CAPITULO 13. OBSTACULOS
Un par de días luego del encuentro con Umibouzu, Hijikata se encontraba ejerciciendo sus labores como usualmente hacÍa, un dÍa aburrido y tranquilo. Se encontraba en una de las oficinas del cuartel, mientras fumaba un cigarrillo sentado cerca de la puerta corrediza que daba hacia el pasillo exterior. La cálida tarde y los arboles meciendo sus ramas al ritmo del viento lo tenÍan hipnotizado mientras en su mente recordaba todo lo ocurrido en casa de Kagura, sin evitar el leve sonrojo que ahora se formaba en sus mejillas. Aunque se habían mantenido en contacto desde entonces por teléfono extrañaba verla. Desde esa noche quería cada vez mas pasar tiempo con ella, volver a sentir su tierno abrazo y sus suaves labios. Cada vez se sentía mas ansioso, pero debía cumplir con sus deberes como Vicecomandante del Shinsengumi.
-Toshiii...- entró Kondo exaltado cerrando la puerta tras de él.
-¿Qué pasa Kondo-san?. ¿Cuál es el escándalo?.
-Será mejor que te prepares. Hay... unas personas buscándote.- Mencionó Kondo un poco preocupado. No pudo evitar sentir temor tan pronto vio la extraña escena de esos tipos en la entrada del cuartel.
-No sé que hiciste, pero debe ser algo muy importante.
-¿Eehh?. No he hecho nada. Tranquilo. Veré que quieren. -Dijo el samurai mientras tomaba su katana. - Veremos quienes me sacaran del aburrimiento.
En los alrededores de la entrada del Shinsengumi algunos hombres se ocultaban ante la imponente presencia de los recién llegados. Lo único que pudieron saber es que buscaban a su vicecomandante. Aunque sabían lo fuerte y hábil que podía ser el pelinegro estaban temerosos por lo que pudiera pasarle en manos de ese trío, cuya fuerza sería capaz de destruir Edo probablemente en menos de un día, si se lo proponían.
Un asombrado Hijikata miraba extrañado la escena frente a él. Jamás imaginó que la familia de su nueva novia le hiciera una visita cordial tan pronto.
-Umibouzu-San. Kamui-San, Abuto-san. ¿Qué los trae por aquí.?
-Hola, Hola. -Saludó un sonriente Kamui. Abuto simplemente movió su mano en un gesto. - Bueno, no sé ellos pero yo vine a ver que tan fuerte era el hombre que eligió mi 'querida' hermana menor.
Ante las palabras del joven Yato, Hijikata puso rápidamente su mano sobre la empañadura de su katana. Si bajaba la guardia de seguro moriría en unos minutos como mucho.
-Kamui... - Exclamó Kankou interrumpiendo a su hijo. - Eso lo dejarás para después. Disculpe la llegada tan repentina, y sin avisarle. Simplemente venía a despedirme de usted ya que nos retiramos de la Tierra, por ahora, y a decirle algo importante.
-Está bien, Umibouzu-San. Pero no aquí. Hay muchos oídos entrometidos. - Mencionó dándose la vuelta. -Siganme.
Los tres hombres Yato y el samurai caminaron al interior del cuartel y tomaron asiento en una de las salas de reuniones.
El pelinegro le pidió a Yamazaki que les trajera té a las visitas y finalmente tomaron asiento. Siempre con los sentidos alerta, definitivamente no quería morir hoy.
-Bien. ¿Qué es eso tan importante que quieren hablar conmigo?. - Preguntó Hijikata mientras Yamazaki entraba y servía el té para cada uno.
-Sólo vine a decirle que luego de mi partida no sé cuando pueda ser posible que regrese nuevamente. Aunque sé que Kagura es una Yato y puede cuidarse sola me preocupo por ella.
En este tiempo que pasamos juntos nos comentó lo que había pasado con ese chico que la molestaba después de empezar a vivir sola. También sobre cómo usted intervino en esa situación. Solo le vine a agradecer por solventar eso en nuestra ausencia.
-Sé que fueron unos días de tensión y ansiedad para ella. Para mí es un alivio también que ese tipo ya no se le acerque más. Usted no tiene que agradecer nada. No sólo lo hice porque Kagura me importa mucho. Sino también porque es mi deber. Ya yo había hablado con Gintoki sobre eso un tiempo antes de que nos encontráramos en el matrimonio de Otae y Kondo y la detención de Natsu.
