-"… Por milésima vez… siento mucho lo de la puerta. Es que al paso que ibas, serías más viejo que el Maestro Su-Han para cuando lograras cruzar una palabra con ella"-.
No hubo respuesta.
-"En serio… por favor, no me ignores…"-.
-"Es tarde… Mañana hablaremos"- respondió Adrien soñoliento.
El joven levantó la cabeza de la almohada para ver la cuna cerca de su cama. Tras un momento, volvió a recostarse y cerró los ojos.
-"Oye, no te ves nada bien. Y eso que te has visto terrible los últimos meses… Pero ahora…"-.
Ahí estaba…
Cómodamente recostada en medio de un campo de flores doradas. Botones de oro.
El cielo azul, sin nubes.
La briza cálida acariciaba su rostro.
Tomó una respiración profunda. Los botones de oro olían muy dulce. Como a miel.
Muy relajante…
-"Marinette…"- la llamó una voz.
Una voz que reconocía.
Marinette se incorporó rápidamente y miró sobre su hombro. Vio una persona a lo lejos, saludándola mientras caminaba entre las flores, hacia ella. Al ponerse de pie, notó que llevaba puesto un vestido de verano rojo. No se detuvo a admirar la prenda por mucho tiempo. Comenzó a caminar hacia aquella persona. Cuando se acercó lo suficiente…
-"Adrien…"-.
Vestía completamente de negro. Su cabello estaba suelto y danzaba en la briza.
Corrió hacia él, saltando a sus brazos sin dudar.
Se abrazaron.
La levantó y dio unos giros.
Se sentía como flotar…
Cuando la bajó, sus pies descalzos no tocaron el suelo.
Estaban flotando. Las flores se habían transformado en esponjosas nubes rosadas.
Una melodiosa risita…
Era Emma. Estaba sentada en una pequeña nube, vestida con un adorable vestidito con estampado de rosas naranjas, botones de oro y flores de loto. Combinación inusual pero hermosa.
La pequeña extendía sus manitos hacia ellos. Ambos extendieron una mano hacia la pequeña, mientras sujetaban la cintura del otro con el otro brazo.
La nubecita se acercaba lentamente.
Entonces las nubes se tornaron de gris y Marinette vio una sombra tras la pequeña. Sabía que tenía que protegerla. Debía hacer algo antes de que esa sombra atrapara a la bebé.
Soltó a Adrien y trató de acercarse a Emma…
Flotar hacia ella…
No podía…
Por mucho que lo intentara, no conseguía avanzar…
-"¡Emma…! ¡Ven aquí…!"- gritó Marinette.
La nubecita de Emma mantenía su ritmo lento y constante.
Adrien se adelantó y se interpuso entre esa sombra y Emma, impidiendo que la amenaza avanzara y dándole tiempo a la nubecita de llegar hasta Marinette. Quien logró tomar a la bebé en brazos en cuanto se acercó lo suficiente. Adrien regresó y rodeó a ambas con sus brazos.
La sombra continuaba acercándose...
Emma continuaba riendo…
Marinette se incorporó de golpe.
Le tomó unos segundos darse cuenta de que estaba despierta.
-Fue solo un sueño…- pensó con alivio.
Entonces escuchó una risita. Provenía de abajo.
-¿¡Emma…!?-.
Rápidamente apartó las mantas, bajó la escalera de su cama; a nada de tropezar con sus propios pies de la prisa y se dirigió a la puerta trampilla.
-"¿Quién es la bebé más linda~…? Tú lo eres… Sí…"-.
Tom le hizo cosquillas en el piecito y Emma continuó riendo. Con cuidado, sentó a la pequeña en su rodilla. Mientras la sostenía con una mano, usó la otra para tomar un control de videojuego inalámbrico.
-"Cuando seas más grande… te enseñaré todo lo que sé"- dijo Tom, mostrándole el control a la bebé. -"Créeme que amarás Ultimate Mecha Strike XZ"-.
-"Bueno, Tom… también podría no estar interesada en los videojuegos"- dijo Sabine desde la cocina, mientras buscaba algo en la alacena.
-"Te lo digo, amor… Esta pequeñita tendrá nuestra misma pasión por los videojuegos. Lo veo en sus ojos. Tal vez hasta llegue a ser una digna contrincante para Marinette… "-.
