XVI – El Sueño Llama
Una de las pocas ventajas de ser capitán, era que siempre tenía algo que hacer. Sansker casi agradeció el trabajo, volcándose a sus deberes solo para no tener que pensar en nada más. Cazar Oni, organizar patrullas, revisar reportes, etc. Todo era una distracción bienvenida comparado con las sombrías reflexiones que lo acosaban al detenerse. La operación de cacería de Mitama avanzaba otra vez, y los Asesinos buscaban Oni poderosos con la esperanza de que hubieran obtenido su fuerza consumiendo las almas de los héroes del pasado. Un simple paso para llegar al corazón del problema, el Gouenma que estaba detrás de todos estos ataques.
Así John dejo que varios días pasaran, completamente dedicado a su misión. Casi le recordaba sus primeros días en Ukataka, cuando deseaba estar solo más que nada. Le costaba creer que apenas hubieran pasado 4 meses desde que llegara a la aldea. En ese poco tiempo había desarrollado un cariño por el lugar y sus compañeros, por Kikka, por Tenkichi… estaba pendiente de Ibuki, quien parecía haberse sumido en un trance melancólico, también de Ōka que estaba comenzando a volverse aún más obsesionada con su trabajo, y los demás Asesinos a su cargo.
Para el 4to día desde que Kikka usara la Clarividencia sobre Tira no Masakado, fue que Sansker comenzó a notar que algo no estaba bien en la aldea. Varios Asesinos y exploradores no se habían estado presentando a trabajar cada mañana. Eso en sí era normal, heridas, enfermedad, viajes, o un simple descanso podían justificar un par de ausencias. Pero aquel día al menos una docena de Asesinos y el doble de exploradores no se reportaron en el cuartel. Eran demasiados para ser una coincidencia. John decidió hablar con Yamato. Lo encontró en el cuartel hablando con Hatsuho que también parecía preocupada.
—… y no estaba en la cocina como siempre—decía Hatsuho cruzándose de brazos— ¿Sabes que le paso a la cocinera, Yamato?
— ¿También falta personal en las cocinas?—preguntó Sansker al escuchar lo que decía la joven—Yu reporto que una docena de los Asesinos no se presentaron hoy tampoco.
—Vaya, parece que entonces esta es una buena oportunidad—respondió Yamato, asintiendo— ¿Han escuchado los rumores de una enfermedad en la aldea?
— ¿Una enfermedad?—preguntó Hatsuho inclinando la cabeza a un lado— ¿Sabes de que está hablando, Sansker?
—No, he estado… algo distraído.
—Todo empezó al menos hace una semana. Varios aldeanos han caído en un sueño sin fin—dijo Yamato—Al principio eran solo unos pocos, pero el numero ha estado en aumento. Según los doctores no hay nada mal con los pacientes, simplemente no es posible despertarlos. Si no hacemos nada se debilitarán y morirán. Pero nadie sabe la causa.
— ¿No pueden despertar? ¿A cuántos a afectado?—preguntó Hatsuho, su rostro comenzó a reflejar preocupación.
—Contando a los que no se reportaron hoy, tenemos varias docenas ya—dijo Yamato—No esperaba que esto se saliera de control tan rápido.
— ¡Esto es terrible!—exclamo Hatsuho— ¡Tenemos que hacer algo!
—Claramente no es una enfermedad normal—dijo Sansker cruzándose de brazos—Nunca he escuchado de gente que caiga dormida sin ninguna razón aparente.
—Estoy de acuerdo con ambos. No quisiera ponerles más responsabilidades, pero esta es una situación crítica—dijo Yamato—Sansker, Hatsuho, necesito que averigüen más. Hablen con los aldeanos, consulten a los doctores y pídanle a Shusui que revise los registros, necesitamos saber con qué estamos tratando.
—Por supuesto, puede contar con nosotros—dijo Sansker.
—En ese caso tenemos que apresurarnos—dijo Hatsuho dándose la vuelta—No hay tiempo que perder, los aldeanos nos necesitan. Hablemos con ellos primero.
Sansker acepto y salió tras ella. Era tan buen lugar para empezar como cualquier otro. Pero pronto resulto ser un punto muerto. Los dos Asesinos bajaron del cuartel para visitar las casas de los aldeanos, y en todas encontraron la misma escena: uno o varios habitantes dormidos, con sus familiares amigos incapaces de explicar el motivo. No parecía haber ninguna relación en los casos, algunas víctimas de la enfermedad eran viejos, otros jóvenes, hombres o mujeres, daba igual, simplemente llegaba un día en el que no despertaban a la hora usual y seguían durmiendo como si nada.
— ¿No noto nada antes de que esto pasara?—preguntó Sansker cuando visitaban la 5ta casa, donde el hijo mayor de una aldeana, su única familia, había caído dormido.
—Todo parecía normal, solo ayer estaba bien—respondió la madre negando con la cabeza—De hecho, yo había tenido problemas para dormir últimamente y mi hijo era quien se preocupaba…
— ¿Algún motivo para eso? Cualquier detalle pudiera darnos una pista—dijo Sansker. Su idea era más evitar que la mujer se sumiera en la melancolía que esperanza de conseguir información útil.
