Muy de mañana ese día, Draco acudió al ministerio a hablar con el jefe de Aurores, con quién tenía una estrecha amistad. Pero al llegar a la oficina del hombre se encontró con su madre.

—¿Qué estás haciendo aquí? —dijo entrando y cerrando la puerta tras de sí.

Ella, sin levantarse de su asiento le respondió—¿Qué pasa hijo, me vas a prohibir a dónde debo y no debo ir?

El soltó un suspiro de resignación y se sentó en la silla contigua a su madre.

—Supongo que estás aquí para hablar de Granger—se aventuró a decir el jefe de Aurores.

El joven asintió y Narcisa puso los ojos en blanco irritada.

—Por mí no te detengas hijo, puedes decir lo que quieras. No Me meteré.

—Dime ¿Qué es lo que pasa, muchacho?

—Hermione va a quedarse aquí…permanentemente.

—¿Qué? —dijo su madre abriendo los ojos y mirándolo buscando una explicación—Draco ¡No hagas esto!

—¡Pues ya lo hice! —respondió su hijo enojado.

—Cyrus le quitó el anillo a Astoria porque tú estás con Granger ¡No te das cuenta! —el rubio la escuchaba conteniendo la ira—¿Y después que paso? La pobre niña se cortó las venas ¡¿Qué seguirá después?!

—Sí, los Greengrass pondrán todo de cabeza, y todo será un desastre, lo sé— respondió sabiendo de los alcances de esa familia.

—¡Y lo dices, así como así!

—Madre, no habrá ningún desastre si tú y usted—señaló con la cabeza al jefe de Aurores —deciden proteger a Hermione y a Hugo.

—¿Qué dices? —exclamó sorprendida la mujer.

Mientras el hombre escuchaba pacientemente todo lo que tenían que decir madre e hijo.

Draco se rasco la cabeza en un intento por liberar el estrés qué le producía pronunciar las siguientes palabras—Me alejaré de Hermione, si me prometen protegerla.

Narcisa sonrío incrédula—¡Vamos! No puedes mantenerte lejos de ella ni por un segundo ¿Cómo esperas que te crea?

—Lo haré si la protegen.

La rubia chasqueó la lengua—Sí es cuestión de protegerla, eso podemos hacerlo a distancia, no es necesario que se quede aquí.

—Eso ya lo intentamos y casi perdemos a Hugo—dijo reclamándole con la mirada y ella se movió incomoda en su asiento.

Su madre guardó silencio y el jefe de Aurores, Rick, aceptó protegerla sin ningún cuestionamiento.

—Dime madre ¿Lo harás? —pero la mujer se mantenía en silencio—O entonces tendría que ser yo el que se vaya junto a Hermione y Hugo.

Narcisa ante el solo pensamiento de alejarse de su hijo se levantó de su asiento desesperada y lo tomó del brazo, tratando de hacerlo entrar en razón, pero el aún estaba molesto con ella y rechazó su toque.

—Hermione ahora está viviendo un calvario después de escapar de las garras de Weasley ¿O me equivoco?

—¿Adónde quieres llegar? — preguntó Rick, interesado y con la mano le indicó a Narcisa que volviera a tomar asiento, lo cual ella hizo no muy de acuerdo.

—Sé como ayudarla a salir de esta situación y sé que Weasley vendrá a buscarla y querrá llevársela a toda costa— tomó aire y siguió—Aunque yo estoy dispuesto a dar mi vida por Hermione y Hugo de ser necesario…pero usted debe hacer algo para impedir que ese estúpido siga molestando Hermione y para eso deben vigilar cada uno de sus pasos, se que anda en algo turbio y además asesinó al padre de Hermione.

Rick se llevó las manos a la cabeza pensando—No tenemos pruebas de nada de eso muchacho… Sin embargo investigaré esto a fondo y vigilaremos a Weasley.

Draco asintió complacido y agradeció al hombre para después dirigir su mirada a su madre—Es tu turno de cumplir tu parte madre y tal vez así pueda perdonarte.

Narcisa levantó la mirada y vio sinceridad en los ojos de su hijo, tardó unos segundos en contestar, hasta que finalmente le dijo— ¿Me prometes mantenerte alejado de ella?

—Absolutamente—dijo con decisión.

—¿Y nunca más volverás a verla?

