Hola, espero estén muy bien. Les dejo el siguiente capítulo.
A TRAVÉS DE MIS OJOS
XXXIII
ANNIE
Cuando llegamos a Nueva York me encontré con la maravillosa sorpresa de que Candy estaba comprometida con Anthony, un sueño que yo sabía siempre había tenido desde niña, el cual se había visto truncado por la mentira de su muerte.
La encontré verdaderamente feliz y enamorada y él se veía igual de feliz que ella, ambos hacían una hermosa pareja y no pude evitar sentir ganas de tener lo mismo que tenían ellos, sin embargo debía comprender que Archie y yo habíamos tenido mucho tiempo en suspenso y nuestra relación había comenzado apenas unas semanas atrás. Aunque si lo pensaba bien creo que comenzó al mismo tiempo que había comenzado la de Candy y Anthony, la ventaja que nos llevaban que los sentimientos de ellos se habían mantenido conectados a pesar de la distancia y el tiempo.
-Pronto seremos tú y yo los que estaremos en camino al altar. – Escuché que dijo Anthony a Candy, tomando su mano para darle un beso de manera discreta, sin embargo la atención que yo tenía en las parejas que formaban mis amigas me había hecho darme cuenta sin querer ser entrometida, que ellas estaban más cerca de tener la familia que deseábamos formar un día.
-¿Sucede algo damita? – Me preguntó Archie al darse cuenta de la turbación que sentí en mi rostro al ver que Candy tenía un momento privado con su prometido.
-No… - Dije con una sonrisa tímida, él de inmediato se percató de lo que sucedía y me sonrió con ternura.
Los padres de Archie tenían la atención puesta en la futura pareja de esposos, se veían ambos entusiasmados con el paso que pronto daría su primogénito, pero también habían demostrado que yo no les había caído mal después de todo ya que era un temor que yo tenía, no sabía si era porque Archie no había revelado mi procedencia o porque ellos al igual que a los demás no les importaba que fuese adoptada al igual que Candy.
La cena terminó y después permanecimos platicando en la sobremesa. El tema principal fueron los últimos detalles de la boda de Patty y tanto Candy como yo sonreíamos emocionadas al saber que seríamos las damas de honor. Patty nos había pedido que lo fuéramos, y yo como siempre precavida había elegido el vestido que deberíamos usar para esa noche.
La velada terminó y pronto Archie se convidó a acompañarme hacia mi habitación con la advertencia de Albert de que fuera rápido, ya que él se había comprometido con mis padres a cuidarme como si fuera su hermana para que nada impropio sucediera en ese viaje. Lo que tal vez Albert no sabía era que en el pasado Archie y yo ya habíamos viajado a solas, sin embargo en cada uno de esos viajes él ni siquiera se atrevió a tomarme la mano o que pensar de darme un beso casto en la mejilla.
-Buenas noches damita. - Me dijo con su hermosa voz, una voz que me derretía y hacía que mis piernas se aflojaran de inmediato, creo que Archie lo hacía consciente de lo que provocaba en mí y le gustaba ver la reacción que tenía cuando lo hacía.
-Buenas noches. – Dije con verdadera pena al ver que él no quitaba sus ojos de mí. - ¿Sucede algo? – Pregunté nerviosa al ver que él no tenía la intención de irse aún. Negó simplemente con su cabeza y se acercó mí con sensualidad, con esos movimientos felinos que hacía cuando se acercaba a mí.
-No he tenido la oportunidad de darte un beso. – Me dijo haciendo que yo cayera en cuenta que era verdad, que todo el día habíamos estado tan ocupados con los preparativos de la repentina cena, en la llegada y la presentación de sus padres y no habíamos tenido tiempo ni un momento a solas, simplemente nos habíamos conformado con miradas y sutiles tomadas de mano que él procuraba hacer para estar conmigo, sin embargo yo estaba tan nerviosa por ser la primera vez que Archie y yo salíamos de viaje como una verdadera pareja, aunado a la presencia de sus padres que tenía tanto miedo de dejarme llevar por lo que él despertaba en mi cuerpo cuando estábamos solos, que hasta temía que se acercara a mí.
-Es verdad… - Dije tímida. Él se acercó más a mí y yo sentía que mi cabeza iba a explotar.