—Bueno… estuve soñando con mi esposo—dijo la mujer—Murió el año pasado, mi hijo y su padre eran muy unidos. Los sueños eran raros, lo veía a la distancia hablándome, como si quisiera que fuera a verlo, pero algo me daba mala espina así que solía despertar antes de encontrarme con él.
—Lamento mucho esto, pero no se preocupe, llegaremos al fondo de esto—dijo Hatsuho para animarla—Vamos, aún tenemos otras casas que ver.
Los dos continuaron sus visitas, pero John se quedó pensando en las palabras de la mujer. Ese sueño que conto le resulto familiar. Como esas veces que había soñado con su hogar y con su propia madre llamándolo desde el otro lado de una puerta. La misma historia se repitió en la siguiente casa y en la siguiente, pero Sansker esta vez le pregunto a los familiares si ellos también habían tenido sueños extraños. La mayoría respondió negativamente, pero unos cuantos describieron sueños como los de la mujer: seres queridos, ya fallecidos, llamándolos e invitándolos a quedarse con ellos, aunque todos rehusaron sintiendo que algo no estaba bien.
Hatsuho no hacia comentarios, pero cada visita la dejaba con el ceño fruncido y claramente inquieta. La joven normalmente habladora guardaba ahora un silencio pensativo, dejando que Sansker tomara el liderazgo e hiciera las preguntas. Una vez terminado con los aldeanos fueron a hablar con Nagi y los otros médicos de la aldea, aunque la respuesta que obtuvieron fue la misma.
—Me temo que soy ignorante en el tema—dijo Nagi cuando la visitaron—Nunca escuche de una enfermedad así. No tienen fiebre, señales de envenenamiento, heridas ni nada que pueda tratar. Tampoco he leído nada así en mis libros.
Incluso Shusui fue de poca utilidad. El oficial de inteligencia estaba como siempre sumido en sus registros y admitió haber estado investigando, aunque sin resultados.
—Hay demasiado para cubrir. Sin algún dato para… enfocar la búsqueda, tomara demasiado tiempo obtener resultados útiles—dijo Shusui señalando la montaña de papeles en su escritorio—Les deseo buena suerte a ambos.
Al final no consiguieron más información de él. Sansker pensaba que todo era demasiado extraño. Las víctimas no tenían nada en común excepto que todos al parecer tenían seres queridos muertos. Seres queridos que otros habían visto en sueños. Era ridículo, pero sabía de buena fuente que las almas y los fantasmas no eran meras leyendas, aunque eso no le daba ninguna idea concreta. Al final lograron obtener una pista de la última persona que esperaba: Shikimi.
— ¿Una enfermedad…?—preguntó la sacerdotisa, deteniendo el movimiento de su bastón.
—Sí, aparentemente una donde la gente se queda dormida—explico Hatsuho— ¿Sabes algo al respecto?
—No, pero…—Shikimi bajo la mirada, sus ojos perdieron ese aire distraído como si por primera vez estuviera enfocada en el presente. Su voz perdió ese tono suave y adormilado que la caracterizaba—Cuando los tiempos son difíciles, los sueños se vuelven un escape atractivo de la realidad. Aquellos que desean revivir el pasado son los más vulnerables. Ustedes dos deben tener cuidado, el deseo de reclamar lo perdido puede llevarlos a una trampa, y los Oni siempre están a la caza de almas perdidas.
— ¿Dices que un Oni está detrás de esto?—preguntó Hatsuho.
—Buscar la sabiduría de los mayores… siempre es una buena idea—respondió Shikimi, perdiendo ese súbito aire serio, y volviendo a sus ensoñaciones—No se distraigan… sigan el buen camino…
No lograron sacarle nada más, pero sus palabras eran claras. Si había que buscar la sabiduría de los mayores entonces la persona indicada sería Tatara. El viejo herrero había vivido en Ukataka por décadas. Hatsuho recordaba al viejo desde sus días, cuando era solo el aprendiz del herrero anterior. Tatara, como siempre, estaba en su forja trabajando en algún proyecto.
—El nuevo y Hatsuho ¿qué necesitan?—dijo el viejo a modo de saludo. Estaba calentando algo en la fragua, dándole vueltas—Revise sus armas esta semana ¿Acaso ya han vuelto a deshacer mi trabajo?
—Hey, yo siempre cuido bien de Inari—replicó Hatsuho mirando su kusarigama—Solo queremos hablar.
Tatara mascullo algo, pero saco el objeto del fuego y lo sumergió en agua, llenando la forja de vapor. Sansker agito una mano para despejar el aire y le explico brevemente el motivo de su visita. Tatara escucho en silencio y tomo asiento cerca de su mesa de trabajo, rascándose la barba.
—Gente durmiendo sin razón… hmm… ahora que lo dicen había notado algunos clientes que no llegaron—dijo Tatara pensativo—Y creo que había oído hablar de algo así.
