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Las opciones están sobre la mesa. El príncipe lo sabe, de la misma manera que es consciente que la vida de la joven que le acompaña esta literalmente en sus manos. Tomo su mano para sacarla del salón principal para protegerla, esas eran las ordenes, pero también su primer instinto cuando los fuertes estruendos de explosiones comenzaron a hacer retumbar las paredes cuando intentaban echar abajo las puertas de aquel recinto.
Hermes no había dudado en seguirle, permitió que tomara su mano y se dejó guiar a través de los túneles hasta salir por uno de los corredores que se adentraban a las entrañas del castillo. No pronunciaron palabra durante el tiempo en la que hicieron el camino hasta sus aposentos privados en una de las alas más alejadas.
En ningún momento encontró duda en los ojos dorados de la joven, le miraba tranquila sin pisca de miedo o aprensión, le estaba demostrando que confiaba en el, en el toque seguro de su mano, en la buena voluntad de protegerla. Su rostro era limpio de sentimientos poco nobles, por el contrario, es tan transparente que comienza a sentir el peso de la culpa sobre sus hombros al no merecer tal confianza.
La princesa no hace preguntas, se sienta en el borde de la enorme cama con el rostro sereno y la mirada en calma. No cuestiona por qué le ha llevado a un lugar tan impropio o cuáles son sus intenciones cuando sirve un par de copa de vino oscuro.
De alguna manera siente una conexión con la joven princesa, posiblemente porque sus historias no son tan distintas. Sus vidas ahora son tranquilas y están rodeados de lujo, pero el pasado no fue para nada amable con ninguno.
A pesar de la ropa cara y las joyas, sin importar la imagen elegante e impoluta, aun puede ver la sencilles y autenticidad de la joven, lo poco que le importa realmente mantener las forma. No es como las damas estiradas que se dejan llevar por el poder, el dinero y las apariencias.
El sigue siendo en el fondo un pirata aun cuando se vista de finas telas. Los halagos por su nueva posición le abruman, no pude tolerar la hipocresía de la gente que le rodea, de todos aquellos que en algún momento le habían mirado con asco ahora buscan sus favores.
La princesa le miraba de la misma manera que aquel día, ya fuera vestido de pirata o de príncipe. Había extendido su mano para saludarle desde el primer momento ofreciendo su ayuda. No hay diferencia desde el primer día a pesar de haber cambiado su posición y ser un legítimo príncipe, le sigue tratando con la misma familiaridad de quienes comparte una historia en común.
-Sera mejor aguardar aquí hasta que todo pase princesa.
-Hermes, -Corrige con una sonrisa- mis amigos me llaman así, o puedes decirme Hermione si lo prefieres, pero creo que entre nosotros no debería haber títulos engorrosos.
-Hermes. -Repitió paladeando el nombre. -¿Me consideras un amigo?
Se encogió de hombros en respuesta, señalando alrededor antes de contestar. -Me están protegiendo aquí, solo un verdadero amigo lo haría.
Pólux sostiene una copa en cada mano, preguntándose sobre si su siguiente movimiento es correcto. Sus ojos grises se vuelcan de nuevo en los dorados con una familiaridad extrañamente sobresaliente. Entonces mientras su mirada descansa en paz sobre Hermes, recuerdo un detalle importante. Ella no es una débil dama, la primera vez que la vio portaba armadura, puede ser que personalmente no la hubiera visto combatir, pero es un secreto a voces que fue entrenada como soldado por el mismo Lord Black y Sir Lupin dos de los mejores guerreros de los 4 reinos.
Hermione no necesitaba ser protegida, pero tomo su mano con confianza y lo siguió. Ella no es del tipo que huye o se acobarda, había demasiada confianza en esa mujer de apariencia débil, lo suficiente para quedarse a luchar de haber querido, en cambio, estaba ahí sentada con tranquilidad sobre su cama como si fuera amigos de toda la vida.
¿Lo estaba probando? Dándole un voto de confianza, sin decirlo en voz alta. Esta es su manera peculiar para decir que le esta confiando su vida aun cuando no tiene ninguna necesidad de hacerlo.
