N/A: Hola! :)

Un poco tarde pero seguro hehe así que aquí está el siguiente capítulo de las Sombras del Pasado. Como nuestros amados personajes definitivamente ya necesitaban de momentos felices y tranquilos ahora acompañaremos a los Elric a Resembool! Y no mucho después Roy y Riza también estarán encaminados al mismo camino ;) Aunque… aún hay cierta conversación pendiente con Pinako…

Esperamos que disfruten de este capítulo y como siempre muchas gracias por seguir esta historia! No duden en dejarnos sus comentarios al respecto.

Saludos!

Golden y Flame

Disclaimer: Los personajes de Fullmetal Alchemist no nos pertenecen. Sólo estamos divirtiéndonos con ellos.


Capítulo 29. Regreso a Resembool

"¿Estás bien?" Preguntó Ed.

"Phew.. estoy cansado." Dijo Al mientras se acomodaba en los troncos en los que se acababa de sentar. "No tenía idea de que mis músculos estarían tan fuera de forma."

"¿Quieres que te cargue?"

"No, así está bien. Quiero caminar a casa con mis propias piernas." Dijo Al con una sonrisa.

Ed le devolvió la sonrisa.

"Me tomaré mi tiempo para llegar a casa. Puedes adelantarte, si quieres."

Ed mantuvo su sonrisa mientras echaba un vistazo a la casa amarilla que los esperaba y que ya podían ver a lo lejos. "No. Nos fuimos de casa juntos y regresaremos juntos."

Al siguió sonriendo mientras se inclinaba ligeramente hacia atrás para que su rostro pudiera ver el cielo. Estaba tan azul y lleno de nubes que seguramente era una de las mejores vistas que Al había visto desde que salió del hospital. Cerrando los ojos, Al inhaló profundamente. El aire se sentía tan puro y la brisa era tan agradable que lo hacía sentirse muy feliz por estar en camino a casa en su propio cuerpo.

Ed volteó hacia donde se encontraba su hermano lo que provocó que su sonrisa creciera. A pesar de las dificultades médicas y las extenuantes sesiones de terapia física, Al se la vivía sonriendo y eso siempre provocaba lo mismo en él. Había extrañado tanto la sonrisa de su hermanito que ahora no podía cansarse de verla. Había sido difícil y muchas cosas habían sucedido pero finalmente todo parecía estar volviendo a la normalidad. Quizás hubiera perdido su alquimia pero ya se las arreglaría. La alquimia le había facilitado muchas tareas pero, aunque la extrañaría, nada era más importante que tener a su hermano a su lado en esos momentos.

Apartando su vista de su hermano, Ed echó un vistazo a sus alrededores. A pesar de su espíritu aventurero, Ed siempre había tenido una sensación de paz y tranquilidad cuando estaba en Resembool. Era un pueblo muy pequeño que crecía muy lentamente pero sus amplios espacios verdes era algo que, sinceramente, amaba. No lo había pensado antes pero, aunque le encantara viajar, Ed se estaba dando cuenta de que, si se quedaba quieto en un lugar, ese tendría que ser Resembool al fin y al cabo las personas que le hacían sentir que tenía un hogar (además de Al) estaban ahí.

Ed se metió las manos en los bolsillos mientras pensaba. Bueno siempre había considerado a la abuela Pinako y a Winry como parte de su familia y, aunque le había costado darse cuenta de ello, ellas se habían convertido en su hogar. Aunque… ¿se podía tener más de un hogar? En un inicio no había sido su decisión pero sin duda el tiempo que pasó en el departamento de Roy fue realmente agradable. Jamás se hubiera imaginado que viviría bajo el mismo techo que el Coronel pero todo resultó mejor de lo que jamás hubiera creído. Si era sincero consigo mismo, extrañaría desayunar con él y las pláticas que tenían cuando Roy regresaba del trabajo. Además, aunque las circunstancias no le permitían tanto contacto con Riza, también extrañaría aquellas tardes en las que la iba a visitar o aquellas ocasiones en las que ella llevaba la cena para los tres al departamento de Roy. Hacía unos meses no podía terminar de asimilar la idea de su verdadero origen pero ahora se daba cuenta de que, en cierta manera, también tenía un hogar ahí donde estuvieran Roy y Riza, sus padres biológicos.

"¿Hermano?" Al sacó a Ed de sus pensamientos.

"¿Hmm?" Dijo Ed mientras bajaba su mirada hacia su hermano.

"Los extrañas, ¿cierto?"

"¿Qué? Apenas estuvimos con ellos ayer." Al enarcó una ceja y eso bastó para que Ed dijera la verdad mientras se rascaba la nuca ligeramente avergonzado. "Bueno… un poco."

"Siempre podemos ir a visitarlos además de que pronto vendrán a vernos." Dijo Al con una sonrisa.

"Sí." Ed también sonrió.

Al se puso de pie y lentamente quedó un paso por delante de su hermano mientras que Ed recogía su maleta. "Será la oportunidad perfecta para que le presentes formalmente a sus suegros a Winry."

Ed dejó caer la maleta mientras su rostro se sonrojaba. "¡Al! Ella no es mi novia ni nada por el estilo."

Al lo miró por encima de su hombro con una sonrisa sabionda. "¿Seguirá así por mucho tiempo?" Al pudo notar cómo Ed tragaba saliva lo que lo hizo reír un poco antes de seguir caminando.

Ed dejó que Al se adelantara un par de pasos mientras llevaba una mano al bolsillo de su pantalón. Sorprendentemente había logrado conservar los aretes de Winry durante todos los enfrentamientos del día Prometido. Quizás ella lo golpearía por no habérselos devuelto cuando la vio hace un par de meses pero, aunque la idea había cruzado su mente, no se sintió capaz de separarse de los pendientes. Durante los meses posteriores a lo sucedido en Baschool, los aretes de Winry le habían recordado la promesa de volver a encontrarse pronto. El reencuentro había tardado demasiado pero, en cierta forma, la esencia y el recuerdo de Winry lo acompañaron a través de esos aretes por lo que, ante la idea de enfrentarse a los homúnculos, quiso conservarlos con ellos como una especie de amuleto y un recordatorio de que Al y él iban a regresar a su hogar, con Winry y la abuela Pinako.

Ed bajó ligeramente su mirada mientras se concentraba en la sensación de sus dedos al tocar los aretes. Por mucho tiempo lo había negado pero ahora ya no podía seguir haciéndolo. Estaba completamente enamorado de Winry Rockbell. Ahora la cuestión era si sería capaz de hablarle de sus sentimientos. Siempre que Al lo molestaba con Winry parecía que su hermano menor estaba seguro de que Winry aceptaría sus sentimientos pero ¿qué garantía tenía de ello? ¿Qué tal si ella no lo veía de esa manera? Winry, Al y él habían crecido juntos por lo que su amistad y cariño mutuo era innegable pero ¿qué tal si él terminaba arruinando su amistad al intentar aventurarse en un nuevo tipo de relación con Winry?

Suspirando, Ed devolvió su vista al frente y sonrió al pensar que ya estaban más cerca de su destino. Las dudas respecto a Winry seguirían pero no quería ahondar en ello en esos momentos. En algún punto tendría que decidir si le hablaría o no de sus sentimientos a su amiga de la infancia pero trataría de no enfocarse en eso por ahora. El simple hecho de que él y su hermano pronto estarían reunidos con su familia en su hogar lo hacía muy feliz y quería disfrutar de la experiencia por completo. Además… también estaba ansioso por ver el resultado de su promesa a Winry.

Con esos pensamientos en mente, Ed volvió a tomar la maleta y reanudó su caminata para alcanzar a Al, quién ya le llevaba unos cuantos pasos de ventaja.

Al, por su parte, había notado que su hermano se había quedado quieto y pensativo por unos segundos pero decidió darle esos momentos para sí mismo. No tenía duda de que debía estar pensando en Winry ya que su mano izquierda estuvo en su bolsillo por unos instantes. A lo largo de los dos meses que habían transcurrido desde el día Prometido, Al había descubierto que su hermano continuamente jugueteaba con los aretes de Winry cuando creía que nadie lo estaba viendo. Ed nunca le dijo que él tenía los pendientes de Winry pero Al los había reconocido en el instante que los notó en la mano de su hermano poco antes de que ambos se separaran en Baschool.

El incremento en la frecuencia del nuevo hábito de su hermano y la mirada que tenía cuando lo hacía, hicieron que Al se diera cuenta de que Ed finalmente se había dado cuenta de lo enamorado que estaba de Winry. A Ed le había tomado bastante tiempo descubrirlo así que seguramente también se tomaría su tiempo para confesarle sus sentimientos a Winry. Si algo había aprendido Al respecto a Ed y Winry es que tenía que tener mucha paciencia con ellos, así que ahora era todo un experto en el tema. Además, observar sus comportamientos y reacciones mientras lidiaban con sus sentimientos cuando interactuaban era entretenido así que su tiempo en Resembool seguramente sería de lo más divertido.


Winry se encontraba en la cocina lavando los trastes del desayuno. Su abuela había ido al centro del pueblo a hacer un pedido de partes para automail y de paso dijo que aprovecharía para ir a visitar a algunos de sus viejos amigos así que sólo se encontraban Den y ella en la casa.

