Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.

Notas:

1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)

2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.

LA PROMESA

CAPÍTULO 1

Casita

Esa noche

Bruno entrelazó los dedos de sus manos mientras esperaba sentado al pie de las escaleras de su torre, esperaba noticias de sus hermanas. Una horrible tormenta ocurría afuera de la casa a pesar de que su madre le había dicho a Pepa en repetidas ocasiones que se tranquilizara. Isabela y Dolores estaban juntas cuidando a Luisa en la habitación de la abuela y Félix estaba en el pasillo tratando de consolar a Camilo, quien estaba llorando como enajenado porque extrañaba los brazos de su mamá.

-Ya ha pasado demasiado tiempo- dijo Félix dandole voz a las preocupaciones de Bruno- quizá… quizá algo anda mal…-

FLASH CRASH

-¡PEPA!- los dos adultos dieron un respingo de sorpresa al aparecer un relámpago y Félix miró alternadamente la puerta de la habitación de Julieta y el niño llorando en sus brazos- Félix, necesitas ayudar a que Pepa se tranquilice, tú eres el único que lo logra…-

-Lo sé, lo sé. Shhh… no llores, Cami, mamá estará aquí en un momento- dijo Félix finalmente tomando la decisión que había estado posponiendo- Bruno, ¿crees que puedas…?-

-Claro, cuñado, no te preocupes- dijo Bruno solo extendiendo los brazos para que Félix pusiera al bebé en sus manos y cubriéndolo de la lluvia con su ruana. Camilo arrugó su naricita e hizo un puchero, pero Bruno caminó con él a la guardería y tomó uno de sus juguetes favoritos.

-Waaaaaaaaa…- Camilo no parecía impresionado.

-Vamos, Camilito- dijo Bruno tratando de consolarlo- tu mamá está ocupada con tu tía, y todos en la familia estamos muy preocupados, y bueno, no es por criticar pero tus gritos están estresando a tu mamá y a toda la familia…-

El discurso de Bruno por fin hizo que Camilo dejara de llorar mirándolo como si estuviera escuchándolo muy interesado a pesar de que no le entendía nada. Satisfecho de que al menos los gritos habían cesado, Bruno comenzó a mecer la cuna con suavidad para arrullarlo. El bebé levantó sus manitas y tocó la nariz de Bruno antes de bostezar, seguramente cansado de llorar. No le tomó mucho tiempo arrullarlo hasta que se quedó dormido.

Bruno se debatió entre dejarlo en su cuna en la guardería o llevarlo consigo a esperar a que Pepa y Félix regresaran por él, y optó por lo segundo. Regresó hacia su punto en las escaleras y se sentó. Por un par de horas que le parecieron días, Bruno estuvo a punto de quedarse dormido en el escalón con Camilo en los brazos, hasta que el llanto de un bebé los despertó a ambos. La lluvia se detuvo y el cielo nocturno se despejó iluminado por la luna.

-¿Agú?-

-Parece que por fin nació tu primo nuevo, Camilo- dijo Bruno mostrándole de nuevo el juguete para que no se pusiera a llorar- ¿te parece si vamos a conocerlo?-

No era el único, las niñas también salieron emocionadas del cuarto de la abuela al escuchar el llanto para detenerse junto a la puerta de Julieta esperando a que salieran a darles las noticias.

-¿Cuándo podemos conocer a nuestro hermanito?- preguntó Isabela.

-Espera un momento, tus padres y la abuela tienen que ver que esté bien, igual que tu mamá- dijo Bruno con paciencia- pero estoy seguro de que nos dejarán entrar en un momento-

-¿Crees que haya pasado algo malo, tío?- dijo Dolores jugando con sus manos preocupado- escuché que mamá y tío Agustín estaban muy preocupados-

Bruno sintió un leve escalofrío al escuchar eso. ¡Pobre Dolores! Con su don, era normal que todo lo que escuchara le preocuparía, y tenía que admitir que él también se había preocupado un poco. El parto había tardado demasiado tiempo, sobre todo considerando que no era el primer bebé que tenía Julieta, pero el hecho de que la lluvia hubiera terminado y el cielo se despejara significaba que todo estaba bien.

