Red Velvet

Capítulo 65: Planes

Sentía el cuerpo tenso.

Estresado, tal vez.

No, no era eso, solo era que estaba demasiado consiente de su cuerpo, o, mejor dicho, estaba cuidando cada movimiento, y eso la tenía cansada.

Es que, era difícil.

Tenía a Ruby al lado, caminando tranquilamente, mientras pasaban por los pasillos, algunos prácticamente vacíos, otros con una que otra persona, pero, aun así, su piel pedía a gritos el pegarse a la piel ajena. Necesitaba sentir más tacto, y le abrumaba esa insistencia en sí misma, era extraño, era incontrolable.

Pero no podía descuidarse, había ojos en todos lados, cámaras en todos lados, y ya había notado miradas en ellas en más de una ocasión.

Era un peligro.

Ruby se detuvo, cruzándose de brazos mientras miraba hacia arriba, y ahí recién logró calmarse, distrayéndose lo suficiente.

Se sentía sudar, realmente tenía una necesidad insana hacía la mujer.

"¿Será muy grande ese escritorio?"

Siguió la mirada plateada, hacía unos modelos de escritorio en lo alto, uno de estos un modelo negro con bordes rojos, bastante Ruby. Pero si, parecía demasiado grande, pero podría poner más cosas, además tenía cajones y repisas. Se veía bastante útil y funcional.

Cuando miró a Ruby para darle su opinión, vio los ojos plateados en ella, mirándola fijamente.

Sintió la mano de esta rozando la suya, y se sintió arder por el tacto por más suave que fuese.

"Ya quiero que Atlas sepa que estamos juntas y así poder sujetarte la mano mientras caminamos."

Escuchó la voz de Ruby tal vez demasiado fuerte, pero entendió que fue solo por su paranoia. Esta le estaba susurrando, su rostro sin mostrar demasiada expresión, pero la sonrisa que tenía plasmada mostraba más de lo que su expresión podría, la cual era suave, amorosa, y quiso besarla en ese mismo instante.

Ambas se sentían de la misma forma.

Se vio soltando un suspiro, intentando mantener en control la sonrisa que se le estaba escapando. Usó su mano para rozar la ajena, en un toque similar al recién dado, mientras que volvía su mirada hacia los escritorios. Probablemente su rostro estaba rojo, no, estaba segura de que estaba roja.

"Creo que ese escritorio grita Ruby Rose. Deberías anotarlo."

Escuchó a Ruby reír, mientras asentía, sacando su teléfono y anotando el código del mueble.

Pudieron haber hecho eso online, ya que era prácticamente lo mismo, de todas formas, los pedidos tendrían que llegar a su edificio, que, si bien Ruby ahora tenía auto, en su deportivo no cabrían todos los muebles que esta quería comprar. Pero era mucho mejor mirarlos ahí mismo, verlos desplegados y poder notar que tan grandes eran o como lucían.

Y, por supuesto, era la excusa perfecta para salir juntas y poder salir de la burbuja en la que vivían. Le gustaba eso, había probado un poco en las fiestas en las que estuvieron, pero no era lo mismo. Ahora era pacífico y hogareño.

"Creo que pondré el escritorio en mi habitación. Tal vez me compre una consola o una buena computadora. Solía jugar con algunos amigos cuando era adolescente, pero nunca tuve una para mi misma. Quizás esa sería una buena compra."

Ruby lo decía tranquilamente, quitándole importancia, pero podía notar sus ojos brillosos.

Nuevamente se vio trasladada al pasado, a sus días conociendo a Ruby por primera vez, donde le hablaba de aquella mujer que jugaba al póker, y vaya que tuvieron conversaciones al respecto de aquella mujer, y se sentía mal por hablar a sus espaldas, pero era gracioso, sobre todo cuando Ruby inflaba el pecho diciendo que le ganaría si se trataba de videojuegos, y notaba en esta las ganas que tenía de hacerlo.

"Si lo haces, podrías enseñarme. Nunca he jugado a esas cosas."

Ruby sabía eso, se lo había dicho, pero cuando los plateados la miraron, notó una emoción estridente en esta, olvidando por completo su compostura, la compostura que ambas debían de tener en esa situación. Cuando esta se dio cuenta, soltó un suspiro, intentando recuperar su centro, pero su sonrisa no desapareció. Se veía entusiasmada.

Sabía que esta ya estaba, mentalmente, saltando de un lado a otro.

