Personajes: Fred, Oliver, Percy
Jugar durante una tormenta siempre era complicado. Había ráfagas de viento, el agua reducía mucho la visibilidad y existía la posibilidad de que te cayera un rayo encima. Pero que tu buscador estuviera a punto de matarse porque había dementores invadiendo el campo y yendo a por él... eso no le había pasado en sus seis años en el equipo.
Se sentía como la mierda, allí, en la ducha, dejando el agua caer sobre su cabeza, con los puños apretados apoyados en las baldosas. Odiaba perder, pero sobre todo odiaba saber que había puesto en peligro a los demás obcecado en jugar ese día, cuando podría haber pedido un aplazamiento.
— Te vas a arrugar —le interpeló una voz divertida desde la puerta de la ducha.
— Déjame en paz, George —contestó con brusquedad sin girarse.
— Soy Fred. Y sal de ahí, venga, ¿no has tenido bastante agua hoy en el partido?
Se dio la vuelta y lo vio, sujetando una gran toalla blanca y con un gesto de determinación en la cara que decía "o sales o te saco". Salir era mejor opción, porque la alternativa era que Fred se quitaría la ropa y entraría a sacarlo.
Cerró los grifos despacio y estiró la mano para que le diera la toalla, pero el pelirrojo negó con la cabeza y abrió los brazos. Negó con la cabeza, pero no le sirvió de nada, con un solo paso de sus largas piernas, Fred lo tenía envuelto en felpa blanca entre sus brazos.
— Harry está bien, hemos ido a verlo —le dijo al oído, apretándole contra su pecho—. Deja de machacarte, Oliver. Todos salimos al campo, los veteranos podríamos haber pedido suspensión y no lo hicimos.
— Cuando lo vi caer así... —respiró hondo para evitar un sollozo— cuando lo vi caer así pensé que...
— Lo sé. Todos nos asustamos.
Se dejó abrazar. Eran brazos familiares, era Fred. Pero no era como cuando se abrazaban en el campo tras una victoria, esto era calor y tentación.
— Vamos a vestirte, estás temblando.
— Estoy bien, puedo hacerlo solo —aseguró con voz aún temblorosa mientras intentaba alejarse haciendo palanca contra su pecho.
— Oliver...
Conocía ese tono exasperado, llevaba meses rechazando los avances de Fred. Porque su sentido de la disciplina le recordaba que era el hermano de su mejor amigo, además de que era menor, no porque no sintiera cosas por él. Pero en ese momento la sensación de estar siendo cuidado estaba derribando todas sus defensas.
Se apartó. Le costó, pero fue hasta las taquillas y sacó su ropa para vestirse, aún sintiendo los ojos de Fred fijos en su espalda.
— Sé que te gusto, ¿por qué insistes en ...?
— Tienes quince años, Fred.
— ¿Y?
— No puedo. Vuelve a preguntármelo en un par de años.
Se mantuvo tercamente en su postura, con la taquilla abierta y y sin darse la vuelta hasta que la puerta del vestuario se cerró con un portazo que le hizo encorvar los hombros.
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Un trueno sonó a la distancia y le hizo abrir los ojos. Era otro lugar, otra enfermería, otro tiempo. Y otro pelirrojo el que le miraba desde la silla junto a la cama.
— ¿ Qué ha pasado? —preguntó aún confuso, tratando de enfocar la mirada.
— Una ráfaga de viento te ha tirado contra el poste de uno de los aros. Llevas un buen rato inconsciente.
Buscó su mano sin pensar. Su Percy, su soporte, su compañero. Pero cuando sus dedos rozaron los más pálidos, este se apartó como si quemara.
— ¿Percy? —inquirió, al descubrir el gesto dolido en su cara.
— Mientras estabas inconsciente... llamabas a Fred.
Parpadeó, recordando lo que su subconsciente había traído de vuelta mientras estaba out.
— Recordé algo que pasó hace mucho. No tiene importancia, supongo que ha sido la tormenta...
— ¿Tuviste algo con mi hermano?
Entendió la molestia de Percy, el inseguro, el que había criticado duramente a George por salir con la novia de Fred. Se incorporó hasta quedar sentado y le llamó con una seña para que se sentara junto a él.
— No soy Angelina. Nunca pasó nada real con Fred.
—Pero lo pensaste.
— Lo pensé —admitió, entrelazando sus dedos—. Pero nunca ocurrió nada y luego llegaste tú.
— Yo ya estaba ahí, pero tú no me veías.
— Y me disculpé muchas veces por eso cuando empezamos a salir. Percy... tú eres mi Weasley. Incluso entonces decidí que mi amistad contigo era más importante. Te quiero, a ti, solo a ti.
Los dos guardaron silencio, con la misma imagen en sus mentes: Percy llorando agarrado a la pierna de su hermano muerto, tras acabar la batalla; Oliver tras él, tratando de separarlo para dejar espacio al resto de su familia, llorando también, dividido entre el dolor de haber perdido a Fred y el que Percy estaba sintiendo.
Hoy ha salido malditamente triste. De nuevo estuve mirando en el libro y ahí nace esto: en el tercero, tras ese partido de de quidditch en el que Harry casi se mata, los gemelos van a visitarlo y le dicen que Oliver sigue lamentándose en la ducha.
Hagamos un apunte sobre el hecho de que digo que podían haber pedido aplazamiento, pero en el libro no suena a que exista la posibilidad, pero vamos, igual los adultos deberían haber pensado que el clima no favorecía, digo yo.
