Separadores que encontrarás en esta historia:
OOOOO - Concluye la introducción.
FFFFF - Cuando se narra un flashback o algo relacionado con el pasado de un personaje.
PPPPP - Cambio de escena. Ya sea que los mismos personajes estén en un ambiente diferente o que se relate una situación distinta, con otros personajes y en otro lugar.
SSSSS - Un personaje está soñando.
Final imaginario del siglo XIX
En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 108 trozos de inocencia perdidos.
OOOOO
Con la tarde en el horizonte y el viento soplando a todo lo que daba, Megumi se despidió de Jean y de su ama de llaves, para llegar a su próximo destino: el puerto de Londres. De 10 muelles diferentes, salían y venían barcos de todo tipo.
No se veía así en su época. Durante aquellos días, el puerto era más pequeño y ni siquiera tenía muelles. Por lo mismo, siempre terminaban tomando barcos que estaban dirigidos, a las personas que tenían la curiosidad de conocer otros países.
Recordar esos días la hizo feliz. Pero su rostro volvió a tornarse sombrío, al tener en cuenta que ese lugar también se había convertido en la tumba del general Kevin Yeagar y Rin; la hermana menor de Kikyo.
Apretó los puños por lo bajo. De haber sabido que Tyki Mikk y Lulubell; miembros del clan Noé, habían montado un ataque sorpresa con los Akuma del Conde, habría rechazado, junto con Susan, la misión que les impusieron en esa ocasión. Y aunque otro general se encontraba luchando con ellos... ni siquiera sus poderes fueron suficientes para salvarlos de su trágico destino.
De repente, sintió como algo se movía debajo de su capa negra, por lo que comenzó a reírse con fuerza y a bailar de manera extraña. Segundos después, un objeto de color dorado se presentó ante ella, volando con sus dos alas.
-¿Un golem? - preguntó, atónita con su aspecto.
Hace años, los miembros de la orden oscura utilizaban golems de color negro para comunicarse. Tanto con el cuartel general, como con los buscadores. Y el hecho de que el pequeño que volaba frente a ella fuera dorado, le decía que se trataba de algo especial.
Y estaba en lo cierto. A los pocos segundos de haberlo visto, el objeto abrió su boca; ocupando la mayor parte de su cuerpo, y le mostró una proyección en forma circular. Su maestro, Cross Marian, le había dejado un mensaje.
-Megumi, si estás viendo esto, significa que vas de camino a la orden oscura. Sé que no puedo detenerte y no tengo ninguna intención de hacerlo. Así que solo te ordenaré que, bajo ninguna circunstancia, debes mostrar la rosa plateada en tu uniforme.
La joven tragó grueso y vio la imagen del pelirrojo con una gotita de sudor bajando por su cabeza.
-Si alguno de los miembros del clan Noé se entera de que escapaste del sello del eterno anochecer... no descansarán hasta verte muerta. Sin embargo, si encuentras a un Akuma, destrúyelo. Aunque no lo parezca, esas cosas aún se encuentran rondando por las calles de Londres y otras partes del mundo. Oh, a propósito, este golem dorado se llama Timcanpy. Te guiará por el nuevo camino que debes tomar para encontrar la orden oscura. No vayas a perderlo y cuídalo de los gatos. Eso es todo. - con esas últimas palabras, el mensaje terminó.
El golem dorado cerró su boca y se colocó sobre las manos de Megumi.
-Timcanpy... - dijo con una sonrisa, acariciándolo con las yemas de sus dedos. - Tienes un nombre muy bonito.
A lo lejos, las sirenas de los barcos sonaron, indicando que ya había llegado la hora de partir. La joven, volteando una última vez al puerto, dejó que Timcanpy volara cerca de ella y se fue de ahí.
PPPPP
Por la amabilidad de un chofer, cuyo carruaje se encontraba desocupado, Megumi consiguió llegar a las afueras de Londres, minutos antes del anochecer. Debido a su gran curiosidad, por los negocios nuevos que se habían construido en la ciudad, consiguió perder la noción del tiempo.
