"Hudson Fawkes", decía la identificación del zorro blanco, al igual que el turno otorgado en el horario de visitas. La recepcionista se mostraba confundida; todo parecía estar bien, pero algo no terminaba de encajar. La prisionera hasta ahora tampoco había tenido visitas en la sala de invitados, siempre fue por medio de encuentros telefónicos. ¿Quizás fuera por su buena conducta en las últimas semanas? Tampoco llevaba el tiempo suficiente como para empezar a gozar de privilegios de ese tipo.
—¿Puedo preguntarle una vez más quién es? —consultó Diane, la recepcionista.
—¿No sabe leer o su memoria no retiene lo suficiente? —El tono insultante del vulpino la tomó por sorpresa—. Mi tiempo es bastante limitado y tengo todo lo que piden para autorizar la visita.
—No es nada personal contra usted, señor Fawkes, pero creo que hay ciertas irregularidades. —El zorro dejó de mirar su teléfono y le lanzó una mirada fría con esos ojos color zafiro tan profundos.
—Así como no me gusta perder el tiempo, tampoco me agrada ser reiterativo. Soy asesor de alguien muy importante, que tiene todavía menos tiempo disponible que yo y odiaría ver que esto no se resuelve de forma positiva. —La recepcionista llevaba mucho tiempo trabajando allí y lidiaba con imbéciles de todo tipo, incluidos políticos, ricachones y agentes, pero algo en el zorro se veía diferente. No se veía como ninguno de los anteriores y tanto su convicción como firmeza la intimidaban; no sabía cómo sentirse ante un individuo tan atípico—. Marque este número, Diane, puede hablar con mi jefe —dijo el zorro mientras dejaba su teléfono en el mostrador—. No puedo prometerle que las cosas irán bien para ninguno de los dos, pero si tiene dudas puede que logre aclararlas al llamar.
—¿Sabe qué? —La recepcionista deslizó el teléfono hacia Fawkes—. No tengo tiempo para estas ridiculeces —exclamó Diane/), conservando la compostura. Después de bastante tiempo, sus rodillas volvían a temblar, pero no dejaría verse intimidada—. Continúe con sus tareas, Hudson, yo también tengo mucho trabajo que hacer y el tiempo no me sobra. —Selló los papeles que presentó el vulpino y se los entregó.
—Le agradezco mucho, que tenga una buena semana —replicó, mostrando una sonrisa tan simpática a la vista como cínica por su actuar.
El zorro de las nieves avanzó cargando un portafolios y acompañado por un oficial. Su traje negro, camisa roja y fedora de igual color que el traje, eran portados con elegancia y quizás hasta cierto orgullo. Desprendiendo un aura misteriosa, llegó a su destino en silencio, sin que nadie quisiera cruzar palabras con él. Estaba sentado frente a una mesa con una ranura especial, usada para esposar a los prisioneros que recibieran visitas allí.
Permaneció en silencio unos minutos, con la vista baja y centrado en su teléfono para disminuir su ansiedad. Por momentos suspiraba por lo bajo, ayudándose a controlar todo lo que estaba sintiendo por estar allí. Buscaba verse como alguien importante, pero su autocontrol era más importante que las impresiones que quería causar.
Vio por el rabillo de su ojo cómo Skye era escoltada hacia él. Siguió con su teléfono ignorando al guardia, que esposó a la vulpina a la ranura de la mesa; al tener una cadena larga, la zorra de las nieves contaba con cierta libertad para moverse. En cuanto el guardia se alejó, ella comenzó a estudiarlo. No lograba reconocerlo, aunque sentía una extraña familiaridad.
—¿Nos conocemos? —preguntó Skye. El individuo se quitó el sombrero, lo dejó sobre la mesa y le extendió una tarjeta—. Hudson Fawkes… De acuerdo. ¿Eres un abogado o algo así? ¿Emisario de alguien? —El zorro negó, en silencio todavía—. Si estamos teniendo una visita en este lugar hay tres posibilidades, eres importante, tienes recursos o trabajas para alguien.
—No creo que haga falta sacar muchas conclusiones, Steppefurd. —respondió tajante. Skye fue tomada por sorpresa, al reconocer su voz ya no esbozó palabra alguna. ¿Qué rayos estaba haciendo ahí? —. Sólo vengo a hablar.
—No sé si esta sea la forma más adecuada de vernos —advirtió, con sus ojos bien abiertos todavía—. Hay quienes todavía me oyen.
—Sin ánimos de ser cruel, ya no le interesas a nadie, los Lirios prefieren evitarte y Haggard está muerta. —El zorro sabía jugar muy bien su papel, nunca lo hubiese imaginado hablando de esa forma—. Aparte de Savage, no creo que haya otro mamífero preocupado por ti.
—Tu forma de ser, sin embargo, llama mucho la atención, ¿no crees? —Skye dejó ver una sonrisa en la mitad de su hocico.
—Yo no existo, así que no tengo que preocuparme de mi pellejo. —Skye asintió, ya estaba más convencida con la puesta en escena del zorro blanco. Una sonrisa escapaba contra su voluntad—. Estoy aquí por dos motivos, si es que te lo preguntas. El primero de ellos, es que escuché a Savage hablar de ti, se siente agobiado y quisiera ayudarlo.
—¿He de suponer que es un favor hacia él, más que para mí?
—Es por partida doble, por así decirlo. Las cosas en su momento se dieron de forma muy rápida y quizás fueron palabras algo vacías, así que quiero agradecerte por haberme salvado el pellejo, frente a frente y sin máscaras de ningún tipo. —Una vez más, Skye se sorprendió, pero esta vez por la sinceridad de sus palabras. Había vuelto a sonar como era en realidad y no como la fachada que mostraba—. No soy capaz de perdonarte muchas cosas. Sé que has usado mi vida como moneda de cambio y dañaste mucho a todos, pero esto es algo que en serio te debo: gracias.
—No sé ni qué decirte, Hudson. —Los ojos del vulpino se desviaron hacia su teléfono mientras ella todavía procesaba su agradecimiento. El zorro estaba apurado—. ¿Por qué otra cosa has venido? ¿Necesitas ayuda con algo? —El vulpino exhaló con pesadez.