-Me alegra saber que Kagura cuenta con muchas personas que la cuidan aquí en la Tierra. Se que es una adulta pero aun desconoce de muchas cosas, y como actuar ante ellas.
-Eso es cierto... Puede ir tranquilo. Yo estaré pendiente de ella.
-No sé mucho de los convencionalismos en la Tierra con respecto a las parejas. Pero quiero preguntarle, ¿Usted de verdad ama a mi hija?.-Preguntó el mayor mientras el resto estaba atento a la respuesta del vicecomandante.
-Por supuesto. - Respondió un poco avergonzado Hijikata.
-Bien. Me agrada ver su seriedad con Kagura. Espero que les vaya bien. Y que hagan las cosas como debe ser.- Declaró serio Umibouzu. - Ella no es una chica fácil, se lo advierto. No sabe en lo que se mete.- Dijo con una pequeña risa.
-Sí. Lo he notado. -Sonrió tímidamente el pelinegro.
-Bien. Nosotros nos retiramos. Ah... Si alguna vez pasa algo malo o necesita comunicarse conmigo, sea lo que sea, escríbame aquí.-Kankou le entregó un papel con una dirección.- Cada cierto tiempo voy allí a recibir o enviar correspondencia.
-Hai. Muchas gracias.
-Hasta luego, Hijikata-San. Ah por cierto, espero que cuando nos veamos nuevamente su relación con mi hija sea mas "formal". Es lo más apropiado.
-H-hai. - ¿Acaso este hombre está insinuando que Kagura y yo nos Cas...? Pensaba el vicecomandante estupefacto.
Kamui una vez más se fue decepcionado de la Tierra. No pudo matar sus ansias de enfrentarse con el samurai de cabellera plateada ni con su ahora cuñado. Aunque de no ser por Abuto el intercambio de palabras que tuvo con Sougo cuando se encontraron saliendo del cuartel hubiera terminado en un completo desastre. Otra vez.
Luego de que el trío Yato se despidiera apropiadamente y se retirara del lugar, el resto de Policías respiraba tranquilos al no haber bajas en sus filas, ni paredes derribadas, ni vicecomandantes fallecidos. Hijikata una vez más intentó relajarse encendiendo un cigarrillo, como era costumbre.
-Ne, Hijibaka... De seguro tenías las bolas en la garganta por culpa de esos Yato. ¿Ya volvieron a su lugar?.
- Silencio idiota.
-Ja. No sabía que te gustaba tanto el peligro, Señor Vicecomandante. - Continuó Sougo en burla.
-Toshi eres el hombre más valiente de todos. Tienes mi admiración y respeto. -Lloriqueaba Kondo.
-Señor, queremos preguntarle algo... -Mencionaba alguien mientras se les acercaba un grupo de policías liderado por Yamazaki y Tetsunosuke, el asistente del Vicecomandante.
-¿Qué se siente salir con una Yato?
-¿Cómo es salir con Kagura-san?
-¿Ella lo domina a usted?
-¿Usted es un "M"?
-Ahhg, suficiente grupo de idiotas. Seppuku para todos ustedes mañana a primera hora. Disfruten su último día.- Gritó para luego salir de ese lugar.
Esa noche el pelinegro fue a visitar a Kagura. Le contó sobre la visita de su familia temprano esa tarde, y ella sólo se sintió un poco apenada. Aunque entendía que su padre, su hermano y Abuto se preocuparan. Pensar en eso la hacía sonreír un poco.
-¿De verdad te dijo que te comunicaras con él si lo necesitabas?. -Hijikata solo asintió como respuesta.
-Ne, Toshiro... ¿Qué harás el sábado?. Ese día estarás libre, ¿Cierto?.
-Si. Estaré libre. - dijo mientras pasaba su brazo por el hombro de la chica y la acercaba más a él.- ¿Quieres hacer algo?
- Jajaja. Bueno no sé si sea muy divertido para ti. Pero quería ir a comprar algunos regalos para Otae y para mi nuevo sobrino. Pienso regalarle una gran canastilla con regalos para cuando nazca así que quiero empezar a comprar poco a poco.