Y, para empeorar su situación, Timcanpy fue devorado por un gato, al que se vio forzada a seguir por alrededor de 1 hora... hasta que lo escupió en un callejón. A pesar de tantos movimientos bruscos realizados por el animal, el golem no tuvo ningún rasguño, algo que la alivió profundamente.
-Ya llegamos, señorita. - anunció el chofer, deteniéndose a un lado del camino, frente a un campo abierto. - ¿Está segura de que vendrán a buscarla? - interrogó preocupado, mientras ella bajaba del transporte. - Esta parte de Londres es muy peligrosa, dicen que los demonios salen a cazar humanos.
-Descuide, estaré bien. - aseguró con una sonrisa, subiéndose su mochila azul oscuro a sus hombros y con Timcanpy volando a su lado derecho. - Muchas gracias por traerme.
El hombre la miró con inquietud unos segundos, antes de tomar de nuevo las cuerdas atadas a su caballo y pedirle que regresara a la ciudad. El lugar era tal y como estaba en sus recuerdos. Pero tampoco podía confiarse, ya que, según el mensaje del caza recompensas Cross, muchas cosas que giraban alrededor de la orden oscura cambiaron.
Así que, no le extrañaba que la ruta para llegar a ella también lo haya hecho. Volteando hacia Timcanpy, asintió, por lo que el pequeño golem voló hacia su lado izquierdo. Megumi lo siguió con calma, encontrando más adelante, una colina por la que tuvo que subir, para llegar a un enorme bosque. Mientras atravesaba los arboles sin hojas, el cielo se oscureció por completo.
Una vez que terminaron en un claro, con la luz de la luna iluminando la tierra, Timcanpy voló unos metros hacia la derecha. Entonces, encontró un sendero secreto, el cual, conectaba con unas escaleras. Las subió sin mucha prisa, terminando frente a un arco, construido únicamente con ramas de árboles.
Al verlo, se aproximó con cautela. Extendió su mano hacia la entrada y se dio cuenta de que había un campo de fuerza. De pronto, Tim se colocó sobre su cabeza y, con una indicación hecha con sus alas, le pidió que siguiera adelante. Ella asintió. Dio unos pasos al frente y atravesó con facilidad la barrera.
-Ya veo... - comentó. - ...solo puedes entrar por aquí si tienes un golem.
Timcanpy, volando de nuevo, se puso frente a ella y bajó su cuerpo para asentir. Escuchando como el viento pasaba por los troncos huecos que había en la zona, la guardiana se colocó encima de su cabeza la capucha de su capa negra y siguió su camino.
PPPPP
-¡Felicidades, mi hermosa Lenalee!
Komui celebraba con creces el nuevo poder de su hermana menor; otorgado por Hevlaska, saltando de un lado a otro en su oficina. Ella sonrió nerviosa. A su lado derecho, Reever se llevó una mano a su frente, avergonzado, y Umiko Yamana; su nueva compañera, no podía parar de reír. De pronto...
-¡ALERTA DE INTRUSO! ¡ALERTA DE INTRUSO!
...se activó una alarma secreta que se encontraba en la oficina, por lo que los hombres corrieron hacia el escritorio. Después de apretar un botón debajo de la mesa, Komui y Reever vieron en una pantalla holográfica como "alguien", cuyo rostro era protegido por una capucha negra, se encaminaba con facilidad a la entrada de la orden oscura, esquivando cada conjuro protector que tenían dispersos en el bosque.
-Hermano, ¿Sabías que alguien vendría? - interrogó Lenalee, aproximándose a la imagen junto a Umiko.
-Claro que no. - respondió, acomodándose los lentes. - Reever, ya sabes que hacer.
-¡A la orden, jefe! - exclamó, saliendo de la oficina.