-¿Qué pasa? ¿No quieres que te dé un beso? – Preguntó con cierta decepción en su voz, aquella manera de hacer su pregunta me elevaba el ánimo al recordar que antes jamás se había sentido ni por lo menos un poquito mal si se despedía de mí sin siquiera besar mi mano, ya que anteriormente con una reverencia para él era suficiente para hacerlo a pesar de que yo deseaba fervientemente que me robara por lo menos un beso en la mejilla.
-No es eso. – Dije nerviosa, sintiéndome acorralada por su cuerpo y por la puerta que estaba detrás de mí.
-¿Entonces? – Preguntó con esa maravillosa voz que se perdía en mis oídos y llegaba a mi cerebro provocando que todo lo que existía afuera se borrara por completo. - ¿Estás nerviosa? – Me preguntó. Yo asentí sin poder responder, mis piernas flaqueaban y él sonreía de una manera sensual, parecía un felino a punto de devorar a su presa y yo encantada me dejaría cazar por él. – No tienes por qué damita, solo quiero mi beso de buenas noches. – Dijo de nuevo, acercándose a mí de una manera lenta, como si temiera que yo evitara aquel contacto que comenzaba a ser necesitado por mi boca.
Archie me besó de manera lenta, como siempre lo hacía, comenzando a invadir mi boca con ternura, rozando con su lengua mis labios, recorriendo de manera pausada para después entrar en ella al buscar un hueco entre mis labios. Abrí la boca en respuesta a su súplica y pronto lo sentí como me llenó de él, comencé a sentirme acalorada y mi corazón parecía que quería salir de mi cuerpo, me abracé a él con fuerza al sentir que mis piernas habían perdido por completo su estabilidad. Él me sostuvo con sus fuertes brazos y yo sentí que aquel contacto me agradaba aún más, siguió besándome con intensidad, con ternura, lentamente y mi cerebro me pedía que no lo dejara ir que lo detuviera un poquito más para seguir disfrutando de sus caricias.
-Buenas noches. – Me dijo con una hermosa sonrisa, dejándome totalmente descolocada por su intenso beso de despedida, provocando que mi corazón siguiera acelerado y que mis piernas buscaran la manera de mantenerme de pie. Me agarré de la perilla de la puerta para poder sostenerme y él hizo aquella reverencia que hacía en el pasado, sin embargo ahora tomaba mi mano para besarla. El beso se sintió diferente, él sabía lo que estaba provocando en mí y se divertía con mis reacciones, con mis gestos, podía verlo en su rostro en cuanto me guiñó un ojo para después volver a posar sus cálidos labios sobre mi dorso, dejando una sensación ardiente en la parte que había besado.
-Hasta mañana. – Respondí con dificultad. Volvió a guiñar un ojo y se retiró una vez que se aseguró que yo entraba en mi habitación.
Caminé como si fuera por un camino blando y lleno de nubes, colocándome de golpe en la cama sin importarme por primera vez que no me había desvestido.
Momentos después pude ver que Candy venía caminando igual que yo, ambas dormiríamos de nuevo en la misma habitación, esto para tranquilidad de los padres de Archie y de Albert, quien decía que no podía confiar ciegamente en la caballerosidad de sus sobrinos.
-¿Estás bien Candy? – Le pregunté con travesura una vez que la vi sentarse junto a mí en la misma forma en la que yo había entrado, sabía que ella también mostraba un amor intenso y profundo por Anthony y me alegraba que fuera correspondida de la misma manera.
-¡Lo amo tanto Annie! – Me dijo suspirando realmente enamorada, jamás la había visto en ese estado y me imaginaba que ella sabía que yo estaba igual por Archie, la diferencia era que ella sí me había visto a mí suspirar por él, sin embargo ahora yo misma podía asegurar que estaba realmente correspondida.
-Y él te ama a ti Candy. – Le dije para que se diera cuenta que eso era evidente a la vista de todos los sentimientos que él demostraba por mi hermana.
-Archie también se ve muy enamorado de ti Annie. – Me dijo con travesura, con aquella complicidad que siempre habíamos tenido de niñas, con aquella confabulación que orquestábamos en nuestras travesuras pero que ahora la habíamos trasladado a nuestra vida amorosa. Continuamos hablando unos minutos más hasta que el cansancio nos venció por lo intenso que había sido este día.
