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Capítulo 44
— Lady Dibella te ha bendecido con una habilidad muy inusual, Dovahkiin. Estoy segura de que con ella lograras encontrar el amor. —
Senna a Edzard luego del incidente de Sanguine. 201 4E
El cielo de la mañana estaba despejado, mostrando que era un dia caluroso. Mientras una suave brisa soplaba, Marie caminaba por las calles de uno de los barrios de Kioto. Había dejado la casa que su familia había comprado en la ciudad. La nueva casa era una mansión japonesa tradicional de aspecto antiguo. La casa era lujosa y tenía varias habitaciones, seis baños normales y dos baños tradicionales japoneses. Uno de esos baños era usado por la familia actualmente y el otro sería usado cuando vengan visitas y tuviesen que separar los baños entre géneros. A diferencia del palacio donde vivía normalmente, por ahora estaba sola con sus padres en la casa, ya que el resto de su extraña familia estaban en otros lados.
Marie continúo caminando por las calles repletas de gente mientras miraba todo lo que había por allí. Mientras caminaba y exploraba las tiendas, había terminado por separarse de sus padres, con quienes había salido a pasear. Si bien, muchos la miraban raro por estar caminando sola, ella no les prestaba atención. Por lo que, continúo caminando tranquilamente hasta que llego a un parque donde vio a muchos niños jugar juntos. Poniendo una sonrisa en su rostro comenzó a caminar hacia ellos; sin embargo, cuando dio unos cuantos pasos, vio a una niña sentada en uno de los columpios.
La niña tenía el cabello de un tono dorado rubio, el cual estaba peinado en una cola de caballo. Los ojos de la niña eran dorados. Ella vestía un traje de Miko con sandalias getas altas y tabis blancos. En las mangas del haori de su traje había un pentagrama gigante en forma de estrella roja, el cual estaba rodeado de cinco pentagramas más pequeños entre los puntos vacíos del grande.
Marie se detuvo y vio que la niña tenía una mirada triste en su rostro. Confundida por la mirada en la niña, Marie comenzó a acercarse lentamente a ella.
"Disculpa, ¿Te sientes bien?" preguntó Marie cuando llegó al lado de la niña.
La niña levantó su vista y miró a Marie. Los ojos dorados y verdes se cruzaron y por un segundo el viento cambio. De la nada, ambas niñas vieron a versiones más adultas de sí mismas caminando tomadas de las manos, mientras eran acompañadas por muchas personas. Muchas de estas personas tenían los ojos verdes, pero sus cabellos variaban de color.
'¿Qué fue eso?' pensó Marie confundida mientras sacudía su cabeza. Cuando terminó de hacerlo, vio que la chica frente a ella también hacia lo mismo.
La chica miró a Marie con confusión, haciendo que la pequeña dragona la mirase ladeando la cabeza. "Eto… ¿Tengo algo en la cara?"
La chica parpadeo y negó con la cabeza.
"Ya veo." Dijo Marie soltando un pequeño suspiro. Luego puso una sonrisa amistosa en su rostro y volvió a hablar. "Me llamo Marie Argento Cumberland Edzarddottïr. ¿Cómo te llamas tu?"
La chica parpadeó con asombro, pues nunca había escuchado un nombre tan largo. Sin embargo, pese a su sorpresa, puso una sonrisa y respondió. "Me llamo Kunou."
"Un gusto conocerte Kunou. ¿quieres jugar conmigo a algo?" preguntó Marie con una sonrisa.
Los ojos de Kunou brillaron de emoción y asintió.
Ambas niñas comenzaron a jugar en todos los juegos que había en el parque. Mientras juagaban, se iban contando su vida. Marie aprendió que Kunou era la hija de una sacerdotisa llamada Yasaka, quien, por el trabajo, había estado muy ocupada recientemente y no había podido pasar tanto tiempo con su hija. Kunou, por su parte, aprendió que Marie era la primera hija de una joven familia y que ella tenía dos años, casi llegando a tres. Este pedazo de información hizo que ella se sorprendiera mucho, pues la niña no actuaba como alguien de acorde a su rango de edad. Sin embargo, pese a eso, decidió ignorar esa información y siguió jugando con la pequeña.
Las niñas siguieron jugando sin tener en cuenta el tiempo y cuando se dieron cuenta, pudieron ver que ya el sol estaba en todo lo alto, mostrando que ya era mediodía.
"Parece que tenemos que volver a nuestras casas." dijo Kunou mirando al horizonte con un poco de tristeza, ya que se la había pasado muy bien jugando con Marie.
Marie asintió, pero luego recordó algo importante. No sabía cómo volver a su casa, ya que no conocía las calles de esta ciudad. Sin embargo, decidió no pensar en cómo volver, pues era posible que sus padres la estuviesen buscando. Sabiendo que ambos podrían encontrarla fácilmente, la joven dragona comenzó a mirar el horizonte sin preocupaciones. Mientras miraba hacia donde estaban algunas tiendas, ella logró oler el aroma de su madre acercándose. Así que, levantando la cabeza, vio como ella llegaba al parque.
Asia caminaba hacia el parque donde sabía que su hija estaba jugando. Sus pasos eran tranquilos, pues sabía que su pequeña estaba a salvo. Ella se había preocupado por que su hija estuviese sola por las calles de Kioto, pero Edzard le había dicho que ella estaba bien. Las palabras de Edzard no la tranquilizaron en lo absoluto, más bien la hicieron enojar un poco. Sin embargo, ella se calmó cuando recordó que las ropas de Marie solían estar encantadas para transportarla a su lado si algo pasaba. Los únicos momentos en que eso no pasaría seria cuando ellos estuviesen en medio de una lucha. Por eso, tras calmarse, ella y su esposo se fueron a caminar un poco por la ciudad, para así darle bastante tiempo de juego para su hija.
'Estuve a punto de crear la segunda gran pelea en mi matrimonio.' Pensó Asia con un poco tristeza, pues si ella no hubiese recordado sobre los encantamientos, era muy posible que hubiese terminado lanzándole una bola de fuego a su esposo por el enojo. Pero por fortuna eso no sucedió.
