Cap.3

Ren se puso la chaqueta del traje estirando enseguida las solapas con bordados dorados hechos a mano. Comenzó a pasar los botones de oro con incrustaciones de diamantes por cada ojo con total paciencia, preocupándose de no arrugar la tela blanca.

Tres días habían pasado acelerados, no había asistido a la compañía por las tardes, ya que estaba demasiado ocupado planeando el gran evento.

—Señorito Ren, se ve divino —lloriqueaba Bason observándolo en su traje nupcial.

—¿Cómo siente la espalda? ¿no le queda ajustado? — preguntó la modista.

—Está bien, me siento cómodo.

—Perfecto, entonces lo dejaré para que se lo quite. En caso de cualquier petición sobre el traje, hágamelo saber —dijo la mujer, saliendo de la habitación.

—¿Necesita algo más, señorito? —habló su espíritu acompañante.

—No por ahora, gracias Bason —se volteó hacia el espejo.

—Bueno, me retiro —sin más, desapareció.

Toda su familia estaba vuelta loca con los preparativos de la boda, corrían de aquí allá planeando cosas a lo grande, solo para que cuando se las contaran él rechazara todo. No tampoco quería algo tan llamativo y su novia, solo querían una ceremonia pequeña y agradable. No pedía más.

Se miró otra vez en el espejo de cuerpo completo. A su mamá se le había ocurrido aquello del traje con oro y diamantes, siempre lo convencía de comprar cosas exageradas y luego se arrepentía.

Pero lo hizo ver bien, era un traje que se amoldaba perfecto.

Su mamá había comentado que su trasero lucía muy redondo y levantado con este traje. Quiso reír al pensar en eso. Recordaba que cierto sujeto de pelo celeste todo el tiempo parecía encantado con su trasero.

ALTO AHÍ.

Negó con la cabeza.

Ahí estaba otra vez, sus pensamientos sobre Horo que no paraban de atacarlo en estos días. ¡Todo le grababa a él!

Los días fríos; "Ay, eran los favoritos de Horo"

Si iba por comida deliciosa; "Ay, a Horo le gustó comer cosas deliciosas"

tomaba agua; "Ay, Horo también tomaba agua"

¡Qué pesado era su subconsciente!

—Toc, toc —dijeron desde la puerta.

Volteó a ver encontrándose con su hermana parada junto a esta.

-Jun.

-¿Cómo estás? —la chica entró a un paso calmado y de brazos cruzados.

—Bien, tranquilo y nervioso al mismo tiempo. No tiene sentido.

—Para mí sí lo tiene —sonrió, tomando asiento en un sofá para uno.

—No creí que la boda llegaría tan rápido, solo faltan dos días —frotó sus manos.

—Si, el tiempo vuela. Te aseguro que no te darás ni cuenta cuando ya estén viviendo juntos y lleven años de casados —mencionó Jun.

—Uf, pensar en el futuro me hace doler el estómago —se tomó la barriga. La verdad es que no sabía cómo le contaría a sus amigos ya él.

—Ren, quería pedirte disculpas —habló su hermana.

—¿Disculpas? ¿Y eso por qué?

—Por molestarme y meter mis narices en tus asuntos. Tu relación con Jeanne es solo asunto tuyo, yo no debería haberte dicho todo eso sobre… tú sabes quién.

—Um, b-bueno —se avergonzó por la mención a su ex —. Si te soy sincero, no me retractare de la decisión que tomé, pero…

-Está bien. No debes hacerlo.

—Pero no puedo dejar de pensar en él. Todo el día, todos los días pienso en el tiempo que estuvimos juntos, en las cosas que hacíamos, los momentos divertidos, en todo —tomo su cabeza frustrado y se sentó en el otro sofá—. Necesitaba decidirse por alguien.

Jun cerró los ojos y suspiró. Era algo que ya suponía.

—Ya veo, aún está presente en tus pensamientos, algo inevitable, creo —puso una expresión de tristeza al verlo así—Incluso piensas en él cuando estás con Jeanne?

Ren hizo silencio y miró hacia abajo. Jugueteó con sus dedos incómodos.

—A veces —dijo con culpa.

Para ella estaba más claro que el agua que su hermano seguía perdidamente enamorado de Usui. Le dolía ver todo lo que estaba haciendo.

