Tres meses después, Sakuno comenzó a presentar grandes mejorías tanto en su salud mental, como también en su desempeño académico. Si bien la propuesta de retomar sus estudios había significado un verdadero desafío para ella, considerando el tiempo y dedicación que debía darle a Psiquiatría, aun así, ese desafío se había convertido en una oportunidad de volver a estudiar lo que tanto quería y estar con sus amigas en el mismo proceso.
Así mismo, estaba asistiendo a un grupo de apoyo para mujeres que se encontraban en duelo por sus hijos, el cual le había ayudado mucho a expresar como se sentía en una comunidad de personas con experiencias similares. Este grupo fue recomendado por su terapeuta, quien en paralelo le brindaba un espacio para poder hablar sobre ello. Gracias a la instancia grupal, se permitió no sólo expresar el malestar que estuvo sintiendo los últimos meses por Hiro, sino también poder despedirse de él mediante una carta. Dicha actividad resultó un nuevo desafío para la castaña, considerando que muchas palabras que quería decir parecían estar atascadas en su garganta y no podía llevarlas al papel. El hacerlo, significaba dejar de ver a ese niño que representaba a su hijo. Sin embargo, pese a dicha dificultad, Sakuno se atrevió a terminar su carta y a leerla en el grupo de apoyo.
Al comenzar su relato, su voz comenzó a temblar, estaba tan nerviosa y temerosa de expresar los sentimientos que llevaba guardados por tanto tiempos en su interior, que sentía que al sacarlos le dolía el pecho, como si una espina estuviera atravesando su corazón. Por ello, en lugar de permitir que esa emoción silenciara lo que quería decir, se atrevió a utilizarla a su favor y hablar de eso que le dolía. Sus ojos se concentraron en un pequeño Hiro que estaba sentado al final de la sala, tomó aire y se atrevió a verbalizar lo que sentía en lo más profundo de sí. En esa carta, fue capaz de contar su historia, expresar como se sintió en los últimos meses y reconectar esas vivencias con las interpretaciones que había hecho su terapeuta en su terapia. Tras agradecerle a Hiro por haberla acompañado en su proceso de duelo y haberle permitido ser la madre que no había podido ser, el pequeño se despidió con una sonrisa ,y se marchó para siempre.
Cuando tuvo la oportunidad, habló con sus seres queridos sobre esto y se sintió mejor. Hace meses que tenía una sensación desagradable que le impedía respirar, pese a sus llantos constantes, el malestar no se marchaba. Pero ahora que había leído la carta, se sentía mucho más ligera y aliviada de ello.
Además de Sakuno, Ryoma también se encontraba en su proceso terapéutico con Margaret. Si bien aún tenía algunas dificultades para expresar sus sentimientos, poco a poco comenzaba a sentirse más seguro en su espacio y dispuesto a colaborar. Uno de los mayores conflictos que tenía, estaba estrechamente relacionado con las expectativas que tenían sus progenitores sobre él, lo que le había sorprendido, ya que creía que sólo el problema lo tenía con su padre. Sin embargo, con el transcurrir de las sesiones, empezó a descubrir diversos aspectos de su vida que había normalizado por completo y no se había detenido a cuestionarlos, a diferencia de otras cosas en las que solía recurrir a lo lógico. Entre ellas, se encontraba la presión que había tenido de hacerse cargo de la empresa de su padre, pese a que apenas era un niño, y su madre siquiera lo había cuestionado. Dicha presión, lo había hecho olvidarse por completo de lo que él quería o sus gustos, como era la medicina. Por lo mismo, se había sorprendido de que la castaña si se diera cuenta de eso y se sintiera extrañada que no quisiera estudiar medicina.
—Se ve que Sakuno era una persona muy observadora. Podía identificar fácilmente tus gustos.
—Sí, siempre lo ha sido.
—A propósito de eso, no me has contado cómo conociste a Sakuno. —Sonrió Margaret. —¿Puedes contarme sobre eso?
—Sí, sólo que es una larga historia. —No entendía como el tema de sus padres ahora se conectaba con Sakuno, o más bien porque le hacía esa pregunta en esos momentos y no en otra sesión.
—¿Qué ocurre? Pareces pensativo.
—No es nada, sólo que me sorprendió el giro que ha tenido esta conversación.
—En terapia es común que ocurran esos cambios, a veces las cosas están más conectadas de lo que crees. Además, considerando que tu motivo de consulta inicial era por tu esposa, me parece importante que lo conversemos. —Le sonrió. —Sólo si estás de acuerdo, claro.
—Sí, no hay problema. —Tomó un sorbo de café. —Todo comenzó cuando tenía 13 años. Me encontraba jugando un partido de tenis contra mi padre, cuando me habló acerca de Sakuno. En primera instancia, no le presté mucha atención a sus palabras, ya que siempre solía obligarme a interactuar con personas que no me interesaban. Por ello, cuando me mencionó que la nieta de su mejor amiga se encontraría en el Instituto Seishun, no le di gran importancia.
—Ya veo, me imagino que no querías sentirte presionado de nuevamente tener que cumplir con el plan de tu padre.
—Así es.
—¿Y qué ocurrió después?
—Pues...como no le di importancia a eso, seguí mi vida normal y olvidé por completo que alguien con apellido "Ryuzaki" se encontraba en mi instituto. Entonces un día, me encontré con ella en el pasillo, mientras iba camino al casino.
—¿Cómo supiste que era ella? ¿Tenías una fotografía?
—No lo tenía, me enteré después cuando Osakada, su mejor amiga la había llamado. La primera impresión que tuve de ella fue que era una chica distraída. Si bien no estábamos en la misma clase, inferí que ese día era la encargada de llevar los libros de historia a su clase. Recuerdo que se mostraba tan ensimismada en su conversación que no se había dado cuenta que uno de los libros que llevaba, se encontraba en el suelo.
—Ya veo ¿Se lo mencionaste?