El joven se lo pensó un poco antes de contestar—Solo visitare a Hugo y estaré para el si necesita de mí— tragó grueso antes de continuar—Pero no me acercaré a Hermione, solo me meteré en mis asuntos, eso puedo prometerlo.

—¿Estás consciente que no podrás tener un romance con ella?

Él le dedicó una mirada severa—¿Oye que estás diciendo? Nunca lo tuve.

—Por mi parte interrogare a Wesley lo más pronto posible—interrumpió el jefe de aurores—Quédate tranquilo.

—Se lo agradezco, no esperaba menos.

Draco miró a su madre y ella supo que esperaba una respuesta de su parte—Cómo si me dejarás alguna opción, ¡está bien! protegeré a esa chica.

—La vas a proteger como una hija y a Hugo como tu nieto.

Narcisa levantó la vista, incrédula ante sus palabras, pero tras intercambiar un par de miradas con Rick decidió aceptar—De acuerdo. Los protegeré cómo te protejo a ti.

El joven sonrío satisfecho al saber que estaba haciendo todo lo posible por protegerla, aunque eso le costará la felicidad.


Mientras tanto, en una iluminada habitación de La mansión weasley, Ron se encontraba admirando los vestidos de novia qué había mandado comprar para Hermione, no sabía cómo y no sabía cuándo, pero sabía que la obligaría a usarlo.

Los miraba con fascinación, pensando en cuál de ellos luciría mejor la joven, qué joyas combinaría con su vestido y qué peinado usaría.

Le encantaba la idea de imaginarse a ambos frente al altar con Malfoy observándolos de fondo sin poder impedir su boda. Se relamía los labios de solo pensarlo.

Y más aún cuando fantaseaba el poder quitarle con los dientes el vestido de novia en su noche de bodas, la noche de bodas que sabía el se merecía. Ya que la primera vez que la hizo suya fue en su apartamento y no había sido como él lo imaginaba, pues ella solo gritaba y pedía auxilio.

Estaba inmerso en sus pensamientos hasta que la voz cantarina de Rosalie lo trajo de vuelta a la realidad, al entrar a la habitación con un papel en sus manos.

—Me irrita el sonido de tu voz—dijo con enfado—Me hace sentir que me vas a arruinar el día.

Ella sonrío y respondió mordaz—Ya está arruinando su vida mirando esos vestidos de novia ¡No me necesita para arruinar su día!

—No estoy arruinando mi vida, solo estoy soñando. Ella se casará conmigo tarde o temprano— respondió sin siquiera tomarse la molestia de voltear a verla.

—No lo hizo en 8 años ¿Qué le hace pensar que lo hará ahora?

Él dejó salir un suspiro y volteo hacia Rosalie—¿Sabes una cosa? Eso es lo que me atrae de Hermione ¡Es muy terca! —dijo sonriente y observó el papel en las manos en la mujer—¿Qué haces aquí? ¿Porque me interrumpes?

—Le tengo malas noticias…Hermione puso una orden de alejamiento —al decir esto el semblante del pelirrojo se demudo en furia y le arrebató el papel de las manos.

Lo leyó y tras eso lo arrugó aventándolo al piso, llevó sus manos a la barbilla tratando de encontrar una solución.

—¿Te das cuenta, Rosalie? Te lo dije, ella es muy terca y no se da por vencida aún sabiendo que puedo lastimarla a la distancia—ella asintió mientras el hombre pensaba—¿Conoces una buena florería?

Rosalie le miró confundida y Ron sonrió —haremos una pequeña prueba.

—¿Qué prueba?

—Tú solo espera y lo verás—se rió—esto será divertido, muy divertido.

Seguido de eso la mujer salió a cumplir su encomienda. Ron por su parte siguió fantaseando con los vestidos de novia.


Daphne qué ya se encontraba en San Mungo haciendo sus prácticas cuando le fue anunciado qué había recibido un ramo de flores. Su primer pensamiento fue que George había sido muy atrevido por hacer eso, pero al acercarse a leer la tarjeta se dio cuenta que no había sido él, si no Ron.

Aunque se negara aceptarlo, eso había sido decepcionante para su corazón. Pero poco tiempo tuvo de procesarlo ya que sintió que alguien tocaba su hombro. Se volteó y era el menor de los Weasley.

—Hola, querida, espero sea de tu agrado.

—Son muy lindas no tenías por qué molestarte.

—No es molestia, aunque estas flores palidecen ante tu belleza.

