14 AÑOS MÁS TARDE…
Lo más sabio es el tiempo, porque aclarece todo…
-Tales de Mileto.
Kioto, 7:30 am.
Los rayos del sol alumbran una habitación en donde duerme una mujer hermosa, castaña de treinta y cuatro años, joven a pesar de su edad. Al sentir los rayos del sol en su rostro, abre lentamente sus hermosos orbes pardos y se levanta un poco atolondrada, pues el día de ayer fue pesado para ella, su vida como una empresaria menor traía a veces muchas dificultades, pero pensar en sus hijas de ya dieciséis años, le daba las fuerzas necesarias para poder seguir y superarse aún más.
Con el tiempo, Rin logró más allá de lo que quería, al terminar la universidad, comenzó con lo más básico que su presupuesto le daba, comprando telas baratas pero lindas y confeccionándolas para luego venderlas, su amigo Jakotsu le era de mucha ayuda, era un increíble trabajo en equipo. Al principio no todo iba bien, pero ella nunca se rindió y siguió haciendo sus propios diseños para confeccionarlos, con el tiempo le empezó a ir bien, muchos la recomendaban por hacer un increíble trabajo y gracias a ello, pudo abrir su propia tienda de ropa, prendas hechas por ella misma y por su buen amigo Jakotsu. Actualmente es una boutique llamada "Momento Eterno" como el significado del nombre de sus hijas, Towa y Setsuna.
Rin, al terminar de vestirse, y arreglarse para poder presentarse en su trabajo. Salió de su habitación para ir a la cocina y preparar el desayuno del día, está vez le tocaba a ella, todo los días se turna con sus hijas para hacer algún deber y mantener estable su hogar.
—Esta vez prepararé el desayuno favorito de Towa ya que a Setsuna le preparé su comida favorita ayer.
Con su típica sonrisa de todo los días, Rin cocinaba el desayuno del día y acomodaba los obentos de sus hijas con mucho amor y cariño, aunque lo difícil de todos los días era bajar las cosas de la alacena, Rin es una mujer de baja estatura y siempre tiene que subirse a la barra de la cocina para poder bajar las cosas que están en los estantes más altos, por lo regular sus hijas la ayudan ya que son más altas que ella, y las risas no faltan pues a las mellizas les causa mucha gracia y ternura ver qué su madre no alcanza los estantes más altos del departamento.
—¡¡Towa!! ¡¡Setsuna!! ¡¡El desayuno ya está listo, vengan!! —llamó con su melodiosa voz llena de amor y ternura.
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En una habitación oscura y levemente iluminada por los rayos del sol, una joven albina hace su típico berrinche de todos los días al no querer levantarse, por otra parte, su hermana menor, una joven de cabellera larga y castaña se pone enseguida de pie y va al baño para lavarse los dientes y la cara, al terminar comienza a vestirse con su uniforme de secundaria ya que era el último día de escuela.
—Towa deberías de levantarte, se te hará tarde y mami ya tiene listo el desayuno. —exclamó Setsuna muy tranquila mientras se seguía vistiendo frente al espejo.
—Oh… no quiero… otro ratito más ¿Si?.
—No seas así Towa, yo te dije que no te durmieras tan tarde pero nunca entiendes. De todos modos hoy es el último día, y mamá está muy feliz porque entraremos a segundo año de preparatoria
—Ah… —exhaló —Está bien. Tu ganas, tienes razón.
La joven de dieciséis años se levantó de un solo brinco y fue directo al baño para lavarse la cara y cepillarse los dientes. Setsuna solamente movió su cabeza de un lado a otro mostrando su desaprobación, pues su hermana mayor era tan enérgica e irresponsable en algunas ocasiones, aún así le gustaba que ella fuera así, ruda e ingenua en algunas veces.
Al terminar de vestirse, ambas salieron de su habitación y fueron a la cocina encontrándose a su linda madre sirviendo un poco de té. Más rápido que nunca, las mellizas se acercaron a ella y la saludaron repletándola de besos y brindando su cariño.
—Buenos días mami —saludaron ambas al mismo tiempo.
—Buenos días hijas, siéntense el desayuno ya está listo. —las mellizas asintieron con la cabeza y tomaron asiento para poder comer acompañadas de su madre. —Estoy muy feliz de que lograron finalizar con buenas notas, cuando les den sus papeles las llevaré a comer algo delicioso.