—Al principio pensaba ignorarlo, pero en cuanto lo vi simplemente me atreví a entregárselo y decirle que tuviera más cuidado. Ella no pareció inmutarse ante mi presencia y me agradeció por ello. Entonces escuché a Osakada decir "Eres muy distraída, Sakuno. No eres para nada como tu abuela Ryuzaki-sensei". En ese momento, descubrí que era la persona de la que mi padre me había hablado.
—¿Y qué sentiste?
—Nada, sólo fue una sorpresa.
Ryoma recordó cómo fueron las primeras veces que la vio, aunque la castaña pertenecía a otra clase, solía encontrarse con ella a menudo tanto en el Instituto, como también fuera de él por obra del destino. Pero, aun así, Sakuno solía estar en su mundo todo el tiempo, y nunca advertía su presencia en los lugares que se encontraban. Todo marchaba normal hasta que el director le asignó la tarea de dar el discurso de inicio a la Preparatoria. Cuando subió al escenario y relató lo que había escrito, notó un cambio en la castaña, ya que no sólo comenzó a mirarlo con atención, sino también cuando sus miradas se cruzaban solía tartamudear y no podía verbalizar siquiera lo que quería. Aunque ese tipo de comportamiento le llamaba la atención, jamás tuvo sospecha alguna de que ella sintiera algo por él. Hasta que un día, Momo se lo insinuó y recién en ese momento se percató de lo que sentía.
—¿Qué sentiste cuando tu amigo te insinuó eso?
—No lo sé, supongo que extrañeza. —Se encogió de hombros. —No podía entender como alguien con quien nunca había hablado, podría sentir atracción por mí, eso no tenía sentido.
—Quizás más que atracción en ese entonces, podría ser admiración.
—Tal vez. —Suspiró. —Tiempo después, comenzamos a asistir a la misma clase y solía encontrarla con más frecuencia, en el salón y en el club de tenis. Cuando se unió a él, me sorprendió que lo hiciera y pensé que quizás tenía un talento innato como su abuela. Pero fue todo lo contrario. —Hizo una mueca.
—¿Por qué? ¿No era lo suyo?
—Al comienzo, diría que le faltaba mucho.
—Entiendo. —Sonrió. —¿Y cómo se dio la dinámica entre ustedes estando más cerca?
—Pues...yo diría que no hubo una dinámica. A veces hablábamos en el club, pero eran encuentros tan insignificantes que no las recuerdo con claridad. El resto eran sólo miradas.
—Ya veo. —Anotó en su cuaderno algunas cosas.
—Por lo mismo, me sorprendió cuando me llegó una carta en la que me expresaba sus sentimientos. Aunque ya estaba enterado de lo que sentía, no esperaba que tuviera la valentía de escribirme.
—Quizás porque no se atrevía a decir lo que sentía en persona.
—Es posible.
—¿Y qué decía esa carta?
—Al inicio me advertía que no tirara la carta y la leyera hasta el final, ya que sabía lo que hacía con el resto de las cartas. —Reprimió una risa. —Pero no pensaba hacer lo mismo con esa, ya que me generaba curiosidad.
—Suena como si ya estuvieras interesado en ese entonces.
—No lo estaba, tardé mucho tiempo en darme cuenta de ello. Pero básicamente la carta decía que estaba enamorada hace un largo tiempo, pero no se atrevía a expresar lo que sentía por su timidez. Así como también, mencionó que el discurso que di en la ceremonia de apertura la había inspirado. Lo que me inquietó, ya que no me esmeré demasiado en escribirlo ni me esforcé en ello. Pero...aun así, a ella le gustó.
—Debes haber estado sorprendido. —Sonrió. —¿Y qué hiciste después? ¿Le respondiste la carta?
—No, nunca estuvo en mis planes hacerlo. Además, ella misma mencionó en la carta que no esperaba una respuesta de mi parte, sino al contrario sólo buscaba desahogarse. Por lo mismo, preferí omitir mi opinión sobre ello. —Carraspeó, no quería seguir hablando de eso. —Luego, fue lo del meteorito.
—¿Eh? ¿Te refieres a ese que sólo cayó en una casa en el país?
—Ese mismo. Fue precisamente en la casa de Sakuno. En ese sentido, mi segunda impresión de ella es que era una persona con mala suerte. —Hizo una mueca, mientras Margaret lo observaba sorprendida. —Tras ver la noticia, mi padre nos informó que, dadas las circunstancias, Sakuno y su abuela tendrían que hospedarse en nuestra casa, considerando que no tenían otro lugar en el que quedarse.
Cuando comenzó a relatar esa parte de la historia, Ryoma sintió que regresaba en el tiempo y se encontraba nuevamente en ese momento. Aunque no estaba de acuerdo con la postura de sus padres, sentía que no podía negarse al plan, considerando que según le había dicho su madre, Sakuno no contaba con sus padres y ahora no tenía una casa en la que vivir. En ese periodo, se sentía culpable por lo que había hecho esa misma mañana, ya que cuando había visto a Kintaro haciendo caridad en la Preparatoria, él había sido cruel con la castaña, diciendo que no tenía la culpa de que un meteorito cayera precisamente en su casa. Quizás por ese motivo, no había emitido opinión alguna sobre el plan que tenían.
Después de eso, contó como habían sido los primeros días viviendo con ella, aunque quería omitir algunas cosas en la historia, como el hecho de que solía burlarse constantemente de ella por los sentimientos que tenía por él, sabía que siendo su terapeuta no podía hacerlo. Por ello, le contó con detalle cómo fueron los primeros días y lo que había sucedido cuando olvidó mencionarle los horarios para abordar el bus, provocando en consecuencia de ello, que la castaña se encontrara con un tipo extraño en el paradero.
—Qué bueno que lograras llegar a tiempo, si hubieras tardado, quizás ese chico se habría aprovechado de la situación. —Comentó Margaret.
—Sí, llegué a tiempo. Si no lo hubiera hecho, quizás no me habría perdonado. Cuando íbamos de regreso a la casa, noté que ella se veía muy afectada por la situación, traté de no decir nada por ello, pero Sakuno comenzó a llorar y no pude evitar ignorarlo. —Suspiró. — Entonces mi cuerpo reaccionó solo y le di un abrazo. Nunca había hecho algo así por nadie, no sé por qué lo hice.
