Ranma ½ es una obra cuyos derechos pertenece a Rumiko Takahashi. Este fanfiction está realizado sin ningún ánimo de lucro.
.
..
Momento: 01
..
.
Crecer en una pequeña familia donde tu educación se limita a las normas morales de tradiciones antiguas no parecía el problema. Mi padre trato de criarnos a su mejor manera después de la muerte de mi madre; seguramente no fue sencillo, pues ¿Cómo un hombre que fue criado en una cultura donde la jerarquía pareciera ser lo más importante, ahora se rebajaría a labores domésticas?
Cuando el padre es igual al sostén económico y la labor de la mujer es dedicarse a él y a su hogar llegas a un punto donde te sientes limitado por sus estrictas normal, que si bien funcionan como sociedad para mí se habían vuelto una jaula. Como todo buen japonés el deber, el honor y mis obligaciones las he tenido claras desde que me las inculcaron, pero ahora no pensando como sociedad si no como individuo me doy cuenta que por una vez o tal vez de nuevo, quiero ser egoísta.
Mi padre abrió su mente para no solo trabajar por su familia en lo domestico, si no, adentrarse a la crianza de tres niñas, no un niño que llevaría el sostén del apellido y del dojo al crecer, no, tres niñas que debían ajustarse a encontrar un buen esposo. Ese efecto no duro mucho, pues mi hermana mayor tomo el lugar de mi madre al dedicarse al cien por ciento a nosotros y mi padre se vio en la obligación de enseñarnos el legado de su familia, el estilo de lucha vale todo, no por cariño, si no el deber de seguir con la escuela, lo único que quedaba del apellido Tendo.
Había llegado el día en que esa espina con la que había nacido saliera, vi a mí alrededor las paredes que antes me sostenían como las que ahora me apresaban. Al terminar la boda tan fatídica seguí viendo a Nabiki aprovecharse de la situación, Kasumi siendo la recatada japonesa, a aquellos patriarcas que debían ser la cabeza de la familia siendo niños… Y lo vi a él, a quien aún no lograba entender, pero sabía que seguía siendo el mismo; en definitiva si no cambiaba yo, si no lo hacía por mí misma no lo haría nada, ni nadie. Y yo Akane Tendo iba a cambiar.
.
.
Las noches de invierno eran las más frías registradas desde hace mucho tiempo, sin embargo no fue impedimento para que Akane se levantara a media noche de su tibia cama para empacar. Poco a poco iba cerrando el cierre creando el ruido de la fricción, haciendo eco en sus oídos y triplicarse en cada esquina de la casa, sus pies descalzos caminaron hacia el librero, tomo un grueso cuadernos y tomo cada yen que tenía ahorrado.
La mañana se alumbraba con una borrosa neblina aquella que empaña los autos a las 5 de la mañana, pero no importo por que Akane estaba lista. Se miró al espejo por última vez, sin el mismo rostro de hace 5 años pero si el mismo corte, se vio un par de centímetros más alta pero el mismo tamaño en sus pechos, eso o Ranma le había repetido tanto esa idea que su mente ya se había convencido del hecho, "gorda", escucho la voz de su mente, sin embargo el espejo no sabía que mostrar, si la verdadera imagen de aquella mujer o el que su mente miraba. Aunque supo que ya no debía lamentarse de ella misma porque Akane Tendo no era así, ella seguiría aprendiendo a cocinar, seguiría aprendiendo y mejorando su arte de lucha, estudiaría la universidad y tal vez encontraría a alguien que la amara, y si para eso tenía que irse lo haría.
—Buenos días Kasumi —saludo con su sonrisa matutina.
—Buen día Akane, aún es muy temprano —Kasumi se extrañó por dentro, aunque mostró la misma sonrisa sincera. E igualmente temerosa de que su motivo fuese preparar el desayuno.
—Quería aprovechar el día, mi tren sale a las 8:30 —se acercó al frutero mordiendo una roja manzana.
— ¿Iras a ver a tus amigas? —algo le olía mal y no era su guisado. Hubo un silencio en el que solo los sonidos ambientales susurraban en sus oídos, el aceite saltando con una elevada temperatura, la jugosa fruta siendo machacada por los voraces molares de la joven que miraba al horizonte.
—Lo siento Kasumi. Yo no soy como tu…— y allí estaba, el temor de Kasumi, ver alejarse a una Akane madura sin su verdadera felicidad—. No soy una ama de casa, no puedo cocinar, no se coser, no tengo ninguna pisca de delicadeza decorativa; yo tengo que ir allá afuera a conocer el mundo y saber en que soy buena Kasumi —jamás había escuchado a su hermana hablar así, creía conocerla como la palma de su mano, conocía su gran corazón, su gran temperamento y sus berrinches de no querer casarse con Ranma a pesar de amarlo. Pero esto no era un berrinche, era una decisión.