Estira su mano hacia el para pedir una de las copas que aun sostiene en sus manos. Los ojos dorados de la princesa son limpios, seguros y confiados. No pronuncia palabras y le sonríe tan dulcemente que no puede evitar tener una punzada de culpa. Entrega la copa. Sin titubeos la princesa se las lleva a los labios, bebiendo sin apartar la mirada.
La puerta se abre haciendo que se sobresalten y que ambos se pongan de pie de un salto, tomando sus armas. En un abrir y cerrar de ojos la princesa se había levantado el faldón del vestido para sacar una daga de una funda ajustada a su muslo. Pólux se había deleitado por un segundo con la vista de sus piernas largas desnudas.
-¡Lo siento, me disculpo! -La joven pelinegra se inclina. Tiene el rostro pálido y los ojos aguadaos por las lágrimas.
-¿Estas bien? -Pregunta el príncipe acercándose a la dama que parece que apenas puede sostenerse en pie por si misma.
El príncipe sabe quién es la joven, aunque nunca hablo con ella directamente. En varias ocasiones la vio en el castillo. No fue difícil enterarse de que era la hija del Duque Parkinson y amante de su hermano Drake.
Cuando Polux le ayudo a sentarse, Pansy no dudo en entregarle un pequeño frasco con disimulo.
-Esto ayudara a que logres tu encomienda sin esfuerzo. -Había dicho contra su oído mientras era sostenida al fingir debilidad. -Soy tu aliada como mi padre es aliado del tuyo. -Susurro antes de enderezarse un poco.
Después de acomodarla con cuidado la joven les había explicado que se había separado del grupo de personas con las que salió del salón principal para protegerse.
-Fue una suerte encontrar a alguien aquí. Entre en la primera habitación que vi.
No era una mentira muy hábil tomando en cuenta que el ala donde se encontraba era una de las mas alejadas y antes que esa había muchas más habitaciones en las que pudo refugiarse. Si la actitud de la joven era sospechosa ninguno de los dos dijo nada.
-Señorita Parkinson quiere un poco de vino para calmar sus nervios.
-Sí, por favor. -Pólux entrego su propia copa a su invitada inesperada.
A los pocos minutos de beberla comenzó a sentirse sumamente mareada.
-No me siento bien. Todo me da vueltas.
-No se preocupe, descanse. Está en buenas manos. -Fue lo último que escucho Pansy antes de caer inconsciente.
Hermione seguía bebiendo de su vino, sin mucho interés en la joven que quedó inconsciente. Agitando el líquido en la copa no perdió la sonrisa.
-Un somnífero, creí que sería algo un poco más fuerte.
-Si quieres puedes tenerlo. -Contesto Pólux con una sonrisa sínica, agitando el pequeño frasco que lady Pansy le diera minutos antes.
-No gracias, mi medico me ha prohibido tomar afrodisiacos tan tarde en la noche. -Se rio de su propia broma.
-Si lo sabias que haces acá. -Pregunto el príncipe después de reírse, arqueando una ceja con interés.
-Sabes muy bien que hago acá.
-Probarme. -Afirmo convencido. -¿Logre pasarla?
-Con notas sobresalientes. -Alago la princesa, dejando la copa en una mesa se acercó al joven para ofrecer su mano.
-Somos aliados ahora.
-No, somos amigos Pólux. -Corrio.
Se miraron un minuto más a los ojos sin soltar sus manos, pronunciando una promesa de amistad silenciosa.
-Creo que será mejor marcharme.
-No puedes irte sola. -Se apresuro a decir con preocupación el príncipe.
-No estoy sola. -Admitió.
La princesa no dio detalles, pero sabiendo que alguien afuera esperaba por ella se sintió mas tranquilo, Pólux sonrió meneando la cabeza de un lado a otro más divertido que ofendido.
-Me estas utilizando, simplemente soy parte de tus planes.
-Si y no mi estimado Pólux. Quería confirmar que no estaba equivocada al juzgar tu temperamento, además esta es mi única manera de protegerte, así que es mejore que no tengas resentimientos en mi contra después de esto.
Esta vez fue la princesa la que sirvió una copa de vino, en la que puso un par de gotas de una opción antes de ofrecerla a Pólux.
-Es tu elección beberla, recuerda que siempre puedes elegir mi querido amigo.