Tras aquellos pensamientos, se concentró en su tarea actual, recoger a su hija para llevarla a casa a comer. Así que, luego de doblar por una esquina, al fin llegó hasta el parque donde Edzard le dijo que estaba Marie. Sus ojos se posaron en su pequeña hija, y vio que no estaba sola, pues había una niña a su lado. Al verlas juntas, ella comprendió que ambas niñas habían estado jugando juntas, por lo que puso una sonrisa y se acercó a ellas.
"Marie." Dijo Asia con voz amorosa mientras se acercaba a su hija.
"¡Mamá!" gritó Marie mientras corría hacia su madre y luego daba un gran salto hacia ella.
Asia atrapó a su hija y la hizo girar unos momentos.
"Me tenías preocupada, Marie." dijo Asia con un ligero tono de reproche, pero al final solo sonrió. Su pequeña hija había heredado el espíritu aventurero que tenía su padre.
"Lo siento, pero estaba aburrida en el paseo y por eso salí a explorar un poco esta ciudad." Dijo Marie bajando la cabeza.
"Lo se. Pero debiste de avisar."
"Entiendo." dijo Marie, quien luego miró a su amiga y la vio con una sonrisa triste en el rostro. Así que, tomando de la mano a su madre, Marie tiró de ella y la acercó a Kunou.
"Madre, te presento a Kunou, estuve jugando con ella hoy."
"Ya veo. Gracias por jugar con mi hija, Kunou-san. Me llamo Asia Argento Cumberland." Dijo Asia con voz amable mientras le hacia una pequeña reverencia a la niña.
"Un gusto en conocerla, Asia-san." Dijo Kunou haciendo una reverencia en respuesta a la de Asia. La niña había hecho un gran esfuerzo para no mostrar la sorpresa que sentía al ver lo joven que era la madre de su amiga.
Asia puso una sonrisa al ver lo educada que era Kunou, pero luego se percató de algo.
"Kunou-san. ¿Tus padres no vendrán a verte?" preguntó Asia al ver que no había nadie que coincidiera con los rasgos de la niña en todo el parque.
La pequeña niña bajó la cabeza con tristeza. "No. Mi Hahaue no está aquí, está ocupada con su trabajo."
Asia miró a Kunou con tristeza tras aquella respuesta. Luego de pensar unos segundos, puso una sonrisa amable, pues terminó por escuchar gruñir el estómago de la pequeña.
"Parece que tienes hambre, Kunou-san. ¿Quieres venir a comer algo a nuestra casa?"
Kunou miró a Asia y trató de negar, pero terminó aceptando al ver que Marie la miraba con los ojos brillando de emoción.
Tras aquello, el grupo de tres mujeres caminó tranquilamente por las calles de Kioto hasta que finalmente llegaron a la casa de los Cumberland en la ciudad.
Kunou miró la casa asombrada, ya que nunca esperó que Marie y su familia tuviesen una casa tan grande. Si bien la casa era pequeña en comparación con el palacio en que vivía, no dejaba de ser una mansión muy grande para los estándares humanos.
El grupo de tres personas entró por la puerta principal y dejando su calzado en la entrada, caminaron por todo el lugar.
"El almuerzo estará listo en unos cuantos minutos. Así que, vayan a jugar por allí un momento, vale." Dijo Asia mientras caminaba hacia la cocina.
Marie asintió y tomando de la mano a Kunou, decidió mostrarle la mansión.
Kunou caminaba junto a Marie, quien acaba de terminar de darle un recorrido por la parte interior de la mansión.
"Y finalmente, te mostraré el patio." Dijo Marie señalando una puerta doble.
Cuando abrieron la puerta, Kunou se quedó quieta sin poder moverse. Esto no se debió al hermoso jardín repleto de flores exóticas, no, lo que la dejó helada fue el joven que estaba de espaldas a ellas. Este joven vestía solamente un par de pantalones negros holgados y sandalias negras. En sus manos estaba una katana con una tsuba formada por serpientes que se entrelazaban entre sí mismas. Al verlo, Kunou sintió tres cosas al mismo tiempo en su cuerpo. Primero, asombro, pues el hombre tenía un ligero parecido a Marie, demostrando que él era el padre. Segundo, fascinación por la forma en que movía la katana, ya que los movimientos eran elegantes, rápidos y desprendían un ligero sonido que hacía que ella creyese que estaba escuchando la lluvia golpear el suelo. Sin embargo, el sonido cambio de repente y los movimientos comenzaron a volverse más rápidos y furiosos, haciendo que el sonido cambie a uno similar a un ventarrón de gran fuerza. Tercero, lo último que sintió Kunou al ver a ese joven fue miedo, pánico y un deseo de huir de allí para salvar su vida.
'¿C-c-cómo puedes estar tranquila sin que te afecte el aura de esta persona?' pensó Kunou con asombro al ver a Marie sonreír sin mostrar signos de miedo.
"¡Papá!" gritó Marie mientras corría hacia su padre.
El joven giró la cabeza y Kunou pudo ver su rostro y el resto de su cuerpo. Un sonrojo apareció en el rostro de Kunou, pues el joven era apuesto. Aunque, también siente un escalofrío recorrer su cuerpo, ya que el padre de Marie tenía el pecho lleno de cicatrices de todo tipo.
Kunou vio a su amiga dar un gran salto y ser atrapada en el aire por su padre, quien había dejado caer su katana. Aquella imagen hizo que la pequeña kitsune sintiera celos, ya que nunca había tenido ese tipo de interacción con su padre, pues nunca lo conoció y su madre no hablaba de él.
"Marie." dijo el joven con voz grave y un poco cansada, pero que contenía mucha alegría. Además, había una sonrisa amable en el rostro del joven.
"¿Qué estás haciendo, papá?"
"Solo estoy practicando mi variante personal de Rawlith Khaj."
'¿Rawlith Khaj? ¿Qué es eso?' pensó Kunou con curiosidad, pues unca había escuchado esas palabras.
"Ya veo. Por cierto, papá, quiero presentarte a una amiga, se llama Kunou." Dijo Marie mientras señalaba a Kunou.
"Ya veo."
Kunou vio como el padre de su amiga se acercaba y cuando estuvo frente a ella, le hizo una pequeña reverencia se presentó.
"Un placer conocerte, Kunou. Me llamo Edzard Cumberland Rolandson." Se presentó Edzard con una sonrisa en el rostro.
"Un gusto conocerlo, Edzard-sama." Dijo Kunou de manera rígida, pues se sentía un poco incomoda al estar cerca de Edzard.
