¿Quién lo diría?
Que se podría hacer el amor por telepatía
La luna está llena, mi cama vacía
Lo que yo te haría
Si te tuviera de frente, la mente te la volaría
De noche y de día, de noche y de día
You know I'm just a flight away
If you want it, you can take a private plane
A kilómetros estamos conectando
Y me prendes, aunque no me estés tocando
You know I got a lot to say
All these voices in the background of my brain
Y me dicen todo lo que estás pensando
Me imagino lo que ya estás maquinando
Telepatía, Kali Uchis
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Capítulo 27
Decisión
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Abrió y cerró los ojos varias veces hasta que se acostumbró a la luz que entraba por el ventanal de la pared que daba en frente a la cama. Arrugó el ceño intentando aminorar la molestia, después de unos minutos logró despertar por completo. Se quedó viendo a su alrededor aun sin levantarse, tardó en reconocer la habitación y cuando lo hizo, recordó que había ido a visitar a su hijo. Las imágenes de ella llorando en su regazo se le repitieron varias veces, avergonzándola ¿qué clase de madre era? No podía perder la compostura de ese modo frente a su hijo ¿y si le provocaba algún trauma? Sintió sus ojos arder otra vez y tuvo que forzarse a recuperar la calma para no llorar por una estupidez. Suspiró con pesadez e intentó sentarse, pero apenas se separó del colchón, una ola de mareó le sacudió y terminó recargándose en el dosel con los ojos cerrados y respirando profundamente una y otra vez. Esperó así al menos diez minutos, pero el malestar no se fue, aunque le ayudó a acostumbrarse.
—Maldición —susurró entre dientes.
No recordaba que el embarazo de Trunks hubiese sido así de desagradable, claro que se había enterado a los 2 meses de su estado, pero no los había resentido tanto pues estuvo en una nave dormida, y los siguientes 4 meses fueron complicado por su inexperiencia, y si lo comparaba a como se sintió en esos 4 meses, sentía que ahora era definitivamente peor. Las náuseas, el malestar matutino, y el llanto constante le estaba jugando en contra. Sacó cuentas, y según ella había cumplido las cuatro semanas hace un par de días, pero lo confirmaría con su médico cuando regresara a la tierra.
Se puso de pie luego de unos minutos, no fue necesario llamar por su hijo, la habitación estaba en completo silencio por lo que dedujo que su responsable príncipe ya se había levantado. No sabía qué hora era, sin embargo, por la iluminación parecía que no había amanecido hace mucho. Se arregló la bata intentando cerrarla lo que más pudo, afuera de los aposentos la corriente de aire era fresquilla, se abrazó a sí misma y caminó rápido para llegar al cuarto que le habían asignado. El palacio había iniciado con sus actividades hace varias horas, lo sabía pues en el tiempo en que vivió allí la servidumbre empezaba su día al menos tres horas antes que amaneciera, sobre todo en el área de la cocina, por lo que no se sorprendió de ver al personal por los pasillos.
Entró rápido a su cuarto asignado cuando lo encontró, pensó en quedarse un rato en la cama cuando la vio, pero lo descartó rápido. No estaba en su castillo, no podía actuar tan relajada si no vivía allí y era una invitada, aunque el cansancio le rogara que se acostara por unos minutos al menos. Pensó por unos segundos, y llegó a la conclusión que lo haría si faltaban unas horas para servir el desayuno. Se acercó rápido al velador a buscar su comunicador personal para ver la hora, frunció el ceño cuando comprobó que faltaba media hora para el inicio oficial del día en la realeza saiyajin.
A pesar de que se había levantado hace poco, su cuerpo seguía resentido y sus ojos casados por el esfuerzo de solo mantenerlos abiertos. Sentía la sien palpitarle, descartó rápido la idea de sentarse y prefirió ir al cuarto de baño a darse una ducha rápida.
Para su suerte, el agua tibia no le había quitado los dolores ni el cansancio, pero si el sueño. Se cepilló los dientes, segundos después vomitó por el sabor del dentífrico, volvió a cepillarse la boca, y esta vez lo pudo tolerar mejor. Suspiró mientras se anudaba la toalla y se puso encima una bata de baño, no tardaría en desvestirse, sin embargo, tenía algo de frío. No alcanzó a poner un pie fuera del cuarto de baño cuando notó que no estaba sola. Abrió los ojos de par en par al ver su espalda cubierta por la larga y pesada capa color rojo sangre.
—Vegeta… —susurró confundida.
El saiyajin volteó a verla, serio como de costumbre, pero en su mirada ya no había indiferencia. Su semblante incluso le pareció melancólico, tragó saliva, algo nerviosa y sujetó con fuerza los extremos de su bata.
—Siento entrar así —dijo el rey una vez que la vio—pero… necesitaba hablar contigo.
—S-sí, dime —prefirió decir antes que confesar que no le importaba que entrara así a su dormitorio.
—Trunks me contó… de tu estado —Bulma se quedó tensa en el umbral del baño. Sintió que el pulso se le detenía de pronto, e imaginó que incluso se le había ido el color del rostro. De repente todo en la habitación dio vueltas y se afirmó del marco con disimulo por si sus pies no lograban mantener su propio peso. Relamió sus labios, contuvo el suspiro, luego abrió la boca para responder, pero nada salió. Sentía la garganta seca, si bien quería contarle ella misma de su embarazo, ahora sentía un poco de alivio al ver que incluso enfrentándolo como ahora, no tenía el coraje para hablar. — ¿Era eso de lo que me querías hablar?
Su voz se oía calmada, quizás incluso más que en aquellos momentos de intimidad. Emitía un aura de serenidad bastante curiosa para la joven, tanto que le inquietaba más que tranquilizarla. Una parte de ella creía que en cualquier momento esa faceta se esfumaría y daría paso a las ofensas y gritos, y en cierto modo prefería que fuese así para poder discutir la situación y dar vuelta la página. Asintió una vez, sin dejar de mirarlo y él desvió la mirada hacia el balcón.
El rey se quedó observando por unos minutos hacia afuera en completo silencio, iba a hablar cuando notó lo erizada que estaba su cola al mismo tiempo que se sujetaba con fuerza a su cintura «ahí está…» pensó al ver como se contenía. Contuvo el suspiro, no se movió de su sitio, no porque temiera acercarse, sino más bien que no podía moverse por el miedo de caer y aún necesitaba el soporte del marco de la puerta.
— ¿Por qué no me lo dijiste por video llamada? —Bulma alzó ambas cejas al oírlo, el rey volteó hacia ella aun con el semblante sereno, pero esta vez sus ojos se veían diferentes. Notó el brillo familiar, ese que era lo único que lo delataba cuando estaba molesto. Tragó saliva, nerviosa y tartamudeó un poco antes de poder responder.
—No me pareció correcto —reconoció—y… me cuesta mucho hablarlo —miró el suelo y continuó hablando, como si estuviera confesando una travesura—intenté varias veces, pero no estabas muy paciente…
—Ya veo —lo miró con disimulo, él no despegaba sus ojos negros de ella y se esforzó en levantar la vista y poder corresponderle. Cuando lo logró, notó que Vegeta tenía la mandíbula tensa y parecía estar esforzándose mucho en estar allí y aparentar calma, lo sabía, él estaba controlándose demasiado, lo conocía lo suficiente. —Bueno… te felicito.
Alzó ambas cejas al escucharlo, desconcertada le quedó viendo por varios segundos. Él quizás esperaba alguna respuesta de cortesía, pero lo único que pasó por la mente de la joven era que no esperaba esa reacción por parte del rey. Aun confundida, negó sin decir una palabra y el rey alzó una ceja al observarla. Bulma relamió su labio inferior y sonrió nerviosa.
— ¿Por qué me…? —susurró insegura y él rodó los ojos, ya sin poder contener esa irritación que suponía se había esforzado por controlar. Bulma le miró extrañada, entonces entendió que él se había perdido una parte de la historia y tenía mucho sentido, pues a Trunks le había dicho solo que estaba embarazada. Tragó saliva con dificultad, el nudo en su garganta parecía casi como una canica dura que le auguraba que el único camino para librarse de este era romper en llanto, otra vez. Lo miró fijamente a los ojos, presionó con fuerza sus dedos contra el marco de la puerta y habló con un hilo de voz, pero que sabía él podría escuchar a la perfección gracias a sus genes saiyajin— ¿por qué me felicitas? ¿no te molesta? —se atrevió a preguntar y el rey apretó los labios.
—Prefiero no responder —dijo escueto después de unos minutos de tenso silencio—es tu vida después de todo. —Vio en silencio como el rey asentía para sí mismo y dando por finalizada la plática, giró sobre su talón y caminó hacia la salida.
