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-Ya llegamos señor. – anunció el taxista, Terry miró por la ventana el edificio, finalmente habían llegado.
-Terry… - antes de abrir la puerta, la voz débil de Candy atrajo su atención.
-Estoy aquí mi amor. – dijo dulcemente en el oído femenino.
-Me… me pondré bien… - su voz era apenas un murmullo – no… no me lleves… con mi papá… nos separará…
-No mi amor, no lo hará. – a Terry se le hizo un nudo en la garganta, escucharla pedir eso le oprimió el corazón – no dejaré que nos separen.
-No me lleves… - trataba de abrir los ojos, pero le era imposible.
-Terry – Charly abrió la puerta para que le pasara a Candy, la tomó en brazos y cuando el castaño salió del vehículo se la pasó nuevamente.
-Por favor… necesito su ayuda! – dijo desesperado al ver que Candy respiraba con dificultad después de un ataque de tos.
-Por aquí señor. – dijo una enfermera.
-Debe registrarla primero. – interrumpió otra, una mayor.
Terry miró enojado a la enfermera, su esposa claramente se veía mal y le pedían registrarla antes de atenderla; aunque quería gritarle algunos improperios, tuvo que callar, pues su prioridad era Candy y temía que los echaran si insultaba o enfadaba a alguien del personal médico.
Una vez registrado el ingreso de Candy, la llevaron a un consultorio. Terry y Charly esperaban en el pasillo a que el médico saliera para que les explicara el estado de la rubia.
-Familiares de Candice Graham?
-Soy su esposo. – se puso de pie rápidamente. – cómo está mi esposa doctor?
-En este momento están instalando a su esposa en una habitación; la trajeron a tiempo, un poco más y estaríamos hablando de neumonía. – Terry lo miró asustado y aliviado a la misma vez; según su amigo, el médico que revisó a Candy les había dicho que ella tenía neumonía – ya iniciamos con el tratamiento, no se preocupe señor, su esposa es joven y fuerte. – dijo el médico y con una leve sonrisa añadió – prometió ponerse bien. – escuchar eso animó a Terry.
-Puedo verla?
-Una vez instalada en la habitación lo mandaré llamar para que la vea.
Y así como lo dijo unos minutos después una enfermera guiaba a Terry hacia la habitación donde habían instalado a Candy. La habitación era compartida con cinco personas más, por suerte la rubia estaba en la última cama, una cerca de la ventana, eso les daba algo de privacidad.
-Está durmiendo, puede sentarse en esa silla hasta que ella despierte – la joven enfermera le sonrió coquetamente mientras le señalaba una silla que estaba cerca.
-Gracias. – ni siquiera la vio, su vista estaba en su esposa, tomó asiento y cogió entre sus manos la de Candy.
-Terry… - Charly se acercó a su amigo – regresaré a casa para informarle el estado de Candy a mi madre y a Carla, deben estar preocupadas.
-Sí, gracias amigo. – Terry le sonrió levemente al ver que su amigo corría la cortina para darle privacidad.
Las horas pasaban y Candy no despertaba; sin embargo Terry estaba tranquilo, pues la respiración de la rubia ya no era tan agitada, y aunque hubo tenido episodios de tos, no fueron como los de antes.
-Te pondrás bien mi amor y no volveré a dejarte sola nunca más. – juró nuevamente.
-Terry? – la rubia abrió los ojos.
-Estoy aquí cariño – apretó ligeramente su mano.
-Dónde estoy?
-Estás en el hospital cariño. – estaba feliz de que por fin despertaba – te pondrás bien.
-Creí que me llevarías a casa de mi papá. – dijo preocupada.
-No mi amor, tenía que traerte a un hospital para que recibieras ayuda médica.
La rubia asintió sonriendo levemente, en verdad había tenido miedo que en su desesperación Terry la llevara con su padre, en su convalecencia había escuchado a María y Charly hablar sobre eso, luego sugerírselo a su esposo.