—Me he pasado el último mes buscando pruebas para inculpar a alguien. —Hizo una mueca dejando ver su molestia con el asunto—. Más bien, me he pasado las últimas semanas pensando qué hacer con la información que encontré.
—¿Quién es?
—Alguien que en los últimos años ha tomado relevancia pública por su participación en ciertos casos.
—No sé qué vayas a hacer, pero fuera lo que fuera, ¿estás seguro? —preguntó la zorra de las nieves, con altos niveles de curiosidad—. Sería una pena arriesgar su relación ahora mismo, con todo de regreso a la normalidad.
—No lo sé, pero tengo que hacerlo. Me es imposible hacer la vista a un costado con esto, es algo grave. —El vulpino pensó en sus palabras con cuidado—. Tengo miedo de que la influencia de cierto felino le haya hecho perder el juicio.
—Ya veo por dónde va el asunto… —Skye hizo una breve pausa—. Si has venido hasta aquí para que hablemos de esto, es porque todavía buscas convencerte de algo. De ser el caso, creo que lo mejor será ignorarlo. Eres un buen tipo y tienes una bonita familia, y este individuo al que me haces referencia ha cometido muchos errores, pero así y todo creo que siempre intentará protegerlos. Arriesgar eso es innecesario, cada quién sigue sus propios principios.
—Tus principios te han traído hasta aquí y lastimaron a muchos, no quiero que algo así vuelva a pasar. —La respuesta fue un puñal inesperado, pero lo tomó en silencio, no podía quitarle razón—. Como dices, vine para terminar de decidirme y ya lo hice, todo esto es muy triste. No sé cómo termine esto, pero necesito llegar hasta el final y enfrentarlo.
—Mucha suerte entonces.
. . . . . . . . . .
Eran casi las 10:30 de la mañana, horario en que Jack tomaba su bolso y se preparaba para ir a rehabilitación. Mientras estaba en ello, Nick revisaba la agenda de su computadora, intentando ubicar a un nuevo cliente en el horario de la tarde para una entrevista. No le había comentado mucho del caso, pero su tono de voz ansioso e imperativo le sugerían que era algo urgente. En las últimas semanas el trabajo se volvió más demandante, lo cual implicaba que eran buenos en lo suyo y que su economía mejoraba de forma acelerada, pero vaya que era desgastante.
Los dos juntos bajaron por el ascensor. Si bien Jack podía manejarse solo, aprovechaban esos breves momentos para despejarse del trabajo y hablar más distendidos. En tanto esperaban que el transporte del centro de rehabilitación busque al conejo, Nick se acercó a la máquina expendedora para comprar una gaseosa para sí mismo y un agua para su colega.
—Tienes que dejar de consumir tantas gaseosas, Nick, no sólo estás duplicando los gastos de alquiler, sino que te estás quedando fuera de forma —dijo entre risas el lagomorfo, mientras apuntaba a la barriga del vulpino.
—¿Qué dices? Tampoco es para tanto —esbozó el vulpino, consciente del par de kilos demás que tenía. Las gaseosas no eran tanto problema como la falta de ejercicio, ahora que ya no estaba en la ZPD la exigencia física era menor y, por ende, su compromiso también—. Saliendo a correr un par de veces a la semana ya me normalizo, sabes que tengo un físico privilegiado.
—¿Tú? ¿Correr? —preguntó Jack con ironía—. Al ritmo que llevas, yo saldré corriendo antes que tú.
—Me gusta que tengas fe en ti mismo, Franjas. —Nick intentaría zanjar el tema allí mismo. Judy también había comenzado a molestarlo con eso y no tenía ganas de seguir recibiendo burlas a diestra y siniestra—. ¿Crees poder terminar para poco antes de las 12? Drew estará con Monteiro y me dijo de juntarnos a almorzar.
—Si me pasas a buscar, no hay problema —dijo elevando sus hombros—. Pensé que con la mudanza tu primo se buscaría otro psicólogo.
—Ya sabes cómo es, una vez que te sientes cómodo con uno, a veces cuesta reemplazarlo.
—Touché… ¿Viene bien con sus cosas?
—Intento no preguntarle demasiado para no ser invasivo, pero desde lo de Haggard ha estado un poco diferente. —Nick destapó la botella y comenzó a beber—. La familia está bien y su nuevo trabajo lo ayuda, al menos por lo que me dice.
—Es mucho para procesar, hay que entenderlo desde su rol como civil —explicó Jack, dándole unos sorbos a su botella—. Una vez hablé con él y me dijo que Monteiro estaba haciendo un buen trabajo, pero esa noche lo noté algo perdido, como si su mente estuviera en otro lugar.
—No sabes cuánto me alegra que ya no vuelva a tocar una computadora, Haggard se aprovechó mucho de su situación, no estaba para nada bien. —Nick sonrió, llamando la atención de Jack—. Pero es fuerte y hoy está mejor, ya es libre.
—Sí, claro. —Jack sonrió también. Ellos también habían pasado por mucho, todos los vinculados al caso, pero al terminar hubo luz al final del túnel para la gran mayoría. Todavía lamentaba mucho lo de Skye, así como lo de Langley, víctima de su locura, pero la vida los obligaba a avanzar y de momento parecían ir en la dirección correcta—. Dame un momento. —Jack atendió su teléfono y colgó segundos después, su transporte ya estaba fuera—. ¿Nos vemos luego entonces?
—Cuenta con ello. —Ambos bebieron hasta terminar el contenido de sus botellas y brindaron—. ¿Por qué lo hacemos esta vez?
—¿Por los traumas que estamos dejando atrás, aunque nos costaron gran parte de nuestra cordura?
—Me sirve. —Los dos volvieron a brindar y luego Nick llevó las botellas hacia la basura. Al volver la mirada sobre Jack, este ya pasaba el umbral de la puerta.
Con la mente un tanto más aliviada, el zorro se encaminó hacia su oficina. Estaba por tomar el ascensor cuando recordó las bromas de Jack y Judy, por lo que retrocedió unos pasos y subió las escaleras hasta el cuarto piso, donde tenían su despacho. En el camino se cruzó con otro zorro que iba bastante apurado, pero le restó importancia.
