Kuvira ha entrenado bastante, tratando de ser la mejor, probar que es la mejor y sobre todo.
Probarle a Suyin lo buena que era.
No sólo para ser parte de la policía de Zaofu sino también parte de su vida. Que todo lo que la matriarca había echo a lo largo de los años habían dado fruto.
—¿estás lista?— pregunto Suyin, entrando a la habitación donde estaban todos los nuevos reclutas, todos y cada uno de ellos le hicieron reverencia —estoy orgullosa de todos ustedes— miró a Kuvira
—Gracias por venir— Kuvira hizo reverencia
—No me lo perdería— Suyin miro a Kuvira en el uniforme —Quisiera hablar contigo en privado— pidió
Kuvira siguió a Su hasta una oficina, donde solo estaban unos archiveros y un escritorio de metal
—Sabes que hoy serás parte de la cadena de policía— comenzó Su —por lo tanto debes proteger y servir a los habitantes de esta ciudad TU ciudad. Espero grandes cosas de ti— Kuvira sabía que tendria un sermón masivo —y quisiera...—
—Su...— Kuvira la interrumpió, Suyin miro a la joven maestra
Esta la tomo desprevenida enrrollado su cintura con un cable pero sin precisar con mucha fuerza. Estaba sorprendida, hasta que Kuvira de acercó y la besó.
Al principio estuvo en un estado de shock, luego correspondió al beso lentamente. No supo cuanto tiempo pasó así, hasta que Kuvira se apartó.
O hace cuanto tiempo no se sentía así.
—Se qué esperas grandes cosas de mí, prometo no decepcionarte— Kuvira la miró a los ojos y tomo su mentón —pero también espero que no me juzgues si hago algo malo pero sea por una buena razón—
Suyin asintió —¿me vas a soltar?— pregunto, Kuvira sonrió
—¿Debería?— ladeó la cabeza aún con u sonrisa
—Deberías. Si— Suyin frunció el ceño y luego Kuvira la soltó
Pero antes de salir Su tomo la muñeca de la joven
—Sobre el beso...— Su nuevamente fue interrumpida, por otro beso
—Me gustas, más de lo que te puedas imaginar—
—¿es eso una confesión?— Suyin levantó una ceja
—¿necesitaré un abogado?— Kuvira le siguió el juego
—Que esto no salga de nosotras— ordenó la matriarca —oh, y todo lo que digas puede y será usado en tu contra— la apunto con un dedo
—¿bajo que cargos?— pregunto Kuvira tomando a Su por la cintura
—Tu eres la policía— beso su labios y se apartó abriendo la puerta —descubrelo— salió
Dejo a Kuvira con una enorme sonrisa de Idiota y un corazón palpitante, lleno de amor.
Sin duda está fue la confesión más difícil y aún así la más agradable de haya dicho.