-Estoy seguro de que todo está bien- dijo Bruno aún escuchando el llanto del bebé en el interior- escucha esos pulmones, aún no sé cual de los dos grita más fuerte…-

-Camilo, definitivamente- dijo Luisa antes de que Bruno terminara su frase.

-No sé, yo no noto la diferencia- dijo Dolores cubriéndose los oídos- pero pronto Luisita va tener que averiguarlo con los dos bebés en su cuarto…-

-Aunque no por mucho tiempo- dijo Luisa sonriendo- no falta mucho para mi ceremonia. Pero no importa, si mi hermanito está bien-

-Así es, apenas faltan unos meses para tu ceremonia, Luisita- dijo Bruno.

-Agú…- Camilo no quiso ser excluido de la conversación entre primos y comenzó a ponerse inquieto.

Después de un rato Pepa y Félix salieron de la habitación para dejar que las niñas y Bruno entraran, no sin tomar antes a Camilo. Bruno se acercó tan emocionado como sus sobrinas y sonrió al ver al bebé envuelto en los brazos de Julieta.

-Es una niña- dijo Agustín orgulloso- la llamaremos Mirabel-

-¿Otra niña?- dijo Isabela un tanto decepcionada. Bruno recordaba que no había parado de decir que quería tener un hermano porque ya tenía una hermana.

-Mmhm- dijo Julieta con una sonrisa cansada- ¿no quieres saludar a tu nueva hermanita, Isa?-

Luisa e Isabela se acercaron a ver a la bebé, y toda la decepción de la mayor desapareció. La vio ilusionada y le dio un besito en la cabeza antes de crear una pequeña corona de flores para su hermanita con su don. Luisita aún no tenía su don, pero también le dio un besito.

Dolores hizo lo mismo, dando un besito en la cabeza a Mirabel y otro a su tía Julieta antes de salir también igual que sus primas. Bruno le sonrió a su hermana, que tenía un aspecto cansado y ojeroso.

-¿Cómo te sientes, Juli?- preguntó Bruno con cariño a su hermana mayor.

-Cansada- dijo ella con la pequeña en sus brazos- pero aliviada y muy feliz de tener a Mirabel por fin con nosotros-

Bruno miró aliviado que tanto su hermana como su nueva sobrina estaban bien, y se dispuso a salir de la habitación cuando Agustín lo detuvo poniendo una mano en el hombro.

-Espera, cuñado. Es tu turno de cargar a la bebé- dijo Agustín.

-¿Yo? Eh…-

-¿No quieres?- dijo Julieta mirando a su hermano- vamos, no pienso decirle a Mirabel que su tío Bruno fue el único que no quiso cargarla el día en que nació-

Bruno sonrió levemente y se acercó a Julieta para tomar a su sobrina en sus brazos. La pequeñita se movió sacando un piecito de las mantas que la envolvían. A diferencia de sus hermanas, Mirabel había nacido con una pequeña mata de cabellos rizados. Al mirarla, a Bruno le pareció que solo había heredado los rasgos de Julieta.

-Wow…- dijo Bruno sonriendo antes de acomodarla mejor en sus brazos y sentarse en la orilla de la cama- se parece mucho a ti, Juli-

Agustín estaba acariciando el cabello de Julieta, pero la atención de Bruno estaba en su sobrina.

-Mirabel nos hizo preocuparnos mucho, pero al menos ya la tenemos con nosotros- dijo Agustín sacando el pecho orgulloso- esta niña es especial, lo sé muy bien-

-¿Lo dices porque nació con los pies?- dijo Julieta con una risita. Bruno alzó las cejas pensando en que eso había sido peligroso, no sabía si era una señal de que buena suerte o de que su nueva sobrina iba a ser tan torpe como Agustín, lo que hizo que sonriera.

-Eso no es gracioso- dijo Alma en un tono severo cruzando los brazos visiblemente decepcionada. Bruno sabía que su madre quería un nieto porque ya había muchas niñas en la casa, y ahora se tendría que conformar con otra niña- pudo haber muerto. Pudieron haber muerto los dos-

Hubo un breve silencio antes de que Julieta se volviera a su hermano y éste pusiera a la pequeña en los brazos de Agustín, quien la miraba con adoración.