Edzard puso una sonrisa amable en su rostro, pero por dentro estaba que fruncia el ceño, ya que el olor de Kunou era muy raro en todos los sentidos. De hecho, era similar al de Kuroka y Koneko, la única diferencia es que ella olía a zorro y no a gato.
'Parece que es un Youkai, un Kitsune para ser más exactos.' Pensó Edzard recordando lo que había leído en los informes que le mostró Azazel antes de que llegase a Kioto. A pesar de que estaba tentado a usar el hechizo «visión del décimo ojo», decidió no hacerlo, ya que ellos estaban aquí sin haberse notificado al líder de los Youkai de Kioto. 'Sería muy problemático si hago algo estúpido que nos meta en problemas. Lo mejor será no hacer nada por ahora.'
"Parece que te ha llamado la atención mi entrenamiento, ¿no es así, Kunou?" preguntó Edzard, tratando de crear una conversación que haga que Kunou no se dé cuenta de que ellos pertenecían al mundo sobrenatural. Aunque, también lo mencionó porque se dio cuenta de que lo miraba con curiosidad en el momento en que la vio antes de que se presentase.
La joven Kitsune dejó de estar tan rígida y asintió con entusiasmo. "Así es. ¡Es increíble! ¡Nunca vi ese estilo de lucha!"
"Ja, ja, ja. Ya veo. De hecho, es una variante de un estilo de lucha usado en mi tierra natal."
"¿Variante?" preguntó Kunou con curiosidad.
"Así es. El Rawlith Khaj original no se usa con una katana, sino que se hace con espadas cortas. Recibí un pergamino con los katas básicos como regalo de bodas por parte de unos amigos. Usando eso como base, creé un estilo que me permite usar una katana. Aunque también tengo una variante personal del Zhan Khaj, el cual me permitirá usar dos katanas." Respondió Edzard dejando a Marie en el suelo. "¿Quieren verme usar ambos estilos?"
Kunou y Marie se miraron y sonriendo asintieron. Esto hizo que Edzard pusiera una sonrisa y tomando una segunda espada Akavir, comenzó a usar su variante del Zhan Khaj. Tal y como significaba su nombre en Tangra, los movimientos de Edzard eran rápidos y simples, pero mantenían una gracia natural, haciendo que Kunou escuchase un silbido similar al de una tormenta de aire. Los movimientos eran tan coordinados que había momentos en que ambas espadas hacían un ataque que obviamente era imparable y letal, el cual causaría la muerte instantánea de su oponente.
Ambas niñas continuaron viendo a Edzard entrenar hasta que sintieron que alguien entraba por la puerta. Desviando la mirada, vieron a Asia entrar mientras se secaba las manos con un mantel.
"La comida ya está lista." Dijo Asia mientras se aceraba a las chicas.
Marie y Kunou se miraron y rápidamente se fueron a lavarse las manos.
Al ver que estaba sola con Edzard, Asia comenzó a acercarse a su esposo. Sus pasos eran lentos, pero seguros. Cuando estuvo a punto de tocar a su esposo en el hombro, lo vio dejar de practicar con sus espadas.
"Ed, la comida ya está lista." Dijo Asia mirando como Edzard usaba magia de conjuración para hacer desaparecer sus espadas.
"Gracias, Asia." Dijo Edzard con una sonrisa un poco cansada para luego acercarse a su esposa y darle un beso en los labios.
"Parece que nuestra pequeña ha hecho una amiga." Dijo Edzard cuando se separó de su esposa.
"Si, la pequeña Kunou parece ser una buena niña." dijo Asia con una sonrisa.
"Eso espero, pero hay algo raro en ella." dijo Edzard para luego contarle sus sospechas a su esposa.
Asia se llevó una mano a la barbilla y comenzó a pensar en las palabras de su esposo.
"Puede que sea verdad. Pero no creo que sea malo para Marie tener una amiga de otra raza."
"Tienes razón. Solo espero que esta amistad sea algo bueno para ellas."
Asia asintió para luego taparse la nariz. Comenzando a sonreír, decidió darle unos golpes suaves a Edzard con el mantel. "Apúrate y ve a lavarte. Apestas."
Edzard rio unos segundos y se fue al otro baño a asearse rápidamente.
El comedor era una habitación amplia, la cual tenía una mesa redonda en el centro y como sillas había algunos cojines. El resto de la habitación tenía tatamis como piso y paredes. Las paredes estaban decoradas con algunos tapices muy coloridos, mientras algunos muebles como esquineras y estantes.
Kunou miraba la comida completamente asombrada, pues la mesa del comedor estaba repleta de comida. Los platos que componían la comida eran guisos de res, de pollo, de cerdo, arroz blanco, ensaladas de verduras crudas y de verduras hervidas.
"Vamos, Kunou-san. Come cuanto quieras." Dijo Asia con una sonrisa mientras comenzaba a comer un plato lleno de arroz con un poco de guiso.
Kunou miró con un poco de miedo la comida, pero rápidamente miró a su lado y vio a Marie comer con sus palillos para niños. Su mandíbula se descuadró un poco al ver como Marie comía rápidamente la comida y ella no era la única, pues sus padres también comían con rapidez. A pesar de comer con velocidad, ninguno de ellos desperdiciaba comida, de hecho, comían con gracia y dignidad.
Tragando un poco de saliva, la joven kitsune comenzó a comer. Llevando sus palillos hasta un plato con guiso de res, tomó una pieza y lentamente se la llevó a la boca. Sus ojos se abrieron cuando sintió el sabor de la comida en sus papilas gustativas.
"¡Esta muy rico!" gritó Kunou emocionada, para luego comenzar a comer alegremente la comida. Estaba tan sumida en comer la comida, que se no percató que los ojos de Edzard se volvieron dorados mientras la miraba comer. Esto duró unos segundos, donde luego de aquello, Edzard volvió a tener los ojos verdes y comenzó a comer tranquilamente la comida.
El cielo estaba pintado de color naranja mientras Edzard, Marie, Asia y Kunou se dirigían hacia la casa de la joven kitsune. La niña había estado jugando con Marie por toda la casa durante horas después de comer. Habían jugado tanto tiempo que ninguna se había dado cuenta de que ya era tarde. Cuando se percataron, Kunou se alteró diciendo que su madre le regañaría por volver tan tarde. Así que, para tratar de ayudarla, Edzard y el resto de la familia Cumberland se habían ofrecido a acompañarla para que su madre no le grite tanto.
