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Capítulo 59: La Furia de Zilant

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Simplemente había seguido su instinto. Lanzó una llamarada para detener la bala, pero la magia no surgió de su cuerpo y de hecho no surgió nada, estaba vacío, tardó tres segundos en darse cuenta pero para entonces ya era demasiado tarde, aquel misil se acercaba mortalmente a su objetivo, sin siquiera pensarlo jaló a Zelda apartándola del peligro.

— ¡Link!

Escuchaba su voz desesperada pero había perdido la conciencia debido a un fuerte dolor en el vientre.

—Zel…. "Esto es"... — esa sensación, era la misma, ¡cómo había podido pasarla por alto!, era como cuando Midna lo había atrapado en ese conjuro de restricción — Magia twili… ¿aquí?... Como… ¿cómo es posible?

—Amor, no por favor—Zelda estaba ahí, lo escuchó balbucear pero no presto atención a sus oraciones, le había puesto las manos en la herida tratando de que no se desangrara. Pero entonces alguien la jalón por el cabello y la obligó a pararse lejos del alcance de su amado.

—Tú princesita, eres la siguiente.

Zel sintió frío cuando la boca de la pistola descansó en su cabeza.

— ¡Daphnes!, si no vienes con nosotros la dejamos como coladera, ya viste que no bromeamos.

Entonces el sonido del arma recargando munición fue lo único que se escuchó.

— ¡No! — Gritó de forma suplicante, salió de entre los guardias que le protegían y se acercó con pasos lentos hacia los intrusos— por favor mi hija no—habló aún con pasos tambaleantes, miró hacia el suelo, Link parecía no haberla librado, cerró los ojos…. Era su culpa sus errores le habían costado la vida al hombre que su hija amaba, aunque llegara a salir librado de ésta ella jamás lo perdonaría, aun así no podía permitir que le hicieran daño.

—Señor, vienen muchos guardias desde los pisos inferiores, no vamos a poder salir.

—Entonces nos abriremos camino hacia arriba, y tú — le gruñó al padre de la cautiva— si intentas algo le vuelo la cabeza.

Entre su inconsciencia Link solo pudo mirar impotente como se los llevaban, entraron al elevador más cercano y desaparecieron.

—Zel….

Debían de haber subido ya varios pisos porque sentía que la magia regresaba a su cuerpo, aunque estaba sumamente mareado intentó ponerse en pie, su sexto sentido se había vuelto loco y eso lo tenía desquiciado.

—Tranquilo hijo, no te muevas—viró a su derecha, Gustav estaba ahí a su lado. Link negó con la cabeza.

—Se la llevaron…. Se llevaron a mi Zel… — gimoteó había lágrimas en sus ojos, aunque no sabía si eran de rabia o de miedo. O ambas. — soy un imbécil, es mi culpa, como pude… permitirlo.

—De que hablas no es tu culpa, quédate quieto.

—Debí haberlo sabido… ¡maldición!

Estaba hecho rabia pura, mientras los minutos pasaban y su sexto sentido ya no le daba tregua.

— ¡Un médico por favor! — el abuelo parecía aún más consternado después de que la hemorragia del joven no se detuviera, finalmente la ayuda llegó pero fue muy tarde.

Un grito desvencijado de furia gobernó la estancia, de la nada se envolvió en llamas y por su misma mano se selló la herida, tanto el abuelo como el joven doctor saltaron hacia atrás del susto.

El dragón blanco estaba suelto, su mirada llena de ira no vio más que allá de la ventana, prendió carrera y se arrojó contra uno de los cristales.

— ¡Link! — no podía creer lo que acababa de ver, acababa de verlo lanzarse al vacío, en el oscuro firmamento resonó un fuerte chiflido seguido del graznido de una inmensa ave —por mis diosas—Gustav acababa de presenciar lo imposible.

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Los minutos se volvieron eternos mientras el elevador subía, el silencio sólo era roto por el llanto desconsolado de la joven diosa.

—No era necesario…. ¿Por qué tenían que matar así al muchacho? — Gruñó Daphnes.

Zelda cayó en cuenta de que quizás Link ya no estuviera vivo y su corazón sufrió aún más, quería volver a su lado.