PPPPP
-Genial... también cambiaron las palabras para abrir la puerta. - pensó Megumi, habiendo llegado con Timcanpy a la entrada de la orden. - Y no puedo entrar por alguna de las ventanas, porque el maestro Cross las protegió con hechizos especiales.
De repente, sintió una extraña aura asechándola, por lo que saltó hacia atrás, esquivando a tiempo el ataque de un muchacho de largo cabello azul.
-No deberías estar aquí. - habló Yuu Kanda, apareciendo entre la neblina y sosteniendo su resplandeciente espada con su mano derecha. - Si no quieres que te corte a la mitad, lárgate.
Megumi frunció el ceño. Sabía que no sería fácil regresar a la orden oscura. Pero tampoco imaginaba que tendría que vencer a un ladrón para conseguirlo. Decidida, sacó a colmillo sangriento y se le abalanzó. Mientras los filos chocaban, creando chispas brillantes, Kanda permaneció serio, pensando en quién podría ser la persona debajo de la capucha negra. En otras ocasiones, sus palabras habían funcionado con otras personas que, sin querer, terminaron en la orden oscura por mera coincidencia o confusión.
Sin embargo, la persona que lo enfrentaba no tenía ningún tipo de temor. Estaba dispuesta a vencerlo con tal de entrar a la antigua torre... como si supiera exactamente qué tipo de lugar era y lo que hacían. Con esa última idea rondando sus pensamientos, usó su fuerza para arrojarla en frente, logrando que se apartara unos metros de él... y se le cayera la capucha. Quedó impresionado al saber que era una chica. Por las habilidades que tenía con la espada, creyó que se trataba de un muchacho.
-¿Sabes en dónde te encuentras? - interrogó.
Ella no respondió. Apretó la empuñadura y de nuevo se abalanzó hacia él, golpeando la hoja de su espada varias veces. Entonces, cuando las armas quedaron juntas, temblando por la presión que ambos ejercían en ellas, los ojos oscuros del joven voltearon hacia su derecha.
Megumi, extrañada por eso, saltó hacia atrás, separándose de Kanda y girando hacia el bosque. Sus ojos castaños se abrieron de par en par al encontrarse con InuYasha, llevando en sus brazos a una chica que se parecía mucho a Kikyo. Sin embargo, quien le provocó una verdadera impresión fue Allen, ya que, al encontrarse con sus ojos, su corazón palpitó con frenesí.
-Neah... - susurró, antes de caer inconsciente.
El joven de largo cabello azul, al ver aquello, guardó su espada y corrió hacia ella, atrapándola oportunamente en sus brazos.
-¡Kanda! - exclamó Allen, acercándose.
-¿Qué fue lo que le hiciste, Moyashi? - cuestionó Kanda. - Se desmayó después de verte.
-¡Yo no le hice nada, Bakanda! - replicó enojado. - ¡Y mi nombre es Allen!
Unos segundos después, InuYasha llegó con ellos. En cuanto lo vieron, los muchachos detuvieron su discusión, observando detenidamente la manera en la que miraba a la desconocida, al igual que Kagome. Su expresión denotaba una profunda tristeza que se había quedado con él por 50 años y una incredulidad imposible de explicar.
-¿La conoces? - interrogó Kanda de pronto.
El joven de cabello plateado, reaccionando, negó con la cabeza y exclamó:
-¡Enano!
-Soy Allen. - contestó, mirándolo con una vena punzante en su cabeza.
-¡Quién seas! ¡Apúrate y llévala a la enfermería!
Luego de ordenarle eso, se dio media vuelta y caminó con tranquilidad hacia la orden oscura. Su compañero se le quedó viendo con un tic en su ojo derecho. ¡A leguas se notaba que le estaba escondiendo algo! Suspiró. Y cuando se agachó para tomar a la joven en sus brazos...