La joven kitsune aceptó y todos juntos se fueron de la casa hacia el hogar de Kunou. Mientras caminaban, Marie y Kunou comenzaron a cabecear, pues estaban cansadas de jugar tanto. Al verlas así y temiendo que se lastimasen por caerse, decidieron hacer algo. Por lo que, Asia tomó a Marie y la cargó en sus brazos, mientras que Edzard cargó en su espalda a Kunou. Ambas niñas se durmieron de manera inmediata una vez que fueron cargadas.
Mientras caminaban por las calles vacías, Edzard aprovechó y le contó a Asia que había visto a Kunou con su hechizo de «Visión del Decimo ojo». Y que, gracias a eso, el había logrado descubrir que la pequeña era en realidad una kitsune. Tras esa revelación, ambos continuaron caminando por las tranquilas calles nocturnas de Kioto hasta que llegaron a unas escaleras. Comenzando a subir por ellas, Edzard entrecerró lo ojos al sentir varias presencias en las sombras.
"Asia. ¿Te percataste?" preguntó Edzard sin dejar de ver al frente y sin dejar de caminar.
"¿De qué cosa, Ed?" preguntó Asia con confusión.
"Estamos rodeados de Youkais, Asia."
Las palabras de Edzard hicieron que Asia se quedara quieta unos segundos, pero luego volvió a caminar. Sin embargo, a diferencia de antes, ella miraba de reojo los alrededores. Gracias a eso, pudo ver a algunas personas de ambos géneros que vestían trajes de sacerdotes y doncellas de santuarios sintoístas.
"Tranquila. Parece que solo nos están observando." Dijo Edzard.
Asia asintió y ambos continuaron caminando hasta llegar a la cima de las escaleras. Al llegar, Edzard soltó un silbido de asombro.
"Wow. Si que es grande este santuario." Dijo Edzard mirando el santuario que era el hogar de Kunou.
El santuario era el típico santuario sintoísta que aparecían en los libros, pero con una extensión demasiado grande, mayor al normal.
Al momento en que pusieron un pie dentro del santuario, vieron que un joven vestido con un traje de monje se acercó a ellos.
"Buenas noches. Lo lamento, pero el santuario está cerrado hasta mañana temprano."
"Lo sabemos. Solamente hemos venido a dejar a la pequeña Kunou a su hogar." Dijo Edzard mientras mostraba a la pequeña kitsune dormida en su espalda.
Los ojos del sacerdote se abrieron por la sorpresa, pero mantuvo la calma. Luego, puso una mirada seria y habló. "Ya veo. Yasaka-sama estaba preocupada de que ella no llegaba."
Edzard entrecerró los ojos, pues el tono de voz del sacerdote era acusatorio. Apretando su mano izquierda, estuvo tentado a lanzarle un hechizo por atreverse a insinuar que ellos la habían secuestrado. Afortunadamente, su esposa se dio cuenta e intervino antes de que las cosas escalasen a una batalla.
"Lamentamos el inconveniente, pero la pequeña Kunou estuvo jugando con nuestra hija todo el dia en el parque del centro de la ciudad."
Las palabras de Asia hicieron que el sacerdote la mirase con sorpresa, pues vio a Marie descansando en los brazos de su madre. Esto hizo que el monje soltara un suspiro y luego asintiera.
"Ya veo." Dijo el sacerdote, para luego extender sus manos.
Edzard entendió lo que quería decir y cargando suavemente a Kunou, se la entregó al sacerdote.
"Muchas gracias por traer a Kunou-sama de regreso. Estoy seguro de que Yasaka-sama se tranquilizara ahora."
Edzard y Asia asintieron. Luego se despidieron y se fueron del lugar dejando al sacerdote, el cual comenzó a caminar de regreso al santuario.
Edzard se encontraba sentado frente a su escritorio mientras se encontraba completamente sumido en sus propias cavilaciones.
'¿Qué habrá pasado para que Kunou no haya venido a la casa desde hace unos días?' pensó Edzard preocupado, pues la pequeña amiga de su hija, quien había ido todos los días a almorzar y jugar con Marie, no había aparecido durante los últimos días y eso terminó haciendo que su hija estuviese triste.
"¿jefe, me ha escuchado?" preguntó Tiamat con una marca de molestia en la cabeza. La dragona había llegado ese mismo dia para decirle algunas cosas por parte de Azazel y Sirzechs.
Edzard parpadeó confundido y una vez que se dio cuenta de que había estado ignorando a Tiamat procedió a disculparse. "Ahh. No, lo siento, pero tengo la mente en la luna hoy."
"Si, me doy cuenta." Dijo Tiamat mientras soltaba un suspiro. "¿No crees que te preocupas mucho por esa niña?"
"Puede que tengas razón, pero es la primera amiga de mi hija. Así que, me preocupa que le haya pasado algo, ya que, si algo le pasase a Kunou, Marie estaría inconsolable."
Tiamat miró a su jefe y asintió. Mientras se preparaba para retirarse, recordó algo importante.
"jefe. Los alumnos de la academia Kuoh llegan hoy." Dijo Tiamat volviendo a mirar a Edzard.
Edzard dejó de pensar en la pequeña Kunou y miró a Tiamat, soltando un suspiro, se puso de pie.
"Maldita sea, lo olvide por completo." Dijo Edzard mientras caminaba hacia la ventana de la habitación. "Todo salió de acuerdo con el plan, ¿verdad?"
"Sí. Valerie y Mittelt se unieron al viaje como alumnas que pertenecen al Instituto Nephilim. Desde allí han estado monitoreando todo el viaje, junto a los miembros del ORC y el Consejo estudiantil. Llegaran dentro de unas pocas horas y luego comenzaran su recorrido por Kioto." Respondió Tiamat, para luego mirar el horario que le había enviado Azazel. "Se moverán en grupos, los cuales estarán formados por compañeros de la misma aula."
"Ya veo. Eso hará que Yuuto no este con el resto del ORC." Dijo Edzard con una mano en la barbilla mientras pensaba en algunas cosas. Unos segundos después, suspiró y volvió a hablar. "Tiamat voy a ir a la estación del tren para esperar a Mittelt y a Valerie. Nos vemos en unas pocas horas."