— ¡Vegeta, espera! —el rey alcanzó a dar tres pasos cuando se detuvo y la miró de soslayo, por la distancia no supo interpretar su postura y no se atrevió a salir de su zona de confort, por lo que se quedó afirmándose en el marco—yo… mi bebé no es de Nate —susurró y sintió como sus mejillas se acaloraban abruptamente, supuso se había sonrojado. Agachó la mirada avergonzada por unos segundos, pero rápidamente alzó la mirada ¿qué caso tenía apenarse con el hombre que había pasado más de la mitad de su vida con ella?
Vegeta giró lentamente por completo hacia ella y no volvió a moverse ni un centímetro más. Se quedó quieto, mirándola fijamente y con la mente en blanco. Sus palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, pero no lograba concentrarse lo suficiente como para entenderlas, como si de repente su inteligencia se hubiera reducido. Abrió la boca para decir algo, sin embargo, su lengua parecía igual de desconcentrada. No fue consciente de cuando retomó el paso y se acercó a ella hasta quedar a un metro de distancia. La joven lo miraba atenta, lucía avergonzada y asustada, el notarlo le ayudó a despertar de su trance. Por ningún motivo quería volver a ver sus ojos azules hundidos en el miedo y menos por su causa; desesperado por intentar cambiar esa mirada, se esforzó en reaccionar para que cualquiera fuera su respuesta a la pregunta que estaba a punto de hacerle, ella se sintiera tranquila. Relamió su labio inferior, sintió el pecho encogido al mismo tiempo que sus latidos se volvían pesados y molestos, pero lo ignoró con facilidad. Estaba acostumbrado a las reacciones incomprensibles de su cuerpo cuando se trataba de ella.
— ¿Es… es mío? —preguntó y apenas soltó su pregunta, pensó rápidamente en que quizás podía ofenderla, pero no tuvo tiempo de contra preguntar o pedir disculpas si era necesario, Bulma asintió rápido y murmuró apenada.
—Sí… con Nate nunca hemos estado juntos—reconoció haciendo una mueca—podemos hacer un test de ADN apenas sea más seguro o… —no pudo continuar hablando cuando vio los ojos negros del rey. Parecía estar en otro lugar, no movía ningún músculo de la cara, incluso parecía no respirar. Bulma apretó los labios y contuvo el suspiro, intentó darle un poco de tiempo para que pensara, pero nunca fue muy paciente—mira, entiendo tu desconfianza. Podemos hacer un test de ADN en unos meses… aunque aún no estoy segura de… —él negó y Bulma guardó silencio, expectante y temblando débilmente por los nervios y las náuseas.
—No dudo de tu palabra —dijo el rey y Bulma contuvo el suspiro de alivio, no porque le alegrara que él le creyera, sino porque al fin la conversación avanzaba un poco—es solo que aún no lo proceso. —reconoció.
—No quise ocultártelo como con Trunks —susurró mirando el suelo.
—Te lo agradezco —respondió asintiendo y la joven levantó la vista rápido al oírlo, negando.
—No es necesario, te corresponde saber y participar de cualquier decisión que tome —dijo sonriéndole sin ganas y el rey frunció el ceño.
— ¿Decisión? —repitió confundido. Sentía las palmas sudar, haciendo que la tela de sus guantes se adhiriera incómodamente a sus manos, al menos su cola se relajó y dejó de apretar su cintura. Aun no podía procesar que iba a ser padre otra vez, que su Bulma seguía siendo solo suya pues su prometido no la había tocado, cuando reparó en esa inquietante palabra. Se acercó un poco más, pero no invadió su espacio personal. La notaba inquieta y temerosa, no quería incomodarla más.
—Sí… no estoy segura de continuar este embarazo. Tengo recién un mes, aun estoy a tiempo de interrumpirlo. —Murmuró y al escucharse su pecho se apretó. Sintió que el nudo en su garganta subía y subía y contuvo el llanto, desvió la mirada al mismo tiempo que respiraba profundamente.
— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó sin esconder la angustia que le provocó aquella revelación. — ¿Es por tu compromiso con… Nate? —preguntó entre dientes.
—No —respondió sin mirarlo, aun buscando la calma para no estallar en lágrimas—a Nate no le preocupa mi estado, no tiene planes de detener el compromiso —evitó pensar en que solo incluía a Nate en aquellos planes, y que ella aun se sentía insegura con ese tema. Soltó un suspiro ruidoso y volteó a verlo, Vegeta la miraba con el ceño fruncido, pero no molesto.
—No quiero que otro se haga cargo de mi hijo —dijo serio. Y Bulma hizo una mueca, sabía que llegar a un acuerdo con el rey sería complejo, pero debía hacerse.
—Un hijo ilegitimo será un problema para ti —respondió y le sonrió sin ganas.
Vegeta alzó ambas cejas al darse cuenta que ni siquiera lo había considerado. Aun no procesaba que se había llevado la recompensa final al embarazar a la princesa, y si bien ella tenía razón, en ese momento lo descartó rápidamente sin pensar en las reales consecuencias. Negó sin una idea en mente y dio un paso más, luego otro, hasta quedar a una distancia de 10 centímetros de la joven. Bulma lo miró directamente a los ojos y él, inseguro, levantó su mano lentamente hacia su rostro y sujetó su barbilla con suavidad, esperó por si veía incomodidad en sus facciones o si quería alejarse y cuando comprobó que la joven no se alejó de su toque, se acercó un poco más sin soltar su barbilla.
—Sé que no estoy en posición de pedirte nada —susurró solo para ella, como si alguien más pudiera oírlos en esa habitación—respetaré la decisión que tomes… pero quiero que sepas que, quiero todo de ti. —Bulma alzó ambas cejas al oírlo, entreabrió los labios buscando una respuesta que no llegó en los próximos segundos. Pensó que quizás se había excedido, que no era el momento de repetirle indirectamente lo que sentía por ella, pero sí podía dejarle en claro su posición frente al hijo que esperaban—quiero a ese hijo si viene de ti.
Y Bulma no pudo contenerse más. Su vista se volvió borrosa y segundos después las lágrimas cayeron una tras otra, no notó que su voz se entrecortó y gemía entre lamentos, pero sus sollozos prontos fueron silenciados cuando el rey la acercó a su pecho y la abrazó firme rodeando su cintura al mismo tiempo que con su otra mano acariciaba su espalda en un movimiento suave, pero confortante. No tardó en responder su abrazo y rodear su cintura masculina, sin dejar de llorar enterró su rostro contra su torso. No sabía si su tristeza tenía que ver con la culpa que cargaba desde que se enteró de su estado, o la emoción por saber que, a pesar de todos sus errores, no estaba sola. Tenía el apoyo de su familia, de Nate y ahora del padre de su hijo. Sentía que en cierto modo estaba castigándose sola, que solo ella veía lo mal que había actuado-aparte de su hermana mayor-y que no merecía ese apoyo. Pero lo necesitaba más que nunca.
No solo era el hecho de que la quisieran acompañar en su embarazo, también que no la juzgaran si es que quería interrumpirlo. Sentía que estaba rodeada de un círculo familiar demasiado amable y protector, que después de haber pasado por tanto sola, ahora tenía refugio en muchos brazos, incluyendo al rey que, a pesar de saber lo mucho que había cambiado y mejorado, no se lo esperaba. No así. Se quedaron abrazados por un buen rato, hasta que ella calmó su llanto. Después de unos intensos y emocionales 15 o 10 minutos, pudo olfatear sus secreciones entre gemidos débiles. Sentía el rostro completamente acalorado y el cuerpo ligero, como si hubiera liberado una mochila grande y pesada llena de culpa. Estaba aliviada.
—L-lo siento… ando muy sensible por el embarazo, con Trunks no me sentí así —susurró apenada. La mano del rey seguía en su espalda, acariciándola con cuidado y afecto, cerró sus ojos deleitándose con su calor y respiró profundamente su aroma varonil, sintiéndose en el cielo. No se había dado cuenta lo mucho que había extrañado ese simple contacto.
—No tienes que disculparte —le escuchó decir en un tono gentil y Bulma sonrió. —De verdad… me gustaría que tengamos este hijo. Pero no quiero imponerte nada —se apresuró en decir.
—Vegeta… —susurró y se alejó un poco de su pecho para poder verlo a la cara. El rey parecía calmado, pero esta vez de verdad, como si él también se hubiera aliviado por el abrazo o por su llanto—no por ello volveré a Vegetasei ni dejaré que lo tengas como a Trunks —se esforzó por decir, intentando sonar con convicción a pesar de sentirse agradecida por su contención.
—No pensaba pedírtelo —dijo serio, pero no molesto—cualquier decisión que tomes, está bien para mí. Te apoyo —Bulma se congeló entre sus brazos.
