Dom - Sub: Relación propia del BDSM donde existe una línea muy marcada entre el dominante y el sumiso.
El sol se alzó en el horizonte dando inició al día. Para cuando su luz llegó hasta el apartamento de los chacales, la pareja estaba tomando un baño. El hecho que despertaran con el pelaje pegajoso, culpa del sudor, no les sentó bien. Sin mencionar algunas manchas de fluidos en la cama, así que no tendrían más remedio que llamar al servicio de hotel.
Luego de bañarse, acomodaron un poco la habitación antes de llamar al servicio de hotel. Sin que Zero supiera, su novia recogió algo que instaló en la noche y lo mantuvo oculto del chacal. Después ambos se perdieron por la ciudad para evitar cualquier comentario cuando llegaran a arreglar la habitación.
Más tarde, los chacales estaban entrenando un poco en la sala, cerca del sofá. Sabían lo pésima idea que era luchar en un espacio cerrado, donde cualquier cosa que rompiera saldría cara. Pero lo irónico es que disfrutaban ese riesgo. Mientras intercambian algunos golpes, Kelly bromeaba sobre lo de anoche para distraer. Pero Zero no perdía tiempo en restregarle lo desesperada que estaba ella.
—Era inevitable ponerme así. Si solo supieras la vista que tenía —argumentó ella.
—Se nota que lo disfrutaste —dijo desviando un golpe.
—Mucho y sé que tú también. —Lo sujeta del brazo— La forma en como agarraste la sabana lo decía todo —susurró.
Él solo se ruborizó, asintiendo de mala gana. En eso se zafó y logró empujarla, casi enviándola contra la pared.
—Pues me recuerda a cierta chacal que no paraba de gemir antier —sonrió él.
—Sí… fue muy excitante que me ataras. Y... no sé, ya sabes que me gusta cuando te pones así —vaciló un poco.
Sin más, ella cargó contra él, derribándolo de espaldas. En un parpadeo el chacal tiene un puño a milímetros de su cara, mientras elle le sonrió, para luego extenderle la mano.
—Pues hay que repetirlo —dijo levantándose—. Porque también lo disfruté mucho.
—Cómo ordenes, jefe —sonrió guiñándole.
—Así que hoy soy el jefe —dijo tomándola de la cintura.
Ella asintió, pero le apartó las manos.
—Tranquilo, jefe. Nuestra misión es en la noche —dijo empujándolo en broma.
—Las misiones pueden ser a cualquier hora, es bueno que estés preparada.
—Siempre lo estoy. Puedes probarme con cualquier misión, mercenario supremo.
Dicho eso comenzó a acariciarle el pecho, mientras él la sujetaba de la cintura, pegándola contra él.
—Entonces veamos que puedes hacer, rosa del desierto.
Zero bajó sus manos hasta las caderas de su novia, entretanto ella le afloja la bufanda.
—Puedo hacer muchas cosas… siempre que el pago sea bueno —susurró a centímetros de su cara.
—El pago es bueno. ¿Quieres algo en específico? —preguntó apretándole el trasero.
Ella lo miró coqueta antes de acercarse a su oreja. La hembra comenzó a susurrarle su deseo, sin dejar de acariciarle el pecho.
—Déjame pensarlo —dijo acariciándole la mejilla.
—Está bien si no quieres, solo quería que lo supieras. El pago que tienes para mí será suficiente. —sonrió ella a punto de besarlo— ¿Cuál es mi misión, jefe?
Zero le devolvió la sonrisa, tomándole la barbilla para besarla. Apenas ella se dispuso a manosearlo, el chacal le golpeó suavemente las manos y le ordenó gruñendo que no lo toca. Ella, frustrada, solo dejó las a sus costados. Entonces él preguntó que si le recordaba a algo la situación, a lo que ella solo sonrió.
Los besos siguieron, hasta que Zero le ordenó quedarse en ropa interior. Ella sonrió, tentándolo con los movimientos de su cuerpo, mientras se despoja de su ropa. Pronto deja entrever su cuerpo atlético, algo empapado por el entrenamiento. Además, sus pezones se marcaban en el top. Por último se deshizo de sus guantes y zapatos, pero cuando se disponía a tocarlo, él la fulminó con la mirada.
—¿Puedo tocarte, jefe? —pidió muy cerca.
—Sí, pero solo para provocarme —dijo de brazos cruzados.