-De hecho, hay algo que queremos preguntarte, Brunito- dijo Julieta extendiendo una mano para tomar el antebrazo de su hermano, que seguía sentado en la orilla de su cama- Agustín y yo hablamos de esto antes, y decidimos pedirte tú fueras su padrino-

Fue bueno que Bruno devolvió a Mirabel a los brazos de Agustín porque de lo contrario la había dejado caer. No sabía si las sonrisas de su hermana y cuñado significaba que era una broma eso porque, ¿quién quería que Bruno Madrigal fuera el padrino de su criatura, sobre todo porque eso significaba condenar al pobre a una vida de mala suerte?

-¿Yo?¿Lo dices en serio?- dijo dudoso, y los dos asintieron entusiasmados. Miró a la pequeña durmiendo y chupaba su manita en los brazos de Agustín, y son pudo evitar sonreír también- eso me gustaría mucho, Juli-

Julieta y Agustín parecían emocionados de que hubiera decidido aceptar, pero Alma no lo parecía tanto.

-Julieta, ¿estás segura de esto?- dijo la abuela claramente sin aprobar su decisión.

-Sí, mamá, es el turno de Bruno- dijo Julieta sonriendo- ya fue tu turno y el de Pepa. Agustí y yo decidimos que queremos que él sea el padrino…-

-Mmm…- Alma no dijo nada más, y Bruno se despidió de su hermana, cuñado y de la pequeña con una sonrisa antes de regresar a su torre. Sus ojos brillaron de emoción. ¡Iba a tener una ahijada! Y a pesar de que acababa de nacer, Mirabel se perfilaba para ser su sobrina favorita.

Cuando se dejó caer en su cama con una sonrisa porque todo había salido bien, Bruno no dejó de sonreír sin tener idea de hasta dónde lo iban a llevar sus responsabilidades como padrino de Mirabel. Pero por ahora se limitó a disfrutar el momento.

x-x-x

Una semana después

A pesar de que acababa de tener un bebé, Alma insistió en que Julieta debería regresar a ayudar al pueblo con el resto de la familia y por ende tenía que dejar a Mirabel en la guardería para poder trabajar en la cocina. Bruno estaba molesto por ello. ¡Si Mirabel apenas tenía una semana de haber nacido, necesitaba a su mamá! Además, su hermana acaba de tener un parto muy difícil, seguro se sentía cansada aún.

Pero su madre no iba a dejar que la "señorita perfecta Julieta" se tome un descanso, incluso después de que dio a luz. ¿La justificación de su madre? Qué ella dio a luz a tres bebés y tuvo que caminar kilómetros ese mismo día para salvar su vida.

Bruno suspiró. Lo mejor que se le ocurrió fue acompañar a Julieta en la cocina con Mirabel mientras que ella trabajaba.

-Te tomaste muy en serio lo de ser padrino- dijo Julieta con una enorme sonrisa mientras que cortaba las zanahorias- si ya eras el mejor tío del mundo para Isa y Luisita, te estás sobrepasando con Mirabel-

-Es lo menos que puedo hacer para ayudar- dijo Bruno arrullando a la bebé- ya sabes que mi don no ayuda de nada-

-No digas eso- dijo ella poniendo las rodajas en una olla llena de agua- claro que ayuda, no es tu culpa que la gente no aprecie tus advertencias-

-Mmm…- fue lo único que dijo Bruno.

Siempre había pensado que su hermana era demasiado generosa con él. Sabía lo que se decía de él en el pueblo, la gente ya no era discreta con su desdén hacia él. Durante las pocas ocasiones en las que se le ocurría salir, todo el mundo lo apuntaba con su dedo, o daba un salto de susto sin ningún disimulo. Incluso su propia madre lo miraba como si no aprobara de él.