-Es un raro plan para mi día libre, pero será interesante... Despues si quieres podemos ir a cenar.
-¡Si!. Eso suena bien. - Celebró la chica Yato ante la idea mientras abrazaba fuertemente a su amor. No sólo se emocionaba por la rica comida que compartirían juntos también porque podría pasar un tiempo de calidad con él. Ahora que su padre les había dado el visto bueno a su relación podían verse sin preocupaciónes, aunque eso no sería impedimento.
Hijikata por su parte, solo admiraba embobado a la chica sonriente en sus brazos. Haría cualquier cosa por estar así siempre con ella. Solo con ver sus mejillas ligeramente sonrojadas, sentir la calidez de su piel y la dulce esencia de su perfume lo volvía loco. Ahora la 'pequeña' insinuación que le había hecho Umibouzu un rato antes no le parecía tan lejana ni descabellada.
-Aún no puedo imaginar como será un hijo de ese par de Gorilas. Quizás... Se parezca físicamente a a Kondo-san, con el carácter de su madre. -Comentaba él.
- Ahh, claro que no. Será un hermoso bebé... Ya quiero saber si será niño o niña. -Decía Kagura emocionada llevando las manos a su cara. - Aunque yo digo que será una linda niña.
-¿Qué te parece si hacemos una apuesta?. - Dijo el guapo uniformado. -Tu dices que será una niña. Yo digo que será un niño. El que gane tendrá que recibir un buen regalo del perdedor.- Aunque sin importar el resultado él igualmente le daría algo muy especial a la chica.
-¿En serio?, suena muy bien. Interesante. Bueno, aún tenemos unos meses más para preocuparnos por eso.- Dijo Kagura mientras tocaba la nariz de Hijikata con su dedo y le sonreía.
Así, entre besos, abrazos y risas el tiempo pasó volando esa noche. La pareja difícilmente se despidió, aún en contra de sus deseos, nunca se imaginaron que se sentiría tan bien compartir una relación normal con alguien más. La presencia del otro era el relajante más efectivo para ambos.
✳️✳️✳️
Con el pasar de los meses la creciente relación entre Kagura y Hjikata se fortalecía en gran manera. La seriedad del hombre se contrastaba perfectamente con la chispeante personalidad alocada de Kagura. Al transcurrir el tiempo podía conocer nuevas facetas y actitudes de ambos, lo que hacía que se replantearan la manera en que se habían conocido al principio, antes de acercarse más, agradecían sinceramente el hecho de que Kagura hubiese cumplido 19 años en ese entonces, ya que gracias a esa celebración su acercamiento poco a poco se hizo posible.
El cumpleaños número 20 de Kagura ya había pasado, y también junto a ella y sus amigos y conocidos recibieron el año nuevo. Una radiante Otae ahora se veía mucho más grande, lo que significaba que ya faltaba muy poco para que su hijo viniera al mundo. Hasta ahora no conocían cual sería el sexo del bebé, ya que como uno de algunos raros casos, no había sido posible, no se dejaba ver en las ecografías. Por ello, decidieron planificar todo y decorar en detalles neutros hasta el día tan esperado.
Cada día que pasaba, a la mujer se le dificultaba más hacer algunas cosas por lo que Kagura pasaba mucho más tiempo con ella, y a veces Kyuubei también lo hacía. E incluso la chica Yato solía dormir con ella cuando Kondo debía faltar por su trabajo.
El nacimiento del bebé había sido estimado para los últimos días de febrero, por lo que estaban aún más atentos a lo que pudiese ocurrir. Una noche faltando una semana para la posible fecha del alumbramiento, Kagura se encontraba preparando la maleta con todo lo necesario para el vieje al hospital, asegurándose que no faltara nada. Justamente esa noche acompañaba a su amiga, ya que Kondo no dormiría allí. Concentrada aún en su tarea un grito la hizo detenerse.
-¡Anego!. ¿Qué sucede?. ¿Estás bien?. -Preguntó Kagura preocupada mientras llegaba corriendo a la sala.
-Kagura-chan... C-creo, creo que viene el bebé. -Decía asustada y con los ojos vidriosos.
-Ahhh, no puede ser. ¿Justo hoy?. Bueno tranquila, todo saldrá bien. -Trató de calmarla inútilmente cuando de pronto vieron como rompía fuente y ambas gritaron.