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La mandíbula del Rey esta tan tensa que parece que va a romperse por la presión que ejerce, aun así, sus facciones endurecidas no muestran más que un rubor molesto en sus mejillas. Toma con fuerza los descansabrazos del tramo que ocupa, tratado apaciguar la rabia.
-¿Quieres explicar que paso? -Pregunta rechinando los dientes.
Se encuentran en el salón del trono. En la reunión privada se encuentran los príncipes a pocos metros del Rey, además del Duque Parkinson y su hija, nadie mas a sido convocado. Lo que tienen que tratar deben hacerlo a puerta cerrada pues nadie debe enterarse de lo que pretendieron hacer.
-Lo único que puedo decir con seguridad es que los Parkinson son responsables. -Dijo el príncipe Polux encogiéndose de hombros con indiferencia, el parecido con el Rey causo escalofríos en la joven que estaba presente.
-¡Mentira! -Rugió el duque Parkinson con vehemencia, haciendo que un sollozo escapara de la garganta de la pelinegra.
El rostro del duque esta pálido, aunque no deja de estar furioso mientras ve delante suyo a su hija siendo juzgada por el propio Rey. Un sudor frio recorre su espalda, la estupidez de Pansy puede costarles caro si no logra contener el daño.
-Entonces explica la razón por la que su hija entro en mis aposentos ofreciendo un frasco con una sustancia desconocida. Sus acciones no hicieron más que la princesa Granger dudara de mis intenciones y saliera corriendo a la primera oportunidad. Debemos agradecerle entonces que nuestros planes fracasaran.
El príncipe Pólux habla con seguridad, los ojos fijos en su padre y la resolución tranquila en su rostro, no deja entrever que todo es una mentira. Aprovecharía al máximo la oportunidad brindada por Hermes, lo que le dio de beber no era tan fuerte como lo que bebió la joven Parkinson, por lo que pudo despertar antes de que llegara su hermano a irrumpir con los guardias su habitación. Ni siquiera le dedica una segunda mirada a la joven que tiene delante. Su porte es altivo, incluso arrogante hacia el duque que esta cada vez mas molesto por sus insinuaciones de traición en contra de su hija.
-¿Porque no fuiste traes ella? -cuestiono el duque.
Esta vez son varios pares de ojos los que hacen un escrutinio profundo al príncipe para valorar su respuesta. Incluso el príncipe Drake que se había mantenido al margen hasta entonces se mostro interesado.
-Teníamos poco tiempo en mis habitaciones, le pedí a la princesa nos quedamos ahí un tiempo en lo que pasaba el peligro, confío en mi lo suficiente para hacerme caso, recién había preparado las bebidas con las que había de proceder como acordamos cuando llego Lady Pansy agitada diciendo que se perdió, me entrego un frasco para agregar al vino, supuestamente ayudaría más que solo dormir a la princesa pero ni siquiera tuve tiempo de usarlo. Me sentí repentinamente afiebrado y mareado. Confíe en sus intenciones cuando insinuó que conocía nuestro plan y que era un aliado. Incluso pensé usar la poción que me ofreció, pero no tuve oportunidad de hacerlo, no recuerdo lo que sucedió después. Aquí está por si quieren confirmar mi versión. -Le tendió el frasco a su padre. No debe ser algo común, será fácil rastrearla.
-¡Juro que no drogue al príncipe! -Grita desesperada cayendo de rodillas, sabia que si no creían en su palabra estaba condenada.
-¿Recuerdas al menos que paso? -Pregunto directamente a la joven que lloraba.
La joven dama se encuentra temblorosa y con el rostro humedecido por las lágrimas, todo el glamor de la noche anterior se apago por completo. El vestido fastuoso no hacia más que acentuar el tormento bajo el que estaba. A toda prisa se había vestido sin ser capaz de recordar absolutamente nada, todo era un borrón sin sentido como si de un momento a otro todo se hubiera abierto un hoyo negro que se la trago por completo.
¿Qué paso? No lo sabía. Fue hasta que el príncipe Drake les despertó abruptamente que tuvo de nuevo conciencia, solo para darse descubrir se encontraba desnuda compartiendo el lecho con el príncipe Pólux. La vergüenza floreció en su rostro al darse cuenta de que había pasado la noche con el joven. Se vistió a toda prisa para seguir las ordenes y presentarse ante el Rey, que seguramente no estará complacido.