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Los hermosos ojos de Annie me miraban iluminados, tenía un brillo tan intenso en sus azules que yo no podía evitar sentir aquel deseo que me despertaba su timidez y su inocencia, a pesar de que yo también era totalmente ignorante en el arte de amar, ella despertaba en mí una audacia que jamás me había imaginado pudiera desarrollar. Había despertado en mí al hombre que llevaba dentro y a pesar de que aún podía controlarlo no sabía cuánto tiempo más podría hacerlo. Recordaba a Stear y lo único que podía pensar era que debía aguantar hasta que la hiciera mi esposa, además de que la presencia de mis padres me detenía en pensar hacer otro tipo de movimientos, además ni mi prometida era todavía como para aventurarme a besarla como lo había hecho. A pesar de las pocas ocasiones que teníamos para hacerlo comprendía cómo mi hermano había caído a los encantos de su ahora prometida.
-¿Qué sucede Archie? – Preguntó Stear una vez que me alcanzó en el corredor.
-¡Que estoy enamorado Stear! – Le dije sin importarme que alguien más me escuchara gritarlo a los cuatro vientos, contrario a mi discreción en ese momento sentía ganas de gritar al mundo que Annie Britter había logrado adueñarse de mi corazón. Ni la presencia de mis padres lograría que yo callara mis sentimientos al saber que ellos aún no habían dado su consentimiento para nuestra relación.
-¿No me digas? – Preguntó Stear irónico, sabía que tanto él como todos se habían dado cuenta de los nuevos sentimientos que había desarrollado por aquella dama que en un principio solo me despertaba compasión y ternura.
-Te lo aseguro hermano, mis sentimientos por Annie son sinceros, la amo y deseo pronto convertirla en mi prometida. – Dije seguro de mis sentimientos, de mi futuro, no veía ahora a Annie lejos de mí, la necesitaba cerca y sabía que ella también necesitaba estar a mí lado de la misma forma que yo lo deseaba.
-Me alegra que por fin hayas comprendido que Annie es una joven muy valiosa. – Dijo de nuevo mi hermano con una gran sonrisa. Él había comprendido primero que yo que Candy no era para mí, así como tampoco había sido para él, siempre supimos que el amor de ella había sido de Anthony y que las cosas se habían dado de manera natural entre ellos, que jamás habían dudado uno y otro de sus sentimientos al sentirse verdaderamente correspondidos, tenía que reconocer que ellos siempre habían tenido una especie de conexión como un llamado de su corazón que los atraía uno al otro. Tal vez por ello mismo cuando la vi que estaba interesada en Terry yo no podía aceptarlo, ya que quería aprovechar la duda que veía en su comportamiento, una duda que jamás demostró por Anthony y que con aquel rebelde vi más de una vez.
-Siempre supe que era valiosa, Stear. Lo que pasa es que estaba ciego y no quería ver lo que tenía frente a mí. – Dije un tanto con melancolía. Ahora sentía que había perdido mucho tiempo de nuestra relación y a pesar de que la sociedad de Chicago y en el mismo San Pablo, todos creían que teníamos un noviazgo la realidad era que solo ella era la chica que Candy me había pedido cuidar.
-Pues me alegra que por fin lo hayas comprendido hermanito, no me gustaría tener un hermano solterón y amargado con la vida. – Dijo con gracia, son su característico sentido del humor, pero contrario a las otras veces yo no me sentí ofendido, al contrario reí la broma que él me hacía y hasta pude ver sorpresa en sus ojos al no esperar mi reacción, aquello me provocó reír más fuerte.
-No te preocupes hermano, te aseguro que soltero no me quedaré. – Dije palmeando su hombro para demostrarle que por primera vez no me había molestado por su broma.
Caminamos cada uno hasta nuestras habitaciones, cansados los dos igual que los demás, pero yo más que todos al igual que Annie y Albert ya que el viaje nos había dejado verdaderamente exhaustos, la llegada imprevista de nuestros padres y tener todavía que compartir con la familia de Stear nos había dejado hechos polvo, lo único bueno de todo es que pude despedirme de Annie de la manera que siempre había deseado hacerlo y que por la presencia de sus padres nos parecía a veces imposible de hacer.
ANTHONY
La mañana llegó y como siempre Candy y yo nos preparábamos para ir al centro, faltaba poco para celebrar la boda de Stear y todos los preparativos comenzaban a ser en la mansión, ya que el baile y el banquete principal se llevarían a cabo aquí mismo. Los nervios de Stear eran evidentes y al parecer no estaba rindiendo tanto en los negocios, sin embargo Archie y Albert habían puesto de su parte para comenzar a ayudarlo, podía darme cuenta lo indispensable que era para ellos ya que lo poco que yo podía ayudarles no hacía gran diferencia en los negocios ya que no tenía aún todos los conocimientos que ellos tenían, me llevaban ventaja a pesar de los años de estudio que yo había llevado por órdenes de la tía abuela, me faltaba experiencia y ni toda la astucia demostrada me hacía alcanzarlos de manera inmediata.