—¡Que sea sushi mamá!.
—No Towa. Yo prefiero pizza.
—Tranquilas niñas. Si quieren en la hora de comida las llevo a comer pizza y en la cena será sushi.
—¡Buena idea mamá. —Towa se puso de pie y fue directo con su madre para darle un beso en la frente. A las mellizas les encantaba ser muy cariñosas con Rin.
Pase a las circunstancias que la castaña tuvo que afrontar, su sonrisa y sus ánimos nunca se desvanecieron, le daba las gracias a sus mejores amigos que la ayudaron con todo, estaría eternamente agradecida con la familia de Sango, y por supuesto, con la señora Takahashi, a quien visita constantemente en el antiguo edificio en donde vivía, pues cuando sus hijas tenían siete años, decidió mudarse ya que tenía el suficiente presupuesto para poder hacerlo, a parte porque el departamento ya era demasiado pequeño para tres personas.
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Tokio
Escuela preparatoria "Kurama"
—¡¡¿Cómo es posible que entrando a la escuela ya te estás metiendo en problemas joven Taisho?!! ¡¡Esto es inaudito, hoy es el último día y sucede esto. Llamaré ahora mismo a su padre!!.
El director de la escuela preparatoria Kurama es un hombre que ronda los sesenta años, de baja estatura y gordinflón, su cabellera blanca aunque pelón en el centro de su cabeza.
—¡¡Haga lo que quiera, a mí me da igual!! —el albino miró altaneramente al director— De todos modos si usted me corre de está mugrosa escuela yo fácilmente podré asistir a otra y mejor que esta. Mi familia es millonaria ¿Si lo recuerda?.
El anciano estaba a punto de tomar el teléfono, cuando de repente, un hombre alto, apuesto y albino ingresa con su típica mirada fría posada en el director y de reojo miró aquel joven que constantemente se mete en problemas.
—Taisho-Sensei que bueno que vino, su hijo…
—Lo sé —interrumpió el albino —Y vengo a pedir disculpas por la disciplina tan deplorable de mi hijo —Sesshomaru bajó la cabeza dando una reverencia, no era la primera vez que lo hacía.
Taisho Hakudoshi, es un joven de dieciséis años, rebelde e ingobernable, constantemente se mete en problemas a cualquier lado que va, y sin que su familia se entere, se mete en pandillas solo por diversión, golpeando y humillando sin importar si es hombre o mujer. En esta ocasión, golpeó a un joven de su misma edad antes de entrar a la primera clase, por el simple hecho de divertirse, casualmente el director de la preparatoria lo vio y se llevó inmediatamente a Hakudoshi a la dirección y al joven que golpeó lo llevaron a la enfermería, ya después se encargaría de él.
—No es la primera vez que el joven Hakudoshi hace este tipo de cosas, hoy es el último día de escuela Taisho-Sensei y con esta actitud que tomó su hijo me veré con la penosa obligación de darle de baja. No podemos seguir tolerando esa conducta por parte de Hakudoshi —exclamó el director desesperado.
—Entiendo… pero antes de que eso suceda, quiero proponerle algo Myoga-Sensei.
—¿Una propuesta dice? —el anciano pensó por unos segundos, al final asintió con la cabeza para afirmar que si quería escuchar la propuesta del albino.
—Si mi hijo Hakudoshi se mete en problemas una vez más, usted podrá darle de baja, y yo me encargaré de todo lo demás. ¿Qué le parece?.
Hakudoshi al escuchar lo que decía su padre sin importarle nada, rápidamente se puso de pie y se acercó a Sesshomaru, quien miraba a su hijo con desaprobación y cierta despreocupación.
—¡¡No me interesa si me corren de está escuela para pobres!! ¡¡Anciano!!—llamó refiriéndose al director quien al escuchar como ese mocoso igualado se dirigía a él, abrió los ojos con sorpresa y coraje— Si le recuerdo que soy un Taisho, soy millonario y bien me pueden inscribir a una escuela de paga, no a una mugrosa para pobres y…
—¡¡SILENCIO HAKUDOSHI!!— el joven guardó silencio inmediatamente al escuchar la voz grave y profunda de su padre. Sesshomaru se acercó a su hijo y le brindó una fuerte bofetada, era la primera vez que hacía eso, pero ya era demasiado —¡¡Si vuelves a meterte en problemas nuevamente, el director te dará de baja y yo me encargaré que asistas a una escuela militar para que aprendas a controlar ese temperamento y dejes de ser tan altanero e igualado!!.
