Nota: Este capítulo fue sumamente difícil de escribir, no solo por su parte de la historia, sino por el serio cambio a la continuidad de la segunda temporada que contiene y que será permanente en este fic.


CAPÍTULO 35:

LEALTAD

Palacio Real

Centro

-Así que este es el lugar.

-Increíble.

-No puedo creer que estemos en el cuartel general de Los Vexos.

Una enorme ciudadela del color de la plata se impuso frente a Los Peleadores que solo podían ver asombrados las enormes vistas del lugar. En un inicio, habían imaginado que el palacio de Zenoheld se limitaba a solo su castillo para permitir un viaje más rápido entre las dimensiones, pero el hombre y su gente se habían llevado una pequeña ciudad completa durante su escape de su planeta natal.

Pero no podían maravillarse mucho tiempo con las edificaciones construidas y modificadas para la investigación y experimentación Bakugan, debían concentrarse en la misión que tenían entre manos antes de que notaran su presencia.

-Será mejor que encontremos el modo detener el Sistema EB cuanto antes. Los Vexos no tardarán en descubrirnos y aún tenemos que rescatar a sus amigos -. Recordó Shun a los vestal.

-Muy bien, chicos. Vamos a trabajar, el tiempo apremia -. Concordó Dan preparándose con emoción para lo que enfrentaran.

-Dan, este lugar es inmenso, ¿cómo sabremos por dónde comenzar? -. Preguntó Mira.

-¿No conoces este lugar? -. Preguntó Nick a Elisa.

La rubia salió de su ensoñación al escuchar al terrícola dirigirse a ella.

-Sinceramente, no -. Respondió apenada la ojiverde -. Después de que Zenoheld mandó a sus hombres por mi madre y mi hermana, nunca regresé a Vestal. Siempre mantuve mi distancia de todos -. Concluyó con cierta tristeza en su tono por no ser de la misma utilidad que antes para los chicos.

En respuesta, Nick solo dio un apretón reconfortante a la mano de la joven vestal, no se habían soltado en ningún momento desde que compartieron su primer beso y no estaba claro que eran. Ninguno era capaz de darle una etiqueta a la relación que ahora ambos sabían que querían sostener debido a la incertidumbre de lo que podría suceder en el palacio.

Spectra vio este gesto desde su posición apartada del grupo de terrícolas y vestal. La sangre le hirvió al ver las interacciones entre ambos peleadores Darkus, pero tenía que contenerse, no tenía sentido arremeter contra de los humanos en circunstancias como estas. Además, Elisa no se tomaría bien que asumiera el papel de hermano mayor después de todo lo que había sucedido entre ellos, aún no.

De repente, la voz del molesto líder del grupo sacó al enmascarado de sus pensamientos con una petición hecha con un tono sorprendentemente inocente.

-Oye, Spectra, ¿qué tal un poco de ayuda? Vencer a Zenoheld es algo bueno para los dos -. Pidió el castaño con una sonrisa emocionada.

-El trato que hicimos fue traerlos al palacio, Dan, no hacer su trabajo sucio -. Respondió el rubio con indiferencia.

-Vamos, Spectra, en estos momentos deberíamos estar unidos. Vidas inocentes dependen de eso -. Argumentó Marucho al oír la respuesta del vestal.

-Al parecer, ustedes creen que somos compañeros o algo por el estilo, pero les aseguro esto: nunca -. Aclaró con firmeza.

-El Maestro Spectra ha honrado su parte del trato, no les debe nada más -. Respaldó Gus con tono mordaz -. Lárguense, ya hicimos nuestra parte.

No podía evitar sentirse agradecido con Gus, su lealtad le recordaba constantemente quien debía ser para lograr sus objetivos. En cierto modo, era refrescante saber que tenía a alguien que mantenía sus pies en la tierra cuando se sentía perdido y dubitativo.

-¿Cómo? No los entiendo, chicos, es tal como dijo Marucho: "tenemos que estar unidos" -. Insistió Dan a los antiguos Vexos.

-¿Nuestro padre nos necesita y tú no harás nada? -. Retó Elisa al enmascarado con la intención de obligarlo a reaccionar.

-Nunca dije eso, pero son unos tontos si creen que podríamos estar unidos para algo como esto. Andando, Gus -. Concluyó Spectra antes de desaparecer en una lluvia de energía que se materializó a su alrededor.

Era obvio que su viejo enemigo y rival no tenía ganas de discutir con ellos. Keith siempre reaccionaba cuando se trataba de su padre y el hecho de que se comportara de un modo tan, aparentemente, indiferente a la situación era alarmante. Una parte de Elisa temía que el hermano que una vez compartió con Mira y Eisel se hubiera perdido por completo detrás de esa máscara.

-Miserable -. Musitó Nick enfadado.

-Esos tipos no tienen remedio -. Comentó Baron a lo que Ace asintió.

-¿Enserio están tan sorprendidos? Vamos, comencemos la búsqueda -. Cortó Mira a sus amigos.

La pelinaranja ya imaginaba cómo reaccionaría su hermano, lo conocía lo suficientemente bien como para saber que se tomaría los últimos acontecimientos de un modo personal.

Ante las palabras de la ojiazul, los demás peleadores asintieron en acuerdo.


Sala del Trono

Fue divertido ver las reacciones de sorpresa y desconcierto de sus antiguos compañeros, como si hubieran visto a aquel espectro por el que rezaban que estuviera muerto. Pero tenía que enfocarse, ya habría tiempo para vengarse de aquellos que le habían dado la espalda después de que él mismo considerara perdonarles la vida si se arrodillaban una vez que estuviera en la posición en la que se encontraba el anciano acabado enfrente suyo.

-Por favor, ¿no son capaces de saludar a su antiguo líder? -. Comenzó Spectra a modo de saludo -. Ah, es cierto, me dejaron a mi suerte -. Respondió a su propia pregunta con desprecio y veneno en su tono.

-Pues debió ser mala suerte, traidor -. Dijo Mylene con un nivel de desprecio muy similar al suyo.

Una parte de Keith quería creer que solo lo decía para mantener una fachada frente a la falsa realeza que tenían de testigos, que sus palabras eran un derivado de las decisiones egoístas y ambiciosas que había tomado en los últimos años, pero Spectra sabía la verdad: no estaba enojada por todo lo que los había separado, sino por el hecho de que siguiera con vida. Keith Clay había sido un tonto al pensar que podía amar a esta mujer, pero él no repetiría ese mismo error.

Aunque el maestro logró mantener la compostura en una situación llena de tanta tensión, el aprendiz no tuvo el mismo nivel de éxito. Sus puños se apretaron sobre sus guantes negros mientras bufaba, casi parecía que pronto saldría sangre sus palmas debido a la fuerza de sus uñas contra su piel.

Jamás se lo diría, pero le parecía conmovedora la lealtad que Gus profesaba por él y se lamentaba en silencio porque su familia no podía ser más como su discípulo.

Finalmente, el rey se levantó de su trono, haciendo gala de su imponente altura y complexión para saludar a los recién llegados a su palacio.

-Ha pasado mucho tiempo -. Comenzó con falsa cordialidad -. Bienvenido a casa, Spectra.

-Este horrendo sitio jamás podría ser mi hogar, Zenoheld -. Declaró Spectra cortante, olvidando todo rastro de protocolo y títulos frente al hombre.

"Te recuerdo que tú mismo ordenaste que mi verdadero hogar fuera demolido", eran las palabras que no se atrevió a decir en voz alta. No debía expresar demasiada emoción, el anciano querría comparar carácter y no podía darse el lujo de mostrar debilidad, ya tenía suficiente con verse obligado a mirar al hombre desde su posición más baja.

-Oye, cuida tus palabras, Spectra -. Advirtió Hydron al rubio.

-Basta, Hydron -. Calmó el hombre a su hijo desde su inmerecido trono -. Realmente, no veo porque despreciar a Spectra. No después de haberle traído el preciado regalo de Los Peleadores -. Continuó mirando a las pantallas donde la imagen de sus verdaderos objetivos sobresalía.

