Buen viaje
Hermione Granger/Pansy Parkinson
Hermione estaba lamiendo a Pansy, de rodillas entre sus piernas. El sabor en su boca era completamente conocido, la antigua Slytherin gemía mientras la lengua de Hermione daba una larga pasada por todo su coño.
Sabía lo que provocaría, lo sabía demasiado bien.
—Un dedo —pidió Pansy, en ese modo que sonaba a exigencia.
Y Hermione obedeció, sabía que a ese punto no necesitaba casi nada, estaba abierta, estaba a punto de correrse en su boca.
Introdujo su dedo índice en su ano mientras lamía el clítoris endurecido.
Pansy se corrió en su boca, y Hermione la miró desde abajo, blanda, calmada y sonriente, esa era una Pansy que solo Hermione veía, solo para ella.
Se levantó y Pansy la besó, su maquillaje ya estaba arruinado de los besos anteriores, aún Hermione sentía su bragas humedecidas tras el ataque de su amante en una ronda anterior que había hecho a Hermione ver las estrellas.
Había entrado al baño del Ministerio antes del discurso de investidura, y Pansy había entrado detrás de ella completamente enfurecida.
—No eres justa —se había quejado.
Hermione sonrió, los términos de justicia de Pansy eran tan extravagantes que raramente coincidirían con los suyos.
—Hola a ti también, Pansy —la saludó a través del espejo.
Pero si alguien las hubiera visto, alguien de su círculo cercano, no hubiera entendido qué hacían esas dos mujeres reprochándose cosas.
Sus círculos ni se tocaban, eran extrañas para el resto del mundo, pero ellas llevaban arrastrando aquella "relación" secreta demasiado tiempo.
Hermione ya no quería vivir una mentira, su matrimonio no funcionaba desde hacía mucho tiempo, mucho antes de Pansy.
Pero el engaño era algo que la estaba destrozando por dentro, y era lo único que Pansy estaba dispuesta a ofrecerle.
Hermione rompió su matrimonio, hizo lo correcto pero Pansy se negaba a modificar lo más mínimo de su vida.
Incluso ese día, el día en el que Hermione, de nuevo Granger, se convertiría en Primera Ministra, ella irrumpía en su vida.
—No vas a mandar a Theodore a Johannesburg —la amenazó.
—Es tu marido el que quiere irse, y yo se lo voy a facilitar —dijo aún mirándola contra el espejo.
—Lo que quieres es tenerme lejos —la atacó Pansy.
Hermione se giró, para encararla.
—¿Y te sorprende que te quiera lejos? —estaba cansada, muy cansada— Necesito rehacer mi vida, y te empeñas en no dejarme hacerlo.
Pansy la miró duramente, a veces se cuestionaba qué era lo que había visto en ella, ¿qué la había enamorado a tal punto de creer que tenían algo posible?
—Una vida sin mí.
—No vas a dejar a tu marido, no vas a relacionarte con una "sangre sucia" ni aunque esta vaya a ser la nueva Ministra, no vas a decirle al mundo que te has enamorado de una mujer —las palabras de Hermione no eran nuevas, pero estaban llenas de verdad— No vas a dejarme ser nada en tu vida, más que un desahogo. No, no quiero una vida contigo.
Y por primera vez en meses, Pansy dejó su pose dura y hermética.
—Sabes que te quiero —se acercó, y recordó lo que veía en ella. La parte que solo le mostraba en contadas ocasiones, la mujer que Pansy podría haber sido si tan solo fuera un poco más valiente.
—Querer a escondidas ya no es suficiente. —Hermione se mostraba segura, pero dolía, dolía mucho.
Pansy se terminó acercando por completo, era todo lo contrario a lo que era Hermione, era tan elegante, tan atractiva. Era también fría, distante y egoísta, pero en ese momento era cálida, era accesible, y estaba llorando en el cuello de Hermione.
El sexo de despedida era realmente triste, Hermione quizás tuvo que haberse negado, pero cuando los labios húmedos de Pansy la besaron, cuando esos besos se calentaron, cuando sus dedos se metieron por debajo de su pantalón todo se descontroló.
Ahora la sonrisa postorgásmica de Pansy se fue disolviendo, quizás en algún resquicio de su mente había llegado a pensar que Hermione había cambiado de idea.
Pero Hermione no era como ella, Hermione sí era valiente, sí hacía lo que deseaba aunque le costara perder lo que tenía.
Ambas se refrescaron mágicamente, el maquillaje perfecto de nuevo en el rostro de Pansy, el traje de Hermione sin una arruga.
Y en la puerta, la última vez que se verían.
—Buen viaje —dijo Hermione, sus dedos se rozaron levemente.
—Buen gobierno, Ministra. —Pansy retiró su mano y se fue en dirección contraria, sin mirar tan siquiera atrás.
¿Hay algo más triste que el sexo de despedida?
Puff yo creo que no.
Hasta mañana.
Besos
Shimi
