Disclaimer: Twilight pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de DaniDarlingxx, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from DaniDarlingxx, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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Setenta y seis
Ella es jodidamente hermosa, su piel toda blanca como la leche y suave, cabello largo y oscuro rozando la encimera detrás de ella, sus labios y las puntas de sus pezones hinchados y casi del mismo tono de rosa oscuro, sus ojos entrecerrados y pesados con una necesidad tan grande e intensa... mucho más intensa que cualquier cosa que haya visto antes en cualquier mujer con la que haya estado.
Su pecho sube y baja con sus fuertes respiraciones, y me estoy muriendo, atrapado en lo hermosa que se ve y en lo jodidamente afortunado que debo ser de haber aterrizado aquí.
Mis dedos rozan la piel de sus muslos, tan jodidamente suaves, y abro sus piernas para ver su coño brillante y listo para mí.
―Tan jodidamente hermosa ―prácticamente gimo, lamiendo mis labios.
Hay tantas cosas que quiero hacer; no puedo decidir cuál será mi próximo movimiento.
Pero entonces la mano de Bella está en mi garganta, solo aplicando presión para empujar mi mandíbula hacia arriba y hacer que la mire.
―Eso está bien, pero aclaremos una cosa… ―su voz es oscura y ronca, y me atrae, inclinándose al mismo tiempo y pasando su mano por mi abdomen mientras habla―… no soy una cosa frágil que necesita ser manejada con guantes de seda. ¿Quieres follarme? Entonces fóllame. Si vas a contenerte, puedes irte.
Está lamiendo mis labios, provocándome sin besarme por completo, pero sus palabras me molestan si soy completamente honesto. Y, sin embargo, tengo la sensación de que logran exactamente lo que ella quiere, porque me empujan a la acción.
Enredando mis dedos en su cabello, tiro con fuerza y coloco mis labios junto a su oreja. Ella sisea por el dolor, palmeando mi polla de una manera que prácticamente me hace gruñir, pero el calor que irradia desde su centro y el gemido desesperado que sigue al silbido me dice que le encanta esto. Y no debería sorprenderme; he visto de primera mano lo que le gusta mirar cuando cree que está sola.
―Cuidado con lo que deseas, cariño. ―Mis dientes se hunden en el punto sensible debajo de su oreja, mi boca succiona mientras mis dedos se deslizan entre los labios de su coño, y gimo por lo húmeda que está.
Su clítoris está hinchado y palpitante, y no juego ningún maldito juego. Si quiere follar, la follaré. Entonces, en lugar de rodear su clítoris, lo presiono. Está tan sensible que sacude las caderas y grita, tanteando apresuradamente el botón de mis vaqueros por segunda vez esta noche.
Pero se tambalea cuando deslizo dos dedos dentro de ella, duros y rápidos, y los enrollo para llegar al punto que hace que su coño se mueva alrededor de mis dedos.
―Jesús maldito Cristo ―grita, haciéndome reír oscuramente contra su cuello.
―¿Algún problema? ―pregunto, moviendo mis dedos con mi otra mano todavía en su cabello. Cuando agrego mi pulgar a su clítoris, siento que se aprieta a mi alrededor, su grito de lamento me dice que está jodidamente cerca―. Uh, uh, todavía no. No te atrevas a correrte hasta que yo te lo diga.
Sus uñas se clavan en la parte inferior de mi estómago, haciéndome jadear por el dolor, y joder si no me pone más duro de alguna manera.
―Edward…
—Esto me duele más a mí que a ti, muñeca —gimo, alejándome para mirarla a los ojos.
Son tan jodidamente oscuros. Está tan enojada; no me sorprendería si me escupe. Tampoco me importaría una mierda en este punto. Sus dientes están al descubierto, y está gruñendo con cada empuje de mis dedos, sus tetas moviéndose con fuerza.
―Vete a la mierda... me voy a correr.
―Haz eso, y me iré de este apartamento y te dejaré como el desastre húmedo que eres si quieres ser una provocadora.
Ella gime ante mi amenaza, aunque estoy bastante seguro de que sabe que estoy mintiendo, y una sonrisa complacida tira de mis labios. Es literalmente masilla en mis manos, y joder, se siente bien saber que quiere esto casi tanto como yo.
Mi mano deja su cabello para buscar mi billetera en mi bolsillo, pero conseguir uno de los condones que guardé para esta noche resulta ser toda una proeza ya que estoy muy concentrado en asegurarme de que mis dedos enterrados en ella no vacilen. Su mano se envuelve alrededor de la base de mi polla después de que finalmente me desabrocha la cremallera y no ayuda en nada a mi situación, mi mandíbula se afloja con un gemido antes de que me recomponga lo suficiente como para recuperar el control de la situación.
―¿Te vas a comportar? ―Cuando le pregunto esto, su mano sube por mi eje y gimo. Ella no está dispuesta a dejar ir todo el poder, y hay algo jodidamente sexy en eso.
Aun así, asiente frenéticamente. Desesperadamente. También necesita esto.
Y estoy más que feliz de darle lo que necesita.
―Córrete para mí. Ahora, cariño. —Enrosco los dedos de nuevo y disminuyo el ritmo, pero la golpeo con más fuerza. Solo se necesitan dos golpes duros en ese lugar interior para que se desmorone y que me jodan...
Ver su cabeza echada hacia atrás, su boca abierta, escuchar los sonidos animales provenientes de ella... Su pecho está sonrojado, y puedo ver los músculos de su estómago contraerse y relajarse mientras se corre, y es jodidamente gloriosa.
No dejo de moverme dentro de ella, dejándola disfrutar su orgasmo, jodidamente amando la forma en que solo se moja más y la humedad cubre mi mano mientras la suya sostiene mi polla con un agarre mortal que solo da un poco de miedo, pero es jodidamente caliente.
Me estoy esforzando tanto para no correrme, y la distracción de finalmente sacar el cuadrado de papel de aluminio dorado de mi billetera es suficiente para mantenerme bajo control.
Bella todavía se está viniendo cuando ve lo que estoy haciendo, y su mano deja mi pene, dándome ganas de llorar hasta que me doy cuenta de lo que está haciendo.
Arrebata el condón de mi mano, rasgándolo con los dientes. Colocando el pequeño círculo entre sus labios, se estira para que su mano queme la parte inferior de mi columna y me acerque más a ella. Sus labios y lengua bajan por mi cuello, su aliento hace cosquillas en los diminutos vellos allí, y desliza el condón en mi polla, apretándome una vez en la base por si acaso.
Mis dedos todavía están enterrados dentro de ella, y cuando los saco, presiona su frente contra la mía, sus ojos suplicantes. Llevo mis dedos a mi boca para saborearla, pero que me jodan si no toma uno de mis dedos para sí misma, y lo juro por Dios, ambos chupando su sabor de mi piel juntos es indiscutiblemente lo mejor que he hecho alguna vez.
Pero algo me dice que no será lo mejor que jamás haré. No si ella se sale con la suya, al menos.