Hakudoshi miraba con rabia a su padre y a la vez tenía la mano derecha en su mejilla en donde su padre le propinó esa fuerte bofetada. Realmente detestaba que su padre no se preocupara tanto por él, y ni hablar de su madre.
—¡Tsk!— expresó enojado.
Sesshomaru miró al director y se reverenció para luego salir de la dirección de la escuela seguido por su hijo. Cómo era de esperarse, el albino reprendió a Hakudoshi en uno de los pasillos que estaban vacíos.
—Detesto que hagas eso Hakudoshi. Te he dicho muchas veces que trates de controlarte, ¿Sabes lo vergonzoso que es pedir disculpas por tu conducta?
—Padre, esta escuela es horrible. Somos millonarios y…
—¡¿Y sigues con lo mismo?!. Hakudoshi, tu ni siquiera trabajas, y si estudias en esta preparatoria es porque quiero mantenerte vigilado, también quiero que aprendas a ser más humilde. Es necesario que tengas una buena conducta o de lo contrario no podrás ingresar a la universidad.
—¡¡Yo no quiero estudiar la universidad, seré el heredero de tu empresa y la de mamá, así que no será necesario!! Es más… —se cruzó de brazos —Tu querida esposa ni siquiera terminó sus estudios porque el abuelo le daba todo lo que quería…
—¿Y eso que? No digas estupideces y te superarás Hakudoshi. De lo contrario fácilmente te correré de la casa y aprenderás a ganarte la vida.
Y sin más, Sesshomaru se dio la vuelta dejando a un Hakudoshi demasiado molesto por aquellas palabras.
—¡Tsk! ¡Maldito anciano! Ni siquiera está al pendiente de mi y tiene el descaro de hacerme esto, él y mi madre son iguales, no les importo.
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Kioto
4:00 PM.
El día transcurrió rápida y tranquilamente, las mellizas disfrutaron su último día de clases y por ello Rin las llevó a comer pizza, más tarde irían a cenar Sushi. Cómo es costumbre, la castaña siempre celebra los logros de sus hijas, cuando ganan algún premio, cuando finalizan un ciclo escolar como en este caso, o alguna otra cosa, Rin siempre está ahí para ellas.
En un auto gris, Rin conduce tranquilamente mientras platica con sus mellizas, quienes alegres le responden o le cuentan sus anécdotas a su querida madre.
—¿Y cómo va todo en tus clases de violín Setsuna? El otro día tu maestra me dijo que eres una genio en eso, ¿Es verdad?. —la joven castaña al escuchar a su madre sonrió un poco sonrojada.
—Es lo que dice, y tiene razón mami, no es tan difícil tocar el violín, siempre me va bien
—Me alegro mucho hija. ¿Y qué tal tu Towa?. Últimamente no he podido saber mucho de sus pasatiempos porque constantemente me llaman en la Boutique, Shiori a veces es muy distraída, y también porque soy la dueña. —comentó apenada y sus mellizas solo sonrieron.
—No hay problema mamá, se que lo haces por nosotras— respondió Towa —Yo me va muy bien en las clases de Kendo. El sensei es muy estricto hasta en el momento en que pisamos en dojo.
—Me imagino, a pesar de que ya es un anciano tiene muchas fuerzas —comentó Rin burlona. Sus hijas solo rieron.
Y así siguieron platicando hasta llegar por fin a su hogar. Descendieron del auto y cada una fue a hacer sus deberes o a descansar.
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Tokio
Las clases por fin habían finalizado, Sesshomaru maneja tranquilamente su auto mientras que su hijo Hakudoshi está sentado en la parte trasera viendo la ciudad por la ventana. El silencio es realmente incómodo, el joven albino tenía tantas ganas de decirle algo a su padre pero había algo que lo impedía, mejor se mantenía en silencio, por otra parte Sesshomaru se dio cuenta que su hijo quería decir algo, así que él dio el primer paso.