-Descansa amor, me quedaré junto a ti. – acarició gentilmente su mejilla, Candy cerraba los ojos su rostro reflejaba tranquilidad, le encantaba sentir el toque de Terry, pero entonces…
-Terry! – abrió rápidamente los ojos para verlo – qué haces aquí? Se supone que debes estar en Chicago. – una sonrisa dulce se dibujó el rostro del castaño.
-Cómo estar allá sabiendo que estabas enferma?
-Oh Terry… lo siento… arruiné tu gira – sus ojos se llenaron de angustia.
-Tú eres mucho más importante para mí que una simple obra. – tomó entre sus manos las pálidas mejillas de la rubia – no te pongas triste, prefiero mil veces estar a tu lado que estar constantemente viajando en un pequeño compartimento de tren. – apoyó su frente sobre la femenina.
-De verdad?
-Eres mi vida Candy… - se le quebró la voz – nunca… nunca nada será más importante para mí que tú, recuérdalo siempre.
-Tú también… tú también eres muy importante para mí – Candy dejó escapar algunas lágrimas, estaba muy emocionada – yo creí… que me llevarías con papá y que él nos separaría, me dio miedo, pero no tenía las fuerzas para decirlo.
-Por un instante lo pensé – aceptó.
-Qué?
-Tuve miedo… y prefería eso a perderte para siempre, nunca me perdonaría que algo malo te pasara.
-Yo hubiera vuelto nuevamente a ti. – dijo con convicción – amo a mi papá, pero ya no consigo imaginar una vida lejos de ti.
La pareja hablaba entre murmullos, lastimosamente no estaban solos y sus declaraciones fueron oídas por algunas personas que estaban en la habitación, si hubieran visto a las compañeras de cuarto, habrían sido testigos que por lo menos dos de ellas se limpiaban discretamente algunas lágrimas; la cortina les daba privacidad, pero no la que el castaño hubiera deseado.
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-Cómo es posible que se haya marchado?
-Qué quieres Susana? – dijo un molesto Howard – ya te dije que Terrence se marchó, ahora déjame solo.
-Cómo puedes estar tan tranquilo? – dijo furiosa.
-Y quien dijo que estoy tranquilo?
-Pues eso parece. Terry es muy importante para mí, dijiste que nos ayudarías a…
-Crees que me importa tu vida sentimental? – dijo burlonamente – mira, él es una mina de oro…
-Claro que lo es! – lo interrumpió – la gente nos da su apoyo, dicen que hacemos una buena pareja.
-Puedes olvidarte de eso, ya que Terrence corrió junto a su esposa al enterarse que estaba enferma.
-Quien se lo dijo!?
-Tú lo sabías?
-Yo… - se puso nerviosa.
-Bueno, eso no es importante ahora, de todos modos él se fue.
-Debiste amenazarlo, decirle que lo demandarás.
-Crees que no lo hice? Ni siquiera se inmutó, lo siento Susy, pero creo que su esposa es más importante que cualquier demanda. – dijo burlándose de la actriz.
-Debes hacerlo volver, viste como nos fue con el público porque él no estaba.
-Ya le informé a Robert sobre esto, estoy seguro que él lo hará volver.
Efectivamente, las funciones, si bien estaban llenas, una vez que veían que Terrence no estaba, las admiradoras se iban decepcionadas, y ya no regresaban a la siguiente función, pues el mayor objetivo de las jovencitas era ver a su actor favorito, Terrence.
Robert, al enterarse y como todo hombre de negocios, ya estaba pensando que hacer para traer de vuelta a Terry. Cuando su socio le informó sobre lo sucedido, se puso furioso, tanto que quiso demandar a Terry; pero en la siguiente presentación, se dio cuenta lo valioso que el castaño era para su compañía, al igual que Howard, ya no le importaba ayudar a Susana a conquistarlo, al inicio había accedido porque una historia de amor en las tablas era muy buena publicidad, ahora sólo le importaba recuperar a su actor.
