Las lágrimas que ruedan por sus mejillas son amargas. La confusión sigue presente, pero sobre todo hay vergüenza. No puede olvidar el asco en la mirada gris de Drake, la expresión hastiada de su rostro siempre frio e indiferente. Cubrió la desnudez de su cuerpo lo más rápido que pudo, a pesar de todo su torso fue expuesto al natural no solo para los príncipes hermanos, sino para dos de sus guardias mas cercanos. Nunca la había mirado de esa manera, haciéndola sentir tan insignificante y pequeña, tan poco deseada, tan absolutamente perdida.
Le ardía la cara por una mezcla de odio y vergüenza, todavía podía oler incluso su propio miedo en la transpiración de su cuerpo cuando estuvo frente al Rey Malfoy, siendo juzgada como si no fuera mas que una cría imbécil que había echado todo a perder por una estúpida rabieta.
Su padre incluso se atrevió a abofetearla, el mismo que siempre la trato como una reina sin importar sus arranques caprichoso, quien le complacía incluso el más ínfimo deseo mientras crecía, tratando de compensar el desinterés de su madre, se atrevió a levantar la mano en su contra. Con el rostro pálido y las fracciones ateridas por la furia le dedico una mirada que nunca en el pasado le había dedicado, haciéndola temblar por el miedo. Escupiéndole palabras a la cara, expresando su completa decepción por haber criado a una criatura tan pusilánime y estúpida como para atreverse a cavar su tumba con sus propias manos, manchando de paso su apellido.
-Pudieron rodar nuestras cabezas. -Los ojos azules del Duque Parkinson están helados, sus facciones siempre elegantes y atractivas estaban completamente afectadas. -Ten cuidado Pansy, esta es la ultima vez que me humillo para salvarte. Si sabes lo que te conviene no saldrás de esta habitación, ni harás nada estúpido para volver a marcar una diana sobre nuestro apellido.
Después de gritar su advertencia salió dando un portazo. No pudo ver como la joven pelinegra se derrumbó en el suelo sin fuerzas, hecha un mar de lágrimas.
Pansy no entendía que paso, quizás lo único que tenia claro es que hacia completamente responsable a la princesa Granger, en sus enloquecidos y caóticos pensamientos todo fue causado por sus artimañas. -Sí, así debía ser, -Repetía una y otra vez. La maldita princesa tuvo que haber drogado al príncipe Pólux y a ella para aprovecharse de la situación.
Estaba convencida que no se dejaría tentar por el segundo príncipe, seguramente estaba tratando de quitarla del camino para quedarse con el príncipe Drake.
Como una fiera enjaulada caminaba de un lado a otro, tirando de sus largos cabellos con desesperación. Su rostro siempre hermoso estaba hinchado por el llanto, pero también por la bofetada. Las lagrimas no paraban de escapar de sus ojos azules. En ese estado de rabia se rompió el vestido que utilizo la noche anterior y que ni siquiera tuvo tiempo de cambiarse antes de ser presentada frente al rey.
Repetidamente una sensación de ahogo la abrumo. Trato de zafar los lacillos que ajustaban el vestido desde la espalda, pero no pudo lograrlo fácilmente. En su desesperación cogió unas tijeras de uno de los cajones de su tocador para cortar la tela, en poco tiempo hizo tiras la hermosa y costosa tela del vestido, incluso cortando el corsé que se ceñía a su cuerpo como una jaula.
Quien la viera en ese momento pensaría que la señorita Parkinson enloqueció su rostro húmedo y distorsionado por la furia y el odio se crispaba en una fea mueca que le restaba hermosura a sus facciones.
Duro varias horas, sentada en el piso frio de piedra, hasta que fue consciente de su estado. Asqueada con su propio aspecto se obligo a levantarse para tomar un baño. No debía permitir que nadie la viera de esa manera, por eso ni siquiera le hablo a las doncellas para que calentaran el agua y prepararan la tina de baño con sales aromáticas.