—¿Y cómo reaccionó ella ante esto?
—Pues...se sorprendió en un momento, pero después comenzó a llorar con más fuerza. Luego de eso, nos separamos y caminamos a casa. —Comentó. —Me sentía tan incomodo por la situación que le pedí que no le hablara a nadie de eso, ni que tampoco esperara que lo volviera a hacer. Le aclaré que no lo había hecho por nada en especial.
—Ya veo ¿Qué piensas de tus palabras, después de tanto tiempo? Si pudieras analizarlas.
—Pues...creo que intentaba negar lo que había sucedido y trataba de enmendar lo que había hecho a toda costa, porque no era algo usual.
—Así es, parecía que estabas dando más explicaciones de las que ella debía escuchar, como si hubieras puesto un muro en el que no querías que ella entrara.
—Sí, podría decirse que era algo así.
Luego de analizar ese discurso, Ryoma siguió relatando la historia, identificando muchas otras situaciones en las que había hecho lo mismo, ya sea evitando que ella malinterpretara sus acciones constantemente, o también él mismo tratando de analizar todo desde la lógica. Entonces comenzó a contar otros detalles, como cuando estudiaban juntos y él se creía superior por sus conocimientos. O cuando había descubierto que ella tenía una fotografía privada y lo mucho que le había molestado, incluso llegando a decirle que no se ilusionara con sus acciones, porque todo lo hacía por sus padres. Ahora que su terapeuta lo acompañaba en el relato, se estaba percatando de varias cosas que en su momento no había advertido, como lo frío que había sido en esa ocasión.
—¿Qué piensas de eso ahora? ¿Lo habías visto así?
—No, en ese tiempo no percibía nada, pese a que mi madre y Sakura lo habían señalado. —Suspiró. —Creo que estaba en todo su derecho enfadarse y no querer verme. En un principio, pensé que era un acto inmaduro de su parte, pero ahora creo que el inmaduro fui yo todo el tiempo. Más considerando lo que sucedió después...en la biblioteca.
—¿Te refieres lo del beso? —Margaret lo miró con interés, notando su comportamiento incomodo. —¿Te arrepientes de ello?
—No lo sé...quizás no fue el mejor momento para hacerlo, pero no pude evitarlo.
—¿Es porque realmente era muy ruidosa? ¿O había otra cosa más en su discurso?
—Pues...no sabría decirlo. —Tomó un sorbo de té y comenzó a ver la hora, quedaban unos minutos para que se acabara la sesión. —Su discurso era simple, decía que pensaba buscarse a un chico un millón de veces mejor que yo. Si bien todo el tiempo esperaba que ella se olvidara de mí y me dejara en paz. —Sus manos se cerraron en la taza en ese instante. —No sé por qué en ese preciso momento... me molestó oírlo.
Margaret sonrió, no esperaba que él reconociera que efectivamente eso había sido un problema para él, ya que todo el tiempo fingía que ella no le importaba en ese tiempo. Por lo mismo, luego de profundizar más sobre ello, le hizo algunas interpretaciones que fue complementando con todo lo que había contado hasta ahora, pese a que quedaban pocos minutos para que se acabara la sesión.
—Pareciera ser que, si sentías atracción por ella, pero quizás por temores del pasado, evitabas constantemente que ella se pusiera en tu camino, colocando una barrera entre ambos. —Hizo una pausa, viendo como sus ojos la miraban confundido. —En otras palabras, tenías tanto miedo de perder el control de ti mismo que intentabas defenderte a toda costa, utilizando el escudo protector del "comportamiento lógico". De ese modo, podías estar a salvo.
—Puede que tengas razón...
—Piénsalo y lo discutiremos la próxima sesión, estamos en la hora. —Le señaló el reloj que estaba colgado en la pared y él asintió.
Ryoma caminó rumbo a la Universidad, pensando en la sesión que había tenido, aunque no esperaba hablar de la castaña en dicho espacio y no encontraba sentido a la conexión que había hecho Margaret al inicio, ahora comenzaba a unir las piezas. Porque de cierto modo tenía razón, después de todo su vida no sólo estaba relacionada con los conflictos internos que tenía con su padre, sino que también otras cosas se conectaban con su historia con Sakuno.
Cuando sus pies se detuvieron frente al semáforo, sus ojos se encontraron con varios estudiantes de la Preparatoria Seishun, quienes lucían su uniforme de invierno. Si bien veía esos colores seguido por su hermana, aun así, encontrarse a unos pasos del establecimiento en que todo había comenzado, le traía recuerdos. En ese sentido, Ryoma no era de las personas que pensaban constantemente en el pasado y se quedaban paralizados en él, evaluando las decisiones que habían tomado y viendo cómo podían hacerlo mejor, sino que, al contrario, él siempre vivía el presente. O al menos eso creía hasta esos momentos.
Ahora si lo analizaba mejor, diría que muchas de sus actitudes del presente, tenían una estrecha relación con el pasado. Por mucho que quisiera negarlo, sus miedos estaban ahí interviniendo constantemente en su vida, porque en lugar de enfrentarlos, todo el tiempo trataba de evitarnos. A partir de esa analogía, volvió a retomar las palabras que su terapeuta le había dicho en sesión y pensó en torno a las relaciones que había tenido. En cierto sentido, si bien su primera relación amorosa había sido con Yui, ésta no había sido del todo sincera, teniendo en cuenta que sólo había accedido a estar con ella por un simple capricho. Aunque sus personalidades se acoplaban bien y tenían buena comunicación, jamás se imaginó una vida con ella, porque sabía en el fondo que no sentía atracción alguna más que una mera amistad. Nunca le había hablado de su pasado ni tampoco de los sueños que tenía, más bien con ella sólo fingía ser el tipo de persona que su padre esperaba que se convirtiera.