-"… O mejor aún"- dijo Marinette desde lo alto de la escalera, sorprendiendo a sus padres. -"Tal vez podríamos formar equipo contra ustedes dos y derrotarlos toda su jubilación"-.
-"Eso es absurdo, hija mía"- respondió Tom con indignación obviamente fingida. -"Sabes que como noble y dedicado panadero que soy… hornearé hasta mi último aliento"-.
Todos rieron alegremente. Incluyendo a Emma.
Marinette bajó la escalera y se sentó junto a su padre. Al verla, Emma extendió sus manitos hacia ella.
-"Creo que quiere que la cargues"- dijo Tom.
-"Claro"-.
Suavemente, Tom le entregó la bebé a Marinette. No pudo resistirse a hacerle cosquillas en su piecito descalzo. La pequeña llevaba puesto un encantador pijama anaranjado con detalles amarillos.
Su risita era melodiosa.
-"¿Te pasa algo, papá?"- preguntó Marinette al ver el rostro de su padre.
Sonriente, pero con ojos llorosos.
-"N-no… no es nada"- respondió Tom. -"… Tal vez un poco de nostalgia. Alguna vez fuiste una bebita tan adorable como Emma"-.
Entonces Marinette cayó en la cuenta de algo.
-"¿Adrien está aquí? ¿Va a desayunar con nosotros?"- preguntó con las mejillas enrojecidas.
-¡Sigo en pijama!-.
Miró hacia la puerta del cuarto de lavado. ¿Acaso estaba en el baño?
-"Adrien sigue en su apartamento"- respondió Sabine.
Marinette dirigió su vista hacia la cocina, entonces notó el bolso pañalera sobre la mesa de comedor y el corralito.
-"Adrien nos pidió cuidar de Emma"- dijo Sabine, respondiendo a la pregunta que Marinette aún no hacía. Por fin encontró lo que buscaba y cerró la puerta de la alacena. -"Despertó sintiéndose muy mal. Sin duda por estarse descuidando los últimos meses"-.
-"Puede que no sea nada contagioso"- acotó Tom. -"Pero no quiso arriesgar a Emma"-.
-Seguramente porque ya tuvo temperatura la otra noche-.
-"Bueno, esto le ayudará mucho"- comentó Sabine.
Marinette vio cómo su madre colocaba una esfera infusora en una taza y un poco de miel. En seguida lo reconoció como un té especial para aliviar malestares; una receta familiar. Un poco de miel en vez de azúcar, ya que es más nutritiva. Un poco de agua caliente y listo.
-"Puedo llevarle el té a Adrien…"- dijo Marinette de la nada.
Sabine y Tom se miraron.
-"Está bien, cariño"- respondió Sabine.
Marinette le dio una mirada a Emma y la abrazó antes de entregársela a su padre.
-"Hasta luego, pequeña"- la saludó tomando su pequeña manito.
Ahí estaba, todavía en pijama; un conjunto de pantalón largo de color rojo y una camiseta color blanco, larga (casi un camisón corto), con volados rojos al final y mangas ¾ abultadas, también con volados rojos.
Escuchó cómo se habría el cerrojo de la puerta.
-Muy tarde para arrepentirse-.
En cuando Adrien abrió la puerta…
Ambos se congelaron.
Adrien se frotó los ojos, como asegurándose de estar viendo lo que creía ver. Ambos apretaron los labios. Requiriendo de toda la fuerza de voluntad que tenían para no reírse. No muy seguros si de ambos o de la situación en sí.
Adrien llevaba puesta una bata de hombre de color negro con…
¿Huellitas verdes?
-¿Son huellas de perro?-.
Además de un pantalón de pijama, color verde oscuro.
En cuanto ambos lograron recuperar la compostura, la sonrisa de Marinette desapareció. Adrien realmente no parecía nada bien.
-"B-Bueno… ya que probablemente seguirías en pijama… me pareció justo que tú también me vieras en pijama… Algo como… estar parejos…"- trató de explicarse Marinette. En seguida se llevó una mano a la cara. -"Agh… Qué desastre. Disculpa, esto parecía una mejor idea en mi cabeza"-.
-"Me encantan tus pantuflas…"- dijo Adrien.
Marinette levantó la vista.
Sin ironía, sin burla… Era como si solo tratara de ser casual, y hacerla sentir a gusto.
-… Si es así, está funcionando-.