-Ni siquiera lo pienses... - Kanda lo detuvo, atrayéndola más hacia él. - Si la tocas, podrías pegarle tu maldición o algo peor. - Allen frunció el ceño, antes de recibir de su parte una mochila azul oscuro, una espada y la funda de esta. - Mejor encárgate de sus cosas. - comentó, poniéndose de pie y llevándose a la desconocida en sus brazos.
El chico puso una última mueca antes de obedecerlo y correr a la entrada de la gran torre. En el marco superior, Timcanpy también entró sin ser visto por ellos.
PPPPP
SSSSS
-¿Papá?
Después de escuchar la voz de un niño, Megumi abrió los ojos. Estaba tirada en el suelo, cubierto, en ese momento, por una gruesa capa de nieve. Giró su mirada a su izquierda. A lo lejos, vislumbró a su tío, Mana Walker, acompañado de un chico de cabello castaño. Mientras caminaban por un sendero vacío, sin nadie que los estuviera viendo, el hombre se detuvo repentinamente, arrodillándose frente al chico. La joven no podía moverse.
Únicamente tenía permitido mirarlos, sin tener ningún tipo de interacción. Entonces, sus ojos castaños se abrieron como platos, al reflejar el trozo de inocencia y el cubo negro que Mana sostenía. Frente al niño, fusionó aquellos objetos, creando uno nuevo.
Un cristal de color blanco con la forma de una máscara. Acto seguido, insertó el objeto en el pecho del chico, logrando que abriera desmesuradamente sus ojos y su boca... hasta que cayó desmayado en sus brazos. La mirada de Mana estaba llena de una melancolía que, a lo lejos, no podía comprender del todo.
Mana, ¿Qué has hecho?
SSSSS
Megumi abrió con tranquilidad sus ojos castaños. Sin saber cómo, ahora se encontraba en la enfermería de la orden oscura. Recordaba haber estado luchando fieramente contra uno de los ladrones que ahora habitaban en la antigua torre. Sin embargo, contrario a lo que aparentaba hacer, él no quería lastimarla.
Y su caso era el mismo. Lo único que buscaba, era demostrar que era digna de volver a la organización de los Exorcistas, ya que pensó que se trataba de una prueba, por parte de la "nueva administración". Con lo que no contó en ningún momento, fue con toparse con InuYasha y con un joven que se asemejaba bastante a Neah. Para su gran sorpresa, ese muchacho estaba sentado a su lado derecho, profundamente dormido.
Al darse cuenta, sentía su corazón palpitando por el susto. Tragó saliva. Y, sin mucho esfuerzo, se inclinó hacia adelante, sentándose sobre el colchón. Imaginó que, por querer acostarla en la cama, le quitaron su capa negra y la chaqueta de su uniforme, por lo que, ambas prendas, se encontraban colgadas en un perchero, unos metros frente a ellos.
Volteó la mirada del mueble hacia el muchacho. El parecido que tenía con su padre adoptivo era extraordinario. Pero lo que más le llamó la atención, fue la marca rojiza que tenía en su ojo izquierdo. Tanta fue su curiosidad, que llevó sus dedos a su frente, moviendo sus cabellos blancos para apreciarla mejor. Desafortunadamente, el inesperado contacto terminó despertándolo, congelándola de golpe.
-¡UWAAAAAAHH! - exclamó Allen, inclinándose hacia atrás.
Megumi, reaccionando, lo tomó de las manos y lo jaló hacia ella, evitando que cayera al suelo y, soltando con él, un suspiro de alivio.
-¡Lo lamento! - exclamaron al unísono, quedándose callados unos segundos... antes de comenzar a reír.
-No quise asustarte, ¿Estás bien? - la joven se disculpó con una sonrisa, llevándose uno de sus mechones castaños por detrás de su oreja.
El muchacho asintió. De repente, la cortina que los cubría fue deslizada, llamando su atención. Kanda, con su típica expresión de pocos amigos, los miraba seriamente.
-El jefe quiere verlos en su oficina.
Fin del capítulo.