Aquella mañana Candy me había dicho que tenía que hablar con el Dr. Reynolds acerca de los nuevos ejercicios que quería comenzara a realizar para dejar las barras de equilibrio porque yo estaba desesperado por que diera su autorización para que pudiera moverme solamente con las muletas, ya que no me permitía que caminara sin ningún apoyo y yo quería estar en la boda de Stear de pie, sin embargo era muy poco el tiempo que tenía para sentirme completamente seguro de ello.
En el salón de ejercicios Terry y su prometida nuevamente discutían, no era que estuviera escuchando a propósito, sino que sus gritos se escuchaban perfectamente al tenerlos esta vez a mí lado. Yo me sentía algo tenso porque en todos estos días Candy no había tenido la oportunidad de ver a ninguno de los dos y ninguno al parecer la había visto a ella y tal vez en ese día era el momento que yo había estado esperando y al mismo tiempo temiendo.
-¡Te he dicho que no! – Dijo Terry una vez más, mientras su prometida volteaba apenada a todos lados para ver quien más había escuchado el reclamo del actor. La terapista se mantenía al margen de aquella discusión como era su costumbre y miraba a la joven con pena al igual que las muchas personas que no tenían reparo en escuchar lo que estaba sucediendo.
-Terry… - Dijo Susana realmente avergonzada por el comportamiento de su prometido. – Por favor… - Volvió a rogar para que este atendiera su petición.
-¡Tienes que levántate con las muletas si la prótesis te molesta! – Dijo de nueva cuenta, al parecer discutían una vez más por la manera en la que ella decidía llevar su rehabilitación.
-Pero no me siento segura. – Decía ella intentando hablar lo más bajo posible.
-¡Bien! ¡Haz lo que quieras! – Le dijo de nuevo molesto, comenzando a caminar hacia la salida de la sala.
-¡Espera Terry! – Dijo de nuevo angustiada. La enfermera que había estado ayudándola a realizar sus ejercicios salió también del lugar dejándola sola. Sentí pena por ella, no parecía una mala persona, sin embargo parecía que estaba llena de miedos e inseguridades. Me miró apenada y sonrió de lado. – No puedo caminar con las muletas. – Dijo como disculpándose conmigo.
-Es difícil e incómodo, sobre todo para tus brazos, pero poco a poco logras acostumbrarte. – Le dije contándole mi propia experiencia ya que yo mismo había batallado un poco para adaptarme, pero prefería eso a estar en la silla de ruedas.
-Prefiero usar la prótesis. – Dijo como insistiendo que esa era su decisión.
-¿Por qué tú prometido no quiere que la uses? – Pregunté tal vez siendo indiscreto, pero no comprendía el motivo por el cual él prefería las muletas, cuando tiempo atrás habían sido también motivo de su discusión.
-La prótesis me lastima el muñón de mi pierna. – Dijo apenada con la respuesta. Yo me sorprendí con su respuesta, sin embargo no comprendía el motivo por el cual ella prefería tener ese dolor que usar las muletas. – El doctor dice que es normal, que debo adaptarme pero Terry dice que buscará a un amigo para que se encargué de arreglarlo. – Dijo de nuevo dándome más explicaciones de las que yo había pedido.
-Tal vez deberías esperar a que lo haga. – Dije comprendiendo el motivo de la molestia de Terry.
-¡Es que yo quiero ir con la prótesis! – Dijo de nuevo con insistencia, como si yo tuviera que aceptar lo que ella decía, pude ver que era una joven voluntariosa y a la vez insegura de sí misma. - ¡Habrá mucha gente en el estreno! ¡No quiero ser la lisiada a la que todos tienen lástima! – Dijo explicando un poco más su proceder.
-Yo no conozco a tú prometido, pero puedo asegúrate que si él quiere que no uses algo que te lastima es porque está preocupado por tu bienestar. – Dije refiriéndome a la prótesis que quería usar a pesar de que la estaba molestando. – A veces es mejor dejar ir lo que nos lastima a pesar de creer que nos hace un bien. – Dije refiriéndome a su relación, sé que no era quien para darle consejos, pero podía ver que ninguno de los dos eran felices con sus vidas. Él estaba con ella a fuerza y ella quería mantenerlo atado a su lado, ninguno de los dos era feliz y a pesar de que sabía quién era él yo no le deseaba ningún mal.