"Está bien." respondió Tiamat viendo a Edzard salir de la habitación.
Lint, Aika, Ingvild, Issei, Xenovia e Irina caminaban con tranquilidad por las calles de Kioto viendo los suvenires que vendían las diferentes tiendas.
"Entonces, ¿En caso de emergencia nos reuniremos en la casa de Edzard en Kioto?" preguntó Issei mientras miraba por todos lados, pues tenía la sensación de que los seguían.
"Así es. Si bien inicialmente se había planeado usar tu habitación para una reunión, Azazel-sensei consideró que tener reuniones de estrategia en el mismo lugar donde están nuestros compañeros de clases sería algo arriesgado. Por lo que, luego de conversarlo con Ed, decidieron usar su casa como cuarte temporal." Respondió Aika mientras tomaba un Kitsune de porcelana y lo miraba por todos lados. Ella puso una sonrisa al ver que el Kitsune estaba bien hecho, por lo que sin pensarlo dos veces se fue a comprarlo. No le dio importancia al precio, ya que en su cartera llevaba más de doscientos mil yenes. Este dinero era parte del pago que recibía por las misiones que hacían contra los daedras. Por cada misión cumplida, cada miembro de los grupos que iban a luchar recibía más de cincuenta mil dólares o el equivalente a trescientos septims.
Tomando su adorno de porcelana, Aika se volvió a unir al resto del grupo y continuaron caminando. Mientras caminaba, vio a Lint hablar con Ingvild. Ambas iban vestidas con los uniformes de Kuoh, ya que se habían unido a la academia, Lint por órdenes de Michael e Ingvild por órdenes de Sirzechs. Si bien Edzard había estado en contra, al final aceptó, pues tanto Lint como Ingvild le habían convencido. Siendo esa la razón por la que ambas vestían el uniforme de la academia, pero con sus propias variantes personales. Por lo que, Lint vestía el uniforme típico, pero en vez de la capa llevaba una sudadera morada y pantimedias de color violeta claro. Ingvild, por su parte, llevaba el uniforme completo con la capa y todo, aunque llevaba un par de pantimedias de color violeta oscuro.
Luego de caminar por varias atracciones y lugares turísticos, Issei decidió excusarse e irse del lugar. El resto del grupo decidió esperarlo, pues parecía que no se demoraría mucho, pero no fue así, ya que el Sekiryuutei comenzó a demorar en volver.
'¿Qué pasó con Hyoudou?' pensó Aika para luego abrir los ojos con sorpresa al sentir magia en la dirección hacia donde había corrido Issei. Mirando a sus compañeras, vio que ellas también se habían percatado de aquello, por lo que, sin pensarlo dos veces, corrieron hacia el lugar de donde provenía la magia.
Cuando llegaron, vieron a una niña kitsune con nueve colas doradas, que iba acompañada de hombres con máscaras de zorro y ropa de sacerdote. Además, aparte de los sacerdotes también había varios tengu, quienes eran seres con forma de pájaros humanoides, los cuales estaban que perseguían a Issei hacia un bosque. Las chicas lo vieron correr por los árboles, esquivando lo mejor que podía los ataques.
"Vamos, por más que sea un pervertido, no podemos dejar que lo maten." Dijo Aika.
Todas asintieron y se lanzaron contra ellos.
Las primeras en llegar fueron Xenovia, Irina y Lint, quienes usando su velocidad lograron rápidamente cubrir la distancia que los separaba de Issei. Xenovia, llegó a tiempo para bloquear un ataque dirigido hacia Issei. Y para hacerlo usó un boken de madera, pues su espada estaba siendo reforzada por la iglesia. Lint e Irina también detuvieron a unos sacerdotes usando armas hechas de luz. Las tres espadachinas se miraron y moviéndose rápidamente comenzaron a atacar a los sacerdotes, neutralizando a varios rápidamente.
Mientras ellas luchaban, Aika e Ingvild, quienes llegaron después, no perdieron tiempo y crearon varios círculos mágicos. De estos círculos mágicos surgieron varias ráfagas de viento, las cuales impactaron a los tengu, haciendo que estos saliesen disparados e impactasen en árboles cercanos.
Tras esos ataques preventivos, los estudiantes de Kuoh se replegaron y tomaron una formación para poder luchar de manera más ordenada.
"Gracias chicas." Dijo Issei tomando una posición de ataque. "Aunque me gustaría que no destruyamos nada, después de todo estamos en Kioto."
"Tienes razón." Dijo Xenovia apretando el agarre en su boken.
La niña miró a todos y frunciendo el ceño les gritó que se retiraría por ahora, pero que volvería para hacer que le devuelvan a su madre. Y tras esas palabras, la niña y sus seguidores desaparecieron en un remolino de viento.
Luego de asegurarse de que no había más enemigos cerca, todos comenzaron a hablar entre sí.
"Entonces, Hyoudou. ¿Qué has hecho para que te ataquen los youkais? ¿Le robaste la ropa interior a una kitsune?" preguntó Aika con una sonrisa de burla.
El rostro de Issei se sonrojó y gritó que no había hecho nada de eso y luego comenzó a contarles a todas lo que la niña le había dicho cuando la conoció.
"Esto es raro. ¿Por qué la niña diría que le devolvamos a su madre?" preguntó Lint con una mano en la barbilla.
"Tal vez la han secuestrado." Dijo Ingvild para luego desviar con un poco de vergüenza la mirada al ver que todos la miraban.
"Esa… es una muy buena conjetura." Dijo Xenovia mientras Irina asentía.
"Suponiendo que sea verdad, ¿Por qué pensaría que lo hicimos?"
"Supongo que es porque no somos de aquí." Dijo Issei dándole respuesta a la pregunta de Lint.
La respuesta de Issei hizo que todas lo miraran.
"¿Qué?" preguntó con confusión el portador de Draig, pues todas lo miraban con asombro.
"Nada. Solo que no espere que pudieses dar una respuesta tan decente como esa." Respondió Aika mientras se burlaba de Issei.
"¡Maldita sea, Kiryuu! ¡¿Qué tratas de insinuar con eso?!" gritó Issei molesto por las burlas de Aika.
"Nada… solo que la única cabeza tuya que piensa es la de abajo."
Issei comenzó a gritar a Aika que eso no era verdad. El pobre demonio estuvo gritando varios minutos, hasta que finalmente se calmó.