Se quedó viendo sus ojos negros afilados, pero que se mostraban tan sinceros y afectuosos con ella, solo para ella. En sus labios había dibujado una diminuta sonrisa, solo para ella. Acariciaba su espalda con gentileza y amor, solo para ella. Y lo supo allí, en ese momento, necesitaba más. Quizás eran las hormonas, o quizás se sentía vulnerable, pero cuando decidió besarlo, ya era tarde. Se inclinó un poco para llegar a su boca, él no alcanzó a percatarse de su intención cuando la puerta se abrió abruptamente haciéndola respingar. Reaccionó rápidamente y se alejó del saiyajin sin dejar de mirar hacia la entrada.
— ¿Mamá? —Bulma se secó rápido las lágrimas del rostro y caminó hacia la entrada para encontrarse con su hijo. —No te encontré en mi cuarto… ¿Papá? —preguntó confundido el heredero cuando se percató que el rey estaba cerca del sanitario. Su madre vestía una bata de baño y por los mechones sueltos húmedos que rodeaban su rostro y caían por su nuca, supuso que se había dado una ducha. Contuvo la sonrisa cómplice y, por el contrario, se mostró relajado cuando los vio.
—Vine a ver como estaba tu madre por lo de su… estado —dijo nervioso, pero terminó sonriendo al pensarlo, intentó esconder el orgullo que sentía al saber que sería padre otra vez y que aquel hermoso regalo se lo daría la mujer que amaba.
—Ah… ¿te sientes bien? —preguntó el niño hacia su madre al notar sus ojos y mejillas rojas.
—Sí —asintió—me vestiré y bajaré a desayunar.
—Bien —contuvo el suspiro y volteó hacia su hijo que los observaba con una diminuta sonrisa. Casi se avergonzó, pero aparentó calma y asintió nuevamente hacia la joven y caminó hacia la salida, le hizo una seña con la barbilla al menor y ambos salieron cerrando la puerta detrás de sí.
Soltó un profundo suspiro que estaba conteniendo desde que entró a la habitación. Relamió su labio inferior al mismo tiempo que sonreía, ignorando la presencia de Trunks que lo observaba confundido. El niño supo interpretar muy bien sus sentires a medida que chocaban puños e intercambiaban patadas, y por un momento se arrepintió de contarle lo de su madre, pero en el momento no tenía con quién más compartirlo y sentía que, para evitarle un mal rato, lo mejor era que lo supiera antes para que se preparara. Sin embargo, ahora verlo así le confundía ¿acaso no le importaba que fuera a casarse y tener hijos con otro? ¿tanto sentía por ella que podía dejarlo pasar y aun así comportarse como un tonto enamorado cuando conversaba con ella?
Respetaba mucho a su padre, pero no quería llegar a ese nivel cuando fuera adulto. Creía que aquel sentimiento era una debilidad más que un aporte, pues su padre había estado sufriendo demasiado por no estar con su madre, y definitivamente no quería eso para su vida. Algo inquieto, agarró con suavidad el borde de la capa de su padre y la tironeó un par de veces para llamar su atención. El rey volteó hacia él sin dejar de sonreír, una sonrisa nerviosa; Trunks frunció ligeramente el ceño y comenzó a caminar para que él le siguiera.
— ¿Ocurrió algo? —preguntó curioso, arriesgándose a no recibir una respuesta.
—Sí… —reconoció sin dejar de mirarlo mientras caminaban a paso lento por los pasillos. El niño se emocionó, su mente imaginó diferentes escenarios en los que culminaban con sus padres reconciliados, su madre siendo reconocida como la legítima reina consorte y él con su título sin cuestionar, no pudo evitar sonreír ante la idea, contagiándose del humor de su padre—el hijo que tu madre espera… —Trunks frunció el entrecejo, de forma inconsciente fue previendo el resultado de aquel dialogo—es mío.
— ¿Qué? —escupió sin pensar— ¿Es una broma? —detuvo su andar y lo miró incrédulo. La sonrisa de su padre se esfumó apenas vio su reacción, Vegeta frunció el ceño y lo miró confundido, sin entender qué podía molestarle tanto de una noticia a su parecer, tan positiva.
— ¿De qué hablas? —prefirió decir deteniendo el paso al igual que él. Trunks miró a su alrededor, como si buscara las palabras exactas. Observó expectante a su hijo mayor, y los nervios fueron acumulándose a medida que sus ojos celeste hielo desprendían desdén y frialdad. A veces sentía que era más fácil lidiar con un planeta rebelde que con su hijo mayor.
— ¿Cómo que van a tener otro hijo? —preguntó entre dientes— ¡No pueden! ¡Tenían que juntarse, pero no…
—Un momento —le interrumpió con un tono serio de voz, el niño detuvo su reproche y le miró altivo, alzando la barbilla y expectante a sus palabras, pero a la vez, listo para responderle a la defensiva— ¿Por qué debemos darte explicaciones? Somos tus padres y tú, nuestro hijo.
— ¿Por qué? —insistió indignado— ¡Porque están arruinando todo! Ni siquiera pensaron en mí y en lo que significa que nazca otro… hijo —optó por decir en vez de "bastardo", que era lo que tenía en mente.
— ¿Arruinar qué? —dijo levantando la voz, ya sin importarle si alguien los oía o mantener la calma— ¿En qué te afecta que tengamos otro hijo? —Trunks inhaló profundamente, captando toda la energía posible para dejarle en claro lo que pensaba.
— ¿Y lo preguntas? ¡mi posición como heredero ya es lo suficientemente vulnerable como para que actúen tan infantil! —exclamó frunciéndole el ceño. El rey no cambió su expresión seria, pero su respiración se agitó notoriamente. Sin embargo, no le asustó. Sentía tanta rabia y desconcierto, que lo único que tenía en mente era soltar su enojo, hacerse oír y respetar.
—Estás viendo problemas donde no los hay —dijo por fin, pensó por un momento en agacharse a su altura para hablarle directamente a los ojos, pero creyó que era mejor dejarle en claro incluso con su actitud, que el rey y padre era él, y el hijo y heredero, Trunks, por ende, lo que dijera era una orden y él como heredero debía acatarla, no al revés—tu sucesión jamás ha sido vulnerable. Es un decreto que tú serás el siguiente rey. Entiende esto, porque lo diré solo una vez —advirtió agravando su tono de voz—que tengas un nuevo hermano no afectará en nada tu ascenso al trono.
— ¿Y si nace más fuerte? —cuestionó con furia en los ojos— o… ¿O si nace con tus colores? ¿Qué pasará entonces? —preguntó bajando el tono de voz, tratando que no se evidenciara tanto su inseguridad.
Vegeta guardó silencio, ignorando que con su pausa estaba angustiando aún más al menor, lo único que tenía en mente era lo mal que se sentía como padre. Tragó con disimulo, darse cuenta de los miedos de su hijo fue una bofetada más reveladora que enterarse que sería padre de nuevo. Siempre pensó que la insistencia de Trunks sobre ser el heredero se debía a mera ambición y eso le gustaba, pero entender que su hijo se sentía inferior cuando era el mejor de su generación, incluso que él a su edad, fue duro de asimilar. Le hizo pensar que definitivamente se había equivocado mucho como padre, y a la vez, se preguntó si alguien le había dicho o molestado por su apariencia, como para que fuera un tema tan importante para él.
Jamás pensó en lo difícil que era para Trunks crecer en un ambiente en donde era el único diferente. Su especie de por sí era racista y menospreciaba a otras razas, pensó que al decretar que su primogénito era el heredero, y que incluso al forjar su alianza con la tierra, era evidente que su próximo rey sería mestizo por lo que el asunto debía estar zanjado y no era relevante. Ignoró por completo lo estúpido que había sido e ingenuo al pensar que aceptarían a un mestizo de la noche a la mañana. Quiso preguntar, sintió la necesidad de cuestionarle y pedirle nombres, de exigirle que le dijera quién le había molestado o insultado para arrancarle la lengua. Cuando supo el nivel de poder de su hijo, creyó que jamás sería cuestionado y con todos los años de él viviendo en Vegetasei, jamás notó que fuera así ¿de qué se había perdido? Volvió a tragar, incómodo y soltó un débil suspiro.
—Cualquier hijo mío con tu madre… es un hijo ilegítimo. No estarán en la línea de sucesión —dijo finalmente.
Trunks contuvo el suspiro, miró atento a su padre, estudiando sus facciones, buscando alguna señal de que le mentía, aunque sabía muy bien que no era uno de los defectos del rey, en su situación prefería dudar. No encontró nada sospechoso en su mirada o lenguaje no verbal, aun así, no le respondió y en cambio, continuó caminando acelerando el ritmo para alejarse de él.