Una vez que ingresó fue por algo de agua. Su respiración era un tanto pesada, estaba en peor forma de lo que hubiera imaginado. Sonrió al darse cuenta lo tonto que había sido a lo largo del último mes, moviéndose solo con su vehículo y aprovechando el mayor ingreso para invertir en cenas con Judy y comida chatarra para tener en la oficina.
Alzó sus orejas al escuchar un teléfono, había recibido un mensaje por lo visto. El tono no correspondía con el que él solía usar y vio cómo Jack se había llevado el suyo. Tal vez alguno de los clientes anteriores se lo había olvidado. Un segundo mensaje lo guio hacia un archivador, encima de este se encontraba el celular.
Lo desbloqueó en un instante al no tener contraseña y leyó los mensajes para intentar averiguar de quién podría ser. La tranquilidad con la que estaba lo abandonó en un instante al ver que los mensajes eran para él. No tenía clientes que se llamaran Nicholas, no había otra opción. De forma fugaz, recordó al zorro que se cruzó en las escaleras, ¿habría sido él? Hizo memoria y al instante se volvió en el sospechoso número uno: bajaba muy apurado y tapaba su rostro con un sombrero.
Con rapidez, tomó sus llaves y se dispuso a bajar, pero el teléfono seguía recibiendo mensajes. En uno de ellos, le indicaba que buscase una caja roja que estaba en el baño. Mientras iba a por ella, comenzó a analizar la situación: el sujeto supo muy bien en qué momento entrar, por lo que lo conocía bien o había hecho trabajos de inteligencia. Sabía que acompañaría a Jack en ese horario y luego bajó por las escaleras, suponiendo que no iba a toparse con él por tomar siempre el ascensor.
Al abrir la puerta del baño, tomó la caja y luego la llevó hacia una mesa para explorar su contenido. Había varias notas y un par de discos en su interior. Los papeles no eran pruebas en sí mismas, sino mensajes hacia él. Tomó una computadora que compró con Jack para ocasiones especiales. Una vez encendida, introdujo el disco en su interior; si tenía virus de algún tipo, la máquina era desechable y se desharía de ella al instante. Los segundos pasaron y nada raro sucedía, por lo que abrió las carpetas que estaban cargadas.
El primer archivo que vio era un video. Tenía como fecha el día del encuentro con Haggard, pero la hora correspondía a la mañana. Podía verse a sí mismo, desde que salió de su casa ese día hasta que entró en la terminal para verse con Judy. Eran varios fragmentos recortados, mostrando el camino que realizó; al final, un fondo negro y un gran signo de pregunta. "¿Quién robó tu teléfono?". Sabiendo por dónde iban los tiros, Nick cerró el video cuando iba por la mitad y abrió el segundo.
Contrario a lo que imaginaba, el video correspondía a unas horas previas. Se mostraban fragmentos del interior de una prisión, aquella donde estaba Viktor. En la sucesión de videos, se observaba cómo un paquete era llevado de un lugar a otro hasta caer en manos de un oficial, que luego visitaría a otro y este último visitaría a Arcagma. Sabía muy bien que eran mamíferos de Haggard, así como sabía la razón por la cual el paquete llegó a Viktor. Así como hizo antes, cerró el video antes de terminar de verlo.
Al final, abrió el último archivo de todos. Sólo veía la grabación de una pantalla, donde alguien ingresaba al sistema de otra prisión, aquella donde estaba Skye. Quien grababa, buscó los oficiales que trabajaban allí, ordenándolos por especie. Una nueva pantalla negra mostraba otra pregunta. "¿Cómo liberarán a Steppefurd, si el reno apodado Danz no trabaja ahí? En efecto, no hay ningún reno."
Con una ansiedad creciente, Nick volvió a buscar en el interior de la caja y leyó varias de las notas. Las primeras que tomó, mostraban a los agentes de Haggard que fueron vistos en los videos. Había fotos de ellos cerca de la loba y cerca de él. Luego, revolvió y tomó un papel al azar. Era una carta con su nombre: "Sé que eres responsable de la liberación de Arcagma y de la muerte de Haggard." Su corazón se mantuvo detenido mientras leía cada una de las palabras.
Estaba completamente perdido como el contenido de esa caja viera la luz del sol, apenas se tomó unos minutos para ver algunas cosas y ya era suficiente como para incriminarlo. Pensó en Judy, pensó en su familia, en su reputación, su trabajo, sus amigos, todo se iría a la mierda. Tomó el teléfono y llamó al hijo de perra que lo estaba amenazando, pero le cortaron. Un nuevo mensaje había llegado, indicando una dirección.
. . . . . . . . . .
Le fue muy difícil tranquilizarse, los minutos pasaron y siguió dando vueltas en el despacho por un buen rato hasta que calmó tanto su respiración como sus ideas. Durante el trayecto se dejó ir en sus pensamientos, queriendo darle un sentido a lo que acababa de pasar. Tenía una hipótesis muy fuerte, pero deseaba a toda costa que no fuera verdad.
Luego de revisar la zona con su teléfono, identificó un callejón como punto de encuentro. Estaban cerca de una fábrica en plena hora pico, por lo que el ruido podría tapar cualquier cosa que se hablara, así como también cualquier signo de pelea. Dejó su auto estacionado a pocos metros, revisó su arma una última vez y luego se dirigió a su destino.
El mismo zorro que cruzó en las escaleras lo esperaba a unos veinte metros, estaba apoyado contra una pared de ladrillos y a simple vista parecía desarmado. A mitad de camino entre ellos, había otra caja roja en el suelo, de un tamaño mayor. Nick decidió acercarse hacia ella y agacharse para ver su contenido, en tanto el otro zorro sólo lo observaba sin objetar nada. En su interior había un par de pendrives, muchos archivos y pilas de fotografías, pero a diferencia de lo que encontró en su oficina, esta vez todo parecía apuntar a miembros del equipo secreto de Haggard.
Rechistando, Nick alzó la vista para enfocarla en el otro vulpino, que todavía no le había dirigido la palabra, y se puso de pie. Lo estudió desde la punta de las orejas hasta las garras de sus patas; en medio del análisis, el zorro blanco llevó una de sus manos al interior de su saco, por lo que Nick retrocedió un paso por instinto, llevando sus garras a la pistola que tenía en su pantalón. El ártico se movió con lentitud, dejando ver que en realidad había tomado su teléfono y Nick se tranquilizó.