—¿Quieres decir algo Hakudoshi?. —el joven lo miró a través del espejo retrovisor, después desvió la mirada.
—Papá… ¿Por qué me haces todo esto?... ¿De verdad les importo?... —preguntó el joven muy desanimado.
Sesshomaru solo lo miró de reojo por el espejo retrovisor, no sabía ni que contestar, pues sinceramente aunque el albino intentara sentir algo por su hijo nunca pudo lograrlo hasta la actualidad, no obstante siempre intento educarlo de la mejor manera posible aunque su esposa no lo ayudará con esa labor que también a ella le corresponde.
Cuando Hakudoshi nació y en condiciones no deseadas debido a la discusión que tuvo el matrimonio Taisho, Sesshomaru comenzó a ser más atento con su esposa e hijo, desafortunadamente con el tiempo el resultado era lo mismo, lejos de encontrar afecto en su corazón por su familia, siempre el maldito vacío estaba presente en él, no tenía ni el más mínimo cariño hacia Kagura o su hijo, es más, siempre se sintió muy ajeno a ellos dos.
Por ello, con el tiempo solamente se mantenía distante a ellos, aunque eso sí, sus responsabilidades como padre y esposo aún las mantenía presentes. Incluso un día cuando tuvo una fuerte discusión con su esposa, pensó en divorciarse de ella y seguir su propio camino, después de todo ya no tenía mucho que perder, solamente se enfrentaría a su esposa, ¿Pero que caso tendría? Mejor desechó todas sus ideas y siguió con su vida.
—No digas tonterías Hakudoshi… —fue lo único que contestó.
Al llegar a la mansión, Sesshomaru estacionó su auto en frente y al salir junto con su hijo unos de los empleados se acercó al albino y este le entregó las llaves de su carro para que fuera a dejarlo en el estacionamiento de la mansión. Hakudoshi ingresó a su hogar con cara de pocos amigos, lo único que quería hacer era irse a su habitación y maldecir varias veces a su horrenda familia, todos a excepción de su abuelo y su tía Kanna quien ha cuidado de él desde que era un bebé.
—¡¡Haku bienvenido!! —saludó una mujer albina y hermosa. Pero el joven simplemente la ignoró y subió corriendo las escaleras hasta llegar a su habitación.
Kanna solo lo miró con preocupación, era extraño que su tierno y amado sobrino no la saludara, a menos que se haya metido en problemas, rápidamente miró a su cuñado quien solo ignoró el comportamiento de su hijo.
—¿Sucedió algo cuñado?—preguntó confundida. El solo negó con la cabeza.
—Lo mismo de siempre, metiéndose en problemas… —respondió con simpleza. Con las manos en el bolsillo se dirigió hacia las escaleras. Kanna solo se cruzó de brazos, odiaba que tanto su cuñado como su hermana no mostrarán interés con su hijo.
—Esto es el colmo… —susurró la albina muy molesta —Pobre de mi Haku…
Sesshomaru al llegar a su gran habitación matrimonial, dejó su portafolio en cima de la mesa de noche y su saco colgado, muy exhausto camino hacia la ventana de su habitación tratando de quitarse la corbata y al momento de hacerlo, sintió unos brazos delgados rodear su cintura desde atrás…
—Bienvenido a casa cariño… —ronroneó una voz femenina y sensual. Sesshomaru sabía de quién se trataba, así que tomó las manos de la mujer y los desenrrolló sin ser brusco.
—No estoy de humor Kagura— respondió alejándose de la mujer quien vestía un coordinado rojo con negro y unos toques lilas.
—Es el colmo…— dijo sonriendo sarcástica —Llegas cansado y yo intento quitarte ese estrés pero tú siempre me rechazas… ¿Por qué?...
—No digas estupideces, haces esto cada que quieres Kagura, siempre que llego del trabajo nunca estás y llegas demasiado tarde…
—Necesito divertirme, estar en esta mansión me aburre— contestó mientras se miraba las uñas pintadas de rojo vivo.