-Es difícil desprenderse... – Dijo comprendiendo mis palabras a pesar de que no era de ello de lo que estábamos amando.
-Te comprendo, es difícil desprendernos de lo que amamos. – Dije como comentario, ella sonrió de lado y soltó una lágrima.
-Terry me ama. – Me dijo con una sonrisa nerviosa. Yo la miré sin responder a lo que me decía, yo no podía negar lo que ella creía y mucho menos aclararle lo que yo había visto con mis propios ojos.
-Yo también amo a mi prometida. – Dije más tranquilo de saber que ella no se había molestado por mi intromisión. – Más nunca le he gritado en público, la respeto y ella me respeta. – Dije seguro de que así era y no porque yo fuera perfecto o quisiera presumirlo, sino porque pensaba que aquella joven era al igual que Josephine, al igual que Terry, al igual que todos merecía recibir amor verdadero. Ella bajó su mirada apenada.
-¿Llevan mucho tiempo juntos? – Preguntó haciendo que una sonrisa apareciera en mi rostro al recordar a mi pecosa. Negué con mi cabeza en respuesta.
-No… pero llevo años amándola. – Dije simplemente sin dejar de sonreír, ella me miró con una mirada de añoranza. – La perdí por mucho tiempo, sin embargo tuve la oportunidad de volver a encontrarla y hemos iniciado nuestra historia de amor. – Expliqué a grandes rasgos, yo no quería hablar de más de la relación que yo tenía con Candy y mucho menos con ella, que tal vez pronto se enteraría quien era la persona de la cual yo estaba hablando.
-Felicidades. – Dijo con melancolía poniendo su mirada sobre las muletas y después sobre la prótesis que ella insistía en usar. – Él quería que dejara la silla de ruedas y usara las muletas, y yo no quería. – Dijo con tristeza, podía ver que estaba bastante perdida en sus decisiones y yo no podía evitar sentir pena por ella. – Después quería que usara la prótesis y a mí me lastimaba, pero ahora que yo quiero usarla él no quiere que lo haga. – Dijo de nuevo confundida.
-Si te lastima no tienes que usarla. – Le dije sincero. – Además no debe de importarte lo que diga la gente de ti, sino lo que tú misma piensas de ti. – Le dije de nuevo para que se valorara un poco más y reflexionara lo que estaba sucediendo en su vida.
Se levantó de su lugar con las muletas y comenzó a caminar no muy convencida de usarlas, se veía que le daba pena que la vieran con ellas y yo no podía más que comprenderla, sin embargo mi situación era diferente a la suya, ya que a pesar de que yo no podía caminar completamente por mí mismo, podría decir que al tener mis dos extremidades me era más fácil mantener el equilibrio.
La mañana transcurrió lenta y así cada uno de los días que faltaban para la boda de Stear, Candy continuaba ayudándome y yo podía caminar mejor con mis muletas. Había dejado de lado la silla de ruedas y comenzaba a desplazarme con mayor seguridad, lo único que no me había dejado de doler era la pequeña punzada que algunas veces me molestaba y se extendía por mi pierna.
-¿Cómo te sientes? – Me preguntó Candy al notar que una vez más aquella incomodidad me estaba afectando.
-Estoy bien. – Le dije con una sonrisa. Temía que aquel detalle me impidiera seguir con las muletas y me obligara a regresar a la silla de ruedas y la verdad era un artefacto que yo no extrañaba para nada.
-¿Seguro? – Preguntó de nueva cuenta, yo solo sonreí de lado, no podía ocultarle nada.
-¿Qué dijo el médico? – Pregunté una vez más para saber lo que había salido en los últimos estudios que había realizado el Dr. Reynolds.
-Quiere hablar con nosotros. – Dijo tranquilamente para que la siguiera, una sonrisa nerviosa se reflejó en su rostro, una sonrisa que me reveló que estaba nerviosa por lo que pudiera suceder. Yo sonreí para darle ánimo de que todo estaría bien.
-Adelante. – Dijo el Dr. Reynolds para hacernos entrar hasta su oficina. – Siéntense por favor. – Dijo levantándose de su lugar por la presencia de Candy. Él sonrió de manera despreocupada y eso hizo que yo me tranquilizara, por lo menos lo que tendría que decirnos no era tan malo como yo esperaba. - ¿Cómo te has sentido Anthony? – Dijo con mayor confianza, me agradaba que me tratara de esa forma ya que me hacía ver que realmente tenía aprecio hacia mí persona.