Se castigo a sí misma metiéndose en la fría agua, lavando con excesiva fuerza su piel blanca, como si con ello pudiera borrar el recuerdo de lo ocurrido. Conocía demasiado bien al príncipe Drake para saber que a partir de ese momento la repudiaría y no le permitiría entrar de nuevo a su cama.
Nuevas lagrimas brotaron de sus ojos ya enrojecidos he hinchados. El simple pensamiento de perder a Drake le hacia sentir asfixiada por el dolor. Llevaba toda una vida anhelando estar a su lado, de alguna manera en esos años había logrado un gran avance como para perder todo en una sola noche que ni siquiera era capaz de recordar, eso sin mencionar que si llegaba a saberse que paso con el príncipe Pólux su reputación estaría acabada.
Entre mas corre el tiempo, encerrada en esas cuatro paredes comienza a perder la cordura. Muerde con fuerza sus labios y tira de sus largos cabellos negros permitiendo que la rabia y el odio se adueñen de cada centímetro de su cuerpo. No es hasta que el sabor metálico de su propia sangre inunda su boca que se percata que se a mordido con demasiada fuerza.
Trata de calmarse, no es momento para dejarse llevar, por lo que sale al balcón para tomar un poco de aire fresco. Es cuando los ve. El piso bajo sus pies parece moverse, la fuerza en sus piernas falla por lo que debe sostenerse con fuerza para no terminar en el piso.
La torre en la que se encuentra es una de las mas alejadas del castillo. Ni siquiera la han dejado volver a la mansión de su familia a sido enclaustrada en un ala de las mas alejadas de los Malfoy como si fuera una prisionera cualquiera. Quizás tendria que agradecer a su padre no haber terminado en una fría celda de los sótanos, pero eso no hace nada por mejorar su humor, como tampoco ser testigo de que su mas terrible pesadilla se vuelve realidad.
Parecen un par de amantes aun a la distancia, sosteniendo sus manos como su sostuvieran la vida del otro, se miran intenso, sin muchas palabras de por medio y a pesar de todo puede sentir el gran cambio que obra en el príncipe heredero.
Sin tan solo la mirara de la misma manera en que la mira. Sí sus manos se unieran a las suyas de la misma forma. Incluso si todo su cuerpo pareciera necesitado de su toque cuando deposita un cándido beso en el dorso de sus manos. La manera en la que retrasa el momento de alejarse, como acomoda un mechón rebelde de cabellos tras su oído.
Toda esperanza se evapora con esa terrible visión ante sus ojos. Con la certeza de que esa maldita mujer lo ha terminado de engatusar de alguna mala manera, de otro modo el Drake no se comportaría de esa manera casi sumisa a su alrededor. Parece un cordero en ese instante cuando siempre a sido una feroz e implacable bestia.
Quiere correr hasta ese lugar para separarles, para hacer entrar en razón al príncipe que ama. Es cuando lo ve inclinarse lentamente que quiere gritar para evitar que sus labios de junten en un beso que no le pertenece a la insulsa princesa.
Corre a la puerta desesperada, con el corazón latiendo tan fuerte que amenaza con romperle las costillas, pero por mas que intenta abrirla no lo logra. A sido cerrada con llave para evitar que salga. Su padre no se a tomado a la ligera el encierro, hay demasiadas cosas de por medio para dejar que su caprichosa hija termine de anudar la soga alrededor de su cuello.
Golpe con el puño una y otra vez la madera solida de la puerta, hasta que el dolor es tanto que no puede seguir haciéndolo. Grita con fuerza hasta desgarrarse las cuerdas vocales, pero nadie acude a su llamado.
Enloquecida regresa al balcón solo para descubrir que ya no están, se han marchado juntos. La idea la atormenta, no puede permitir que le arrebaten a su príncipe.
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Su incomodidad creció bajo la sonrisa enigmática del anciano, parecía mirarle como si pudiera desentrañar sus mas profundos y oscuros secretos, sin embargo, contrario a lo que pensaba les concedió un momento a solas sin hacer ninguna pregunta. Simplemente se había despedido de manera cortes inclinándose ligeramente mientras decía que esperaría cerca del portal que los trajo en primer lugar hasta Glaonna apenas unas horas atrás.