—Escucha, la mente es algo que no puedes controlar. Mientras más dices "no quiero pensar en eso" "no voy a pensar en eso" acabas pensándolo el doble. Así que, si llegan a tu mente solo déjalos, que fluyan, tú solo sigue con lo que estabas haciendo y como vienen se irán. Probablemente no puedas dejarlos ir ahora, pero habrá un día que te vas a despertar y ya no llegarán más. Al final de cuentas, así es como se olvidan antiguos amores.

Ren abrió los ojos al escuchar aquel consejo. Asintió con la cabeza.

-Tienes razón. Todo es un proceso.

—Así es, tiempo al tiempo —Jun tomó las manos de su hermano.

—Gracias. Necesitaba desahogarme.

—Bueno, cualquier otra cosa, déjamelo a mí —sonrió.

—Lo haré, hermana —le devolvió el gesto.

Hao los observaba parado frente a ellos de brazos cruzados, rodó los ojos con asco al ver la escena.

¿Así era como solucionarían todo? "¿Tiempo al tiempo?"

—Tiempo al tiempo mis pelotas —reclamó por lo bajo.

Él esperaba ver caos, llanto y corazones rotos.

Salió hacia los pasillos de la mansión Tao sin importar que estaba lleno de gente, de todas formas, no era visible para nadie más, a menos que él quisiera ser visto, claro.

Lujitos de ser el Shaman King.

Entró a otra habitación traspasando la puerta. Ahí dentro estaba Jeanne con Lyserg y la modista. La mujer entallaba el traje de la joven.

—Se ve muy hermosa señorita Jeanne —dijo Lyserg con educación.

—Estoy de acuerdo, se ve bellísima —apoyo la modista.

—Ustedes son muy amables. Es todo gracias a este maravilloso vestido, señora Mei —halagó la doncella obsequiándole una sonrisa.

Hao enarco una ceja.

¿Por qué hablaron todos de esa forma tan formal y sosa?

Movió la cabeza a ambos lados. También le daban asco.

Le sorprendí que Lyserg aún fuera tan cerca de Jeanne. Parecían muy buenos amigos, por algo él la estaba acompañando los días previos a la boda.

Bufo observando la escena.

Que aburrido estaba.

Volvió a la habitación de Ren a ver si había algo interesante de ver. Lo encontró otra vez observándose frente al espejo.

—¿Es que tanto se ama este tipo? —habló mirándolo de cerca.

De pronto los pensamientos del chino cruzaron su cabeza. Sonrió al notar que estos si eran entretenidos. Se meteria en su cabeza por unos instantes.

Ren apretó sus labios miraba mientras su reflejo. Un recuerdo de aquel entonces había llegado a él al observarse.

Horokeu siempre había sido su compañero, uno de peleas, de bromas, de conversaciones. A simple vista todos creían que se odiaban, pero al pasar un rato con ellos entendían que así era la forma en que se llevaban y ya. Podían notar que en realidad se apreciaban mucho.

Aprecio. Aquel aprecio y amistad se habían ido transformando con el tiempo, cambiando el significado de "amistad" cuando tenían quince años.

Lo recordaba con claridad, la primera vez que ambos habían tomado conciencia de que algo entre ellos era diferente, de que se hacían sentir cosas sensibles.

...

Ren se terminaba de poner sus ropas de combate, arreglándose para ir a entrenar.

Iban a ir junto al equipo "The Ren", para juntarse con los demás, pero Chocolove se les había adelantado, diciendo que quería recorrer el lugar.

Horo habia dicho que el lo esperaria. Esto lo había hecho feliz, porque esperaba una respuesta así de su parte, aunque la mayoría del tiempo discutían, desde aquel accidente que le había dado muerte momentánea a Ren algo entre ellos había cambiado. Eran más cercanos que antes y de cierta forma el trato que tenían entre ambos era más… ¿íntimo?

—¿Estás listo? — Horo preguntaba entrando a la habitación, viendo como el chino estaba frente al espejo.

—Si, solo me falta abrochar mi chaqueta —cerró el cuello de esta, la cual de todas maneras era muy reveladora, dejando un triángulo al descubierto en su pecho y parte de su estómago a la vista.

Horokeu lo saltó, escudriñándolo de arriba abajo intentando ser sutil. Hace tiempo había notado las ropas que le gustaban usar a Ren. No entendía por qué, pero últimamente le parecían todas un poco… ¿sexys? O al menos ante sus ojos de adolescente con hormonas alborotadas, lo eran.