No debería sorprenderse, la corona siempre había hecho gala del más avanzado sistema de seguridad y vigilancia de todo Vestal. Lo extraño habría sido que no detectaran su presencia en el momento en que abordaron la enorme ciudadela dedicada a la investigación y fabricación de armas y dispositivos.

-Traerlos aquí fue un regalo para ellos, no para ti. Están aquí para destruir tu preciado Sistema EB -. Cortó al anciano, mirándolo directo a los ojos.

-Y seguro que tú viniste a ayudarlos, ¿cierto? -. Retó Shadow Prove con molestia.

Gus miró con furia al demente, no podía soportar que acusaran a su maestro de cosas que ni siquiera él haría. Estos seres inferiores tenían el honor de estar en presencia de la mente más grande de Vestal y futuro rey de dos planetas, y lo despreciaban como si fuera un insecto.

-¡Relájense todos! -. Exclamó Mylene al ver la reacción del peliazul a las palabras de Shadow.

-Mylene tiene razón, Gus -. Concordó Spectra, tranquilizando a su pupilo.

Qué raro se sintió para él decir eso, no lo decía ni siquiera cuando eran pareja.

-Sí, maestro -. Dijo el ojiverde calmando si respiración.

-Padre, déjame ir a tratar con Los Peleadores yo mismo -. Pidió el antiguo príncipe al hombre.

-Cálmate, Hydron, Los Peleadores no son una amenaza para el Sistema EB o nuestros planes -. Respondió el anciano con calma.

-¿Estás seguro de eso, Zenoheld? ¿Apostarías tu futuro? -. Cuestionó el enmascarado con sorna.

-Tranquilo, Spectra -. Respondió el hombre como si aún le estuviera hablando a un perro rabioso.

Pero esos días habían acabado hace mucho tiempo, los días de obedecer su voluntad y limitarse a conspirar a sus espaldas habían terminado. Nunca volvería a ser un sirviente después de todo lo que había sucedido.

Gus veía con clara furia en su rostro como la charla fluía con naturalidad, su maestro no se alteraba a pesar de ser quienes estaban en clara desventaja tanto numérica como territorial. La admiración se hizo presente una vez más en su corazón al ver la conducta de su mentor, ahora lo respetaba todavía más.

-Habla, Spectra, ¿por qué viniste aquí? No harías todo esto a menos que quisieras algo, ¿de qué se trata? -. Cuestionó el rey con una pequeña sonrisa.

-Muy bien, como fuiste educado, quiero que dejes en paz a Los Peleadores -. Respondió el rubio con tranquilidad.

-¿Qué dijiste? Niñito, debes estar bromeando -. Se burló el anciano de su voluntad.

En un inicio, él mismo pensó que se estaba volviendo loco o era el molesto fantasma de Keith Clay tratando de obligarlo a tomar decisiones estúpidas nuevamente. Pero no lo hacía por ellos o su bienestar, fuera de Mira y Elisa, no le podían importar menos, eran las múltiples oportunidades que los humanos tenían la facilidad de crear para causarle problemas a Zenoheld lo que le interesaba. Sería mucho más fácil si sus enemigos lo ayudaban inconscientemente a terminar con el régimen del anciano de una vez por todas.

-Te aseguro que es muy enserio. Hazlo y comenzaremos de nuevo, haremos un borrón y cuenta nueva si dejas en paz a Los Peleadores y me entregas a mi padre -. Concluyó su petición con furia en su tono.

Las palabras del enmascarado trajeron la confusión palpable al rostro de casi todos Los Vexos, claramente pensaban que se refería al profesor, pero el científico no podía importarle menos.

Por suerte para él, Zenoheld, al igual que Mylene, entendió bien a quien se refería realmente. Se notaba en sus rostros tensos que no esperaban esa parte entre sus peticiones, pero el gato ya estaba fuera de la bolsa y no había forma alguna de que se echara para atrás.

-Así que te enteraste -. Comenzó el anciano con un tono tranquilo.

-¿De verdad pensaste que ibas a mantenerme en las sombras por siempre? -. Cuestionó Spectra, calmando su furia interna para no cometer los mismos errores que estaba cometiendo su pupilo al delatar sus pensamientos.

-No, esperaba que tú mismo lo hicieras -. Declaró el rey para confusión de Spectra -. ¿De verdad pensaste que solo entrarías a mi sistema interno para ver lo que hice Valiant? Me subestimas, mocoso.

-¿De qué hablas ahora, anciano?

-Tú viste lo que yo quería que vieras -. Respondió el rey levantándose de su trono -. El Profesor Clay me habló de la relación que compartías con Valiant, supe en ese mismo momento qué harías algo para asegurarte de que estuviera bien, así que mandé a decapitar a un prisionero con una complexión similar y luego usamos injertos de piel para crear un rostro parecido al del comandante, que pusimos en el prisionero antes de su ejecución privada.

Con que así lo había hecho, durante su viaje con Los Peleadores, no había dejado de pensar en que era exactamente lo que había visto aquella noche en el Palacio Real cuando se infiltró en los datos privados de la corona para asegurarse de que su padre estuviera bien. Sabía que no podía ser Eric, pero era demasiado real como para ser la cabeza modificada de un androide.

-Dime, Clay, ¿qué se siente saber que mientras te lamentabas por el comandante, tu propio padre lo usaba como rata de laboratorio para los proyectos Centinela? -. Se jactó el rey, usando su verdadero nombre para provocarlo.

De repente, unos fuertes pasos metálicos resonaron desde la entrada del salón del trono. Spectra se giró rápidamente para ver a los dueños de las pisadas y agradeció profundamente por tener su máscara firmemente plantada en su rostro, pues estaba seguro de que Los Vexos se deleitarían viendo su sorpresa y dolor marcado en sus ojos y en sus facciones tensas.

Sabía que sería difícil volver a verlos en su situación, pero no esperaba la sensación de un afilado puñal enterrándose profundamente en su corazón para comenzar a retorcerse.

Sentinel Alfa y Omega se asomaron en la entrada con sus armaduras y máscaras puestas antes de ponerse de rodillas desde su posición alejada para dirigirse al hombre en el lugar más alto con tono solemne y respetuoso.

Ahora entendía lo que Gus debía estar sintiendo y él mismo quería reaccionar de un modo todavía peor, pero no podía. Si atacaba, solo terminaría en desgracia para él y no había ninguna forma en el universo en que se permitiera morir a manos de su padre y mucho menos frente a sus enemigos.

-¿Sucede algo, Majestad? -. Preguntó Joanna con su modulador de voz disfrazando su verdadero tono.

-No es nada, solo recibimos visitas inesperadas de parte del hijo de un viejo enemigo -. Contestó el rey a la inquietud de su subordinada.

-¿Quiere que lo eliminemos? -. Preguntó Eric esta vez, mirando directo al intruso.

Cruzar miradas con aquel hostil visor rojo en lugar de los cálidos ojos verdes de su padre le rompió el corazón. Quería acercarse a él y a Joanna, llevárselos al Destructor Vestal para corregir lo que les hubieran hecho, quería liberar a Helios y que destruyera todo a su alrededor mientras él y Gus sacaban a los peleadores del palacio, pero Spectra estaba consciente de que no podía. Tanto Eric cómo Joanna eran soldados expertos y podrían dominarlo antes de intentar cualquier cosa y tampoco podía recurrir a Helios, pues tendría que enfrentarse a Raxus, Jormthan y los Bakugan mecánicos al mismo tiempo y no había forma de que ganaran contra todos a la vez.

Odiaba reconocerlo, pero había perdido. Al menos, por ahora.

Sin embargo, Gus no parecía pensar lo mismo que él.

-¡Suficiente! ¡Esto es una burla al Maestro Spectra y no lo toleraré! -. Gritó el peliazul al anciano que una vez más reposaba en su trono.