-Sigo con el mismo dolor. – Dije siendo honesto. Candy rápidamente enfocó sus ojos en mí y yo correspondí con una mirada tierna. El doctor solo asintió y ambos no sentamos frente a él.
-No tema señorita Candy. – Le dijo a mi prometida, él también se había dado cuenta del temor que ella tenía por mi salud. – Le puedo asegurar que lo que su prometido tiene no representará ningún problema para que le dé hijos. – Dijo de manera espontánea, haciendo que tanto Candy como yo nos pusiéramos de todos colores. Una pronta risa escandalosa proveniente del galeno nos sacó de nuestra confusión. – Tranquilos jóvenes, eso es algo normal en una pareja casada, y me imagino que ese ha sido el miedo constante que has tenido Anthony. – Me dijo directamente, yo sonreí delatando que era verdad lo que él decía. Candy me miró con ternura y tomó mi mano en señal de apoyo.
-Creo que a usted no lo puedo engañar doctor. – Le dije con cierta pena, sobre todo porque Candy estaba presente, sin embargo era buen momento de aclarar si lo que yo temía podría realmente pasar o solo eran conjeturas hechas por mi inexperiencia.
-Es completamente normal tu miedo Anthony, no eres el primero que teme eso, sin embargo eres de los pocos afortunados que puedo asegurar no tendrá problemas en su desempeño. – Dijo de nueva cuenta y mientras yo sentía un gran alivio Candy estaba cada vez más avergonzada por lo que comentaba el médico. – Así que no señorita Candy, su novio podrá corresponderle perfectamente el día de su noche de bodas. – Dijo con gracia, Candy volvió a colorear su rostro aún más intenso.
-¡Doctor! – Dijo mi hermosa prometida cubriéndose su rostro con una sola mano, ya que con la otra seguía sosteniendo la mía. Una gran carcajada se escapó del doctor y yo sonreí con ternura por la inocencia que ella poseía.
-Tranquila señorita, es usted muy blanca para ser enfermera. – Dijo refiriéndose a que la mayoría de las enfermeras que aquí laboraban eran más atrevidas que mi prometida. Yo sonreí con ternura viendo como su rostro comenzaba a bajar la intensidad de su color rojo. – Bien, ahora vamos a lo importante. – Dijo cambiando su semblante a uno más serio. Sentí como el agarre de Candy sobre mi mano se tensó al momento de decir aquello, yo acaricié su mano con mi contraria y ella me miró preocupada.
-¿Qué sucede doctor? – Preguntó Candy impaciente por saber los resultados de los últimos estudios.
-Desde los primeros estudios había visto algo que no me convencía del todo. – Dijo el médico iniciando a explicar lo que había visto desde un principio y más sin embargo no había expresado.
-Pero dijo que Anthony no tendría ningún problema. – Dijo Candy comenzando a impacientarse al igual que yo, sin embargo el verla tan preocupada por mí me obligaba a tranquilizarme para que ella no se desesperara aún más de lo que ya estaba.
-No es un problema grave Candy. – Dijo para bajar un poco su ansiedad. – Sin embargo pude ver que los estudios realizados al principio del accidente no mostraban una pequeña anomalía y que los actuales si la presentan. – Dijo una vez más, yo escuchaba atento para que me sacara de la duda que me generaba.
-¿Quiere decir que tengo aún más daño que al principio? – Pregunté confundido por lo que intentaba explicarnos.
-Nada que no se pueda remediar con ejercicios. – Dijo para mi tranquilidad. – En los últimos estudios pude ver que tienes una hernia de disco, una hernia que no tenías con los estudios que te habían realizado anteriormente, lo que me hace suponer que tuviste un accidente, y me refiero a un accidente reciente. – Dijo mirándome a los ojos para que yo hiciera memoria de cuándo pudo haber sucedido.
-Hace unos meses tuve una fuerte caída. – Recordé los días previos al compromiso de Candy, para ser más específico al día en el cual Candy me había descubierto.
-¡Es verdad! – Dijo Candy recordando también el día en el que ella me había atendido. – Lo encontré desmayado, sin embargo el golpe que tenía en su cabeza no parecía de cuidado. - Explicó recordando lo que había pasado antes de que nuestras vidas se encontraran de nuevo.