Las mejillas de la princesa tenían un bonito color rosa, tan decidida como siempre a pesar de su repentina timidez le sostiene la mirada igual que siempre, sin dejarse amedrentar por su altura o la posición que ocupa. Recientemente el príncipe se da cuenta que es precisamente su manera de tratarle una de las razones por los que llamo su atención. A la princesa realmente no le importan los títulos, el poder y la grandeza, ser digno a sus ojos tiene que ver con un sentido distinto. Ganar su favor o respeto debe ser bien adquirido.
Valora lo que en un principio le molesto. Ante sus ojos es un hombre antes que un príncipe, un guerrero antes que un futuro Rey, un mortal interfecto, lleno de vicisitudes, pero al fin y al cabo tan humano como para ser visto como realmente es, sin un titulo sobre sus hombros.
Siempre que estaba con ella parecía que su cuerpo se revelaba a sus órdenes. Resultaba tan natural dentro de su ser querer tocarla, que inevitablemente no se conformo con tomar sus manos entre las suyas, había estirado su mano para acariciar el costado de su rostro. Un suspiro escapo entre sus labios rosas cuando el tacto cálido del príncipe rozo suavemente la mejilla, la satisfacción que experimento Draco por ese simple hecho le hizo sentir demasiado como para ser algo tan pequeño.
Le avergonzaba admitir que era la primera vez que sentía tales cosas y al mismo tiempo se encontraba tan sorprendido que no sabia como debía reaccionar, aunque quizás el punto principal es que no podía seguirse engañando por mas tiempo. Quería a la princesa lo suficiente para plantearse con seriedad abandonar sus planes, renunciar a su propio trono para seguirla. La pregunta a esas alturas es quizás lo que tiene atenazado su interior con miedo y duda ¿Hermione le correspondería? ¿La princesa le aceptaría? Quizás no se conocen lo suficiente o tal vez es que se conocen demasiado.
El sin fin de cartas que intercambiaron en los últimos años, pudieron ir dilucidando la verdadera imagen de ambos. En cada línea tenían la libertar de permitirse ser y desear, compartiendo sueños tintados de promesas.
Ya no quedaba nada de la jovencita que considero infantil, la princesa mestiza de dos reinos, la joven recién aparecida que sería devorada a la primera oportunidad por considerarla débil. aunque a decir verdad nunca fue de esa manera, esa era la imagen que se había hecho de ella antes de tener la oportunidad de conocerle.
No fue hasta que tuvo las agallas para enfrentarlo y darle una oportunidad que posiblemente no merecía que comenzó a forjar una apariencia distinta. No solo rescato a sus preciosas aves, se aseguro de proporcionarles un lugar seguro, cuido de ellas como si fueran de su propia sangre y nunca pidió nada a cambio. Sencilla y noble, valiente y temperamental como una tormenta, decidida y mortal e infinitamente hermosa bajo sus ojos.
Le gustaría decir todo lo que piensa en voz alta, verbalizar el deseo abrumador de permanecer a su lado. Tiene que amordazar con fuerzas sus impulsos para no cometer la estupidez de secuestrarla y mantenerla encerrada en su habitación para que nadie se acerque a su preciosa princesa. Todavía recuerda el impulso asesino que se apodero de su interior, los malditos celos haciéndole perder la cordura mientras caminaba a los aposentos de su hermano. La princesa le prometió que estaría segura, no había nada que temer, que tenían todo meticulosamente planeado para no correr riesgos al estar sola con Pólux, sin embargo, su confianza ciega en los demás no le mantenía tranquilo.
Sin importar que Pólux fuera su medio hermano y llevara su sangre, a penas lo conocía. No sabia absolutamente nada de su pasado, como tampoco de las intenciones que tenia ahora que había regresado al reino de Glaonna, poco importaba que la princesa Granger le hubiera asegurado que es alguien confiable, no estaba del todo convencido, aunque parecía que la joven sabia mucho mas de lo que decía, su actitud le daba a entender que no les estaba contando los detalles de sus hallazgos en cuanto a Pólux.