"Bueno, dejando de lado las bromas. Esto es muy preocupante." Dijo Aika mirando al resto de los presentes.
"Te entiendo, Aika. Esto no me gusta para nada. Huele a Daedras o a la Khaos Brigade." Dijo Lint, ganándose un asentimiento de todos.
"¿Qué hacemos ahora?" preguntó Ingvild.
"La verdad es que no podemos hacer mucho por ahora. Lo único sería seguir paseando para no llamar la atención de nuestros compañeros y mientras lo hacemos tratemos de contactar con Azazel-sensei, Rossweisse-sensei y Edzard-kun para contarles todo lo que ha pasado." Dijo Irina.
Todos asintieron mientras Aika, Lint e Issei tomaban sus teléfonos y llamaban a los anteriormente mencionados.
Edzard caminaba por las calles de Kioto mientras estaba sumido en sus pensamientos. Se encontraba caminando hacia un bar donde se encontraría con Azazel, pues el Caído le había dicho que tenían que hablar sobre lo que pasaba en la ciudad.
'No puedo creer que Kunou sea la hija de la líder de los Youkai de Kioto.' Pensó Edzard mientras recordaba lo que había pasado durante su conversación anterior.
Flashback
Edzard se encontraba sentado en la mesa junto a sus amantes y al resto de su grupo. Además, junto a ellos estaban Azazel y Serafall. Anteriormente también habían estado los miembros del ORC y los del consejo estudiantil que habían ido a la excursión a Kioto. Sin embargo, habían sido despedidos por Azazel varios minutos antes de que ellos llegaran.
"Entonces, ¿La líder Kioto ha sido secuestrada?" preguntó Edzard mirando a Azazel.
"Así es." Respondió el líder de los Grigori mientras soltaba un suspiro de exasperación.
"Lo peor de todo es que han hecho cuando estábamos tan cerca de formar una alianza con los Youkai de Kioto." Dijo Serafall con un poco de tristeza en su voz.
"Ya veo. Serafall-sama, ¿Tenemos idea de quien ha sido el secuestrador?" preguntó Asia mirando a la líder de los demonios.
"Solo tenemos conjeturas, pero creemos que ha sido una facción de la Khaos Brigade." Respondió Serafall.
Edzard y el resto de su grupo suspiraron de molestia.
"Esos sujetos no dejan de salir de todos lados, parecen cucarachas." Dijo Aika frunciendo el ceño.
"No, incluso las cucarachas son menos problemáticas que esos tipos." Dijo Edzard frunciendo el ceño. "¿Sabemos que facción ha sido?"
"Creemos que es la facción de los héroes." Respondió Azazel mirando a Edzard.
"¿Facción de los héroes?" preguntó Asia.
"Una facción formada únicamente por humanos que poseen espadas sagradas, demoniacas y sacred gears. Algunos de ellos son descendientes de héroes humanos de la antigüedad. Por eso el nombre de su grupo. Además, no sabemos cuántos portadores tendrán, pero creemos que tienen al menos a un usuario de longinus entre sus filas." Respondió Azazel.
Edzard frunció el ceño al escuchar que ese grupo se llamaban a sí mismos héroes, pero decidió no darle importancia a eso, ya que un héroe para alguien podría ser un villano para otro.
"Entiendo. El hecho de que nos llamaran, quiere decir que tienen sospechas de que aparte de la Khaos Brigade, también hay daedras involucrados en esto, ¿verdad?"
Tanto Azazel como Serafall se miraron y asintieron. Era en momentos como estos que agradecían la mente analítica que tenía Edzard, ya que eso evitaba que las conversaciones se alarguen demasiado.
"Así es. En una situación normal no lo pensaríamos. Sin embargo, debido a que los Daedras han estado involucrados en todos los ataques de la Khaos Brigade que hemos sufrido desde que se fundó el pacto, creemos seriamente que ellos también están involucrados en esto." Respondió Azazel con voz seria.
"Ya veo. Parece que pensamos lo mismo. He tenido una preocupación desde que sufrimos el ataque en el inframundo." Dijo Edzard.
"¿Cuál preocupación, Ed-chan?" preguntó Serafall.
"Me preocupa que los diversos cultos de los daedras se estén afiliando a la Khaos Brigade. Si de por sí ya son fastidiosos, con la ayuda de esos sujetos, es posible que se vuelvan amenazas más grandes. Tal vez no imparables, pero si serán molestias que nos harán desviar recursos para eliminarlos."
"Ya veo. Comprendo lo que dices. Es por eso por lo que queremos pedirte un favor." Dijo Azazel mirando a Edzard a los ojos.
"¿Cuál?"
"Queremos que tú y tu grupo investiguen por toda la ciudad y descubran si hay algún indicio de actividad daedrica." Respondió Serafall.
Edzard miró a Serafall y soltando un suspiro, asintió.
Azazel y Serafall sonrieron.
"Gracias, Ed-chan." Dijo Serafall con una sonrisa. "Tu respuesta me quita un peso de encima. Ahora podre enfocarme al cien por ciento en mi reunión con Kunou-chan mañana."
Edzard y Asia parpadearon confundidos cuando escucharon el nombre de la amiga de Marie.
"Disculpa, Serafall-sama, pero… ¿mencionaste el nombre de Kunou?" preguntó Asia.
"Oh... así es. Ella es la hija de la líder de Kioto y está actuando como sustituto de su madre desde su desaparición."
"Mierda." fue lo que dijo Edzard mientras se llevaba una mano a la cara.
"¿Por qué la palabrota, Ed-chan?" preguntó Serafall.
"Bueno… Marie hizo una amiga mientras estábamos por aquí." Respondió Edzard rascándose la nuca.
"¿Y?" preguntó Azazel.
"La amiga de Marie se llama Kunou y es una kitsune." Respondió Asia.
Los ojos de Azazel y Serafall se abrieron de sorpresa, pero luego ambos comenzaron a reírse divertidos por este descubrimiento.
"Je, je, je. Edzard, realmente tienes una suerte muy rara. Mira que conocer a la hija de la líder de Kioto, así como así. Realmente parece que un dios de la suerte te quiere." Dijo Azazel con un toque de diversión en su voz.
Edzard puso una sonrisa incomoda, pues no sabía cómo decir que Nocturnal estaba obsesionada con él.