De pronto los dos escucharon a Camilo llorar en el piso superior, e inmediatamente comenzó a llover. Bruno se mordió el labio. Pepa no estaba teniendo un buen tiempo con su hijo tampoco. Camilo parecía siempre estar hambriento y era inquieto, además de que Pepa se sentía deprimida e insuficiente desde que el niño nació. Félix hacía lo que podía para animarla y hacerla sentir mejor (era un esposo extraordinario) pero Bruno sabía que no era suficiente para tener sus emociones bajo control.

Le gustaría que su hermana pudiera sentir lo que quisiera.

-Pobre Pepa- dijo Julieta secándose las manos con el secador en su cintura- la depresión no la está ayudando mucho…-

-Quizá debería ayudarla también- dijo Bruno- así serviría de…-

-Bruno, deja de decir esas cosas- dijo Julieta sacudiendo la cabeza- eres suficiente para esta familia, eres nuestro hermano y siempre nos ayudas-

A pesar de las palabras de su hermana mayor, Bruno no se sentía para nada suficiente. Vio a su sobrina empezando a empuñar sus manitas desde que Camilo comenzó a llorar.

-Juli, creo que ya tiene hambre- dijo Bruno.

-Ay Mira- dijo Julieta sonriendo y caminando al lavabo para lavarse las manos- estás empezando a copiar las mañas de tu primo-

Bruno le pasó a la bebé con una sonrisa para que la alimentara, y Agustín llegó casi al mismo tiempo de regreso de sus actividades. Se sentó junto a su esposa mirándola con una expresión enamorada.

Diría que Julieta era afortunada de tener a Agustín, pero en realidad era al revés: Agustín era afortunado de que Julieta se hubiera fijado en él. Su hermana era la mujer más maravillosa que conocía, con un talento para cuidar y hacer sentir mejor a las personas incluso sin usar su don.

Con Julieta siendo acompañada de Agustín, ahora Bruno subió al piso superior y caminó hacia la puerta de su otra hermana.

-¿Pepi?- dijo Bruno golpeando la puerta- ¿necesitan ayuda?-

Un grito de su hermana le dijo que entrara y Félix prácticamente puso a Camilo en sus brazos de su cuñado y lo sacó de la habitación. Con el bebé en sus brazos, Bruno caminó a la guardería para tomar un poco de ropa limpia y seca para Camilo antes de caminar hacia el baño.

-Vamos a cambiarte, Camilo. Estás empapado- dijo Bruno al ver a su sobrino hacer un puchero- tu mamá no tiene la culpa, eso pasa a veces cuando se pone nerviosa… pero ella te quiere mucho, estoy seguro de que lo sabes-

Después de darle un baño al bebé con agua tibia y secarlo bien, lo vistió y caminó con él hacia la cocina. Julieta ya había terminado de alimentar a Mirabel, y miró divertida a su hermano.

-¿Eres el niñero oficial de la familia?-

-Mmm- dijo Bruno tratando de dormir a Camilo, que estaba tan somnoliento después de su baño como Mirabel después de comer- creo que Pepa tiene depresión posparto. Va a necesitar ayuda también-

-Puedes dejarlo mientras con Mirabel- dijo Julieta señalando la canasta llena de mantas que hacía de cuna en una mesa de la cocina- todavía caben los dos-

-Como quiera me quedaré a cuidarlo- dijo él tomando las asas de la canasta cuando los dos bebés estaban dentro de ella. Mirabel estiraba sus piernitas para acomodarse al espacio que quedaba y Camilo había tomado uno de los piecitos de su prima con su manita mientras cerraba los ojos- estos dos van a la guardería a su siesta-

-Awww…- dijo Julieta viendo enternecida a los dos- gracias Bruno-

-Te veré en tres horas, cuando les vuelva a dar hambre- dijo Bruno sonriendo- vamos, casita-

La casa movió los azulejos y transportó gentilmente a Bruno con su carga hacia el piso superior y lo dejó justo en la puerta de la guardería, abriéndola para que Bruno pudiera pasar con la canasta de los bebés.

-Gracias, casita- dijo Bruno poniendo la canasta en la cama vacía que había pertenecido a Dolores antes de de dormir- vamos a dormir la siesta-

Sacó a los bebés uno por uno y los puso en sus respectivas cunas, pero Camilo se quejó sin abrir los ojos al sentirse solo, así que puso a Mirabel en la misma cuna y eso lo tranquilizó. Casita comenzó a arrullarlos meciendo la cuna y por fin dejó de lloriquear.