Ella sonrío sin saber qué decir ante sus elogios.

Al mismo tiempo que ellos hablaban, Hermione, George y Neville acaban de entrar a San Mungo y eran testigos de su encuentro. Ginny se había quedado con Hugo en su casa para que jugará con su primo mientras Hermione resolvía sus asuntos.

Los tres se quedaron de una pieza al observar a Daphne hablar amistosamente con Ron.

George intentó acercarse, pero fue detenido por Neville, quién se dio cuenta de su impulso y alcanzó a agarrarlo por el pecho.

—Contrólate—le dijo y el parecido entender.

Hermione no decía nada, pero no despegaba su vista de ellos.

—¿Hermione estás bien? — preguntó Neville preocupado.

La joven volteó a mirarlo con los ojos llorosos y la preocupación a flor de piel—La escogió como su nueva víctima, la va a destruir ¡No podemos permitirlo, tenemos que hacer algo!

—Tienes razón, haré algo ahora mismo —contestó George intentando soltarse de su amigo, sin embargo, Neville no lo soltaba y trataba de persuadirlo.

—Cálmate amigo, ¿Piensan que no lo tenía planeado? Seguro se enteró que tenías una cita con el doctor Hermione, y por eso vino — explicó Neville—Usen un poco la cabeza por favor.

Hermione observó a su alrededor y se percató que estaba en un sitio seguro, así que se tranquilizó poco a poco— El quiere que viole la orden de alejamiento —dedujo la joven.

—Así es y lo mejor que podemos hacer es ignorarlo—dijo y avanzó con ambos casi a rastras hasta el consultorio del doctor para que le quitaran el yeso.

Daphne ajena a la situación no se dio cuenta de la mirada disimulada de Ron hacia los jóvenes que se alejaban.

George y Neville tomaron asiento mientras esperaban a que retiraran el yeso de la mano de Hermione, después de varios minutos se vio libre de ese pesado yeso y sintió un extraña sensación en su mano.

Movió poco a poco sus dedos y luego de lavarse la mano, les mostró feliz a sus amigos su mano, pues para ella era el significado del inicio de una nueva vida.

Acarició los dedos de su mano y con tristeza no pudo evitar recordar el momento en que Ron tomó a la fuerza su mano y rompió sus dedos sin ningún tipo de consideración ni arrepentimiento.

—¿ Sostuvo está? — exigió saber Ron, tomando varios de sus dedos entre sus manos. Mientras ella lo observaba aterrorizada y solo el crujir de sus dedos rotos llenaron sus oídos.

—¿estás bien? —cuestionó Neville al verla cabizbaja.

Ella pronto se recompuso y sonrío—Estoy bien, ya me deshice de la última cadena que me ataba al pasado ¡Mira! —le mostró su mano contenta nuevamente.

—Sí eso hiciste—le devolvió La sonrisa, abrazándola.


Después de dejar a Hermione en casa de los Lovegood y de encargarle su negocio a Neville, George decidió hacer guardia afuera de San mungo para encontrar el momento idóneo para hablar con Daphne y advertirle de las intenciones de Ron.

Las horas pasaron y cayó la noche cuando pudo encontrar a Daphne sola y así poder hablarle. La jaló del brazo y ella al ver que se trataba de él, se deshizo de su agarre con brusquedad.

—¿Qué quieres?¡Pareces buitre! — exclamó enojada.

—¿Te gustó mucho el regalito que te hizo mi hermano, verdad? —le reclamó ignorando su pregunta.

—Tú no eres nadie para venir a cuestionarme.

—¿Cómo que no soy nadie?

—Tú solito construiste castillos en el aire ¡Tú y yo no somos nada! —respondió y el joven soltó una risa incrédula.

—¡¿Oh en serio?! Tú también parecías hacerlo cuando paseamos juntos aquella tarde ¿Lo recuerdas?

—Eso fue un error —desvió la mirada—Y fue hace mucho tiempo ¡Olvídalo!

—Te volviste en nuestra contra y decidiste coquetear con el enemigo.

—Yo no estoy coqueteando con nadie ¡Así que cierra esa boca o te la rompo! — amenazó la joven

—¡¿Ah sí?! Eso quiero verlo—se acercó a ella tratando de convencerla—Entiende que ese hombre te hará mucho daño y saldrás lastimada igual que Hermione ¿Eres estúpida o que?