"De acuerdo, voy a usar mi dinero de jefa para comprar de todo. Hay muchos juegos divertidos, y muchas cosas que podrías disfrutar."

Ruby se movió, queriendo ir a la zona de tecnología, si, prácticamente saltando, y no dudó en sujetar la camisa ajena, deteniéndola en su emoción.

"Ruby, aun tienes muebles que comprar. Luego vemos los juegos."

Ruby se giró, sus ojos plateados ahora opacos, desganados, así como el labio de esta en un evidente puchero. No, la mueca de perro triste no iba a funcionar. Estuvieron posponiendo esa salida, y si bien la idea de comprar cosas para jugar con Ruby le causaba cierta emoción, debían seguir con el plan. Ya podrían ir, pero primero debía conseguir muebles, que siempre la veía quejarse porque no le gustaban los que tenía.

La mujer dejó caer los hombros cuando se dio cuenta que su vil táctica de manipulación no iba a servir.

"Buu. De acuerdo, terminemos con esto primero."

Se vio soltando una risa, ya que volvió a ver a esa mujer infantil ahí frente a ella, la cual debía de estar escondida bajo una faceta cordial y una ropa elegante. Esa Ruby siempre se escapaba cuando menos lo esperaba.

Los siguientes minutos caminando por la zona de muebles de oficina y de dormitorio, notó como su acompañante poco a poco parecía más desganada, moviéndose por inercia. Ya podía ver como en su mente de cachorro solo podía pensar en juegos ahora que se le había metido la idea a la cabeza, y no podía evitar sonreír de solo pensarlo, por más que intentaba mantenerse sin sonrisas enamoradas, era imposible.

Ruby se quedó frente a una cómoda ancha con seis cajones, era de madera, pero de una oscura, casi negra, y esta parecía estar pensándose si comprarla o no, incluso abría y cerraba los cajones. Parecía ser muy cuidadosa con la calidad de las cosas, y entendía la razón, de todas formas, antes, no podían derrochar el dinero, y debían pensárselo bien antes de comprar algo. Ahora Ruby no iba a tener esos problemas, pero de todas formas parecía cerciorarse. Esta finalmente anotó el código del mueble en su teléfono, dándole el visto bueno.

Este iba a combinar con el escritorio.

"A todo esto, dijiste que ibas a poner el escritorio en tu habitación, creí que lo pondrías en tu oficina."

Ruby la miró, al parecer aun distraída con el mueble, pero sus ojos rápidamente se pusieron pensativos.

"Esa era mi idea, si, pero mi habitación sigue siendo demasiado grande, podría poner el escritorio ahí sin problema. Además, estoy planeando la oficina de cierta forma, y aun no sé si la quiero para jugar videojuegos."

Se vio levantando una ceja.

Ruby sonaba sospechosa.

Esta giró el rostro y se fue hacía unas repisas rojas con varios floreros y artículos varios encima, y así pudo huir de su mirada.

Al parecer ya tenía una idea para su segunda habitación, pero notó de inmediato que esta no quería hablar mucho al respecto. Esa Ruby, intentando guardar secretos, que adorable. Se preguntaba cuanto tiempo se demoraría en revelárselo, pero no iba a molestarla, porque la conocía, y su cachorrita no podía ocultarle cosas.

Si, realmente era adorable.

Al final, pudieron salir de esa zona luego de que entrase el escritorio, la cómoda, unas repisas y una estantería al carrito de compras. Todos los muebles eran oscuros, o rojizos, lo cual estaban bien. En su casa esta tenía muchas cosas con colores pastel, muy claros y con poco carácter.

Era como si la casa fuese decorada para una mujer mayor que esperaba la visita de sus nietos.

"Pensaba en vender los que tengo, o más bien, dárselos a Yang para que los venda. Creo que me costaría mucho a mi vender algo así, Coco me dijo que gente como nosotras no debía hacer esas cosas para no ganarse cierta reputación o tener cierta conexión con otras personas, no lo entendí realmente."

Oh, eso tenía sentido.

El solo publicar un aviso, poniendo su número o una red social, ya daría espacio para malentendidos y conversaciones incomodas. Y conociendo la popularidad que Ruby tenía, prefería que eso no pasara. Ya tenía suficientes celos de esas mujeres que pagaban por compañía y ahora de esas mujeres con sus autos averiados y no tan averiados.

Ya el tener personas usando una compraventa como excusa para hablarle por privado ya era la guinda de la torta.