-Yo diría que es más bien una demostración de lealtad por parte de auténticos sirvientes a su rey -. Respondió el hombre con deleite -. No es mi culpa que mis perros conozcan su lugar mejor que tu amo.

-¡Miserable! ¿¡Cómo te atreves!? -. Dijo el ojiverde con rabia brotando de todo su ser.

Haría una locura, estaba claro, y tenía que detenerlo antes de que los matara a ambos por su excesiva devoción. Aunque estaba agradecido con su pupilo por apoyarlo de esta manera tan pura e incondicional, tenía que evitar que hiciera una tontería por defenderlo.

-Gus, basta -. Detuvo el enmascarado a su discípulo, sin despegar la visión de los Ciber-Peleadores.

Pensaba ofrecerle a Zenoheld sus falsos servicios nuevamente, adentrarse una vez en el pelaje del tigre y buscar una debilidad desde ahí, tratar de liberar su padre desde el interior del palacio. Pero, si era sincero consigo mismo, no podía, no podía soportar la idea de ver al hombre que lo había criado convertido en una máquina, no podría soportar verlo todos los días bajo esa máscara metálica y saber que detrás de esa barrera estaba su figura paterna, quien lo había formado y se había convertido en su ejemplo a seguir durante su niñez. Tal vez Spectra había dejado atrás todo lo que lo ataba al pasado de una vida perdida, pero Keith Clay no podría, y ningún hijo debería ver a su padre de esta manera y no estaba dispuesto a ser el primero.

-Creo que ya es hora de irte, Spectra -. Declaró Zenoheld.

-Agradece que mi padre tenga la misericordia para perdonar tu miserable vida, traidor -. Dijo Hydron.

Pero Spectra no los miraba, no los escuchaba, no le importaba. Keith era incapaz de despegar sus ojos del hombre mecanizado frente a él con su mente, normalmente racional, hecha un caos y privada de formular un pensamiento más allá de "vete".

Los pies del enmascarado comenzaron el descenso por las escaleras que conducían al trono en silencio. Gus quiso protestar, pero no pudo, no quería imaginar lo que su mentor debía estar sintiendo y no quería presionar un tema que claramente ya estaba perdido. Con un silencio sepulcral y mil maldiciones siendo recitadas en su mente, el ojiverde siguió al enmascarado.

-Maestro, ¿está…? -. Trató de susurrar Gus al rubio con nerviosismo por la situación.

Pero no tuvo tiempo de terminar su pregunta cuando Spectra se giró una última vez, lleno de una ira asesina contra el hombre que se cernía sobre ellos con una sonrisa burlona, para dedicar unas palabras de despedida a su peor enemigo.

-Te deseo suerte, Zenoheld, te deseo suerte cuando Los Peleadores destruyan tus planes otra vez, cuando Eric y Joanna estén libres y Raxus queme este lugar hasta sus cimientos -. Dijo Spectra, conteniendo su ira para terminar lo que estaba diciendo -. Te deseo suerte cuando Leónidas quiera devorarte por todo lo que has hecho.

Fueron sus últimas palabras antes de desaparecer junto con su pupilo.

Aún había esperanza, tal vez no sería él quien rescataría a Eric, pero los terrícolas y sus hermanas podían hacer eso. Sí, derrotarían a Zenoheld y su padre estaría a salvo en La Tierra, al menos hasta que él pudiera concretar sus planes y, con el anciano fuera, sería mucho más fácil.

Solo tenía que esperar, todo estaría bien, los cálculos eran precisos y su intuición le decía que así sería. Aunque su mente insistía en recordarle que su intuición ya había fallado antes, que sus cálculos ya habían fallado una vez y que aquella voz que escuchaba en su mente podían ser solo las falsas esperanzas de un impotente Keith Clay que no sabía cómo ayudar su padre y que ahora amenazaba con fallarle nuevamente.


Palacio Real, Ciudadela

-Rayos, tiene que estar aquí por algún lado -. Se quejó Dan mientras avanzaban entre las grandes edificaciones del palacio.

Ya llevaban como media hora recorriendo el terreno enemigo sin hallar el sistema principal del Sistema de Destrucción Bakugan ni rastros del Comandante Valiant o la Capitana Luria. Empezaban a desesperarse por andar en círculos y Dan era el primero en hacerlo saber.

El excesivo silencio y falta de actividad hacían que Nick y Shun miraran a su alrededor constantemente, en busca de algún centinela que pudiera advertir de su presencia a Zenoheld.

-Dan, no deberíamos seguir vagando de esta manera -. Dijo Drago a su compañero.

-Tiene razón, Nick, Los Vexos nos encontrarán y no creo que sea inteligente tener una batalla aquí y ahora -. Respaldó Leónidas a su amigo.

-Escúchenlos, debemos salir de esta zona tan expuesta -. Concordó Ace con los Bakugan.

-¿No creen que deberíamos ampliar el radio de búsqueda? -. Preguntó Marucho mirando a sus alrededores.

-No, seríamos presa fácil si nos separamos o seguimos vagando, tenemos que hallar los controles remotos del Sistema EB -. Respondió Shun.

-¿Pero dónde podrían estar? -. Preguntó Nick inquieto.

-Ahí arriba -. Señaló Elisa, llamando la atención de sus amigos.

Un alto y delgado edificio que destacaba de entre los demás gracias a su distintivo color dorado opaco y una esfera de considerable tamaño en la punta se impuso sobre los peleadores, frente al delgado dedo la vestal más joven.

-No conozco bien la forma de trabajar del anciano, pero no creo que le dé un edificio común y corriente a su plan maestro.

-Es muy difícil llegar allá, ¿cómo subiremos? -. Cuestionó Baron a la ojiverde.

-Chicos, por aquí -. Llamó Mira al resto del grupo.

Por suerte, los transportes que solían funcionar como taxi en Ciudad Alfa habían sido trasladados al palacio para llevar al personal científico a los diferentes lugares que conformaban la gran ciudadela que significaba el Palacio Real.

Mira fue la primera en subir al transporte de tamaño considerable mientras era seguida rápidamente por sus amigos.

-Por favor, indique su destino -. Pidió el robot que ejercía de chófer.

-Llévanos al Sistema EB -. Respondió Dan con amabilidad a un costado de la silla del conductor.

-Lo siento, no tienen autorización para ir a ese lugar.

-Parecía fácil -. Bufó el castaño con una clara falta de sorpresa en su tono.

-Esperen, déjenme intentar algo -. Dijo Mira mientras comenzaba a teclear una serie de botones inentendible para los terrícolas.

De pronto, el transporte se alzó en los aires mientras el sonido de las turbinas se hacía más intenso.

-Funciona -. Murmuró Ace.

-Sí, logré invalidar el sistema de seguridad interno -. Explicó la pelinaranja.

-¿Cómo lo lograste? -. Preguntó Nick sorprendido.

-Soy la hermana de Spectra, algo tenía que aprender de él -. Contestó la ojiazul con orgullo.

-Muy bien, llévanos al Sistema EB ahora mismo -. Ordenó Dan con más firmeza al conductor cibernético.

Los ojos azules del robot se tornaron en un intenso rojo brillante antes de que su modulador de voz les diera una advertencia aparentemente preprogramada para este tipo de configuraciones.

-Abróchense el cinturón porque… ¡Aquí voy! -. Exclamó el conductor mientras su vehículo partía a gran velocidad en dirección al destino indicado, surcando el aire con agresividad.

Un grito estridente resonó en el interior del transporte mientras Los Peleadores buscaban cualquier superficie medianamente firme para sostenerse.


Palacio Real, Comedor

1 hora después

-Oye, Mylene, ¿alguna vez habías visto rollos de canela tan grandes? Podría comerlos todo el día -. Afirmó Shadow Prove, devorando su platillo humano favorito.

-¿Qué tiene de especial la comida terrícola? -. Cuestionó Volt al peliplata.