— ¿En serio? ¿Sabes de que se trata?—pregunto Hatsuho esperanzada.
—Mi padre me conto una historia… en la época de mi bisabuelo, hará unos 100 años más o menos, muchas personas comenzaron a caer dormidas de repente, sin ningún motivo, lo llamaban la Enfermedad del Sueño—respondió Tatara cerrando los ojos para recordar—Fue una situación grave, muchos más afectados que aquí.
— ¿No te dijo como lo resolvieron?—preguntó Sansker.
—Creo que al final un Oni fue el responsable… sí, eso fue. Un Oni estaba detrás de esta enfermedad y los Asesinos se ocuparon de él—dijo Tatara asintiendo—Las victimas todas deseaban ver a sus seres queridos o revivir el pasado… la Enfermedad del Sueño no desapareció hasta que el Oni fue eliminado, eso lo recuerdo bien.
—Entonces estamos lidiando con un Oni…—murmuro Hatsuho.
—Y tenemos una fecha, Shusui debería poder revisar los registros—añadió Sansker—Gracias Tatara, nos pusiste en el buen camino.
El viejo herrero asintió y los despidió sin más miramientos. Sansker y Hatsuho regresaron al cuartel para informar a Yamato. John estaba más tranquilo, si el culpable era un Oni entonces la solución sería fácil.
Sansker y Hatsuho reportaron sus hallazgos a Yamato, y los tres fueron a ver a Shusui en su estudio. Con los datos de Tatara, el oficial de inteligencia tenía la referencia que necesitaba para buscar. Aunque ya tenía al menos unos 20 minutos examinando el mismo libro.
— ¿Y bien? ¿Qué es lo que has encontrado, Shusui?—preguntó Yamato, rompiendo el silencio.
—Sí, lo siento, solo confirmaba los datos—respondió el joven acomodando sus lentes. Puso el libro sobre la mesa y le dio la vuelta—Esta todo aquí. Hace unos 100 años los Asesinos encontraron a un Oni que utiliza los sueños para atrapar a sus víctimas. La Enfermedad del Sueño, también conocida como el Sueño de los Cien Días, es creado por esta criatura atrapando a sus víctimas en un sueño idílico del pasado. Al llegar el día 100, si la persona no ha sido despertada, su alma es arrancada de su cuerpo, consumida por el demonio. La barrera de la Doncella no hace diferencia, ni puede bloquear este poder. Mientras el Oni viva, aquellos que caigan bajo su influencia no serán capaces de despertar.
— ¿Estás seguro de esto?—preguntó Sansker.
—Es lo que dicen los registros. El Oni en cuestión es un Mizuchime, una criatura con apariencia femenina, cruzada con una serpiente y un caracol—continuo Shusui—Lo principal aquí es que ya ha pasado un tiempo desde que empezó esta enfermedad ¿no es así?
—El primer caso debe tener al menos un par de semanas, quizás más—dijo Yamato cruzándose de brazos.
— ¡¿Qué?! Entonces no tenemos tiempo que perder—exclamo Hatsuho—Yamato, tenemos que eliminar al Oni que controla estos sueños.
—Estoy completamente de acuerdo—replicó Yamato—Pero no tenemos forma de encontrarlo. Nuestros exploradores han estado buscando Oni poderosos, si este Mizuchime fuera fácil de encontrar ya lo hubiéramos visto.
—S-sí, entiendo, pero…—Hatsuho bajo la mirada, sujetándose el brazo.
Sansker puso su mano en el hombro de la joven. Entendía que quisiera salir a salvar a los aldeanos, además sospechaba que esta situación la tocaba un poco más personalmente. Desde que escucharan a Shikimi la chica había estado más taciturna que antes, apretando sus puños y mirando a la distancia cuando pensaba que él estaba distraído. Revivir el pasado, incluso en sueños, John podía comprender porque tanta gente encontraba la perspectiva imposible de resistir. Hatsuho levanto la mirada y le sonrió débilmente, agradeciéndole el gesto.
—Creo que hay una posibilidad de agilizar la búsqueda—intervino Shusui, señalando el texto y girando el libro para leerlo—Según el texto los Mizuchime disfrutan del agua, y se mueven siguiendo ríos y vías fluviales. Si restringiéramos nuestra búsqueda a estas zonas podríamos acortar el área y el tiempo necesario para encontrar al Oni.
—Tiene sentido, en ese caso reunamos a todo y preparemos una partida de caza—dijo Yamato—Sansker, Hatsuho, busquen a este Mizuchime y destrúyanlo. La vida de los aldeanos está en sus manos.
Ōka llego al cuartel con el resto, luego de recibir la llamada del jefe Yamato. Le gusto ver que todos estaban presentes, pero Ibuki se mantenía al margen, en silencio. El lancero le estaba comenzando a preocupar de verdad. Había hablado con Sansker al respecto, pero él también parecía distraído como si su mente estuviera en otro lado. Ōka tuvo que reprimir un suspiro. Entre las noticias de Kikka y sus compañeros, era como si la situación estuviera desbordándose. Y ahora tenían un problema nuevo con el que lidiar.