-Demonios Kagura, calmate. Primero debemos ir al hospital. - Se decía a sí misma la ojiazul respirando profundamente.
-Anego voy rápido por un taxi, debemos ir al hospital. Por favor aguanta y permanece sentada. Después le avisaremos a los demás.
Kagura salió corriendo y unos 5 minutos después llegó con el taxi. Bruscamente entró a la casa y tomó con cuidado a la mujer adolorida para hacerla entrar al vehículo. Una vez adentro, la chica Yato corrió hacia la habitación, agarró el equipaje y la carpeta del control prenatal de Otae y unos minutos después ya se encontraban llegando a la sala de maternidad.
Otae fue ingresada al área de partos, mientras Kagura se encontraba en el pasillo avisándole a todos los que pudo. Un rato más tarde llegó Shinpachi junto a Gintoki.
-Patsuan, Gin-chan. Por favor estén pendientes de Otae. Aún no he podido contactar a Kondo. Voy a seguir intentando.
-Llamaré a Hijikata, quizás esten juntos. Pensó Kagura.
-Ahhhg... Tampoco atiende. Intentaré nuevamente con Gori. -El teléfono seguía repicando.
-Moshi, Moshi Kagura.
-¡GORILA IDIOTA!... ¿Por qué no atendías?. ¿Sabes cuantas veces te he llamado?. Estoy en el hospital con Otae. Tu hijo ya viene. Ven tan pronto puedas.
-Ah, ¿Qué? pero todavía faltaban unos días. Bueno... trataré de liberarme de aquí e iré lo más rápido posible.
...
Los pasados meses no han sido muy fáciles para Hijikata y Kondo en el Shinsengumi. Aún no lo habían hecho público pero ambos estaban recibiendo ciertos comunicados amenazantes de parte de algún grupo subversivo, directamente para ellos y por lo que habían podido averiguar estaban relacionados con el ataque realizado a la Princesa y a los amanto hace más un año. Esos hombres buscaban venganza y retribución por haberlos dejado sin su líder, por lo que venían tramando algunos planes para liberar al que era su segundo al mando y mano derecha, Kankuro, y obtener recursos para un escape, aunque esto último aún era desconocido para Kondo y Hijikata.
Viendo que las amenazas se habían hecho más preocupantes informaron a sus escuadrones y capitanes. El plan era localizarlos antes de que pudieran atacar y lograr que el tal Kankuro escapara de prisión, así como los posibles atentados que eran capaces de hacer en Edo.
Esa noche en la que el parto de Otae daba inicio, Kondo, Hijikata, Yamazaki y Sougo se encontraban en un puerto de Edo junto a dos de sus divisiones. Luego de varias semanas de espionaje e investigación, la unidad liderada por Yamazaki había logrado rastrearlos hasta allí, donde los habían visto reunirse en una especie de bodega o galpón. Increíblemente para ellos los terroristas habían logrado reunir una cantidad considerable de miembros dispuestos a apoyarlos en sus planes.
Hijikata y Kondo habían estado tan involucrados en el asunto que casi no tenían tiempo libre, por lo que Kagura y su novio no habían podido coincidir mucho, unas pocas veces ella lo visitaba por un corto tiempo, y ahora hablaban en su mayoría por teléfono. Kondo por su parte tenía que salir más a investigar y hasta pasar muchas más horas en el cuartel, por lo que algunas noches no llegaba a casa. Ante la tensa situación, los hombres solo buscaban no involucrar a las chicas en ningún peligro, y mucho menos mientras esperaban la llegada del hijo del Comandante.
Mientras esa noche la llamada con Kagura se cortaba, Kondo no salía de la preocupacion y la alegría. Lamentablemente se encontraba en una situación un poco complicada, justamente pasaba esto durante esa vigilancia. Hijikata ni siquiera había podido atender el teléfono, y sabía que probablemente Kagura lo había estado llamando. El solo quería acabar con esta situación de una vez.
-Kondo-san, ve con tu mujer. Debes ir y conocer a tu hijo. Yo quedaré al mando por ahora. Dile a Kagura que si me desocupo a tiempo iré tambien.