Para sorpresa del zorro rojo, el blanco le envió un mensaje de texto, donde afirmaba que estaban siendo vigilados por cámaras en diferentes ángulos. Además, no entablarían una conversación directa, ya que quería dejar registro escrito de todo lo que se dijeran.
Cansado de la situación, Nick guardó su teléfono, empuñó su arma y se movió sin dudas de ningún tipo hacia su rival, tomándolo por sorpresa. Antes de que pudiera decir nada, el zorro blanco tenía un revólver en su frente; sin tiempo a esbozar palabra alguna, cerró los ojos en cuanto Nick jaló del gatillo.
Fue preso de su confusión al instante, siendo capaz de respirar todavía pero sin entender qué había pasado, el ruido de la fábrica opacaba todo. Al abrir los párpados, Nick estaba frente a él, un par de pasos más atrás, portando el arma y dejando ver que la recámara estaba vacía. El vulpino blanco lo observó durante unos segundos y luego miró sus manos, todavía temblorosas. Apretó sus puños con fuerza mientras contenía el aire.
—Nunca iba a pasarte nada, ¿entiendes? —explicó Nick, al ver que Drew todavía estaba paralizado—. Esto es por al ataque de ansiedad que me provocaste, ¿por qué…? —Un derechazo en su hocico lo dejó mudo. Se sobó un par de veces el lugar del impacto, que casi lo hace caer.
—¿¡Estás mal de la cabeza!? —replicó Drew, dejando escapar gran parte de su ira—. ¡Eres un estúpido de remate! —En cuanto el zorro guardó un segundo de silencio, Nick le devolvió el golpe en su estómago.
—Recopilaste infinidad de cosas en mi contra, te apareces disfrazado y me traes hasta aquí amenazado, así que jódete. —Su primo, doblegado mientras se tomaba el estómago del dolor, nunca desvió la vista. Estaba furioso y lejos estaba de ser el tipo inteligente y racional que conocía—. ¿Vas a explicarme algo de todo esto? ¿O quieres que sigamos peleando? —Drew volvió a lanzar un golpe, pero esta vez Nick lo frenó. Después, lo tomó de ambas muñecas y se puso cara a cara—. ¿¡Cuándo piensas parar!? —Jadeando, Drew forcejeó con su primo para intentar librarse. Al no tener resultado, lo cabeceó en su frente y se libró de él mientras su sombrero salía volando; ambos quedaron aturdidos y se quedaron sosteniéndose de una pared. Nick pudo sentir cómo la sangre comenzó a fluir de un corte en una de sus cejas—. Tú tienes que volver a tu casa, con tu familia, y yo luego estar con Jack y a la noche con Judy. ¿Qué pensarán cuando nos vean así? —Drew se mantuvo en silencio y comenzó a calmarse, golpeó la pared con su derecha y después le dio la espalda.
—¿Desde cuándo te importa lo que los demás piensan? —Ahora su ira estaba más controlada, pero seguía allí.
—Lo hice por ti, ¿de acuerdo? También por Judy y no negaré que por mí. —Nick se acercó y apoyo sus garras sobre uno de los hombros de Drew, pero este se lo quitó de encima y luego volteó a verlo, de frente una vez más—. Haggard tenía que desaparecer y me encargué de que así fuera.
—Ni yo ni Judy estuvimos de acuerdo esa noche, no queríamos convertirnos en asesinos. No tienes derecho a decir que lo hiciste por nosotros, cuando decidiste confiar más en un plan improvisado con Viktor que en nosotros. ¡Viktor! —Drew frunció su hocico y mostró todos sus colmillos— ¡Liberaste a Arcagma! ¡Al maldito Arcagma! ¡Contra Haggard y nosotros ahí! ¡Arcagma, Nick! ¿¡Cómo pudo esa idea siquiera cruzar tu cabeza!?
—¿Puedes parar de gritar? —exclamó Nick, alzando su voz, todavía enojado y con gran seriedad—. Charlemos, si hubiese seguido tu plan de hablar por mensajes ambos estaríamos más tranquilos, intentemos traer claridad.
—Además de un bravucón, eres un cínico —replicó Drew, furioso por la jugarreta de Nick—. Sé que mi plan no era perfecto, pero no tenías que hacer esa mierda.
—No pienso disculparme, mucho menos si sigues así y no me das explicaciones.
—Es imposible que estés escuchando lo que dices, sino no serías tan cínico. —Resignado, Drew apoyó su espalda contra la pared y se dejó caer hasta sentarse en el suelo, sus mejillas se humedecían con lágrimas cargadas de impotencia y confusión—. ¿Qué quieres que te diga? Descubrí lo que había en las cajas porque muchas cosas no tuvieron sentido esa noche. ¿Haggard queriendo trabajar con Viktor? Era ambiciosa, pero no estúpida, nadie se creyó eso. Sirvió para quitarlos del camino a ambos y por eso ya nadie se hizo preguntas.
—Lo cual esperaba que sucediera, sólo tenías que mirar hacia otro lado. —Nick se paró a la par de su primo, apoyándose de lado contra la pared.
—No quieras culparme de todo esto, necesitaba saber si todo se había acabado de una vez por todas. Cuando me convertí en Archimago veía enemigos en todos lados y me volví muy paranoico, no quería volver a sentir eso, pero me terminé topando con algo peor.
—¿A qué haces referencia? —preguntó Nick, de brazos cruzados, fastidiado al ver que su plan no fue del todo efectivo.
—A que Arcagma había dejado su marca en ti —Respondió Drew, después de contener la respiración por un instante—. Sólo puedes idear esto si piensas como él, y para eso tienes que estar de acuerdo con sus métodos.
—¿¡Y qué si estoy de acuerdo!? —La respuesta de su primo lo tomó por sorpresa—. Sí, me pasé de la raya, pero a cambio de eso logré quitarnos una gran carga de encima. Si tú y tu familia pueden dormir a salvo, es porque elegí hacer lo necesario antes que lo correcto.