Ella asintió, pidiéndole que se sentará en el sofá y le dejara sentarse en sus piernas. Él accedió sin vacilar, así que ella le retiró la bufanda mientras se acomodaba en sus piernas. Sabía muy bien como provocarlo. Enseguida le mordió suavemente el cuello, rozándole la piel con los colmillos y hundiéndolos a veces.
La hembra se animó al oír un leve gemido, pero no era suficiente. Así que lo mordió y le haló la piel del cuello, pasando su lengua después. Mientras sus besos aumentan, las manos del chacal le recorrían la espalda, bajando cada vez más. Ella suspiró, antes de recorrerle el cuello con las garras, peinando la zona sin cesar sus besos.
Ella jadeó por culpa de los dedos que apretaban su trasero, para luego darle una nalgada. En respuesta, le dio un chupetón. La hembra no tardó en deleitarse con otro gemido de su amante, mientras le acaricia la nueva marca su cuello.
—¿Lo estoy haciendo bien, jefe? —jadeó lujuriosa.
—No está mal —dijo pasándole un dedo por los labios.
Ella miró al chacal antes de rozar sus colmillos con el dedo, mojándolo un poco con su lengua, solo para acabar chupándolo. Zero sonrió, pero la detuvo y le ordenó voltearse. Ella obedeció, moviendo un poco la cadera mientras recuesta la espalda contra él. Pronto una mano se paseaba por su top, mientras la otra mano recorría sus piernas. Deslizándose por sus muslos, hasta acercarse a sus bragas.
—Tienes una misión sencilla… No te muevas mucho. —Le susurró Zero en la oreja.
Sin más, la hembra jadeó cuando los dedos se deslizaron bajo su top, presionándose contra sus senos. Entretanto la otra mano le recorría la braga por encima. Kelly se agarró a las piernas de Zero para evitar moverse al compás de sus dedos. Pero no pudo ahogar el gemido cuando él presiona la tela, hasta humedecerla de sus jugos.
—No gimas. —Le murmuró él en el oído.
En consecuencia, la hembra apretó los labios, mordiéndolos de vez en cuando. Pero su novio no tardó en hacer de las suyas. Él sujetó el borde del top de su chica mientras sonreía. En un instante los senos de Kelly botaron cuando le levantó la prenda. Sin perder un segundo, acabó metiendo los dedos bajo la braga, impregnándolos de su humedad. Además, le haló un poco los pezones, deleitándose con un pequeño sonido gutural.
—¿Ya puedo gemir, jefe? —preguntó ella entrecortado.
Zero, en respuesta, comenzó a frotarle el clítoris, obligándola a morderse el labio. Al poco tiempo se detuvo, dejándola agitada y le pasó sus dedos por los labios. No tuvo que ordenar nada, pues ella comenzó a chuparle los dedos. No le importó saborearse a sí misma, le pareció algo muy excitante de parte de su chacal. En eso Zero le mordisqueó la oreja.
—Ya puedes gemir. Ahora ponte en esa mesa y deshazte de tus bragas —dijo señalando la mesita frente al sofá.
Sin más, Kelly se arrodilló frente a la mesa y apoyó el torso en ella. Luego deslizó su braga húmeda, hasta dejarlas caer sobre sus piernas. Ella sonrió mientras apartaba la cola para darle una buena vista a su jefe. Antes de que volteara, sintió el aliento de él en su cuello. Mientras una mano le acariciaba el trasero. Ella rio para sí, pensando lo que le esperaba, pero solo sintió los labios del chacal bajando por su espalda. Y de pronto el toque húmedo de su lengua, saboreando el néctar entre sus piernas.
—Zero… —gimió, pero recibió una nalgada.
—No me llames así —ordenó, succionándole el clítoris.
—Si… jefe —dijo entre jadeos.
No pasó mucho para que Zero comenzara a frotar su erección contra la entrada empapada de su mercenaria.
—Has cumplido muy bien tu misión, ya es hora de pagarte.
Ella se mordió un labio, moviendo sus caderas con cada roce. Cada segundo que pasaba solo la desesperaba y la idea de rogarle parecía tentadora. Al final, tenía que obedecer a la voluntad de su jefe, quien aún tenía algunos planes para ella.
N/A: Tarde, pero seguro, este corresponde al tema del día 6. El próximo que iba a hacer es el del día 9, lo cual sería hoy... en fin. Espero terminar el día nueve pronto.