-No lo entiendes, grandulón, tal vez no sean una sociedad muy avanzada tecnológicamente, pero su comida es deliciosa -. Respondió Lync, respaldando al peleador Darkus de su grupo.

-Pruébalos, esos humanos tienen talento en la cocina -. Trató de motivar Shadow al pelirrojo, pero éste seguía mostrándose renuente.

-Tengo que darles eso a los terrícolas, no son muy fuertes, pero sí que son creativos -. Admitió Hydron, probando los recuerdos de Lync de La Tierra.

-Vamos, a todos les gusta un buen rollo de canela -. Insistió Lync al peleador Haos.

-Esos dices tú, pero parece que no todos piensan igual -. Señaló Volt con un pequeño movimiento de cabeza a la única mujer del grupo.

Mylene se mantenía estática en su silla junto al rey, no tocaba su comida y se limitaba solo a ver el muro más cercano como si fuera la cosa más interesante del universo. Sus nudillos pálidos servían como apoyo para su delicado rostro, que expresaba molestia en los ojos penetrantes de la mujer y furia por la fuerza aplicada en su puño.

Imaginaban que le sucedía, pero ninguno tenía el valor para tocar el tema. Shadow y Lync sabían que solo se ganarían la ira de su compañera por tocar el tema del enmascarado que los había visitado recientemente y no estaban dispuestos a tratar con una Mylene molesta solo por Spectra. Volt no decía nada, no le preocupaba mucho la reacción de la peliazul, pero no iba a meterse en problemas que no eran de su incumbencia. Hydron, por otra parte, solo veía la situación de su compañera como algo sin importancia; normalmente, se habría burlado de ella por dejar que el antiguo líder de su grupo la afectara tanto, pero no estaba interesado en los líos románticos de la última pareja de Mylene, ni siquiera sabía porque la mujer insistía en dejar que Spectra la afectara tanto cuando fácilmente podría conseguirse a alguien que la ayudara a sacar al rubio de su mente en un santiamén. No cabía duda de que el vínculo que ambos peleadores compartieron una vez débitos ser muy fuerte como para que el carácter frío de Mylene Farrow flaqueara ante la reaparición del enmascarado.

Zenoheld solo comía en silencio, maldiciendo el día que había permitido que sus perros de caza comieran con él en su mesa personal. Podía soportar a Hydron, pero las tonterías de Los Vexos se estaban volviendo demasiado para él con cada cena que compartían.

La llegada del mesero hizo que todos se callaran, no iban a dejar que un sirviente escuchara las pláticas que se llevaban a cabo en la mesa del rey, sin importar que tan mundanas fueran.

Para Zenoheld, fue un alivio tener un poco de silencio en la sala, no sabía cómo Hydron era capaz de soportar las tonterías de los peleadores bajo su mando con tanta frecuencia.

-Gracias -. Dijo Volt al mesero cuando éste sirvió un vaso de agua para todos los presentes. Por supuesto, era el único medianamente cordial y más con la servidumbre.

El rey dejó de prestar atención a todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, su mente se desvió a los intrusos que ahora recorrían su hogar con total libertad. No había tomado medidas contra ellos aún, pero no podía negar que le preocupaba un poco lo que el traidor podía hacer con tal de arruinar sus planes, había ganado la discusión en la sala del trono, pero Spectra no era de los que aceptaban la derrota y quien sabe lo que podría hacer ahora que sabía que retenían algo en el palacio, algo con mucho valor para él.

-¡Padre! -. Llamó Hydron desde el otro extremo de la mesa.

El grito de su hijo hizo que el hombre regresara a la realidad para encontrarse con un lanzador en su cuello y una cuchilla de energía naranja amenazando su vida. La voz de Gus Grav ordenando a sus sirvientes que se quedaran quietos le dio la respuesta que buscaba acerca de la identidad de su nuevo intruso.

En ese momento, Zenoheld se maldijo por no haberse fijado en el mesero. No cabía duda de que Los Peleadores y Spectra cobraban más terreno en su mente del que le gustaría admitir.

-La mascota de Spectra -. Escupió Mylene con desprecio, tragándose sus pensamientos anteriores a la llegada del peliazul.

Sin embargo, el antiguo peleador Subterra no le prestó atención a su provocación a los quejidos de furia del resto de Los Vexos en la sala. En su lugar, obligó al rey a levantarse para dirigirse con cuidado a la puerta de salida a espaldas de la silla del hombre

-Van a pagar por ensuciar el nombre del Maestro Spectra -. Declaró Gus mientras desaparecían entre el marco de la puerta corrediza.

No estaba preocupado, sabía a donde se dirigían con solo ver el patrón de los pasillos y una pequeña sonrisa se formó en los labios del rey. Si Gus quisiera llevarlo ante Spectra, lo habría hecho directamente cuando le puso un arma en el cuello. No, este chico quería hacer las cosas de la forma difícil y no tenía ningún problema en darle gusto. Su exceso de confianza sería su perdición.

Estuvo tentado en llamar a Alfa y Omega para terminar el trabajo y enviar un poderoso mensaje al traidor de Spectra, pero tenía algo más en mente, algo que podría ser más beneficioso para su estiramiento antes de ordenar la ofensiva contra Los Peleadores Bakugan y tomar las energías de atributo de una vez por todas.

Caminaron en silencio por los corredores hasta que llegaron al destino que el peliazul tenía pensado: las arenas de batalla. La pequeña sonrisa del hombre mayor creció ligeramente cuando las plataformas los llevaron a posiciones opuestas dentro del lugar en el que Gus Grav hallaría su destino.


Arena de Combate

-¡Pelearemos, Zenoheld! -. Declaró Gus arrojando su disfraz de mayordomo lejos de él, dejando ver el conjunto de cuero negro y gris que normalmente guardaba debajo de su abrigo naranja.

-¡Te arrepentirás de esto, niñito! -. Respondió el anciano, arrojando su capa y ropas formales a un lado para dejar ver su traje de batalla rojo con protecciones negras y su lanzador negro con dos colmillos en la bandeja de cartas.

-¿Eso crees? -. Se burló Gus con determinación en su voz -. Tú serás el arrepentido cuando haya vengado al Maestro Spectra. Vengaré su honor y la humillación a la que lo sometiste a él y a su familia. Cuando termine aquí, me llevaré a tus esclavos y bajo el liderazgo de mi maestro, borraremos todo rastro de tu nombre de la historia de nuestro mundo y cualquier otro que te haya conocido.

-Debería dejar que sea Raxus mismo quien te destruya por tanta osadía y así mandarle un mensaje a tu maestro, pero tendrás el honor de ser el sujeto de pruebas perfecto para Farbros y sus nuevas funciones -. Respondió el anciano levantando su propio lanzador.

-¡Golpe de Poder! -. Exclamaron ambos peleadores al mismo tiempo.

-¡Carta portal lista! -. Comenzó Gus, abriendo el campo de batalla.

La onda naranja abarcó toda la arena de combate, bajo los pies de ambos vestal que solo se veían con odio.

-¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Rex Vulcan Subterra! -. Comenzó el peliazul, arrojando a su compañero.

Los efectos de la Carta Prohibida habían hecho que las perlas que rodeaban su cabeza desaparecieran y fueran reemplazadas por un par de hombreras. El negro había desplazado en gran medida al marrón y al gris metálico de su armadura, sus puños ahora presumían una gran flecha en cada brazal recubierto del Bakugan.

-¿Ese es el Bakugan que elegiste para pelear, pequeño? -. Se burló el anciano.

-Eres un tonto al subestimar a Vulcan, después de ser reprogramado y evolucionado solo tiene una función: lealtad al Maestro Spectra -. Respondió el ojiverde con orgullo.

-Muy bien, ya que insistes… -. Comenzó el rey arrojando su propio Bakugan al campo de batalla -. ¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Ahora, Farbros Pyrus!

