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-Mamá, ¿Alguna vez viajaste al inframundo? - interrogó Mirai, tirada en el piso de madera de su departamento.
-Tú padre me advirtió que sería muy peligroso para alguien como yo. - respondió Kurenai, doblando algunas camisetas, mientras veía la televisión en la sala de estar. - Sin embargo, tú, al poseer una parte de dos mundos diferentes, podrías hacerlo.
-¡¿D-De verdad?! - exclamó emocionada, sentándose de golpe.
La mujer asintió.
-¡¿Pero cómo lo hago?!
-Podría pedirle a lady Kanna que nos ayude.
-¡Gracias, gracias! - dando varios brincos por la sala, terminó por rodear a su madre con sus brazos y darle un pequeño beso en su sien derecha. - ¡Prometo que me portaré bien!
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Durante aquella noche de luna llena, Mirai se reunió con un demonio, en las orillas de un rio poco profundo. La invitó a subir a su barca y se marcharon lejos de la ciudad. El sitio estaba cubierto por una densa neblina.
Casi ni se podían distinguir las siluetas de los edificios.
En eso, arribaron en un lugar completamente diferente. El demonio la ayudó a bajar, dejándola en la entrada de un gran túnel con estalactitas. Mientras iba remando en la profundidad de la neblina, apareció ante la joven, una mujer de rasgos finos.
Piel blanquecina, ojos y cabello negro. Vestía un impecable kimono blanco que la hacía resplandecer y sobre su cabeza, se hallaba un gran sombrero de paja tradicional.
-Bienvenida, princesa Mirai. - dijo la mujer, haciendo una reverencia. - Mi nombre es Koyuki, seré su anfitriona en esta ocasión.
La mencionada asintió. En completo silencio, caminaron a través del túnel, llegando a la entrada de un imponente palacio. Atravesando un puente metálico; con un profundo hueco debajo de este, se abrieron dos gigantescas puertas. Sus pasos hacían eco en el vestíbulo.
Y mientras Mirai volteaba de un lado a otro su cabeza, para no perderse ningún detalle, apareció ante ellas una niña de apariencia completamente blanca, a excepción de sus ojos que eran de un profundo y misterioso color negro. Mirai, al verla, tragó saliva grueso, pensando por un instante que se habían topado con un fantasma.
-Bienvenida, princesa. - la saludó la niña, sosteniendo un espejo. - Mi nombre es Kanna, soy la mano izquierda de su padre.
-¡Oh, ya veo! - exclamó sonriente, recordando que su madre ya le había hablado sobre ella y sobre una mujer llamada Kagura. - ¡D-De verdad agradezco que hayas podido hacer esto por mí! ¡No sabes lo feliz que estoy al tener la oportunidad de pasar tiempo con mi padre!
-Es un honor poder escuchar unas palabras tan gratas de su parte. - comentó, haciendo otra reverencia. - Desafortunadamente, el rey no se encuentra disponible por el momento.
El rostro de Mirai, en lugar de reflejar alegría, mostraba tristeza.
-¿O sea que está ocupado?
-Todo ha sido un caos desde que se robaron la fruta Tsuchigumo. - explicó Koyuki. - Sin ese objeto tan importante, su majestad continuará perdiendo algo más que sus poderes.
-Me apena mucho decirlo, pero debo retirarme. - habló Kanna, inexpresiva. - Si necesita algo, puede pedírselo a Koyuki. Como su anfitriona personal, será la encargada de mostrarle el palacio, complacerla y explicarle las reglas.
-¡Entendido y anotado! - exclamó Mirai, recuperando su buen humor.
Kanna giró sobre sus talones y desapareció, poniéndole la frente azul a la joven y haciendo sonreír a Koyuki.
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-Esta será su habitación. - dijo la mujer blanquecina, invitando a Mirai a pasar a una gran alcoba.
Había alfombras alrededor de una enorme cama, debajo de la mesa de un tocador y cerca de un armario.
También tenía una perfecta vista de un cielo rojo cubierto por nubes negras, acompañada por un balcón.
Todo estaba impecable y limpio. Y los detalles dorados la envolvían todavía más en una experiencia ensoñadora de lo que era el palacio de un rey.
Claro, sin dejar de lado lo tétrico que podría ponerse el ambiente en el exterior, al ser un sitio habitado por demonios.
-Wow... - suspiró conmovida... antes de que Koyuki volviera a llamar su atención.
La condujo de vuelta al pasillo y le mostró algunas puertas más que podría utilizar, para ir a la cocina, al comedor o al jardín privado. Entonces, llegaron a un par de puertas, protegidas con un gran candado.
