Hola a todos! He aquí vengo con una pequeña nueva historia, pero con un personaje especial que había dejado en el olvido y proveniente del universo Lukanette que he hecho a lo largo del tiempo. Si no recuerdan a este chico, les sugiero releer mis fics Verdadera oportunidad y Protegido antes de leer este, ya advertidos y sin más qué decir… COMENZAMOS!
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Capítulo 60.
Ojos de serpiente.
Si algo le gustaba era estar con su amada y dulce novia Melody, y lo que amaba más que nada era tenerla en sus brazos como el tesoro que ella era.
-Ho-Honoré...- logró decir muy apenas ante los besos de este.
-Mmm.- musitó a lo bajo, demasiado ocupado besando los labios de su novia, sus mejillas, su cuello, su clavícula...
-¡Frénate un poco, por favor!- le gritó sujetándole de la media coleta que tenía y que admitía le quedaba increíble a su novio, así como su cabello rojo con puntas negras hasta los hombros. El portador del dragón rio entre dientes e hizo caso a su novia.
-Lo siento, es que no puedo evitarlo.- expresó con una amplia sonrisa juguetona.- No me puedo creer ¡que tenga una novia tan linda!- la abrazó contra él, con cuidado de no desacomodar sus audífonos. Melody se sonrojó tanto que parecía una fresa, y más con esas adorables pecas que cruzaban su nariz.
No hacía mucho habían formalizado su relación, y lo mejor era que fue ella misma quién se le declaró evitando que este partiera de Paris para nunca más volver. Fue el momento más feliz de su vida.
Melody suspiró y agradeció que no hubiese desacomodado sus audífonos para la sordera.
-Honoré, estamos cerca de mi casa y si alguien nos ve…
-¿Quién nos vería? ¿Tu hermano? No te preocupes por mi cuñado, que él y yo nos llevamos a las mil maravillas.
¡Era una gran mentira! Hugo Couffaine le arrancaría el orgullo si supiese las cosas que le hacía a su hermana menor, pero lo tenía bien controlado gracias a cierta gatita y a la suerte de haberlos encontrado en un momento más que íntimo, acordando mantener el secreto de su maestro, Adrien Agreste, porque si este y su pequeño cuñado se enteraban de toooodo lo que él hacía a la heredera del imperio Agreste-Tsurugi, de seguro no quedaría nada de él. Y a diferencia suya él era todo un santo.
Melody rodó los ojos y le apartó poniendo su dedo su frente, algo que su madre hacía mucho con su padre.
-Basta ya, debo entrar a mi casa. Si vuelvo a romper el toque de queda de nuevo, estaré castigada por lo que resta del mes y sabes que si eso pasa no vamos a ir al concierto de la próxima semana ni a ninguna otra parte.
-Vale, vale, te acompaño mon petite serpant.
La acompañó hasta la puerta de su casa, admirándola cada tanto, esa noche su novia se había puesto un bonito vestido blanco y suéter azul, y no le daba pena admitir que se la había imaginado en su vestido de boda. Llegaron a la residencia Couffaine-Dupain, una hermosa casita de estilo antiguo que, aunque no lo pareciera, tenía más seguridad que el mismo museo del Louvre. Se despidió besando su mano, haciéndola sonrojar de nuevo a un rojo más intenso que su cabello.
-Cuídate mucho, no me gusta que camines de noche.
-No te preocupes, Mel. Estaré bien, ¿qué podría pasarme? Son otros los que deberían cuidarse de mí.
-Lo digo en serio.- le reprendió con un mohín.- Llámame cuando llegues a tu casa, no me hagas preocupar.
-Lo sé, prometo llamarte.- ella entró a su casa y cerró la puerta.
Su novia se preocupaba demasiado, aunque tenía sus razones. Como hijo de la ex villana Lila Rossi, que ahora estaba tras las rejas por todos los crímenes que cometió, su vida no era fácil. Todavía intentaba reconectar con su padre biológico que se llevó una gran sorpresa al saber que era padre, y también había gente que lo reconocía y no dudaba en insultarlo o atacarlo por culpa de la villana Farfalla*. Le enfurecía en sobremanera aquello y más aún con lo parecido que era a ella físicamente, su mismo tono de piel, su color de cabello, sus ojos, su nariz, maldita fuera ¡que era como un maldito clon! No le bastaría con pintarse el cabello o con los piercings que tenía en las orejas y en la ceja. Quizás debiera cambiarse de nuevo el color de pelo, aunque le gustaba mucho cómo se veía ahora, gritaba su esencia dracónica a todo lo que daba. Estaba decidido a hacerse una operación si era necesario, esperando un día que al verse al espejo no le estuviese viendo el reflejo de esa mujer abominable.
Mientras avanzaba las calles comenzaron a vaciarse poco a poco, tenía que llegar a casa o su papá le daría una buena reprimenda, todavía no se acostumbraba a su nuevo papel pero tampoco lo hacía tan mal.
Dio vuelta a una esquina donde se detuvo abruptamente. La calle estaba demasiado vacía para su gusto, pero había luminarias que iluminaban el paso.
-Uff, esto está bueno para una película de miedo, ¿no, Longg?- el pequeño kwami asomó de la gorra de su campera.
-Cuidado, joven dragón. Que bien se sabe que el peligro acecha en cualquier parte.
-Y eso es emocionante, ¿no?
Siempre le hacía caso a Longg, o bueno, casi siempre, ya que Longg siempre le pedía que debía refrenarse un poco con su pequeña serpiente.
Avanzó por la calle de la cual apenas y se escuchaban los murmullos de la ciudad, incluso una leve niebla que provenía del Sena se hizo presente y de repente algunas luminarias comenzaron a parpadear y, como tiro de gracia, una se fundió por completo. De repente ya no tenía ganas de tomar ese camino.