—Ya todos han sido informados de la enfermedad que afecta la aldea—dijo Yamato—Según nuestros cálculos ya pronto serán 100 días desde que ocurrió el primer caso de la Enfermedad del Sueño, así que se nos está acabando el tiempo. Necesito que todos salgan a buscar al Mizuchime y lo eliminen.
Ōka asintió, pero algo no le gustaba acerca de todo esto. No era la primera vez que tenían una crisis, aunque ahora siempre pasaban cada vez que lograban avanzar en su investigación del Comandante Oni.
—Un momento—dijo Nagi, levantando la voz— ¿No es posible que el Comandante Oni este detrás de este nuevo ataque?
—Estoy de acuerdo—se apresuró a añadir Ōka, contenta de no ser la única que pensaba así—Es muy conveniente que descubriéramos el plan de los Oni y súbitamente sufrimos este ataque. No creo que sea una coincidencia.
—Podría ser un intento para debilitarnos sin tener que lanzar un ataque directo—dijo Nagi—O quizás desean que dejemos la aldea desprotegida para cazar al Mizuchime, o emboscar a la unidad que mandemos en su búsqueda.
—Creo que tienes razón—dijo Yamato acariciando su barbilla— ¿Tú que piensas, Sansker?
—Sí, Nagi podría estar en lo correcto—respondió Sansker. Ōka pudo notar que no había estado prestando atención, no obstante, pudo recuperarse luego de pensar por un momento—De ser así podríamos dejar nuestras fuerzas aquí y tener tres unidades. Una de búsqueda, una de apoyo y una tercera para atacar al blanco… así podríamos protegernos y exterminar al Oni.
—De acuerdo, lo haremos así entonces—dijo Yamato—Ōka, Ibuki, Hatsuho, ustedes tres serán la unidad de búsqueda, utilicen a los exploradores para dirigir esta cacería. Hayatori, Fugaku, ustedes dos serán en apoyo, seguirán a Ōka y su unidad, listos para cualquier emboscada. Sansker, Nagi ustedes se quedarán en la aldea y esperarán la señal para atrapar al Mizuchime.
—Odio a los Oni que se esconden en las sombras—dijo Fugaku haciendo tronar sus nudillos—En cuanto lo encuentre lo destrozare a golpes por hacernos perder el tiempo.
Ōka sacudió la cabeza, era de esperar de Fugaku, si bien lo acompañaba en el sentimiento. Al menos ahora estaban mejor preparados para cualquier sorpresa desagradable que pudieran tener los Oni.
—… La Enfermedad del Sueño—dijo Ibuki de repente, atrayendo la atención de todos. El lancero estaba pensativo y apenas levanto la vista del suelo—Esto… solo afecta a los que desean revivir el pasado ¿verdad?
—Sí, eso es lo que Shusui y Tatara dicen—respondió Sansker— ¿Por qué?
—Nada… solo quería confirmarlo—respondió Ibuki rápidamente— ¿Cuándo salimos?
—Es algo tarde hoy—dijo Yamato—no quisiera desperdiciar un segundo, pero no los enviaré así. Mañana a primera hora iniciaremos la exploración. Intenten descansar hasta entonces.
John se froto los ojos apenas terminaron de discutir el plan. Tanto hablar de sueños y del pasado no le hacía bien. Nagi había mencionado un buen punto, y se suponía que ese tipo de cosas eran su responsabilidad. Ahora podía entender porque su comandante siempre parecía estresado. Las preocupaciones se apilaban unas sobre otras, nunca dándote un respiro. Por suerte Yamato era un líder competente, Sansker no quería ni pensar cómo sería si tuviera que tomar su lugar.
Salió del cuartel y se quedó mirando la aldea desde la cima. El sol se estaba metiendo y las casas comenzaban a iluminarse, humo emergiendo de algunas chimeneas. Incluso con la Enfermedad del Sueño, la vida seguía en Ukataka. Pensó en bajar para volver a la cabaña, pero escucho unos pasos detrás de él. Sansker se dio la vuelta y se encontró con Hatsuho.
— ¿Sucede algo?—preguntó él.
—No, solo quería estar afuera un momento—respondió la joven, con un tono de voz apagado— ¿Te molesta si me quedo contigo?
Sansker negó con la cabeza y Hatsuho se puso a su lado, mirando hacia la aldea, colocando sus manos detrás de la espalda. Era raro verla actuar tan recatada y John sentía deseos de animarla, aunque no sabía que podía decir. Ella era tan consciente como él de los detalles de esta misión, pero apenas era una niña. Sansker sentía que estaba logrando hacer las paces con su pasado por primera vez en años, Hatsuho apenas estaba empezando ese viaje.
—La Enfermedad del Sueño…—dijo ella sin volverlo a ver—La verdad es que puedo entender que los aldeanos quieran escapar del mundo real. Después de todo solo puedo ver a mi familia en mis sueños.