Una criatura cibernética con forma humanoide pero un cuello alargado con la cabeza en forma de ave, dos conjuntos de garras doradas en sus hombros y una larga cola colgando de su espalda apareció en el lado opuesto del campo de batalla con un chillido producido por su modulador de voz en proceso.

-Farbros: 800. Vulcan: 700.

-Poder activado: Puño de Acero. Vamos, Vulcan -. Comenzó Gus con el primer ataque.

-Como ordenes, maestro -. Respondió el Bakugan Subterra, dejando volar su gran puño recubierto en dirección a su oponente.

El ataque acortaba la distancia a gran velocidad, pero no la suficiente como para que el rey no hiciera nada.

-Poder activado: Escudo Galium -. Defendió Zenoheld rápidamente.

Los ojos verdes de Farbros brillaron antes de que cuerpo creara un poderoso escudo de energía roja frente a él. El puño de Vulcan impactó de lleno en el poder de su contrincante, pero sin lograr un avance significativo en la perforación del escudo.

-Muy bien -. Bufó Gus depositando su siguiente carta en su lanzador -. ¡Poder de fusión activado: Taladro de Poder!

En el aire, el puño suelto de Vulcan se transformó en un gran taladro que reemplazó la mano del titán acorazado para dirigirse una vez más contra el escudo de Farbros.

La energía sólida comenzó a resquebrajarse lentamente bajo la atenta mirada de Zenoheld y el inexpresivo rostro de Farbros. Cuando él taladro atravesó las defensas del Bakugan mecánico, una parte de su blindaje salió desprendido de su cuerpo debido a la fuerza de la extremidad, provocando una sonrisa de satisfacción en el peliazul.

-Vaya, no eres tan débil como creí, amigo -. Se burló el rey.

-¿Me llamaste "amigo"? Obviamente me confundiste con alguien más -. Respondió Gus antes de mirar a su compañero recibir su puño una vez más -. ¿Listo para seguir, Vulcan?

-¡Siempre estoy listo! -. Respondió el coloso acorazado antes de usar los propulsores de sus botas para cortar la distancia con su rival.

El poderoso golpe de Vulcan que impactó en la cabeza del Bakugan cibernético hizo que más metal volara por el campo de batalla mientras su dueño se desplomaba en el suelo con dureza, con su pico apuntando a su amo.

-Eres fuerte, para ser tan enano -. Dijo el anciano mientras su compañero se recomponía sobre sus piernas una vez más.

-Y apenas estoy empezando -. Contestó el ojiverde viendo cómo su compañero tomaba la ofensiva una vez más.

-¡Adelante!

-¡Poder activado: Flama Intensa! -. Contraatacó el rey.

Un par de cañones de liberaron en las rodillas de Farbros y dispararon una ráfaga de energía a la parte superior del campo de batalla, creando una lluvia de energía que cayó sobre Vulcan, deteniendo su ataque.

-Vulcan desciende a 700.

-¡Vulcan!

-Descuida, maestro. ¡Esto no es nada! -. Exclamó el Bakugan retomando su carrera con sus propios pies en esta ocasión.

La poderosa embestida de Vulcan hizo que el Bakugan mecánico regresara al suelo donde pertenecía con un chillido.

-Bien hecho -. Felicitó el ojiverde a su compañero -. ¡Carta portal abierta: Transductor!

La carta brilló en el suelo una vez más, Vulcan sujetó con firmeza a su oponente en el ojos mientras un aura de energía naranja brillaba en alrededor de su cuerpo.

Los niveles de poder comenzaron a tomar rumbos completamente distintos. Mientras el de Vulcan crecía, el de Farbros se vaciaba a gran velocidad.

-Así suena tu inminente fracaso, Zenoheld -. Se jactó Gus con una sonrisa.

Pero el hombre no reaccionó, solo cerró los ojos con calma antes de hablar nuevamente.

-Esta, pequeño amigo, es la razón por la que nunca conquistaste Nueva Vestroia -. Comentó el hombre con serenidad.

-¿Qué? -. Contestó Gus confundido.

-Tú y tu jefe estaban muy ocupados contando sus victorias antes de ganarlas -. Explicó el anciano con sorna.

-Sigue hablando, estás demente si crees que puedes ganar esto -. Respondió el ojiverde enfadado.

-Tú eres el demente, niño -. Dijo el rey alzando su lanzador nuevamente -. ¡Poder activado: Destructor de Suelo!

Bastó con un movimiento de la cola de Farbros para que la carta portal de Gus quedara hecha trizas.

-Farbros: 500. Vulcan: 700.

-¡Poder activado: FARBAS XM!

El Bakugan se recompuso de un salto, obligando a Vulcan a retroceder.

-Sistema de recuperación: activado. El daño sufrido por el Puño de Acero y el Taladro de Poder ha sido reparado.

En cuestión de segundos, Farbros estaba listo para continuar con sus protecciones reestablecidas y su nivel de poder base de vuelta.

-¿Qué? ¿Está equipado con ese sistema? -. Se cuestionó Gus.

-Esto será un reto de verdad -. Comentó Vulcan, alzando su guardia nuevamente.

-Poder activado: Garra de Guirnalda.

Las garras en los hombros del Bakugan cibernético salieron disparadas del cuerpo de su dueños, sostenidas por unos firmes cables que las acompañaron en el viaje hasta su oponente, al cual envolvieron en un fuerte abrazo mientras los cables pasaban electricidad por todo el cuerpo de Vulcan.

-Farbros asciende a 1100.

El poder de la corriente fue tanto que Vulcan no pudo soportarlo más tiempo y cayó al suelo en su forma de esfera, a los pies de su compañero.

-Fuerza vital de Gus: 10%.

-Te dije cuando comenzamos que te arrepentirías de retarme a pelear -. Recordó Zenoheld antes de arrojar su propia carta portal al centro del campo de batalla -. ¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Farbros Pyrus!

-¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡No descartes a Vulcan tan pronto.

-¡Poder activado: Fuego Espartano! -. Comenzó el anciano con el primer ataque de la ronda.

Los cañones en las rodillas del Bakugan mecánico liberaron un par de intensas llamaradas contra el titán de gruesa armadura.

-Farbros: 1100. Vulcan: 400.

-¿Es todo? -. Preguntó Vulcan con sus brazos cubriendo su cabeza.

A pesar de la notable diferencia en sus niveles de poder, el Bakugan se mantenía inamovible en su posición. El fuego era incapaz de romper sus defensas.

-Eres demasiado persistente. ¡Poder activado: Pulso Gemelo!

Los ojos de Farbros brillaron intensamente una vez más, las hombreras que contenían sus garras apuntaron directo a su contrincante liberando una andanada de rayos contra el Bakugan evolucionado.

El fuerte quejido de Vulcan hizo que Gus se percatara de que su compañero no podría aguantar tantos ataques por su cuenta mucho más tiempo.

-¡Poder activado: Mega Viblow! -. Defendió el peliazul rápidamente.

Las muñecas en los brazales de Vulcan comenzaron a girar, provocando que sus manos vibraran lo suficiente para repeler la ráfaga de energía que lo estaba embistiendo.

-¿Quieres más castigo? -. Preguntó Zenoheld al antiguo Vexos.

Tenía que ser sincero consigo mismo y, aunque jamás lo aceptaría en voz alta y mucho menos frente a él, Zenoheld era un oponente formidable o, al menos, sus máquinas lo eran. No podían hacerlo solos más tiempo, necesitaban ayuda y sabía dónde encontrarla.

La pequeña esfera azul que aguardaba en su bolsillo se posó frente a Gus en silencio. Parecía que su otro compañero entendía sus pensamientos y las circunstancias que atravesaban.

-Sabía que podía contar contigo -. Dijo el peliazul, sosteniendo a la esfera en su mano antes de arrojarla al lado de su compañero -. ¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Elico, ayuda a Vulcan!

Blast Elico Aquos, la versión evolucionada del antiguo compañero de Mylene, se levantó en el campo de batalla con orgullo. Su máscara azul sobresalía junto con el resto de su casco adornado con crestas y tres líneas anaranjadas destacaban en su pecho.