"Entonces, Ed-chan, Asia-chan. ¿Por qué no nos cuentan todo?" preguntó Serafall.
Al ver que todos querían saber lo que pasó, Edzard y Asia comenzaron a contar lo que había pasado.
Fin Flashback
'Cargar con los deberes de un gobernante a tan corta edad es algo digno de admiración.' Pensó Edzard mientras seguía meditando sobre lo que le pasaba a la amiga de su pequeña hija. Mientras caminaba, llegó a oler el aroma de Kunou. Por lo que, posando su mirada en la dirección de donde provenía el aroma, vio a Kunou salir de bar al cual se dirigía él. La pequeña kitsune estaba acompañada de Issei, Irina y Xenovia.
Al ver que iban a pasar cerca, Edzard se acomodó la capucha que llevaba y manteniendo su presencia oculta, pasó al lado de ellos sin ser notado por nadie de aquel grupo. Mientras caminaba, giró levemente su cabeza y los miró dirigirse al puente por el que había llegado. Sin prestarles más atención, continuó su camino unos metros más y finalmente llegó a su destino. Abriendo la puerta del local, ingresó al bar. Ni bien puso un pie en el interior, comenzó a escuchar la diatriba borracha de Rossweisse.
"Ahh. Es enserio, Rossweisse. Te encargue permanecer con Azazel porque eras una profesora y no levantarías sospechas si seguías con él." Susurró Edzard soltando un suspiro de cansancio mientras se acercaba a los dos profesores.
Cuando llegó al lado de ambos, tosió falsamente para llamar su atención.
"Parece que se divierten." Dijo Edzard fingiendo una sonrisa.
Al escuchar su voz, Azazel giró su cabeza tan rápido que parecía que se había roto el cuello en ese movimiento. Al ver a Edzard, sus ojos brillaron de esperanza.
"Ed, por favor quítame a Rossweisse de encima." Suplicó Azazel, pues la valquiria estaba que lloraba sobre la chaqueta del Caído.
Al escuchar el ruego, Edzard puso una sonrisa de burla y no hizo nada mientras veía a Azazel retorcerse de manera incomoda por tener a Rossweisse llorando sobre él. Luego de unos dos minutos, Edzard decidió que ya había visto suficiente, por lo que se sentó en la silla libre que estaba al lado de Rossweisse. Luego, la tomó de sus hombros y jalándola suavemente, la alejó de Azazel.
"Ehh…" dijo Rossweisse mientras sentía que la jalaban. Mirando en dirección de donde sentía que la jalaban, su rostro se sonrojo al ver a Edzard mirarla con una sonrisa amable. "E-E-Ed… y-y-y-yo…"
"Tranquila. No digas nada. Solo descansa un rato para que se te pasen los efectos de alcohol."
Rossweisse puso una sonrisa ante las palabras amables que Edzard le acaba de decir. Así que, haciendo caso a las palabras de Edzard, ella apoyó la cabeza en la mesa de la barra. Unos segundos después, unas suaves respiraciones confirmaban que se había quedado dormida.
Edzard puso una sonrisa y colocó una mano sobre la cabeza de Rossweisse.
"Entonces, Azazel. ¿Por qué Rossweisse se ha emborrachado en horario de trabajo?" preguntó Edzard mirando a Azazel con una mirada acusadora, pues él sabía que ella no era tan irresponsable para hacer algo como eso. De hecho, Rossweisse era tan responsable que Edzard a veces tenía que cargarla a su habitación para que duerma, ya que se quedaba dormida mientras preparaba las clases para sus alumnos.
"Bueno, yo…" dijo Azazel mientras se rascaba la nuca y desviaba la mirada con nerviosismo, pues Edzard le estaba dando una mirada tan helada que hacía ver la Antártida como el desierto del Sahara.
"A-z-a-z-e-l."
"Está bien. M-m-me burle de que e-e-e-ella no t-t-tenga novio."
Edzard miró al Caído y levantando una mano, le dio tal golpe a Azazel, que este terminó en el suelo. La velocidad había sido tal, que Azazel no había podido reaccionar.
"Ahhh. Duele. Maldita sea, Ed. Eso duele." Dijo Azazel mientras se levantaba y se sobaba el enorme chichón que tenía en la cabeza.
"Te lo mereces." Dijo Edzard mientras comenzaba a peinarle el cabello a Rossweisse, quien se agitó levemente ante el toque, pero luego una sonrisa pacifica apareció en su rostro.
Azazel miró la interacción de Edzard y puso una sonrisa, pero no una de burla, sino que puso una sonrisa de amabilidad.
"Parece que eres muy cercano a Rossweisse. Pero no es la única ¿verdad?" preguntó Azazel mientras se sentaba en su silla nuevamente.
Edzard puso una sonrisa cansada mientras seguía pasando una mano por el cabello de Rossweisse. Deteniéndose un momento, miró a Azazel para responderle. Se estaba cansando de muchas cosas últimamente. Por lo que no tenía ni las ganas, ni la intención mentir.
"Tienes razón, Azazel. Tanto Rossweisse, Lint e Ingvild se han ganado un lugar en mi corazón. No sé cómo ha ocurrido esto, pero siento que cuando logremos detener las invasiones y ellas se vayan, las extrañare mucho."
Azazel puso una sonrisa divertida, la cual no fue vista por Edzard.
'Realmente eres alguien muy extraño, Edzard. A veces eres tan denso que me preocupas. Tal vez no te has percatado, pero ninguna de esas chicas se ira de tu lado cuando esto acabe. Lo mas probable es que termines teniendo a todas como amantes.' Pensó Azazel divertido. Luego de aquello, decidió hablar con Edzard. "Creo que ya deberíamos de dejar esta charla coloquial y centrarnos a la razón por la que te dije que vengas."
Edzard parpadeó y quitando su sonrisa, habló. "Tienes razón. Aunque lamentablemente me temo que traigo muy malas noticias."
"Ahh. No me digas…. Hay daedras involucrados en esto, ¿verdad?" preguntó Azazel con voz derrotada. Una parte de él esperaba que no hubiese Daedras involucrados, pero parecía que no tenía suerte.
"Si y no." Respondió Edzard mirando al techo y luego a Azazel.
Azazel miró a Edzard con confusión y le hizo un ademan para que continue hablando.