—¿Sabes qué? Quizás Viktor nunca te convirtió en esto, sino que sacó a relucir ese maldito complejo de superhéroe que tienes. —Drew comenzó a elevar su tono de voz—. —Cuando te encontraste con Herbert, Tora y Langley al comienzo, no pediste ayuda a nadie porque creías que podías solo y terminaste enterrado de mierda hasta el cuello; cuando te obligaron a ir contra tus compañeros en la ZPD, dejaste morir a un par de novatos; cuando a mí me secuestraron, seguiste sin explicarle tu situación a nadie para frenar un poco todo esto —A medida que Drew enumeraba, Nick aceleraba su respiración—. Mataron a la madre de Judy y ni siquiera así buscaste alternativas. Tuvo que caerse un maldito edificio mientras te exponían a ti y a Skye como traidores para que entendieras que no podías solo. ¡El Hotel Requiem entero quedó reducido a escombros y estoy seguro de que si no se filtraban tus fotos hubieras seguido igual!
Al igual que su primo anteriormente, Nick se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra la pared. Ahora era él quien tenía ganas de golpear a Drew, pero no es que estuviera mintiendo. La molestia que venía cargando desde el inicio de su encuentro se disipó para dejar un vacío en su interior que no recordaba haber experimentado.
—Cuando escuché a Jack diciendo que si Skye hablaba con un reno la iban a liberar, comencé a buscar información al instante. Si lograba descubrir quién era, podríamos haber entendido un poco más el combate que se avecinaba. —Nick suspiró aliviado ante el giro que dio la conversación, el golpe recibido había sido muy fuerte—. No había renos, no estaban por ningún lado, pensé que había hecho algo mal, pero al seguir buscando no encontré a nadie. Estaba claro que alguien quería confundirnos, sobre todo a Jack, que es de los más inteligentes. Tenerlo desconcertado era importante para que no fuera capaz de negociar ni con Viktor ni con Haggard, evitaría todo lo que implicase arriesgar a Skye.
—Aun así, eso no explica cómo llegaste hasta mí. —Nick decidió preguntar algo que hasta ese entonces lo estaba atormentado—. ¿Ya no confiabas en mí?
—No digas idioteces, menso. —El alivio de Nick duró un instante; si estaban en ese callejón, era porque la confianza ya se había roto—. Al descubrir lo del reno comencé a buscar quién rayos podría haberte robado tu teléfono, pensando que podría darme pistas nuevas. Busqué en muchas cintas de toda la ciudad y tomé fragmentos para trazar una ruta. Mientras te observaba, nadie se te acercó lo suficiente como para tomar tu teléfono, por lo que fui retrocediendo hasta ver en qué momento habías salido de tu casa. —Drew recogió su sombrero, que estaba a unos pocos centímetros de él. Comenzó a observar su interior, sin buscar nada en particular, necesitaba un momento para ordenar sus ideas—. Las cámaras que están frente a tu casa te grabaron llegando en un taxi, veinte minutos después de la huida de Viktor; antes de eso, te habías ido en otro taxi una hora y media más temprano.
—Ataste cabos por lo de Skye y terminaste descubriendo toda nuestra maniobra —dijo Nick, pensando en voz alta—. No sé si aplaudirte o mandarte al carajo —indicó mostrando una sonrisa, la cual Drew no correspondería.
—Púdrete. —El zorro rojo entendió que no recibiría su perdón fácilmente, o si lo recibiría siquiera—. Este último mes fue un jodido tormento, llevo semanas sin dormir por descubrir todo esto. Grace está preocupada pero no le puedo decir el por qué, sino ya estarías en prisión. Eso de que mi familia ahora puede dormir tranquila gracias a ti es tan aberrante como falso.
—Entiendo…
—No, Nick, no entiendes nada. Pensé en apartar a mi familia de ti, en decirle a Finnick, a Judy y los demás. ¡Me hiciste odiarte! Saber que liberaste a Viktor y confiaste plenamente en él para embaucarnos, hizo que sintiera cosas que nunca sentí, ni siquiera en la mina. —Drew tomó su sombrero con fuerzas y lo lanzó lejos—. Teníamos información para ir contra Haggard y exponerla, ¿por qué no seguiste con el plan? —Nick apartó la mirada ante el reproche.
—Quizás por ese maldito complejo de héroe que dices. Todo el tiempo tuve mamíferos encima intentando ayudarme, pero por otro lado siempre tuve ese impulso, ese instinto de jugármela el todo por el todo para protegerlos a cualquier costo. —La parsimonia con la que Nick hablaba comenzó a desaparecer gradualmente—. Judy estaba por dejar la ZPD por su culpa, tú te exponías para ser su esclavo y con Jack veíamos cosas cada vez peores. Exponerla sólo haría que terminara de convertirse un monstruo, te tumbaría a ti y… y… —El zorro comenzó a hiperventilarse, pero Drew no se inmutó.
—Y secuestraste a su familia, trabajaste con nuestro enemigo a espaldas de todos, haciendo que pongamos en duda nuestra moral, para montar un escenario donde no tuviera escapatoria. —Al ver el estado de su primo, Drew se puso de pie. Había purgado parte de lo que quería quitarse de encima. Todavía quedaba más, pero ya había sido suficiente—. Entiendo que estuvieras dispuesto a sacrificarte por los demás, pero no puedes arrastrar a todos con tus decisiones. —Le estrechó su pata para ayudarlo a ponerse de pie—. Tan solo mírate, eres un desastre, nunca habrías podido sin todos los que te rodeamos. —Estando Nick erguido, Drew lo abrazó para tranquilizarlo.
—Lo lamento tanto, Drew —exclamó, con su voz entrecortada—. No soy más que un egoísta que pretende ser un sabelotodo. Queriendo destruirlos, me convertí en una escoria tan grande como ellos.
—Lo primero tal vez, lo último no tanto. —Con sus planes muy desviados, Drew ya no sabía cómo proseguir—. ¿Qué sigue ahora?
—No sé, tú me trajiste hasta aquí. —Ambos se separaron—. ¿Cómo puedo revertir todo esto?
—No puedes, ya pasó y el daño está hecho, ni Arcagma ni Haggard están aquí para pagar tampoco. Pedir perdón no va a hacer que me olvide de esto, pero quisiera creer que vas a parar y esto no va a volver a repetirse—Nick se quedó en silencio, las palabras de Drew dolieron más que sus golpes de hacía rato—. No tenía pensado decirle esto a nadie, sólo quería que vieras dónde estabas parado.
