Y vengo de regreso con otro fanfic de MLP.

De antemano les agradezco mucho por haber entrado a leer, pero no los distraigo más. Abajo les dejaré unos cuantos avisos, por mientras que disfruten la lectura.


1. Hace 20 años…

Recuerdo mucho de ese día, estaba muy cerca para poder verlo, y casi me quedo ciega. Era un día normal, eso lo tengo presente, hasta que una pequeña pegaso pensó que sería buena idea rebasar sus límites, y todo culminó con una explosión con los colores del arcoíris surcando los cielos.

Después de eso, también recuerdo los periódicos y revistas pidiendo hablar con el director de la escuela de vuelo. Fue como una bola de nieve que rodaba cuesta abajo, y cada día rodaba con más peso, con más velocidad; y hoy han pasado ya 20 años.

Quisiera decir que las cosas se detuvieron ahí, pero eso no sucedió.

Laysip tocó la puerta, sentía una terrible ansiedad subiendo por su estómago, la cual aumentó cuando una yegua de desgastada crin multicolor le abrió la puerta.

—¿Page? —preguntó ella, su voz era ronca y baja.

—Sí —contestó la yegua de crin amarilla.

—¿Laysip Page?

Ella asintió y entonces Rainbow Dash la dejó entrar, Laysip sintió un ligero, aunque penetrante, aroma a orines proveniente del baño, el cual Dash se apresuró en cerrar para que ella no notara la suciedad, luego la invitó a sentarse en el único sofá que había en la casa, mientras ella tomó asiento en una silla.

—Gracias por concederme una entrevista, señorita…

—Sólo dime Dash.

—Claro, claro, lo siento.

Laysip se tomó un momento para mirar el pequeño departamento de Rainbow Dash, en las paredes no había mucho, salvo algunos retratos familiares y unas medallas que supuso eran de su papá. En la pequeña mesa había un vaso con agua y un cuchillo con manchas viejas de óxido. Al parecer fue bastante obvia su observación.

—¿Qué esperas encontrar? ¿Mis trofeos? Los pocos que gané los quemé hace mucho tiempo, deja de mirar por todos lados.

—¿Por qué los quemaste? —preguntó Laysip con desdén.

Dash alzó una ceja con algo de molestia por recibir esa primera pregunta. De todos modos, no rechazó contestarle. Aunque esto le sirvió a la reportera para aclarar un poco su mente.

—Me dijiste que eras una periodista novata, pero no pensé que tanto así —ella suspiró al mirar al suelo con un poco de pena—. Digamos que eran malos recuerdos, cosas que sucedieron antes de que lo arruinara todo, antes de convertirme en la niña que mató a 17 ponys con una explosión mientras volaba.

—Eh, leí reportes donde aseguran que fueron 20… ¿eso es verdad?

La mirada de Rainbow Dash se quedó en algún rincón del suelo, Laysip no se molestó en llamar su atención, pues de antemano sabía que ella no estaba muy bien mentalmente. Sus ojos, de un apagado color violeta voltean a mirarla de nuevo, se notaban vidriosos, rojos, hinchados, como si hubiera estado llorando antes de que llegara.

—Ya pasó mucho tiempo, no lo sé —contestó en voz baja—, por alguna razón pensé que eran 17… fue lo primero que escuché cuando me tenían en esa jaula, ¿sabes? A veces vienen ponys como tú, dicen que eran 20, otros que fueron 50… pero siento que 17 eran el número correcto, como si fuera perfecto.

—¿Perfecto?

—¡Sí, perfecto! No es un número bajo, pero tampoco exagerado porque… vamos, ¿una potranca podría matar a 50 ponys sólo con romper los límites de velocidad? Yo creo que no… sé que no. No maté a tantos.

La reportera no supo cómo responder a eso, y mirando su cuaderno con las demás preguntas anotadas, cayó en cuenta de que lo sucedido con Rainbow Dash no fue lo mejor a escoger como uno de los temas para el aniversario del incidente; pero ya estaba ahí y no desistiría en saciar su curiosidad.

—¿Qué fue lo que pensaste después de eso? —preguntó Laysip, terminando con el incómodo silencio que atravesaba la sala. Dash se encogió de hombros.

—¿Qué puede pensar una niña de 10 años cuando ocurre algo así? Estaba triste, asustada, quise meter mi cabeza en el fondo de un barril y gritar hasta que se me cansara la garganta, quise llorar hasta quedarme seca.

Una vez más el silencio, pero esta vez Laysip aprovechó para escribir la respuesta de Dash mientras ella seguía pensando en cómo seguir con su relato, lo cual hizo cuando dejó salir un largo suspiro.

—No importa cuánto lloré, cuánto lloraron mis padres… nuestras lágrimas no revivirían al bebé que cayó por las orillas de la plaza de Cloudsdale con la onda expansiva. Tampoco a los demás. No, eso no sucedería.