—Me alegraría mucho que te divirtieras en la empresa, ahí si que necesito ayuda Kagura…
—¡Ja! Tu querida empresa automotriz no necesita nada de mí, el contrato de alianza que tenía con mi familia ya expiró así que no hay nada que yo pueda hacer. Y tú querida empresa de telas ya le pertenece a tu hermano Inuyasha. Mientras que las empresas de mi familia de eso se encarga mi tía Zero y mi padre ¿Entiendes cariño?.—Sesshomaru solo alzó una ceja, odiaba tener que lidiar con ella.
—Ya entiendo de donde sacó toda esa haraganería Hakudoshi… no cabe duda que son tal para cual… Por cierto, tu hijo se metió en problemas nuevamente.
—¿Y ahora que con ese mocoso? —preguntó con fastidio. A Sesshomaru no le sorprendía que su esposa se dirigiera así a él.
—Humilló y golpeó a uno de sus compañeros, deberías de hablar con él, eres su madre…
—Para eso está Kanna…
—¡¿Es enserio Kagura?! ¡Desde que Kanna llegó a este hogar no has hecho más que tratarla como si fuese tu criada, prácticamente ella es como la madre de Hakudoshi!— el albino exhaló cansado —¿De verdad amas a tu hijo, él te importa?...
—¿Y tú si?— la pelinegra sonrió irónica, cruzada de brazos —Si te recuerdo que ese niño es porque tú… —Sesshomaru no dejó que terminara y se acercó a ella tomándola del brazo.
—¡¡Si tanto es tu coraje desde que eso sucedió ¿Porque aún sigues conmigo?, ¿Por qué no le has dicho a tu padre que yo Taisho Sesshomaru te violó y se casó contigo solo porque estabas embarazada?. ¿Por qué me haces esto, eh?!!.
Con la respiración acelerada, Kagura se soltó del agarre con violencia sin dejar de ver a Sesshomaru, por nada en el mundo su amado debía de enterarse de la verdad. Por otra parte, Hakudoshi escuchó toda la conversación de sus padres a través de la puerta, ahora todo tenía sentido para él… y lo más duro de todo era enterarse de la terrible forma en la que fue concebido…
Kagura no supo ni que contestar, sus manos estaban temblando, lo único que se le ocurrió fue llorar… con ambas manos se cubrió el rostro y se dejó caer al suelo alfombrado de la habitación, Sesshomaru la miraba sin expresión alguna, presentía que solamente estaba actuando, aunque lamentablemente no lo era del todo… Kagura si estaba llorando…
—Hmph…— fue lo único que dijo para luego retirarse y dejarla sola… Kagura se puso de pie aún llorando y, enfurecida, comenzó a lanzar las cosas que tenía en su tocador.
—¡¡Ahhh maldita sea!!— gritaba eufórica. Al terminar de aventar sus cosas a lo desgraciado, nuevamente se dejó caer en el suelo llena de frustración —Todo lo que hice… fue solo por qué te amo Sesshomaru… haré lo que sea para que siempre estés a mi lado… aunque tú no me ames…
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Kioto
6:30 PM.
En un departamento muy hogareño, Rin junto con sus hijas se preparan para ir a cenar dentro de dos horas a un buen restaurante de Sushi. Parecía extraño pero en el fondo de su corazón, Rin sentía que algo estaba por suceder, tenía mucha angustia pero decidió no hacer caso…
—¿Mamá el señor Bankotsu irá con nosotras?— preguntó Towa. Rin asintió con la cabeza.
—Le dije que nos acompañara…— contestó.
El timbre del departamento sonó y Rin fue a ver de quién se trataba, del otro lado estaba Bankotsu sonriéndole con seducción y Rin solo se sonrojó levemente.
—Que bien que ya llegaste Ban…
—Hola preciosa— el moreno se acercó a Rin y la saludó con un beso en la mejilla, algo inusual para la cultura pero usual en ellos.
Las mellizas solo miraban con picardía aquella escena, no les desagrada en lo absoluto, al contrario, querían que su madre encontrara el amor y si eso era Bankotsu ellas estarían de acuerdo, después de todo se llevan muy bien con él, lo conocen desde que tienen uso de razón.
—Hola Bankotsu— saludaron las mellizas al mismo tiempo.
—¿Qué tal niñas? Su madre me dijo que tuvieron buenas notas en la escuela…
—¡Desde luego que sí!— contestó muy entusiasmada Towa.