-No lo sé Toshi, ¿Estás seguro?. Mientras mas seamos, mejor. Aunque no te puedo negar que estoy muy ansioso y preocupado por Otae y el parto.
-Es mejor que vayas ahora. Se te hará tarde. Cualquier cosa te llamaremos.
Luego de considerarlo Kondo se retiró del lugar confiando en su Vicecomandante y el Capitan de la 1era división, y el resto de sus hombres, él reconocía completamente sus habilidades y aptitudes y sabía que dejaba todo en buenas manos. Al retirarse Kondo del sitio, Yamazaki regresó con el resto y les informó que habían aproximadamente 20 hombres en ese momento dentro del lugar. Hijikata solo quería ponerle fin a esa situación por lo que decidió que al sobrepasar por número a los maleantes quizás podrían lograr acabar con el problema esa misma noche.
-Sougo, prepara a los hombres. Entraremos por esos tipos de una vez. Envía a un escuadrón a rodear ese almacén, y que se encarguen de los vigilantes lo mas sigilosamente posible. Que algunos se ubiquen tambien en el techo. No dejen ninguna salida sin cubrir. Dirígelos.
-Hai. ¿Tú que harás Hijikata?.
-Yo entraré con el otro escuadrón. Lo importante es que los embosquemos. Una vez que tu y tus hombres controlen la situación afuera, mantenganse alerta por si necesitamos más refuerzos en el interior.
Sougo asintió y él junto a sus subordinados se prepararon para entrar. Dando inicio a la operación, Hijikata pudo ver como los hombres corrían al lugar buscando no ser detectados. Una vez que se aseguró de que los policías aplacaran a quienes vigilaban la entrada, el procedió a arremeter al lugar junto a sus hombres.
El vicecomandante irrumpió de sorpresa en el lugar, donde los criminales estaban reunidos, estos reaccionaron rápidamente ante una bomba de humo que era lanzada hasta el fondo del salón. Unos segundos después la confrontación comenzó, los hombres del Shinsengumi se veían arrinconados en algunos momentos, no eran unos simples rateros, sus contrincantes estaban entrenados en el uso de la espada con un desempeño sanguinario, y no solo eso, tambien poseían armas de fuego de bajo y alto calibre.
Ante el intercambio de disparos y el sonido del choque de espadas, la adrenalina seguía aumentando. El enfrentamiento se alargaba y ningún grupo retrocedía o se rendía.
De pronto uno de los hombres hizo estallar un artefacto explosivo derribando a un gran número de policías, un par de columnas de madera caían, y parte del techo se derrumbaba. Los escombros habían creado una división inesperada en medio del almacén, dejando aparte a Hijikata y a un grupo de 6 hombres. El pelinegro ahora presentaba algunas heridas y no sabía si lograría vencerlos a todos. El grupo de Sougo ya había entrado y una parte enfrentaba a algunos enemigos mientras el resto retiraba a sus camaradas heridos.
Del otro lado de la barricada divisoria, Hijikata peleaba hasta que uno de los hombres lo golpeó en la cabeza con una fuerte patada. El pelinegro cayó, y debilitado por la extenuante lucha y las anteriores heridas quedó inconsciente. Para la sorpresa de él y el resto de sus compañeros el principal de los hombres a los que se enfrentaba tuvo la idea de llevárselo. De seguro sería una buena herramienta más adelante.
-Tomen a ese desgraciado y retiremonos de aquí. Avisenle a los que puedan. Nos vemos en el Refugio nro 2.
El grupo se retiró del lugar mientras unos confundidos policías acababan con los últimos maleantes. Sougo logró pasar la barrera de escombros buscando unirse en pelea junto a Hijikata, pero cuando alcanzó a llegar sólo vio el cuerpo de uno de los enemigos. No había rastro del vicecomandante a excepción de su katana que se encontraba en el piso con el filo cubierto de sangre.
✳️✳️✳️
Habían pasado unas tres horas desde que Kondo llegó al hospital y ahora se encontraba junto a su esposa, que aún estaba en labor. El trío Yorozuya conversaba impaciente en la sala de espera junto a Otose, Kyuubei y Matsudaira quien al enterarse no dudó en ir a ver al nuevo miembro de la familia. Unos diez minutos después de su llegada, Kondo por fin salió para darles la buena noticia.
-Es una niña. Una hermosa niña como Otae.