—Hatsuho…—Sansker lanzo un suspiro—No está mal soñar o recordar el pasado, pero no es bueno quedarse atrapado en lo que fue.
—Tienes razón, la verdad es que ya no se siente tan mal—dijo Hatsuho sonriéndole débilmente—Supongo que todo esto solo me lo recordó… sería bonito volver a ver a mis padres otra vez…
El dolor en sus palabras era obvio incluso mientras ella intentaba esconderlo. Sansker quería ayudarla, pero cualquier palabra o consuelo sería inapropiado. Nuevamente aquella idea que había intentado eludir le vino a la mente. No fue capaz de empujarla tan fácilmente esta vez.
—Si pudieras…—empezó Sansker—Si pudieras ver a tus padres otra vez ¿Qué les dirías?
—Si fuera posible quisiera disculparme con ellos—respondió Hatsuho—Decirles que siento que perdieran a su hija… que siento no haber estado allí con ellos…—Hatsuho apretó sus manos y sacudió la cabeza. Se dio la vuelta dándose palmaditas en el rostro— ¡No puedo pensar así! Ahora soy la hermana mayor y tengo que ser fuerte por todos los demás.
—Es cierto… casi lo había olvidado—dijo Sansker sonriendo a su pesar.
Hatsuho le devolvió el gesto y un poco de su humor habitual pareció regresar.
—¡Oye! Eres increíble…—dijo Hatsuho frunciendo el ceño—Aunque sí… lo eres… de alguna forma siempre bajo la guardia contigo. Se suponía que yo era tu mentora y tu hermana mayor, pero al final tú me diste más consuelo y consejos… de alguna forma no me molesta si eres tú.
—Estamos en la misma situación, Hatsuho—replicó Sansker. Verla sonreír era mucho mejor que tenerla con esa expresión derrotada, aunque el dolor no había dejado del todo su voz—Ya te lo dije antes, puedes contar conmigo si necesitas algo.
—Estoy bien, ya verás. Vamos, sin importar que pase tenemos que hacer nuestro mejor esfuerzo.
Hatsuho sonrió, despidiéndose de él con una sonrisa. John deseo fuertemente que ella tuviera razón. Ya ni siquiera estaban a salvo en sus sueños.
Sansker regreso a la cabaña y se sentó sobre su cama, frotándose el rostro con sus manos. El sol ya había desaparecido, así que el lugar estaba medio en sombras, iluminado solo por la luna que entraba por la ventana. John pensó en encender el fuego de la sala, pero no se sentía con ánimos. Demasiadas cosas le daban vueltas en la cabeza.
—Maldita sea…—masculló Sansker apoyando los codos sobre sus rodillas. Un chillido le llamo la atención, así que levanto la mirada—Ah, hola Ten. Lo siento, no te había visto ¿Hoy no piensas salir a pasear?
—Kyu-kyu—respondió la Tenko, en un todo menos alegre que de costumbre, como si de verdad estuviera hablándole.
El animalito camino hacia él, sentándose sobre sus patas traseras y ladeando la cabeza mientras lo miraba con intensidad. Sansker recordó que, según la gente de Midland, los Tenko era seres de origen divino. Espíritus de zorros, o kitsune, que llegaban a los 1.000 años de edad se convertían en Tenko. Se suponía que entendían la lengua humana y hasta era posible aprender a hablar con ellos. Sí todo eso era cierto, Tenkichi sería técnicamente más vieja y sabía que él, pensó John mientras contemplaba a la zorra.
—Deja de mirarme así, estoy bien solo… reflexiono sobre algunas cosas—dijo Sansker apoyando la barbilla en una de sus manos— ¿Crees que puedes ayudarme? Dos mentes son mejor que una.
Tenkichi lanzo un ladrido y asintió. John sonrió a su pesar, pero la expresión se desvaneció en sus labios rápidamente. Aparto la mirada, pero siguió hablando, necesitaba sacarse esto del pecho.
—Me gusta Ukataka ¿sabes?—dijo Sansker lentamente—Después de que el Perla se hundiera hace 8 años y lo que tuve que pasar para escapar de esa ciudad… no sé cómo alguien podría pasar por algo así y seguir cuerdo. Luego vino la Montaña Sagrada, el entrenamiento, todo se volvió un borrón de días grises y monótonos. Había otros como yo, refugiados, aunque nadie de mi tierra. Estaba solo, pasé por momentos muy oscuros, incluso pensé en acabarlo todo directamente…
Ten se puso tensa y lanzo un quejido.
—Hey, estoy hablando en el tiempo pasado—replicó Sansker. Lanzo un suspiro—No lo hice, obviamente, y la idea se quedó allí. Por aquel entonces deje de vivir, solo estaba esperando morir. Aunque era… soy un soldado, obedecer órdenes, seguir un entrenamiento, todo eso era tan familiar que me mantuvo por mucho tiempo. Y entonces me enviaron aquí. Diablos siento que eso fue hace años, y no unos meses. Ukataka no es como la Montaña Sagrada. Cuando llegue pensé que sería más de lo mismo y antes de que me diera cuenta estaba involucrándome con todos aquí. Hatsuho, Ibuki, Nagi, Ōka, Kikka, tú también… empecé a considerar que podría ser feliz aquí.