-Ok, lo admito, hasta yo sé cuándo algo ya no es divertido.
Un escalofrío llegó cuando sintió la mirada de alguien clavarse a sus espaldas. Se volvió pero no encontró a nadie. Siguió avanzando pensando que quizás eran sus nervios, pero por si acaso puso atención por si escuchaba pasos detrás de él, pero no, incluso los sonidos de la ciudad desaparecieron. Volvió a sentir esos penetrantes ojos a sus espaldas, se giró de inmediato no encontrando a nadie. Retrocedió un poco y sintió un muy ligero roce a sus espaldas, se volvió listo para atacar pero no vio a nadie.
-¿Qué…? ¿Acaso fue el viento?
Intentó razonar, pero el viento no tenía ojos que le amenazasen. Era como si algo invisible se estuviese moviendo alrededor suyo.
Apretó los dientes, ya que por unos instantes se le ocurrió transformarse pero no lo haría, no quería revelar su identidad a quien fuera estuviese alrededor suyo mirándole con esos ojos que podía sentir congelar su sangre. ¿Y si era algún lacayo de su madre? ¿Alguien que pudo haber enviado desde donde estaba? No estaba dispuesto a averiguarlo.
Se echó a correr, era lo más seguro y cuando ya no se sintiese amenazado se transformaría. Corrió al interior del parque esperando ver algunas personas paseando por el lugar pero para su mala suerte no fue el caso. ¿Dónde estaban los románticos enamorados que siempre paseaban en la noche?
Se adentró entre los gruesos árboles esperando sentir algo de seguridad, más eso fue lo contrario, se sintió acechado, sintiendo su corazón latir ante un peligro que no podía ver y sintiendo cómo el vello de su nuca se erizaba… algo lo había tocado, estaba seguro que sí ¡pero no había nada detrás! Salió del área boscosa y en medio de la carrera dio la vuelta y frenó listo para enfrentarse a quien fuera que estuviese allí.
-No sé quién seas pero te has metido con el chico equivocado.- se colocó en una pose de ataque listo para enfrentar a quien fuera que le estuviese persiguiendo, y fue que lo vio, una figura apenas visible apareció entre las sombras, sin embargo, a pesar de la oscuridad y de que ninguna luz podía penetrar la espesa maleza, podía ver unos brillantes ojos de un extraño azul mirarle desde su posición.
La sangre cayó hasta sus piernas, su instinto le decía que debía correr, que aquello no era humano y que podía lastimarlo sin dudarlo. Y cuando esa figura cerró los ojos ya no pudo verlo.
-¿Qué? ¿Dónde está? ¿Dónde?
Retrocedió un poco sintiendo que aquello podría lanzarse a su ataque en cualquier momento. Apretó sus puños y los alzó más cerca de su rostro, listo para atacar cuando fuera, y entonces chocó contra algo y aquella mirada regresó. Todo su ser se entumeció, no sabiendo qué hacer, cómo reaccionar, como si algo dentro de su mente le dijese que no había salvación alguna y que sólo le quedaba encarar a su perseguidor y verdugo.
Giró su cabeza lentamente, con el corazón golpeando su pecho, el sudor frío caer de su frente, y la sangre dentro de él tan pesada y helada como el hielo… esos ojos le miraban fijamente, y el dueño de esos ojos le sonrió.
-Hola, Honoré. ¿Qué haces por aquí?
-S-S-S-Señor Couffaine.- musitó con voz temblorosa al ver al músico frente a él, con su largo cabello negro con puntas cyan suelto y sin una chaqueta a pesar del frío de la noche, mostrando sus brazos a la vista y los tatuajes que tenía en uno de estos.- ¿Q-Qué hace aquí, señor?
-Oh, paseo por las noches de vez en cuando.- le dijo con una sonrisa amena.- Me ayuda a despejarme cuando siento algún bloqueo. ¿Qué haces por acá? ¿No estás muy lejos de casa?
Honoré tragó duro, sintiendo su saliva como esa espesa pasta de frijol que una vez Emma le dio a probar.
-Y-Yo creo que me desvié un poquito de mi camino a casa, jeje.- rio nervioso.
-Ya veo. Bueno, ¿por qué no te transformas y te vas a casa para que llegues a salvo? No hay nadie, así que puedes hacerlo.
-¡S-Sí! Eso haré.
-Y Honoré, ten cuidado. Te lo digo por experiencia.- posó con suavidad su mano sobre su hombro.- Porque hay serpientes que acechan incluso en el más oscuro y pequeño escondrijo. ¿Entiendes? Deberías hacerle caso a tu kwami.
Si todavía quedaba algo de color en el rostro del pielcanela este desapareció y asintió con ligeros temblores en todo su cuerpo. No dudó en transformarse y huir lo más rápido posible de él.
Cuando Luka ya no le vio más rio entre dientes.
-Nada mal, debo decirlo. Tiene buenos reflejos.
No era que el chico le cayera mal, incluso le respetaba hasta cierto punto y había aprendido a confiar en él siendo este el protegido de Adrien, pero una cosa tenerle cierto aprecio a otra que cruce la línea que ya le había establecido con su hija. Bueno, un pequeño susto le recordaría eso y ahora era su turno de regresar a casa o su esposa sería quien le daría una buena. Y esperaba que el chico recordara al menos por esa noche, los ojos de una serpiente dispuesta a atacar.
Farfalla*: Mariposa en italiano.
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… Necesito escribir de este chico, en serio! Me encanta! El hijo de Lila Rossi sería una bomba! Digo, AJUM! Espero que les haya gustado! Gracias a todos por leer, dejen review, nada de tomatazos, acepto bebidas de temporada y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!