—Mira, no he visto ni hablado con esa mujer, pero me basta con lo que he escuchado sobre ella, todos ustedes le creyeron por eso me acerqué a Ron para corroborar sí era un demonio como ustedes dicen…pero ¿qué crees? Lo he conocido y es mucho mejor persona que todos ustedes.

—Daphne ¡Por favor! — levantó las manos exasperado.

—Y si Hermione está mintiendo ¿Cómo sabes que no miente?

George se acercó un poco más y ella retrocedió un paso—¿La que está hablando es Daphne o Ron? ¡Ese psicópata te lavó el cerebro!

Ella ofendida respondió— A mí nadie me lava al cerebro. Tú no pudiste engañarme con tus encantos, menos lo hará el.

El se llevó la mano izquierda al puente de su nariz respirando hondo y tratando de encontrar las palabras exactas para poder hacerla comprender la gravedad del asunto.

—Si sigues por ese camino el terminará hundiéndote, ¡No termines igual que Hermione! ¡hazme caso mujer!

Pero ella no escuchaba sus palabras y solo negaba con la cabeza pensando en lo crédulo que era por pensar que todo lo que decía Hermione era verdad.

—Yo no soy como Hermione y a mí nadie me hundirá— aseguró confiada, —yo no seré víctima de nadie como esa tonta.

—Ojalá pudiera decirte que hagas lo que quieras—le dijo con pesadumbre—¡Pero no puedo! Aléjate de ese hombre y no seas su nueva presa.

Daphne rodó los ojos impaciente porque se largará de su presencia—Deja de perder el tiempo conmigo y ve a cuidar a esa Granger, qué más falta le hace ¡Y te repito: yo no seré víctima de nadie! Además, deja de darme órdenes, sabes muy bien que lo detesto.

Al decir esto le dio un empujón y siguió su camino, dejado dejando a un triste joven detrás de ella.


A pesar de lo que Draco le prometió a su madre, acudió ya casi de madrugada a la casa Lovegood, quedándose en el patio, sentado sobre un tronco mirando hacia la ventana donde sabía que ella dormía. Preguntándose si estaba bien o si estaba teniendo pesadillas. Estaba tentado a entrar y verificarlo por su cuenta, pero esa promesa y el miedo a ser rechazado por ella se lo impedía.

Talló con su mano su barbilla, en un fútil intento por apartar los pensamientos de ese besó en el callejón diagon. Culpándose asimismo por su impulso.

Pronto se dio cuenta que el señor Lovegood abría la puerta principal, y entonces se supo descubierto. Se levantó y se dirigió a él.

—No quiero molestar señor, solo estoy sentado aquí de manera respetuosa.

El señor suspiró y contestó—Hijo ¿Sabes todo lo que pase antes de que tu amigo Theodore se casará con mi hija Luna?

Recordó algo divertido aquellos tiempos, en los que acompañaba a su amigo todas las noches a ver a Luna a su casa a escondidas de su padre, hasta que el los sorprendió y se llevaron la regañiza de su vida.

—Se sentó en ese mismo tronco, durante casi un año ¡No me digas que pasaré por eso otra vez! —dijo el hombre, cansado.

El joven sonrío —Pero Luna es su hija ¿Ya adoptó a Hermione cómo su hija?

—¡Merlín dame paciencia! —se llevó las manos a la cabeza—Dime ¿Tendré que sufrir lo mismo?

—No señor, yo no pretendo eso—se aclaró la garganta—Y además yo ni siquiera pregunté por ella.

El hombre le apuntó con el dedo—Entonces ¿Cuál es la razón de que te sientes en ese tronco a esta hora de la noche?

Draco guardo silencio y supo que no tenía excusas que decirle al hombre así, que habló con la verdad.

—Solo quería saber si tenía pesadillas.

—¿Quieres decir que te irás si te digo que está profundamente dormida?

El joven asintió y siguió al señor Lovegood hasta dentro de la casa. Subieron las escaleras al segundo piso y abrieron la puerta de la habitación de Hermione, solo para darse cuenta que Hugo dormía cómodamente en la cama, pero no había rastro de su madre.

El joven abrió los ojos sorprendido y preocupado a la vez. Con rapidez comenzó a buscarla abriendo y cerrando puertas, solo para concluir que no se encontraba en casa.

—Usted quédese con Hugo, yo iré a buscarla—le dijo al señor Lovegood, el cual asintió preocupado.


¡Hola!

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¡Nos leemos!