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Candy estuvo internada casi una semana, Terry estuvo a su lado cuidándola, también había recibido la visita de María y Carla, incluso Charly había ido un par de ocasiones a visitarla.
-Lista para irte?
-Sí doctor. – sonrió levemente.
-No tienes que ser tan formal Candy, nos conocemos de años.
-Sí; pero… no nos vimos desde hace tiempo Michael.
-Eso no quiere decir que te haya olvidado. – murmuró muy bajito, pero Candy lo escuchó y desvió la mirada levemente.
Candy se sintió incomoda, pues esa declaración decía mucho, cuando en realidad sólo eran conocidos, ni siquiera fueron amigos muy cercanos; en aquel tiempo, ella se dio cuenta del interés del médico; pero nunca hubo una declaración, ya que Michael se tuvo que irse para estudiar en el extranjero.
-No olvides tomar tus medicamentos en hora.
-Sí, estoy segura que mi esposo se encargara de que cumpla con las horas exactas.
-Qué bien - se dio cuenta como Candy remarcó la palabra.
En ese momento Terry entró en la habitación, había estado cancelando la cuenta para poder sacar a Candy del hospital.
-Ya está todo listo mi amor.
-Ya podemos irnos? – preguntó emocionada cuando vio a Terry asentir. – fue un gusto haberte visto nuevamente Michael, me alegra que hayas regresado con bien.
-Gracias Candy, me alegra que lo tuyo no haya pasado a mayores.
Terry tomó su bolsa y rodeó los hombros de Candy para guiarla a la salida, quería sacarla de ese lugar lo antes posible.
-Señor Graham, cuídela mucho. – escuchó cuando se giraban hacia la puerta.
-Lo haré doctor. – Terry se dio cuenta que aquel médico había tenido un pequeño interés en su esposa, los celos lo atacaron cuando lo notó; sin embargo Candy le demostró que no tenía por qué sentirlos, es por eso que el castaño intentaba mostrarse tranquilo y nada celoso; pero le estaba costando.
-Bueno, cuídate Candy. – se despidió con una sonrisa.
-Sí, gracias. – contestó cortésmente – adiós Michael.
-Le gustas y ni siquiera trata de esconderlo.
-No es eso, amor. Ya te conté que Michael es un conocido de mi familia.
-Pero no se habían visto en años, y cuando te reconoce se comporta de esa manera?
-Ya hablamos de eso Terry.
-Ahora soy Terry y no mi amor?
-Estás exagerando. – puso los ojos en blanco.
-Exagerando? Si no le di un golpe en la cara para que dejara de verte de ese modo, fue sólo para no causar alboroto.
-Lo sé y te lo agradezco. – dijo acariciando su brazo – él puede decir y mirar como quiera, pero no le servirá de nada; al único a quien amo, es a ti.
-Mmhum.
-No me crees? – lo pinchó en las costillas con el dedo – qué tengo que hacer para que me creas?
-No tendrás que hacer nada mi amor – la abrazó por la cintura – nunca desconfié de ti, es de él de quien no me fío.
-Sabes que ya no lo veré, cierto? - no parecía convencido – ya no pertenecemos al mismo círculo, así que a menos que vuelva a enfermar, no volveré a coincidir con él.
-No dejaré que enfermes nuevamente. – la abrazó con fuerza – no quiero verte otra vez tan débil, no soportaría si algo te pasara.
-Seré más cuidadosa.
-Promételo, prométeme que nunca más descuidarás tu salud de nuevo.
-Lo prometo. – dejó un leve besito en los labios de su esposo.
Cuando llegaron a su edificio fueron recibidos por María y Carla, pues Charly tenía que trabajar, madre e hija abrazaron a Candy diciéndole lo felices que estaban de verla recuperada, la rubia se disculpó con ellas por haberlas asustado.
Estuvieron hablando sobre sus días en el hospital, y cómo se alegró de abandonarlo finalmente, para la hora de la cena Charly llegó y se unió a ellos, después de abrazar a Candy por su retorno, les contó lo bien que le había ido en el trabajo.
