La arrocera emitió su característico sonido avisando que su labor había terminado. El resto de los platillos ya estaban servidos en la mesa, listos para celebrar el séptimo cumpleaños de su pequeña hija.

La mujer miró a través de la ventana a sus dos amores jugando divertidos en el jardín.

-La comida está lista, entren!-anunció

-Ya vamos mamá!-gritó en respuesta la enérgica niña.

Segundos después padre e hija aparecían abrazados y hablando alegre y ruidosamente.

-En serio papá? No puedo creerlo!-Habló emocionada Moroha

-Es la verdad, así fue como tu madre se enamoró perdidamente de mí-respondió con picardía el hombre

- InuYasha, que tonterías le estás contando a nuestra hija-se quejó Kagome.

Su esposo le dio un beso y fue directo a lavarse las manos.

-De qué estaban hablando?-preguntó la mujer a su hija que la abrazaba cariñosamente

-Papá me contaba como se conocieron-respondió la chica y se acercó al fregadero imitando a su padre.

- InuYasha, espero que le hayas contado la verdad y no esa ridícula versión tuya de como sucedió.-comentó mientras su esposo le acercaba la silla caballeroso

-Le he dicho todo tal cual sucedió-se encogió de hombros el aludido y volvió a besar los labios de su esposa.

-InuYasha tenemos que ir al supermercado-comentó la mujer de cabello negro

-Iremos luego-respondió con una sonrisa su esposo

Su hija se unió a la mesa poco después y empezaron a servir los platos.

Sus padres le dieron a Moroha una pulsera de oro y la chica brincó en su asiento emocionada.

De inmediato fue a repartir abrazos y besos a sus amorosos padres. En medio de aquello con una mirada inocente Moroha comentó.

-Somos tan felices, verdad? Imaginen sí mamá no te pide que te quites los pantalones!