— ¿Siente ahora remordimiento? Esa es una verdadera sorpresa.

—Ya basta. ¿Quién es su jefe?

—La verdadera pregunta es ¿quién no es nuestro jefe? , usted tiene tantos enemigos que hasta nosotros perdimos la cuenta.

—Tsk— bufó, con sigilo guió su mano hasta la de su hija y la apretó con cariño, pero en Zelda no cabía consuelo alguno, sus lágrimas no paraban, poco le importaba lo que pasara de ahí en adelante, en su mente solo estaba ese último recuerdo amargo.

Finalmente el elevador topó al último piso, cuando las puertas se abrieron el vendaval les pegó de lleno, esa noche hacía frío y el aire helado chocaba contra sus rostros, la negritud del firmamento lo invadía todo solo siendo sosegada por el débil halo de la luz sempiterna de los cristales DC que ahora adornaban el perímetro del tejado, hacía tiempo que el alambrado eléctrico que había estado ahí en antaño había desaparecido.

Parecían haber calculado hasta el más mínimo inconveniente pues un helicóptero se acercaba justo a su tejado.

—Camina— rugió el de la pistola empujando a Zelda haciendo que esta trastabillara hacia adelante.

—No, por favor… mi Link… — musitó, sus palabras apenas si se entendían. Daphnes intercedió por ella para que la dejaran libre pero la única contestación que obtuvo fue una fuerte patada en el vientre. El helicóptero estaba cada vez más y más cerca y ya se preparaba para descender.

Era una locura ¿acaso no temían a los twili alados que pernoctaban ahí cerca? O era acaso que…..

Un sonido estruendoso invadió los cielos.

Los intrusos se detuvieron en seco, el sonido había arrancado de golpe la quietud de la noche. Era un bramido sumamente furibundo, el rugido de una bestia.

— ¿De dónde vino eso? — uno de los encapuchados se acercó a la orilla y miró hacia el vacío profundo de aquellas calles nocturnas, desde aquella altura la ciudad se vislumbraba engullida en tinieblas.

Y entonces todo pasó demasiado deprisa, nuevamente el bramido de la bestia hizo hegemonía, salió de la nada como si hubiera emergido desde la mismísima oscuridad profunda.

El dragón blanco. Colosal creatura que brillaba entre las penumbras de Hyrule. El gigantesco reptil emergió de golpe y atrapó al helicóptero entre sus fauces, los hombres que lo piloteaban no habían tenido ni segundo para reaccionar, el armatoste crujió entre los dientes de la bestia hasta comprimirse y explotar en mil pedazos.

No hubo piedad ni duda, en los ojos azules de la creatura sólo se dibujaba una sangrienta sed de venganza hacia aquellos que habían osado aliarse con el crepúsculo, y hacia esos que habían tenido el atrevimiento de hacer llorar a su dama.

Extendió las alas y lanzó un alarido al tiempo que descendía y las enormes garras colapsaban contra el último piso del Z-corp. Todo tembló bajo su peso, los secuestradores corrieron dispersos por el pánico ¿de dónde había salido semejante creatura?, echó fuego por los ollares dejando a uno de ellos envuelto en llamas.

— ¡Aléjate! — gritó el que traía el arma, sin siquiera razonarlo prendió fuego contra el dragón, debió de haberle dado al menos seis tiros, pero de ninguno de estos se escuchó eco alguno, era como si simplemente hubieran atravesado al dragón blanco.

Enfurecido más que nunca, el enorme reptil se dirigió hacia su atacante el cual sin pensarlo soltó a Zelda y emprendió huida.

Daphnes quedó horrorizado cuando la descomunal garra de aquel ser alado cayó sobre su hija.

Por largos segundos un silencio muerto gobernó el ambiente, el dragón se había detenido como si su instinto asesino hubiera sido sosegado de golpe, entonces poco a poco fue desprendiendo magia, se volvió cada vez más traslúcido, hasta que la ilusión menguó por completo. Ahí donde antes había estado la fiera apareció la silueta de Zilant. Quedó ahí quieto abrazando a su princesa mientras ella lloraba desconsolada contra su pecho.