Mientras enjuagaba un plato Winry dejó escapar un suspiro. De acuerdo a los informes que llegaban a Resembool gracias a las transmisiones de radio y los periódicos que llegaban semanalmente al pueblo, Amestris estaba entrando en una nueva época de estabilidad en la que el gobierno estaba recuperando la fe de sus ciudadanos y eso era un alivio dado que los primeros reportes tras los acontecimientos del día Prometido habían sido alarmantes pues se habían anunciado que varios soldados habían muerto.

El primer reporte preliminar que había sido emitido en la radio al día siguiente de los acontecimientos había dejado a Winry con cierta sensación de desasosiego al no tener la certeza de que Ed y Al estaban bien pero, afortunadamente, esa preocupación fue calmada esa misma tarde cuando recibió una llamada de parte de Ed. El simple hecho de escuchar su voz hizo latir intensamente su corazón. La llamada fue un tanto breve al más puro estilo de Edward Elric pero en esa conversación Ed preguntó por ella y Pinako y después le aseguró a Winry que tanto él como Al estaban bien pero que probablemente tardarían en regresar a Resembool porque aún tenían que arreglar varias cosas.

Justo cuando Winry estaba debatiéndose sobre si debía preguntarle o no acerca de sus cuerpos, Ed comenzó a despedirse asegurándole que todo estaba bien pero que habían más personas que necesitaban usar el teléfono. Winry se despidió rápidamente antes de que la llamada fuera cortada, quedándose algunos minutos con la bocina pegada a su oído simplemente escuchando el ruido de la línea telefónica. Ed se había escuchado un tanto cansado pero su voz sonaba aliviada y feliz así que Winry confiaría en que todo había salido bien tal y como Ed se lo había dicho. Además, sin que ella se lo preguntara, Ed le había asegurado que Al y él irían a Resembool con ella y Pinako como si fuera lo más natural del mundo… como si reconociera que ahí estaba su hogar. Esa realización la hizo sonreír y, aunque le inquietara un poco no tener la certeza de cuándo podría ver a los Elric, ella esperaría pacientemente por ellos porque estaba más que ansiosa por verlos, aunque eso significara tener que regalar los pays de manzana que horneaba prácticamente cada semana.

Winry cerró la llave del agua y volteó a su lado izquierdo, dónde se encontraba una encimera con una cesta de manzanas frescas en ella. Ojalá llegaran pronto.

Los pensamientos de Winry fueron interrumpidos por los alegres ladridos de Den. En un inicio pensó que su abuela había regresado pero, al notar que Den seguía ladrando sin parar, se dio cuenta de que debía ser alguien más ya que Pinako no solía dejar ladrando tanto tiempo a su mascota.

¿Quién podrá ser? Secándose las manos con una pequeña toalla que se encontraba en un gancho por encima del lavabo, Winry se encaminó a la entrada de la casa dejando la toalla en la mesa de la cocina. Justo cuando pasaba por la parte en la que se encontraba el tablero de corcho con las fotos, una risa llegó a sus oídos lo que a su vez provocó que su corazón se acelerara. Son ellos. La risa era sin duda alguna la de Al pero se escuchaba ligeramente diferente. Motivada por la certeza de saber que Ed y Al estaban de vuelta, Winry avanzó a paso apresurado hasta que su mano se posó en el pomo de la puerta de la entrada. Cerró los ojos por un momento antes de abrirla.

La vista que la recibió fue la presencia de las dos personas que más deseaba ver en esos momentos. Ed y Al estaban a unos cuantos pasos de los escalones del pórtico de la casa y ambos la vieron de inmediato en cuanto la puerta se abrió. Den seguía ladrando y brincoteando alrededor de los hermanos recargando continuamente sus patas en las piernas de Al… sus piernas de carne y hueso.

Winry se quedó congelada por unos instantes mientras observaba a los Elric atentamente. Al… Al tenía su cuerpo de vuelta. Habían pasado varios años desde la última vez que pudo ver el rostro del menor de los Elric pero sin duda alguna era él. Tenía la misma mirada dulce de siempre e incluso tenía un corte de pelo bastante similar al que usaba en su niñez. Su cuerpo se veía delgado y tenía un bastón sujeto por su mano derecha y, aunque había algunas gotas de sudor que brillaban en su frente, su expresión denotaba una enorme alegría.

"Hey, Winry." Ed rompió el breve silencio saludándola con su mano derecha… y no había ningún brillo metálico en ella. Era una mano de carne y hueso al igual que el cuerpo de Al.

"Estamos en casa." Dijeron a coro ambos hermanos mientras portaban amplias sonrisas en sus rostros.

Las palabras de los chicos sacaron a Winry de su trance. "¡Ustedes! ¡¿Cuántas veces les he dicho que llamen antes de que-?!" Ella los comenzó a regañar al recordar el tiempo que había transcurrido desde la llamada de Ed pero el resto de sus palabras se atascaron en su garganta por lo que tuvo que hacer una pausa mientras comenzaba a sentir un ardor en sus ojos. "Antes de que-" Winry no pudo continuar ya que el ardor dio paso a las lágrimas por lo que no quiso esperar más y corrió la pequeña distancia que la separaba de los hermanos para poder abalanzarse sobre ellos.

En esos pocos segundos Ed y Al se prepararon para recibir el abrazo de Winry por lo que ambos extendieron sus brazos sin importarles caer al suelo ante la fuerza del impacto mientras Winry se aseguraba de atraerlos hacia ella con un brazo colocado fuertemente en los hombros de cada uno mientras sus lágrimas seguían fluyendo libremente.

Si algo había descubierto Ed en relación a Winry, es que no le gustaba verla llorar. Su corazón siempre se estrujaba cuando veía su rostro lloroso y un sentimiento de impotencia lo llenaba por dentro por no saber qué hacer para hacerla sentir mejor. Sin embargo, en esta ocasión cuando Winry levantó su rostro para mirarlos fijamente mientras les decía Bienvenidos, idiotas, Ed decidió guardar esa imagen en su mente. Por primera vez las lágrimas de Winry parecieron hacerla resplandecer junto con la alegría que éstas representaban porque el brillo de sus lágrimas combinaba perfectamente con sus mejillas sonrojadas y la enorme sonrisa que ella les regaló a ambos. Sin duda alguna, no había mejor manera de regresar a Resembool.


Como era de esperarse, la bienvenida de los Elric a Resembool fue simplemente maravillosa. Las risas, abrazos y algunas lágrimas estuvieron presentes en todo momento. Incluida Pinako, quien derramó algunas lágrimas aunque estuviera diciendo todo el tiempo que era culpa del tabaco que estaba fumando.

Después de la recepción inicial en la que Winry y Pinako examinaron embelesadas a Al y el brazo derecho de Ed, Pinako se retiró a la cocina para preparar una comida especial para seguir celebrando. Winry se le unió poco después tras darle un golpe en la nuca a Ed por no haberle vuelto a llamar desde aquella llamada poco después del día Prometido. Ed refunfuñó diciendo que no quería arruinar la sorpresa y, para desconcierto del mayor de los Elric, Winry sonrió y le dio un beso en la mejilla agradeciéndole por haber cumplido su promesa para posteriormente darse la media vuelta para dirigirse a la cocina a preparar un pay de manzana, dejando a Ed completamente sonrojado y a Al intentando contener la risa ante la expresión de su hermano.

Mientras las Rockbell preparaban la cena, Ed aprovechó para comenzar a desempacar las cosas de su maleta en la habitación que Pinako ya tenía preparada para ellos mientras que Al se quedaba en el sillón jugando con Den, quien no se había querido separar de él desde que lo había reconocido.

A pesar de la innegable alegría que había llenado el hogar Rockbell durante todo el día, tras terminar la cena, Pinako encendió una vez más su pipa y se aclaró la garganta en clara señal de que tenía algo importante que decir. Cuando tuvo la atención de los tres jóvenes, Pinako les dijo que había algo que tenían que saber ante lo que Winry bajó levemente su mirada preocupando a los dos Elric. Tras un suspiro, Pinako les informó que Van Hohenheim había muerto frente a la tumba de Trisha un par de días después del día Prometido.

Se hizo un silencio en la habitación hasta que los sollozos de Al lo rompió. Winry inmediatamente fue a su lado y le frotó la espalda mientras que Pinako trataba de tranquilizarlo diciéndole que su padre había muerto con una sonrisa en su rostro.

Ed, por su parte, se quedó paralizado por unos momentos. No sabía cómo sentirse al respecto. Por años había cargado con un enorme resentimiento hacia Hohenheim pero ahora que conocía su historia y el papel que había jugado para que él se terminara volviendo un Elric lo había comenzado a ver de manera diferente, lo que le estaba ayudando a enterrar ese sentimiento negativo para intentar abrirse a la posibilidad de conocerlo mejor. Cielos… incluso lo había llamado 'papá' sin darse cuenta de que esa sería la última vez que lo haría. En cierta forma era reconfortante pensar que no le había negado esa alegría a su padre pero saber que Hohenheim ya no estaba en este mundo era algo difícil de asimilar. Ciertamente se había dado cuenta de que, tras la batalla del día Prometido, el aspecto físico de su padre se veía sumamente deteriorado pero al final de cuentas creyó que los rezagos de la piedra filosofal lo ayudarían a recuperarse, quizás mucho más lento de lo normal pero tenía la esperanza que así sería… esperanza que en ese momento se había hecho pedazos.