Con Sakuno era todo lo contrario, sentía que no podía fingir ser otro, cuando ella misma había descifrado todo lo que él mantenía oculto de los demás por temor a ser lastimado. Pero, aun así, había ocasiones en que su mecanismo de defensa de lo lógico generaba conflictos entre ellos y también lastimaba a la castaña, como había sucedido en la fiesta de Today. Recordar eso le generaba una sensación de ardor en el pecho que parecía quemar todo su interior y al mismo tiempo, le recordaba toda la agonía que había sentido ella por su causa.
Después de asistir al laboratorio de Anatomía y haber entregado los ensayos pendientes que tenían, los estudiantes de medicina se dirigieron a los camarines para cambiarse de ropa y alistarse para volver a sus respectivos hogares. Mientras Ryoma se quitaba la bata, Kevin se mostraba tan entusiasmado por la clase que habían visto que no paraba de hablar de lo ansioso que se sentía por comenzar pronto el nuevo semestre.
—Ya quiero que empiece. —Sonrió.
—Admiro tu energía, pero yo ni he pensado en el próximo semestre. En estos momentos, sólo quiero que este termine. —Suspiró.
—Lo sé, no ha sido un buen año para ti en ese sentido. —Susurró Kevin. —Por cierto ¿Cómo sigue tu esposa?
—Ha estado mejor en el último tiempo, la terapia le ha ayudado bastante a resolver sus conflictos.
—Ya veo, es bueno que esté mejor. Ojalá siga así.
—Sí, lo mismo espero. Gracias por preguntar.
—No es nada. —Se sonrojó, después de todo lo que había sucedido, lo que menos podía hacer era apoyarlo. —Y con respecto a tu propio tratamiento ¿Cómo te has sentido? Debe ser difícil hablar de tu historia con una extraña.
—Sí, lo es. —Susurró. —Pero con el tiempo, he podido sentirme más cómodo hablando con ella.
—Eso es bueno. Creí que eso te tomaría más tiempo, es un avance.
—Supongo. —Se encogió de hombros.
—Por cierto, Echizen. Con Hajime estamos organizando una fiesta para despedir el primer año de Universidad para la próxima semana, ya que estaremos con menos trabajos. Él se ha encargado de invitar también a Nanase y Tomoe. Por si quieren venir con tu esposa.
—¿Quiénes estarán?
—Sólo nosotros, creo que Nanase irá con su novio. Y Hajime invitó a un amigo, un tal Yuuta.
—Ah sé quien es.
—Ahora que lo mencionas, creo que su hermano estaba en la misma Preparatoria que ustedes. —Susurró pensativo.
—Sí, fue uno de los titulares. —Asintió mientras salían al pasillo. —Bueno, supongo que, si seremos sólo nosotros, no habrá problema. Le diré a Sakuno, quizás le agrade la idea si van sus amigas, no se siente muy cómoda de ir a lugares con multitudes después de lo que sucedió en la fiesta de inicio.
—No es para menos. —Suspiró Kevin recordando ese horrible desenlace. —Pero descuida, no sucederá nada malo.
—¡Hey Kevin! —Gritó Miyuki desde el otro lado del pasillo. —¿Cómo estás? Te reconocí a la distancia. —Sonrió.
—Bien ¿Y tú, Tomoe? —Respondió Kevin incomodo, viendo como Ryoma lo observaba sorprendido.
—¿Llegaste bien el otro día?
—Sí, todo bien.
—¡Qué bueno! Estaba preocupada, creí que te habías perdido.
—Descuida, no tuve problemas para llegar. —Habló cabizbajo, le sorprendía que ella se hubiera preocupado por él.
—Me alegro. —Esbozó una sonrisa— Debo irme, las demás me están esperando. Nos vemos en la fiesta de fin de año. Qué estén bien.
—Sí, nos vemos.
Kevin observó como Miyuki se alejaba sonriente, no esperaba que ella le hablara en pleno pasillo, ni mucho menos que le confesara que estaba preocupada por él, no entendía porque eso le generaba una sensación agradable en su interior. Si bien antes no sabía nada de Miyuki, ni tampoco era el tipo de chica con las que solía relacionarse, aún así, no podía explicar lo que sentía cuando ella le hablaba. Se preguntaba si era lo mismo que había sentido el ambarino con su esposa, o si él se estaba imaginando cosas, pero lo que sentía no era normal.
—Parece que se llevan bastante bien. —Insinuó Ryoma a su lado.
—No sé de qué hablas. —Caminó delante de él nervioso.
—Sabes muy bien de que hablo. —Hizo una sonrisa burlona. —¿Desde cuándo tú y Tomoe hablan? No sabía que eran tan cercanos.
—No lo somos, si bien solíamos hablar cuando ustedes estaban en problemas... —Suspiró. —De repente, comenzamos a frecuentar mucho en diferentes lugares. Un día, nos encontramos en el parque mientras paseábamos a nuestras respectivas mascotas. Luego otro día, fui a comprar unos tenis al centro comercial y me encontré con ella en la misma tienda, porque estaba trabajando medio tiempo en ese lugar. Y así, ha sucedido otras 9 veces.
—Veo que las contaste.
—¡No es así! Es una estimación. —Se enfadó con un leve sonrojo.
—Tranquilo, sólo bromeaba.
—No soy ese tipo de chico. —Bufó.
—Es verdad, pero a mi parecer eres una persona diferente al que conocí hace años. —Se encogió de hombros. —Y está bien, todos cambiamos.
—Lo sé, como cuando decidiste estar con Sakuno. No me mires así, no pienso hacer lo mismo con ella.
—No he insinuado nada. —Caminó a su lado reprimiendo una carcajada, era la primera vez que lo veía tan avergonzado. —Pero como dice Sakuno, quizás es obra del destino que estén frecuentando tanto. A nosotros también nos sucedió al comienzo.
—Tal vez... —Susurró pensativo y entonces su rostro se volvió carmín. —¡No quise decir eso! Yo no creo en el destino, sólo creo que ha sido una mera coincidencia. Además, tú tampoco eres de las personas que lo creía.
—Creo en lo que se puede comprobar, pero también hay cosas que llegan sin explicación. En fin, debo irme a hacer compras. Nos vemos.
—Está bien, nos vemos.