-"Gracias…"- respondió Marinette, con las mejillas casi tan rosadas como sus pantuflas esponjosas. -"… Me encanta tu bata. ¿Son huellas de perro?"-.
-"En realidad, son huellitas de gato"-.
Adrien le tendió su brazo para que viera los bordados más de cerca. Cada dedo de la huella tenía una pequeña garra.
-"Ah, claro… ya veo"-.
Una risita de parte de ambos.
-"Ehm… Te traje un té. Es una receta familiar… Si me permites tu tetera un momento…"-.
Adrien se hizo a un lado con un gesto para invitarla a pasar.
A penas entró, Marinette notó la almohada y manta en el sofá. Le insistió a Adrien que se recostara y se dirigió a la cocina para usar la tetera eléctrica.
-"Bueno… ¿qué es lo que sientes?"- preguntó Marinette. -"Quiero decir… ¿Qué síntomas tienes?"-.
-"Pues, me duele la cabeza"- respondió él sentándose más cómodamente. -"Me siento un poco mareado y puede que tenga algo de fiebre…"-.
Su voz no era ronca ni nasal.
-No parece tener problemas para respirar. Puede que no sea un resfriado-.
-"¿Dónde puedo encontrar el termómetro?"-.
-"Primer cajón del armario de blancos en el baño"- señaló la puerta cerca de la entrada.
Marinette en seguida se dirigió allí. Era un poco más pequeño que el baño de su casa. Con una ducha al fondo y un lavabo doble flotante a la izquierda. Debajo del mismo había una pequeña tina de plástico.
-Awww… Sin duda es de Emma-.
El armario de blancos era estrecho y alto; estaba contra la pared de la derecha, entre la ducha y el retrete. Encontró el termómetro donde Adrien dijo y salió del baño.
Adrien le tendió el brazo para que le tomara la temperatura y en pocos segundos, el aparato mostró el resultado. Por encima de lo normal, pero no muy alto como para ser algo grave. La tetera indicó que el agua estaba lista y Marinette se dispuso a servirla en la taza. Lo revolvió un poco con una cuchara que sacó del secaplatos y volvió con Adrien.
-"Ten…"-.
-"Gracias"- agradeció Adrien, tomando la taza.
-"¿Ya desayunaste?"-.
-"Estoy bien…"-.
-Eso no es una respuesta-.
-"¿Sí o no?"-.
Él no respondió, solo miraba la taza en sus manos, esperando que se enfriara un poco.
-"Adrien…"-.
-Ooh-no… si no cuida de sí mismo, yo cuidaré de él-.
Marinette volvió a la cocina y abrió la caja del pan para sacar unas rebanadas.
-"Oye… no es necesario…"- intentó protestar Adrien al ver lo que estaba haciendo.
Marinette hizo una pausa en su recolección de ingredientes y se volvió hacia Adrien con expresión seria, pero suave.
-"No podrás cuidar bien de Emma si no cuidas de ti mismo también"-.
Adrien se le quedó mirando unos segundos.
-"No tengo argumentos contra eso"- admitió. -"De acuerdo…"-.
Marinette sonrió triunfante y procedió a buscar lo que necesitaba del refrigerador. La abrió y sacó unos huevos, leche y mantequilla. Los dejó sobre la mesada y abrió un cajón de plástico en busca de algo de fruta. Pero se encontró con que estaba lleno de quesos.
-Debe de gustarle mucho-.
-"Oye, Adrien… ¿preferirías un omelett de queso?"- preguntó mirando sobre su hombro.
Adrien continuaba soplando el té, esperando al momento justo para beberlo.
-"Mejor no… e-es que esos quesos no están listos"-.
Marinette volvió su vista al cajón. Distinguía al menos tres tipos de queso: Honey tomme, Queso de cabra, y… Camembert. Que hubiese crecido en una panadería no significaba que solo supiera cobre pan.
Cerró el cajón y abrió el siguiente de abajo. Justo lo que buscaba. Había mayormente manzanas, un par de naranjas, banana y…
Marinette tomó un par de esas frutas. No sabría decir por qué, pero le parecían la mejor opción. Tomó una taza del secaplatos para servir algo de leche y un cuchillo para cortar un trozo de la mantequilla. Los regresó al refrigerador y cerró la puerta.