Por esa razón, cuando se encaminaba a las habitaciones de su hermano, no pudo evitar imaginar lo peor. Las emociones que le invadieron le hicieron ver todo rojo, entre una rabia implacable y los manditos celos de solo imaginar que su hermano pudiera poner sus manos sobre la princesa Hermione.
Entro de manera abrupta a la habitación, ni siquiera noto que dos de sus guardias le seguían y que estos habían entrado junto con el. Lo primero que vio fue a Pólux tendido boca arriba, aparentemente dormido y desnudo, cubierto a penas por la orilla de una delgada sabana que apenas cubría su hombría, recostada a su lado estaba una mujer.
Lo que duro un latido de corazón creyó que podía ser su princesa, pero en un parpadeo vio la larga melena negra, el cuerpo desnudo que bien conocía no era otro que el de Pansy. Aun entonces no era capaz de apaciguar por completo sus emociones, quiso suspirar de alivio, pero se contuvo para no mostrar mas de lo que debía. Apretando sus dientes golpea con la empuñadura de su espada el dosel de madera para despertarlos.
Parkinson se enderezo sobresaltada dejando que la sabana que cubría sus pechos resbalara hasta su cintura dejándolos al descubierto. Salió rápidamente del lugar, porque no sabia como mantener su fachada por mas tiempo, la mirada gris de su hermano sobre el parecía evaluarlo.
Tardo un poco de tiempo calmarse por completo, exhalando la amargura que trepo desde su estomago hasta su garganta con un sabor a bilis. Mantenerse estoico ante el interrogatorio al que los Parkinson fueron sometidos ayudo a aligerar al menos la carga mental que lo estaba sacando rápidamente de sus casillas.
Nunca, ni cuando era un adolescente hormonal estuvo tan nervioso ante la presencia de una dama. Sus ojos no podían apartarse de la princesa mientras se excusaba por la pronta partida a su reino durante los eventos sorpresivos de la noche. Lo único de lo que podía jactarse a esas alturas es que logro mantener la compostura hasta el final, dándole un poco de ventaja antes de seguirla.
El alivio al verla se extendió por su piel en cuanto entro al recinto de su padre. Su andar sigue siendo majestuoso como la noche anterior, seguro y decidido, sumando además la interesante mirada dorada desafiante. Su vestido roto lejos de mostrarla desalineada solo lograba acentuar la ferocidad de su persona. El cabello castaño siempre salvaje enmarcaba sus facciones fascinantes, mientras acaricia con deleite la suave piel de su rostro.
-Estuve preocupado por ti. -Admite cuando el silencio se vuelve largo. Acomoda un mechón de cabellos tras su oído.
-No tenías que estarlo. Te prometí que tendría cuidado.
-Lo se. -Contesto con simpleza sonriendo de lado con orgullo.
No pudo evitar inclinarse para besarla. Poco importaba que no fuera el lugar o el momento. desde la primera vez que beso sus labios se declaraba completamente adicto a ellos. Le resulta imperdonable resistirse a probarlos, un completo sacrilegio privarse del deleite de beber de su tentadora boca.
Se inclina posando los labios sobre los suyos, tragándose un gemido de placer. Se separan cuando el aliento les falla y la razón vuelve a sus cabezas para recordarles el peligro que corren si son descubiertos. Tomaron la precaución de alejarse lo mas posible, pero eso no garantizaba que alguien pudiera verlos e ir a contar al Rey lo que pasaba.
La princesa mantenía los ojos cerrados, abrumada por la enorme presencia de Draco. Asustada y agitada por lo mucho que le movía sus besos, deseando que se prolongara mas el momento para disfrutar de su cercanía y al mismo tiempo, molesta de saber que no tiene el derecho de permitirse tales libertades.
-Tengo que irme. -Suelta tan bajo que no sabe si le dice al príncipe o a ella misma.
-No elijas a nadie. -Suelta Draco con voz demandante haciendo que Hermione abra los ojos con sorpresa.
"Elígeme a mi" -Quiere decirle, pero se muerde la lengua para no suplicar.