A pesar de lo desgarradoras que sonaban sus palabras, ella no se inmutaba, y Laysip no supo si era porque ya se había resignado luego de tanto tiempo, o porque de verdad, como le habían contado, su mente se había deteriorado con los años.

—También hay rumores de que te enjuiciaron como a un adulto —Dash la miró de nuevo, relamiéndose los labios—, ¿es verdad, un secreto o quedó como otro de los rumores de la corte?

—Nada de mi vida es secreto —dijo ella, casi con enojo—. Y sí, me juzgaron como adulta… lo único que no pudieron hacerme, fue darme la pena de muerte. Ahora que han pasado tantos años, hubiera preferido eso.

Las palabras eran anotadas por Laysip de forma lenta, notando cada gesto en la expresión de Rainbow Dash, no le costó saber que estaba por quebrarse, que su atormentada alma estaba a punto de liberarse de un letargo amargo y duro. Laysip se detuvo, esperando, tragando saliva y viendo una lágrima escurrir de su ojo derecho.

—¿Puede escribir una cosa? —preguntó sin mirarla.

—Por supuesto.

—Dígales que lo siento mucho —Laysip quedó helada ante esa petición—. Ese día parecía que todo iba a salir bien, que las cosas no sucederían así. Pero no pasó, fui responsable y todos querían mi cabeza en una canasta. Ellos no quieren oírme, pero creo que te oirán a ti. Por favor, diles que me disculpen, nunca fue mi intención. Yo sólo trataba de defender a una amiga mía, jamás quise que esto pasara.

Ahora era Laysip quien quería empezar a llorar, notó el gesto de auténtico arrepentimiento en la cara de Rainbow Dash, pero por profesionalismo decidió no darlo a notar y seguir con sus preguntas, aunque se trataba más de un detalle curioso.

—Si no te sentenciaron a muerte… ¿qué sucedió?

—Se las arreglaron —dijo de nuevo, con su voz entrecortada y compungida—. No podía repetirse esto si no había ningún pegaso así de rápido, ¿ah?

Cuando se quitó la bata de dormir, el semblante de Laysip pasó a ser uno de completo asco al mirar los muñones en la espalda de Rainbow Dash. Le habían cortado las alas, el hueso y los músculos no terminaron de desarrollarse y parecían un par de protuberancias algo sucias en donde todavía se alcanzaban a ver los puntos de sutura.

—Oh por… —susurró.

—¿Quieres una foto? No serías la primera, aunque jamás las he visto publicadas.

La reportera no quiso hacerlo, pero su trabajo debía estar completo, e ignorar este detalle sobre su entrevistada no haría más que recluirla en rumores y mitos estúpidos; como el que ella misma escuchó cuando le dijeron que sólo tenía un ojo y su cabello se volvió gris a tan corta edad. Sin embargo, luego de tomar la foto se quedó con esa imagen en la cabeza, era tan atroz que ella nunca más necesitaría ver la foto.

Sus otras preguntas quedaron en el olvido al ver tales cosas; preguntas sin importancia como si tenía mascotas o en caso de no tenerla, qué animal le hubiera gustado tener. Fuera de eso, eran los relatos de una mujer madura, deprimida, que vivía todos los días con el accidente que provocó por un descontrol. Y sin más que ver, decidió irse para comenzar a trabajar en su nota. En unos días sería el vigésimo aniversario de la explosión multicolor.

No volví a saber de Rainbow Dash hasta que mi compañero, Soarin, recibió la indicación de cubrir la nota de un atentado que sufrió tan sólo un mes después. Somos buenos amigos, no nos ocultamos nada, por lo mismo me ofreció ver las fotos que tomó.

Al principio no quise por respeto a Rainbow Dash, pero la curiosidad me pudo más y les eché un ojo. No fue asco, repulsión o cualquier otra sensación desagradable, sino tristeza lo que sentí cuando vi su cuerpo con varias quemaduras graves en su rostro, lomo y uno de sus brazos; entonces caí en cuenta de que la memoria de los ponys no olvidaba, y mucho menos perdonaba.

La investigación posterior reveló que los responsables del atentado fueron algunos padres de familia que perdieron a sus hijos en el terrible incidente de la explosión. Sin embargo, no la mataron, aunque estuvieron muy cerca, ¿quizá una cruel burla del destino? No tengo idea, pero Rainbow Dash sigue internada, recuperándose.

Yo soy Laysip Page, desde hace un tiempo tengo la sensación de que algo anda muy mal aquí. Sé que no soy la única que lo sabe, pero pocos pueden resistirlo, ¿seré capaz de soportarlo yo? No estoy segura, pero seguiré escribiendo, esto ya no es un simple reportaje.


Uf, entramos pisando fuerte, ¿eh? Se aleja un poco de lo que escribo normalmente -al menos para este fandom- pero traten de darle una oportunidad, nunca viene nada mal probar algo nuevo :D

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Hasta la próxima.