-¡Si!. Lo sabía.- Celebró Kagura deseando poder decirle a Hijikata que había perdido.
-¿Cómo está Aneue? - Preguntó Shinpachi.
-Muy bien, pero muy cansada. Las dos están bien.
-¿Cómo se llama, ya eligieron el nombre?. - Preguntó Otose.
-Si. Se llamará Sakura.
-Que hermoso nombre. Ya queremos verlas. - Comentó Kyuubei.
-Tranquilos. Pronto podrán hacerlo.- Dijo finalmente Kondo despidiéndose para regresar una vez más con su esposa.
Luego de que la niña fue examinada por los especialistas, los presentes allí pudieron verla por primera vez. Otae se encontraba reposando ya que cuando fuese posible tendría que alimentar a su bebé. Una hora había pasado ya desde que Otae y Kondo tenían a su bebé en sus brazos, y Kagura aún intentaba comunicarse con Hijikata. ¿Qué está pasando? No me ha respondido en todo el día. - Pensaba la chica preocupada.
Cuando vio que Kondo salía un momento de la habitación no dudó en seguirlo para averiguar qué pasaba, mientras un par de hombres entraba en ese momento al hospital.
-Oi, Gori. ¿Dónde está Toshiro?. No me contesta el teléfono. Y ya me está preocupando.
-¿Ehh?. Ah sí. Es un poco complicado pero te contaré... Cuando me llamaste para avisarme lo del bebé estábamos a punto de ejecutar una operación que llevamos manejando desde hace meses. Es muy importante. Cuando Hijikata supo lo que pasaba con Otae me dijo que dejara todo en sus manos y que viniera. Ellos quedaron en avisarme lo que pasara pero aún no se han comunicado conmigo. El me pidió que te dijera que si se desocupaba a tiempo vendría contigo.
-Tenías que habérmelo dicho antes. No sabes lo preocupada que estaba Gorila.
-Hai, lo siento Kagu... - Kondo interrumpió al ver a Yamazaki y a Sougo acercarse a ellos
-Kondo-san, China.- Dijo como saludo. - Disculpa por venir a interrumpir tu momento familiar. Felicidades por su hijo.
-Gracias chicos por venir. No se preocupen no interrumpen nada. Veo que terminaron ya. Pensé que Toshi vendría con ustedes.
-Ah sí. Con respecto a eso... - Yamazaki se sintió cortado por tener que darles la noticia, sobre todo a Kagura.
-Oigan ustedes dos. Hablen. ¿Dónde está Hijikata?.- Inquirió Kagura más seria.
-Bueno, no lo sabemos. Estuvimos luchando un buen rato y cuando creíamos que todo había terminado fui a buscarlo pero no lo encontré. Solo hallé su katana. Lo siento. Lo más probable es que esos tipos se lo llevarán como rehén. Mis sospechas es que al ver que tenían la posibilidad de tomar al vicecomandante del Shinsengumi no la desaprovecharian, quizás desean intercambiarlos por el tal Kankuro.
-¡¿Qué?!. Eso no puede ser...- Decía Kagura angustiada.
-Tranquila Kagura. Debemos guardar la calma. Si Hijikata es ahora su rehén de seguro se comunicaran con nosotros para negociar.
-¿Qué sigue ahora Kondo-San?
-Bien. Avisa al cuartel que envíen a alguien hasta la prisión donde está ese Kankuro. Que se mantengan ahí hasta que les dé las siguientes instrucciones. Nosotros iremos hasta el Shinsengumi a esperar que nos hablen y a partir de ahí planificaremos. Por ahora iré a despedirme de Otae y la bebé.
-Un momento Gorila. -Le detuvo Kagura mientras sostenía su brazo. - Yo también iré. Yo más que nadie deseo recuperarlo, no pienso quedarme de brazos cruzados. Acabaré con todos si es preciso. - Declaró con determinación.
-Kagura...- Kondo lo pensó unos segundos, seria inútil tratar de evitar que ella fuera por Hijikata, aunque sabía que la Yato podría ser útil en esta situación. -Bien. Partiremos ahora.
-Está bien. Pasemos por mi casa, debo ir por mi parasol. No le digas a los chicos. Ellos que se queden mejor aquí acompañando a Otae y a la niña.