—¿Vas a apartarte ahora?
—No quisiera hacerlo, pero no sé qué sea lo mejor. Sólo necesito un poco de tiempo, quizás ahora que solté todo lo que me molestaba no haga falta tomar medidas tan drásticas.
—Decidas lo que decidas, lo entenderé y voy a acatarlo —afirmó Nick, luego de secar sus lágrimas.
—Con todo esto no quiero hacerte ver como un monstruo, lo hiciste por todos aquellos que querías y eso es algo que nunca tuvieron en mente ni Arcagma ni Haggard. —Los dichos de Drew lo alentaron—. Se podría resumir en que eres pésimo tomando decisiones, no tienes límites y no te importa comprometer los sentimientos y, en parte, la integridad de los demás, en tanto no se enteren. —Tras el nuevo ataque, ya no sabía cómo sentirse.
—En serio quisiera encontrar una forma de revertirlo, ¿no hay nada que pueda hacer?
—Esa caja de ahí tiene información de varios mamíferos que acompañaron a Haggard, quitarlos del medio servirá para que nadie quiera tomar el control. —Nick bajó la mirada, sabiendo que eso lo incluía a él—. Mi idea era amenazarte para que te encargaras de ellos y dejarte sin tentaciones de ningún tipo. En medio también iba hacerte entender que estabas siendo un cretino, pero no tan intensamente como ahora.
—Gracias por tanta consideración —respondió el zorro, que al ver cómo Drew hizo una mueca en sus labios para contener una sonrisa, terminó de entender que las cosas no cambiarían para mal, o no del todo.
—¿Cómo me descubriste a todo esto?
—No hizo falta analizarlo demasiado —indicó Nick—. Además del trabajo de cámaras y la información que sólo tú podrías conseguir, te manejaste bien para dejar las cosas en mi despacho. Sabías mis horarios, cuándo salía, que tomaba el ascensor y también lo de Skye, nadie sabía de eso. Y fuera de eso… Toda esta puesta en escena, sacada de una película o serie de espías, es demasiado ridícula —Drew frunció el ceño, había sido un golpe bajo—. Entrar a escondidas, el traje, la fábrica de fondo, hablar por mensajes para no conocer nuestras voces… Por lo general todo es más directo.
—Bien, lo tendré en cuenta para la próxima —bromeó, ya más distendido—. Ahora que estamos más tranquilos y la adrenalina bajó, me está doliendo mucho la cabeza por ese golpe.
—Ponte hielo para que desinflame, tú por lo menos no tienes un corte.
—No pienso pedirte perdón por eso —dijo en un tono más serio.
. . . . . . . . . .
Al terminar con un día agotador como pocos, Nancy dejó a Judy frente a la casa Nick. La jabalí no sabía qué había ocurrido con el vulpino, en los últimos tiempos era él quien se encargaba de ir a buscarla, pero no se quejaría por tener un poco más de tiempo con su amiga. Benjamin había conseguido entradas para un recital, por lo que prepararon una cita doble para el sábado que culminase con dicho evento. Alzando una de sus patas, la coneja saludó a Nancy y esta partió para irse a su apartamento.
En tanto ingresaba en el hogar de su pareja, Judy buscó su teléfono y comenzó a leer varios mensajes. Alzó la voz para avisarle al zorro que ya estaba en la casa, Nick le respondería unos segundos después desde la cocina. Judy se encaminó hacia él siguiendo su voz, pero toda su buena energía desapareció al ver su rostro.
Mientras el zorro terminaba de preparar un té helado, la coneja se acercó, lo tomó de su rostro y comenzó a observarlo detenidamente. Gruñó molesta y luego lo dejó ir. A continuación, acercó una banqueta hacia la heladera, se subió y buscó en el interior del freezer algo de hielo para desinflamar los golpes que tenía.
—Guarda eso, Zanahorias, ya me tomé algo y terminé con el hielo hace unos diez minutos —dijo en tono conciliador, para que ella se calmara un poco.
—¿¡Por qué no me dijiste que no me ibas a buscar por esos golpes!? —reprochó Judy—. ¿¡Qué te pasó? —preguntó después, acercándose una vez más.
—Como bien sabes, un zorro astuto como yo puede tener momentos de torpeza muy cada tanto. —Su introducción no ayudó a que ella se viera menos nerviosa, su pequeña nariz seguía temblando—. Tenía que ir a buscar a Jack, pero me quedé dormido mientras estaba sentado frente al escritorio. Cuando desperté, todo acelerado, me tropecé y me golpeé el hocico y la frente contra la esquina. —La coneja todavía estaba cruzada de brazos, esperando algo más. Mentirle se había vuelto muy difícil, pero todavía podía salirse con la suya.
—Yo misma te golpearé si no me dices lo que en verdad pasó —respondió con tono amenazante. Nick tragó saliva, sabía más que bien que Judy no dudaría en emparejar su rostro de forma simétrica usando sus puños. Decidió entonces usar un segundo recurso.
—Me duele mucho que desconfíes de mí de esa forma —expresó Nick, con un tono altanero, alejando la jarra con té helado un poco más por si acaso. Luego se sentó en la silla más cercana—. Estoy persiguiendo a alguien, es uno de los mamíferos de Haggard. Para cuando logré encontrar su rastro y seguirlo, un amigo de él me interceptó y quedé así. Ya no quieren tener nada que ver con ella y pensaban que yo iba a reprenderlos o algo.
—¿Ves? No te costaba nada decirme la verdad— indicó Judy, dibujando una mueca de disgusto, parecía habérselo tragado con éxito—. Sé que de a ratos tu trabajo puede tener episodios como este, pero prefiero que me digas lo que pasó y no una mentira para intentar protegerme.
—Está bien, Judy, ya no esconderé cosas. —Nick apartó la mirada, se había salido con la suya y quería sonreír, pero debía contenerse—. Tenía pensado pedir algo de pizza y tener una noche de maratón de series. ¿Qué dices?
—Es un buen plan. —El rostro de Judy poco cedió, su nariz había dejado de temblar también, ya todo había pasado—. Tú sigue con eso en lo que voy al baño, después de todo el trabajo de hoy necesito una ducha.
