¡Saludos queridos lectores!

La espera por esta historia ha terminado. Para los que no siguen el resto de mis historias, les comento que tengo un total de siete historias (contando esta) en progreso, así que ese es uno de los motivos por el que tardo en actualizar, pues sigo un orden y esta historia es uno de los fics cuyos capítulos son muy largos.

También había tardado en actualizar, debido a que me han robado el celular, por lo que me atrasé en las actualizaciones y recientemente me estoy poniendo al corriente con lo que debo.

Sin más, y recordándoles que a partir de aquí ya no hay temas de calendario SasuKarin Month, los dejo con la actualización n.n


Mientras Karin se mantenía escondida como acordó con Sasuke, no dejaba de debatirse si debía acatar su orden o no, porque aun cuando sabía que mantener los sellos a salvo y fuera del alcance de Akatsuki era muy importante, no podía dejar de lado el peligro que Sasuke y los demás corrían. Además, el sitio donde estaba era muy pequeño y aunque era evidente que el azabache había pensando en la comodidad de la chica al saber que debía quedarse allí largo tiempo, los preparativos que él hizo no habían sido suficientes. Seguramente por tener el tiempo encima.

Cuando la pelirroja estaba por salir del escondite y desistir seguir el plan del azabache, comenzó a oír alboroto. Debido al lugar donde estaba le era difícil distinguir no sólo lo que la gente decía, sino identificar de qué dirección venía el ruido. Empero, ella estaba casi segura que aquél alboroto tendría que tener relación con Akatsuki.

Asustada por Sasuke y los demás, tuvo más motivos para salir del escondite, pero cuando estaba acomodándose para tumbar el armario con ambos pies, pudo oír que alguien se había metido a esa habitación, por lo que desistió de su acción.

Karin podía oír que los pasos de quién fuera que hubiese entrado, caminaba por toda la habitación, parando los pasos en los sitios que seguramente se detenía a buscarla y no, no era paranoia de ella, pues cuando aquella persona se acercó al armario, dió un portazo para cerrarlo cuando no vio a nadie adentro.

Tras el portazo, Karin dió un saltito y se había tapado la boca por miedo a que la persona en la habitación pudiera oír su respiración.

—No hay nadie aquí —ella oyó una voz que habló cuando nuevas pisadas entraron al cuarto.

—Había una nota en la basura que decía que la Uzumaki estaba huyendo —respondió el recién llegado.

La joven pudo identificar las voces de aquellas dos personas. Sin duda, ellos eran de Akatsuki y si habían entrado a esa habitación, debía ser porque ya habían entrado a la que Sasuke y los demás usarían de escondite.

—¿No será una finta? —preguntó el primero— No vimos a nadie sospechoso salir de aquí.

—Tobi ha llevado la nota a Pain, pero seguiremos registrando el sitio. El resto sigue vigilando las salidas, así que sin importar si es una treta, la atraparemos.

Karin no movió ni un músculo mientras oía los pasos de los Akatsuki que rebuscaban en la habitación y aun cuando salieron sin encontrarla, ella no se atrevió a moverse hasta mucho tiempo después.

Si moverse dentro del pequeño escondite le resultaba atemorizante de que pudieran descubrirla, Karin tardó mucho más en decidirse a salir de allí. Es decir, metida en ese lugar perdía por completo la noción del tiempo y por la espectativa, ni siquiera sabía si había dormido en algún momento. Al mismo tiempo, ni siquiera sabía si ya había amanecido y a pesar de que Sasuke le había dejado comida y agua en el paquete que le dió, ella no sintió ni hambre ni sed por la inquietud.

Encerrada en aquél lugar y temerosa de ser descubierta, no pudo evitar pensar en cientos de escenarios en los que sólo se angustiaba por Sasuke y los demás, pues aunque los Akatsuki que habían entrado a la habitación no los mencionaron, ella estaba segura que ellos habían sido capturados.

¿Cómo podía estar tan segura de ello? Porque ellos fueron muy específicos al decir que la estaban buscando a ella, no a los demás.

Ante aquellos pensamientos, cada que pasaba el tiempo, Karin se preguntaba si era momento de salir, pues si elegía el momento incorrecto, no sólo la capturarían, sino que se arruinaría el plan del azabache. Además, también se preguntaba si no era mejor esconder los sellos e ir a ayudarlos a escapar en cuanto pudiera salir de allí, pero si era atrapada, aún había riesgo de arruinar el plan.

Después de varias horas y sin saber cuánto tiempo llevaba ahí ni si Akatsuki se había rendido en buscarla, Karin salió del escondite tras el ropero, puso seguro a la puerta de la habitación y se puso el disfraz que venía en el paquete que Sasuke le había dado.

Mientras se cambiaba, estuvo al pendiente del ruido fuera de la habitación e incluso miró con precaución por la ventana para tratar de encontrar alguna pista sobre Akatsuki. Sin embargo, no parecía haber evidencia de que aquellos personajes hubiesen estado allí y tampoco encontró la nota que Sasuke prometió dejarle por debajo de la puerta en caso de haber podido evadirlos.

—Sin duda los capturaron —murmuró preocupada mientras echaba un vistazo por la ventana con discreción.

La posición en la que Karin estaba era bastante compleja, pues aunque no hubiese pistas de que Akatsuki seguía buscándola en la aldea, ella debía huir lo antes posible para asegurar los sellos que Sasuke dejó a su resguardo. Con ello en mente, sabía que aún si tenía un nuevo disfraz, si salía de la aldea descuidadamente, sería objetivo de Akatsuki. Por otro lado, tampoco podía seguir oculta en el escondite, no sólo por lo estrecho y la escasez de comida y bebida para estar en ese sitio por un prolongado tiempo, sino que esa habitación sería rentada tarde o temprano y salir de allí en esas circunstancias provocaría un alboroto que podría llamar la atención de quien la buscaba.

Tras pensarlo por un tiempo, sólo pudo llegar a una solución a su dilema, el cuál, aún conllevaba varios riesgos, pero si hacía las cosas bien, no sólo podría salir a salvo de la aldea, sino que también podría llegar a las afueras del país.