Sabía que estaba mal mirarlo así, pero a veces sus ojos actuaban por sí solos.

Fijó su vista en sus caderas, un poco más abajo de estas había un espacio con forma de rombo abierto a cada uno de los lados, donde dejaba apreciar a la perfección bastante de la piel de esa zona y más de una vez había visto sin querer más de lo que esperaba.

Tragó con dificultad.

De pronto se dio cuenta que los ojos de Ren lo miraban perplejo a través del espejo.

—¿Por qué me estás mirando de esa forma maldita, Horokeu?! —cuestiono dándose vuelta para enfrentarlo con las mejillas algo rojas. Nunca, nadie lo había observado así.

—¡N-No es lo que piensas! —levantó las manos en señal de inocencia sintiéndose arrepentido por mirar así a su amigo.

—¡¿Entonces qué?! Dios, fue casi como si —de pronto toda su cara enrojeció —me estaba desnudando con los ojos.

—¡AAAAAAAA! —Horo grito soltando humo por las orejas por lo caliente que se había tornado su rostro. La vergüenza que le habían dado aquellas palabras no tenían explicación —Discúlpame, lo siento, no quería incomodarte, pero es que— —se quedó en silencio, sin saber si decir o no.

-¡¿Qué?! ¡Dímelo de una vez, maldito!

—¡Es que, tú!

—¡¿Yo qué?! ¡¿Tienes algún problema?! —Ren lo tomó del pecho amenazante.

—Lo que pasa es que tu ropa me… AAAAAY… ya! —retrocedió unos pasos, mientras el chino se le seguía acercando amenazante.

— ¿Mi ropa?! No entiendo, ¡¿de qué hablas, Horo?!

—¡Tu ropa me pone caliente! ¡¿si?! —tapo su cara con ambas manos—. Mierda, en serio no quería decirlo —bajo su voz avergonzado.

La cara de Ren se encendió como semáforo al escuchar aquella declaración. Su estómago se apretó y ocultó una sonrisa con sus manos.

—¿Q-Qué estás diciendo tan repentinamente, bastardo?! —le dio un golpe en el brazo.

—¡Yo no te lo quería decir! AGH ¿para que me insista? —desvió su mirada con las mejillas rojas —Lo siento por eso, no pude controlarlo, no te volveré a mirar.

Ambos se quedaron en silencio, sin moverse de frente al otro. Se sintieron incómodos.

—JÁ ¿Así que, es solo la ropa? Te pondrías caliente con cualquiera que vista así. No tiene nada de especial —soltó Ren con una inevitable molestia en su voz.

—Pero es que eres tú y AY ¡Me has pillado volando bajo, lo siento! ¿Si? No fue mi intención ¡lo siento!

Ren tapó su rostro con ambas manos, sintiéndose tan rojo como un semáforo. Él había dicho "pero es que eres tú".

¡¿Cómo carajo debe tomarse eso?!

—¿Entonces si fuera otra persona no te pasaría nada?

—No, claro que no, ahí tienes a los otros chicos con sus trajes o Anna con sus mini vestidos y ni uno me da nada.

—Entonces, ¿por qué yo sí? —Ren se animó a un poco más a Horo. Estaba demasiado curioso.

—Sinceramente, no sé. Desde hace un tiempo que me pasa solo contigo...

Ambos se miraron a los ojos por unos segundos, para inmediatamente voltear la vista en direcciones opuestas.

—Ya basta. Solo estás diciendo tonterías —susurró el chino sin querer aceptar la posibilidad que más se le acercaba.

—Eres muy bonito —confesó inconsciente. Horo bajo sus ojos hasta la cintura de su amigo, pero enseguida la subió, reprendiéndose otra vez —. El color de tus ojos, también me gusta… me pareces atractivo… —susurró.

Se arrepintió enseguida por confesar aquello. Tapo su boca con los ojos abiertos, no sabía por qué se lo había dicho.

Ren trago espantoso. No entendía qué era lo que estaba sucediendo. Además, su cuerpo había comenzado a arder al escuchar la voz de su amigo confesar esas cosas.

Esto era malo.

Se dio vuelta hacia el espejo otra vez,con el corazón latiendo a mil por los recientes cumplidos. No sabía que Horokeu podía decir cosas tan provocativas y además, sin darse cuenta. Debía ser por su sinceridad.