-Este es el almacén personal de su majestad. Por ningún motivo, se debe abrir esta puerta, ya que las armas que yacen aquí, son muy peligrosas para usted, princesa.
-¿Cómo qué? - cuestionó con curiosidad.
-Bueno... - Koyuki se llevó un dedo a su mentón. - hay unas marionetas que pueden tomar el lugar de una persona, si enredas uno de sus cabellos en ellas. También se encuentra el broche especial para llamar demonios y otros encantamientos antiguos que se usaban para crear Youkai artificiales o de sangre pura.
Intrigada por sus palabras, Mirai no podía dejar de observar la puerta. Si o si, debía encontrar un modo de entrar y explorar las tantas maravillas que tenía aquella habitación.
-Señorita Koyuki... - la llamó seriamente. - ¿Podría contarme más sobre la fruta Tsuchigumo?
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-Vaya... - dijo un hombre, viendo cómo Mirai abría sus ojos carmesí. - finalmente despiertas, amada hija.
Naraku, sentado en una lujosa silla de metal y usando su característico traje de color morado oscuro, le sonreía complacido. La joven en cambio, quiso moverse de su asiento, pero no podía porque estaba atada de brazos y tobillos.
-¿Cómo te sientes?
-Muy mal, ahora que tengo el desagrado de verte la cara. - respondió, con el ceño fruncido.
En eso, alguien la golpeó por detrás de la cabeza.
-¡AY!
-¡Te lo advierto, niña! - gritó la mujer del abanico, amenazante. - ¡Si le vuelves a faltar el respeto a su majestad...!
-Kagura.
Al escuchar su nombre, se detuvo de inmediato, volviendo a pararse como si fuera una estatua.
-Para serte sincero, me sorprendió que llegaras muy lejos con tal de conseguir la fruta Tsuchigumo. - comentó, con sus ojos rojos bien puestos sobre la joven. - Pero sé lo que hago y esperaré pacientemente a que esos niños me la traigan.
-¿"Niños"? - preguntó confundida. - Sé que uno de ellos es Sasuke, pero... ¿Y el otro?
-Su nombre es Hinata Hyuga. - explicó. - Hace 18 años, Tsubaki le lanzó la maldición del sharingan.
-Claro... - dijo, con una sonrisa falsa. - Terminé inconsciente porque me encerró en una ilusión.
-Bueno, ya que lo sabes, te pediré que los dejes tranquilos.
-Bromeas, ¿Cierto? - dijo enojada. - Tengo que devolverle el favor a esa estúpida. - sin dejar de mover sus muñecas atadas, miró a su padre con el ceño fruncido. - Además, quiero hacer el intercambio de corazón con Sasuke para poder ser humana y deshacerme de tu asquerosa herencia de una vez por todas.
Inexpresivo, Naraku se levantó de su asiento y la besó en la frente, sorprendiéndola.
-Mejor vuelve con tu madre y no le causes más problemas. - pidió, dirigiéndose a la puerta de la habitación. - Kagura, ya puedes escoltarla.
Mirai apretó sus labios.
-Maldito... - habló enfadada, antes de levantar la cabeza y gritar llena de lágrimas: - ¡No descansaré hasta romper mis lazos contigo! ¡VOY A CONVERTIRME EN HUMANA AUNQUE ME CUESTE LA VIDA!
Y con esa última oración retumbando en sus oídos, Naraku se marchó.
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Naruto, Shikamaru, Sakura y Koryu; escondido en el gran bolso morado de la chica de cabello rosa, bajaron del taxi y se pararon frente al gran portón de la mansión Namikaze.
El rubio tragó saliva. Tocó la puerta un par de veces y, en menos de 10 segundos, estas fueron abiertas por la persona que más anhelaba ver en ese momento.
Su madre, Kushina Namikaze, lo vio gratamente sorprendida, en especial, porque detrás de él, se encontraba Shikamaru, el hijo de su antiguo compañero de la policía, Shikaku Nara.
-Hijo... - la mujer sonrió. - ¿Q-Qué te trae por aquí? ¿Acaso olvidaste más cosas?
El rubio negó. Invitó a sus amigos a pasar, cerraron la puerta del portón y se encaminaron con calma al comedor de la mansión.
Para los jóvenes, el silencio era abrumador, ya que no sabían cómo comenzar a contarle a Kushina lo que pasaba con Sasuke.
-Hace tiempo que no te veía, Shikamaru. - comentó la pelirroja, rompiendo el hielo por ellos.
-Me alegra verla tan bien de salud, señora Namikaze. - dijo él de vuelta, haciéndola sonreír.