—Claro, sólo intenta no quedarte mucho rato, que la pizza está al caer —explicó el zorro, que aprovechó la calma del momento para acercarse y darle un beso en su frente—. Déjame guardar el té helado para tener algo fresco luego de la cena, limpiaré la cocina mientras llega el delivery.
—Si vas a limpiar la cocina cada vez que te golpean, quizás pueda tomar parte en el asunto. —Una risilla malvada acompañó su comentario, el vulpino ya no respondió.
Judy se dirigió hacia el dormitorio para buscar algo de la ropa que dejaba guardada para cuando pasaba la noche con Nick. Se limitó a tomar lo primero que encontró y luego se encerró en el baño, suspiró por lo bajo algo fastidiada y tomó su teléfono. Buscó a un contacto agendado como "Reparación PC" y le escribió para ver si estaba presente. Apenas recibió una respuesta positiva, abrió el agua de la ducha para que hiciera algo de ruido y comenzó a llamar.
—¿Dónde estás ahora, Drew? —consultó antes de adentrarse en el tema.
—Tranquila, acabo de aparcar a un lado de la carretera, estaba volviendo a casa —respondió el zorro con calma—. ¿Quieres hablar de lo de hoy? Tengo algo de tiempo de hecho.
—Sí, justamente de eso quería hablar, y tengo muchas ganas de hecho. —La voz de la coneja marcaba un claro enojo.
—Si usas ese tono porque tu noviecito llegó con un par de moretones, lo tiene más que merecido. No daré detalles de lo que hizo, pero se lo ganó y con creces —explicó Drew. Al otro lado, Judy hizo una mueca en su rostro, le molestaron las palabras de su cuñado.
—Quedamos en que hablaríamos de todo lo que sucedería hoy —replicó la coneja, todavía irritada.
—Cuando acordamos eso, no pensamos en que Nick actúe como lo hizo. —De tan solo pensar que su primo fingió que iba a dispararle, su enojo regresó. Sin embargo, pronto intentó ignorarlo, no quería que Judy insistiera; seguiría protegiendo a ese zorro menso como siempre lo hizo—. Vayamos a lo importante.
—Como digas —respondió con sequedad.
—Seguí el plan tal y como lo ideamos, pero se dio cuenta de todas formas —indicó Drew, tomándose una pausa para resumir lo siguiente—. Ambos estábamos enojados, él porque se sintió emboscado y yo por su reacción, además de todo lo que llevaba acumulado. Reproches aquí y allá, luego admitió entender su posición y que no le molestaba, argumentando que todo fue para protegernos.
—Bueno, eso es algo que ya suponíamos. —Judy ya se oía más calmada. Si bien no estaba de acuerdo con el comportamiento de Nick, ella también habría buscado todas las formas posibles de protegerlo—. ¿Qué pasó después?
—Le expliqué un poco la forma en que di con él, omitiendo claro tu participación. Parece que creyó que fui yo solo, puedes quedarte tranquila con eso. —Drew oyó cómo la coneja suspiró de alivio—. Se serenó rápido, entendió cómo nos sentíamos, o más bien cómo "yo" me sentí, y dijo que quería revertirlo de alguna forma. Lo noté muy sincero, creo que se tomará en serio el mensaje.
—¿Crees que en algún momento quiera sacar el tema?
—Difícil, al final lo vi muy frío, dubitativo, incómodo. Necesitará tiempo para procesarlo, pero estará bien.
—No sé qué habrá pasado entre ustedes, Drew, pero no sabes cuánto te agradezco todo esto. —Judy se sentó en el retrete, al igual que Nick necesitaba terminar de procesar lo acontecido; al fin se había podido sacar ese gran peso de encima, podía volver a confiar en él como siempre lo quiso hacer—. Quisiera haber sido de más ayuda y no dejar que lo enfrentes solo. Si te descubrió y al final se lo tomó para bien, yo también debería haber estado allí.
—Tú fuiste la autora intelectual de esto e identificaste cosas que yo no, así que puedes llevarte la mitad del crédito —señaló Drew con una sonrisa, ahora que la coneja era más sensata, como de costumbre, se sentía mucho más cómodo—. Ambos acordamos que esto era lo mejor, Nick es impredecible. Le dolió mucho el sentir esta desconfianza de mi parte, si hubiera sido de ambos podríamos haber hecho más mal que bien, demasiado traumático.
—Puede ser… —Si bien Judy no estaba del todo convencida, tampoco gozaba de demasiado tiempo—. Se supone que me estoy duchando, así que me limpiaré un poco rápido y luego iré con Nick, la cena está al caer.
—Podemos llamar mañana de nuevo si quieres —dijo Drew, al percibir cierta inseguridad.
—De hecho, creo que podemos zanjar el tema aquí. —El zorro se sorprendió, en tanto Judy sonreía—. Podríamos hablar por horas, pero ahora nos toca confiar en Nick, en que todo saldrá bien.
—Tienes razón, toda la razón, agente Hopps.
—Siempre la tengo —respondió con tono burlón—. Una vez más, gracias, Archimago, espero que ya no tengamos que recurrir a tus habilidades.
—Mientras Grace no se entere, no pasa nada.
Drew cortó, se tomó un instante para analizar lo acontecido y luego siguió su camino; algo impedía que se sintiera del todo a gusto, pero no negaría que por primera vez en mucho tiempo sentía calma. Hubiese preferido evitar su encuentro con Nick, pero quedarse callado junto con Judy traía una molestia mucho mayor a la que trajo la pelea con su primo.
Si algo había aprendido en sus sesiones con Monteiro, era que no todos compartían la visión que él tenía de las cosas, sus principios, su moral, y sin embargo no por ello estaban errados, o no del todo. Nick sin duda se había apartado mucho de lo que consideraba ético, pero al intentar salvar a quienes quería y contra sus enemigos, decidió aceptarlo. No lo compartía, pero lo entendía y eso bastaba. Para terminar de perdonarlo necesitaría más tiempo, aunque con el correr de los días llegaría más pronto que tarde.