A pesar de que sus oídos parecían zumbar mientras asimilaba la noticia, Ed alcanzó a escuchar que Hohenheim había sido enterrado al lado de su madre por lo que se levantó abruptamente de su silla y salió corriendo de la casa sin importarle los gritos que le pedían que se detuviera.

Ed corrió con todas sus fuerzas aunque su pecho resintiera la acelerada carrera. Sus zapatos se ensuciaron al pasar por un charco de lodo cerca de uno de los pozos cercanos pero no dejó que eso lo detuviera hasta que llegó a su destino: El cementerio.

Recargando sus manos en sus rodillas mientras recuperaba el aliento, Ed echó un vistazo desde su posición en la entrada del cementerio, dándose cuenta casi de inmediato que, efectivamente, la tumba de su madre ahora tenía un compañero a su lado derecho.

Una vez que recuperó el aliento, Ed avanzó lentamente hasta estar frente a la tumba de su madre, arrodillándose en medio de las dos tumbas. Extendió sus dedos hacia la tumba de su madre para pasarlos por encima del nombre de Trisha Elric y después, con mano temblorosa, hizo lo mismo con la de Van Hohenheim.

Con una sonrisa triste comenzó a hablar en voz baja. "Justo cuando creí que podríamos pasar algo de tiempo contigo, papá bastardo." Suspiró y miró la tumba de su madre. "Supongo que tenías razón, mamá. Papá será todo un bastardo pero… creo que lo estaba juzgando prematuramente. Sus habilidades parentales pueden dejar mucho que desear pero tú y él me salvaron la vida y me cuidaron cuando mi mamá… bueno… ya sabes ¿mamá Riza?" Ed se encogió de hombros al no saber bien cómo referirse a cada una de sus mamás. "Bueno, el punto es que tú fuiste la mejor mamá que pude haber tenido y eso que no llevo tu sangre. Creo que la Teniente también es una persona maravillosa y estoy dispuesto a convivir y conocerla mejor tanto a ella como al idiota del Coronel." Regresó su mirada a la tumba de Hohenheim. "Tal vez no pueda llamarte el mejor padre del mundo pero gracias… gracias por salvarnos a mí y a mi madre y por ayudarnos a salvar a todo Amestris." Suspiró pesadamente. "No esperaba que esto sucediera tan pronto pero…" Sonrió ligeramente. "Al fin puedes descansar ¿no, viejo? Así que más te vale que lo disfrutes y… no sé si sea posible… Cielos, ni siquiera es plausible que puedan escucharme pero si hay alguna posibilidad más te vale que vayas a ver a mamá. Te ha estado esperando mucho tiempo así que no la hagas esperar más ¿de acuerdo?" Un par de lágrimas se le escaparon y rápidamente las limpió con su brazo antes de ponerse de pie. "Bien, será mejor que me vaya. Al me va a matar por haberme adelantado pero prometo venir con él pronto." Sonrió cariñosamente mientras veía la tumba de su mamá. "Muchas gracias por todo, mamá. Lamento haberle causado tantos problemas a Alphonse pero te prometo que lo cuidaré mucho y que le conseguiré toda la comida que quiera." Dijo con una ligera risa. "Y tú." Volteó hacia la tumba de Hohenheim. "Supongo que también gracias." Suspiró. "Regresaré pronto, papás."

Con una última sonrisa Ed se dio la media vuelta y emprendió el camino de vuelta al hogar Rockbell, procurando pasarse un par de veces más el brazo por el rostro dado que algunas lágrimas siguieron escapándosele a lo largo del camino. Desafortunadamente no todo podía ser alegrías tras los sucesos del día Prometido pero ahora tenía a su hermano de carne y hueso con él, a su familia en Resembool y a su familia en Central. No estaba solo y esperaba que, en compañía de todos, pudiera disfrutar al máximo de cada experiencia nueva que la vida le trajera.


Aunque Ed esperaba que le llamaran la atención por haber salido de la casa como lo hizo la primera noche que estuvo ahí, Winry lo recibió con un abrazo y Al, con una sonrisa triste, le preguntó si las tumbas de sus padres estaban limpias. Ed sólo pudo asentir antes de que los tres amigos compartieran un abrazo grupal en el que Al aprovechó la oportunidad para susurrarle a Ed que estaba feliz de que hubiera hecho las paces con su padre. Ed se separó un poco para despeinar a su hermano menor mientras le sonreía un poco y le respondía Yo también.

Al día siguiente ambas familias salieron al cementerio para visitar las tumbas de sus familiares y así poder llevarles flores frescas. Una vez que lo hicieron y cada uno dio sus respetos, Pinako y Winry se adelantaron a casa para darles un tiempo a solas a los Elric. Ambos hermanos pasaron casi una hora ahí entre el silencio y un poco de charla casual acerca de sus padres. Al terminar, aún sentían tristeza al saber que ninguno de sus padres seguía en este mundo pero a la vez salieron del lugar sintiéndose más tranquilos. Quizás ni Trisha ni Hohenheim estuvieran ahí pero se tenían el uno al otro, habían pasado por las buenas y por las malas juntos y ahora les tocaba disfrutar juntos de este tiempo de tranquilidad después de todas las cosas que habían vivido.

El día siguiente a la visita al cementerio, Ed se alegró de tener a su hermano a su lado ya que había llegado el momento de informarle a Pinako que Riza y Roy tenían la intención de ir a visitarlos ese fin de semana. Por un momento creyó que ella le lanzaría su pipa a la cabeza pero tal vez la presencia de Al hizo que desistiera de la idea. En cambio, suspiró y se sentó en uno de los sillones de la sala antes de hablar.

"Debí suponer que vendrían. Desde que esa mujer me llamó tuve la impresión de que algún día vendría a verme."

"¿Entonces estás de acuerdo con que vengan?"

Pinako se puso seria. "¿Qué harías si te dijera que no quiero tenerlos en esta casa?"

Ed se sorprendió ante la repentina seriedad de Pinako pero rápidamente compuso su expresión y respondió con voz firme. "En tal caso sería mejor que buscara otro lugar para quedarme."

Winry y Al lo vieron con expresión sorprendida pero antes de que pudieran comentar al respecto Pinako lanzó su pipa a la cabeza de Ed.

"¡Ouch!"

"Mocoso tonto." Dijo Pinako antes de relajar sus facciones y sonreír. "Esta es tu casa." Miró por un momento a Al. "De ambos. El que tenga que lidiar con visitantes indeseables es, desafortunadamente, parte del paquete."

Ed se sobó la cabeza y sonrió por un momento dándose cuenta del cariño de Pinako. "Abuela, no son tan malos como crees."

"Es cierto, ambos son buenas personas e incluso arriesgaron su vida para salvar a todos en el día Prometido." Corroboró Al.

"Dame mi pipa, muchacho." Dijo Pinako extendiendo la mano hacia Ed. El chico la recogió, le dirigió un ceño fruncido al objeto y se la dio a la abuela. "Con Riza tenemos pendiente una charla." Limpió un poco su pipa antes de comenzar a llenarla de tabaco. "Debo de admitir que me sorprendió la aparente sinceridad con la que hablaba de su arrepentimiento por haberse separado de ti." Miró a Ed antes de encender su pipa. "Tal vez me precipité al juzgarla pero no podré estar del todo segura hasta que hable con ella. Así que…" Suspiró. "Supongo que no tengo más opción más que recibirla en esta casa."

Ed sonrió. "Gracias, abuela." Hizo una pausa. "Eh… ¿y qué hay del Coronel?"

Pinako resopló. "Conociéndolo no podré detenerlo y entrará a la casa lo quiera o no."

Ed se dio una palmada en la frente. "Maldito bastardo impaciente." Murmuró antes de retomar su volumen normal de voz. "Entiendo que el Coronel no siempre es muy brillante, bueno en realidad casi siempre se comporta como un grandísimo idiota…"

"Ed, sé más respetuoso con tu padre." Lo regañó Winry.

Ed se encogió de hombros. "El punto es que a ese bastardo le gusta utilizar muchas fachadas pero en el fondo es alguien que se preocupa por los demás. En realidad, estuve quedándome en su departamento mientras Al se recuperaba." Le confesó Ed a Pinako ya que a Winry se lo había contado el primer día cuando ella los bombardeó de preguntas acerca de lo que habían estado haciendo durante los últimos meses. Suspiró y continuó. "Y debo de admitir que no estuvo tan mal."

"¿Tan mal? Pero si siempre me contabas emocionadamente lo que habían revisado o platicado después de la cena cuando ibas a verme. A mí me dio la impresión de que disfrutaste el tiempo en su departamento." Dijo Al con una sonrisa ligeramente burlona para molestar a su hermano.

Ed se sonrojó ligeramente. "Cállate, Al. ¡Eso no es cierto!"

Winry, quien había acercado sus rodillas a su pecho para recargar sus brazos en ellas, intervino. "El Coronel… bueno el General Mustang y Ed viviendo en la misma casa… Jamás me lo hubiera imaginado pero me hubiera gustado verlo." Dijo con tono divertido.