-Estoy contigo, Gus -. Comenzó el Bakugan Aquos entrando al combate.

-¡Doble poder activado: Puño de Acero + Hydro Tifón!

El puño de Vulcan salió disparado de su brazo una vez más mientras las corrientes de agua de Elico seguían el ataque rápidamente.

Farbros liberó un quejido al recibir de lleno ambos ataques, obligándolo a retroceder y dejando un pequeño rastro del metal raspando las baldosas en el suelo por el agresivo retroceso

-Poder activado: Escudo Galium.

Las protecciones del Bakugan cibernético se liberaron nuevamente, repeliendo con éxito la ofensiva de su enemigo para satisfacción de su peleador.

-¡Elico, cambia a Subterra! -. Ordenó el ojiverde.

El marrón y el anaranjado desplazaron al azul y al celeste mientras que lo que alguna vez fueron conchas de mar se convertían en afilados taladros metálicos. Con un par de poses, Elico Subterra estaba listo para continuar con el combate que podría decidir el destino del honor mancillado del Maestro Spectra y sus ideales.

-Activar poder reforzado -. Ordenó Gus alzando su lanzador.

Ambos Bakugan Subterra brillaron intensamente en una llamativa aura compartida de energía naranja mientras sus niveles de poder crecían en gran medida

-¡Vamos, Elico! ¡Poder activado: Cubierta Reflejante! -. Activó el ojiverde.

El Bakugan mencionado comenzó una veloz carrera contra la monstruosidad cibernética.

-Poder activado: Pulso Gemelo -. Contraatacó el rey.

-Esos no funcionará, con la Cubierta Reflejante activa se anulan todos los poderes del rival -. Dijo Gus al ver el ataque.

Cómo esperaba, los rayos no le hicieron ni cosquillas al Bakugan ni detuvieron mínimamente su carrera. Una fuerte patada impactó en el pecho de Farbros, obligándolo a retroceder un par de pasos.

Elico miró desafiante al androide inexpresivo en su característica pose de batalla.

-¿Aún no es suficiente? Tal vez deberíamos acabar ahora -. Se jactó Gus con una sonrisa maliciosa en su rostro.

Pero Zenoheld no respondió, en su lugar, se limitó a levantar su lanzador una vez más con su nueva carta brillando de un fino color rojo tenue dentro del dispositivo.

-¡Poder activado: FARBAS XM + Carta portal abierta: Presión de Suelo! -. Contrarrestó el rey sin inmutarse.

-Farbros asciende a 1700.

Un fuerte temblor sacudió la arena de combate, las rodillas de Vulcan y Elico chocaron con agresividad en las baldosas debido al exceso de gravedad que les imponía la carta portal.

-¡Poder activado: Fuerza Viviente Subterra! -. Accionó Gus a Elico nuevamente.

La mano del Bakugan impactó con fuerza contra la carta que los retenía en el suelo, partiendo el objeto en pequeñas partes y liberándolo a él y a Vulcan de sus efectos.

Zenoheld miró ligeramente impresionado desde su posición las habilidades de combate del perro de Spectra. Tenía que admitir que no lo hacía nada mal, digno del segundo Vexos más fuerte de Nueva Vestroia.

-La Fuerza Viviente Subterra no sólo anula la carta portal del oponente, también incrementa el nivel de los Bakugan Subterra. Lo que significa que gracias al cambio de atributo, Elico asciende junto con Vulcan -. Explicó Gus los efectos de su nuevo poder -. ¿Es mucho para ti, Zenoheld?

¿Qué rayos habían hecho los traidores con los Bakugan que solían servirles en Nueva Vestroia? Hasta el mismo Zenoheld tenía que reconocer la virtud de sus extraños experimentos.

El hombre se quedó en silencio un momento mientras observaba como las posibilidades parecían ponerse en su contra.

Una sonrisa se formó en los labios del ojiverde, se notaba que ya daba por sentado su victoria. Estaba seguro de su éxito en esta ronda y tenía el talento para probar porque era así.

Una pequeña sonrisa llena de falsa tristeza se formó entre el vello canoso en el rostro del hombre mayor.

-Es una pena -. Dijo casi en un susurro repleto de confianza.

-¿De qué estás hablando? -. Cuestionó Gus confundido.

-Aunque admiro el hecho de que arriesgas demasiado y posees habilidades de pelea sofisticadas, es una pena que tenga que destruirte. Que desperdicio de talento -. Explicó el anciano con una sonrisa burlona en su rostro.

-¿Cómo? -. Musitó Gus confundido por la confianza inquebrantable del hombre.

En lugar de explicarlo más a detalle, el rey decidió demostrar de lo que estaba hablando, levantando su lanzador a la altura de su rostro para teclear una combinación en el dispositivo en su antebrazo.

-Alteré el sistema del lanzador y la batalla, solo tengo que presionar unos cuantos botones y podré destruirte por completo -. Declaró el hombre sin despegar la mirada del dispositivo -. ¡Farbros, activa la formación de asalto! -. Ordenó mirando a su Bakugan.

El destello de unas piezas metálicas en el cielo hizo que Gus dirigiera la mirada a los nuevos elementos que se hacían presentes en el campo de batalla.

Un par de alas recorrió el campo de batalla hasta situarse en los hombros de Farbros, convirtiendo las garras en sus hombros en las manos que usaría para terminar la batalla. El primer conjunto de piezas mecánicas envolvió las piernas del Bakugan, dándole una nueva cobertura mientras cuatro cañones grises sobresalían de su espalda.

El rey fue bienvenido en una cámara especial en el interior de su Bakugan, donde tres pantallas holográficas se desplegaron frente a él.

El tamaño que le daban sus nuevas piezas hacía que Farbros mirara a Vulcan y Elico como si fueran hormigas mirando a un gigante. Ni siquiera podían llegar a lo que parecía ser su cintura.

-Gus, elegiste el bando equivocado -. Declaró Zenoheld desde los micrófonos en el interior de su cámara especializada, usando por primera vez el nombre de su rival.

-Farbros asciende a 5900.

Los indicadores de vida habían desaparecido del registro de progreso de la batalla, solo quedaban los niveles de poder y Farbros tenía una abrumadora ventaja sobre sus contrincantes.

Pero se necesitaría más que eso para intimidar al discípulo de Spectra, el cual solo bufó en respuesta ante la demostración de superioridad del rey exiliado.

-Jamás me uniría a ti -. Dijo el ojiverde alzando su lanzador una vez más -. ¡Doble poder activado: División Gaia + Hyper Impacto!

Con un rápido toque al suelo, Elico liberó una ráfaga de energía que recorrió el piso de la arena de combate hasta llegar a la zona baja del blindaje del Bakugan mecánico mientras el puño de Vulcan partía la distancia con bravura hasta impactar en el pecho del coloso.

Pero no era suficiente, Farbros ni siquiera se movía ligeramente ante el empuje combinado de poderes.

-Muy tarde, Gus -. Se burló Zenoheld desde la seguridad que le ofrecía el interior de la monstruosidad mecánica.

-No, aún no, no hasta que haya vengado al Maestro Spectra -. Respondió el peliazul depositando una carta en su lanzador nuevamente -. ¡Poder activado: Estallido!

La energía Subterra bañó el cuerpo de Elico una vez más, el cual flexionó la rodillas para prepararse para tomar la ofensiva una vez más a las órdenes de su nuevo compañero.

-¡Poder de fusión activado: Poder Gaia! -. Continuó el vestal más joven mientras Elico se abalanzaba contra el gigante frente a él una vez más.

Por desgracia, la tacleada de Elico apenas consiguió mover ligeramente a Farbros y todo su blindaje. El Bakugan Subterra regresó al suelo bajo la fría mirada inexpresiva de su contrincante.

-Ríndete, Gus -. Ordenó el anciano cargando una nueva carta en el tablero frente a él -. ¡Poder activado: Ataque de Sombras!