Apostando por completo a su plan, Karin salió de la habitación con su nuevo disfraz cuando no oyó a nadie en el pasillo. Incluso, salió con el mayor sigilo posible en caso de que alguien de Akatsuki estuviera en alguna habitación vigilando. Decir que estaba nerviosa era quedarse corto, pero difícilmente alguien se daría cuenta de ello por la forma tan segura en que atravesó el pasillo y bajó las escaleras.

El plan de la chica era sentarse a comer algo en el restaurante de la posada, pedir indicaciones a los tenderos para llegar a las aguas termales y salir de la aldea. Simplemente se haría pasar por una turista más. Parte del plan era pasar un tiempo en la zona vacacional en caso de ser seguida por Akatsuki hasta aquella aldea y después haría una o dos paradas más en lugares turísticos para reafirmar su papel de turista antes de dirigirse a los límites del país. Sin embargo, en cuanto bajó las escaleras, la esposa del tendero se le acercó.

—Te llevó mucho tiempo limpiar los cuartos.

—¿Qué…?

—Si, si, ya me imagino que prefieres las vacaciones, pero debemos optimizar el trabajo —la tendera no la dejó hablar y comenzó a empujarla hacia la cocina— Tienes que ayudarme a preparar el menú de hoy, pero primero hay que lavar platos.

—Yo no…

—Deja de quejarte y ayúdame —ordenó la mujer y una vez que cerró la puerta de la cocina, sacó un sobre que le entregó a la joven— Empieza lavando la loza.

Karin estaba muy confundida por la situación, pero cuando vio el sobre y notó el símbolo de la lengua antigua que parecía un nudo, supo que la carta venía de Sasuke. Es decir, no importaba lo que esa palabra significaba, era una clara señal de que aquello había sido preparado por Sasuke.

Con rapidez, la joven abrió la misiva y si bien no esperaba una larga explicación por precaución, se sorprendió al ver que sólo habían escritas unas cuantas palabras.

"Ella sabe cómo ayudarte"

—¿Cómo es que…?

—Estarás lavando loza y cocinando y el viernes irás con mis sobrinos a las aguas termales a repartir propaganda de la posada —decía la mujer mientras le entregaba a la joven una esponja y le susurró— Cuando termines de lavar esto y cocinar la comida de hoy, te mostraré la habitación que ocuparás en estos días.

Obviamente, Karin estaba muy confundida con la situación, pero no por eso pasó desapercibido que la mujer la estaba cubriendo. Ella estaba fingiendo que se conocían de toda la vida, lo que ayudaría a que Akatsuki no pusiera su atención en la pelirroja y si todo salía bien, en esa salida fuera de la aldea, ella podría aprovechar para huir.

Si bien Uzumaki no entendía del todo por qué la mujer y su esposo hacían todo aquello, Karin decidió seguir con el teatro por conveniencia, pero cuando le mostraron la habitación que usaría, la esposa del tendero le explicó que aquello había sido parte de los arreglos que Sasuke dejó hechos.

Aparentemente, Sasuke conocía al hermano de aquella mujer y de hecho, Uchiha y algunas personas de Konoha lo habían ayudado en algún problema y con ello en mente, la mujer aceptó ayudarlo a cubrir a la pelirroja.

Lo único que Karin podía pensar, era que Sasuke debió delatar su identidad a aquella mujer cuando se dió cuenta que podía pedir ayuda de su parte, lo que lo puso en riesgo de ser delatado en la aldea. Sin embargo, si Sasuke había tomado aquél riesgo tenía que ser porque estaba desesperado por alejar los sellos de Akatsuki.

Ella estaba muy preocupada por Sasuke y los demás, pero ver el esfuerzo que el azabache hizo para encontrarle una forma de huir, le dejó en claro a Karin que debía seguir su plan hasta poder mantener a salvo los sellos de los clanes.

Durante dos días, Karin trabajó en la posada encerrada en la cocina. Esto servía para estar lejos de la mirada de todos y al mismo tiempo explicaría por qué Akatsuki no la vio antes en caso de que sospecharan de esa nueva ayudante. Para el tercer día, ella fue enviada con los volantes que debía repartir, pero no salió sola de la aldea, sino en compañía de un par de chicos de su edad, familiares de los dueños de la posada.

Los días en que Karin estuvo trabajando, se encontró con dos miembros de Akatsuki en más de una ocasión vigilando la posada, momentos en que el miedo la invadió temiendo ser reconocida. Empero, gracias a estos encuentros, ella se dió cuenta que, salvo el hermano de Sasuke, ningún miembro de Akatsuki conocía su apariencia, lo que les hacía el trabajo más difícil cuando ella escondía el color de su cabello. Sus únicas pistas eran que estaban buscando a una mujer pelirroja que viajaba sola, mientras que ella conocía los rostros de la mayoría.

Tras pensar en aquello, Karin decidió quedarse más tiempo en la aldea. Es decir, si, iría a hacer el encargo de los volantes y volvería a la posada, pues ¿Qué mejor lugar para esconderse que debajo de la narices del enemigo?

Karin iría y vendría de la aldea y sin duda, Akatsuki se daría cuenta de este detalle, lo que eventualmente haría que la descartaran cómo su probable víctima, de esa forma, cuando ella finalmente huyera, tendría la ventaja en tiempo. Es decir, si seguía el plan original de Sasuke y se iba aquél viernes, los miembros de Akatsuki, que ya conocían la dinámica de la posada, se darían cuenta que ella faltaba desde su primera salida, e inmediatamente saldrían a buscarla con el disfraz con el que la tenían identificada.

Por fortuna para Karin, los dueños de la posada aceptaron su petición de quedarse más días cuando se los planteó, pues la ayuda extra les estaba siendo muy benéfica en aquellos días de trabajo y Karin sólo se fue definitivamente de la aldea unos días antes de que se cumpliera el plazo en que debía encontrarse con Sasuke y los demás en la guarida del este.

El plan de la pelirroja resultó exitoso, al punto de que Akatsuki dejó la aldea sin sospechar de ella. Sin embargo, cuando ella llegó al punto de reunión y tal como ella se lo temía, ni Sasuke ni los demás estaban allí.