No entendía que ocurrió, en qué momento fue ella quien termino drogada, como para terminar intimando con el príncipe incorrecto. Además, lo mas preocupante como iba a justificar que por su intervención parecía que los planes del Rey se vinieron abajo, eso sin mencionar que su reputación estaría por los suelos, pues una cosa era ser amante oficial del príncipe heredero y otra muy distinta ser conocida por intimar con ambos príncipes.
La princesa Hermione seguía sin aparecer. En las habitaciones que se le asignaron seguían sus pertenencias, pero por más que buscaron dentro y fuera del castillo la joven no apareció.
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Sir Theodore solicito al príncipe Drake retirarse a la mansión familiar Nott, después de que fuera controlada la situación al interior del castillo, tenía un fuerte presentimiento de que el ataque no terminaría en el palacio. No sería la primera vez que se atacaba de manera simultánea a familias nobles, tratando de orquestar un golpe para afianzar el poder del Rey Malfoy. Las sospechas eran muchas a sabiendas que la lealtad de los Nott no estaba con Lucius sino con el príncipe heredero.
Seguía intranquilo después de dejar a Luna con su padre y la poca servidumbre de siempre, aunque los ataques se dieron más cerca de palacio, no podía descartar la idea de que pudieran llegar más lejos. Aunque dejo un grupo de guardias no serían suficiente si decidían atacar la mansión una horda de Elfos oscuros.
El príncipe le pidió que no se marchara solo, que al menos le pidiera a Zabini que le acompañara, prefería que fuera de esa manera para prevenir cualquier problema que pudiera presentarse. Si la situación dentro del palacio fuera distinta incluso se hubiera ofrecido el mismo a acompañarle, pero sin duda el momento era demasiado delicado como para abandonar el palacio sin saber cómo terminaría todo para la princesa de Talamh.
Ya estaba amaneciendo cuando cabalgaban por los terrenos aledaños a la propiedad, los bastos terrenos de árboles que colindaban con la mansión se extendían por varias hectáreas. A la distancia pudieron vislumbrar una gruesa columna de humo negro proveniente de la mansión. El mal presentimiento se agudizo en su sistema mientras el vacío en el estomago le hizo estremecerse.
Insto a su caballo a correr mas rápido, Sir Blaise también acelero el trote de su caballo tratando de seguir a su amigo, pero sin duda no es tan buen jinete como Theodore por lo que le saco una buena distancia. Esperaban lo peor cuando a pocos metros de traspasar las guardas de la entrada se encontraros con los cuerpos sin vida de dos de los guardias que siempre custodiaban las puertas.
El interior de la mansión estaba destrozado, los muebles rotos dispersos por todos lados, quemadura en las paredes, cortinas rasgadas, absolutamente todo estaba patas arriba y por ningún lado parecían estar los habitantes de la mansión.
Gritaron sus nombres abriendo una a una las puertas de las habitaciones sin encontrar a nadie. La desesperación que experimento en ese momento nunca la experimento antes. Aun mientras luchaba para defender Glaonna y su vida corría riesgo, jamás se sintió así.
Pasa con desesperación las manos por sus cabellos, frotando su rostro con impotencia como si se estuviera lavando la cara. El hombre moreno a su lado no pronuncia palabra, le gustaría darle palabras de aliento, pero no quería dar a su amigo falsas esperanzas.
Lo único evidente es que, a pesar de los destrozos en el lugar, no hay sangre, ni cuerpos de los habitantes de la mansión o de elfos oscuros. Eso no tranquilizaba por completo el corazón del joven noble, pero al menos no había cuerpos sin vida a su paso.
Cuando terminaron de recorrer cada parte de la mansión sin éxito, salieron a la parte trasera hacia los jardines. Entonces se encontraron con una aterradora escena mas propia de sus mas terribles pesadillas. Varios cuerpos de elfos estaban esparcidos por el césped, su sangre tintando de rojo el verde, como si sus entrañas hubieran explotado, agujeros del tamaño de un puño les atravesaba por todas partes, miembros mutilados regados por todo el sitio, una bestia alada con forma de un caballo estaba completamente decapitada.