—Raika— gruñó, su voz aún sonó desfigurada debido a las emociones.

No hubo perdón ese día, esos hombres cayeron inconscientes ante su relámpago.

Daphnes le miró con el aliento frío, una gelidez se había apoderado de su ser entero, había escuchado los rumores, pero no creía en Zilant como tal y jamás imaginó verlo de cerca, mucho menos en el propio techo de su edificio.

Le tomó a Link minutos enteros retomar su compostura, bajo la máscara del dragón, su aliento se escuchaba entrecortado. Finalmente sus ojos azules descendieron apartándose de aquellas figuras encapuchadas y encontrándose con la de Zelda. Seguía ahí llorando sin poder digerir todo lo que había pasado en menos de esa hora.

—Zilant… pronunció su nombre como si recién tomará cuenta plena de su existencia.

Él la acurrucó contra su pecho y le acarició el cabello de forma muy dulce, creía que podría tenerla ahí para siempre, pero Zelda se deshizo de su abrazo, su mirada parecía perdida y muy confusa aún entre lágrimas. Y pronunció su nombre de la forma más triste que jamás hubiera escuchado.

— ¡Link! — gimoteó, estaba desorientada y ya no sabía ni hacía donde caminaba.

El dragón blanco la cogió del brazo y la retuvo a su lado, sus ojos azules se colgaron a los de ella, solo por ese segundo Zelda recuperó el raciocinio que necesitaba.

"¿a dónde vas mi princesa? " escribió con magia.

Zelda volvió a apartarlo, estaba agradecida de que la hubiera salvado, pero quería irse con urgencia.

—Link….

Y salió corriendo, de reojo verifico que su padre siguiera vivo. Quería bajar… bajar muy rápido. Pero el elevador se había quedado trabado con la descarga que el dragón blanco había proferido momentos antes. Desesperada pateó la puerta aledaña intentando acceder a las escaleras, por increíble que pareciera la adrenalina en su cuerpo le hizo golpear con tal fuerza que el acceso cedió a su paso. Bajó a toda prisa con el alma en vilo, Link la vio desaparecer mientras descendía, reteniéndose a sí mismo recordando vagamente que estaba bajo el disfraz de su otra identidad.

— ¿Por qué?

Se viró y encontró ahí a Daphnes, pero desapareció sin llegar a responder su pregunta. El hombre supo entonces que su presencia ahí no era una mera casualidad de fortuna, ¿Zelda?... O era acaso era que él joven héroe había sentido la perturbación en la magia que se había plantado en el Z-corp aquella noche.

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Ya no sabía ni lo que había pasado, por poco y rodaba de bruces cerca del piso treinta, ya no tenía aliento pero su desesperación por volver al lado de Link la impulsaba a seguir adelante. Nuevamente no pudo contener las lágrimas, sus propios pensamientos le aterraban, las palabras de su padre el cual había hablado con la seguridad de haber visto Link muerto.

—No….. — su corazón le decía que no era cierto.

— ¡Zelda! — y se detuvo ahí mismo al escuchar su nombre, ¿acaso deliraba?, asomó por la baranda y vio una silueta pisos abajo.

No podía ser cierto. Bajó en carrerilla sin siquiera saber dónde ponía los pies, estaba vivo…. ¡Estaba vivo! Lo estrujó entre sus brazos sintiendo que el alma le volví al cuerpo.

—Link…. ¿Estas…?

No respondió a su llamado, veía muy borroso y apenas si estaba consiente, el dolor en su vientre era demasiado intenso, no sabía ni como rayos había llegado hasta ese punto y eso que sólo había subido un piso, había entrado por la puerta de emergencia del piso veintiséis tanteando que Zelda estuviera cerca de ese punto.

Ella volvió a llamarlo pero se desvaneció entre sus brazos apenas con un leve hilo de conciencia y por primera vez volvió a mirarlo, el elegante traje que había comprado para él no era ahora más que un trapo desvencijado, estaba manchado completamente de sangre y chamuscado por uno de los costados, apenas si quedaba tela en ese sitio, el vientre del joven estaba expuesto dejando ver ahí una quemadura terrible.