-Bien. Ustedes tres esperenme afuera.
Kondo fue hasta la habitación de su esposa y le explicó un poco la situación, pidiéndole que guardará discreción. Un rato después el grupo se encontraba en camino mientras los nervios no abandonaban a Kagura. Todos pasaron la noche pendientes de recibir algún comunicado sobre Hijikata sólo pudieron descansar por poco tiempo. El alba llegó y con ella la organización en el Shinsengumi ante el posible intercambio de Kankuro por el vicecomandante.
Ya cerca del mediodía recibieron una llamada muy esperada hasta ahora. Todos se encontraban atentos, incluso Nobume y Matsudaira ya estaban allí. La chica había intercedido ante la princesa para solicitar la excarcelacion del criminal de ser necesario a cambio de la vida de Hijikata, a lo cual Soyo-hime accedió.
-Kondo Isao, imagino que ya sabrá quienes somos. La noche de ayer ustedes irrumpieron en nuestra guarida. Dieron de baja a varios de mis hombres e hicieron que mis planes se retrasarán. También supongo que saben que queremos negociar. Si todo sale bien y nos entregan a Kankuro-sama les entregaremos a su Vicecomandante. De ustedes depende que les llegue en buenas condiciones.
-Está bien... Pero primero, pasenme a Hijikata necesito saber que está bien.
-Claro.
-Kondo-san... No se preocupe por mí, no se le ocurra soltar a ese maldito. No negocien con esta gente.
-Toshi. ¿Estás loco?. No te dejaré morir así. - Exclamó Kondo mientras el hombre retomaba la llamada.
-Bien, entonces ¿Qué dice?. ¿Tenemos un trato, sí o no?
-... Sí, claro. ¿Cuáles son los términos?.
-Bien. Nos veremos esta noche a las 19:00, al sur cerca de las afueras de Edo, el punto de encuentro será en una estructura abandonada en la calle 34. Sólo podrán estar presentes 5 de mis hombres y 5 de los suyos. Creo que es lo justo.
-Entendido.- Fue lo último que alcanzó a decir Kondo antes de que la llamada se cortara.
-Gorila... Es hora de planear todo. Si hacemos las cosas bien quizás podamos matar 2 pájaros de un tiro. Podríamos salvar a Hijikata y atrapar a todos esos locos de una buena vez. Sólo debemos organizarnos bien.- Mencionó Kagura.
-Quizás sea factible. Bien, primero decidiré quienes irán conmigo. Sougo, Nobume, Shimaru, Yamazaki y yo entregaremos a Kankuro. Kagura había pensado en que te infiltraras. Una vez que tengamos asegurado a Hijikata tu entrarás y atacarás. Trata de derribar al mayor número posible. También debemos considerar que hayan más de ellos en los alrededores, por lo que mantendremos a un grupo algunas calles de allí. Listos para apoyar si es necesario. No tenemos mucho tiempo para afinar detalles así que, si es necesario improvisen, pero con cautela.
-Hai. - respondieron todos.
-Sougo ve a la prisión con Nobume y encárgate de la salida de ese hombre. Cuando se acerque la hora iremos con ustedes.
Unas horas después aunque todos se encontraban nerviosos por lo que pasaría esa noche, la determinación en ellos no menguaba. Aunque nadie estaba más feliz que Kankuro quién sonreía complacido ante la situación. Mientras todos se dirigían al punto de encuentro, Kagura también lo hacía pero a la distancia, intentando no ser descubierta.
Hijikata se encontraba por su parte en una pequeña habitación pobremente iluminada, sus manos y pies atados, su ropa y piel cubiertos de sangre seca y sudor. El dolor de cabeza había disminuido un poco pero aún se sentía aturdido. A estas alturas pensaba que moriría dentro de poco a mano de esos hombres, pero los planes de esos tipos eran otros y no desaprovecharian la oportunidad de recuperar a su ahora líder. Sabía también que Kondo no se quedaría de manos cruzadas y trataría de hacer todo lo que pudiera por salvarlo.
-Toshiro, espérame. Iremos por ti. Aguanta un poco más.- Decía para sí misma una ansiosa Kagura, sin que su acompañante en el vehículo la escuchara. - Si tengo que matar a todos por traerte de vuelta lo haré.