Posteriormente a esto, Ryoma se dirigió al centro de la ciudad para realizar algunas compras navideñas, ya que Sakura le había pedido si podía hacerse cargo de las luces para el árbol, dado que las que tenían no funcionaban bien, pese a que su padre insistía lo contrario por ser una reliquia familiar. Lo que no le sorprendía, debido a su interés por guardar cosas innecesarias a escondidas de su madre. Por ello, no se había molestado en cumplir esa tarea. Además, quería ver si encontraba un obsequio para su esposa, teniendo en cuenta que en las últimas dos navidades no lo había hecho por los conflictos que tenían en ese entonces.
Al identificar la tienda que buscaba, no tardó demasiado en comprar un paquete de luces, ya que solía ser práctico en ese tipo de mandados, aunque existían un millón de luces diferentes, él siempre compraría las de mejor calidad y menor valor que otras. Cuando salía con Sakura, ella era todo lo contrario a él, parecía estar más preocupada de la estética que de la calidad, como lo hacía su madre. Caminó a zancadas a la galería continúa para seguir su búsqueda, pero entonces, chocó con unos chicos de Preparatoria que le pidieron disculpas. Para su sorpresa, no era nadie menos que el novio de su hermana en compañía de una chica alta de ojos grises que lo llevaba del brazo. Cuando sus miradas se encontraron, Aoi se sintió temeroso y le pidió disculpas por su descuido.
—¡Lo lamento mucho! Echizen-kun. Estaba distraído. —Se disculpó nervioso. —No volverá a suceder.
—¿Echizen?—Comentó la chica que estaba a su lado. —¿Es pariente de Sakura-chan?
—Soy su hermano mayor. —Aclaró Ryoma sorprendiendo a Aoi. —¿Y tú eres...? —Le sorprendía que pese a saber ese detalle, ella seguía abrazando al novio de su hermana sin vergüenza alguna. Suspiró, no quería sacar conclusiones antes de tiempo, pero no podía pensar en otra explicación dada la cercanía que tenían.
—Un gusto. —Sonrió. —Mi nombre es Hayami Sano y soy la prima de Aoi-kun.
—Un gusto conocerte. —Respondió con alivio, se había olvidado de esa posibilidad de que podían ser parientes. —Como eran tan cercanos, pensé que no eran parientes.
—¿Eh? ¿Creía que estaba saliendo con Aoi? —Se burló Hayami al ver como asentía avergonzado. —Siendo así, menos mal me presenté, sino se habría generado un malentendido otra vez.
—¿Otra vez?
—Sí...también me sucedió con Sakura-chan al inicio. —Comentó Aoi. —Antes de que comenzáramos a salir, ella creía que Hayami era más que una amiga.
—Ya veo, entonces no fui el único.
—No, hay más personas que nos lo han comentado. —Suspiró Aoi.
—Sí, es verdad. Algunos compañeros de Preparatoria también lo insinuaron. —Hizo un mohín. —No están acostumbrados a que seamos tan cercanos al parecer.
—¡Porque ya no estamos en primaria! —Bufó Aoi. —Si estuviéramos en esa época se entendería, pero ya estamos grandes para que te acerques tanto.
—¿Qué dices? —Gruñó Hayami.
—Lamento interrumpirlos, pero debo ir a hacer unas compras que tengo en la lista y no puedo retrasarme. —Comentó Ryoma y se apartó de ellos. —Espero que les vaya bien con sus planes.
—Gracias, no se preocupe. No interrumpe nada, de hecho, es mejor de ese modo, esta discusión no iba a llegar a ningún lado. —Suspiró Hayami. —Fue un gusto conocerlo.
—Sí, no hay problema. Nos vemos en otra ocasión, Echizen-kun.
Ryoma recorrió los pasillos del centro comercial buscando el regalo para la castaña, aunque todavía no tenía claro que podría ser, estaba decidido a encontrarlo. Por ello, se avecinó a la primera tienda que encontró en el pasillo 2, nada menos que una librería, si lo pensaba bien Sakuno solía leer muchos libros de literatura y también de Psiquiatría. Una vez que entró en ese lugar y una mujer le mostrara los libros que estaban de moda en esas dos categorías, Ryoma se quedó pensativo sobre qué libro llevar, porque eran tantas tramas diferentes que estaba bloqueado. Se preguntaba como Sakuno había podido elegir el libro perfecto para él en primera instancia, sólo observando sus intereses. Suspiró, él no podía hacer esa observación, sentía que los contenidos de literatura eran tan amplios que no tenía idea de cual podría gustarle realmente. "Mejor buscaré en otra tienda" se dijo para sí, y volvió al pasillo para seguir su camino.
Luego de recorrer muchas tiendas de papelería y cosas innecesarias que a la gente les gustaba sólo por ser adorables y peluches, se sintió agotado por no saber que hacer. Fue en ese momento, cuando se percató qué, aunque creía que sabía todo sobre ella, en realidad rara vez se habían sentado a conversar sobre las cosas que les gustaban. Es más, todas las conversaciones que recordaban eran en torno a situaciones de la vida cotidiana que vivían, o también a sus respectivas carreras. Si bien sabía que a la castaña le gustaban los libros de literatura, no sabía qué genero específicamente. Así como también, pese a que sabía que quería estudiar Psiquiatría, no tenía idea a que área le gustaría dedicarse. Podía identificar cuando mentía, su manera de ser y como se sentía con otros, pero todavía no sabía todo sobre ella. Y quizás antes no se había dado cuenta porque solía marcar la distancia con su esposa. "Echizen, no esperaba encontrarte aquí" Le comentó alguien a su lado, al voltear se percató que su mejor amigo estaba cargado de regalos con envoltorio de navidad.
—Tenía que comprar unas cosas para navidad. —Comentó Ryoma, sorprendido de lo cargado que estaba.
—Ya veo, yo también estaba en lo mismo. Aún no termino con la lista de cosas, pero ya queda menos por tachar.
—Me sorprende que aún no termines, considerando que tienes casi medio centro comercial en tus bolsas. —Se burló.
—¿Qué quieres decir? Esto no es nada comparado con lo que Ann-chan me hace llevar en otras ocasiones.