Buscó un bol en la alacena, encontrándolo al abrir la segunda puerta. Vertió la leche, rompió los huevos y usó un tenedor para batirlos. Se disponía a agregar dos cucharadas de azúcar, pero se detuvo antes de si quiera tocar la azucarera.
-"Adrien… ¿tienes problemas con el azúcar?"-.
-"No"- respondió el joven.
Con eso resuelto, continuó.
Al rato, un delicioso aroma invadió la cocina. Marinette se acercó a Adrien con un plato en sus manos y se lo ofreció. El joven miró el desayuno con los ojos muy abiertos. Pan francés acompañado de fruta. Marinette temió haber cometido un error.
-¡Qué tonta…! Le pregunté sobre el azúcar pero no se me ocurrió preguntarle primero por la…-.
-"¿Fruit de la passion*?"- interrogó Adrien.
No se escuchaba molesto, sino más bien "curioso".
-"Disculpa… Debería haberte preguntado si-…"-.
-"No, no… Está bien"- se apresuró a decir Adrien. -"De hecho… es mi favorita. Simplemente me sorprendió que la eligieras"-.
-"No sabría decir por qué…"- respondió Marinette; más pensando en voz alta que hablando con él. -"Q-quiero decir… Es mejor que desayunes"-.
Dejó el plato en la mesita de café cerca del sofá y Adrien se inclinó para dejar la taza y tomar una rebanada de pan. Le bastaron dos mordiscos para hacerlo desaparecer.
Marinette sonrió al verlo comer con tanta dicha.
-Casi parece un hámster con las mejillas así…-.
-"¿No vas a comer también?"-.
-"E-estoy bien…"- respondió Marinette.
-Rayos… aún no desayuné-.
Adrien tomó el plato y se lo ofreció a Marinette.
-"No podrás cuidar bien de mí si te enfermas por no comer"- le dijo Adrien con una sonrisa de satisfacción.
Marinette dejó escapar una pequeña risita. Tomó un pan y se sentó junto a él en el sofá.
-"En serio… no es necesario"-.
-"Insisto"- replicó Marinette, mientras intentaba poner la cocina en orden, pero Adrien continuaba interponiéndose en su camino. -"Necesitas descansar. Yo me ocuparé de todo..."-.
De repente, Adrien la tomó de los hombros. Su agarre era firme, pero suave.
-"¡No puedes ocuparte de todo sola!"- exclamó Adrien, mirándola a los ojos.
Se quedaron así unos segundos.
Marinette sintió como le palpitaba el corazón. ¿Acaso era… culpa? ¿Por qué? Solo quería ayudarlo. No se encontraba bien, realmente necesitaba un descanso. Pero al escucharlo decir eso…
-"Disculpa…"- dijo Adrien, quitando sus manos. -"E-es que-… Puede que tus padres te necesiten más que yo. Entre Emma y la panadería**…"-.
Marinette en seguida sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón de pijama e hizo una videollamada.
-"Hola, papá… Hola, mamá…"- saludó en cuanto su padre respondió.
-¿Ocurre algo, Marinette?-.
-"Adrien está muy mal. Así que voy a quedarme para cuidarlo. ¿Creen que podrán con la panadería y Emma?"- preguntó Marinette con una cara que denotaba que sabía la respuesta; y que sería un punto a su favor en la discusión.
-Absolutamente- respondieron Tom y Sabine al unísono.
-Me imaginé que estarían encantados de volver a cuidar de un bebé luego de tantos años… Aunque no me esperaba que estuviesen tan felices. Papá parece tan emocionado como cuando me insiste en jugar una partida del videojuego más reciente-.
-Será casi como cuando Marinette era una bebé- dijo Tom.
-Aún recuerdo las travesuras que hacía de pequeña con la harina- acotó Sabine con una sonrisa.
El rostro de Marinette se puso pálido.
-¿Recuerdas cuando-…?-.
-"¡Ok! Veo que no hay ningún problema… ¡Adiós!"-.
Marinette se apresuró a colgar antes de que sus padres pudieran avergonzarla aún más.
-"¡Agh…! A veces mis padres son imposibles"- se quejó. Y al instante se arrepintió de decirlo frente a Adrien. Él había perdido a sus padres y ahí estaba ella quejándose de los suyos. -"Lo siento, eso fue insensible"- se disculpó tímidamente.
Adrien parecía sorprendido.
-¿Por qué…?-.
-"¿Sabes sobre mis padres?"- preguntó Adrien serenamente.