-Mamá... - finalmente, Naruto se armó de valor, llamándola cabizbajo, al mismo tiempo que apretaba sus puños sobre sus piernas. - ¿Sabes lo que es la fruta Tsuchigumo?
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Al terminar de ducharse, Sasuke salió del baño de Himawari, vestido con una playera blanca de mangas cortas y unos pantalones de mezclilla.
Cuando se los puso, le sorprendió que la joven supiera sus medidas, ya que, en el pasado, a Kushina le costaba mucho trabajo encontrarle ropa que fuera de su talla.
Entonces, recordó fugazmente lo que sucedió después de haber curado las heridas de la joven, al ser atacados inesperadamente por Tokajin.
Tragó saliva. Con solo tocarlo... negó con la cabeza. Igual y había usado un conjuro como los de Enju, para que la ropa le quedara perfecto. Secándose el cabello, con una toalla pequeña, se dirigió de nuevo a la cama.
Sin embargo, al pasar al lado de un mueble, con una torre de libros, esta terminó cayendo por accidente, haciéndolo poner una mueca de dolor.
No porque alguno le hubiera caído a sus pies descalzos, sino porque el sonido fue tan fuerte como para estrujarle el corazón de incomodidad.
Suspiró. Se agachó para recogerlos y, uno por uno, los fue colocando en la mesita donde estaban. No obstante, al levantar uno que parecía un libro de cuentos, salieron de sus páginas una fotografía y un papel doblado en cuatro partes.
Con curiosidad, dejó el libro a un lado y tomó ambas cosas entre sus manos. Primero comenzó con el papel, el cual, abrió con cuidado para no romperlo o arrugarlo más de lo que ya estaba.
Se trataba de una noticia publicada hace mucho tiempo por el periódico local de Suginami.
-"Autoridades de Konoha no encuentran el cadáver de Hinata Hyuga". - leyó el encabezado en voz alta.
Se puso de pie y continuó leyendo el resto del artículo en silencio.
-¡Lamento la tardanza! - en eso, Himawari entró al cuarto, llevando una bandeja llena de comida en sus manos. - El arroz no se coció bien, así que tuve que hacerlo de nuevo.
Mientras ella acomodaba los platos y un vaso con jugo de naranja; sobre la mesita de noche del lado derecho de la cama, Sasuke fijó sus ojos en la fotografía, colocando detrás de ella el papel con el artículo.
-¿Sasuke? - lo llamó preocupada, terminando de poner las cosas que le faltaban.
El muchacho se giró hacia ella y le enseñó los papeles en sus manos. Al instante, sus ojos rojos se abrieron como platos y su corazón dio un vuelco acelerado.
-¿Qué relación tienes con esta niña? - cuestionó seriamente. - ¿Por qué tienes una foto de su familia?
El semblante de Hinata cambió por completo. Y aunque por fuera se veía tranquila y mostraba determinación, por dentro, sentía que en cualquier momento se quebraría.
Que mostraría un lado de ella que desconocía por completo y colapsaría... hasta negar su propia existencia.
Tragó saliva. Dejó la bandeja encima de la cama y se acercó con lentitud a Sasuke, tomando con delicadeza la mano que sostenía la foto y el artículo.
-Esto... era de lo que quería hablarte. - dijo con sinceridad, volteando la vista de su mano a sus ojos. - Yo soy esa niña.
Incapaz de moverse, el joven la miró con desconcierto.
-¿Tú...? - preguntó en un susurro. - Pero...
De pronto, el cabello negro de la joven se volvió azulado, sorprendiéndolo aún más. Hinata, al ver uno de sus mechones, lo tomó con su mano libre y suspiró. Su poder demoniaco estaba disminuyendo nuevamente. Sin darle más importancia, soltó su cabello y continuó.
-Cuando Enju me explicó lo que Tsubaki nos había hecho a ambos, pensé que la mejor manera de enmendar mi error era ayudarte. Trabajé muy duro para controlar mis poderes. Y cuando finalmente estuve lista, comencé a vigilarte desde las sombras.
Sonrió un poco.
-Sentía un gran alivio, al saber que contabas con una nueva familia. Pero, también...
Su sonrisa se desvaneció.
-Recordaba con frustración que yo no podía acercarme a la mía, por la presencia de Tsubaki.
Sasuke frunció el ceño.
-3 años después... tú te mudaste a la residencia Sabaku y fuiste atacado por Hiten y Manten. Dos poderosos demonios que pertenecían a la corte del rey del inframundo.
Al escuchar aquello, el joven deslizó los dedos de su mano libre sobre su hombro izquierdo. El lugar donde tenía impregnado el sello de Hinata.