Un árbol ardía en altas llamas de ahí era la columna de humo que alcanzaron a ver desde lejos. Probablemente fuego demoniaco lo habia encendido pues las llamas tenían un color violeta antinatural.
-¿Dónde están? -Pregunto en voz alta Theodore, imaginando lo peor.
Aunque no esperaba una respuesta, su voz fue escuchada. Lo que parecía una pared alta de enredaderas cerca a uno de los muros externos se abrió para dejar a la vista el enorme cuerpo del archiduque Nott, quien mantenía se espada firmemente sujeta en su mano diestra. De ella escurría espesas gotas de sangre oscura.
Por un momento Theodore pensó que sufría de alucinaciones, su padre volvía a ser aquel alto y gallardo soldado, como si hubiera rejuvenecido varios años y nunca hubiera estado enfermo. Era el mismo hombre de sus recuerdos que llegaban a casa con el uniforme manchado de sangre y la mirada feroz de un guerrero que a cumplido con su deber y que solo se endulzaba cuando veía a su esposa. Eso no era todo, la joven Luna estaba a su lado con un vestido verde claro completamente sucio y manchado de sangre, sus largos cabellos rubios despeinados con hojas adheridas aquí y allá, dándole una apariencia salvaje, su rostro siempre tranquilo se mostraba en esta ocasión determinado, el brillo de sus ojos azules es impresionante, marcas rojas en el lado derecho de su cara y en el cuello, hacen parecer que alguien intento sujetarla. Estaba seguro de que el pobre bastardo que se atrevió a tocarla estaba muerto a esas alturas y su padre se habría ocupado personalmente de que no fuera algo rápido.
Theo no pudo contenerse, movido por la inercia se había plantado frente a la joven maga, consternado por su apariencia. Preocupado de que tuviera alguna herida que no pudiera ver a simple vista. Tomándola por los brazos la reviso con la mirada, la sangre que salpicaba su rostro y parte de su larga cabellera rubia.
-No es mía. -Dijo Luna a prisa cuando vio su rostro consternado. -Me refiero a la sangre. -Agrego cuando la confusión volvió a ser presente en sus facciones.
Le concedió el tiempo para que sus palabras llegaran a sus oídos antes siquiera de intentar soltarse del agarre fuerte de sus enormes manos. Era tan poco común ver a Nott fuera de su elemento que incluso Luna pensó que era gracioso.
Cuando por fin la solo aun podía sentir el temblor en sus fuertes manos. Luna se giró hacia el muro de enredaderas, sin alejarse demasiado de Theodoro que seguía mirándola con intensidad. Levantando sus manos comenzaron a moverse, desenredándose las ramas poco a poco hasta dejar a la vista a todos los habitantes del castillo. Lord Nott y Luna se encargaron de proteger a todos, las únicas perdidas del castillo fueron los soldados de la entrada, que se sacrificaron para darle un precioso tiempo para resguardarse del ataque. Los demás fueron escondidos por la magia de la joven maga, tras un muro falso de plantas, mientras luchaba codo a codo con el padre del Theodore y un grupo reducido de 3 guardias, hasta aniquilar a los elfos oscuros que les habían atacado en primer lugar. Temiendo que pudieran llegar más, se habían oculto junto con el resto de las personas hasta que llegara la ayuda.
-Ya es seguro salir. -pidió con voz suave, tratando de tranquilizar a los sirvientes que no dejaban de temblar.
Theodore Nott no sabía que pensar. Una cosa es que su padre que fue entrenado para ser un soldado desde joven hubiera hecho frente al ataque y otra distinta que alguien con la apariencia de la rubia fuera capaz de algo como eso. Dando un ligero vistazo a su alrededor podía darse cuenta la participación de la maga en aquel evento, tenia la habilidad de manipular las plantas a tal punto que había aniquilado a buena parte de sus enemigos a base de estrangulamiento o atravesando sus corazones con ramas gruesas.
No tenia palabras que pudieran describir como se sentía. Resulta ser que Lady Luna termino defendiendo su hogar en lugar de ser protegida. Desanudo su capa con una sonrisa bailando en sus labios, para ponerla sobre los delgados hombros de la joven maga. Suspiro profundamente cuando la pesada mirada de su padre se posó sobre él, sabiendo bien que significaba.