"Puedo contarte muchas historias de ese tiempo, Winry." Se ofreció alegremente Al.

"¡Al!"

Pinako le dio una profunda calada a su pipa mientras observaba a los chicos discutir. Definitivamente la casa no volvería a estar silenciosa con los Elric ahí. Pero eso no era problema, en realidad la hacía feliz. El poder ver a los tres jóvenes riendo y sonriendo libremente sin grandes preocupaciones sobre sus hombros era realmente un alivio, aunque eso significara que pronto tendría que encontrarse frente a frente con Riza Hawkeye y Roy Mustang. Aún no se sentía del todo cómoda con la idea pero tenía que aceptarlo. Esos dos habían sido parte de la vida de Ed y ahora lo eran nuevamente tras la aceptación del chico de su pasado. Al menos su enorme coraje y resentimiento hacia los padres biológicos de Ed había bajado un poco de nivel desde la llamada de Riza pues se dio cuenta que había sido completamente parcial al basarse únicamente en la información que ella creía tener. Quizás no podría tener una relación cercana con esos dos como la había tenido con Trisha y Hohenheim pero, de acuerdo a la impresión que le dieran en la próxima visita, podría intentar tratarlos con mayor cordialidad porque, como se los había dicho a los chicos, esta casa también era de los Elric y ella quería que los tres chicos vivieran felices.


Roy bostezó profundamente mientras estiraba la mano que llevaba su maleta por encima de su cabeza, casi golpeándose en el proceso.

Riza suspiró y sonrió. "Sigo sin creer que no tengas un moretón en la frente con la cantidad de veces que has hecho eso."

Roy devolvió su brazo a su posición normal mientras con el otro le daba un apretón al hombro de Riza atrayéndola un poco más a su lado. "Mis habilidades son variadas." Dijo con una sonrisa engreída.

Riza rodó los ojos sin borrar su sonrisa. "Eso o simplemente has tenido suerte el día de hoy."

Roy hizo cara de puchero ante lo que Riza se acercó para darle un beso en la mejilla.

Roy sonrió. "A eso sí le llamo suerte." Echando un vistazo a su alrededor, agregó. "¡Gracias, Resembool!"

Riza rió ligeramente mientras internamente también agradecía la libertad que el pequeño pueblo les estaba dando. Finalmente había llegado el momento de visitar a su hijo. Tan solo habían pasado unos cuantos días desde que lo había visto pero tanto ella como Roy no podían evitar extrañarlo más con cada día que pasaba. Aún estaban lejos de poder comportarse como una familia relativamente normal pero durante los últimos dos meses habían logrado acercarse mucho lo que los hacía muy felices. Siempre que Riza había podido abrazar a Edward o cuando podía percibir el brillo de felicidad en la mirada de Roy cuando Edward les estaba contando algo en la cena la llenaban de una enorme sensación de calma, alegría y amor. Sus decisiones le habían impedido experimentar muchas cosas al lado de Roy y Edward pero ahora que su hijo estaba al alcance de ambos y que el chico los había aceptado como sus padres se sentía sumamente agradecida con la vida por permitirle esta felicidad.

Notando que Riza se estaba esforzando para ver lo más lejano posible, Roy preguntó con una sonrisa. "¿Ansiosa?"

Ella correspondió su sonrisa. "Como no tienes idea… Al igual que tú."

Roy se encogió de hombros. "Un poco." Mintió.

Riza le dirigió una mirada que le hizo saber que sabía que estaba mintiendo, lo que lo hizo sentirse afortunado de tener a su lado a una mujer que lo conociera tan bien y que lo amara como él la amaba a ella, además de que, en un inesperado giro del destino, su felicidad era más completa porque ambos habían tenido la oportunidad de recuperar al hijo que habían creído perdido por tantos años y ahora estaban a solo unos metros de volver a verlo. Quizás habían pasado varios años alejados de él pero ahora que eran conscientes de su lazo con él cada día que estaban separados lo extrañaban intensamente. Afortunadamente Ed los había llamado hace un par de días pero Roy realmente estaba resintiendo el cambio de tener a Ed en la habitación de al lado a tener que tomar uno o más trenes para verlo en persona.

Fue por esa razón que Roy le propuso a Riza la idea de tomar el último tren de Central con rumbo a New Optain para así tomar desde ahí el tren de la madrugada con rumbo a Resembool, logrando de esta manera llegar a su destino a primera hora de la mañana. Era una forma más agotadora de hacer su viaje a comparación de tomar el tren directo desde Central pero con esta opción podían llegar casi un día antes a Resembool lo que les permitiría compartir unas horas extra con su hijo, razón por la cual Riza no dudo ni un momento en aceptar su propuesta.

Roy y Riza siguieron caminando por el sendero encontrándose con un par de personas que estaban sacando a pastar a su ganado e incluso algunos que se estaban dirigiendo al centro del pueblo para ofrecer sus productos. Al no llevar sus uniformes militares, ambos fueron saludados con sonrisas amigables, mismas que ellos correspondieron. Tanto Roy como Riza ya se habían acostumbrado a la vida en la ciudad pero el paseo hasta la residencia Rockbell les hizo recordar bastante a aquellos tiempos en los que ellos salían a pasear en los alrededores del hogar Hawkeye.

Cuando la casa amarilla de dos pisos apareció en su campo de visión, ambos aceleraron ligeramente sus pasos pero, estando a unos cuantos metros del pórtico de la casa, Riza se detuvo abruptamente causando que Roy se tambaleara un poco al tener su brazo sobre sus hombros.

"¿Riza?"

Riza le sonrió enormemente y con la cabeza le señaló hacia la izquierda, el lugar que había captado su atención. Confundido, Roy siguió la dirección indicada y encontró lo que había captado la atención de la rubia. Su hijo estaba ahí recargado contra el tronco de un frondoso árbol, pero no estaba solo. A su lado izquierdo se encontraba Al recargando su cabeza contra el hombro de su hermano mientras que al lado derecho de Ed se encontraba la señorita Rockbell, quien se encontraba recargando su cabeza contra el hombro derecho del chico mientras que Ed hacía lo propio con la cabeza de ella. Los tres jóvenes parecían estar profundamente dormidos con leves sonrisas adornando sus rostros mientras el perro negro con una pata de automail que los había recibido tantos años atrás se encontraba recostado a sus pies olfateando curiosamente el pasto frente a sí con una expresión adormilada.

Roy también sonrió enormemente ante la calidez que la escena le causó. "Parece que tendremos que esperar para saludar."

"Eso parece." Contestó Riza sin despegar su mirada de la escena y sin borrar la sonrisa de su rostro.

Se quedaron unos minutos en silencio observando a los jóvenes hasta que Roy enfocó su vista en la posición de las cabezas de los dos rubios mayores. "¿No te recuerda algo?"

Imaginándose a qué se refería, Riza preguntó. "¿Te refieres a Edward y Winry?" Roy asintió. "Puede ser… recuerdo a un jovencito de cerca de esa edad que le gustaba contarle historias a una chica bajo la sombra de un árbol." Dijo con una sonrisa.

"A una chica realmente hermosa." Especificó él antes de inclinarse para darle un beso. Suspiró alegremente antes de continuar. "Me agrada ver esa expresión tan relajada en Ed."

"Sí…" Riza devolvió su mirada cariñosa a los rubios bajo el árbol. "Nuestro hijo es feliz, Roy." Dijo con evidente alegría en su tono.

Roy asintió con una sonrisa en su rostro. Ambos se quedaron ahí sin prestarle atención al paso del tiempo, tanto que el perro que acompañaba a los chicos terminó durmiéndose por completo. Esa fue la señal de que debían retomar su camino para poder hablar con la señora Rockbell.

"¿Vamos?" Preguntó Roy para romper el silencio.

Riza asintió y, tras un último vistazo a su hijo, ambos recorrieron los últimos metros hasta la puerta principal de la residencia Rockbell. Los dos bajaron sus maletas y Roy alzó su mano para después darle un par de golpes a la puerta.

Pocos segundos después se escuchó el ruido de un par de pasos acercándose a la puerta, la cual fue abierta por Pinako Rockbell. "Oh, son ustedes." Exclamó en tono neutro.

"Buenos días, señora Rockbell." Saludó Riza amablemente con una inclinación de su cabeza.

"Buenos días, señora Rockbell." También saludó Roy sólo que él optó por extender su mano libre hacia Pinako.

Pinako se le quedó viendo unos segundos a su mano pero no la tomó. En cambio enarcó una ceja y enfocó su mirada en la de Roy. "Vaya, al menos estos años le ayudaron a aprender algo de modales." Ante la expresión avergonzada de Roy, Pinako suspiró y tomó la mano de Roy justo cuando el pelinegro la retiraba, sorprendiéndolo ligeramente. "Tenía entendido que llegarían en la tarde." Dijo tras soltar la mano del General.

"Ese era el plan, pero a última hora decidimos tomar una ruta un poco más larga pero que nos permitiría llegar antes aquí." Respondió Roy.

"¿Qué diferencia hace un par de horas?" Preguntó Pinako.

"Pasar más tiempo con nuestro hijo." Intervino sinceramente Riza.