-Pronto estaremos en guerra Draco. -Pronuncio el nombre del príncipe con soltura, como si toda la vida le hubiera llamado con esa familiaridad. -Tu padre querrá una alianza antes de mandarte al frente, un matrimonio conveniente puede asegurar la colaboración de los nobles mas prominentes en estos tiempos difíciles. En poco tiempo tendrás que elegir esposa. No puedes pedirme esto sabiendo que tu estas en la misma tesitura.
-¡Pídemelo! -Reto con sus ojos grises sobre los dorados. -Pídeme que no elija a nadie que no seas tu.
-No puedo pedir tal cosa. Con el tiempo me odiarías por arrebatar tu sueño, quizás no hoy, pero lo harás algún día. Amas demasiado tu reino y a tu gente. -la joven sonrió con amargura. -Te respeto por eso príncipe.
La voz de la princesa es suave, incluso suena un poco rota. Esta vez es ella la que estira sus manos para acunar el rostro varonil de Draco.
-Es tiempo de despedirnos, espero que tu elección sea buena y logres toda la felicidad que mereces. Por favor mantente a salvo.
Deposito un ultimo beso antes de soltarlo y retroceder. Ese beso tenia un sabor de despedida.
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Paso una semana del ataque simultaneo en los 4 reinos, los ejércitos de cada uno se estaban reorganizando. Afortunadamente fueron pocas las bajas, debido a que estaban preparados desde hacia tiempo para enfrentar el ataque.
Los elfos oscuros y sus aliados subestimaron a sus oponentes. No contaban con que estarían preparados para hacerles frente y que además serian ellos los mas golpeados por los enfrentamientos.
La princesa Hermione estaba realizando los últimos preparativos antes de un anuncio oficial. En ese momento estaba en uno de los salones del castillo manteniendo una de las conversaciones más difíciles de su vida. Prefería por mucho enfrentarse a los nobles o a las hordas de elfos oscuros que al joven que tenia delante.
Es inevitable temer a esa conversación, pero tenía que ser de esa manera, lo supo desde la primera vez que intento besarla y tuvo que dar un paso atrás para alejarse. Ese día incluso su corazón se rompió un poco porque le quería sinceramente, incluso en ese momento había estado segura de amarlo, sin embargo, ese sentimiento palideció en comparación a lo que sentía por el príncipe heredero de Glaonna. A pesar de todo era consiente que no estaba en su destino estar juntos.
Con eso en mente no podía darle esperanzas ni antes, ni ahora, sin importar lo mucho que deseaba cortar la distancia para estrecharlo en sus brazos y consolarle, por el dolor que ella misma les esta causando.
Podría pronunciar una disculpa, decir lo mucho que lamenta tener que tomar esa decisión. Explicar que siempre tendrá un lugar especial en su corazón, pero no desea avivar la llama que se mantiene fervientemente encendida en el pecho de su amigo.
La amargura esta presente en sus palabras cuando es capaz de despegar sus labios.
-Me hiciste a un lado antes al elegir a mi hermano para ser tu guardia personal, ¿Es William mejor que yo? ¿Confiar más en él? ¿Crees que soy tan incompetente para poner tu seguridad en riesgo?
Las palabras de Ronald Weasley salen de manera atropellada de su boca. El temblor en sus manos en apenas perceptible porque intenta no mostrar lo destrozado que se siente, aunque esta fallando miserablemente.
-Confió en ti. -Asegura sin pensarlo con toda la sinceridad de la que es capaz.
-¿Entonces que es Hermes? -Pregunta girando para verla directamente, permitiendo que la princesa pueda observar con claridad el dolor reflejado en sus facciones. -¿Es porque no soy el elegido?
-¡No es eso! – se apresura a decir haciendo un gran esfuerzo por contener lo mejor posible sus sentimientos, no es momento para mostrar sus debilidades.
-¿Qué es Hermione? Explícame entonces por que no entiendo. Prometimos luchar juntos desde el principio, sin importar las consecuencias, estaríamos uno para el otro. Siempre los 3 como un todo, pero de repente ya no soy necesario, y son solo tu y Harry, mientras yo me quedo atrás en las sombras.