La ausencia de sus compañeros no fue una sorpresa, especialmente cuando ya había oído de la gente en la posada que unos hombres extraños entraron a las habitaciones asustando a todos mientras buscaban a una chica y parecían tener prisioneros a unos jóvenes que coincidían con la descripción de sus compañeros. Sin embargo, si ella había guardado esperanzas era porque creía en la lejana posibilidad de que ellos ya hubiesen escapado.

—¿Y si escaparon y al no verme aquí se fueron? —se preguntó a sí misma, pero de ser el caso, ellos habrían regresado a la pequeña aldea donde Sasuke la dejó para buscar pistas sobre ella. Si ese era el caso, los dueños de la posada les dirían que ella cambió los planes y deberían volver a la guarida del este.

Karin sabía que la posibilidad de que aquello que estaba pensando fuera posible era muy baja, pero quiso aferrarse a la idea y decidió quedarse a esperarlos por cuatro días. Aquél era tiempo suficiente para que ellos fueran a la aldea y regresaran a la guarida.

Cuando llegó el quinto día, Karin ya había aceptado que ellos no llegarían, pero contrario a lo que Sasuke le solicitó, ella simplemente no podría irse al extranjero tranquilamente sin hacer nada, así que tras algunos arreglos, ella fijó el rumbo hacia la cueva a la que llegó cuando siguió a Akatsuki.

Estaba por cumplirse un mes desde que el grupo se separó, cuando la joven llegó a la entrada de la guarida y aunque Karin no estaba segura de que sus compañeros estarían en ese lugar, se mantuvo vigilante a la entrada por dos días.

Dos días no era suficiente tiempo para que ella pudiera establecer un patrón de idas y vueltas de los miembros del grupo, pero sí que era el tiempo indicado para que el tercer día coincidiera con la festividad de Oto. Si Karin estaba en lo correcto, todos o al menos la mayoría de los miembros deberían ir a realizar aquél ataque, pues con la vigilancia de Konoha en el lugar, sería más difícil conseguir su objetivo. Con ello en mente, ella podría entrar y buscar a sus compañeros.

Los días que ella estuvo vigilante, fueron suficientes para confirmar la cantidad de miembros que entraban y salían del lugar y aunque tampoco descartaba la posibilidad de que hubiese un miembro permanente encerrado en la guarida para vigilar durante la ausencia del resto, mientras aprovechara el factor sorpresa, ella podría conseguir una ventaja.

A primera hora de la mañana, los miembros de Akatsuki salieron de la guarida en parejas. Los últimos en salir, habían sido Pain, Konan y Tobi, como los había identificado al espiarlos y esperó a que estos últimos se alejaran antes de salir de su escondite y entrar a hurtadillas a la guarida con una navaja escondida en la ropa y una rama gruesa en la mano.

Tuvo que ser muy precavida mientras avanzaba dentro de la cueva, pues temía que, además de poderse encontrar con un vigilante, el sitio fuera laberíntico, pero por fortuna, ambos obstáculos no parecían existir entre más avanzaba.

Rápidamente, Karin se encontró con la estatua demoníaca: una escultura enorme de un extraño monstruo con manos en posición de recibir algo en ellas. En seis de los diez dedos, había manchas negras en las puntas y Karin pudo entender que el número coincidía con la cantidad de masacres que Akatsuki había causado según sus especulaciones, aunque habría que decir que el total sería de siete masacres, de no ser que por aviso de ella y su grupo, la Cascada había podido disminuir los daños significativamente.

La curiosidad por las manchas negras incitaba a la joven a ir a investigar, pero se resistió a ella al recordar que debía centrarse en buscar a sus compañeros. Aún si todo parecía indicar que Akatsuki tardaría en volver, no debía ni quería arriesgarse. Además, si por algún motivo sus compañeros no estaban allí, debía buscar pistas de su paradero.

Con cautela, Karin anduvo por la guarida hasta que encontró un pasaje que la llevó hasta unas prisiones, dónde aliviada, pudo ver que no sólo Sasuke, sino que Suigetsu y Juugo estaban allí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Uchiha apenas la notó y su tono era completamente de reproche.

—Pensamos que habías huido al extranjero —comentó Juugo.

—Les explicaré luego —respondió la joven mientras se acercaba a la celda de Sasuke y sacaba una extraña herramienta de sus anteojos para tratar de abrir la cerradura— Debemos apurarnos.

—¡¿Por qué no llegaste antes?! —reclamó Suigetsu y la puerta de la celda donde estaba Sasuke se abrió.

—Un gracias, es lo que deberías de decir —bufó Karin para acercarse a la celda de Juugo, pero antes de acercar la herramienta a la cerradura, Sasuke la sujetó por la muñeca.

—¿Para qué viniste? Tendrías que estar fuera del país —la miró con dureza.

—Ese fue tu plan, pero yo decido qué hacer y cómo hacerlo —ella se soltó de él y prosiguió a abrir la segunda puerta— Y creo que fue lo mejor. Mírense, no han podido salir de aquí en casi un mes.

—¡Sácame! —reclamó el albino cuando la puerta de Juugo se abrió.

—Si no tuviésemos el tiempo encima… —murmuró Karin con ganas de jugarle una broma o de dejar allí al albino por su actitud tan grosera con ella, pero si no lo dejaba, era porque temía que fuera capaz de abrir su bocota con los de Akatsuki y delatar las guaridas de Orochimaru dónde ellos podían ocultarse.

—¿Dónde están los sellos? —Sasuke preguntó mientras la pelirroja abría la tercera puerta.

—¿Tú dónde crees?

—Karin…

—Vámonos. Aunque hayan ido a Oto para su misión, no podemos confiarnos. No sé qué tan confiados estén para dejar sola su guarida —la pelirroja lo interrumpió y aunque Sasuke estaba enfadado por la situación, él y los demás no objetaron para salir de allí.

—¿No deberías intentar buscar información y objetos valiosos aprovechando su ausencia? —sugirió Suigetsu mientras iban a la salida— Quizá tengan cosas valiosas o… ¿Y si tienen alguna de las reliquias familiares de mi clan?