Los cuatro cañones dirigieron sus miras al suelo, pero no en dirección a Vulcan o a Elico, miraron directamente al peleador que los guiaba en la batalla.

Gus miró asombrado a las armas que lo veían a los ojos, imaginaba el rostro de satisfacción que debería tener el cobarde de Zenoheld desde el interior de su Bakugan.

-¿Por qué te extrañas? Te dije que iba a destruirte -. Le recordó el anciano con sorna.

No sabía porque, pero se le heló la sangre. Esto no se parecía a cuando Leónidas amenazó con hacer lo mismo, tenía algo diferente de aquella ocasión, pero no estaba seguro de lo que era. Tal vez se debía a que, a diferencia del Arma, Zenoheld no tenía ni un ápice de bondad o que esta vez no habría ninguna Ángel que lo salvara. Pero algo estaba claro, tenía que hacer algo si no quería morir a manos de su mayor enemigo.

Cuando la energía salió expedida de la boquilla de los cañones, Gus no se atrevió a cerrar los ojos. No iba a darle a Zenoheld la satisfacción de verlo completamente derrotado. Pero Elico no pensaba igual que su compañero.

El Bakugan evolucionado no dudó en posarse en el trayecto del ataque hacia su amo, no tenía nada que perder, así que no importaría.

-¡Elico! ¡Era para mí! -. Dijo el vestal al ver como el Bakugan estaba dispuesto a dar la vida por él.

-Tú me salvaste una vez, Gus, es lo menos que puedo hacer -. Respondió el Bakugan, tratado de repeler el ataque con sus propias manos -. De todos modos, no me queda nada más que ustedes, prefiero irme sabiendo que logré protegerlos -. Explicó con dificultad debido a la abrumadora fuerza del rayo combinado del Bakugan cibernético.

-Pero… tu venganza, tu propósito.

-No significa nada si ustedes mueren, Gus, gracias por salvarme y gracias por darme otra oportunidad para vivir -. Dijo Elico cediendo lentamente ante la fuerza del ataque -. Te estaré siempre agradecido por eso, desearía que hubiéramos peleado juntos desde el inicio… mis amigos.

-¡ELICO!

Los gritos de Gus se perdieron entre los quejidos de dolor de Elico y la fuerte explosión que cubrió el campo de batalla mientras el cuerpo de uno de sus compañeros se perdía para siempre.

El vestal cayó de rodillas con lágrimas amenazando con caer de sus ojos, Elico no merecía esto, siempre fue leal a diferencia de su primera compañera. Alguien con las cualidades que reunía ese Bakugan merecía muchísimo más que morir a manos de un monstruo como Zenoheld.

-Elico -. Murmuró Gus golpeando el suelo con rabia.

Debió liberarlo junto con Brontes, habría tenido más esperanzas de vida estando lejos de ellos y su misión, pero no lo había hecho y eso había conducido a la injusta muerte de Elico.

-Sus sacrificio no será en vano -. Trató de consolar Vulcan a su compañero.

Se mentiría si dijera que no le había tomado aprecio al Bakugan Aquos, Elico había apoyado sus ideales como agradecimiento por darle una nueva oportunidad de vida. Se había mostrado cada vez más interesado en la chance de vivir como uno de los soldados más importantes y fieles del futuro Rey de Vestal mientras perpetraba su venganza contra quién lo había descartado como si fuera basura.

Sueños que ahora jamás vería hechos realidad, pero no podían dejarse vencer por la trágica muerte de uno de los suyos. Tenían una batalla que ganar y debían hacerlo cuanto antes.

Las burlas de Zenoheld hicieron que peleador y Bakugan miraran a su enemigo nuevamente.

-Descuiden, los dos se unirán a su camarada muy pronto. ¡Poder activado: Garra de Hierro!

La gran mano de Farbros salió disparada de su lugar para envolver a Vulcan una vez más en un abrazo eléctrico.

-¡Vulcan! -. Gritó Gus preocupado al ver como su compañero se retorcía por el dolor que le producía el ataque de Farbros.

Su mente procesaba rápidamente lo que estaba sucediendo, pero no tenía ninguna estrategia que los ayudara a salir de este lío en el que él mismo los había metido y Zenoheld se encargaría de aprovechar esa oportunidad.

-¡Poder activado: Ataque de Meteoros! -. Cargó el anciano si nuevo poder.

-¡Vulcan, cuidado! -. Gritó desesperado al ver como los cuatro cañones liberaban una nueva ráfaga de energía contra ellos.

Sin embargo, la intervención de una pequeña figura hizo que la sangre de Gus se helara nuevamente y el miedo afloró en su corazón una vez más al ver como Hexados, su confiable Trampa Bakugan asumía su verdadero forma para posicionarse frente al ataque que se dirigía a ellos.

-¡Hexados, sal de ahí! -. Ordenó Gus con pánico.

No quería que su Trampa Bakugan se viera expuesta a la difícil batalla que los esperaba con Zenoheld, sabía que el hombre era peligroso y no quería arriesgar la vida de sus compañeros innecesariamente. Pero esto era ridículo, Zenoheld no tenía un ápice de compasión por nada ni nadie y mataba sin misericordia, hasta parecía disfrutarlo.

No estaba dispuesto a perder a Hexados como había perdido a Elico, pero la Trampa Bakugan no parecía estar de acuerdo con él y se mantenía estático en su posición frente al ataque.

-¿¡Qué estás haciendo!? -. Gritó Vulcan al gusano de tierra frente a él.

Sin embargo, no hubo más respuestas de su parte que el fuerte chillido que lo acompañó cuando el rayo combinado impactó de lleno en su cuerpo, destruyéndolo al instante.

Esta vez, no hubo gritos de parte de Gus, en su lugar, solo se preguntaba si de verdad había hecho tanto por estos Bakugan como para que estuvieran dispuestos a sacrificarse por él. Solo los había usado como herramientas, medios para lograr un fin, pero para ellos había significado mucho más. ¿Qué tan desesperados de afecto debían estar como para encariñarse de esta forma con él? ¿O solo era mejor persona de lo que a él mismo le gustaría pensar? No tenía una respuesta clara, ni el tiempo para meditar en sus preguntas tranquilamente, ni para llorar a sus camaradas caídos. Tenía que actuar rápido o él y Vulcan serían los siguientes, tenía que haber algo que pudiera hacer, pero por más que lo pensaba y lo repasaba, no llegaba a una solución a este problema.

-¡Vas a pagar! -. Gritó Vulcan sujetando con fuerza las garras que envolvían su cuerpo.

-Poder activado: Hyper AEGIS -. Respaldó Gus a su compañero.

Las muñecas del coloso Subterra giraron una vez más, otorgando fuerza extra al Bakugan, la suficiente para separar por fin la extremidad metálica de su cuerpo.

El rey no respondió, pero el tercer rayo conjunto que arrojaron sus cañones no dio tiempo a más quejas o reclamos por parte de aquellos que el rey consideraba insectos y traidores.

Pero eso no sería suficiente para detener a Vulcan, no después de todo lo que el rey exiliado había hecho a sus amigos y bastó el poder de sus puños para demostrarlo, destrozando el rayo de un golpe acompañado por un grito de batalla que representaba lansed de venganza por sus muertos.

-¡Aún no nos has vencido! -. Gritó el ojiverde con una nueva carta en su lanzador -. ¡Doble poder activado: Puños de Acero + Taladros de Poder!

Las manos de Vulcan se transformaron una vez más en filosos taladros que apuntaban directamente al asesino de Elico y Hexados antes de que ambas extremidades abandonaran los brazos de su dueño para tratar de penetrar el blindaje de su enemigo.

-¡Patrañas! ¡Poder activado: Brillo Orizalcum!

Los puños de Vulcan chocaron con una potente onda de energía que produjo una explosión lo suficientemente poderosa para obligar tanto al Bakugan como al peleador a caer de espaldas sobre las agrietadas baldosas del campo de batalla.