— ¿Por qué no me dijiste antes Akane? —se acercó a ella con las manos temblorosas.
—No hubiera tenido el valor de hacerlo —envolvió sus manos con las suyas—. Pero estaré bien, ya lo he planeado todo.
— ¿Pero dónde te vas a quedar? —tenia tantas preguntas, sin embargo no pudo formular la correcta.
—No puedo decirte nada ahora… —un saludo lejano se escuchó, volteando ansiosa al umbral de la puerta.
—Papá ya despertó —la tetera comenzó a silbar, el agua estaba lista—Buenos días papá —ambas chicas salieron al comedor.
— ¿Cómo amaneciste hija? —la miro sonriente—. Corriste muy temprano hoy —volvió su vista al periódico sin percatarse de su vestimenta.
Más pasos se escucharon por el pasillo, los suaves y delicados pasos de una mujer y los firmes y pesados pasos de un hombre yendo uniformemente.
—Buenos días familia —saludaron a la par inclinándose un poco.
—Tío Genma, tía Nodoka les gustaría una taza de té mientras esta el desayuno.
—Que amable cariño, pero vamos, yo te ayudo —y allí estaba, ese tono suave y cordial de Nodoka, a quien agradecían pues ahora la rutina solitaria de Kasumi había cambiado, dando más vida al Dojo, porque si en algún momento un miembro del hogar estaba triste o feliz aquellas paredes lograban sentirlo.
—Mire esto Saotome —Soun llamo la atención de Genma invitándolo a leer una de las noticias.
Akane en el umbral del pasillo los observaba sin decir nada, por un momento sintió no existir, todo seguía su rumbo sin ella, no importaba tener una maleta a su lado, para ellos era un capricho más.
—Tengo que hablar con ustedes —hablo con firmeza, cada miembro se detuvo al verla por primera ver con detalle, esa chica no era Akane.
— ¿Qué ocurre Akane? —hablo primero el patriarca.
—Debo decir que no tengo mucho tiempo para discutir, mi tren sale muy pronto.
—Mi niña no es propio salir fuera sin permiso —Nodoka trato de reprenderla con un tono amable.
—Lo se tía, pero tengo 20 años y por eso mismo tome la decisión por mí —recalco colocando su mano al pecho—, para independizarme.
Un silencio total se hizo presente, los expectantes ojos de cada uno de ellos dilatados de la sorpresa.
— ¿Pero qué dices Akane? —Soun se encontraba incrédulo, su pequeña no lo dejaría, no lo traicionaría faltando a la promesa de su compromiso.
— ¿Y mi hijo, lo sabe?
—No, no hay razón.
— ¿Y eso también lo decidiste tú? —una voz grave por sus recién despiertas cuerdas vocales sonó tras ella, causándole un escalofrío. Quiso aparentar tranquilidad pero sus manos temblaban por lo que tomo la maleta dispuesta a marcharse antes de que sus ojos cedieran a las lágrimas.
—Tengo que irme.
—¡Ranma detén a mi pequeña! —lloriqueo Soun, pero Ranma no se inmuto solo la miro con más enojo que nunca antes. Sintió el aroma de Akane al pasar a su lado, pero ninguno de los dos se atrevió a verse de nuevo, ni siquiera de reojo.
El llanto en el comedor se volvió más fuertes. Todo comenzó a dar vueltas, Akane yéndose, Soun llorando y su madre que seguía hablando sin lograr entenderla, estaba paralizado no sabía lo que debía hacer ¿detenerla? No, sacudió la cabeza despejándose, seguramente tratarían de casarlos ese mismo día, por otro lado Akane estaba destrozando su ego al abandonarlo; estaba sintiendo tantas emociones juntas.
—¡Ranma! ¿no harás nada? —pregunto Nodoka, sin embargo sin intención de faltarle al respeto Ranma la fulmino con la mirada, estaba ardiendo por dentro. No dijo nada solo retrocedió y salió de la habitación.
—Déjala volverá más pronto de lo que creen —se encamino a la misma dirección a unos pasos más alejado de ella—, ¿a dónde iras ahora? ¿A esconderte en el tejado de nuevo?, ¿a Ryugenzawa? —su tono burlesco la enfureció tomando más fuerte la agarradera, caminando con zancadas más fuertes. Aquel viejo portón de madera no la vio cruzar de nuevo.
Después de haberse ido a refugiar al dojo dando varios golpes al aire Ranma salto ágilmente al techo— ¡Akane tonta! —grito lo más fuerte que pudo, alargando la última silaba sacando solo un poco de su frustración, la cual se alojaría en su corazón sin lograr deshacerse de ella.
.
Continuara...