—¡D-Dime algo que no sepa! Ya sé que soy atractivo —soltó intentando parecer desinteresado, pero ambos sabían que estaban nerviosos y sonrojados.

-¡PUAJ! Era mentira. ¿Quién podría encontrarte atractivo? —dijo el de pelo celeste acercándose al chino por atrás, mirándolo a través del espejo. Ambos se observaron con la respiracion acelerada.

Con inseguridad aparte unos cabellos de la oreja de Ren, pasando la punta de su nariz por el lóbulo de este, haciéndolo erizar. Repentinamente le habían dado ganas de sentir su aroma, así que solo se le había acercado sin pensarlo.

El corazón de ambos comenzó a latir sonoro, bombeando calor a toda la red que se prolongó por sus cuerpos.

Ren cerró los ojos, disfrutando aquella respiración fría invadiendo cerca de su cuello. Escuchó como tragaba saliva con dureza, haciéndolo sonreír. Se preguntaba qué estaría sintiendo Horo.

Se dio vuelta a verlo, sus rostros estaban realmente cerca. El chico Ainu lo miró de una forma tan intensa que inmediatamente el cuerpo esbelto de Ren reaccionó, acalorado y anudando su estómago. Sonrió con una felicidad palpable.

—No me mires así frente a todos, o te daré un zape —le dijo con una diversión que abordó la coquetería.

—No te aseguro nada —respondió Usui con voz grave, haciéndolo soltar una risita satisfecha.

La tensión era excesiva, el ambiente se sentía tan caliente que Ren sentía que si ambos seguían en la misma habitación en este momento terminarían haciendo cosas que los distraerían de su objetivo y entrenamiento.

Guiado y fastidiado por su conciencia, avanzó hasta la puerta tocando la espalda. Se sintió confundido, no entendía como habían llegado a esta conversación, pero le había gustado.

Se dió vuelta a mirarlo con su semblante confiado.

—Horo, pero en privado… mírame todo lo que quieras —dijo saliendo de la habitación, dejando a un joven Ainu al borde de un derrame nasal.

...

Ren apoyó la mano en su reflejo.

Ese día había sido donde todo había comenzado, su coquetería silenciosa, aquellos toqueteos por las noches cuando les tocaba compartir habitación, sus roces de manos siempre que podían, sus miradas pícaras en medio de cualquier conversación, sus besos desesperados, hambrientos y húmedos ante el mínimo instante que se quedaran solos… era impresionante lo caliente que te ponían las hormonas.

Sonrió un poco ante esto, mientras tocaba sus labios, sumido en sus pensamientos.

—Esos besos…

Dios, sus besos, eran los mejores. Sobre todo los de aquel entonces, donde solo eran un par de adolescentes calenturientos tocándose y devorándose donde sea que encontraban un rincón escondido de sus amigos.

No entendía cómo sus amigos no se habían dado cuenta si ambos salían de los baños o de las termas juntos, con marcas delatoras en sus cuerpos. Si incluso los hubieran pillado con la ropa mal puesta y sus cabellos alborotados en mas de una ocasión, sobre todo cuando estuvieran en plena de sus sesiones de juegos anteriores, frotando sus intimidades tipo sexo con ropa y llegara alguien de la nada, así que enseguida tenian que fingir que estaban peleando.

Esto lo hizo soltar una carcajada.

Tantas cosas que habían pasado juntos. Y ahora tenía que dejar eso atrás. Hacer a un lado todos aquellos recuerdos o no lo dejarían avanzar.

El problema es que lo había intentado en más de una oportunidad.

Suspiró con molestia, apretando su tabique. Sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas.

Solo seguiría el consejo de su hermana e ignoraría sus pensamientos.

Pronto olvidaría a su ex. De eso se tenia que convencer.

Hao sonrió con burla al saborear todas aquellas memorias que habían cruzado por la cabeza de Ren.

—Como dije, diminutos —expresó Asakura con superioridad. Metió sus manos a la yukata dejándolas reposar ahí con calma —. Mi próximo destino será Hokkaido.


Gracias por leer! Espero les haya gustado 💖

Ren está pasando por una situación difícil, pero él está convencido de que lo correcto es olvidar a Horo uwu

¡Que tengan una buena semana!