Marinette se lamentó no haberse mordido la lengua antes. Independientemente de si eran amigos cercanos o no, antes de quedar en coma, se suponía que no recordaba nada de los últimos diez años.
-¿Y si le digo que lo leí de casualidad en internet investigando sobre los últimos años? ¡No! ¿Cómo le explico que sé que cambió su apellido?-.
Su respiración comenzaba a agitarse…
Entonces Adrien volvió a tomarla de los hombros. Firme, pero suave.
-"Marinette, calma"- dijo acariciándole los hombros. -"Te prometo que no estoy enojado"-.
-Puedo notarlo al ver tus ojos-.
Marinette respiró hondo para calmarse. Volvieron al sofá y comenzó su explicación.
Comenzando por como quería disculparse apropiadamente por haberlo derribado. Como sus padres le dijeron que él tenía problemas y quiso ayudarlo. Pero a duras penas se veían, y según su madre "era testarudo para pedir ayuda" y asumió que no se lo diría. Así que pensó en investigar un poco. Se arrepintió de decirlo así…
-Seguro creerá que soy una acosadora-.
Adrien no la interrumpió, y ella no notó rastros de incomodidad o nerviosismo en su expresión, así que prosiguió. Le contó sobre el currículum que encontró en la panadería, sobre lo que averiguó con la Srita. Bustier… menos la parte del enamoramiento… y como al verlo de joven en la foto escolar, supo que su apellido en realidad era Agreste. Además de lo que le había dicho Alya sobre Gabriel, y su búsqueda en internet.
Marinette guardó silencio. Esperando que, mínimo, le pidiera que saliera de su apartamento y le asegurara que pediría una orden de restricción.
Pero ocurrió algo que nunca se hubiese esperado.
Adrien comenzó a reírse.
No exactamente a carcajadas. Era más bien como… esa risita cuando te ríes de ti mismo por no haberte dado cuenta de algo antes.
Adrien se calmó y se volvió hacia Marinette con una sonrisa y los ojos llorosos.
-¿Por reír?-.
-"Panadera… diseñadora… Detective… No hay nada que no puedas hacer… M´ L- Marinette…"- dijo Adrien con júbilo.
Siguió riendo un poco más. Marinette también se rio. La risa de Adrien era inexplicablemente contagiosa. Ambos se tranquilizaron y continuaron su conversación.
Adrien reafirmó que no estaba molesto en lo absoluto.
-"Es más… me alegra que continúes siendo tú"-.
Marinette se sonrojó al escucharlo.
Adrien prosiguió, relatando como, desde jóvenes, Marinette siempre había sido curiosa. Como solía espiar a los demás, tratando de ver si tenían algún problema o buscando una manera de ayudar. Claro que las cosas no siempre salían bien… pero sus intenciones eran buenas; la mayor parte del tiempo. Y eso era lo importante.
Con esto, Marinette había confirmado inequívocamente que realmente se conocían.
-Al menos él me conoce bien… condenada amnesia-.
Cuando admitió que también conocía a Alya, a Nino y a los otros, Marinette hizo lo que pudo por contenerse. ¿¡Por qué nadie de su grupo de amigos le había hablado sobre él!? Le habían presentado amigos que no recordaba en absoluto; como Kagami, Zoé… incluso a le habían presentado a su ex, Luka.
-Respira, Marinette. Antes de saltar a conclusiones…-.
Preguntó y entonces Adrien admitió que había sido un acuerdo entre todos. Que no se sentía preparado para verla… sabiendo que ella no recordaría quién era él.
-"N-no sabía qué más hacer…"-.
Marinette recordó su suposición de que su coma le había traído recuerdos dolorosos a Adrien.
-Sé que está mal… pero, es un alivio que me haya equivocado… Oh, no… a no ser que no me equivoque y no quiera admitirlo…-.
Como si le hubiese leído la mente, Adrien le aseguró había tenido terapia debido a lo ocurrido con sus padres. Si bien no podía decir que era un tema "completamente superado"… y tal vez nunca lo superaría completamente… podía soportarlo. Aunque había sido un periodo muy duro para él, fue muy afortunado al contar con la ayuda y apoyo incondicional de sus amigos y gente que lo amaba de verdad.
Ella incluida.
El corazón de Marinette dio un salto.