-Tal vez el golpe en su cabeza no. – Dijo el médico comprendiendo todo. – Pero al caer hacia atrás su cuerpo primero golpeó con su cadera y después con su cabeza y ahí fue cuando apareció esa hernia. – Dijo como conclusión. Candy bajó la mirada apenada al comprender que ella no había revisado mi columna aquella ocasión.
-No es tu culpa hermosa. – Le dije besando su mano con ternura. – Fue mi culpa por intentar ponerme de pie sin supervisión. – Dije sincero, ya que efectivamente mi necedad de ponerme de pie de manera repentina era lo que había provocado que yo tuviera aquella caída.
-¿Qué debemos hacer doctor? – Preguntó sin dejarme de ver a los ojos, los de ella estaban acuosos y yo sentía la necesidad de besarlos para secar sus lágrimas que comenzaban a inundar cada vez más aquella esmeraldas que yo tanto amaba.
-Debemos cambiar solamente los ejercicios que has estado realizando, ya que si bien te ayudan debemos complementarlos para fortalecer la columna y así pronto te recuperarás. – Dijo de nuevo con mayor ánimo, logrando que me tranquilizara aún más por aquella solución que había encontrado.
-¿De verdad? – Preguntó Candy emocionada por lo dicho por el doctor.
-De verdad Candy, no te preocupes tu prometido podrá caminar sin ningún problema, en menos de un año él volverá a ser el mismo que fue antes del accidente a caballo. – Dijo realmente convencido de que así sería. – Veo que ya dominas las muletas. – Me dijo de nuevo refiriéndose al par de aparatos metálicos que tenía enseguida de mí.
-Me siento más seguro. – Dije con una sonrisa. Él asintió de la misma forma.
-Me alegra, pronto usarás el bastón por unos meses y después podrás caminar al altar sin ayuda de nadie. – Dijo seguro de que así sería.
-¿Entonces no hay problema con que siga utilizando las muletas? – Preguntó Candy, ya que ella estaba aún insegura de que yo hubiera decidido no utilizar la silla de ruedas dentro del centro.
-Las puede usar sin problema, pero si les recomiendo que no dejen del todo la silla de ruedas, sobre todo cuando requieran hacer largos recorridos, esto es solo para evitar algún contratiempo. – Dijo de nuevo con una sonrisa. La seguridad que demostraba el Dr. Reynolds me animaba bastante a confiar en que pronto volvería a caminar por mí mismo.
Salimos del centro tranquilamente, Candy caminaba a mi ritmo y pronto nos dirigimos hacia la mansión. Jackson manejaba y como siempre tomaba el mismo rumbo hasta la mansión. Él teatro anunciaba en letras brillantes el próximo estreno de la obra de Terry y yo miraba a Candy fijamente.
-¿De verdad no quieres venir al estreno? – Pregunté para ver si quería ir a verlo en el debut de su obra. Candy negó de nueva cuenta.
-No…, además es el mismo día de la boda de Stear. – Dijo con una hermosa sonrisa. – Y yo prefiero estar con mi príncipe. – Agregó acercándose más a mí, buscando refugio entre mis brazos. Yo la abracé con un largo suspiro, llenándome del perfume de su cabello. – Te amo Anthony… - Me dijo mientras me apretaba con sus manos, como si yo fuera a ir a algún lado y ella quisiera impedirlo. – Mucho te amo… - Volvía a decir con ternura. Sus palabras me llenaban de ilusión y alegría.
-Yo también te amo Candy… y mucho… - Le dije mientras la besaba en la frente, deseando estar completamente solos para volver a tomar sus labios para mí. – Y no sabes cómo deseo estar a solas contigo. – Le dije al oído, provocando que su piel se erizara al escuchar lo que le decía.
-Yo también… - Me dijo cerrando sus ojos, suspirando, entreabriendo sus labios para que yo los tomara. Me atreví a besar de nuevo su boca de manera casta, lenta, sintiendo realmente impotencia por no poder besarla como sentía necesidad de hacerlo.
Jackson era una persona discreta, sin embargo yo no quería que Candy fuese señalada a pesar de las ganas que tenía de besar su boca una y otra vez. Extrañaba las noches en las que nos quedábamos a solas en la mansión y podíamos demostrarnos nuestro amor sin el temor de que alguien nos vigilara.
-¿Estás listo para ver a tu papá? – Me preguntó una vez que la dejé de besar. Yo sonreí por la manera en la que intentaba distraerme de mis deseos, una manera que creía ella también estaba evitando sentirse arrastrada por nuestra pasión.