"Mientras menos contacto tengas con la gente, mejor. Nunca había estado tan de acuerdo en Coco como ahora."

Ruby soltó una risa ante su clara mueca de molestia. Iban entrando en los pasillos de cocina, en el que estaba completamente desierto, y Ruby aprovecho para acercarse a su oído.

"¿Celosa?"

Si, se le notaba su molestia.

"Demasiado."

Soltó un bufido al hablar, y Ruby volvió a reír.

"No tienes de que preocuparte, solo te tengo a ti en mi corazón."

Se quedó inerte, mirándola, sintiendo su corazón latir fuertemente. Luego notó como la sonrisa tierna y dulce cambiaba, se tornaba cálida, demasiado cálida, ardiendo.

"En mi corazón y en otros lados."

Y un guiño.

¡Un guiño!

Se quedó boquiabierta mientras Ruby se adelantaba, sus hombros temblando al reír. Se sintió hervir e intentó mantenerse fría mientras miraba un lavaplatos.

Le iba a dar un infarto algún día.

Se vio soltando un suspiro, intentando sobrellevar la vergüenza y enfocarse en el significado detrás de la clara burla de Ruby. Porque esta hablaba en serio, sin importar que fuese una broma o una jugarreta. Esta siempre era honesta, y ahora no era la excepción.

Ruby la quería, Ruby la amaba, lo que tenían era muy fuerte, y no tenía duda que seguiría así por mucho tiempo.

La relación que tenían, en todos ámbitos, era agradable, era mágica, era lo mejor que le había pasado en su vida, así que si, con celos o sin celos, tenía confianza en ellas como pareja, en el amor que había entre ambas, y no dudaría de la fidelidad de Ruby, porque, por supuesto que era algo que la amargaba por dentro, sin ser consciente.

Si alguien te es infiel, quedas con esa sensación de que podría volver a ocurrir, que puedes perderlo todo, una vez más, que puedes perder tu relación, puedes perder a un amigo, puedes perder a tu familia, puedes perder a un confidente. Si, perderlo todo. En su caso, antes, no consideraba que perdió mucho, pero si se vio vulnerable.

Una persona que convivió contigo por años, sabía demasiado, y eso era peligroso.

Pero no volvería a pasar.

Ruby jamás haría eso, se lo dijo cuando se conocieron, y no tenía duda de que esta hablaba en serio. No iba a hacer algo así, para dañarla, incluso aunque no la amase. Ruby no le haría algo así a nadie. Era honorable y una buena persona. Confiaba en su mujer, por algo le había confiado su cuerpo, su corazón y su alma entera, y no se arrepentía.

Dios, como la adoraba.

Ruby no se alejó demasiado, esperándola a que se recuperase de la sorpresa de su acto, y luego recuperarse de su tren de pensamiento. Esta estuvo ahí, silente, dándole su tiempo, y lo agradecía.

Caminaron juntas hasta la otra zona, la zona a la que Ruby quería ir con locura, y podía notar la euforia saliendo de los poros de la mujer.

Ese mundo era un completo enigma.

Para lo que usaba la computadora era para mandar y recibir correos, para revisar documentos y hojas de cálculo, para ver planos y esquemas, en fin, cosas relativas a su trabajo. Lo único interactivo que solía hacer en el computador, era un juego de ajedrez el cual jugaba solamente para distraerse, su mente dando vueltas de mala forma y a veces el pensar en un movimiento era suficiente para enfocarse y seguir con la siguiente tarea.

Algo que solía ocurrirle cuando salía de reuniones, esas horribles reuniones.

Ruby, a pesar de no haber tenido dichas maquinas a su disposición, parecía saber bastante, y no le sorprendía.

"Una vez intenté construir una computadora con piezas que iba encontrando. Lamentablemente lo tenía en un antiguo trabajo que tuvimos, y cuando eso se acabó, mi pequeña invención desapareció."

La mujer habló, mientras que tocaba la gran caja donde estaban todos los componentes de la computadora, de hecho, las paredes de esta eran transparentes así que podía ver todo dentro, y se vio por un momento absorta mirando el ventilador que giraba rápidamente, tenía luces, así que era incluso más hipnotizante.

Cuando los plateados la miraron, ahí se vio en un nuevo trance, uno mucho mejor.

"Es un secreto, pero una vez tuve que hacer un trabajo de la escuela, y usé una de las computadoras, y se podría decir que la hice estallar, pero en mi defensa, fue un accidente. Salí corriendo para que no me atraparan."