-¿Me lo estoy imaginando…? ¿O realmente habla de mi con tanto… cariño?-.
El rostro de Adrien perdió su sonrisa y su voz se volvió quebradiza.
-"Pero yo… No pude corresponderte lo que hiciste por mí"-.
-"¿De qué hablas?"-.
-"No estuve ahí por ti"-.
Marinette lo tomó del rostro para que la mirara a la cara.
-"¡Sí estuviste ahí! ¡Escuché tu voz poco antes de despertar! ¡Tu voz me sacó del coma!"-.
Marinette no sabía de donde había salido la última parte. ¿Realmente estaba tan desesperada por consolarlo como para decir algo así?
-Bueno… puede que no sea mentira-.
Adrien se tranquilizó y admitió que sí había estado presente en el hospital; el día que ella despertó, Tom estaba cuidando de Emma. Pero luego de que fuese diagnosticada con amnesia… No supo qué hacer.
-"Debería haberte ayudado a recuperarte…"- sollozó.
Marinette tomó su mano suavemente.
-"Tu hija te necesitaba"-.
Adrien rompió en llanto.
Marinette se lamentó para sus adentros, pensando que pudo haber tocado un nervio sensible.
-"Quiero decir… yo tenía a mis padres, a Alya, a Nino, incluso a las enfermeras y doctores… Emma te necesitaba más que yo. Es de lo más normal que un padre priorice a sus hijos. Los niños, y sobre todo los bebés, necesitan de sus padres… y seguro fue difícil cuidar de Emma tú solo… De hecho, mis padres me dijeron que los ayudaste mucho en mi ausencia. ¿Lo ves…? Ahí está… estuviste para ayudar a mis padres, gracias ti no perdieron la panadería… Me habría sentido fatal si ellos hubiesen perdido el negocio que crearon con tanto empeño y amor…"-.
-Ay, Marinette… te estás yendo por las ramas-.
-"Lo que trato de decir es que… Lamento que te sientas así… Como… Como si me hubieses fallado como amigo. Pero quiero que sepas, que te agradezco por ayudar a mis padres… Y que… opino que hiciste lo correcto al priorizar a Emma… Aunque preferiría que de ahora en adelante aceptes mi ayuda y la de mis padres para cuidar de ella"-.
Adrien se secó las lágrimas.
-"En realidad, sí tuve algo de ayuda de Tom y Sabine. Ella cuidaba de Emma cuando tenía trabajo o debía salir"-.
-Lo sabía- pensó triunfante.
-"Tus padres son maravillosos"-.
-"Concuerdo"-.
-"Si te avergüenzan, es porque te aman"- bromé Adrien.
-"Ok, suficiente"- le dio un empujón juguetón en el hombro. -"¿Puedo preguntarte algo más?"-.
-"Por supuesto"-.
-"¿Por qué no les pediste ayuda también a Alya o a Nino? ¿O a alguien más de nuestros amigos? Seguramente te habrían apoyado con la bebé… Ay, disculpa, no te estoy juzgando… es solo que quiero entenderlo"-.
Adrien suspiró y se mantuvo en silencio un momento.
-"Te lo explicaré. Pero antes, hay algo muy importante que debes saber… ¿de acuerdo?"- dijo muy serio.
Marinette asistió.
Pareció dudar por unos segundos, pero continuó…
-"Nadie debe enterarse de la existencia de Emma"-.
Sí, sé que me he tardado. Nuevamente tuve dudas respecto a algunos puntos del resumen y elementos de la trama.
Significado de las flores:
- Rosa Naranja: encanto.
- Botón de oro: sarcasmo, alegría, juventud, pureza, felicidad y amistad.
- Flor de Loto: pureza, el renacimiento y la fuerza. El amor, la pasión, la compasión y la seducción son los significados más populares de la flor de loto roja. Representa la naturaleza e inocencia del corazón, el cual siempre acaba anteponiendo los sentimientos a la razón.
* "Maracuyá" en francés.
** El horario de la Panadería y Cafetería de Tom y Sabine es similar al de una panadería francesa de la vida real:
- Lunes y martes cerrado.
- Miércoles a Sábado abierto de 7:45 AM a 12:00 PM y 2:00PM a 10 PM.
Domingo abierto de 7:45 a 12:00 PM y 2:00PM a 7:00 PM.
[Entre las 12:00 PM y 2:00PM es hora de almorzar].