Aliviado que los bebés se hayan quedado dormidos, Bruno se dejó caer en la cama y sonrió mirando al techo. Eso era lo más feliz que se había sentido en mucho tiempo, sintiéndose útil a la familia, al menos sus hermanas aceptaron su ayuda con los bebés aunque su madre no aprobara lo que hacía.

TOC TOC

Bruno se incorporó cuando llamaron a la puerta. Los dos bebés se sobresaltaron por el ruido y Camilo despertó, comenzando a hacer ruiditos. Cuando la puerta se abrió, Luisa entró a la guardería frotándose los ojos. Cuando él se acercó a ella vio que estaban hinchados y enrojecidos, como si hubiera tardo llorando.

-¿Qué sucedió, Luisita?¿Te lastimaste?- dijo Bruno inclinándose hacia ella. La niña sacudió la cabeza- entonces, ¿por qué estás llorando?-

-Nadie quiere jugar conmigo- dijo Luisa haciendo un puchero- Isa y Lola siempre están juntas con sus dones y no me dejan jugar con ellas. Cami y Mira son muy chiquitos para jugar-

-Umm…- dijo Bruno poniendo una mano en su hombro- yo no puedo jugar porque tengo que cuidar a los bebés, pero quizá podemos hacer algo aquí mismo. ¿Te gusta pintar?-

Luisa sacudió la cabeza y Camilo empezó a llorar quedito de nuevo, seguramente asustado por la puerta, despertando a Mirabel quien también empezó a llorar. Bruno suspiró antes de acercarse a las cunas, sin saber a cuál de los dos debería levantar primero. De pronto se le ocurrió una idea.

-Ya sé que podemos hacer- dijo Bruno tomando un libro del librero que estaba sobre las cunas- ¿quieres escuchar un cuento? Y me puedes ayudar a dormir a tu hermana y a tu primo-

La niña sonrió ampliamente y asintió emocionada. Bruno tomó algunas mantas para hacer unos nidos para Mirabel y Camilo sobre la vieja cama de Dolores y se sentó sobre ella con la espalda contra la pared. Luisa se tumbó sobre su vientre del lado contrario, bloqueando el camino entre los bebés y el suelo con su cuerpo.

Un par de horas más tarde, cuando Agustín y Félix se desocuparon y subieron a la guardería a recoger a sus bebés, los dos se encontraron a Bruno atrapado entre los bebés y Luisa, quien se había quedado dormida con su cabeza en una almohada sobre el regazo de su tío, sin que éste se atreviera a moverse para no despertarla.

-Wow, nunca pensé que llegaría el día en que mi Luisita durmiera la siesta- dijo Agustín levantando a Luisa de la vieja cama de Dolores y transfiriéndola a la suya sin que la despertara- ¿qué le hiciste para que se durmiera?-

-Solo leímos una historia- dijo Bruno sonriendo apenado- creo que no era tan divertida como creí-

En la otra cama, Camilo dormía a pierna suelta tomando el piecito de Mirabel con su manita y ésta tenía sus manitas en la cabeza de su primo.

-Este muchacho ya tomó la maña de tomar el piecito de su pobre prima- dijo Félix abriendo la manita del bebé para que la soltara y pudiera cargarlo- tengo la impresión de que estos dos van a ser inseparables-

-Mmhm- dijo Bruno- hay algo que tienes que saber. Me temo que Luisita se siente sola, las niñas no juegan con ella-

Los otros dos se miraron alzando las cejas, al parecer habían estado tan ocupados que no se habían dado cuenta. Agustín terminó de arropar a Luisa y se volvió para cargar a Mirabel.

-Nos encargaremos, Bruno. Gracias por hacérmelo saber- dijo Agustín.

-¿Cómo está Pepa?-

-Más tranquila, gracias a ti- dijo Félix sonriendo aliviado- entre Camilo, su don y… tu madre exigiéndole más, Pepa no ha estado bien. Gracias por cuidarlo-

-No es nada, lo que sea para poder ayudarles- sonrió él levantándose y estirándose después de haber estado sentado sin moverse varias horas para no despertar a sus sobrinos.