—Espero que en este próximo ciclo escolar les vaya aún mejor, y Towa, espero que ya no te pelees con cualquier niño que se te cruce, he escuchado que te dicen "la demonio blanco"— ante ese comentario por parte de Bankotsu, Towa se sonrojó y su madre y hermana solo rieron.
—¡Yo no busco problemas!— se cruzó de brazos haciendo un puchero —Ellos llegan y yo me tengo que defender.
Todos rieron ante los comentarios de Towa y Bankotsu. La plática seguía muy amena, Rin estaba en la cocina sirviendo unos vasos con té, de repente, el sonido del teléfono de casa hizo que la castaña dejara aún lado su deber para poder atender la llamada.
—Yamanaka Rin ¿Quién habla?...— unos largos segundos pasaron y solo se escuchaba un silencio sepulcral, antes de colgar la voz de una mujer un poco apresurada lo evitó.
—¡Disculpe señora la línea falla constantemente! —la mujer tragó cansada —¡Busco a la señora Yamanaka Rin!.
—Soy… yo… ¿Qué desea?— preguntó confundida y con el ceño fruncido.
—Hablo desde el hospital de Tokio, soy la enfermera Nanami, su abuela Yamanaka Kaede nos dio este número y nos pidió que la llamáramos.
—¡¿Mi abuela dice?! ¡¿Qué pasa con ella?!— la angustia de Rin se hizo presente y ya comenzaba a respirar agitadamente.
—Verá, los vecinos de su abuela la trajeron aquí en muy malas condiciones, su abuela está gravemente enferma, tiene leucemia y no permite que hagamos algo… ella… pidió verla a usted señora Yamanaka… y es por ello que… la llamo…
Rin no sabía que decir, escuchar todas esas palabras la dejaban con el alma destrozada, su único familiar, su abuelita estaba… al borde de la muerte…
—¡¡Por favor enfermera mande todos los datos que tenga de mi abuela, estaré ahí en la mañana!!.
—¡Con mucho gusto señora Yamanaka!.
Mientras Rin escribía algunas cosas que la enfermera le dictaba desde el teléfono, las mellizas junto con Bankotsu miraban muy preocupados a la castaña, pues habían escuchado lo que había dicho.
Cuando la joven colgó el teléfono, sus lágrimas se hicieron presentes, sus hijas corrieron hacia ella para abrazarla y consolarla, Bankotsu solo la miraba con tristeza, quería acercarse pero las mellizas estaban con ella.
—Hijas…— llamó.
—¿Qué pasa mami?— preguntó Setsuna muy preocupada.
—Iré a comprar los boletos… esta noche volaremos a Tokio…
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En alguna parte de Tokio…
Dentro de un departamento muy acogedor y grande, un hombre de treinta y cuatro años se encuentra arreglando algunos papeles dentro de su habitación siendo alumbrado solamente con la lámpara para estudiar, dejando ver únicamente su rostro masculino y moreno, sus ojos tan verdes que brillan por el efecto de la luz al igual que su cabello rizado y rojizo. De pronto, escuchó el sonido de una notificación en su teléfono, revisándolo rápidamente…
—Hmph…— sonrió malévolamente de lado —Ya era hora…— apagó el móvil y lo dejó a un lado —Después de tanto tiempo… por fin mi madre tendrá justicia… y si eso implica acabar con toda la familia Ozaki… lo haré… y no tendré piedad…
El sonido de su puerta interrumpió el pelirrojo, se trataba de Ayame, su madre.
—Hijo… la cena ya está lista, Riku está impaciente ¿Por qué no bajas ya? —Kirinmaru le sonrió con ternura a su madre.
—Ya voy madre…— Contestó con amabilidad. Ayame sonrió cálidamente para luego retirarse y dejar solo a su hijo mayor.
—Si dar clases en esa escuela me llevará hacia la familia Ozaki, haré cualquier cosa…— entre los cajones de su mesa de noche, sacó una fotografía, donde se dejaba ver a los integrantes de la familia de Sesshomaru —Por lo que se tu das clases en esa escuela, si me hago tu amigo podré estar más cerca de la horrible familia de tu mujer… la familia Ozaki… tendrá su merecido…
CONTINUARÁ…
Si el capítulo te gustó, qué bien me alegro mucho ;)