-Sigues siendo parte importante del plan. -El pelirrojo se ríe sin humor por su respuesta, la amargura que experimenta parece asfixiante conforme los minutos transcurren.
-Admite que no soy lo suficientemente bueno para estar a tu lado.
-Eres uno de mis mejores amigos, como si fueras mi hermano.
-Pero no valgo tanto como un Lord, no soy tan valioso, importante o poderoso como Potter, Krum o Longbotton, ni siquiera digno para ser comparado de cerca con el valor de mis hermanos. No soy apto para luchar por un lugar a tu lado, ni siquiera cerca de ser considerado remotamente como tu pareja.
-Sabes que no es tan simple.
-¿Qué tiene de complicado Hermione? Porque no mejor eres sincera, al menos merezco que lo seas. Por una vez en tu vida deja las intrigas, tus complicadas palabrerías y se al menos directa. Dolería menos que admitieras en mi cara que he sido echado a un lado por no tener la fortuna de nacer en una cuna de oro, no tengo el poder, el titulo o el dinero para ser suficiente, poco importa que te ame. He sido descartado por no ser un heredero único como Harry, Víctor o Neville. Soy un pobre soldado sin riquezas y con un pobre titulo nobiliario.
-¡Basta! Cuida tus palabras Ron, me estas insultando.
-Porque te ofender la verdad, no eres distintas de las damas que antes aborrecías. Te estarás vendiendo al mejor postor, todo con tal de llegar a ser Reina.
La princesa furiosa por sus insultos. Abofeteo con fuerza la mejilla del hombre.
-Si en verdad crees cada palabra que estas escupiendo sobre mí, es porque no me conoces en absoluto.
La fuerza del golpe le hizo girar el rostro y retroceder un paso.
-¿Crees que quiero esto? Sabes que nunca estuvo en mis planes convertirme en princesa, mucho menos ser considerada para futura reina o incluso casarme. Pero si tengo que hacerlo lo voy a hacer porque hay demasiadas vidas en juego. Lamento que las cosas sean de esta manera, que no entiendas la dimensión de las cosas, pero no voy a disculparme por tomar una decisión para proteger a los míos, incluso a ti, aunque no lo quieras.
-No necesito ser salvado su majestad. -Le pidió de manera fría, furioso por el golpe y herido en su orgullo por el rechazo.
La manera en la que pronuncio la palabra le dolió, fue tanto como si le hubiera golpeado la boca del estómago dificultándole respirar.
Hermione no contesto de inmediato, tuvo que girarse para reagrupas sus pensamientos. Las palabras del pelirrojo le calaron hondamente.
-La elección que tome no es por codicia, esta por encima de mis propios deseos por que estoy pensando lo mejor para mi pueblo, poco importan mis sentimientos o deseos, siempre y cuando pueda garantizar el bienestar y seguridad de las personas que quiero. Lo elijo a el porque se que, a pesar de enlazar nuestras vidas en un contrato de concubinato, no lo heriré de ninguna forma por que no me quiere de esa manera.
-Estas diciendo entonces que eliges a otro hombre porque yo te amo ¿Qué hay de malo con amarte Hermione?
-Que no puedo amarte de vuelta.
-No me importa que no me ames, mi amor es suficiente para ambos.
-Pero para mi no es así Ron, no puedo hacerte eso.
-Dame la oportunidad, si tan solo me permitieras acercarme estoy seguro de que cambiarias de parecer.
-No voy a cambiar de parecer, te quiero, pero no te amo de esa manera.
-¿Cómo sabes que no puedes llegar a amarme?
-Lo se por que mi corazón ya le pertenece a otra persona.
Weasley palideció al instante, sus ojos se abrieron con sorpresa ante tal declaración.
-¿Quién es? -Pregunta con la voz temblorosa, cuando pudo deshacer el nudo en la garganta que no le permitía hablar.
-No importa quien sea. -Su mirada dorada se torno triste.
Fue verla para darse cuenta de que no mentía. El dolor en su pecho se agudizo tanto que tuvo que sujetarse del respaldo de uno de los sillones para mantenerse en pie. Hermes, su amada princesa estaba enamorada de otro hombre.
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