Sansker bajo la mirada. Ten lo seguía observando con atención, completamente rígida, pendiente de cada palabra.
—Entonces fue cuando me puse a hablar con Shusui—continuo Sansker—Ese chico es inteligente pero peligroso. Y ahora sospecho que sabía de antemano lo que descubriríamos. El punto es que entre ambos nos dimos cuenta de que los Oni cambian la historia. Seguro que la gente de la Montaña Sagrada lo sabe también. Las Mitama, todas cuentan que sus vidas terminaron siendo devorados por demonios, pero los registros históricos no muestran nada parecido, ni siquiera las leyendas cuentan algo ¿Entiendes a que me refiero? Luego podemos contar a Hatsuho, viajando 40 años al futuro y queda claro… los Oni distorsionan el tiempo, y la realidad misma. Todo empezando por ese Despertar que ocurrió en las tierras del Norte.
Además, estaban las palabras de las Mitama. Aunque crípticos y misteriosos, los héroes del pasado todos parecían sentir que algo estaba mal con el mundo. Abe no Seimei, su primer Mitama, había dicho algo sobre cosas que deberían ser que nunca fueron y cosas que nunca debieron ser que se volvían reales.
—Y ahora resulta que los Oni están planeando otro Despertar. Romper las barreras de la realidad una vez más—dijo Sansker llegando a la parte que menos quería admitir—Y sí lo hacen… si lograran de verdad hacerlo… Ni siquiera es algo que sé si es posible, y no puedo dejar de pensar en ello. Ten, si eso pasara quizás fuera posible usarlo para viajar en el tiempo. No es descabellado. Hatsuho demostró que se puede hacer, utilizar el poder del enemigo para perderse en las corrientes del tiempo. Y si se puede ir 40 años al futuro ¿por qué no al pasado? Los Oni lo hacen, para devorar a las Mitama, Así que… se podría ir 8 años al pasado… se podría evitar el primer Despertar.
Tenkichi permaneció en silencio. Sansker finalmente había dicho la verdad. Todo el sufrimiento de esta época se debía a los Oni. Kikka y su horrible destino, Hatsuho perdiendo su mundo, Fugaku su aldea, el ojo del jefe Yamato… todos habían perdido algo ante los Oni. Si ellos no estuvieran sus vidas serían mejores, quizás incluso felices. Ōka podría vivir sin tener que ver a su hermana agonizar todos los días, la gente sería capaz de caminar en el bosque sin temer ser devorada, o dormir tranquilamente sin ser víctimas de una maldición.
— ¿Te das cuenta, Ten? Viajando en el tiempo todo podría ser mejor—dijo Sansker intentando poner animo en su voz—Los que han muerto a manos de los Oni volverían, Kikka no tendría que sufrir para mantener la barrera, Fugaku y Hatsuho recuperarían sus hogares. Incluso yo… el Perla no se hundiría, mi familia en Londres seguiría allí. Eso sería casi perfecto. Si me dijeran que algo así es posible ¿Cómo podría ser eso una decisión siquiera?
Sansker se puso de pie, sintiendo como los ojos le escocían. Porque deseaba que fuera verdad, incluso sospechaba que lo era, tenía información que lo corroboraba. Todo estaba alineándose para darle a él, a todos, una oportunidad única: un nuevo comienzo. Recuperar lo perdido, traer de regreso un mundo más tranquilo y pacífico, a sus seres queridos. Todos saldrían ganando, todos serían felices. Pero…
—Y aún así, Ten… no quiero hacerlo—dijo Sansker, sorprendiéndose por lo ahogado de su voz. Tenía un nudo en la garganta enorme y sus ojos ardían demasiado. Cerro los parpados sintiendo como bajaban lagrimas por sus mejillas. Camino hacia la sala de la cabaña, sintiendo como si se ahogara de calor—Porque si eso pasara… si pudiéramos de verdad hacer algo así y evitar el primer Despertar… yo no estaría aquí. El Perla completaría su patrulla y volvería a Hong Kong… yo me iría con la Marina y eventualmente regresaría a Inglaterra… Viviría mi vida sin saber nada de Oni, Asesinos, Mitama o…
Kikka, Ōka, Hatsuho, Ibuki, Nagi, Hayatori, Fugaku… Ukataka seguiría existiendo, oculta al mundo exterior. Y John Sansker nunca pisaría esa cabaña, nunca hablaría con el espíritu del Árbol Guardian, ni tomaría un baño en la Piscina de la Pureza. Y de hecho ni siquiera sabría que se estaba perdiendo de todo eso, porque jamás vería la Montaña Sagrada o Midland en primer lugar. Sansker se detuvo y se dejó caer al otro lado de su cabaña, apoyándose contra la pared.