Pinako se permitió una sutil sonrisa antes de volver a su expresión neutra. "Quién lo diría." Dijo aunque parecía un comentario más para sí misma. "Y bien, ¿qué están esperando? ¿Van a pasar o no?" Dijo mientras se daba la media vuelta y comenzaba a adentrarse a su hogar sin preocuparse de asegurarse de si la seguían o no.

Ambos la siguieron tras dejar sus maletas a un lado de la puerta (Riza se encargó de cerrar la puerta). Pinako los llevó hasta la mesa del comedor, donde años atrás Roy había conversado con ella y con los Elric sobre la posibilidad de ingresar en el ejército. Roy tuvo que tragar saliva y respirar profundamente para apartar la imagen de la mirada casi muerta de Ed. Esos tiempos habían quedado atrás pero aún se sentía culpable de haber sido el instigador en la incorporación de su propio hijo en el ejército.

Dándose cuenta de lo tenso que Roy se estaba poniendo, Riza, quien estaba sentada a su lado mientras que Pinako estaba sentada frente a ambos, llevó su mano izquierda hacia la derecha de él y la tomó en la suya, dándole un apretón antes de dejar reposar sus manos entrelazadas en la pierna de Roy.

"Antes de que me lo pregunten, ninguno de los chicos está en casa. Salieron poco antes del amanecer ya que Al tenía muchas ganas de sentir los primeros rayos del sol de la mañana."

"Ya veo, con razón los vimos descansando bajo la sombra de un árbol." Dijo Riza con una sonrisa.

Pinako asintió con la cabeza mientras destapaba la lata de tabaco que estaba sobre la mesa para preparar su primera pipa del día. "Bien, ya que se quedaran esta noche con nosotros, la habitación de pacientes está preparada para ustedes. Tendrán que conformarse con dos camas individuales."

"No quisiéramos imponer nuestra presencia en su casa, señora." Dijo Roy.

Pinako se encogió de hombros. "Los chicos estaban esperando su llegada así que no quiero ser la que les quite tiempo juntos."

"Muchas gracias, señora Rockbell." Dijo Riza.

"Bah, puedo vivir con su presencia en mi casa por un par de días. Así que sería mejor que vayan desempacando sus cosas para cuando los chicos regresen." Dijo Pinako en un tono que dejaba ver que esperaba que se retiraran a su habitación designada.

"Espere." Riza la miró fijamente mientras, inconscientemente, le daba un apretón a la mano de Roy. "No sólo le estoy agradeciendo por su hospitalidad del día de hoy, señora Rockbell. En realidad, no me va a alcanzar la vida para terminar de agradecerle por todo lo que ha hecho por Edward. Créame que sus palabras me hicieron darme cuenta de lo mucho que tuvo que vivir Edward sin nosotros a su lado." Se mordió el labio inferior para retener las lágrimas que querían empezar a surgir al recordar el pasado de su hijo. "Todos estos años fui una ingenua al creer tontamente que todo iría de maravilla para mi hijo. Sé que no me equivoqué al confiarles mi hijo a Trisha y Hohenheim porque ellos, sobre todo Trisha, de verdad le dieron un hogar a Edward sin pedir nada a cambio pero, desafortunadamente, el destino destruyó el hogar Elric y mi hijo terminó sufriendo por ello mientras yo vivía tranquilamente en la ciudad sin considerar la posibilidad de que mi hijo podría estar sufriendo en lugar de estar viviendo la felicidad que siempre esperé para él."

"Riza." Roy la miró fijamente y con un ligero tirón de su mano le hizo saber que quería que lo viera a los ojos. Cuando lo hizo, él continuó. "No estás sola en esto, no fue tu culpa." Tragando saliva, dijo. "Fue nuestra. De ambos."

Antes de que Riza pudiera replicar, Pinako intervino. "En realidad me gustaría que me aclararan eso. Si vamos a tener que vernos ocasionalmente sería bueno saber la diferencia entre la verdad y la mentira" Su expresión se volvió completamente seria. "Trisha y Hohenheim nos contaron a mi hijo, mi nuera y a mí que usted…" señaló con la cabeza a Riza. "les había pedido que criaran a su hijo porque hay una ley de anti-fraternización en la milicia, dentro de la cual hay sanciones que pueden llegar hasta el fusilamiento de los involucrados. ¿Es eso cierto?"

Roy se apresuró a responder. "Sí, desafortunadamente hay una ley como esa dentro de los estatutos de la milicia."

Pinako enarcó una ceja. "Esto…" Dirigió una mirada a la cercanía de ambos, dándose cuenta que muy seguramente ambos tenían sus manos entrelazadas. "¿no se considera una infracción a dicha ley?"

Roy suspiró pesadamente. "Sí." Confesó pero en lugar de soltar su agarre de la mano de Riza, lo apretó. "No sabe cómo desearía que esa maldita ley no existiera para poder hacer mi vida al lado de Riza y Edward pero… la vida no siempre es como uno la desea."

"Y que lo diga." Corroboró Pinako al pensar en el destino de su hijo y nuera.

"Pero…" Riza recuperó su voz. "El que las cosas hayan sucedido de esta manera es solamente mi culpa." Le dirigió una mirada suplicante a Roy pidiéndole que la dejara seguir. "Fui yo la que decidió ingresar a la milicia sin decirle ni una palabra a Roy, fui yo la que, por desconocimiento y torpeza, decidió firmar todos los papeles y acuerdos de inscripción a la milicia sin pensar que… Roy y yo seríamos íntimos en los próximos días. Y…" Cerró sus ojos con fuerza. "fui yo la que decidió que lo mejor para Edward sería separarme de él sin decirle nada a su padre."

Roy soltó la mano de Riza para poder pasar su brazo por sus hombros para atraerla hacia él. Una vez hecho esto, le dijo con voz suave al oído. "Riza, no te tortures. Ambos cometimos errores y cualquier sufrimiento que inconscientemente me hayas causado ya te lo he perdonado hace tiempo."

"Roy…" Murmuró Riza.

Recordando que no estaban solos, Roy decidió retomar la conversación. "Desafortunadamente así fue como pasaron las cosas cuando Riza se embarazó. Descubrió la existencia de esa ley y por eso decidió ir al Norte para ocultar su embarazo y así protegernos a los dos. Lo que sucedió inmediatamente después ya lo sabe usted." Pinako asintió mientras se llevaba su pipa a la boca. "Yo no me enteré de la existencia de Ed hasta cuando terminó la guerra de Ishval. Fue algo difícil de asimilar después de tantos años. No le negaré que fue sumamente doloroso saberse padre de un niño que, en aquel entonces, parecía que jamás podría conocer pero después de hablar y arreglar nuestras diferencias, Riza y yo usamos su recuerdo como motivador en nuestra meta común de mejorar al país. Quizás no tendríamos posibilidad de estrecharlo en nuestros brazos pero al menos haríamos todo lo posible para crear un lugar seguro en el que él pudiera crecer y vivir felizmente."

Riza acomodó su cabeza contra el hombro de Roy y pasó su brazo por su cintura para dar una mayor sensación de abrazo. Su corazón no podía evitar acelerarse ante el amor que Roy le demostraba en cada palabra y acción pues, a pesar de la dura realidad, él no estaba contando el relato de su vida haciéndola quedar como la villana de la historia (como ella misma se había catalogado por tanto tiempo) si no todo lo contrario. Estaba dejando en claro ante Pinako Rockbell que él comprendía lo que Riza tuvo que hacer por más doloroso que haya sido.

"Usar su recuerdo como motivación…" Dijo Pinako en voz baja antes de retomar su volumen de voz habitual. "Dígame, General, ¿qué garantías tengo para saber que lo que usted me dice es verdad? ¿Cómo puedo estar segura de que más que usar su recuerdo, ambos decidieron usar a Ed como un escalón más en su escalera de ambición y poder?"

Sin poderlo evitar, la mirada de Roy se endureció un poco ante la acusación pero mantuvo su voz en el mismo tono que había utilizado. "Sé que apenas nos conoce pero ¿de verdad cree que el dolor de Riza es puro teatro?" Dijo mientras atraía a Riza un poco más hacia él. "¿Cree que tanto ella como yo seríamos capaces de atraer voluntariamente a nuestro hijo a la milicia que podría matarlo de un momento a otro?"

Roy y Pinako tuvieron una breve confrontación de miradas. Roy le dirigió un mirada desafiante mientras Pinako examinaba cuidadosamente sus orbes negros tratando de descubrir si el General estaba hablando con la verdad. Tras unos momentos, Pinako retomó la charla.