Negó de inmediato, aunque ya imaginaba que su novia debió de tener más de alguna actitud reprochable, ante su impulsividad y su torpeza, así que no le sorprendía del todo. Esta le sonrió, y se vio tentada a agarrarla de las mejillas para reprenderla por su mueca orgullosa al haber huido de su crimen, pero se contuvo.

Como ansiaba tocarla.

Tenerla cerca, y no poder hacerlo, era un martirio.

Estuvieron moviéndose por las computadoras, y Ruby le preguntaba por su opinión, aunque no tenía mucho que decir, no es que supiese sobre las especificaciones o la calidad de estas. Pero no se contuvo de decir que las que tenían luces eran demasiado hipnotizantes y la hacían marearse, y Ruby le dio la razón, realmente mareaban, pero esta le dijo que podía hacer que tuviese luces estáticas y ya no habría problema, y le pareció bien eso.

Porque eso del arcoíris dando vueltas sin parar era sin duda algo que podría hacerle perder la razón.

Ruby terminó eligiendo un computador cuya caja era enorme, y era un azul oscuro, y solo una de las partes era trasparente, dejando ver solo una parte de las piezas del interior. Los ventiladores no brillaban, pero si tenía luces por dentro, leves, nada que la fuese a cegar, y le pareció buena compra. Ya que tan buena era la maquina esa en temas de funcionalidad, no tenía idea, pero Ruby decía que estaba bastante bien, y que si algo fallaba podría comprarle unas piezas y modificarla ella misma.

No creyó que eso le iba a atraer, pero aprendió algo nuevo de sí misma.

Verla arreglar autos y computadores era algo que la encendía, y aun le impresionaba.

Esta puso en el carrito un monitor para lo que iba a ser su nueva computadora, así como los complementos usuales, y esta la arrastró hasta el sector de las consolas. Ahí se vio incluso más perdida que antes.

Se vio frente a un largo muro lleno de diferentes caratulas de juegos, y se vio de nuevo mareada ante tantas imágenes.

"¿Hay alguno que llame tu atención? La gran mayoría puede correr en un computador, pero hay otros que son mucho más divertidos al ser jugados en una consola."

Seguía confusa. Se quedó mirando alrededor de varios minutos, intentando entender lo que las caratulas le mostraban, así como intentar deducir de que se trataba con solo el título, y si se quedaba pegada en alguno, Ruby le decía más o menos de que se trataba o lo que sabía del juego. Muchos esta no los había jugado, sobre todo los más nuevos o las ultimas partes de una franquicia, pero si sabía bastante. Intentó aprender lo que más pudo, ya que era algo interesante, y le gustaba aprender cosas nuevas.

Además, la idea de poder jugar algo así, con Ruby, le hacía la idea más atractiva.

Al final, decidieron por algunos juegos. Ruby anotó algunos a parte para poder descargarlos en la computadora y para dos que le llamaron la atención, como eran para la misma consola, esta decidió comprar la consola y los juegos.

Le sorprendía que Ruby estuviese comprando sin parar, pero esta ya le había dicho que llevaba ahorrados tres meses de paga y no se había gastado nada, ya que todo lo que tenía había sido gracias a Coco. Se preocupaba de comprar los víveres y el combustible del Red Velvet, todo lo demás se encargaba Coco, como una madrina.

Le impresionaba que esta decidiese pagar por todo, pero no tenía duda que el día menos pensado iba a llegar donde Ruby y le iba a cobrar el favor, probablemente de una forma no monetaria. Ya la veía obligándola a participar de una de sus pasarelas o a modelar algún tipo de ropa, tal y como la hizo hacer para aquel cartel que aun ansiaba poder llevarse a casa.

Ahora que lo pensaba, a ella jamás la había invitado a una pasarela, ya que Coco prefería cobrarle con salidas a fiestas y a lugares a los que le incomodaba ir, pero por una parte lo agradecía. Esas pasarelas estaban llenas de mujeres tremendamente altas. Se le ocurría que la hermana de Ruby tendría mejor cabida en esos lugares, y si algún día Yang dejaba su trabajo, sería bienvenida a los brazos de Coco.

Ruby parecía satisfecha con las compras, las cuales llegarían pronto, y no podía dejar de pensar en la emoción de Ruby de organizar todo a su gusto, y ya quería ver como cambiaba la habitación. Si, el día fue productivo. Ya era hora que Ruby tuviese en su poder un par de cosas para su casa, para moldearla a su antojo.