Una gran sombra cerniéndose sobre él hizo que Gus mirara arriba de él para ver horrorizado como el enorme pie de Farbros amenazaba con caer encima suyo.

-Siento haberle fallado, Maestro Spectra -. Se disculpó Gus en voz baja.

Pero la muerte no llegó en ese momento, la sombra se quedó paralizada y Gus tuvo que alzar la vista nuevamente para ver qué estaba sucediendo.

Vulcan se encontraba apoyado sobre sus manos y rodillas, impidiendo que el pie de la monstruosidad mecánica alcanzara a su compañero, pero el Bakugan Subterra no aguantaría mucho tiempo. Su armadura negra y marrón comenzó a agrietarse desde sus hombreras hasta su enorme peto, incluso una parte de su visor se hizo añicos, dejando ver uno de los ojos de lince del Bakugan.

-Vulcan, suficiente. No tienes que hacerlo, por favor -. Pidió el peliazul presa del miedo y la preocupación.

-¿Suficiente? Así como tu lealtad al Maestro Spectra no conoce límites, la mía por ti tampoco -. Respondió el Bakugan posando sus manos en la planta del pie de su adversario para recomponerse y obligarlo a retroceder, haciendo gala de su gran fuerza con un grito estridente.

Zenoheld vio con una expresión ilegible como el Bakugan del traidor acogía a su compañero entre sus manos para depositarlo en su gran hombro. Tenía que reconocer su perseverancia, esperaba que se rindieran después de las primeras bajas que habían sufrido, pero al parecer no sería suficiente exterminar a sus amigos.

-Gus, espero que estés consciente del precio que pagarás por tu lealtad errada. Cuando termine, te habrá costado todo -. Dijo el rey molesto.

-¿Todo? -. Comentó el peliazul entre risas -. Sin importar lo que hagas, nunca podrás quebrar la unión de lealtad y amistad que tengo con el Maestro Spectra. ¿No es cierto, Vulcan? -. Dijo mirando a su compañero.

-Por supuesto -. Respaldó el Bakugan sin despegar la mirada de su contrincante.

-Bueno, entonces creo que este es el adiós, pobre niño equivocado -. Declaró el rey cargando una nueva carta en su tablero -. ¡Poder activado: Ataque de Meteoros!

Seguro esperaba que se defendiera, seguro esperaba que opusiera una última resistencia, que hicieran gala de un último ataque que le daría fin a su vida como el fanático que Zenoheld y su gente creían que era. Pero no tenía sentido, ¿para qué? Estaba claro el resultado final de la batalla y no tenía sentido seguir intentando si eso solo lastimaba más a Vulcan. Estaba claro, habían perdido, y le dolía, pero no encontraba en sí mismo un lamento que no fuera dirigido a Elico y Hexados.

El Maestro Spectra estaría bien, ya lo estaba antes de la llegada de Gus y lo estaría sin él una vez más. Solo lamentaba no haber podido despedirse de él, pues no importaba cuántas veces lo llamaran "sirviente", "mascota" o "esclavo de Spectra", Gus sabía bien lo que era y lo que significaba en la vida de su mentor, aunque este nunca se lo dijera abiertamente. No era solo un servidor, era un confidente, un acompañante, un amigo de verdad para la única persona que llegó a significar algo en su vida y no podía estar más feliz por haber conocido a su maestro, a su amigo, a aquel que le dio la oportunidad de cambiar su vida y hacer algo bueno por el universo, aquel que pavimentó para él su camino hacia la grandeza.

Una pequeña sonrisa se formó en el rostro del peleador, cuya última acción de despedida para este universo cruel fue echar un vistazo a su compañero para ver cómo se encontraba ante la situación. Temía ver temor, resignación o tristeza, temía que la figura de Vulcan se quebrara ante el espectro de la muerte; pero si llegó a pensar eso por un solo segundo, no conocía a Vulcan en los absoluto.

No podía verla, pero sabía que estaba ahí, una pequeña sonrisa de apoyo de parte de su compañero fue todo lo que necesitó para hacerse a la idea de irse en paz. El brillo rojo bañó el campo de batalla y Gus lo recibió con los brazos abiertos.

Este podía ser su fin, pero no lo lamentaba, había nacido en el barro más bajo de Vestal y en Nueva Vestroia se le presentó la oportunidad de demostrar que hasta la más patética de las basuras podía aspirar a algo que siempre sintió tan ajeno como la grandeza, la amistad y la hermandad. Conceptos que antaño parecían inalcanzables habían llegado a sus manos y los había atesorado como lo que eran: un tesoro, el más grande de todo el universo.

-Elico, Hexados… nos veremos muy pronto -. Pensó el peleador con una sonrisa en su rostro.

Finalmente, el ataque de Zenoheld los alcanzó y la energía destructiva fue tanta que el mismo Vulcan salió expedido de su posición con un grito atronador por el dolor que le producía el ataque.

-Te digo adiós… -. Comenzó Gus en un susurro, batallando por última vez con las lágrimas que amenazaban con abandonar sus ojos.

Cabellera rubia, máscara roja cubriendo un distintivo ojo azul, abrigo rojo hasta los tobillos y una maliciosa sonrisa que expresaba orgullo fue lo único que vio Gus mientras sentía como su cuerpo comenzaba a perderse en el vacío infinito de la inexistencia misma.

Los humanos dicen que antes de morir, ves tu vida desfilar frente a tus ojos y era cierto, para Gus lo era, pues nunca tuvo algo a lo que llamar una "vida" antes del Maestro Spectra. Fue corta, no tenía duda de eso, pero la había vivido al máximo y no se arrepentía de nada. Había vivido bajo un único y estricto código, lealtad a la única persona que había visto en él algo más que a un pobre huérfano sin familia, sin dinero y sin comida. Ahora, moriría como lo que era: un amigo leal, que esperaría un día reencontrarse con los miembros restantes de la pequeña familia que había formado.

Solo esperaba que su maestro estuviera bien, que su pérdida no lo afectara tanto como temía, pero sabía que no tenía nada de qué preocuparse, pues Spectra Phantom o Keith Clay era fuerte sin importar su identidad o el nombre que usara y esto no sería más que un motivador más para impulsarlo a lograr sus objetivos.

-¡MAESTRO SPECTRA!

Un poderoso grito que se perdió junto con las cenizas de lo que alguna vez fue Gus Grav, la viva imagen de la lealtad de un hombre que jamás pudo llamar algo como verdaderamente "suyo". Que vivió y murió bajo sus propias creencias.


Ubicación desconocida

Oh, pobre alma desdichada que en tu miseria te regocijas, no sabes cuánto tiempo te he estado esperando para que te sumes a la lista de aquellos que han resuelto el gran misterio, de aquellos que presenciaron el final para descubrir que no es nada más que un nuevo inicio. Siento en ti el aroma de la devoción, más fuerte que en todos aquellos a los que hemos enfrentado en un millar de vidas y la esa fidelidad, antaño un concepto tan delicado, fue lo que te impulsó en tus últimos momentos.

Pobre alma desdichada que en tu miseria te revolcaste, dirigiste todas tus cualidades y talentos al maestro equivocado y eso te trajo aquí, al frío abrazo del vacío y la oscuridad de sus entrañas, pero no tiene que ser el final para ti. Permíteme darte una oportunidad para cambiar las cosas, a ti y aquellos que perdiste, y aquellos que pronto seguirán este mismo sendero. Permíteme darte la oportunidad de dirigir toda esa devoción y lealtad a alguien que sí la amerite, a alguien que nunca te va a dejar y por quien no tendrás que morir, a alguien que siempre estará ahí para ti. Puedo mostrarte que, en esta basta existencia, hay mucho más que una sola vida y puedes servir a algo mucho más grande que un simple rey.

Mi niño, podrás vivir por siempre y servir a un dios verdadero si tan solo te arrodillas.