— ¿Qué te paso, Link?

— ¿Estás bien Zel…?

—Estoy bien, yo… tuve un rescate extraño. Hay que bajar para buscar un médico del Z-corp, estas muy mal amor. — su voz temblaba, y de pronto no podía parar de llorar de nuevo, si no hacía algo no sobrevivirá, la herida que parecía haber sido sellada por la fuerza comenzaba a abrirse de nuevo, estaba mal… muy mal. Cargó con él como pudo tratando de volver al salón de fiestas.

— ¡Abuelo! — su voz estaba envuelta en llanto trémulo cuando por fin alcanzó el sitio. Gustav corrió en su ayuda y volvió a llamar al médico.

—Zelda, gracias a las diosas. Estas bien, estas viva. ¿Dónde está Daphnes?

—En el techo, ¡lo han sofocado con una patada!, — cerró los ojos y apretó las manos en puño — ¡pero como han dejado que Link andará solo!

—No sé si me creas pero no pude detenerlo. Y bueno, en cuanto a tu padre ya lo traerán los guardias, fueron tras ustedes, pero el sistema del elevador colapso y quedaron varados en el piso cuarenta.

Cerca de ahí aún quedaba un guardia con radio en mano, la comunicación con el resto de los hombres había sido entrecortada después de eso. Todos temían lo peor, lo último que esperaban era ver a la muchacha salir por las escaleras con el prometido casi muerto en brazos.

Zelda tenía poca cabeza para el centenar de preguntas que le llovía de todos lados, aunque se las arregló para explicar que Zilant había aparecido de la nada y que eso les había ayudado a salvar su vida. El joven médico miró a Link y tragó saliva, Gustav le fulminó con la mirada haciéndole guardar silencio.

—No está bien. Debemos darle cuidado intensivo, tengo el presentimiento de que la bala sigue ahí dentro y está causando estragos.

— ¡Pero como! — Bramó ella exasperada — ¿¡Qué fue lo que pasó!?

Gustav intentó explicar pero se le hizo nudo en la garganta, para ese entonces Link había recobrado un poco más de conciencia hecho un brazo alrededor del cuello de Zelda y la obligó a descender para decirle algo al oído.

— ¿Qué! — volvió a bramar

Los pocos presentes que quedaban debieron taparse los oídos, a los pocos segundos los guardias que habían subido al techo descendieron por las escaleras con Daphnes sano y salvo aunque adolorido y con los secuestradores completamente aprisionados.

—Zelda… — la llamó mientras se acercaba a ella, pero se detuvo en seco al ver que Link le echaba una mirada furibunda. — ¡Estas vivo!

—No te acerques… — gruñó

Por un segundo Zel creyó sentir cierta familiaridad en ese tono lleno de rencor e ira.

—Es… es… la última vez. Qué pones a Zelda en peligro.

Fue como un golpe seco, una verdad tan cruda que lo dejó helado, la mirada llena de odio de Link lo mantuvo a raya, en sus ojos azules latía una amenaza que le produjo verdadero miedo.

—No vuelvas a acercarte a ella— rechistó, su mano se había vuelto un puño tembloroso que se aferraba al vestido de su compañera.

—Shhhh, Link—musitó ella mientras lo abrazaba por la cabeza, pero la mente de Link no parecía poder enfriarse, había demasiada rabia en él como para que pudiera aclarar sus ideas. —vamos a llevarte a un cuarto.

— ¡No quiero! — rechistó, se incorporó lo mejor que pudo — ¡nos vamos a casa!

—Pero estas muy mal, ¡y es plena noche!

—Es una locura, se los comerán las creaturas twili — aseguró el médico, acercó la mano a Link para tratar de inmovilizarlo pero éste renegó de la ayuda dando un fuerte manotazo al hombre para que se apartará, Zelda se espantó al verlo ponerse en pie e intentar salir del edificio.

—Link por favor basta, te estás desangrando—suplicó

"quiero ir a casa" repitió, de cierta forma comenzaba a comprender a que se había referido su abuelo con "no pude detenerlo", recordó entonces la noche de festival, habían cruzado Hyrule en patrulla Goron, incluso de noche. Hurgó en la ropa de Link buscando su teléfono.

