apresurará, es todo lo que sé.

—Los habrán descubierto —dijo Blaise jalándose los pelos de la cabeza.

—No lo creo, Harry tiene el mapa —mencionó Luna con tranquilidad.

—Oye sí… ahora que lo mencionas —balbuceó Blaise. Theo lo interrumpió diciendo:

—¿El pergamino es un mapa?

—Es... mejor que se los cuente él —dijo Lovegood nerviosa.

La iba a interrogar cuando Pansy se divisó a la distancia. Ella muy serena se alisó la falda y se levantó con la ayuda de Theo y Blaise.

—¿Pansy, por qué tardaron tanto?

—Es que... aparecieron Granger y Weasley, tuvimos que cerrar el pasadizo y escondernos.

—¿Cuál Weasley? —interrogó Theo.

—Chico.

—Porque simplemente no les dicen Ron o Ginny y se ahorran el lío de confundirlos —espetó Lovegood pensativa.

—Luna, amiga mía, eso sería muy extraño —dijo Blaise divertido, chasqueando la lengua.


—¿Qué haces, Ron?

—Olvidé mi varita en el dormitorio.

—¡Ash! Te acompaño.

Llegaron al tercer piso nuevamente, y al pasar por la estatua de la bruja tuerta vieron a Harry desaparecer.

—¿Ese era Harry?

—Sí, estoy segura.

—¿Por qué va un domingo a Hogsmeade ?

—Y yo qué sé; tal vez necesita pasar un tiempo a solas.

—Bueno, lo interrogamos después.


—Casi que no llegas —le dijo.

—Lo siento, surgieron unos problemas…

Potter se incorporó y se sacudió las palmas.

—Ya estamos actualizados —lo interrumpió tajantemente.

—Hum, en ese caso vámonos —dijo mientras empezaba el recorrido por el camino pedregoso —. Tenemos un largo camino que recorrer de caminata; una hora hasta llegar al sótano de Honeydukes .

—¡Una hora!

—Sí, ¿algún problema?

—No, en absoluto —respondió Pansy dedicándole una mirada de advertencia a él.

Potter continuó por el pasadizo.

«Estaba irritado, y ni siquiera sabía por qué; si Pansy no hubiera intervenido ya estaría agarrándose con Potter.»

Theo ayudó a Lovegood a levantarse y con un gesto de cabeza le indicó a Blaise que anduviera.

Que sepa el mundo que en marcha estoy —cantó Lovegood.

Que me gusta cada instante aquí .

—¿También te la sabes? —preguntó Lovegood.

—¡Sí!

—Blaise, no cantes ¡que te calles! —dijo Theo tapándose los oídos con los dedos.

Blaise tomó de gancho a Lovegood y en el proceso también arrastraron a Theo colocándolo en la mitad, y se fueron enganchados cantando. Theo volteó a mirarlo diciéndole ¡AUXILIO!

— Este será un largo camino por recorrer —suspiró profundamente.

—Ya cálmate; recuerda la cordialidad y el respeto. —Él sonrió de lado y le dijo:

—Vamos.

Pansy lo rodeó de la cintura y le pasó un brazo por los hombros.


Por el camino se contagió de las canciones que cantaban Zabini y Luna y se les unió. Nott portaba una cara de mátenme y de querer zafarse, pero Luna y Zabini lo tenían bien agarrado. Malfoy y Parkinson iban charlando bien atrás.

—Bien, llegamos. Abriré la puerta levemente y me aseguraré que no haya nadie, mantengan el silencio por favor.

Obtuvo un gesto de afirmación y un sí apenas audible de Luna.

Abrió las puertas con cuidado y una hilada de polvo lo hizo toser. El lugar estaba vacío; con un gesto les indicó que salieran.

De a uno en uno iban saliendo, los ayudó a todos. Excepto a Malfoy que por supuesto no quiso ayuda y con esfuerzo trepó.

Se infiltraron en Honeydukes, pero antes de salir hacia la heladería decidieron comprar unas golosinas.

Nott iba comiendo plumas de azúcar, Malfoy masticaba un caldero de chocolate y Zabini y Luna se repartían grageas tratando de adivinar su sabor antes de llevárselo a la boca.

Parkinson se posicionó a su lado y le dijo:

—Potter, siento el comportamiento de Draco. Ha estado más irritable de lo normal.

—No te preocupes .

—Odia estar fuera de su zona de confort.

—Anotado.

—¿Quieres un diablillo de pimienta? —le preguntó ofreciéndole la bolsa que cargaba.

—Bueno.

Tomó uno, se llevó el pequeño dulce de color negro y al instante sintió el pitidito característico que provocó que saliera humo de su orejas. Parkinson se río y él también.