-Nabiki Tendo-murmuró para sí mismo el apuesto joven.-Nabiki Tatewaki- probó con cuidado.
No sonaba mal. Aunque debía tener cuidado con ella. Su billetera empezaba a adolecer los embates de aquella dama.
La mediana de las hijas de Soun no era una chica a la cual un hombre como él pudiera impresionar con frases gastadas y detalles cursis.
Honestamente, Nabiki nunca fue su tipo ideal de mujer. Aunque no se podía negar que era una chica hermosa.
Pero en algún momento durante las largas jornadas de estudio a su lado, la mujer de corto cabello castaño había llamado su atención e interés.
-Kuno, quieres darte prisa?-escuchó decir a la chica
-Ya voy!-se quejó con la visibilidad casi cubierta por las compras hechas
-Oh, espera un segundo Kuno-habló nuevamente Nabiki
Cuanto más hacía falta comprar!
-Oye, oye-intentó llamarla pero la chica ya no estaba cerca
Dos minutos más tarde Nabiki volvió con una pequeña bolsa y, subiendo finalmente a su auto, retomaron el camino hasta la facultad de economía.
Sus compañeros los recibieron animados y pronto todo estaba dispuesto para la despedida de su querido profesor Miyamoto.
Él estaba vigilante de que todo estuviera en perfecto orden desde la entrada.
-Felicidades Kuno, querido-habló a su derecha Nabiki
El aludido miró con desconcierto el presente que la chica a su lado le ofrecía.
-Es para mí?
- Tómalo como agradecimiento por todo lo que has hecho -respondió ella con obviedad encogiéndose de hombros
Bastante asombrado, desenvolvió el obsequio y mayor fue su asombro al revelarse el contenido.
-Calcetines?-balbuceó con una gota de sudor resbalando por su frente
-Oye, me costaron 150 yenes!-respondió indignada la chica cruzándose de brazos
Kuno tomó el contenido y lo puso a la altura de sus ojos. Eran los calcetines más feos que había visto en su vida. Sumamente largos, con colores chillones y patrones extraños.
-Además estaban en oferta-la escuchó decir-Dos por uno, las mías son iguales!-anunció emocionada
-Ya veo-respondió con una débil sonrisa.
-Son calcetines de pareja. Deberías ir a ver cómo me quedan está noche-le susurró al oído Nabiki haciéndolo sonrojar hasta las orejas.
Ella sonrió satisfecha al verlo en tal estado y se dispuso a unirse al resto de los alumnos.
Kuno enrojeció aún más al entender la sugerencia hecha por Nabiki y casi pudo imaginar lo bien que se vería ella usando aquellas medias.
Los calcetines de su novia eran el mejor regalo que había recibido jamás.