Sus cuñados se fueron con sus bebés y Bruno miró a Luisa con una sonrisa antes de subir de regreso a su torre. Se sentía mucho mejor ahora que era útil en esa familia. Una vez ahí, Margarita salió de su ruana y se sentó sobre su hombro derecho, olisqueando su bolsillo para saber si tenía algo de comer.

x-x-x

Comedor

La tarde siguiente

Bruno bajó temprano a ayudar a Julieta a poner la mesa, pero cuando estuvo a punto de entrar al comedor comenzó a escuchar una conversación acalorada entre Alma y Julieta. Una antes había escuchado a su hermana mayor ponerse confrontarse con su madre.

-Yo sé cómo te sientes sobre él, pero Bruno le va a dar una mala reputación a tu hija- dijo Alma.

-Ya hablamos de esto toda la semana, mamá. No es culpa de Bruno que la gente crea que causa cosas malas con su don- dijo Julieta en un tono cansado- esa es una decisión que Agustín y yo tomamos juntos, queremos que él sea su padrino-

-Lo sé, hija, pero…-

Aquello hizo que Bruno se sintiera terrible. Incluso cuando sabía que él no hacía nada malo con su don, su madre había decidido tomar el lado de la gente del pueblo contra el de su propio hijo. Necesitaba irse de ahí, necesitaba llegar a su torre, tirar sal y tocar madera. Necesitaba hablar con su hermana y cuñado.

Su madre tenía razón: no sería justo para la pobrecita Mirabel que lo hicieran su padrino con la reputación que tenía. Aunque su don no causara problemas, todo el mundo rumoraría sobre ella, quizá la evitarían como a él. Quizá algo malo le pasaría, su mala suerte pasaría a ella…

Aún estaba pensando en ello y hablando para sí mismo caminando hacia la escalera cuando casi choca con Agustín, quien llevaba a la bebé en sus brazos.

-Hey, ¿qué pasó, cuñado?- dijo Agustín poniendo su mano libre en un hombro- parece como si hubieras visto un fantasma-

-No, no, todo bien- dijo Bruno nerviosamente- Agustín, ¿puedo hablar contigo?-

-Claro- dijo él- ¿qué necesitas?-

-Quizá no sea buena idea que yo sea el padrino de Mirabel después de todo- dijo Bruno cabizbajo. Discretamente dio algunos golpecitos en el pasamanos de madera de la escalera.

-¿Por qué?¿No quieres?-

-Claro que quiero pero…- dijo él nerviosamente- mamá no cree que sea buena idea y… ¿qué tal si le paso algo de mi mala suerte?-

-Mmmm…- dijo Agustín pensativo- mira Bruno, yo no soy la mejor persona para saber qué decir, pero creo que te equivocas. Si no quieres serlo está bien, buscaremos a alguien. Pero Julieta y yo queremos que seas tú, sin importar lo que tu madre diga al respecto. Los dos sabemos que tú no haces que pasen cosas malas-

-Um…-

-¿Quieres serlo o no?- dijo Agustín. Bruno pasó sus ojos hacia la niña en sus brazos, con sus ojitos cerrados y una expresión llena de tranquilidad. ¿Cómo no querría ser su padrino? Quizá era mala idea, pero lo haría.

-Sí quiero- dijo Bruno finalmente.

Agustín sonrió feliz de que su cuñado hubiera aceptado y puso a la bebé en sus brazos.

-¿Puedes cuidarla un momento? Ahora vengo- dijo Agustín antes de caminar a la cocina. Bruno se sentó en el primer escalón y dio unos golpecitos al pasamanos con una mano mientras llevaba a Mirabel en su otro brazo.

-Toc toc toc toc toco madera- dijo Bruno repetidamente. No podía tocar con sus dos manos, una estaba ocupada. Aún estaba repitiendo la acción cuando Mirabel estiró su manita y tocó su cara para detenerse en su nariz, sacándolo de sus pensamientos.