-¿Lady luna que piensa del matrimonio? -Pregunto vencido.
Pensaba que quizás es demasiado prematuro y apresurado, pero para ser sinceros dudaba encontrar una mujer además de Hermione que le impresionara tanto como para ganarse su completo respeto. Ya de debía demasiado a Luna y el siempre pagaba sus deudas.
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La princesa Granger apareció después de medio día, escoltada por dos de sus guardias personales y para sorpresa de todos, el gran mago Albus Dumbledore también le acompañaba. El rostro indescifrable de anciano se mantenía sonriente a pesar de la cara de disgusto del Rey.
A esas horas Lady Pansy ya no estaba presente, por consideración al duque se realizaría una investigación mas profunda, de momento seria confinada a sus habitaciones, teniendo terminantemente prohibido salir sin autorización.
Draco a penas pudo contenerse de sonreír ante el ímpetu de la joven, esta vez no estaba ante ellos la princesa heredera de Talamh y futura reina, se presentaba esta vez ante ellos como Hermes la guerrera. Lo único que quedaba intacto del hermoso vestido que usara la noche anterior es la parte superior, el faldón había sido rasgado, dos largos corte hechos a los costados desde sus muslos hasta el piso, dejando a la vista un pantalón con los mismos colores de su atuendo anterior.
Tenía una apariencia rebelde con sus ojos dorados brillantes y el largo cabello alborotado dándole una apariencia leonina.
-Me disculpo su alteza. Tuve que retirarme apresuradamente el reino de mi padre fue atacado, no me quedo mas remedio que adelantar mi regreso. El mago Dumbledore fue muy amable en ayudarme con un portal a casa.
-Comprendo ¿Su familia está bien? -El rostro de Lucius no transmitía emoción alguna bajo el escrutinio de los presentes.
Drake no podía apartar la mirada de la princesa, por lo que no noto que a su vez Pólux le observa con interés.
-Todos bien, a pesar de que el ataque fue bien orquestado por los elfos oscuros, se pudo proteger el palacio. Aunque lamentablemente hubo algunas perdidas, mi padre y sus hombres lograron controlar el ataque y hacer que se retiraran.
-Me alegra escucharlo.
-Mucho me temo su alteza que esto solo es el comienzo, hemos podido confirmar que no fueron solo los reinos de Glaonna y Talamh los atacados. Recibí noticias de mi primo el príncipe Niel, Scamail fue atacado, pero siguen en pie. Lo mismo ocurrió en Uisce.
-Esas son grandes noticias. Mucho lamento que la guerra que queríamos ignorar ya no podrá evitarse.
-Es así su majestad. Así que solo he regresado a agradecer sus atenciones. Tengo que volver Talamh para preparar a mi gente.
-Muy bien princesa. -Contesto son una sonrisa el Rey. -Creo que este lamentable suceso provocara que la selección de su consorte sea antes de tiempo, espero que considere al príncipe Pólux para tal honor estoy seguro de que sería beneficioso para ambos reinos.
-Me halaga mucho su consideración. El príncipe es un gran hombre, sin embargo, aun es pronto para tomar una decisión al respecto. Comprenderás que justo ahora mis prioridades están encaminadas en bien de mi pueblo.
-Que mejor regalo puede hacerles que darles un consorte digno que pueda apoyarle en estos difíciles momentos.
-Sera pronto Rey Lucius, pero hoy no.
-Está bien, no insistiré más. Se que eres inteligente como para saber lo bueno que fuera una alianza entre dos poderosos reinos, mas ahora con la amenaza de una nueva guerra.
-Lo tomare en cuenta su majestad, por ahora me retiro.
Hermione dedico una última mirada al príncipe pensando profundamente en las palabras del Rey Lucius. Su corazón no estaba muy lejos de elegir un Malfoy, aunque no era precisamente el príncipe Pólux.
Con cierto dolor piensa que era demasiado muy triste tener que guardar sus sentimientos a sabiendas que no debía dejarlos florecer. Sus deberes y los del príncipe les alejaban, no estaba en su destino ser felices juntos.
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