(…)
No tenía apetito cuando se sentó a la mesa, observó a la realeza saiyajin comer con entusiasmo, mientras que en lo único que pensaba era en volver a la cama. Sentía que el llanto de la mañana le había quitado todas las energías. A diferencia del día anterior, ni siquiera la carne le motivó a probar un bocado. Supuso que tenía que ver con sus náuseas matutinas, por lo que solo bebió té suave con leche descremada.
—Decidí llamarlo… —dijo risueño mientras hacía ruido en la mesa con sus manos simulando ser tambores— ¡Manchas! —exclamó alegre a su familia. Bulma sonrió con ternura al menor de los príncipes. Era un niño adorable, sentía envidia de Riander… podía aun disfrutar a su hijo pequeño mientras que Trunks apenas recibía los abrazos.
—Qué original… —soltó con sarcasmo el heredero. Contrario a lo que esperaba, su medio hermano volteó hacia él mirándolo con ilusión y admiración.
— ¿De verdad lo crees? —por un momento se sintió culpable por burlarse, y se contuvo de responderle que no y volver a soltar una pesadez, iba a ignorarlo cuando vio a su madre sonreírle mientras abría grande los ojos y entendió a la perfección el mensaje.
—Sí… no es muy feroz, pero sirve —soltó de mala gana y levantó la vista a su madre, quien le sonrió ampliamente, desvió la mirada avergonzado por ese simple gesto. Porque a pesar de que era casi un hombre-eso se repetía constantemente-aun le hacía caso a su madre y le gustó su aprobación.
—Los perros no son feroces, cariño —sonrió Bulma y bebió un sorbo de té—solo son compañeros leales —explicó al resto de los presentes hasta que sus ojos se posaron en los del rey y agachó la vista concentrándose en su reflejo en la taza.
Porque entendió su mirada. De cierto modo, no explícitamente pero su sentimiento le alcanzó. El anhelo en sus ojos, se atrevía a decir que incluso el afecto, le llenaban el pecho de calor, y a pesar de que quería corresponderlos-una parte de ella, la irracional e instintiva-sabía bien su lugar, solo era su ex esposa y madre de uno de sus hijos, por respeto a los presentes debía comportarse, además, no podía seguir humillando a su propia familia con su actuar impertinente. Por lo que lo mejor era actuar, fingir ser una princesa madura y que solo estaba allí para ver a su hijo.
El rey y miembros del consejo que compartían el desayuno fueron los primeros en ponerse de pie para iniciar con su jornada laboral. Los niños estaban algo inquietos por la presencia de la princesa, Kyabe tenía una lista larga de lugares a los que la quería llevar, pero su madre no estaba de acuerdo en que se saltara sus lecciones, sin embargo, prefirió callar.
—Pueden saltarse el entrenamiento y las clases hoy —dijo el rey antes de marcharse— ¿pasarás el día con los niños? —preguntó mirando a la joven—quizás deberías descansar.
Bulma le regaló una sonrisa diminuta pero cómplice, su preocupación era en cierto modo adorable.
—Me quedaré con los niños —Vegeta asintió mirando al resto de su familia, sus ojos pasaron de largo hasta su hijo mayor, esperando verlo disconforme con su decisión, evitó mostrarse sorprendido cuando lo vio silencioso observándolo. Quiso creer que se estaba comportando para no molestar a su madre. Volteó hacia Laurel y asintió en su dirección— ¿La acompañarás?
—Sí, su alteza. Si no hay problemas, claro… —susurró desviando la mirada.
—Lleva contigo un escuadrón de 4 soldados de tu confianza y de élite —todos en la sala guardaron silencio al oírlo, se entendía que buscara proteger a los niños, pero estos niños eran más fuertes que un soldado promedio y además irían con Laurel, fue curioso para la mayoría, a excepción de Keel.
—Como ordene, su alteza —asintió Laurel.
Bulma observó su espalda mientras salía del comedor junto a Tarble, el padre de ambos y Riander. Inconscientemente se acarició el vientre plano, dándole confort a un ser que ni siquiera tenía conciencia y que, por lo demás, aun no estaba segura de tener.
— ¿Cuál es el primer destino de tu lista, Kyabe? —habló Ery. El niño sacó un par de hojas de su bolsillo del pantalón y lo puso sobre la mesa. Bulma sonrió y volteó hacia Laurel, no se sorprendió de verla sonreír, la maternidad cambiaba a las mujeres.
—Ery está más expresiva —le susurró a la princesa.
—Desde su visita a la tierra —intervino Keel llamando la atención de ambas, Laurel la miró seria como lo hacía desde que se había vinculado con Tarble. Entre ellas ahora solo había una relación cordial de familia política. No era extraño ni incómodo el verse ni vivir bajo el mismo techo, para los saiyajin las relaciones sociales y físicas no eran un conflicto importante. Ella estaba feliz con la familia que había formado con Tarble, y Keel estaba tranquila porque su hijo estaba feliz y adoraba a su única nieta. Las cosas estaban en paz hace mucho tiempo para ella y su mal amor del pasado.
—Quizás le hacía falta relajarse, llevan un ritmo de vida algo… estricto y competitivo. Trunks no descansa nunca —murmuró frunciendo el ceño—sé que a él le gusta, pero con el tiempo, pasa la cuenta.
—Es posible —concordó Keel—mi nieto se exige mucho, Riander le exige a Kyabe y Ery no quiere quedar atrás… —sonrió sin ganas—el entrenamiento de Vegeta y Tarble también era estricto y duro, pero aquí estoy, pensando en cómo aliviar la crianza de mis nietos. Que desastre de saiyajin me he vuelto ¿no? —Bulma sonrió en respuesta y negó.
—No, te has convertido en abuela. Solo eso —Trunks escuchaba en silencio mientras fingía comer, había descubierto que le gustaba ver a su madre interactuar con su familia saiyajin. Sentía que de alguna forma podía descubrir mucho de ella y de su tiempo viviendo en Vegetasei. — ¿Nos acompañarás?
—No hoy —dijo y bebió un poco de agua—o tal vez más tarde. Tengo cosas que hacer.
—Entiendo —asintió— ¿Crees que podamos invitar a Chi-chi? —preguntó mirando a Laurel.
—Claro. Príncipe Kyabe, deme su itinerario de viaje para ver si podemos decirle que nos juntemos en algún punto o voy a buscarla —Kyabe, quien aun comía, detuvo sus servicios y le entregó el papel con la lista de lugares y hora en la que debían visitarlos, tanto Laurel como Keel contuvieron la sonrisa, mientras que la joven princesa solo pudo mirarlo con ternura.
— ¿Estás segura de que quieres pasar el día de paseo y no descansando? —le susurró Keel mientras Laurel hablaba con el príncipe Kyabe sobre el orden del viaje.
Bulma guardó silencio por unos segundos, supuso que la abuela de su hijo se había dado cuenta de su situación apenas la había visto, pero su pregunta se lo confirmaba. Miró a su alrededor con disimulo, comprobando que nadie las estuviera escuchando, la servidumbre estaba a distancia prudente y los niños parecían más concentrados en comer. Si bien, Vegeta ya sabía de su embarazo, no quería que la noticia se divulgara tan pronto porque aun no decidía qué hacer, además, los primeros meses eran delicados y más importante, no se sentía segura incluso con toda la escolta que le asignaran.
—Kyabe está emocionado… si me canso o me siento mal, lo diré —respondió, la saiyajin asintió sin mirarla.
No era necesario decir más al respecto, ambas sabían el significado entre líneas de sus palabras.
(…)
Para su sorpresa, Trunks no se quejó en ningún momento, ni siquiera hizo la mención de ir a entrenar. Mientras recorrían el sendero de La laguna ojo de gigante, miraba a cada momento a su hijo. Se veía serio, pero no molesto, se sentía inquieta con su silencio. Desde que se había ido esa mañana de su habitación junto al rey, que el niño estaba silencioso, temía que la noticia de su embarazo le estuviera molestando, pero no sabía cómo preguntárselo.
La brisa fuera del castillo era cálida a pesar de estar rodeados de árboles espesos.
—Mi papá me dijo que es porque en alguna parte del bosque, sale el aliento cálido del gigante —contó entusiasmado el menor de los príncipes—podríamos buscarle la nariz o la boca ¿o no? —sonrió mirándola.
—Eh… quizás nos tomaría mucho tiempo —respondió—y debemos llegar a la hora de la cena —Kyabe frunció el ceño pensativo por unos segundos.
—Tiene razón, a papá le gusta que comamos todos juntos —concordó. —Me hubiera gustado traer a Manchas.
—Más adelante podrás —dijo revolviéndole el cabello—ahora debes esperar a que tenga todas sus vacunas de Vegetasei para que no se enferme.
—Espero no me extrañe mucho —murmuró pensativo—pero papá lo cuidará bien.