—No podemos arriesgarnos. Si nos capturan a todos, podríamos no volver a salir —comentó Juugo, pues en aquellas semanas, ellos tres habían buscado la forma de huir, pero no tenían herramientas para lograrlo y los intentos por buscar alternativas habían fallado.

—Yo iré a revisar. No creo que vuelvan si tienen que ir a hacer ataques absurdos para revivir esa estúpida estatua —respondió el albino mientras daba la media vuelta y corría a buscar en la guarida.

—¡Idiota! ¡Vuelve! —exclamó la pelirroja con enfado.

—Salgan de aquí —Sasuke ordenó a Karin y Juugo dando media vuelta.

—No tienes qué ir por él —respondió Juugo.

—Es verdad, si se quiere arriesgar, es decisión de él. Ese imbécil es…

—Tal como dijo Juugo, no pueden atraparnos a todos o estaremos en aprietos, pero tampoco puedo desaprovechar la oportunidad de analizar el lugar para mi futuro ataque —respondió el azabache— También es posible que pueda encontrar información sobre sus planes o la clarividencia de la que hablaste. Los alcanzaremos pronto.

—Pero…

—Tengan cuidado —Juugo interrumpió a Karin, la cargó con una sola mano y se dirigió a la salida mientras Sasuke seguía con su plan.

—¡Bájame! Si Sasuke…

—Si te quedas a tratar que él cambie de opinión, habrá más posibilidades de que Akatsuki nos encuentre —la bajó cuando llegaron al umbral de la cueva— Además, debido a su misión, si hay alguien de Akatsuki que vuelva, seguramente serán uno o dos miembros. Entre los cuatro podemos lidiar con ello mientras no se escapen —el joven seguía avanzando— Nosotros podemos vigilar la entrada mientras ellos revisan y cortarles el paso si intentan huir.

Karin vio a Juugo salir de la cueva con precaución y tras meditarlo un poco, no tuvo más que darle la razón, especialmente si Sasuke y Suigetsu insistían en revisar el lugar.

Preocupada y poco convencida de lo que los chicos hacían, Karin salió de la cueva con la misma precaución que Juugo para encontrarse con que este, estaba inconsciente en el suelo.

—¿Qué mierda…?

La joven no terminó lo que quería decir porque notó que dos miembros de Akatsuki habían sido los responsables de que su compañero estuviera en el piso y ya que había dejado de lado el bastón con el que había entrado, quiso acercar su mano de forma disimulada a su muslo para tener al alcance la navaja.

—Puedes venir con nosotros por las buenas o por las malas —dijo el rubio que sonreía mientras se acercaba a la pelirroja.

—¡Huyan! —gritó Karin queriendo hacerles creer a los bandidos que sus compañeros ya estaban afuera, pero con la intención de advertirle a Sasuke para que encontrara otra salida o se escondiera.

—No es un movimiento inteligente —comentó el pelirrojo, compañero del rubio avanzando hacia la chica por el otro flanco.

—No crean que…

Karin había sacado la navaja para defenderse del par, pero de repente, todo se oscureció.

Cuando Karin abrió los ojos, le resultó confuso y tardó bastante en recordar lo que había pasado antes de perder el conocimiento, de modo que también entendió que ahora era ella quien estaba encerrada en una de las celdas de la guarida de Akatsuki.

—Despertaste —una voz seria que ella ya conocía llamó su atención.

—¿Y Sasuke? ¿Y los otros? —preguntó Karin alarmada tratando de encontrarlos en las cercanías, acción que le resultaba complicada, pues sentía un leve mareo.

—La verdad es que los hemos subestimado a pesar de que cayeron en nuestra trampa —una voz burlona hizo a la joven voltear en la dirección opuesta a dónde Itachi estaba parado. Era el compañero de este— Han escapado y te han abandonado. Incluso se llevaron al que estaba inconsciente antes que a ti.

—Eso… ¡Ay!

—Fuiste muy brusco al golpearla —comentó Itachi.

—Sólo había una forma de ser efectivos —se rió el hombre a quien Karin ya identificaba como Kisame.

Itachi miró a su compañero de reojo, pero no dijo más nada y dirigió sus pasos hasta los barrotes donde estiró la mano hacia dentro de la celda.

—Dame tu sello.

—¿Sello? ¿Cuál sello? —preguntó Karin bastante confundida. Aún estaba aturdida por el golpe que ni siquiera podía asimilar aquello de que la habían abandonado.

—El sello de tu clan. Sabemos que tú lo tienes —respondió Kisame.

Uzumaki tuvo que tomarse unos momentos para acomodar sus ideas antes de contestar.

—Yo no tengo el sello. Se lo dieron a…

—Es inútil que mientas. Sabemos de buena fuente que tú fuiste quien recibió el sello de los Uzumaki. Entrégalo.

—Aún si lo tuviera ¿Qué les hace pensar que voy a dárselos? —respondió a Itachi con enfado, no sólo hacia él, sino también a sus compañeros que la abandonaron— ¡Ustedes, Akatsuki, Sasuke y los otros se pueden ir al carajo!

—Te dije que era más sencillo sólo registrarla —señaló Kisame.

—Si no lo entregas voluntariamente, tenemos órdenes de desnudarte y registrarte a ti y tu ropa a fondo para hallarlo —Itachi le advirtió a la pelirroja— Tampoco intentes hacer tiempo. Aún si tus compañeros vienen por ti, no lograrán nada con nosotros vigilando.

Karin miró alrededor evaluando la situación y aunque se preguntaba cómo era que ella había sido la única cautiva cuando Juugo también había quedado inconsciente, de algo estaba segura: ella no iba a permitir que le pusieran un dedo encima.

—Quiero negociar —dijo cruzándose de brazos.

—¿Es que aún no te das cuenta de tu situación? —Kisame se burló de ella e Itachi, con un movimiento de su mano, le pidió que no hablara.

—¿Qué tienes que pueda interesarnos?

—Llevo el sello de mi clan conmigo, pero también sé dónde están los otros dos. Yo misma los escondí antes de venir por Sasuke.

El lugar quedó en silencio mientras el par de hombres se preguntaban con la mirada si ella estaría diciendo la verdad.