—Es verdad, había olvidado ese detalle. Siendo así, estás preparado para llevar lo que queda de tu lista. —Hizo una mueca.
—Sí, estoy entrenado para eso. —Río Momo, viendo como su amigo reprimía una risa. —Por cierto ¿Ya almorzaste? Hace días que se me antoja comer una hamburguesa. Si quieres, yo invito esta vez.
—Está bien, no me negaré a tu invitación.
Dicho eso, ambos se dirigieron a las escaleras mecánicas para subir al piso 6, correspondiente a la zona de comida. Una vez que hicieron sus pedidos, se sentaron en una mesa cercana a disfrutar de sus hamburguesas, papas y bebida como en los viejos tiempos. Momo le contó que se había reunido con Kikumaru en una ocasión y le había contado que estaban pensando reunirse a principios de enero para poder conversar con todos, ya que el excapitán Tezuka tenía que darles una noticia. Esto sorprendió al ambarino, quien no tenía noticias de él hace meses, sentía curiosidad de que se trataría dicha reunión.
—¿Y qué hay de ti? ¿Cómo te ha ido con todo?
—He estado terminando los trabajos finales en la Universidad, el próximo año tendremos un ramo fuera del campus y tenemos que presentar algunos proyectos para ver quién será el ayudante de un maestro.
—¡Qué emocionante! Ya estarás en segundo año.
—Sí, para mi no es tan emocionante como para los demás, pero debo esforzarme en ello.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Ya he sido ayudante antes de otros profesores.
—¡¿Eh?! ¿En primer año?
—Sí.
—No sé porqué me sorprende, eres el gran Ryoma Echizen después de todo. —Se burló Momo. —Ya veo porque no estás emocionado.
—Sí, además es un ramo más teórico que práctico.
—Entiendo, creí que sería más interesante. Ahora comprendo porque tienes tan poco entusiasmo.
—Sí, pero bueno no importa.
—¿Y cómo ha estado Sakuno? Ann me mencionó que ya está más estable ¿Es así?
—Sí, está mucho mejor. Retomar sus clases en la Universidad le ha ayudado mucho, además de las terapias grupales a las que ha asistido.
—Eso es una gran noticia, me alegro mucho por ustedes. —Sonrió Momo.
—Gracias, espero que siga así.
—¿Y qué hay de ti? ¿Sigues en terapia o ya renunciaste?
—Sigo en terapia, por supuesto. —Bufó. —¿Por qué crees que renunciaría?
—Porque creí que eras escéptico en ese tipo de cosas. —Se encogió de hombros. —Pero si has continuado el proceso, quiere decir que las cosas van bien.
—Sí, es así.
—¿Y de qué han hablado?
—No te diré. —Se cruzó de brazos.
—Lo imaginé. —Hizo una mueca, sabía que no lo haría, precisamente por lo mismo que creía que no estaría en terapia mucho tiempo. De todas maneras, lo decía bromeando para ver si su amigo había cambiado. —Pero está bien, es tu espacio después de todo.
—Sí, es confidencial. —Tomó un sorbo de bebida. —Hablando de eso ¿Cómo es que conoces a tantos terapeutas? El otro día Sakuno me lo mencionó y me hice la misma pregunta.
—¿Eh? ¿Es malo tener contactos?
—No, pero nos generó curiosidad.
—Todos me hacen la misma pregunta, creo que no es tan usual. —Suspiró Momo. —Está bien, te lo diré, pero no le digas a nadie.
—Veo que también tienes algo confidencial. —Se burló.
—Exacto, es clasificado. —Bromeó y luego volvió a su rostro serio. —Pues...mi madre es terapeuta.
—¿De verdad? No lo sabía.
—Nadie lo sabe. Por eso, toda la vida he tenido contacto con otros terapeutas que son colegas de ella, algunos han atendido a mi familia.
—Por eso hablas como terapeuta, lo llevas en los genes.
—No es así, no soy como mi madre. —Se avergonzó. —Pero digamos que he leído mucho de sus libros y su forma de ser la he mimetizado a veces.
—Ya veo, tiene mucho sentido. ¿Puedo decirle a Sakuno?
—Sí, no hay problema.
—Entonces a la terapeuta de Sakuno ¿la conocías?
—No de cerca, pero mi madre había hablado de ella. A diferencia de Margaret, claro.
—¿A ella si la conoces? —Enarcó una ceja.
—La he visto, pero jamás he cruzado una palabra con ella.
—Ah ya veo.
—Tranquilo, no hablaremos de tus problemas, si eso crees.
—No estaba pensando en eso.
—Todo lo que hablas con ella es confidencial. —Le prometió. —Lo sé tanto por mi madre, como también por mi propio proceso.
—¿También estuviste en terapia? —Preguntó sorprendido, no esperaba que Momo estuviera en terapia.
—Por supuesto, todos debemos cuidar nuestra salud mental.
—No lo esperaba de ti.
—¿Por qué? ¿Crees que no tengo problemas? —Río
—Al contrario, creo que tienes mucho. —Se burló y ambos se rieron.
—Tu también los tienes y me alegro de que estés en el lugar indicado. —Sonrió Momo.
—Sí...he estado hablando de Sakuno. Estaba pensando en cómo era mi comportamiento con ella cuando estábamos en Preparatoria.
—¿Cuándo eras frío y engreído con ella?
—Sí, había varias cosas que no había notado hasta ahora. Margaret cree que intenté poner una barrera entre ella y yo para no involucrarme afectivamente.
—Tiene mucho sentido, solías actuar como que te estuvieras protegiendo todo el tiempo. Aunque la querías, siempre lo negabas.
—Sí, no quería admitirlo. Si no hubiera sucedido lo de Taichi, quizás yo...no me habría dado cuenta.
—Es posible, eras tan orgulloso que no querías admitirlo. Aunque me alegro de que gracias a eso te dieras cuenta, lo lamento también por Dan.
—¿Por qué lo dices?
—Porque era un buen tipo, debe haber sido triste que su novia se fuera con otro chico. No me malinterpretes, te apoyo y siempre lo he hecho. Es sólo que debe haber sido duro para él.