— ¿Se lo dejaste en la sala de consejo? —intervino Trunks, incrédulo.
—Sí, no le molestó —se encogió de hombros y continuó avanzando, apuró sus pasos para liderar el grupo nuevamente y así guiarlos.
—Qué tonto… padre está ocupado para andar cuidando animalejos —refunfuñó mirándolo irse.
—Estoy segura que no lo está cuidando él, debe tener alguien en la sala que lo vigile. Pero tu hermano se iba a sentir más tranquilo dejándoselo a él. Después de todo, no les niega nada a ninguno —sonrió, vio a su hijo fruncir el ceño y resoplar, iba a responderle cuando la voz de Chi-chi los interrumpió.
—En todo el tiempo que llevo viviendo aquí, nunca había venido a este sitio ¡Es majestuoso! —Bulma asintió pensativa, prefirió no dar su impresión al respecto.
No es que sintiera culpa por no conocer el planeta en el que vivió desde que tenía 15 años, después de todo nunca se sintió cómoda en ese lugar. Era normal que no se animara a conocerlo más allá de los alrededores del castillo.
Se detuvieron cerca de la orilla de la gran laguna. No dejaron que los niños se metieran al agua-principalmente Kyabe que era el que insistía-pues no era apta para el baño, aunque fueran niños saiyajin, por lo que el niño le había explicado, aun no podían medir la profundidad. No llevaban demasiada comida como para satisfacer a los saiyajin, pero sí lo suficiente como para que fuera un bocadillo antes del almuerzo.
Llevaban alrededor d horas en que habían recorrido 3 sitios, y ya estaba cansada.
— ¿Almorzaremos en el castillo? —preguntó somnolienta, mientras estiraba su cuerpo haciendo sonar sus articulaciones.
— ¿Estás cansada? —preguntó Chi-chi.
—Un poco, tengo sueño —reconoció y volteó a ver el color del agua.
—Deberíamos volver —dijo su hijo—si estás cansada… por último para que reposes un poco. —Bulma alzó ambas cejas al oírlo, no pudo evitar conmoverse por su preocupación. Desde que la había visitado en la tierra que su hijo estaba más dócil con ella y en ese momento de su vida lo valoraba demasiado.
— ¡Pero aún queda mucho por recorrer! —se quejó Kyabe mirando su itinerario de viaje—debemos probar los platillos de la región sur ¡tienen la mejor salsa!
—Mi madre no se siente bien, Kyabe —dijo serio el príncipe—mañana podemos seguir o más tarde.
—Aun puedo seguir —murmuró insegura.
—No, nos iremos después que reposes unos minutos —respondió sin mirarla, dando como finalizado el tema y Bulma quedó estupefacta mirándolo.
Su hijo era un líder innato. Su voz de mando y seriedad le daba un aire superior, y no pudo evitar ver a Vegeta en sus rasgos y reacciones. Sin embargo, ahora no le molestaba ni la entristecía. Veía en su hijo las cualidades del rey, no sus defectos y eso le reconfortaba profundamente. Quizás… quizás su hijo sí tenía lo mejor de ambos después de todo.
(…)
No pudo presentarse a comer con la familia real. Luego de regresar del paseo, fue directo a sus aposentos y se durmió el resto del día. No fueron a molestarla, cuando despertó casi al anochecer, sintió sus ojos pesados y el cuerpo aun resentido como si le hubiera pasado una aplanadora durante su siesta.
Se quedó despierta sin moverse por unos 10 o 15 minutos, no sentía náuseas al menos, pero seguía cansada. Cuando finalmente decidió levantarse, dos golpecitos en la puerta interrumpieron sus intenciones.
—Adelante —trató que su voz sonara alta, pero sonó más como un quejido. La puerta se abrió lentamente, tragó en seco al ver al rey en el umbral—Vegeta…
—Bulma —respondió él, medio sonriéndole. Desvió la mirada para que no viera su propia sonrisa nerviosa, no podía contenerse del todo con él cuando se comportaba de ese modo con ella, y se esforzaba por mantener la apariencia, mantener un poco la distancia.
— ¿Ocurrió algo? —preguntó volteando a verlo nuevamente, más serena esta vez. El rey negó, apuntó hacia su habitación y ella asintió, autorizándolo a pasar.
— ¿Cómo te encuentras? No haz comido nada hoy —dijo serio mientras cerraba la puerta detrás de sí.
—Desayuné —afirmó—y Kyabe me dio algunas golosinas.
—Solo bebiste té y un par de galletas, que luego vomitaste —murmuró acercándose, con el ceño arrugado— ¿prefieres ver a Iris?
—No —se apresuró en responder—es normal en los primeros meses —susurró agachando la mirada. Guardaron silencio por unos segundos, relamió su labio inferior al mismo tiempo que él se sentó a los pies de la cama—no sabía que me tenías bajo vigilancia. —Dijo sonriendo con suspicacia alzando la mirada hacia él.
—Solo pregunté por ti —mintió—Trunks está algo… preocupado.
—Sí, lo noté. Es tan dulce, quería que viniera a descansar —sonrió enternecida al recordarlo.
—Preocupado por tu embarazo y su sucesión —dijo serio, rompiendo la burbuja de la joven. Bulma lo miró asombrada, y él prefirió omitir ciertos detalles para no preocuparla más de la cuenta, como que su hijo no era el pequeño inocente que ella creía—ya hablé con él, aun así, creo que debemos estar atentos a él.
—Mi pobre bebé —susurró, sintiendo sus ojos arder ante la amenaza de nuevas lágrimas—ni siquiera me detuve a pensar en cómo se tomaría todo esto…
—No tienes mucho qué pensar —la miró fijamente, pero la joven parecía perdida en sus propias lamentaciones—ni que preocuparte. Trunks ya no es un crío, entiende como son las cosas.
—Sigue siendo un niño, aunque se comporte como un príncipe heredero —dijo frunciendo el ceño, levantando la vista hacia el rey. Fue el turno de él de desviar la mirada, algo incómodo al pensarlo, pues no compartía su pensamiento, pero prefirió callar para no molestarla—por más que pienso… solo encuentro motivos para no continuar con esto —terminó diciendo con un hilo de voz.
Vegeta arrugó aún más el ceño y volteó a verla. Bulma le veía algo avergonzada y entendió rápido a qué se refería con "esto". Sintió un calor extraño recorrerle desde el vientre hasta la garganta, era como una mezcla de enojo con miedo e incluso desesperación al pensar en que ella no quería repetir ese vínculo con él.
Aun no lo había hablado con nadie, no sabía realmente si era una buena idea ni había pensado en los pro y contras como ella, era solo su deseo de tener algo de la mujer que amaba lo que lo empujaba a desear lo que sea que le pudiera dar. En ese caso, un nuevo hijo. Le gustaba ser padre, y pensar en estar presente en su embarazo como no lo hizo con Trunks, le llenaba de ansiedad. No acompañó a Riander durante su embarazo, los saiyajin no consideraban que fuera una tarea que requería mayor cuidado a pesar que el de la reina en ese entonces fue un embarazo delicado. Pero su relación con Riander era tan mala que no le nació, y excusándose con el orgullo saiyajin salió libre de culpas. Estuvo siempre pendiente de su estado y del desarrollo de Kyabe durante su estadía en la incubadora.
Ahora tenía la oportunidad.
—Quizás es egoísta de mi parte —comenzó diciendo—pero no veo motivos para que pienses eso.
— ¿Estás seguro? —preguntó extrañada—no estamos juntos como para traer otro hijo al mundo. Si bien, puedo asegurarle legitimidad al casarme con Nate ¿qué sería acá? ¿un bastardo o mantendríamos oculto su origen? Por más que lo pienso… no encuentro alguna salida, además está el hecho de que Trunks lo está pasando mal.
—No esconderé a mi hijo —dijo serio, intentando ignorar su frase "no estamos juntos", porque dolía como nunca a pesar de que era muy consciente de ello—lo reconoceré, no tendrá acceso a su herencia, porque tú lo quieres para tu familia, pero no será tratado como un bastardo. No lo permitiré. —su voz se oyó más grave que lo usual, vio a la joven estremecerse y se apresuró en cambiar su expresión seria para no intimidarla de forma inconsciente.
— ¿Ya lo hablaste con tu consejo? —preguntó después de unos minutos de silencio. Se apoyó en la pared y miró el techo, frunció el ceño al sentir sus tripas revolverse. Pero no le prestó demasiada atención cuando notó como la expresión del rey titubeaba—no le has dicho a nadie. —Dijo sonriendo sin ganas.
—No hasta que te decidas —respondió rápidamente.
—Bien… pero quiero que Trunks nos acompañe. —Vegeta dudó por unos segundos y finalmente asintió, sacó su comunicador y escribió rápido a su hijo— ¿podrías pedir algo para comer?