—¿Qué pides a cambio de esa información? —preguntó Itachi.

—Sé que los descendientes de los dioses pueden obtener poderes por la sangre divina y sé que al menos uno de ustedes tiene algún poder —comentó Karin sin dar más detalles de todo lo que sabía— Quiero saber todo lo que sepan al respecto, especialmente el cómo conseguirlos y sus limitantes y les diré dónde están los sellos.

—¡Ja! ¿Por qué te daríamos información que podría ayudarte a escapar? —señaló Kisame— ¿Sabes? Hay formas para sacarle información a una persona y pareces frágil.

—He dejado una nota en nuestra base. Para cuando me hagan hablar, Sasuke ya habrá ido por los sellos y se los habrá llevado. Simplemente perderán su oportunidad.

—Qué ingenua. Aún si se llevan los sellos, nosotros seguiremos…

—¿Qué garantía tenemos de que nos darás la información correcta? —interrumpió Itachi.

—No tengo ninguna, pero no creo que pierdan nada con darme la información que pido ¿O si? Salvo que pueda conseguir algún tipo de poder que me ayude a salir de aquí, ustedes siguen teniendo la ventaja sobre mí en fuerza y número.

—Deberíamos esperar a Pain —sugirió Kisame cuando notó que su compañero había quedado pensativo.

—Ese tal Pain fue a coordinar el ataque a Oto ¿No? Para cuando vuelva, Sasuke se habrá llevado los sellos —Karin les recordó.

—De acuerdo, te diré lo que quieres saber, pero primero debes darme el sello de tu clan —respondió Uchiha con seriedad.

—Nosotros no sabemos demasiado sobre esos poderes. Si le revelas la verdad, ella podría…

—Aun si ella despertara algún poder con la poca información que sabemos sobre el tema, no hay garantía de que sea la Uzumaki que cumplirá con la profecía —respondió Itachi— Me atrevería a decir que las probabilidades de que ella se convierta en la de la profecía, son prácticamente nulas después de que Sasuke la abandonara aquí.

El comentario del joven llamó la atención de la pelirroja, pero no quiso ponerse a reflexionar del tema frente a su enemigo, pues sabía que sus emociones podrían desbordarse y nublar su juicio.

—Aun si tienes razón, no creo que Pain esté de acuerdo.

—Yo me haré responsable de esto —aseguró Uchiha y volvió a estirar su mano hacia la joven— Primero tu sello.

Karin dió media vuelta para no dejarles ver de dónde sacaba el sello. Ni siquiera quiso dejarles ni una pista de que llevaba un relicario en el cuello y cuando guardó la joya debajo de la blusa tras sacar el sello, se volvió hacia ellos.

—Aquí está. Te la dejaré en la mano cuando me hayas respondido —dijo Karin mostrándole a ambos hombres el sello sin acercarse a los barrotes.

—Nosotros tenemos la llave de la celda. ¿Crees que no podemos entrar y arrebatártelo? —señaló Kisame con una sonrisa socarrona.

—Está haciendo tiempo —Itachi bajó la mano dispuesto a satisfacer la demanda de la pelirroja.

—Para haber sido traicionada, es sorprendente que sigas actuando a favor de tus compañeros —comentó Kisame con un tono que, a diferencia de los comentarios anteriores, no sonaba nada burlón e incluso a la joven le pareció detectar cierto respeto.

—¿Y? —la joven presionó tratando de encubrir que Uchiha tenía razón.

—Los descendientes de los Dioses tienen la posibilidad de adquirir algunos poderes del Dios del que provienen, pero algunas combinaciones de sangre ha otorgado más habilidades y/o variantes, así que no se puede deducir a ciencia cierta qué tipo de poder puede adquirir un individuo, especialmente si hay muchas combinaciones de sangre —Itachi respondía con serenidad— En cuánto a cómo se adquieren esas habilidades, tampoco lo sabemos a ciencia cierta. Según los mitos, se nace con este tipo de poder o se despiertan eventualmente, pero la lejanía de sangre en nuestras generaciones evita que esto suceda con la naturalidad que se cuentan en las historias primigenias de la religión.

—No me has dicho nada que no supiera ya —dijo Karin irritada— Sé que ustedes saben más cosas.

—Algunas historias dicen que estar en peligro de muerte despiertan los poderes que tenemos heredados de los Dioses, pero si eso fuera cierto, se habrían despertado en varios miembros durante las masacres —señaló Itachi— Tampoco podemos descartar que si hubo quien despertó alguna habilidad durante las masacres, las circunstancias no permitieron que se hiciera evidente, especialmente si su habilidad no era de ataque o defensa.

—¿Y ustedes los de Akatsuki? ¿Cómo despertaron esas habilidades?

—Sólo hay dos miembros de los clanes divinos en el grupo —respondió Kisame— E Itachi no ha podido conseguir su habilidad, nosotros no…

—Pain dijo que despertó su habilidad con meditación por accidente. Ni siquiera sabía que podía conseguir algún tipo de poder cuando lo despertó. Se había sumergido en la meditación para lidiar con ciertos problemas —Itachi interrumpió a su compañero— Yo mismo he hecho meditación con el propósito de despertar esos poderes heredados, pero no he podido lograrlo a pesar de varios años de intentos. Dicho esto, entenderás que nosotros no sabemos tanto como creías.

Karin permaneció callada por unos instantes analizando la situación, pues estaba segura que Itachi si había aplicado algún tipo de poder o control sobre ella cuando hablaron en privado y ahora él negaba tener algún tipo de habilidad.

La seguridad con la que el hombre le dijo aquellas palabras, la hicieron dudar sobre si había sido imaginación suya, pero una vez más se repitió a sí misma que jamás le habría dicho la verdad de sus sentimientos a un completo extraño aún si se trataba del hermano del hombre del que estaba enamorada. Quizá él intentaba engañarla para no decirle la verdad y…

Un diálogo que ella había oído cuando siguió a Akatsuki a su guarida llegó a su mente, pero antes de poder meditar si tenía o no razón, la voz de Kisame la sacó de sus pensamientos.