Le agradaba ser participe y poder ver a Ruby crecer poco a poco, como cada día iba cambiando, adaptándose, eligiendo su camino y lo que quería hacer con la vida nueva que tenía.

Aun sentía algo de dolor al saber que esa vida tan diferente, fue por su culpa, porque esta buscase formas de estar a su lado. Prefería que esta hubiese tomado ese camino por sí misma, y no por ella, pero por una parte creía que eso no pasaría, que Ruby no cambiaría su vida, esa comodidad, su zona de confort, al menos no por sí misma.

Tal vez ese futuro era existente solo gracias a su error de dejarla.

La miró, mientras caminaban por los pasillos del centro comercial, los plateados deteniéndose en algunas de las tiendas, su curiosidad haciéndola mirar a través de los cristales.

"¿Eres feliz, Ruby?"

Esta dio un salto, mirándola con sorpresa, preguntándole con su mera expresión de confusión. Probablemente no la había escuchado, y creyó que tal vez debía ignorar esa pregunta que salió de su boca. Pero, por una parte, quería saberlo.

"Esta vida que tienes, ¿Te hace feliz?"

Ruby parecía más seria cuando miró hacia el frente, pensativa. Sintió que había hecho mal en preguntar, pero esta parecía lo suficientemente interesada para poner de su parte y tomar la pregunta en serio. Cuando los plateados la miraron, estos brillaban como siempre, como sus faros personales, como estrellas guias.

"Tal vez esta vida no la elegí, tal vez jamás me sentiré merecedora de tener lo que tengo, tal vez jamás lograré acostumbrarme a este mundo, pero con solo poder tener la libertad de poder caminar a tu lado, eso ya me hace la mujer más feliz que existe en el universo entero."

Se vio sonriendo, sintiendo los ojos irritados, como si quisiese soltar una lagrima, pero se contuvo. Le hacía sentir bien el escuchar eso, esa sinceridad, esa honestidad, esa pasión, esa ternura. Quería abrazarse a su cuello y no soltarse más, simplemente quedarse ahí, varadas en el tiempo, como solía ser a solas, y sumergirse en la otra.

Pero no podía, por ahora.

Ruby rozó su mano con la suya, en un leve movimiento que le causó escalofríos. Esta debió leer su rostro, su expresión, y eso fue lo más cercano a ese tacto que añoraba, y como lo apreciaba.

Asintió, queriendo decirle tantas cosas, pero no era necesario. Las palabras no eran necesarias cuando tenían sus miradas.

Ruby le sonreía, su rostro tan en calma, tan lleno de sentimientos.

No, no era necesario, Ruby sabía exactamente lo que quería decir.

Se sentía tan enamorada, se sentía tan feliz, y jamás creyó que podría amar, que podría tener una relación, que podría seguir adelante.

Si, Ruby no era como él, nunca sería como él.

Sintió el estómago retorcerse cuando lo vio, casi como un fantasma, como si lo hubiese invocado con su mero pensamiento.

Lo vio a él.

Se quedó de piedra, sus piernas congeladas por la sorpresa y por el miedo.

No el miedo de él, pero el miedo de que su mente hubiese colapsado de nuevo, que todo su progreso se hubiese desmoronado en solo unos segundos. Su cerebro mostrándole imágenes que no existían, mostrándole cosas que no eran reales, de nuevo, solo un truco para enloquecerla, para hacerla sentir mal, vulnerable, débil, para hacerla sentir perdida, para hacerla sentir en la más profunda mierda.

Para hacerla sentir insana.

Para hacerle pensar que nada era real.

Pero no.

"¡WEISS!"

La vio, lo supo. Notó en sus ojos una evidente ira. Notó una caótica rabia provenir de él. Así como notó a otras personas que caminaban por ahí volteando ante el grito del hombre, su nombre inyectado en rencor, en odio.

Ahí se dio cuenta que era real.

Totalmente real.

Y no sabía si sentirse agradecida de eso, o haber preferido que solo se tratase de la locura en su cabeza.


Capitulo siguiente: Escena.


N/A: Upsie Daisy. ¿Bienvenidos a la tormenta? Si, si, todo iba muy bien, pero ya saben, me da ansiedad cuando las cosas van muy bien, así que debe haber un equilibrio, y eso me da paz mental. Digo, ¿Qué tan malo puede ser? ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Eso quedará en ustedes el averiguarlo.

Nos leemos pronto.