"Estando en la milicia, ustedes bien deben saber que este mundo no es de color de rosa y que situaciones no ideales ocurren a cada minuto. El que mi hijo y mi nuera hayan muerto a manos de uno de sus pacientes es prueba de ello." Le dio una calada a su pipa antes de continuar. "Cuando Trisha y Hohenheim nos contaron la historia de Riza debo de admitir que creí completamente en ella. Se trataba de una situación curiosa y desafortunada pero ellos no tenían que mentirnos en algo tan delicado." Su mirada se endureció sutilmente. "Por años creí en la historia del origen de Ed pero todo cambió cuando ustedes dos llegaron a esta casa. Deben imaginarse que en esta casa no se les tenía precisamente afecto a los miembros de la milicia, sobre todo cuando ni siquiera demuestran modales." Le dirigió una mirada reprobatoria a Roy. "Pero, dejando de lado la ridiculez de que venían con la idea de reclutar a un niño de 11 años, no tenía nada más que reprocharles. No sabía quiénes eran ustedes pero justo cuando su carreta se alejaba, Winry me hizo saber que su nombre era Riza Hawkeye." Enfocó su mirada en Riza. "Fue ahí que me di cuenta que mi confianza ciega respecto a su historia fue un error. Sí, quizás fue apresurado de mi parte juzgarlos de esa manera sin haber hablado directamente con ustedes sobre el tema pero a mi edad uno ya ha visto y sabido de cosas terribles que suceden en el mundo. Así que ¿cómo esperan que crea en su "amor incondicional de padres" cuando ustedes dos reaparecieron en la vida de Edward justo cuando él y su hermano realizaron alquimia de alto nivel? ¿No les parece algo conveniente?"

Roy iba a responder pero Riza le dio un apretón a su cintura para hacerle saber que ella quería hablar. Roy entendió su mensaje y asintió levemente con la cabeza antes de que Riza apartara su brazo para retomar una postura más firme pero devolvió su mano a la de Roy.

Riza fijó su mirada en la de Pinako antes de hablar. "Entiendo su razonamiento y no la culpo por haber llegado a esa conclusión. Con la información que tenía era prácticamente la única conclusión posible. Créame que, hasta la fecha, me arrepiento profundamente de no haberme dado cuenta en ese entonces de que Edward era nuestro hijo. Pero…" Apretó su mano libre en un puño. "Tristemente ya era muy tarde. Edward ya había pasado por una experiencia sumamente traumática y nosotros no estuvimos con él para evitarlo o al menos para ayudarlo a lidiar con ello."

Roy no pudo evitar intervenir. "Sé que el reclutar a un niño a la milicia no fue uno de mis momentos más brillantes pero todo sucedió muy rápido. Como le dije en aquella ocasión, ambos venimos con la idea de encontrarnos con un par de adultos y no con unos niños." Suspiró pesadamente. "Hasta la fecha aún no entiendo qué pasó por mi cabeza en esos momentos para considerar que sería una buena idea invitarlos al ejército pero, por retorcido que parezca, realmente quería ayudarlos. La mirada de Ed… era terrible. Quizás la opción que le ofrecí no era la más convencional pero realmente tenía la esperanza de ayudarlo a reavivar el fuego que se despertó por un momento en su mirada. Por más que quisiera no había nada que yo pudiera hacer para devolverles sus cuerpos pero desde ese momento supe que Edward y Alphonse tenían lo necesario para enmendar sus errores y creí que, en mi posición como su superior, podría facilitarles al menos un poco el camino. O en su defecto, tan siquiera evitar que otro miembro de la milicia con una ética cuestionable los descubriera y los usara para sus propios intereses egoístas."

"Como los suyos." Intervino Pinako con expresión severa.

Roy la miró fijamente unos segundos antes de responder. "Sí, como los míos. Aunque quiero cambiar a este país desde adentro debo confesar que mis medios se volvieron egoístas por un momento ya que por un instante cruzó por mi mente que el reclutamiento de los hermanos Elric me podría ayudar a incrementar mis posibilidades de ascender."

"Ya que uno de los activos más valiosos del ejército hoy en día son los alquimistas estatales." Continuó Pinako.

"Así es. Por eso me apresuré a venir a Resembool cuando recibí el informe acerca de dos habilidosos alquimistas en la región. Pero cuando vi el estado en el que estaban…" Apretó sus ojos por unos segundos. "Me di cuenta de que no quería que terminaran recorriendo el mismo camino que Riza y yo. Quería ayudarlos ofreciéndoles una opción que incrementara sus posibilidades de encontrar una manera de recuperar sus cuerpos. De ahí nació mi deseo de continuar con mis intenciones iniciales de reclutarlos."

Pinako se quedó callada unos segundos mientras analizaba las palabras de Roy antes de volver a hablar. "El color de ojos de Ed no es nada común. ¿Al verlo aquel día no se les cruzó por la cabeza que podría ser su hijo?"

"Lo mismo podría decirse del color de ojos de Al." Dijo Roy. Suspiró y continuó. "Pero sí, por un momento lo pensé pero creí que el destino no sería tan favorecedor con un asesino como yo como para permitirle reencontrarse con su hijo perdido."

"Algo similar me pasó." Dijo Riza. "Cuando estuvimos en el hogar de los Elric vi una foto de los niños y me hizo pensar en mi hijo. Sabiendo que "los dos" tenían el mismo nombre una esperanza surgió en mí pero el ver a Alphonse con la misma tonalidad en su mirada me hizo creer que el color de sus ojos era más común de lo que creía puesto que, hasta la fecha, conozco muy poco territorio del país. Así que mi mente me hizo aceptar esa "realidad"." Inhaló profundamente antes de continuar. "Sin embargo, mi corazón no quería deshacerse de esa esperanza tan fácilmente por lo que cuando Edward fue a presentar su examen revisé su acta de nacimiento y fue ahí cuando me tuve que convencer que no era él pues su fecha de nacimiento no coincidía eso sin mencionar que no había registro del nombre de Van Hohenheim en ese documento." Dijo con arrepentimiento.

"¿Y el nombre de Trisha?" Preguntó intrigada Pinako. "No puedo creer que se haya olvidado de ella.

"No la olvidé y jamás podré hacerlo porque hasta la fecha estoy sumamente agradecida con ella. Mi error fue que, al estar bajo los cuidados de Trisha y Hohenheim, no les confié mi nombre hasta que tuve la idea de que ellos criaran a mi hijo. Quería evitar cualquier difusión de mis datos personales para proteger a Edward pero no podía negarles mi nombre a personas tan buenas como ellos. Así que le dije mi nombre a Hohenheim y él se lo compartió a Trisha pero jamás tuve el valor de preguntarle por los suyos. Me sentía tan indigna de sus atenciones que no me sentía con el valor de hacerle preguntas personales ya que, en aquel entonces, pude notar cierta reticencia de parte de Hohenheim. Por eso me conformé con saber el nombre de Van Hohenheim cuando nos despedimos y reconocer a Trisha como la esposa de Hohenheim ya que ambos siempre se llamaban así entre ellos."

Una sonrisa nostálgica apareció en los labios de Pinako. "Ese par…" Le dio una calada a su pipa antes de continuar. "Aún así fue un error dejar a su hijo sin saber realmente los datos esenciales de los padres adoptivos."

Riza tragó saliva antes de responder. Aún no podía perdonarse eso. "Efectivamente. Fue un terrible error no saberlo." Se mordió el labio inferior por unos segundos antes de continuar. "Fue por eso que no pude encontrarlos cuando fui a buscarlos años después en Rivière. Ingenuamente creí que ellos de por sí vivían por ahí por lo que no hubo manera de rastrearlos al no saber de qué lugar venían originalmente."

"¿Acaso iba a pedirles que le devolvieran a Ed?"

Riza sacudió su cabeza tristemente. "No. No podía hacerle eso a Edward. Simplemente…" Dejó salir un suspiro. "quería verlo. Sé que no lo merecía y probablemente aún no lo merezco pero en aquel entonces quería verlo sonreír y jugar como cualquier niño de su edad, antes de que yo tuviera que ir a la guerra. Quería llevarme en mi mente una imagen de mi hijo siendo feliz."

Pinako la observó silenciosamente por unos momentos para evaluar la sinceridad de sus palabras. Dándose cuenta de la expresión atormentada de Riza decidió que había hablado con la verdad por lo que enfocó su mirada en Roy. "Parece ser que ella tiene al menos un poco de dotes maternales y de cuidado de niños pero usted… ¿cómo se siente sabiendo que cuando conoció a su hijo lo primero que hizo fue levantarlo bruscamente de su silla de ruedas y gritarle?"

Tanto Roy y Riza se estremecieron visiblemente al recordar el estado en el que habían encontrado a Ed. Incluso Roy no pudo evitar una mueca al recordar su propio comportamiento. "Fatal. Jamás debí haberlo hecho pero me dejé llevar por mis impulsos." Se llevó una mano al rostro para frotar sus ojos como queriendo apartar la imagen de sus pensamientos. "No es excusa porque, aunque Ed fuera mi hijo o no, no debí haber hecho lo que hice. A lo largo de los años he recordado varias veces lo vacía y muerta que se veía su mirada, por lo que, con el paso del tiempo, no sabe el gran consuelo y alegría que me daba poder ver sus ojos dorados y encontrar en ellos el intenso fuego de determinación que suele arder en ellos." Confesó.

"Un fuego que usted reavivó al atraerlo a la milicia."

Roy quitó su mano de sus ojos para mirar fijamente a Pinako. "Yo no hice nada, todo fue mérito de Ed porque él siempre se ha esforzado por hacer lo correcto y enmendar sus errores. El fuego siempre ha estado ahí. Lo único que hice fue ofrecerle una desafortunada opción para tener acceso a mayor información y recursos."