—Si esperabas poder escapar despertando algún poder, me temo que el plan te ha fallado. Hazte a la idea de que no saldrás de aquí, pues aún si tus compañeros se dignaran a tratar de rescatarte, ya les demostramos que no tienen oportunidad contra nosotros.

—Si Sasuke decide buscarte, tardará en venir. No querrá arriesgarse, así que sugiero que uses el tiempo para meditar —habló Itachi— A mi no me funcionó para despertar las habilidades divinas, pero eso no quiere decir que no vaya a funcionar contigo.

—Pain es…

—Es por eso que no hay de qué preocuparse si ella despierta algún poder. Además, si lo logra, nos ayudaría a recolectar más datos al respecto —interrumpió a Kisame.

—¿Algo más que deba saber? —preguntó Karin.

—Ya que conoces nuestros planes, infiero que conoces las historias primigenias y no sólo las del libro Divino.

—Si, también sé que el libro Divino fue escrito en conveniencia para que los clanes divinos dejaran de pelear y aquellos que estaban fuera de esas familias aceptaran someterse —respondió la chica e Itachi asintió.

—Si has prestado atención a ambas versiones, puedes darte cuenta que las historias del libro Divino cuentan que los hijos semidioses de los Dioses y sus descendientes, heredaban poderes específicos según el Dios del que venían, pero las escrituras ancestrales no tienen ningún patrón.

—Todos son poderes al azar donde a veces se repiten en el mismo clan y otras veces se encuentran en otros —siguió Kisame.

—Si eso es así, entonces es posible que la teoría de que dependiendo la combinación de sangre es lo que define el poder, podría ser falsa —concluyó Karin.

—Las historias primigenias de los documentos ancestrales sólo dan una pista sobre los poderes con unas breves palabras: "entre más sangre divina, la raza humana mejora" —Itachi siguió hablando, pero al terminar la cita, hizo una pausa antes de seguir— Los semidioses eran hijos de un Dios y un humano, así que no es de extrañar que un ser con más sangre divina sea superior que un humano.

Aquella pausa hecha por Itachi, Karin no la pasó desapercibida. Le resultaba muy sospechosa, pero una vez más no pudo ahondar en ello en sus pensamientos porque Kisame habló.

—Es todo lo que sabemos. Ahora entrega tu sello y dinos la ubicación de los otros dos.

—Hay algo más que quiero saber.

—Ya cumplimos nuestra parte del trato —Kisame le recordó a la chica.

—A cambio de decirles la forma más rápida de encontrar los sellos, quiero saber qué es lo que pretenden hacer al despertar al Yuubi.

—Comienzo a creer que estás blofeando y que no sabes dónde están los sellos. Sólo quieres sacarnos información.

—No, estoy seguro que ella no nos está mintiendo. No la subestimemos —afirmó Itachi— Todo el país sabe que originalmente yo tenía el de mi clan, así que si estuviera mintiendo, sólo nos habría ofrecido el sellos de los Hyuuga —miró a su compañero con seriedad— Sasuke no llevaba el sello de los Uchiha, es probable que ella sepa su ubicación.

—El tiempo sigue corriendo. De verdad puedo darles información que los adelantará a Sasuke.

—No confío en tu palabra. Se supone que estás con el Uchiha, pero te ha traicionado y sin embargo, estás pidiendo información para su beneficio —señaló Kisame.

—Hay algo que estás olvidando. Ustedes están amenazando mi vida con este plan suyo, así que tengo derecho a saber por qué están haciendo toda esta locura —respondió la pelirroja— Y ya que Sasuke decidió abandonarme aquí, no me interesa mantener en secreto la ubicación de los sellos para él. Al menos así me vengaré un poco.

—Si sabes que queremos asesinarte, hay más razones para pensar que no nos darás los sellos y me es difícil creer que traicionarás a tu novio —respondió el hombre de mayor altura.

—Me matarán con o sin los sellos y él no es mi novio —respondió Karin con evidente enfado. En otro momento se habría alegrado con esa afirmación, pero las circunstancias habían cambiado— Mucho menos lo sería después de abandonarme en este lugar.

—Conseguiremos la paz del mundo —respondió Itachi.

—¿De verdad creen que desear que haya paz será concedido? Digo, sé que el Yuubi debería poder conceder un deseo, pero no estoy muy segura que puedan conseguirlo con sólo desearlo como si fuera un genio o algo así —dijo Karin en tono burlón.

—Las guerras que rompen la paz son a causa del odio que nace de los deseos rotos —respondió Kisame— Si todos los deseos se cumplen, no hay razón para odiar a nadie, ni siquiera a la propia vida.

—Entonces… ¿Su deseo es que todo el mundo cumpla sus deseos? ¿No les parece absurdo? ¿Qué pasaría con las personas que desean una misma persona o situaciones que se contraponen al de otro?

—No habría ningún problema si cada persona consiguiera su propio mundo —Kisame sonrió.

—¿A qué te refieres con su propio mundo?

—Como una casa. Cada quien viviría por separado para que sus deseos sean cumplidos —respondió Itachi— Sin deseos frustrados o desechos, no hay odio que inicie guerras.

—Están bromeando ¿verdad?

—En absoluto. Ahora danos tu sello y la información prometida —ordenó Kisame.

—Están locos. En primer lugar, el origen del odio es el amor. No puedes odiar sin haber amado antes —replicó Karin— Y en segundo lugar, aun si pudieran crear mundos para cada persona en el mundo para que sólo viva en felicidad, se perdería el sentido de la felicidad —se acercó a los barrotes olvidando que mantenía la distancia por seguridad— Si no hay un contraste en los sentimientos, no podríamos saber si estamos felices o no.

—Tu no tienes qué preocuparte. Desgraciadamente para ti y otros descendientes de los clanes divinos tienen que morir para que el resto pueda conseguir la paz —Kisame le recordó a la chica— Pero siéntete contenta de que tu vida será usada para salvar al mundo y le concederá a los sobrevivientes la felicidad que todos buscamos desde nuestro nacimiento.