-Estoy listo mi amor. – Le dije ilusionado al recordar que al día siguiente llegaría mi padre, justo para la boda de Stear.
-¿Quieres que vaya contigo? – Preguntó como si fuera opción el no hacerlo.
-Sabes que siempre quiero que estés conmigo. – Le dije muy cerca de sus labios. Ella me sonrió ilusionada y no pude aguantar más mis ganas de besarla.
Comencé a besarla de manera lenta, sensual, introduciendo mi lengua en sus labios, aprovechando que Jackson se había bajado del automóvil al momento que llegamos a la mansión. Ella me correspondió de la misma manera y ambos nos perdimos por unos pocos segundos en nuestros intensos besos, tan necesitados uno del otro que no nos /importó dejar que el pobre de Jackson nos esperara de pie hasta que termináramos de darnos afecto.
Continuará…
Hola hermosas, muchas gracias a las que continúan leyendo. Gracias por continuar pendiente de cada una de las actualizaciones, espero este capítulo también haya sido de su agrado y sino fue así por lo menos que se hayan entretenido y divagado un poco.
TeamColombia. Hola hermosas, así es escribir es un buen aliciente para mí, sin embargo en estos momentos me está tomando más trabajo hacerlo. Espero entiendan si algo no está como me gustaría estuviera. Gracias por leer y comentar como siempre. Les mando un fuerte abrazo.
Cla1969. Ciao, anzi, grazie per continuare a leggere e soprattutto per avermi lasciato un commento. Il mal di schiena di Anthony sarà presto rivelato su cosa gli è successo e cosa lo ha causato. Grazie per il commento bellissimo.
lemh2001. Hola hermosa muy bien recibido tu abrazo! gracias por tus lindas palabras como siempre agradezco que me dejes un comentario acerca de las historias y en especial en este te agradezco triple por cada una de tus intenciones. Me alegra saber que analizas la historia y cada una de las situaciones que plasmo, me gusta que lo hagas y comentes qué te gustó más de cada uno de los capítulos, créeme que para mí es algo que me distrae bastante el pensar en otra cosa en estos momentos. Te mando un fuerte abrazo y como siempre espero el análisis de este capítulo.
Silandrew. Hola hermosa, te respondí en privado el mensaje pero si no lo has visto quiero decirte que no te preocupes por no saber qué decir en estos difíciles momentos, es inevitable quedarnos sin palabras ante un hecho que no deseamos a nadie y más cuando uno mismo revive el dolor que permanece constante en nuestros corazones. Agradezco tu empatía y tus palabras y te mando un fuerte abrazo sincero por el dolor que aún prevalece en ti por tu pérdida. Por otro lado me alegra que te guste el avance de la historia, te confieso que ahora la veo más lejana a terminar y se me está haciendo interminable, jamás imaginé que lo que había escrito quedara tan largo espero no les enfade XD por lo pronto transcribo del cuaderno a la computadora y sigo sin terminar de hacerlo, pero prometo no dejarlo atrás. Te mando un fuerte abrazo amiga.
Mayely León. Hola amiga, gracias por tus palabras. Me alegra que te hayan gustado los dos capítulos, y como siempre te agradezco leer y comentar. Créeme que tus palabras de aliento son bien recibidas y a pesar de ser a la distancia tocan mi alma. Gracias por leer hermosa.
Rose1404. Hola hermosa, estoy bien Gracias a Dios, adaptándome a una nueva realidad que a veces parece irreal. Espero que estés muy bien al igual que tu bebito hermoso. Que bueno que te gustó el capítulo, espero que este también sea de tu agrado. Te mando un fuerte abrazo doble hermosa.
María José M. Hola hermosa, no te preocupes tus palabras son bien recibidas, creo que ahora sí muchas comprenderán el motivo por el cual no me gusta tanto el drama y mucho menos las enfermedades es por ello que trato de hacer historias menos dramáticas. Gracias por tus palabras y por seguir leyendo, ojalá pronto alguna de las escritoras atrapen de nuevo tu interés con otra historia. Te mando un fuerte abrazo hermosa.
Muchas gracias a todas las personas que leen y no se atreven a dejar un comentario, ojalá un día se animen a hacerlo para saber su opinión al respecto. Gracias a las que leen y comentan, agradezco su tiempo verdaderamente. Les mando a todas un fuerte y cálido abrazo.
GeoMtzR
09/10/2022.