"Bastante desafortunada y nada convencional para un niño de 11 años en aquel entonces." Dijo Pinako duramente ante lo que Roy asintió con la cabeza y su expresión dejó ver la culpa que sentía respecto a eso, por lo que inclinó su cabeza ligeramente cortando el contacto visual con ella. "Pero que terminó ayudando a que Ed encontrara un camino a seguir." Roy levantó su mirada para verla con una expresión desconcertada. "Mire, no puedo darle el crédito de lo que Ed y Al lograron porque esos chicos se esforzaron todos estos años para lograr su objetivo pero tengo que reconocer que aquella visita que ustedes dos nos hicieron fue necesaria para que Ed recuperara la voluntad para vivir." Suspiró pesadamente. "Estaba muy preocupada por los chicos. Al tenía problemas para controlar su nuevo cuerpo pero parecía resignado a su destino mientras que Ed se estaba marchitando con cada día que pasaba. Desde el día de la transmutación hasta el día de su visita, Ed difícilmente pronunció palabra alguna y era todo un reto hacerlo comer un par de bocados. Si ustedes no hubieran aparecido no sé si hubiéramos sido capaces de hacer reaccionar a Ed."

Riza apretó su mano libre en un puño para controlar su tristeza y culpa ante lo que había enfrentado su hijo en su ausencia. "No sabe cómo desearíamos haber estado con él antes de que hiciera esa transmutación."

"Puede que ahora pueda creer esas palabras." Dijo Pinako con sinceridad. "Al menos su visita sirvió para hacer reaccionar a Ed aunque sigo pensando que usted…" Le dirigió una mirada severa a Roy. "Necesita mejorar su trato con niños."

Roy asintió. "Definitivamente. Entiendo perfectamente su molestia sobre eso y, bueno, en general con todo lo que terminamos haciendo Riza y yo."

Pinako les dirigió miradas serias a ambos antes de continuar. "Debo decirles que aún estoy molesta con ustedes pero creo que podemos trabajar en ello poco a poco." Roy y Riza la miraron con sorpresa. "Al menos me están haciendo ver que no todo pasó de la manera que creí por tantos años. Sí, ambos cometieron errores pero ¿quién en este mundo está exento de ellos? Todos cargamos con arrepentimientos pero lo importante es la forma en la que lidiamos con ellos. Si aprendemos de ellos o simplemente fingimos que nunca pasó. Y ustedes parecen querer hacer lo correcto."

"¿Entonces…?" Roy comenzó a preguntar.

Pinako suspiró. "Les ofrezco una disculpa por la manera ruda en la que los he estado tratando desde que los conocí. No puedo aceptar del todo las decisiones que han tomado pero sí puedo empatizar con los arrepentimientos con los que tienen que vivir día con día. A lo largo de mi vida he hecho cosas de las que me he arrepentido como aceptar la decisión de mi hijo y mi nuera de ir a Ishval o permitir que los chicos pasaran varias noches solos en la casa de su madre." Suspiró pesadamente. "Si hubiera sido más insistente con ellos podría haber evitado que pasaran por todo el sufrimiento de los últimos años."

"Si algo caracteriza a los chicos es su determinación. Aunque se hubieran quedado aquí seguramente hubieran encontrado la manera de seguir con sus planes." Dijo Roy.

"También he pensado eso pero el hubiera a veces puede ser doloroso ¿no?" Dijo Pinako.

Roy y Riza asintieron con la cabeza sintiendo un nudo en su garganta. Cuántas veces no habían deseado que los hubiera que pasaron por su mente realmente hubieran sucedido.

"Y ¿van a darle su apellido a Ed? ¿Se lo van a llevar con ustedes a Central?" Preguntó Pinako sin poder ocultar su preocupación.

Riza se esforzó para apartar el nudo de su garganta y así poder hablar. "No." Negó con la cabeza tristemente. "Aunque nos gustaría que Edward llevara mi apellido o el de Roy, no es conveniente. Aún estamos dentro de la milicia por lo que todavía tenemos que cuidarnos para que no se descubra nuestra conexión por lo que es mejor no asumir riesgos innecesarios. Además creo que Edward merece seguir llevando el apellido de Trisha." Dijo esbozando una ligera sonrisa al final.

"Y aunque seríamos felices de que Ed viviera con alguno de nosotros, no podemos obligarlo a hacerlo. Siempre tendrá un lugar al cual llegar con nosotros pero estamos conscientes de que este es su hogar y no queremos intervenir en eso." Agregó Roy.

"Me alegra saber que aún están buscando una manera de proteger a Ed porque ya es más que justo y necesario que él y su hermano puedan relajarse y disfrutar de la vida."

"Definitivamente." Dijo Riza.

Pinako carraspeó. "Bien, ahora que parece que nos estamos entendiendo mejor y que ya he aclarado mis dudas respecto a ustedes y Ed, no quisiera seguir abrumándolos con más charla conmigo." Sonrió un poco por primera vez ante ellos. "Deberían aprovechar para acomodar sus cosas en la habitación de huéspedes. En cuanto los chicos regresen no tendrán ni un momento de descanso." Intentó ponerse de pie pero se detuvo al sentir la mano de Riza sobre la suya.

"Espere, señora Rockbell."

"En este punto creo que puedo aceptar que me llame Pinako."

"Bien, Pinako." Riza le dedicó una breve sonrisa. "No sabe cuánto agradecemos su comprensión y su disposición para permitirnos acercarnos a Edward en su propio techo pero eso no es todo." Soltó la mano de Roy para poder sostener la mano de Pinako con ambas manos. "Jamás me va alcanzar la vida para terminar de agradecerle todo lo que ha hecho por Edward y Alphonse. A pesar de no llevar su sangre siempre ha visto por ellos y ha estado con ellos mientras crecían y afrontaban momentos difíciles. Les ha ofrecido un hogar cuando Trisha, Hohenheim y nosotros faltamos y aún hoy en día les está ofreciendo un hogar cálido al cual volver." Riza sonrió agradecida. "Muchas gracias, Pinako. De verdad muchas gracias."

Ante el desconcierto de Pinako, Roy aprovechó para acercar una mano a las de ellas. "Riza tiene mucha razón, señora. Estamos sumamente agradecidos por lo que ha hecho por los Elric todos estos años. Tiene todo nuestro respeto, admiración y, sobre todo, agradecimiento eterno."

Pinako acercó su mano libre y le dio unas palmaditas tanto a las manos de Riza como a la de Roy mientras sonreía levemente. "Par de idiotas. Eso no se agradece. Trisha y Hohenheim fueron amigos muy queridos mientras que Edward y Alphonse, ante mis ojos, no pueden ser otra cosa más que mis nietos. Todo lo que hice por ellos lo hice por amor porque ellos también son mi familia y quiero lo mejor del mundo para ellos al igual que para mi Winry."

"Aún así, muchas gracias." Dijo Roy con una sonrisa.

Pinako se encogió de hombros y apartó sus manos pero no borró su sonrisa. "Mejor dejense de agradecimientos y vayan a arreglar sus cosas." Se levantó de su silla. "Es más, no me vendría mal algo de ayuda en la cocina."

"Claro." Riza sonrió y se levantó junto con Roy.

"Yo me encargaré de las maletas y en un momento estoy con ustedes." Dijo Roy antes de atraerla a sus brazos y darle un beso en la frente antes de separarse.

Riza asintió y le dirigió una cálida sonrisa antes de seguir el camino que Pinako había tomado.

Roy se quedó unos momentos viendo cómo Riza se alejaba con una sonrisa en su rostro. Quizás este viaje era sólo una especie de escapatoria de su vida actual con sus respectivas obligaciones pero estaba disfrutando enormemente de poder ver a Riza tan feliz y relajada sin la presión de tener que cuidarse de quién podría estar viéndolos. Además, la idea de que muy pronto podría volver a interactuar con su hijo hacía que su felicidad se sintiera simplemente inmensurable. Tenía a su familia con él y eran felices. ¿Qué más podía pedir?


La visita de Roy y Riza a Resembool pasó volando. A pesar de lo breve de la visita, el tiempo que pasaron ahí fue sumamente agradable. El primer día hubo un poco de incomodidad de parte de Winry y Pinako al tener que interactuar con ellos bajo la premisa de que eran los padres biológicos de Ed pero rápidamente se fueron adaptando a este cambio, sobre todo Winry, quien siempre había tenido una buena opinión de Riza mientras que con Roy también tenía la idea de que no debía ser tan molesto y engreído como Ed lo había descrito anteriormente.

Al día siguiente de su llegada, Roy y Riza tuvieron que partir en el tren del mediodía para poder llegar a tiempo a Central para retomar sus labores. Renuentemente ambos arreglaron sus maletas y se despidieron con fuertes abrazos de Al y un apretón de manos de Pinako quien, para sorpresa de ambos, les ofreció su hogar para futuras visitas. Ambos le agradecieron con sonrisas en sus rostros antes de emprender el camino hacia la estación de trenes. Al todavía no podía recorrer largas distancias sin agotarse por lo que él se quedó con Pinako mientras que Ed y Winry los acompañaban a la estación.

En cuanto llegó el momento de abordar el tren con rumbo a Central, Roy y Riza se despidieron con abrazos de los chicos. En esta ocasión, al no haber peligro inminente de ser descubiertos, Riza se atrevió a darle un beso en la frente a Ed al despedirse pidiéndole que la llamara cuando pudiera para saber cómo estaban todos. Un poco sonrojado, Ed accedió a su petición y después recibió una despeinada y un nuevo abrazo de parte de Roy.