Karin iba a protestar, pero no tenía sentido intentar cambiar la forma de pensar de esos dos en ese momento. Para un grupo de personas que había llegado tan lejos para conseguir su objetivo, se iba a necesitar más que un par de palabras para convencerlos. Además, ella ya había conseguido la información que necesitaba y si quería escapar de allí, requería que esos dos la dejaran a solas.

—Toma el sello —la joven entregó el sello de su clan a Itachi, quien había vuelto a estirar la mano dentro de la celda.

—¿Qué hay de la información? —Kisame la presionó.

—No necesitan ninguna información —ella dio un suspiro de resignación.

—¡Ja! Sabía que no nos dirías nada, pero te sacaremos la información…

—No necesitan ninguna información porque yo tengo los dos sellos faltantes conmigo —Karin interrumpió a Kisame, haciendo que él e Itachi se sorprendieran. Por su parte, la pelirroja sacó ambos sellos del mismo relicario de dónde había sacado el de su clan— Se suponía que una vez que rescatara a mis compañeros, íbamos a usarlos para destruir su guarida, pero ya que me han abandonado…

La joven pelirroja puso ambos sellos en la mano de Itachi cuando él volvió a estirar su palma ante un gesto de ella, después Karin dio media vuelta y se sentó en el rincón de la celda soltando un suspiro pesado.

—¿Son reales? —Kisame le preguntó a su compañero.

Itachi miró los tres sellos, pero revisó detenidamente el sello que correspondía a su clan, después de todo, era el único de los tres que había visto antes de esa ocasión y podría identificar su autenticidad, si era falso y encajaba con los otros dos, entonces los tres serían falsos.

—Eso parece —respondió Uchiha armando el de su clan con el del clan de la chica y para no activarlos en ese momento, los desarmó y armó en separado el de su clan con el de los Hyuuga— Son reales.

Kisame esbozó una sonrisa ladina e Itachi le hizo una señal para que salieran de esa zona, dejando a la chica sola.

—Vaya, de verdad no creí que esa chica fuera a traicionar a sus compañeros —comentó Kisame cuando él y su compañero ya estaban en la sala donde se erguía la estatua del Yuubi.

—No los traicionó —respondió Uchiha con estoicidad.

—¿De qué hablas?

—Íbamos a registrarla aún si se negaba a darnos los sellos por voluntad propia, así que eventualmente los encontraríamos, por eso pidió información a cambio de entregarlos voluntariamente.

—Pero nosotros no sabíamos que tenía los otros dos, no tenía por qué ofrecérnoslos a no ser que los estuviera traicionando. Con sólo entregar el suyo, no la habríamos registrado a menos que sospecháramos que llevaba algo más encima que quisiéramos.

—¿Por qué le entregarías más poder a alguien que sabes que quiere matarte, especialmente cuando te tiene cautivo?

El hombre de extraño color de piel quedó pensativo apenas un segundo antes de contestar.

—¿Qué crees que esté planeando? ¿Crees que el que sus compañeros la hayan dejado aquí sea parte de alguna estrategia?

—No descartó esa posibilidad, pero tengo algo más en mente.

—¿Algo más?

—Aun en los pergaminos ancestrales, no hay muchos detalles sobre el poder al que los sellos conducirán a los herederos divinos y una de las incógnitas que enemistaban a los tres clanes, era saber si ese poder sólo puede ser adquirido una única vez —explicó Itachi— Ella llevaba consigo los tres sellos antes de venir aquí por sus compañeros y si su último paradero fue en aquella pequeña aldea cerca de las agua termales, eso quiere decir que estuvo en otro lado antes de venir aquí.

—¿Crees que ella fue por el poder antes de venir aquí? —preguntó Kisame sorprendido con la conclusión de su compañero— Si es así y nos dió los sellos sin miedo a las consecuencias entonces…

Kisame no terminó su frase, pero Itachi asintió. Si ese poder escondido sólo puede ser obtenido por una única persona y Karin lo obtuvo, eso quería decir que los sellos se habían vuelto inútiles.

—Debes armar eso y buscar una forma de comprobarlo antes de que Pain y los demás vuelvan.

—No. Si me equivoco y ella no ha ido por ese poder, terminaré obteniendo ese poder en contra de los planes que tenemos.

—Si ella obtuvo los poderes e hizo todo esto sólo para sacarnos información, entonces no deberíamos dejarla sola —dijo Kisame dispuesto a regresar a las celdas.

—No vayas. Si ella planea usar sus poderes para salir de la celda, no lo hará con nosotros presentes o ya lo habría hecho antes. Dejemos que actúe y ayudémosla un poco —sugirió el azabache y su compañero lo miró expectante— Iremos alternadamente a las celdas cada media hora como vigilancia, ella verá el patrón muy pronto. Si obtuvo algún poder y escapa, nos confirmará que los sellos se han vuelto inútiles.

—Si logra escapar, tampoco será benéfico para nuestros planes —señaló Kisame.

—Aún no parecen haber elegidos y después de que Sasuke la abandonara aquí, es probable que hayan sido descartados por completo.

—Ella podría seguir estando tras tu hermano.

—Pero él no nos ha dado ninguna pista de sentir algún interés por ella —señaló Itachi— Incluso en el compañerismo él ya la ha traicionado al dejarla con nosotros —Kisame hizo una mueca que no pretendía esconder su duda, sin embargo no dijo nada al respecto— Puedes ser el primero en bajar a las celdas a revisar a la chica si así lo deseas.

Itachi continuó su camino y su compañero sólo echó un vistazo por el pasillo que dejaban atrás antes de seguirlo.

Por otro lado, Sasuke y los demás ya se habían alejado lo suficiente de la guarida en dirección contraria a dónde se encontraba Oto. Después de todo, si el resto de la organización estaba allí haciendo su golpe, ello disminuiría las probabilidades de encontrarse con otros miembros.

En ningún momento pararon o hicieron el intento de regresar mientras escapaban y es que les había costado mucho trabajo perder al par de Akatsuki que los estaba siguiendo y lo más probable era que estos dos aún estuvieran buscándolos.

—Necesitamos parar —pedía el albino jadeando mientras cargaba a Juugo que seguía inconsciente.

—Para detenernos, tenemos que encontrar un lugar para escondernos. Akatsuki no va a detenerse —respondió Sasuke.