— ¿Y quién soy yo para tomar una decisión así?—preguntó John, sintiéndose aliviado de haber dicho la verdad pero aplastado por todo ello. No deseaba perder Ukataka, no deseaba perder su vida aquí, aunque amaría recuperar su pasado y darle a todos la felicidad que se merecían—Shusui tiene planes, lo sé… así que quizás sea arrogancia pensar que soy yo quien tiene el peso de todo esto. Pero cuando lo pienso, cuando de verdad intento pensarlo, sobre mi pasado y todo lo que perdí… ya no duele tano como antes… estaba listo para seguir mi vida y ahora…
Sansker volvió a hundir su rostro entre sus manos ¿Cómo podía ser tan egoísta y escoger su vida? Si toda esta locura era posible ¿no debería intentar con todas sus fuerzas salvar a los que no estaban? El hecho de dudar era ya la señal que estaba pensando en no hacerlo. Mas lagrimas bajaron por sus ojos. No había llorado de verdad en mucho tiempo, no desde después de aquella primera noche luego de que el Perla se hundiera. Solo, abandonado y aterrado, Sansker se derrumbó y lloró esa noche las ultimas lagrimas que tuvo hasta ahora. Un sollozo finalmente rompió su silencio y ya no pudo contenerse más. John Sansker se puso a llorar, dejando salir toda la frustración, tristeza y arrepentimiento que tenía embotellado dentro.
Estaba tan concentrado en eso que no noto a Tenkichi hasta que en animal se escabullo entre sus piernas y le salto en brazos. Sansker estaba tan sorprendido que se hizo hacia atrás. La Tenko se apoyo en su pecho y comenzó a ladrarle, usando esa vocecilla aguda, reclamándole algo en su lengua. Tenkichi termino sus reclamos y se acurruco en su cuello, frotándose contra él, y lamiendo sus mejillas.
— ¿Qué estas…? Oye, tranquila… no es…—Sansker intento atrapar a Tenkichi, pero ella mordió su abrigo, aferrándose a él con las garras de sus patitas, rehusándose a que la separa. Cuando finalmente desistió de alejarla Ten se quedó quieta, apoyándose en su pecho y mirándolo fijamente.
—Kyu-kyue—Tenkichi negó con la cabeza y finalmente se acurruco en sus brazos, como evitando que pudieran separarse.
— ¿Dices que no te gustaría que me fuera?—preguntó Sansker. Tenkichi se limitó a hacerle más pequeña y difícil de separar, apretándose contra él.
John se quedó quieto un momento, pero luego se puso a acariciar a la Tenko, relajándose finalmente. Tenkichi respondió al cariño, pero se rehusó a separarse de él y por una vez Sansker la dejo hacer lo que quisiera. Había confesado lo que lo carcomía por dentro. John se sentía terrible por no decirle nada a nadie, y era reconfortante saber que Ten al menos, estaba contenta de haberlo conocido, hasta el punto de rehusarse a dejarlo marcharse. Abrazando a la pequeña zorra, Sansker se puso de pie y camino de regreso a su cama, acostándose sobre su espalda.
—Está bien, tú ganas… igual no es como si pudiera irme mañana—dijo Sansker acariciando a Ten. No sabía aún su respuesta, pero al menos se sentía mejor—Gracias Ten… siempre sabes exactamente que decir.
La mañana siguiente Ōka se dirigió temprano al cuartel y para su sorpresa se encontró con Ibuki y Hatsuho esperándola. Aquello la alegro, pero en el caso de Ibuki era preocupante. Normalmente el lancero se quejaría de su trabajo, o soltaría una broma, hoy estaba silencioso como una tumba. Podía entender la seriedad de su misión, pero se le hacía extraño el silencio que pesaba sobre el cuartel.
— ¿Estamos listos?—preguntó Ōka
—Entre antes terminemos con esto mejor—dijo Ibuki.
Hatsuho asintió. La joven también estaba inusualmente callada, como si su mente estuviera en otro lugar. Ōka frunció el ceño ligeramente, quizás se debiera a que todos estaban algo tensos desde que escucharan la visión de Kikka. Al menos su misión actual era simple: encontrar y eliminar al Mizuchime. Eso era algo que Ōka podía hacer. Apretó la mano sobre la empuñadura de su espada.
—En ese caso pongamos en marcha—dijo finalmente.
Los tres comenzaron a caminar hacia la salida. Yamato ya estaba en su posición junto al escritorio en la recepción y los saludo con la cabeza. No había dado ni tres pasos cuando Ōka noto que Hatsuho se detuvo.
— ¿Sucede algo, Hastsuho?—preguntó Ōka dándose la vuelta.
—Yo…—la joven intento responder, pero su voz sonaba distante. Estaba de pie en medio del cuartel, mirando hacia adelante sin enfocarse en nada.
Ōka intercambio una mirada con Ibuki que se encogió de hombros. Hatsuho comenzó a tambalearse como si estuviera ebria, logrando evitar caerse solo gracias a sus reflejos. Aquello hizo que Ōka se preocupara más y avanzo hacia la joven ¿acaso estaría enferma?