-Enju me contó que Tsubaki había comenzado a moverse, informando a varios demonios sobre tu paradero. Pero no podíamos decirte quién era yo realmente. De lo contrario, jamás hubieras aceptado mi protección.
Tomando su brazo derecho, agarró los papeles en su mano y los arrojó.
-Yo... estoy consciente de que no tengo perdón. - comentó resignada. - Así que...
Condujo su mano derecha a su cuello y deslizó su mano sobre su dorso, haciendo un poco de presión.
-Si quieres matarme, aquí y ahora, lo aceptaré. - agregó con una sonrisa.
Sasuke, al ver su mano sobre su cuello, se quedó con la mente en blanco. Era un hecho que no podría perdonarla tan fácilmente, por tratarse de la niña que asesinó con crueldad a sus padres y a su hermano mayor.
Sin embargo, tampoco podía deshacerse tan fácil de los recuerdos que hizo a su lado. Desde como lo defendió de los monstruos que querían llevárselo al inframundo, hasta los pequeños detalles que tenía con él. Como el haberle regalado una navaja de bolsillo para llamarla.
Pensando en ello, presionó un poco el cuello de la joven. Ella dejó de sonreír. Y aferrándose a que eso era lo mejor; que así le daría paz al muchacho, dejó caer sin más su mano derecha a su costado. Cerró los ojos y simplemente permitió que la ahorcara.
Si deseaba matarla, no se opondría.
Así lo había decidido desde el instante en el que quiso ser valiente y decirle la verdad. No obstante, para su gran sorpresa, la mano de Sasuke dejó de hacer presión.
Confundida, abrió los ojos y movió su cabeza hacia adelante. Aunque sus mechones no la dejaban ver sus ojos negros, sabía que estaba teniendo una lucha mental consigo mismo. Una en la que no podía decidirse si estaba bien asesinarla ahí mismo o si debía perdonarle la vida.
Al final, pareció haberse ido por la segunda opción, ya que apartó su mano con lentitud de su cuello. Hinata tenía muchas preguntas. Sin embargo, tenía que forzarse a quedarse callada. Observando, de esa manera, como Sasuke pasaba por su lado izquierdo. Se sentaba en la orilla derecha de la cama y se ponía los tennis que le consiguió.
-¿S-Sasuke? - lo llamó finalmente, viendo cómo se aproximaba a la puerta de la habitación.
-Si... yo tuve la suerte de ser adoptado por otra familia. - dijo inexpresivo, respondiendo uno de sus comentarios anteriores. - Pero eso no fue suficiente para disipar la tristeza y las pesadillas que me atormentaban cada noche. O cuando tenía que ir a la escuela.
La escuela. Cuando salía de la secundaria, Hinata siembre veía como volvía solo a casa, evitando por cualquier medio encontrarse con sus hermanos adoptivos.
-Agradezco que hayas sido sincera conmigo. Pero no quiero que te vuelvas a acercar a mí.
-Sasuke... - con los ojos llenos de lágrimas, levantó los puños y los apretó con fuerza sobre su pecho. - ¡¿Por qué no quieres matarme?! - cuestionó en un grito, deteniendo su intención de irse. - ¡Si todavía sientes tanta agonía por lo que hice, ¿Por qué no acabas conmigo y te deshaces de ella de una vez?!
Podía escucharla llorar y aun así, no tenía la fuerza suficiente como para girarse, mandar todo al demonio y abrazarla.
Pero las expresiones de sus padres y su hermano mayor, muertos, no se lo permitían. Eran un recordatorio de lo atormentado que se sintió por años.
-Porque... - murmuró, luego de unos segundos en silencio.
La joven levantó la vista, observando sorprendida como el muchacho la miraba con una sonrisa triste.
-Yo... aún sigo amándote.
De sus ojos carmesí, brotaron un par de lágrimas. Tampoco fue capaz de moverse. Ni de correr hacia él, ni detenerlo. Se había ido. La había dejado sola con un profundo y oscuro hueco en el corazón.
Destrozada, Hinata se dejó caer de rodillas en el piso y, apoyándose por la torre de libros a su lado izquierdo, comenzó a llorar como nunca antes lo había hecho.
Derramaba lágrimas al igual que una gran cascada y gritaba y gemía de manera descontrolada. Los había perdido. Tanto a la persona que más amaba, como a su querida familia.
Fin del capítulo.
Dato curioso: en la versión de wattpad (sip, esta historia también la estoy publicando por wattpad XD) Al final de este capítulo, compartí una versión alterna de la canción "Duvet", del grupo Boa, que, en mi opinión, coincide con la atmosfera de este capi y de todo el fic en general. Si se pasan por ahi, espero que puedan escucharla :) Nos vemos en otro capi, cuídense mucho!