Estando en el tren, Roy y Riza se asomaron ligeramente en su ventanilla para poder ver a su hijo hasta el último momento, agitando sus manos y sonriéndole hasta que el tren se alejó lo suficiente como para no seguir distinguiendo las figuras de Ed y Winry en la plataforma.

Cuando la imagen de Roy y Riza se volvió borrosa, Ed bajó la mano con la que los estaba despidiendo y metió ambas manos en sus bolsillos, manteniendo su vista fija en el humo que el tren estaba dejando tras de sí.

"Wow." Exclamó Winry.

Ed la miró por el rabillo del ojo. "¿Qué pasa?"

Winry sonrió. "Tus padres de verdad son encantadores. Ambos."

Ed volteó a verla con expresión incrédula. "Cielos, no me digas que el viejo quiso coquetear contigo otra vez."

"¡No! Sabes a qué me refiero, Ed."

Ed sonrió. "Supongo."

Winry rió ligeramente. "Jamás creí que podría verte convivir pacíficamente con el señor Mustang."

"Digamos que ya ha aprendido a comportarse un poco."

"¿Sólo él?" Dijo Winry con tono burlón.

Ed rodó los ojos. "Bueno, vivir con él un par de semanas me hizo acostumbrarme a sus tonterías." Echó un vistazo más hacia el rumbo por el que se alejaba el tren. "Bien, será mejor que regresemos a casa." Dicho esto comenzó a dirigirse a la salida de la estación con Winry caminando a su lado.

Ambos caminaron en silencio hasta que comenzaron a andar el largo camino rodeado de naturaleza que llevaba hacia el hogar Rockbell.

"Ed."

"¿Hmm?"

Winry se detuvo haciendo que Ed hiciera lo mismo para poder voltear a verla de frente. "Me alegro mucho por ti." Le dijo con una enorme sonrisa. "Me siento muy feliz de ver cómo estás sobrellevando lo de tus orígenes y el que te estés permitiendo disfrutar de la compañía de tus padres biológicos."

Ed sonrió. "Gracias, hago lo que puedo." Suspiró. "Hace unos meses era un desastre pero, sorpresivamente, todo ha sido más fácil de asimilar una vez que pude hablar con ambos sobre el tema. Tal vez del bastardo suene extraño, pero la verdad es que ambos son buenas personas."

"No tengo la menor duda." Winry llevó sus manos a su espalda y se balanceó ligeramente de adelante hacia atrás. "¿Sabes…? Creo que ahora entiendo aún mejor las palabras que la señorita Riza me dijo en ese entonces. No estaba tan perdida al creer que hablaba de proteger al señor Mustang pero ahora me doy cuenta que también estaba pensando en ti en esos momentos."

Ed se rascó una mejilla con un dedo. "Puede ser…" Rió nerviosamente. "A veces no puedo creer, con lo grande que es Amestris, lo pequeño que realmente el mundo puede llegar a ser."

"Y sin embargo estás de vuelta con nosotras en este pequeño lugar." Dijo con una sonrisa cariñosa.

"Bueno, Al y yo ya no tenemos nuestra casa pero tú y la abuela Pinako son nuestro hogar ¿no?"

Winry se sorprendió ante la notable sinceridad y seriedad con la que Ed dijo esas palabras pero trató de no mostrarlo. "Oye, Ed…" Jugueteó con el borde de su blusa. "Ahora que estás en buenos términos con tus padres… ¿no piensas ir a vivir con ellos?"

Sus palabras desconcertaron a Ed. "¿No quieres que esté aquí?" Murmuró, un tanto dolido.

"¡No lo digo por eso!" Dijo Winry agitando frenéticamente sus manos frente a sí. "Es sólo que… me siento tan feliz de que ustedes dos estén de vuelta que esto casi parece un sueño." Confesó con una tímida sonrisa.

"Winry…" Ed se acercó y colocó su mano en la cabeza de ella. "No estás soñando." Le dijo con una sonrisa cálida. "Al y yo estaremos en casa mientras ustedes dos nos soporten." Dijo con una ligera risa que Winry correspondió. "Quizás nos tomó algo de tiempo hacernos a la idea, pero ahí donde estén tú y la abuela es donde está nuestro hogar, y siempre encontraremos la manera de regresar a él."

Winry se sintió tan feliz por sus palabras por lo que le dio un fuerte abrazo, que Ed apenas pudo contestar antes de que ella se separara lo suficiente para poder verlo a los ojos. "Bienvenido a casa." Dijo con las mejillas sonrojadas y una enorme sonrisa.

Ed rió esperando que su propio sonrojo no fuera evidente. "¿No acabas de decirnos eso hace una semana?"

"Sí, pero suena bien ¿no?" En un rápido movimiento tomó una de las manos de Ed y entrelazó sus dedos con los del rubio, tirando de él ligeramente para seguir su camino. "Hay que apresurarnos o Al pensará que nos fuimos a pasear sin él."

"Sí." Ed sólo pudo responder con un monosílabo sintiéndose un tanto aturdido por la calidez y una extraña sensación como de electricidad que estaba recorriendo la mano que Winry sostenía entre la suya. Recordaba que tiempo atrás se había sonrojado, de manera "inexplicable", tan solo por el contacto de la mano de Winry en su muñeca, por lo que el tener sus dedos entrelazados con los de ella estaba haciendo que su corazón latiera intensamente y, seguramente, su sonrojo se había intensificado. Afortunadamente, Winry los estaba dirigiendo por lo que iba un poco por delante de él impidiendo que cada uno viera el rostro del otro. Sin embargo, Ed casi podía jurar que las puntas de las orejas de Winry estaban enrojecidas pero no quería comentar al respecto pues atraería la atención a su propio rostro que parecía arder en esos momentos.

Inhalando profundamente, Ed siguió caminando ligeramente por detrás de ella permitiéndose verla atentamente. Su brillante cabello rubio caía libremente por su espalda siendo agitado por la brisa del viento mientras que cada paso que daba denotaban la gran energía y alegría que ella desprendía en cada una de sus actividades.

Ed cerró sus ojos momentáneamente para recordar la sonrisa y los brillantes ojos azules de Winry. Ahora que estaban viviendo nuevamente con las Rockbell había tenido más tiempo para pasarlo con ella lo que le había dado la oportunidad de presenciar numerosas sonrisas a lo largo de su estadía (eso sin mencionar que Pinako había bromeado con Winry diciéndole que el rostro se le iba a quebrar de tanto sonreír). Con ese recuerdo en mente y concentrándose en la calidez que la mano de Winry le brindaba, abrió los ojos mientras sonreía. De verdad le encantaba ver a Winry sonreír. Su sonrisa era una de las cosas más maravillosas que jamás había visto.

Sin borrar su sonrisa, Ed enfocó su mirada en su mano entrelazada con la de Winry. Ed tenía la impresión de que muchas personas (incluidas su madre) estaban seguros de que había o estaba próximo a suceder algo entre él y Winry pero él aún se sentía inseguro al respecto. Ahora no tenía ninguna duda de que estaba enamorado de Winry pero ella… ¿también estaba enamorada de él o simplemente se trataba de un amor de amigos y familia tras estar separados tanto tiempo?

Ed empezó a hacer memoria y se dio cuenta de que habían sido contadas las veces en las que había visto sonrojada a Winry y, cuando sucedía, generalmente había sido cuando estaban los dos solos. ¿Esa podría ser la señal que estaba esperando? No sabía cómo pero dentro de sí sabía que quería confesarle sus sentimientos a Winry pero también tenía miedo de arruinar su amistad si sus sentimientos no eran correspondidos.

Al sentir que los pasos de Ed se hacían un poco más lentos, Winry volteó a verlo por encima de su hombro para que él no pudiera notar del todo el sonrojo de sus mejillas. "¿Pasa algo, Ed?"

La mirada de Winry y el vistazo que obtuvo de sus mejillas sonrojadas hicieron que Ed sonriera. "Nada, apúrate." Dijo mientras tomaba la delantera sin soltar la mano de Winry.

Al le había dicho muchas veces que tenía el mal hábito de darle muchas vueltas a sus propios sentimientos y, según lo que Ed percibía, le había dado a entender que Winry correspondería sus sentimientos en cuanto él se le confesara. Al no lo mandaría a la guerra así sin más ¿cierto? Además la expresión de Winry cuando volteó a verlo hace unos momentos habían hecho que su corazón siguiera latiendo fuertemente. Tal vez estaba asumiendo cosas sin tener todas las pruebas que le gustaría pero dentro de sí sentía que lo que tantas personas le habían insinuado a lo largo de los años era cierto. Quizás él y Winry podrían dar el siguiente paso e iniciar una relación romántica. A Ed le parecía un poco arriesgado de su parte pero poco a poco se estaba convenciendo de que tenía una posibilidad de que Winry correspondiera sus sentimientos. Ahora el problema a tratar sería cómo encontrar el momento adecuado y reunir el valor para confesarle sus sentimientos. Tal vez tardaría un tiempo en que el momento se diera pero Ed no podía evitar la emoción que lo embargaba de imaginarse que él y Winry pudieran llegar a ser algo más.