—Tienes razón, no lo había visto así. Creo que también fui duro recientemente con él.
—¿Por qué lo mencionas? ¿Se encontraron?
—Sí, en el campamento que tuvimos de medicina y psiquiatría. Cuando lo vi charlando con Sakuno...
—¿Hiciste una escena de celos? —Insinuó sorprendido
—No, pero...quizás me pasé un poco con mis comentarios. —Suspiró. —En fin, no hablemos de eso.
—¿Qué puede haber sido peor que una escena de celos? —Comentó analizando su comportamiento. —¿No insinuaste que estabas con ella y él no?
—No lo dije de ese modo, pero tal vez si hice comentarios de nosotros. Quizás fui un poco cruel.
—¿Un poco? —Enarcó una ceja
—Bueno, tal vez bastante.
—No creo que sea un tal vez, es un hecho. Pero te perdonaré, veo que luces arrepentido.
—No lo estoy.
—Echizen. —Lo regañó.
—Es una broma, momo-sempai. Sí, reconozco que tal vez se me pasó la mano. Evitaré hacer eso nuevamente.
—Está bien, te creo.
—Soy consciente que he cometido muchos errores en el pasado. —Suspiró. —Después de lo que hablé con Margaret, estuve pensando en ello. No sólo me arrepiento de mi comportamiento con Sakuno en la Preparatoria, sino que también luego de eso.
—¿Te refieres después de casados?
—Sí, como lo que ocurrió en la fiesta de Todai y lo del embarazo. —Admitió cabizbajo.
—Lo dices como si te sintieras culpable de todo.
—Sí, no lo había pensado hasta ahora, pero creo que es así. Por culpa de mi forma de ser, Sakuno ha pasado por muchas cosas. Quizás Taichi lo habría hecho distinto.
—¿Lo dices en serio?
—Sí, tal vez debí haberla dejado ir en ese entonces...y no haber intervenido en sus planes.
—Sabía que la terapia te haría pensar, pero jamás pensé que te arrepentirías de todo lo que has tenido con Sakuno. —Lo miró con sorpresa. —¿Desde cuándo te sientes así? ¿Es realmente desde que empezaste las sesiones? ¿O es de antes?
—Quien sabe. —Fingió una sonrisa. —Pienso muchas cosas ¿sabes?
—Lo sé, pero jamás pensé que te cuestionarías cosas como estas.
—Yo tampoco, pero creo que estoy comenzando a abrir los ojos.
—Ya veo, pero no creo que lo de Taichi hubiera funcionado realmente. —Comentó viendo como él volvía a mirarlo. —Si bien era un buen tipo que solía escucharla con atención y estar siempre ahí para ella, aún así, Sakuno no lo quería de la misma forma que a ti.
—¿Cómo sabes esas cosas? ¿Tachibana te habló sobre eso?
—Pues...no debería hablar de esto, pero sí. Cuando Sakuno comenzó a salir con Taichi, la escuchaba decir maravillas sobre él, decía que no sólo era amable con ellas, sino también parecía ser el mejor pretendiente que ella podía tener. Ya que, como sabes bien, no le agradabas a Ann.
—Sé muy bien lo que ella pensaba, así que no me sorprende.
—En ese tiempo, Ann solía creer que Taichi era la mejor elección para Sakuno, ya que creía que tú eras un tipo engreído que no sabía lo que quería en la vida. —Dijo Momo, viendo como su amigo fingía que no le había dolido eso. —Pero aún así, al igual que Osakada sabía que en el fondo, aunque Sakuno se sentía segura con él, Taichi jamás podría hacerla feliz...porque él no eras tú. Incluso si no reconocías lo que sentías por ella, Sakuno quizás habría permanecido sola un tiempo antes de volver a estar con alguien.
—No sé a qué quieres llegar con todo esto.
—El punto es que ella te eligió. De la misma manera en que tu lo hiciste. Si bien no puedes cambiar el pasado, aún puedes evitar que en el futuro se repita.
—Tiene lógica que lo digas así, pero no entiendo cómo puedo evitar que eso ocurra.
—Me sorprende que seas un genio, Echizen. La respuesta es precisamente trabajando en ti, si amas a Sakuno realmente, no permitas que vuelva a sufrir por tu muro de hielo. Ann ya te lo advirtió cuando se comprometieron, si le haces daño a Sakuno, te las verás con ella.
—Lo sé. —Suspiró.
—Ahora mismo te haré otra advertencia: Si vuelves a renunciar a ella por tus inseguridades, te las verás conmigo. Eres mi mejor amigo y evitaré que vayas por el camino equivocado.
—Agradezco tu preocupación, Momo-sempai. Pero no pienso volver a renunciar a Sakuno, si eso pensabas.
—Me alegro de que no sea el caso, porque nunca es tarde para cambiar las cosas. —Tomó la bandeja de comida para ponerse de pie.
—Lo sé, gracias. —Hizo lo mismo para acompañarlo. —Debo reconocer que, si lo pensé en un momento, cuando ella estaba mal y no podía dormir, me cuestionaba sobre mis decisiones del pasado. Pero ahora que estoy con Margaret, espero poder liberar esa carga.
—Eso explica tu insomnio. Pero me alegro de que puedas hacerlo.
Después de hablar con Momo y haber pasado por la tienda de recuerdos a comprar un obsequio para la castaña, Ryoma se dirigió a su casa en silencio. De alguna forma, se encontraba aliviado, ya que nunca había hablado con alguien de la culpa que sentía constantemente por la castaña. Y quizás si lo hubiera comentado antes, sea quien fuese, habría tenido la misma reacción que su amigo de sorpresa, porque solía mostrarse fuerte y aún así, en su interior dudaba de si era buena idea seguir con su esposa. En ocasiones, solía soñar con una realidad paralela en la que Sakuno no se quedaba a su lado y hacía su propia vida siendo feliz con otra persona. Al despertar, tenía la sensación como de haberse lanzado en un paracaídas, su corazón latía a mil y al mismo tiempo, se sentía vacío. Pero apenas veía a Sakuno, todo se calmaba.