— ¿Algo en particular? —preguntó sonriendo, ella negó. Por lo que pidió de todo un poco.
Trunks llegó más rápido que la comida. Cuando el príncipe entró a la habitación, ellos seguían conversando sobre sus opciones, lejos de mostrarse entusiasmado por verlos a solas y conversando civilizadamente como una pareja de casados, el joven miró aburrido e incluso algo escéptico. Después de todo, las ilusiones de que ellos volvieran empezaban a desvanecerse. Su madre esperaba otro hijo del rey y ni así la situación cambiaba, prefirió restarse e ignorar que, aunque ellos sintieran algo por el otro, no le beneficiaba en nada.
Se hizo a un lado cuando llegó la servidumbre con una serie de carritos cargados de platillos. No tenía apetito, pero se acercó a comer de todas formas. Le ubicaron una silla frente a la cama, donde armaron una mesa con los alimentos, mientras su madre y padre seguían sentados en la cama.
—Es demasiado —susurró Bulma mientras tomaba un tenedor y lo untaba dentro de un plato hondo con carne en trocitos llena de especias y salsa roja.
—No comerás sola —murmuró el rey al mismo tiempo que su hijo tomaba un platillo de bocadillos. Observó en silencio como la joven comía ansiosa de todos los platos, prefirió omitir el detalle de que aun no cenaban, le pareció mejor que no se levantara y siguiera descansando.
— ¿Y bien…? ¿por qué me llamaron? —preguntó Trunks después de unos minutos en silencio mientras comía, se sirvió un poco de agua y bebió un sorbo—no creo que sea por una cena familiar.
—No —murmuró Bulma y continuó masticando, tragó rápido y tomó una servilleta para limpiarse la boca, la dejó a un lado de su plato y miró al rey—tu padre me contó que… estás algo preocupado por mi embarazo, más bien, por tu sucesión.
—Padre ya me dijo que no afectará mi sucesión —respondió rápido, sin mirarlos. Ambos, princesa y rey, se miraron el uno al otro y luego al niño. Reconocieron de inmediato su actitud distante.
—No, no lo hará —asintió la joven—pero… me gustaría saber ¿qué opinas de esto? —preguntó temerosa, el niño la miró alzando una ceja y continuó comiendo. Carraspeó su garganta, algo nerviosa y susurró—quiero decir… ¿te parece bien que continué con mi embarazo?
Trunks detuvo sus movimientos y se quedó viendo su plato. Sintió el corazón latirle deprisa ¿estaban dejando en sus manos la decisión de un posible aborto? Por una parte, se sintió importante, pero no le pareció una buena idea. Quería estar involucrado en decisiones importantes de su familia e imperio, pero eso era demasiado ¿decidir si su hermano viviría o no? Incluso para un saiyajin como él, era complicado pensarlo sin afectarle su lado emocional. Quizás era parte de su herencia terrana, quién sabe. Entonces se detuvo un segundo al repensar la situación, y en su mente se repitió un par de veces «mi hermano…» tragó saliva, y volvió a beber un poco de agua.
—Sé que no es un tema para un niño —continuó Bulma al impacientarse con su silencio—pero te estás preocupando por asuntos que no conciernen a un niño, por lo que creí que era importante que fueras parte de esta discusión. Cometimos un error con tu padre —sintió sus mejillas sonrojarse y evitó mirar al rey cuando lo dijo—y debemos hacernos cargo de una u otra forma y no es tu culpa ni te corresponde cargar con… esto. Con preocupaciones y…
—Inseguridades —intervino el rey. Trunks frunció el entrecejo cuando le oyó, pero no dijo nada—por mi parte, quiero que entiendas que nada de lo que decidamos hoy, o en un futuro, te afectara. Creí que siempre te lo he dejado en claro, quizás debí hacer más.
Trunks no se atrevió a levantar la vista, los ojos le ardían y en cierta medida sentía que estaba contra una pared, como si le estuvieran cuestionando o regañando por sentirse como se sentía. Quería gritarles, decirles que sus miedos estaban bien fundamentados y que no se le hacía justo que lo juzgaran por sentirlo, pero no estaba listo para aquel enfrentamiento.
—Cariño… ¿qué opinas? —preguntó temerosa. De pronto vio a su hijo más pequeño, esquivando sus ojos como cuando hacía alguna travesura y en vez de querer llamarle la atención, moría de ganas de reírse y abrazarlo olvidando porqué en primer lugar debía retarle. Volvió a verlo como un niño indefenso y se vio tentada a ponerse de pie para abrazarlo. Pero Trunks no se lo permitiría, podía ver claramente su pared invisible que había levantado a su alrededor, no quería mostrarse débil o vulnerable y lo respetaba, aunque le partía un poco el alma.
Pasaron varios minutos antes de que el niño levantara la barbilla y los mirara serio. No se veía molesto, tampoco alegre, más bien desinteresado.
—No tengo ninguna opinión —se encogió de hombros—no me corresponde opinar.
—Pero quiero oírte —el niño hizo una mueca con sus labios y miró a su padre por unos segundos, Bulma le imitó y notó que el rey lo observaba serio, casi como si lo vigilara. Arrugó el entrecejo algo confundida ¿de qué se estaba perdiendo?
—No les diré nada —respondió alzando la barbilla—tomen la decisión que tomen. La respetaré, es lo que se espera de un príncipe ¿no?
—Pero ¿quieres tener otro hermano? —insistió y el semblante de su hijo se ablandó, lentamente su defensa se fue desmoronando, lo vio soltar un suspiro para luego beber un poco de agua, casi nervioso.
—Es injusto que me lo preguntes… incluso inapropiado —susurró sin mirarla.
—Lo siento —asintió agachando la mirada, se tomó sus propias manos en un movimiento nervioso, apretándolas para calmarse—es solo que no quiero que te sientas triste.
—No lo estoy, madre —tragó con dificultad, dando su mejor actuación—no puedo negar que no me preocupa, pero daré lo mejor de mí para dejar mis inseguridades a un lado —dijo entre dientes y volteó a ver a su padre, casi recriminándole por sus palabras, con una media sonrisa arrogante y él le respondió de la misma forma, sonriéndole.
—Entonces… ¿ambos están de acuerdo con esto? —preguntó sin mirarlos, sentía el corazón latirle deprisa, y aunque no había motivos para entristecerse, tenía ganas de llorar.
— ¿Y tú? —le respondió el rey— ¿estás de acuerdo con que tengamos otro hijo? —Bulma le miró de reojo, tragó con dificultad cuando pensó en su pregunta. Era diferente pensar en la situación cuando le recordaban que "esto" era "hijo", ver la situación con más calidez le jugaba en contra, quizás él lo sabía y lo hacía a propósito, o su propio arrepentimiento era el que le dolía por pensar de ese modo cuando lo que estaban discutiendo era ni más ni menos que su vida familiar.
Soltó un profundo suspiro y le miró. Vegeta parecía relajado, con una pierna sobre la otra, una copa de vino en la mano y la otra mano sobre la mesita, mirándole fijamente. Expectante a su respuesta y receptivo, estaba segura que cualquiera fuera su respuesta, él no le iba a refutar y aceptaría su decisión.
—Si no será un problema para ti, asumiré esta responsabilidad —dijo con convicción y él le sonrió.
—Bien… lo informaré en el consejo mañana —asintió para sí mismo.
—No creo que sea buena idea lo digas tan pronto —murmuró insegura—los primeros meses son delicados.
—Debo hacerlo —Trunks los miró serio, soltó un suspiro y continuó comiendo, por mero aburrimiento—tengo muchos preparativos por hacer.
—Entiendo —asintió, miró a su hijo y lo vio concentrado cortando carne— ¿estás bien con todo esto?
—Sí —respondió cansado—no te preocupes por mí, no soy un crío —se quejó rodando los ojos—no te hace bien tanto estrés.
—Está bien —sonrió cansada—pero quiero que me digas tus preocupaciones, no cargues con todo tú solo ¿sí?
El niño asintió.
(…)
Salieron de la habitación de Bulma una hora después, aunque habían comido bastante, decidieron ir a cenar con el resto de la familia de todos modos. Trunks iba en silencio, mirando la punta de sus botas con la mente en blanco, intentando no darle más vueltas al asunto.
El rey por su parte, no dejaba de mirar a su hijo, a pesar de que estaba emocionado y feliz por la decisión de Bulma, no se sentía del todo tranquilo por él. Sus ojos negros no se perdían detalle de sus rasgos intentando captar cualquier señal de molestia o preocupación.
—Lo hiciste bien —soltó cuando iban bajando por la escalera. El niño detuvo sus movimientos y volteó a verlo.
— ¿De qué hablas? —preguntó frunciendo el ceño, mirándolo con extrañeza.