"Luego de que las chicas y yo hubiésemos estado investigando por toda la ciudad, nos hemos dado cuenta de que es posible que los daedras no están involucrados de manera directa, ya que no hay señales de que un portal se halla abierto recientemente. Lo único que hemos detectado es un poco de residuos tanto de Magicka como magia de este mundo."
"¿Y eso quiere decir?"
"Que no son daedras, sino adoradores de daedras los que están apoyando a esta facción de la Khaos Brigade." respondió Edzard mientras veía como Rossweisse se había movido ligeramente mientras dormía. Eso terminó por hacer que la valquiria adoptase una posición un poco incómoda para dormir. Sin perder tiempo, Edzard decidió ayudarla para evitar que tenga dolores musculares más tarde.
Azazel puso una sonrisa de burla al ver a Edzard acomodar a Rossweisse, pero luego soltó un suspiro y bebió un poco del sake que quedaba en la mesa. "La información que me das me ha tranquilizado un poco. Los adoradores son más débiles que los daedras y causan menos problemas al lidiar con ellos."
"Sí tienes razón." Dijo Edzard mientras miraba a Azazel. Soltando un suspiro, cargó a Rossweisse a estilo princesa. "Me voy yendo a mi casa. Me llevare a Rossweisse para que descanse allí hasta que esté bien. No creo que sea bueno para sus alumnos verla en este estado."
Azazel asintió y vio como Edzard salía del bar.
"Ahhh… A veces desearía que solo tuviésemos que luchar contra la Khaos Brigade. Los daedras son aterradores." Dijo Azazel mientras soltaba un suspiro de cansancio. Llevándose un poco de sake a la boca, estuvo por beber un trago, pero se detuvo cuando sintió que era atrapado en una niebla.
'Esta niebla… ¿Dimension Lost?' pensó Azazel preocupado. Así que, sin perder tiempo dejó lo que estaba haciendo y salió del bar.
Edzard y Asia se encontraba mirando una silueta descansar en la enfermería de la mansión. El pecho de la persona en la cama subía lenta, pero constante, demostrando que solo estaba descansado.
"Asia, ¿ya has tratado sus heridas?" preguntó Edzard mirando de reojo a su esposa.
"Si, ya logré sanar sus heridas." Respondió Asia mientras ponía una mirada triste al ver a su amiga descansando.
"¿Qué tan grave fue todo?"
"Por suerte no fue tanto. Su cuerpo tenía muchas heridas superficiales, pero aun así tenía algunas heridas internas. Tenía dos costillas rotas y algunos de sus órganos estaban dañados, pero los daños no fueron nada grave. Por suerte, logré sanarla rápidamente y ahora solo debe descansar."
"Ya veo." Dijo Edzard mientras recordaba lo que había pasado hace unas horas.
Él había terminado de dejar en su habitación a Rossweisse y mientras regresaba a su habitación, vio aparecer un vórtice purpura. Levantando una ceja, se sorprendió un poco al ver aparecer algo de allí. Cuando vio que se trataba de Lint se lanzó para atraparla antes de que tocase el suelo.
Cuando Edzard sostuvo el cuerpo de Lint, el característico olor a hierro de la sangre llegó a sus fosas nasales. Mirando a su amiga, vio que esta tenía algunas heridas superficiales. Pese a que las heridas no parecían nada grave, él sabía que incluso un corte pequeño mal sanado podría causar la muerte de alguien. Por lo que, sin perder tiempo, Edzard corrió hacia la enfermería de la mansión, mientras lo hacía, iba examinando mejor las heridas de Lint.
"¿Cómo pudo terminar tan herida?" preguntó Asia con preocupación y tristeza.
"No lo se. Por el tipo de heridas, solo tengo una hipótesis… quien le hizo eso es un artista marcial." Respondió Edzard tranquilamente.
El tono de voz de Edzard hizo que Asia sintiese un escalofrió recorrer su espalda.
'Ed está molesto. No furibundo, por fortuna, de lo contrario temería que hiciese alguna estupidez.' Pensó Asia.
Edzard se sentó junto a Asia y ambos comenzaron a esperar que su amiga despierte. Mientras esperaban, Asia vio como Edzard movía su mano derecha y tomaba suavemente un mechón de cabello de Lint para acomodarlo de tal manera que no estuviese sobre el rostro de la chica.
Tras aquello, Asia se dejó caer suavemente y apoyó su cabeza en el hombro de su esposo mientras miraban a su amiga descansar.
La noche ya había caído y por las oscuras calles de varios lugares de Kioto personas vestidas con túnicas rojas con capucha caminaban de manera sigilosa.
"Entonces, ¿Cuál es el plan?" preguntó uno de los individuos a su compañero.
"Tenemos que infiltrarnos en el castillo de la familia que gobierna esta ciudad. Luego debemos de matar a todos los miembros de la familia gobernante y dejar que el caos y el pánico consuman a la población. Luego comenzara el ataque."
"Ya veo. ¿Qué hay del líder de la misión?"
"Ya está en posición. Se encargará de luchar contra los sujetos más problemáticos que hallan en esta ciudad. A la vez que va buscando a las ratas que se han aliado con ese príncipe de segunda."
"Entendiendo. Al amanecer, la tierra prometida será nuestra." Dijo un individuo mientras ponía una sonrisa cruel bajo su capucha.
Nota de autor:
A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.
Y aquí el capítulo 44, con el que inicia el "Arco de Kioto". XD
Lo siento por la demora, pero la vida me tiene muy ocupado últimamente. Pero a pesar de eso aquí seguimos XD
En este capítulo tenemos el encuentro entre Marie y Kunou, quienes al conocerse han tenido una pequeña visión de un posible futuro. También vemos que Ed ya está aceptando que siente algo por Ingvild, Rossweisse y Lint. También vemos que se acercan los problemas a Kioto. ¿Qué clase de problemas? Bueno, solo hay algo más problemático que la Khaos Brigade en este fic, XD
Para aquellos que no lo sepan, suelo escribir en un Bloc de Notas las idas generales de cada capítulo del fic, los cuales están ordenados por Arcos. Hasta ahora el más largo ha sido el de la «Segunda gran Guerra», pero este arco ya va ocupando 4 capítulos en el bloc y aún faltan como dos capítulos más por planear. Así que, este arco tiene para rato. XD.
Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar o si tienen alguna duda sobre la historia. Además, cualquier consejo constructivo es bienvenido. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.