Tras una larga caminata, finalmente llegó a su casa. Se quitó los zapatos, saludó a su hermana que se encontraba en el cuarto de estar con Aoi viendo una película y se dirigió al segundo piso a dejar sus cosas. Al llegar a su habitación, se percató que Sakuno todavía no llegaba, lo que le extrañó, ya que a esas horas debía estar en la casa. Sin embargo, hizo caso omiso a sus inquietudes y bajó al jardín para tomar aire fresco.
Al salir, observó como Karupin se encontraba merodeando por los alrededores como siempre, cuando quiso acercarse a él para acariciarlo, el felino corrió en dirección contraria con entusiasmo. Confuso, lo siguió hacia el jardín trasero y se percató que en la banca más lejana se encontraba Sakuno leyendo sus libros de Psiquiatría. Karupin dio un brinco sobre ella y se acomodó en sus piernas mientras ronroneaba. Sakuno lo acarició sin dejar de prestarle atención a sus libros, parecía estar tan concentrada en ello que no advirtió que él la observaba. Por una extraña razón, esa escena le recordó a una situación en el pasado en que se había quedado hipnotizado viendo como Karupin, quien no solía ser muy cariñoso con personas externas a la familia, permanecía a su lado como si nada.
—Oh Ryoma, estabas aquí. —Habló Sakuno sorprendida. —No te habías escuchado llegar, estaba concentrada en esto.
—Lo noté, descuida. —Se sentó a su lado, viendo como Karupin comenzaba a maullarle. —¿Estás estudiando para el examen?
—Sí, de neurobiología. Es el último examen y es mucha materia.
—Así veo, si quieres puedo prestarte algunos apuntes. Como sabes, es un ramo en común que tenemos con Medicina.
—¿De verdad? No lo recordaba, sería de mucha ayuda. —Sonrió. —Todavía no entiendo esto de aquí...
—Ah el proceso de la sinapsis neuronal.
—Sí, me confunde el proceso.
—¿La química o la eléctrica?
—La química ¿la conoces?
—Por supuesto.
—¿Puedes explicarme?
—Sí.
Ryoma tomó su libro y le explicó como se generaba la sinapsis, haciendo una distinción entre los dos tipos. Sakuno lo miró con atención asintiendo a cada una de sus palabras, parecía tan concentrada que permanecía en silencio escuchando su explicación. Cuando terminó, la castaña agradeció sus palabras y anotó el proceso en su cuaderno para recordarlo, Ryoma era tan claro en las lecciones que no necesitaba preguntar nada más.
—¿Cómo estuvo tu día? —Le preguntó Ryoma.
—Bien, con muchas cosas. —Hizo una mueca. —Pero vamos bien con los trabajos. Hablando de eso, Miyuki-chan me mencionó que estaban organizando un grupo para celebrar el fin de año.
—¿Te refieres a lo que están haciendo Kevin y Hajime?
—Sí, me sorprendió mucho saber que Miyuki estaba enterada de eso. Si bien siempre se entera de todo antes que nosotras, fue inesperado que Kevin hubiera hablado con ella. No sabía que eran tan cercanos.
—Sé a lo que te refieres, pensé lo mismo esta mañana cuando nos encontramos con ella en el pasillo y él actúo de una manera completamente diferente a lo que suele ser.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Estaba nervioso, aunque quería negarlo, lo noté de inmediato. Al parecer, se han estado viendo fuera de la Universidad. —Comentó, viendo la expresión de sorpresa de Sakuno. —Ha sido por obra del destino, claro. Pero han terminado intercambiando sus números.
—¡No puedo creerlo! Jamás pensé que ellos...podrían ser amigos.
—Yo tampoco, pero parece que se llevan bien. Ya sabes lo que dicen de los polos opuestos.
—Sí, tienes razón. En ese sentido, Miyuki-chan es una persona tan entusiasta en todo lo que hace en general y Kevin-kun se ve tan estructurado en su manera de ser. Quizás se complementan de alguna manera.
—Es posible. Pero serían sólo especulaciones, porque no sabemos si hay algo detrás de todo esto.
—Es verdad.
—En cuanto a lo de la fiesta ¿Quieres ir?
—Sí, pienso que nos haría bien distraernos un momento. Además, no será un grupo grande y nos conocemos entre todos. Por ello, me parece bien. ¿Y a ti?
—Sí, estoy de acuerdo. Si bien no soy un amante de las fiestas como otras personas, considero que quizás sería una buena instancia esta vez. Le avisaré a Kevin.
—Bueno, yo también a Miyuki. —Sonrió y comenzó a escribir en su celular para enviarle un mensaje a su amiga. —Listo, ya está.
—Qué rápida. Yo le informaré a Kevin mañana.
—Está bien.
—Sakuno...
—¿Qué ocurre?
Antes que Ryoma se atreviera a preguntar sobre las inquietudes que tenía. Sakura apareció de improviso con Aoi a su lado, anunciando que la comida estaba lista y los esperaban en el comedor para servirse. "Oh gracias por avisar, Sakura-chan" Le susurró su cuñada con una sonrisa y ambo se levantaron para acompañarlos de regreso a casa. Cuando Sakuno intentó preguntarle acerca de lo que estaban hablando a Ryoma, su esposo mencionó que no era nada importante y cambió el tema de manera radical, aprovechando de preguntarle a su hermana si había hecho las compras navideñas faltantes. Si bien era consciente que estaba desviando el tema, creía que quizás esa interrupción lo había salvado, porque no estaba muy seguro de cómo hablar sobre lo que le sucedía. Esperaba que cuando tuviera su sesión con Margaret, podría tenerlo más claro.
Continuará...
Hola! Les comento que estamos en los últimos capítulos de este fanfic, estimo que deberían faltar alrededor de 2 capítulos para finalizarlo. La gente que me viene leyendo hace años, sabrá que mis historias suelen tener un giro inesperado. Por ello, si bien no les puedo adelantar lo que se viene, sólo les diré que habrá un salto pronto y sucederán algunas cosas.
Espero que les guste este capítulo y comenten :D
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Nos leemos