—Yo… no puedo…—Hatsuho hablo una última vez y sus ojos se cerraron antes de que se derrumbara.
— ¡Hatsuho!—Ōka salto hacia adelante y la atrapo en sus brazos. Ibuki y el jefe Yamato corrieron a su lado de inmediato.
— ¿Qué ocurre?—preguntó Yamato.
Ōka negó con la cabeza, desconcertada. Hatsusho parecía haberse desmayado de repente. La joven aún respiraba, pero no parecía estar herida. Ōka le puso la mano en la frente, no tenía fiebre. Una horrible sospecha comenzó a aparecer en su mente. Yamato tomo a Hatsuho y ordeno a Ibuki que corriera a buscar a Nagi. El rubio salió disparado a hacer lo que se le pedía, y Ōka siguió a Yamato que movió a Hatsuho hacia una de las habitaciones en el segundo piso del cuartel, dándole una horrible sensación de deja-vu.
Nagi regresó con Ibuki y se puso manos a la obra. Para entonces los demás habían escuchado que algo sucedía y se reunieron en la planta baja. Ōka les informo de lo sucedido, y todos se quedaron a esperar las noticias, pero no tuvieron que esperar demasiado. Yamato y Nagi bajaron luego de solo una media hora.
—Jefe ¿Hatsuho está…?—preguntó Ōka, teniendo la esperanza de una buena noticia.
—Parece estar bien, aunque no podemos despertarla… me temo que es la Enfermedad del Sueño—respondió Yamato.
—Son los mismos síntomas… o falta de síntomas. No puedo ver nada malo con ella—dijo Nagi asintiendo—excepto que no despierta.
— ¿Ella tiene la enfermedad?—exclamo Ibuki, su mirada estaba llena de pesadumbre— ¿Cómo…?
—Esa es una buena pregunta—intervino Fugaku—Pensé que solo afectaba a personas que querían huir de la realidad. Hatsuho es joven pero no es débil. Siempre me pareció ser una de las fuertes.
Ōka asintió. Aquello también se le hacía extraño. Hatsuho era algo difícil a veces, pero era una chica enérgica y llena de vida. Siempre trataba de dar lo mejor de sí, incluso cuando era solo una aprendiz. Le costaba creer que pudiera sucumbir a la Enfermedad del Sueño. Yamato suspiro y, para su sorpresa, intercambio una mirada con Sansker. Un entendimiento silencioso pareció ocurrir entre ambos porque Yamato asintió levemente, cruzándose de brazos.
—Creo que ha llegado el momento de contarles a todos la verdad sobre el pasado de Hatsuho—dijo el jefe.
— ¿Que verdad?—preguntó Nagi
—Es una historia complicada—respondió Sansker—Hatsuho me pidió no decir nada cuando me lo dijo. Lo que me conto es que ella nació y creció en Ukataka. Un día, al dejar la aldea por un recado, se perdió en medio de una niebla espesa. Busco la manera de volver por mucho tiempo, llegando incluso a dormir entre los árboles. Cuando la niebla finalmente se despejo y ella encontró el camino de regreso a la aldea… se enteró de que habían pasado 40 años desde su desaparición.
Ōka apretó la empuñadura de Suzakura. Nunca hubiera pensado que algo así fuera posible. En un borrón todo lo que Hatsuho conocía había desaparecido ¿Cómo se las arregló para ocultarles a todo algo así? ¿Cómo era que ponía esa sonrisa confiada y alegre al saber todo esto? Ōka bajo la cabeza, sintiéndose mal por la joven, aquello debió ser un infierno.
—… ¿Eso quiere decir que ella esta varada en una época completamente ajena a la suya?—preguntó Hayatori cuando Sansker termino de hablar.
—Así es—dijo Yamato—Ocurrió cuando yo apenas tenía 10 años. Un día Hatsuho simplemente se desvaneció. Y al volver su familia, incluso sus amigos ya habían muerto… para ella fueron apenas unos momentos, para el mundo fueron décadas.
—40 años en el futuro ¿Cómo es que pudo pasar algo así?—dijo Nagi, apretando sus manos.
— ¿Eso quiere decir que en el fondo ella desea volver al pasado?—preguntó Fugaku, incrédulo. Sacudió la cabeza—Mierda, no tenía ni idea… pobre chica.
—Si logramos derrotar al Mizuchime, Hatsuho debería despertar ¿no?—dijo Ibuki súbitamente—En ese caso nuestra misión es claro ¿Qué estamos haciendo aquí conversando al respecto?
—Sí, tienes razón, los necesitare a todos para esto—dijo Yamato con tono grave—Se los encargo.
Todos asintieron, aunque a pesar de su acuerdo mutuo una sombra negra se había cernido sobre los Asesinos. Ōka solo podía esperar que el Mizuchime no fuera a ser difícil de encontrar. Tenían solo unos pocos días.