—En ese caso, dejaré aquí a este idiota pesado —dijo Hozuki, dispuesto a bajar a su compañero y seguir.

—Sólo tráelo —ordenó el azabache con imponencia.

Suigetsu había parado para dejar a su compañero en un lugar al azar, pero Sasuke había vuelto para darle la orden. Se notaba inquieto por esa pausa.

—¿Para qué? Es peso muerto. Además, no es tan diferente de la bruja fea. Sólo dejémoslo atrás como a ella.

—Lo necesitamos —respondió Uchiha con más dureza.

—Pues si lo quieres, vas a tener que cargarlo tú —dijo Suigetsu, a lo que Sasuke lo miró con más agresividad y el albino no tuvo valor para seguir llevándole la contra— ¡Maldita sea! ¡No creas que siempre te va a funcionar!

Juugo comenzó a reaccionar cuando Suigetsu estaba acomodándolo de nuevo para cargarlo y seguir andando, así que cuando el albino se dió cuenta, lo bajó toscamente.

—No hay tiempo para explicaciones. Sólo síguenos —Sasuke ordenó a Juugo que evidentemente estaba desorientado y enseguida, siguió andando.

—Ese idiota nos abandonaría a nuestra suerte de no ser que nos necesita —bufó el albino para luego seguir a su líder.

Juugo tardó un poco más en seguirlos, pero lo hizo lo suficientemente rápido para no perderlos de vista, pues aunque aún se sentía desorientado y tenía muchas preguntas sobre lo sucedido, no dudó en acatar la orden de Uchiha. Estaba seguro que en algún momento recordaría lo que había ocurrido o se lo dirían. En esa explicación debía estar el motivo por el que no veía a Karin por ningún lado.

Después de una larga huída, Sasuke finalmente se detuvo cerca de una pequeña aldea. En aquella ocasión no podían ser muy descuidados al entrar y no sólo porque no llevaban disfraz como las otras veces, sino porque podrían arriesgarse a quedar rodeados por Akatsuki como la última vez.

—Necesitamos algunos suministros —fue lo primero que Sasuke dijo cuando se detuvieron a algunos metros lejos de la puerta de la aldea. Había suficientes árboles para no ser detectados mientras no levantaran la voz.

—Pues entremos a la aldea —respondió el albino como lo más obvio.

—No tenemos dinero. Akatsuki nos quitó todo lo que teníamos encima —señaló Juugo entendiendo el dilema.

—Tardamos cinco horas en llegar a este lugar, si queremos evitar a Akatsuki, nos llevará al menos tres días rodear algunas aldeas y dos días más llegar al punto de reunión.

—¿Para qué quieres ir al punto de reunión? La bruja ya no estará allí, te recuerdo que la dejamos con Akatsuki —Suigetsu refunfuñó, pero se le escapó una sonrisa burlona.

—Dejé algunos objetos a su resguardo y debió dejarlos allí antes de ir por nosotros a la guarida de Akatsuki —respondió Sasuke evaluando la situación.

—¿Tu crees? ¿Y si ella los llevaba consigo cuando fue por nosotros? —sugirió el albino.

—Si Karin era consciente de la importancia de esos objetos para Sasuke, tampoco creo que los llevara con ella.

—¿Y si se equivocan? ¡Yo no quiero volver a esa estúpida guarida a buscar las cosas que le quitaron!

—Entraremos a la aldea individualmente con media hora mínima de diferencia cada uno para que no sepan que viajamos juntos. Juugo, te encargarás de conseguir el mínimo de equipo para acampar, mientras no tengamos dinero, no podremos alojarnos en las aldeas. Además, así será menos probable que Akatsuki nos encuentre —Sasuke se dirigió al aludido para luego mirar al albino— Tú te encargarás de conseguir comida. La cacería en el bosque no es una opción mientras haya riesgos de encontrarse con Akatsuki. Hasta no desviarnos del trayecto que recorrimos, debemos ser precavidos en el bosque y las aldeas dónde debamos proveernos. Tampoco podemos quedarnos en un mismo sitio por mucho tiempo.

—De acuerdo, pero ¿Cómo se supone que compremos esas cosas? —preguntó Suigetsu.

—Hagan lo que tengan que hacer, sólo no llamen la atención —Sasuke contestó después de una pausa, pues el robo no era algo que quisiera hacer, sin embargo, no tenían tiempo para ganar dinero para comprar las cosas y tampoco podían darse el lujo de dejarse ver mientras Akatsuki los estuvieran buscando— Nos veremos aquí en cuatro horas.

—Iré yo primero —Juugo se ofreció y sin esperar respuesta, se dirigió a la aldea.

—Ese idiota sigue tus órdenes sin cuestionar —bufó el albino— ¿Y tú qué harás? ¿Buscarás nuevos disfraces?

—Sin importar si llevamos disfraz, Akatsuki se concentrará en grupos de tres. Nos concentrarémos en la velocidad, para no ser atrapados.

—¿Entonces te quedarás esperando mientras hacemos el trabajo sucio?

—Hay algunas cosas que necesitaremos cuando recupere lo que Karin escondió.

Sasuke no entró en detalles y aunque Suigetsu intentó sacarle más información sobre los objetos que le dejó a la pelirroja y aquello que necesitaba, el azabache permaneció callado y pensativo.

Cuando la hora de que el albino tendría que ir a la aldea llegó, tuvo algunas objeciones hasta que Uchiha lo miró con dureza.

—Bien, me largo, pero tarde o temprano tienes que hablarnos al respecto —bufó molesto y dió algunos pasos camino a la aldea, pero enseguida regresó— ¿Enserio abandonaremos a la bruja fea con Akatsuki? Recuerda que quieren matarlos.


¿Cuál creen que sea la respuesta de Sauske? ¿Karin realmente entregó los sellos como venganza? ¿Itachi tiene razón sobre que Karin usó los sellos antes de entregarlos?

Por favor, déjenme saber sus teorías y si quieren saber el orden en que iré actualizando las historias, pueden revisar los anuncios en mi página de Facebook "SaKaSu Fanfics".

Sin más, me despido por ahora n.n