—Te lo suplicó Link quédate quieto. ¿Llamo al jefe goron? Esto… ¿Darunia?

No supo cómo pero atinó al número, al otro lado del parlante el goron apenas si entendía lo que la muchacha trataba de decirle, nada era demasiado claro, pero era obvio que algo malo había pasado si la llamada venía desde el celular de su camarada pero no era él quien tenía el teléfono. Sin pensarlo demasiado cruzó la ciudad en su patrulla hasta llegar al Z-corp, cuando llegó simplemente no podía creer que hubieran abatido al invencible Link de aquella forma, estaba ahí casi muerto pero con un humor de los mil demonios, literalmente fue como si tratara con una bestia herida.

—¿¡Qué no hay doctor aquí!? — Gruñó antes de subirlo a la patrulla.

Zelda negó con la cabeza, para evitar un interrogatorio que de seguro les robaría más tiempo.

"Quiero ir a casa" seguía repitiendo, Zel puso mano firme y le negó con la cabeza.

—Vamos al hospital

—No

—No está a discusión, Link te vas a morir si no te sacan la bala.

—No quiero…..

Darunia negó con la cabeza ¿cómo podían discutir en un momento así?

— ¿Esta delirando?

—Si, se le ha subido de golpe la fiebre—respondió ella mientras lo recargaba contra su pecho.

Sus manos temblaban mientras las patrulla se abría pasó entre la oscuridad de las calles, temía que Link se pusiera mucho peor en el camino, pero ya no podían seguir en el Z-corp, no sólo porque Link no quería sino porque requería de verdaderos cuidados intensivos.

Muy dentro de sí y a pesar de su inconsciencia Link sintió la preocupación que embargaba a su compañera.

—Llévame con Saria… — finalmente atinó a decir.

—Hospital, Link.

—Saria.

— ¿La doctora kokiri? — Intervino el goron — Está más cerca, tal vez no esté delirando del todo

Zelda cayó en cuenta de aquello y asintió con la cabeza.

Darunia dio la vuelta de golpe, Zelda volvió a aferrarse a novio. De pronto y sin razón alguna las palabras que Link le había susurrando al oído bailaban en su cabeza "Zilant lo cerró"... Estaba muy confundida, si Zilant lo había hecho ¿entonces porque el abuelo Gustav no le había confirmado su presencia? Todo se estaba volviendo un caos en su cabeza.

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Estaba realmente en su quinto sueño, lo que menos imaginaba era que esa noche hubiera ocurrido algo, su celular sonaba lejano, abrió un ojo con pereza, extendió la mano pero no lo encontraba, otro sonido le llegaba de fondo, ¿alguien estaba azotando la puerta?, miró el celular

— ¿Zelda?— se preguntó a sí misma confundida al ver su nombre en el registro de marcación, aún no contestaba cuando un grito desesperado le llegó desde el exterior de su casa.

— ¡Saria ábreme!

Definitivamente era Zelda, soltó el teléfono y bajó corriendo a la planta baja.

— ¡Saria! — la voz sonó aún más desesperada, llena de angustia y miedo.

Saria temió que la joven estuviera sola en la oscuridad que ahora era territorio de los twili. Quizás estaba herida o quizás alguna bestia la venía persiguiendo, mil pensamientos se agolparon en su cabeza incluyendo el hecho de que no entendía porque su amiga estaba ahí afuera en plena noche, torpemente consiguió encontrar su llave y abrir la puerta de golpe.

—Ay mis Diosas…..

Se quedó sin habla, completamente helada ante la escena que tenía detrás de su puerta.

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Continuara...

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Comentarios del Capítulo:

Una traición hacia el mundo de la Luz ha salido al descubierto, ¿Quienes son estos tipos que se han aliado con los Twili? lo único seguro es que a partir de aquí el poco respeto que quedaba en Link hacia Daphnes se ha quebrado, ya nada volvera a ser lo mismo. Y si se preguntan como fue que Link se convirtió en dragón gigante pues solo les recuerdo que lo único que restringe ese hechizo es "La Magia Hylian"