-Estás cómoda?
-Sí cariño, ahora lo estoy. – dijo abrazándose al cuerpo de Terry, quien se había metido a la cama con ella para descansar.
-En serio? Si quieres puedo dormir en…
-En la cama junto a mí. – lo interrumpió – no pienso alejarme de ti en mucho tiempo, te extrañé tanto estos meses.
-No creo que más que yo mi amor. – la abrazó muy fuerte parecía que quisiera unirla a su cuerpo.
-Terry…?
–Tuve miedo Candy… - se le quebró la voz – tuve tanto miedo de perderte…
-Pero no lo hiciste.
-Cuando viajaba de regreso… rogué a Dios encontrarte bien, que el telegrama que me había enviado Charly no sea cierto…
-Terry… - su voz sonó angustiada.
-Pero cuando te vi… - la abrazó más fuerte todavía, mientras la rubia acariciaba su espalda – todos mis miedos volvieron, recordé los últimos momentos con mi madre… - Candy lo dejó desahogarse mientras que ella en silencio lloraba con él – no lo hubiera soportado nuevamente… perder a la persona que más amo… te habría seguido si decidías irte sin mí.
-No Terry… no pienses así… - levantó la cabeza para mirarlo y secar sus lágrimas con sus besos.
-Tú eres la persona más importante en mi vida y sin ti… ya nada tendría sentido.
-Tú también lo eres para mí… - besó sus ojos llorosos – por eso no me gusta que pienses así… no quiero que por mi culpa pierdas lo que vida tiene preparado para ti.
-Tú eres mi vida, crees que sería feliz si tú ya no estuvieras aquí? Si no te tengo a mi lado? – la miró fijamente – prométeme… que no volverás a asustarme de esta manera, que te quedarás conmigo por mucho tiempo.
-Sólo si tú me prometes lo mismo. – apoyó su frente en la de su esposo.
-Te lo prometo, no voy a dejarte sola nunca más.
Terry la besó con desespero, y poco a poco, los miedos de ambos fueron apaciguándose. Candy aceptó su culpa al ser descuidada con su salud, y Terry se culpó por no haberla cuidado cómo lo prometió ante el altar, es por eso que había tomado una decisión, su esposa sería lo primero y lo último a partir de ese momento.
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-Qué dijiste!? – William se puso de pie alterado.
-Eso me dijo Michael, creí que tú…
-Cuando… dónde la vio?
-William, tranquilízate. – pidió su socio al ver la desesperación en el hombre.
-Roger, estamos hablando de mi hija, por favor, cuando la vio Michael?
-Hace más de una semana le dieron de alta, sólo me dijo que fue un fuerte resfriado y que su esposo estaba con ella.
-Maldito! Ni siquiera la cuido! – gritó furioso.
-William! – Andrews vio salir a William de la sala sin importarle la reunión que tenían programado con sus socios.
William ordenó a su chofer que lo llevara al edificio donde vivía Candy, durante el camino rogaba encontrarla saludable, pidió perdón a su esposa por no haber cumplido la promesa de cuidar a su hija, el único regalo que le había dejado.
-Pronto hijita, papá estará junto a ti… pronto. – pensó.
-Ya llegamos señor. – anunció el chofer.
-Espérame aquí. – ordenó y bajó del vehículo.
William ingresó al edificio molesto, esta vez estaba dispuesto a llevarse a su hija, arrastras si fuera necesario, ya no le permitiría ningún capricho que la ponga en riesgo. Según le había contado Roger, había estado muy enferma, tanto que, un poco más y comprometería su salud seriamente; no lo iba a permitir, ya había perdido a su esposa, no estaba dispuesto a perder a su única y amada hija.
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Cómo están queridas lectoras?
Que les pareció el capítulo? Dejen sus cometarios, y me disculpo si les hice pasar momentos de angustia e incertidumbre, a mí me pasa, es por eso que decidí publicar antes.
Se cuidan mucho.