—La respuesta que le diste a tu madre. —Trunks continuó mirándolo confundido y él medio sonrió—querías decirle que no estabas de acuerdo, pero te contuviste.
— ¿Por qué piensas eso? —preguntó en un susurro, intentó tragar cuando sintió un nudo en su garganta.
—Te conozco —sonrió—quizás fue por orgullo o porque te preocupas por ella —se encogió de hombros—quizás ambas, pero no quieres que tu madre tenga a ese hijo.
Trunks lo miró serio. No se sentía sorprendido ni regañado por su afirmación, no veía en él decepción ni enojo tampoco, por lo que no le preocupaba lo que pensaba de él. Se quedó pensando en sus palabras, en por qué había guardado silencio y no encontró respuesta. Suspiró con pesadez, dejando ir toda la tensión.
—Por supuesto que no quiero —confesó sin pudor—pero tarde o temprano pasaría ¿no? Con ese tal Nate… al menos será un hermano de sangre por madre y padre. —Respondió cansado y continuó caminando.
—No es la respuesta que esperaba, pero es mejor que nada —respondió cansado y riéndose sin ganas—tendremos que viajar seguido a verla.
—Es una buena excusa ¿no? —sonrió malicioso volteando a verlo y el rey negó avergonzado.
—Es mi hijo después de todo, debo estar al pendiente —respondió rápido.
— ¿Qué hijo? —ambos voltearon rápido hacia atrás al oír a Riander. Ninguno fue consciente de su presencia, quizás iban demasiado cansados y concentrados en su plática o la reina había escondido muy bien su energía.
—El que mi madre espera —respondió rápido, y sonrió con malicia—tendré un nuevo hermano, y mi padre un nuevo hijo —alzó su barbilla con orgullo y pensó que al menos tendría esa satisfacción.
El rostro de Riander mutó de estupefacción a incredulidad, para finalmente deformarse en rabia e indignación. Volteó hacia el rey, esperando ver alguna muestra de arrepentimiento o negar aquella información, pero solo vio cansancio.
— ¿Qué? —pudo decir entre dientes.
—Eso que oíste —continuó diciendo burlesco—mis padres no perdieron el tiempo en nuestro viaje a la tierra. —Sonrió por última vez y continuó su camino, ajeno al fuego que había encendido.
Riander observó la espalda del niño mientras se iba, volteó a ver al rey esperando alguna reacción o intento de huida, pero Vegeta la observaba fijamente, inteligente de su parte, siempre alerta esperando para poder reaccionar, después de todo una bestia salvaje herida era impredecible y eso era en ese momento la reina. Herida en su orgullo y cegada de ira.
— ¿No dirás nada? —preguntó entre dientes.
— ¿Qué debería decir? —respondió sereno.
—La volviste a preñar… soy tu reina —resopló molesta—no permitiré esto… no… ¡No puedes humillarme así! —gritó fuerte y Vegeta reparó en que estaban en medio de la escalera.
—No discutiré esto aquí —dijo en un tono de voz ronco y hostil. Subió rápido y no fue necesario decirle que le siguiera para que lo hiciera.
Se encerraron en su estudio, Riander dio un fuerte golpe en la puerta al cerrarla y Vegeta la miró furioso, pero trató de mantener la calma. No porque le preocupara lo que pensara o como se sintiera, sino por lo que podía hacer.
Antes no hubiera dudado en asesinarla ante una falta de respeto, pero ya no era el mismo saiyajin ¿cómo le explicaría a Kyabe que mató a su madre porque se enteró que Bulma le daría otro hijo? No podía, su hijo menor no se lo merecía y temía que desarrollara aversión por Bulma o su hermano por nacer, o por Trunks. Debía pensar con claridad qué haría para que la situación no escalara.
— ¡¿Qué más debemos discutir?! ¡la volviste a preñar! ¿ya lo habían planeado? ¿es ahora cuando me despides de mi cargo y la vuelves reina? —Vegeta frunció el entrecejo y la miró molesto, en sus ojos negros no había más que frialdad, pero su voz y temperamento estaba en aparente calma.
—Ganas no me faltan —respondió con sarcasmo y el rostro de Riander se congeló al mismo tiempo que sus mejillas se teñían de rojo por la rabia—pero ella no quiere serlo. Seguirán las cosas como están. No hay ningún cambio en sucesión o cargos, simplemente tendremos otro hijo y no hay nada más que aclarar.
— ¿Crees que soy imbécil? ¿Qué me quedaré tranquila mientras en cualquier momento me quitas mi corona? —Vegeta resopló al mismo tiempo que blanqueaba los ojos ¿qué rayos pasaba con todos que pensaban que les iban a quitar sus títulos? Como si fuera algo que se pudiera hacer de la noche a la mañana, la miró cansado.
—Dejaré pasar tu insolencia solo por el afecto que tengo por Kyabe, pero es la última vez. Te controlas o te largas de una vez.
— ¿Eso es lo que quieres? ¿Qué me largue? —insistió encolerizada, su respiración era agitada— ¡pues no me iré sola! Kyabe se va conmigo. —Amenazó y la comisura del labio del rey tembló mientras la miraba con rabia.
—Haz lo que quieras, pero mi hijo no se irá de aquí —aseveró en un tono hostil y ella lo notó.
Riander miró indignada como cada palabra y gesto con ella estaba lleno de injusticia ¿qué sacaba con ser reina de un imperio que no la respetaba? ¿qué importaba ser su reina si a él no le importaba si lo era o no? De lo que sí estaba segura era que no podía permitir que la siguiera humillando, por su orgullo como saiyajin, no permitiría que la menoscabara nunca más.
Respirando agitada, caminó lentamente hacia él, se detuvo a un metro de distancia y le miró a los ojos. Ambos estaban enojados y con el pelo de los rabos erizados, pero en la cabeza de la reina no había motivos para que él se enojara, era ella la perjudicada de todo. Siempre sería su hazmerreír y el de su mestizo irritante, y ya no podía soportarlo.
—No permitiré que me sigas humillando —sentenció entre dientes y él ni se inmutó, Riander tragó con disimulo y continuó—no seré tu reina en estas condiciones y mi hijo no será parte de tu legado.
—Bien —asintió serio, y sonrió satisfecho exhibiendo un canino. Riander volvió a tragar, esta vez nerviosa, intentando esconder la ilusión que él aceptara sus términos o al menos le diera la razón—ya no serás reina de este imperio —soltó un jadeo débil al oírlo y le miró boquiabierta, con la mente en blanco—nunca has sido mi reina.
— ¿Y ella sí? —preguntó en un susurro después de un minuto de tenso silencio— ¿ella es tu reina, aunque no lo quiere ser?
—Siempre lo ha sido —Riander soltó una risa que carecía de diversión, más una burla para sí misma. —Te irás ahora. Kyabe se queda.
—Es mi hijo —susurró carente de emociones.
—Es tu hijo —concordó—discutiremos visitas si es que quieres mantener el contacto, pero él se queda. Si haces el más mínimo intento de apartarlo de mí, te quebraré el cuello.
—Esto no se va a quedar así —dijo entre dientes y Vegeta le sonrió, una sonrisa maléfica que le estremeció y le hizo dudar de sus propias palabras.
—Por supuesto que no se quedará así —asintió y tomó su comunicador, comenzó a escribir rápidamente sin dejar de mirarla, sabiéndose el teclado de memoria—recibirás una pensión mensual por tus servicios brindados al reino, puedes elegir cualquier propiedad de la familia, pero en otro continente, incluso en otro planeta. Solo una —Riander contuvo la respiración, sentía las mejillas calientes de vergüenza por su despido que no tenía cabeza para discutir los términos que el rey fríamente le indicaba—tienes una hora para irte de este castillo, ni un minuto más. Si te veo todavía aquí merodeando, no podrás disfrutar de tus merecidas vacaciones.
Riander le miró con la mandíbula tensa, su respiración cada vez más agitada y con la mente en blanco. No podía reaccionar, oía sus propios latidos del corazón como un ruido molesto que no podía acallar. Por un momento, breve, pensó en disculparse o decirle que no se iría, que seguiría siendo reina de ese imperio, aunque a nadie le importara, comiéndose su orgullo y vergüenza, pero vio en sus ojos fríos y amenazantes que ya no había marcha atrás, él la quería fuera de su vida y le había dado la excusa perfecta.
—Los minutos corren —dijo el rey y Riander alzó la barbilla, sintió sus ojos humedecerse, entonces giró rápido sobre su talón y salió de su estudio, no le permitiría verla llorar.