Al llegar a su hogar, estacionó su auto al frente de la casa y luego bajó para abrir el portón. Extrañaba el portón mecánico, una de las tantas comodidades o gustos que tuvo que dejar aparte en pos de los ahorros que tenían. En cuanto ya estaba listo para entrar el coche, cerró los ojos, tomó aire y exhaló con parsimonia; le gustaba tomar una pausa para apreciar la tranquilidad que había ahora en su vida, la seguridad que sentía, el instante previo a ver su familia, que lo esperaba al final de cada jornada. ¿Qué más hacía falta para ser feliz?
Lejos de Burrows, una de las tantas conejas que había nacido allí, salió de su ducha y se vistió con fugacidad. Tenía la necesidad de salir al encuentro con su zorro; estando todo aclarado, algo en su interior brotaba, una sensación que le costaba describir, pero que podía resumirse como placentera. Se acercó a Nick en silencio y lo abrazó desde su espalda, mientras él terminaba de acomodar las pizzas en una mesa enana que tenían cerca del sofá, donde pasarían el resto de la noche.
El zorro fue tomado por sorpresa, si bien la sintió aproximarse, no esperaba el abrazo. Permaneció quieto y en silencio, hasta que ella decidió soltarlo. En cuanto sucedió, se sentó en el sofá y se reclinó hacia delante para observarla con sus ojos a la misma altura de sus púrpuras.
—¿Y a qué viene eso? —preguntó el vulpino con cierta curiosidad.
—¿Acaso no puede una abrazar a su novio malherido? —respondió con picardía. Nick le dio un toque en su nariz, sabiendo que comenzaría a temblar, a costa de fastidiarla.
—Eres toda una ternura —dijo para terminar de completar el combo fatal. De todas formas, Judy se la dejó pasar, tomándolo más por sorpresa—. ¿Segura que no pasa nada?
—¿Por qué preguntas?
—No sé, hay algo diferente en la forma en que me miras —explicó, mostrando una sonrisa a medias—. Es como si tus ojos sonrieran.
—Bueno… Tal vez haya algo. —La coneja subió a su lado dando un pequeño brinco. Apoyó su cuerpo con el de él—. Mientras estaba en el baño algo llegó a mi mente.
—¿Recordaste algo nuevo? —consultó con curiosidad.
—No lo sé, no encuentro palabras para describirlo, pero es como si de pronto me olvidase de todo y sólo puedo ver lo mucho que disfruto estando aquí contigo. —Nick la envolvió con su cola y luego la apretó un poco hacia sí mismo.
—Cuando te lo propones, puedes ser la coneja más dulce del mundo. —Judy se sonrojó y apartó la mirada—. Me gusta verte de esta forma, así que no indagaré mucho más, sólo confía en mí si es que quieres hablar de algo.
—Lo sé. —Judy se acercó hacia una de las cajas de pizza y la abrió para tomar una—. No sé tú pero yo estoy con hambre.
—Vaya, no te haces ni una idea. —El zorro tomó una porción para sí mismo y se recostó sobre el sofá—. Esto de ser amedrentado me despierta el apetito.
—No bromees con eso, tonto —respondió Judy negando con la cabeza—. Por cierto, ¿recuerdas que te dije de ir a comer con Nancy y Ben?
—Ehh, claro, sí, lo recuerdo. —Conociendo su tono de voz, Judy sólo suspiró.
—Ben sacó entradas para el recital de Gazelle, la idea es ir allí después de cenar. —Nick comenzó a apartar la mirada—. ¿Ya hiciste planes?
—Este sábado tocaba noche de póker con los chicos.
—Oh, vamos Nick, lo prometiste.
—Es que Abel no puede en su apartamento y nadie más podía ser anfitrión, así que les dije que se pasen por aquí —explicó el vulpino—. Mira, podría ir después de comer y los encuentro allí.
—Las partidas no empiezan hasta tarde y tenemos que estar allí a las 22, no habrá forma de coordinar. —Judy dejó su porción de pizza en la mesa—. ¿No podrían jugar el viernes?
—Intentaré negociar, pero Abel…
—¿Qué tiene? De por sí es raro que no puedan en su apartamento, si vive solo. ¿Tampoco el viernes por la noche?
—Es que tendrá visitas. —Judy pronto entendió.
—Ya entiendo… ¿ese tipo de visitas? —El zorro la observó de reojo, de alguna forma Judy estaba al tanto de algo, aunque no sabía cómo. Su tono de voz había cambiado a uno cargado de curiosidad—. Grace ya me lo dijo, lo escuchó a Drew hablando con Finnick —explicó la coneja, ante el silencio de su pareja.
—Ay ese par de zopencos… —exclamó Nick, que se tomó un par de segundos para recapitular—. ¿Y tú desde cuándo hablas con Grace? —Judy dejó escapar una risilla al verlo incrédulo y sorprendido.
—Oh, vamos, ¿ustedes se pueden juntar a jugar al póker y nosotras no podemos chismear? —Judy tenía un punto—. Entonces… ¿El sábado vamos a cenar y al concierto?
—Déjame hablar con los chicos, ¿sí? Estoy seguro de que puedo ir después de cenar.
—Nick, si fuera un malentendido te lo dejaría pasar y lo sabes, pero fuiste tú quien lo olvidó. —Nick comenzó a bajar las orejas, sabía que a continuación habría una extorsión—. Cena y recital, o le digo a los demás que tú me dijiste lo de Abel y Theresa.
—Eso es demasiado bajo hasta para ti, rabo de algodón —respondió el vulpino, tan indignado como maravillado de sus niveles de maldad—. Yo puedo echarle la culpa al torpe de Drew y al enano, así que no ganarás con eso.
—Es tan simple como negar que Grace me lo dijo, será tu palabra contra la mía —Nick sonrió de forma picarona.
—Tal vez podamos negociar de otra forma…
—Está bien, puedo oír ofertas, aunque no lo tendrás fácil. —Judy volvió a buscar la porción de pizza que había dejado sobre la mesa—. Voy a escucharte en tanto termino de llenar mi estómago.
—Y yo pensaré cómo encarar este intercambio mientras sigo cenando, hoy fue un día largo. —Nick tomó dos porciones a la vez y las llevó a su hocico.
—Como parte del trato, comerás de a una porción, no pienso volver a limpiar el sofá porque eres un zorro torpe.
—Está bien… —El zorro aceptó de mala gana—. Coneja astuta.