Bruno nunca había visto los ojitos de su sobrina abiertos, siempre la había visto durmiendo después de comer o llorando con hambre. Sus ojos eran grandes, de un hermoso color castaño, bajo cejas gruesas como las de Julieta.

-¿Qué pasa, Mirabel?- dijo Bruno al notar que su sobrina no dejaba de mirarlo con atención- ¿te gusta ver a tu ridículo tío siendo raro como siempre?-

Y fue entonces que lo vio, la más sutil sonrisa en sus labios. Sabía que la bebé no podía ver más allá de su cara, sabía que era demasiado pequeña como para sonreír por sus palabras, sabía que eso era solo un reflejo y no una reacción a él, pero esa sonrisa derritió su corazón.

x-x-x

Iglesia del Encanto

Un mes después

Bruno estaba sentado en primera fila, usando sus mejores ropas para la ocasión. Se sentía un poco incómodo sin usar su ruana, pero quería verse lo mejor posible. Sintió que Agustín puso una mano en su hombro para tranquilizarlo.

-Vas a estar bien, Bruno- dijo su cuñado con una sonrisa traviesa- solo tienes que sostenerla y no dejarla caer al agua-

Dejó escapar una risita nerviosa y asintió, volviéndose a Julieta y viendo su sonrisa. Del otro lado de la iglesia estaba Alma, Pepa con Camilo y Félix, y detrás de ellos estaban sus tres sobrinas de pie, emocionadas por mirar. Isabela había decorado toda la iglesia porque quería que se viera linda para su hermanita.

Su nerviosismo no disminuyó cuando el padre Flores llegó a la iglesia con una sonrisa llevando e hizo una señal para que se acercaran. Julieta puso a Mirabel en sus brazos con una sonrisa.

-Vas a estar bien, Bruno- dijo su hermana en un susurro- solo son unos momentos y habrá terminado-

Bruno asintió sin estar menos nervioso, pero se concentró en no dejar caer a su sobrina. Mirabel ya estaba más grande y no dejaba de sonreírle cada vez que le hablaba, y sus sonrisas emocionan a Bruno al pensar que su sobrina lo quería por quien era, no lo juzgaba como el resto.

-Habéis venido a pedir el bautismo para vuestra hija…-

Mirabel se veía muy bonita en su vestido blanco, el cual había pasado por todas las otras niñas de la familia. Sus rizos habían crecido, y tenía un moño blanco en sus cabellos. Comenzó a moverse inquieta y no dejaba de reír como si su tío estuviera haciéndole caras.

-Eres muy risueña, chiquita- dijo Bruno en un susurro.

-¿Qué nombre habéis elegido para vuestra hija?- dijo el padre Flores.

-Mirabel Valentina- dijeron Julieta y Agustín.

Bruno levantó a Mirabel y la pequeña apoyó su cabecita en su hombro, dejando escapar un bostezo. No era la única, también sus sobrinas estaban bostezando. Camilo estaba manoteando feliz en brazos de Pepa, quien ya se sentía mucho mejor con la ayuda de Bruno.

-Y su padrino, ¿también está dispuesto a ayudar a los padres en esta tarea?-

-Sí, estoy dispuesto- dijo Bruno.

Julieta, Agustín y él mismo respondieron todas las preguntas del padre Flores. Finalmente Bruno acercó a Mirabel hacia la pila y colocó su cabecita sobre el agua.

-Mirabel Valentina, yo te bautizo…-

El agua tibia comenzó a caer sobre la cabecita de la niña, y la ceremonia terminó después de un rato. Mirabel había quedado un poco inquieta después de que el agua la mojó, pero Bruno la calmó frotando su espalda. Y al salir de la iglesia Bruno prometió en silencio encargarse de que su ahijada siempre estuviera feliz y protegida, costara lo que costara.

x-x-x

CONTINUARÁ…

¡Hola a todos! Estoy de regreso con esta historia. Les digo de antemano que van a frustrase un montón con la abuela. Bruno se va a tomar muy en serio su papel como padrino de Mirabel.

Espero que les guste esta historia. Muchas gracias por sus reviews. Abrazos.

Abby L.