(…)
Bulma despertó por la mañana, sintiendo sus náuseas matutinas de siempre, vomitando todo lo que había cenado la noche anterior, sintiéndose más débil que nunca, pero más tranquila también. La pesada mochila que cargó en esas semanas se había esfumado durante la noche. Si bien, sabía que no serían meses sencillos tanto para Vegeta, Trunks, Nate o ella, lo más importante ya estaba resuelto en cierta medida y eso le calmaba bastante.
Se dio un baño rápido, tenía más energías que el día anterior y estaba entusiasmada por el itinerario de Kyabe. Se vistió con un pantalón de tela ligera de color azul y una remera blanca ajustada, sus manos se posaron en su vientre plano y sonrió, pensando en que por fin disfrutaría de su experiencia, solo con preocupaciones normales de cualquier madre.
Le escribió a su madre antes de salir, contándole que todo estaba bien y que habían decidido continuar con su embarazo, seguramente se pondría feliz. Al abrir la puerta, se quedó de pie en el umbral al ver cuatro saiyajin con armadura de la escolta real.
— ¿Qué…? —no alcanzó a preguntar cuando los saiyajin le reverenciaron.
—Órdenes del rey —informó uno—afuera en el balcón hay 4 miembros más —Bulma lo miró espantada y volteó hacia atrás, pensando en que se había desnudado y vestido, ajena a esa información; se calmó al ver las cortinas cerradas.
— ¿Por qué? —preguntó confundida, no alcanzaron a responderle cuando el rey se vio por el pasillo. Bulma no esperó que llegara a ella y caminó a su encuentro, frunció el ceño hacia atrás al ver que el grupo de saiyajin le seguía de cerca— ¿Qué está pasando? —le preguntó apenas se vieron y Vegeta la miró serio.
—Debes irte ahora —la joven alzó ambas cejas y titubeó nerviosa al ver su actitud. Se veía sereno, pero ella lo conocía lo suficiente para reconocer la preocupación y el miedo en sus ojos.
— ¿Qué pasó? —susurró confundida. El rey la tomó de la mano y comenzó a caminar, Bulma sintió sus mejillas sonrojarse, no solo por el gesto, sino que el estar así con él delante de otros saiyajin jamás lo había imaginado, lo anheló muchas veces cuando fue su esposa y ahora estar así… era casi un sueño cumplido, sacudió su cabeza al pensarlo, no era el momento de actuar como una adolescente enamorada.
—Riander se enteró de tu estado —informó mirándola con calma, o lo intentaba—reaccionó mal, le quité su cargó y la pedí que se fuera del castillo —prefirió omitir que la había echado—amenazó con llevarse a Kyabe, también lo tengo con escolta, al igual que a Trunks.
—Dios… pero… ¿por qué le quitaste su corona? —preguntó con un hilo de voz, sintió el vientre pesado de repente, los nervios fueron formándose lentamente y el miedo le susurró en la nuca. Volteó hacia atrás, pero solo se encontró con los escoltas, volvió a mirar al rey. Vegeta miraba hacia el frente y apretó su mano con suavidad.
—Me faltó el respeto —prefirió decir—eso no importa. Pero debo tomar medidas, no puedo confiar en que no actuará solo por el temor que me tiene. No me siento tranquilo con que te quedes ahora, Riander tiene mucha influencia en cierto sector político. Y mi fuerza de poco servirá ante un complot o motín. Están preparando tus cosas en este momento, viajarás en una nave de aquí.
—Me siento más segura en la mía —terminó diciendo.
—Si es una nave saiyajin, no podrán reconocerla —dijo mirándola preocupado. Detuvo su andar y ella le imitó, la miró de frente y sin soltar su mano, murmuró—confía en mí ¿sí? Solo haz lo que te pido. Irás en una nave saiyajin, son más resistentes ante ataques, ya se revisó el perímetro tres veces, aun así, viajarás más segura.
—E-está bien —tragó con disimulo— ¿me iré ahora?
—Sí, Trunks te espera en la zona de despegue. Irás con un séquito de saiyajin, ellos se quedarán contigo en la tierra —la joven alzó ambas cejas y abrió la boca para protestar, pero Vegeta se apresuró en continuar—por favor, solo acepta esto ¿sí? No podemos confiarnos, te acompañaran día y noche y no quiero protestas. Si quieres poner escolta de tu familia, sería ideal. Pero ellos no se irán, siguen mis órdenes.
—Bueno —terminó asintiendo—me estás asustando —rio nerviosa.
—Lo siento —dijo cansado, acarició sus brazos ignorando que no estaban solos, Bulma se encogió en su sitio, luchando con las ganas de abrazarlo—iremos a verte apenas las cosas se pongan en orden aquí.
—Entiendo —asintió, él la miró por unos segundos y sin soltar su mano, volvieron a caminar.
Al llegar a la zona de despegue, notó que Trunks no estaba solo, lo acompañaban escoltas al igual que a ella, junto a su abuela, Tarble y Laurel. Miró la nave en la que viajaría y se estremeció, parecía una nave de purga, grande e imponente. Contuvo la respiración por unos segundos, y prefirió centrarse en su hijo.
Lo abrazó con fuerza apenas estuvo a su lado, y para su sorpresa, el niño le devolvió la misma intensidad de afecto. Sintió sus ojos humedecerse y no pudo contener un par de lágrimas mientras le acariciaba la espalda y cabello. Trunks hundió su rostro en su vientre, y estuvieron así por varios minutos hasta que Vegeta habló.
—Deja ir a tu madre —le susurró en un tono amable, su hijo asintió, pero no se separó de ella—iremos pronto a verla. Te lo prometo.
—Lo sé —respondió, y realmente lo sabía, pero quizás era el miedo ante el peligro por algún ataque el que lo hacía reaccionar así, o el molesto recuerdo de ella marchándose cuando era un niño. No lo sabía, solo tenía claro que le dolía verla marcharse, no era lo mismo que cuando él se iba, no quería ver su espalda mientras se alejaba y caminaba por la rampa.
— ¿No puede ir conmigo? —preguntó con la voz quebrada.
—No por ahora —dijo el rey—pero iremos pronto, solo déjame dejar las cosas en orden aquí.
—Sí, sí… lo siento —asintió.
Madre e hijo continuaron abrazados.
Vegeta contuvo el suspiro, estaba nervioso y preocupado, miraba a cada rato su comunicador esperando ver señales o noticias. Tenía guardias en cada punto crítico del área limítrofe, incluso en el cielo y en los satélites, todos en alerta ante un posible ataque.
—Bien, es hora —insistió, puso su mano en el hombro de su hijo y éste accedió lentamente a separarse. Bulma le besó la frente y acarició las mejillas, se despidió de los demás y a él le dio una mirada breve, aunque en sus ojos le pareció ver un brillo conocido, quiso pensar que tal vez quería lo mismo que él, despedirse con un beso. Pero no lo hicieron—ya informamos que llegarás en esta nave, así que también están vigilando tu viaje.
—Bien, gracias. Espero que no pase nada y pronto las cosas puedan ser como antes —Vegeta asintió, aunque sabía que nada sería como antes, prefirió guardar silencio—adiós.
—Adiós. —Asintió y sin soltar el hombro de su hijo, la vieron marcharse.
—No hay señales hostiles, estén tranquilos. Riander no es tan tonta —quiso calmarlos Tarble.
—Pero está despechada —intervino su madre—una mujer despechada es irracional. —Ninguno respondió.
Se quedaron en la zona hasta que la nave dejó de verse en el cielo, en todo momento monitoreándola. Trunks fue el primero en devolverse al castillo, junto a su séquito de guardias. Tarble lo alcanzó para acompañarlo y Laurel fue tras él. Una vez que estuvieron solos, Keel miró a su hijo.
— ¿La harás reina? —preguntó finalmente.
—Bulma no quiere serlo —respondió sin mirarla—y no hemos vuelto —murmuró entre dientes y la miró por unos segundos, para luego volver al castillo, intentando esconder los temblores de sus manos.
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N/A: Holiii, no fueron 9 meses de espera esta vez hahaha, casi 2.
Las cosas andan un poco raras, pero bueno, así es la vida.
Respecto al cap, debo reconocer que mi idea de "fin" a Riander era diferente, pero haciendo caso a varios rw, creo que debía haber un cambio respecto a su desenlace y que no alterara el final del fic tampoco. Así que lo siento si es muy anticlimático. Pero ya estamos en los últimos capítulos, se tienen que ir cerrando los conflictos principales y no sé como sentirme hahaha. Quedan 2 capítulos y el epilogo.
Espero que el cap haya sido de su agrado, muchas gracias por sus comentarios y buenos deseos, espero estar actualizando pronto y así terminar el fic este año.
Muchas gracias por sus rw, mensajes y ánimos, nos leemos pronto! espero x.x
**Para quienes me preguntaban cómo podían apoyar de alguna forma mi situación, en mi pag de face tengo los link o me pueden escribir por ahí c:
